Entrevista de Jaime Luna a Francisco Chapela 11 de Julio de 2007 Estéreo Comunal, Guelatao de Juárez, Oaxaca 11:30 Hora local Jaime Luna (JL): Hace tiempo hubo una necesidad de sobrevivencia en la región. Había que entender que podíamos vivir, pero no sabíamos exactamente cómo. Y no es por que fuéramos ignorantes sino por que realmente no entendíamos el Universo que tenemos. Pero tuvo que venir una gente, gente de fuera, para decirnos cómo utilizar nuestra naturaleza. Sin embargo eso se tradujo en un desastre, en una empresa, en fin, en una cantidad de cosas, que valdría la pena tomar en cuenta. En 1980 se da un contexto de aprovechamiento forestal en la región. A me gustaría que Paco Chapela nos contara su interpretación de este contexto que se tenía, que se enfrentó, pero fundamentalmente lo que se tenía y por qué nació todo esto. Francisco Chapela (FC): Yo creo que en esos años se vivió algo muy importante, tanto a nivel de la sierra, que fueron cambios muy importantes, como los que se dieron fuera, en otras partes del país. Yo creo que un aspecto muy importante de lo que sucedió es que la gente empezó a darse cuenta de que podía hacer mucho por sí misma. En las décadas anteriores al 80, posiblemente desde los 60s, los 70s, el gobierno fue adquiriendo una importancia enorme y fue teniendo presencia en cualquier área de la vida. Se metían en todo: Si querías azúcar, ibas con las tiendas de la CONASUPO y conseguías el azúcar y el aceite; si querías vender tu cosecha, pues ibas a los almacenes de depósito o a la CONASUPO y ahí te recibían tu cosecha a precio oficial; si querías financiamiento para sembrar, ibas al Banco Rural del Gobierno y ahí te prestaban; si perdías la cosecha, estaba la Aseguradora que te cubría eso. Entonces el gobierno estaba metido en todas las áreas de la vida y a veces uno sentía que uno dependía de lo que decidiera el Gobierno. Y en esos años de fines de los 70s y principios de los 80s empezó a surgir esta idea de que la gente podía hacer las cosas por ella misma, sin esperar a que llegue el Gobierno a darle, a regalarle, a decirle cómo tiene que hacer las cosas. Creo que muchos del auditorio eran muy jóvenes en 1980. Algunos ni habían nacido todavía y no tienen idea de esto que estamos hablando, pero sí era una cuestión a veces asfixiante. Si alguna comunidad trataba de poner su tiendo comunal, llegaba el Gobierno federal y ponía dos tiendas más grandes que la que estaba poniendo la comunidad; si había un grupo que estaba tratando de Cultura y educación, y llegaba el Gobierno con promotores pagados por el Gobierno Federal a hacer tres veces más de lo que se estaba haciendo. Y entonces era asfixiante por que cuando había una idea de alguien, siempre estaba el Gobierno ahí a hacerlo de otro modo, a hacerlo como el Gobierno decía, y daba la sensación de que dependíamos de lo que decidieran los funcionarios del Gobierno, y que uno como persona común y corriente no tenía nada que hacer. Entones fue muy importante que las comunidades de la Sierra norte de Oaxaca empezaran a tener una visión más objetiva y más crítica de las cosas, y a decir: “Bueno, está la Empresa papelera que nos manda el Gobierno y nos dice qué hay que cortar ciertos árboles, que hay que abrir caminos, que hay que levar la madera a Tuxtepec” y las comunidades habían estado obedeciendo a esos lineamientos, del Gobierno finalmente, Pero me parece que empezaron a tener una visión más crítica y empezaron a notar cosas como que: “Aquí en este lugar yo vi que dejaron un montón de madera tirada; estoy viendo en otro lado que cortaron árboles que podrían haberse quedado; en este otro lado nos echaron a perder el manantial; y luego cuando llega la hora de hacer cuentas, pues no queda muy claro la cantidad de madera que se llevaron y la cantidad de dinero que entregaron y el uso que se le iba a dar a ese dinero”. Hicieron algunas clínicas, escuelas y obras de agua potable, pero no quedaba claro que eso fuera proporcional a la cantidad de madera que había estado saliendo. Entonces estos cuestionamientos y esta visión crítica permitieron ir reconsiderando y decir: “Es que no tenemos que esperar a que el Gobierno nos diga cómo hacer las cosas”. Finalmente creo que la gente se empezó a entender a sí misma no ya como que necesariamente dependiera del Gobierno, sino que la gente empezó a darse cuenta de que podía hacerse responsable de sus cosas, pero también tenía derecho a decidir sobre lo suyo. Para mí esos años fueron de todo un proceso de pelear el control de los Recursos Naturales: el que fuera la propia comunidad la que discutiera, analizara y decidiera qué recursos quiere aprovechar, cómo los quiere aprovechar, quiénes deben entrar a hacer este aprovechamiento, cómo deben distribuirse los beneficios que se pudieran derivar, en fin, todo estos aspectos y mal que bien, ya visto en perspectiva, fue una transformación muy importante. Ya visto a nivel de otros lugares del mundo, fue muy importante lo que sucedió aquí en Oaxaca. Ahora se empiezan a dar cuenta en otros lugares del mundo de lo importante que fue esto JL 10:40 En materia Organizacional, ¿cómo entiendes, cómo le das sustancia a este proceso? FC: Podemos ubicar tres etapas: una etapa fue cuando las comunidades pelaron por que se les reconocieron y deslindaran sus tierras. En esta etapa, las comunidades estaban organizadas con sus formas tradicionales, y estaban orientadas al auto abastecimiento: a producir lo que iban a comer, a producir la lana para los zarapes y los sombreros y los huaraches que la gente se iba a poner. Estaban muy orientadas a eso y había todo un sistema para organizar el trabajo, la producción, la distribución, que funcionaba. De ahí hubo una transformación importante en la que entra El Gobierno a traer El Progreso, El Desarrollo con mayúsculas, que traía una serie de cosas, como por ejemplo el programa de castellanización. Fue para mí impactante ver aquí en Guelatao a profesor de la primaria con una vara membrillo golpear a un niño por hablar zapoteco, diciendo “ya sabes que está prohibido hablar dialecto aquí en la escuela”. Fue ese concepto del desarrollo homogenizador, en el que el objetivo era dejar todo el territorio plano, de modo que pase el tractor a sembrar de preferencia trigo, no cultivos diversificados. Había otra consigna que decía “que solo los caminos queden sin sembrar”. Esa era la idea de la modernidad que traía el Gobierno, y traía muchos recursos. Tenía todo lo que hiciera falta para comprar maestros, agrónomos, o políticos. Y estaba haciendo desaparecer toda esa diversidad de formas organización que existían antes. Me parece que hacia los 80 se da una tercera transformación, en la que ese sentirse asfixiado comenzó a convertirse en una sensación colectiva de muchos, y se convirtió en una decisión de tomar el control de las cosas, en donde la gente dijo “a lo mejor no tengo tantos recursos como El Supremo Gobierno, pero prefiero hacer las cosas a mi manera, ganar la autonomía, tener yo el control sobre las decisiones y si decido vestir de un modo o de otro o hablar de una manera u otra, es por que así lo quiero y no por que el Gobierno lo decide” JL: Digamos “dignificar” el poder local FCH: Si, y recuperarlo Y estamos hablando de generaciones. Mucho del conocimiento de cómo organizar la vida, cómo organizar el autoabasto o la producción que se tenía en la primera etapa, cuando el camino a Guelatao era de tercería y había que pararse en Reynoso o en La Cumbre a dormir para seguir camino al día siguiente, ese conocimiento ya se había perdido hacia los 80s. Muchos de los comisariados y los presidentes municipales actuales ya no vivieron esa experiencia. Les contaron sus papás. Las vieron quizás en fotografías, pero no es algo que hayan vivido. Y en esta tercera etapa en la que se decide retomar otra vez el control de la vida comunitaria, hubo que reconstruirlo. Pero ya para los ochenta, los líderes eran gente demasiado joven. Hubo que darse a la tarea de recuperar todo eso que en la etapa anterior se trató desaparecer. Hubo esfuerzos notables por desaparecer todo ese conocimiento, todo ese modo de organizar la vida, de modo que hubo que retomarlo o reinventarlo, cuando ya no existía o cuando la situación ya era diferente. Por ejemplo el tema de las comunicaciones ha cambiado mucho de entonces a ahora, por lo que hay que volver a inventar soluciones. JL: En los 80s ¿cómo viste el bosque? ¿cómo estaba tratado? FCH: Era obvio un proceso de “descreme”. Se habían estado llevando las empresas concesionarias lo mejor y dejando lo que no les interesaba. Era bastante notable la falta de perspectiva de largo plazo, y eso además estaba en las reglas del juego. El colmo eran las empresas contratistas, para las que estaba escrito en el contrato que esas empresas se tenían que retirar, pues eran las condiciones que el Gobierno les ponía. En estas condiciones, era obvio que las empresas concesionarias explotarían lo mejor del bosque y no invertirían en su mejoramiento. JL: ¿cómo viste esto? ¿Qué importó para tu formación este proceso? FCH: Este asunto de la “asfixia”, para mí importó. Saliendo de la Universidad teníamos encima a lo que llamaba Octavio paz “el Ogro Filantrópico”: el estado omnipresente pero aplastante3 de todo. A nosotros como estudiantes de agronomía, nos tenía también aplastados, pues la perspectiva profesional en esos años era haber estudiado suelos, botánica, etc. para dedicarse a burócrata. Realmente no era nada atractivo pensar en quedar sepultado en alguna oficina, detrás de un escritorio, aguantando a un jefe. Varios en la universidad buscábamos otras perspectivas y pensábamos que podríamos usar lo que sabíamos en beneficio de algún proceso organizativo en beneficio de alguna región de este país y tener la satisfacción de hacer algo de provecho, en lugar de terminar llenando formatos y expedientes y entrando al juego de las jerarquías burocráticas. Por eso fue de lo más gratificante enterarnos de que otros en la Sierra Juárez tampoco estaban muy contentos con el Ogro Filantrópico, también se sentían asfixiados y Recuerdo que llegaron comisiones de la ODRENASIJ a las universidades pidiendo apoyo técnico para que las propuestas de las comunidades tuvieran una forma técnicamente aceptable. Para nosotros fue realmente importante darnos cuenta de eso, pues por es vía podríamos hacer algo más que convertirnos en unos burócratas totales. Las comunidades de la sierra nos dieron la oportunidad de hacer lo que queríamos, entendiendo que hacer lo que quieres no es hacer lo que se te ocurre en el momento, sino después de reflexionar que quieres hacer con tu vida, tener la oportunidad de hacerlo. Y por eso les tenemos mucho cariño a las comunidades de la Sierra, pues a muchos no se les ha presentado la oportunidad de hacer lo que quieren. Muchos están llevados a la deriva de las circunstancias y es terrible ver gente que después de los años se preguntan qué hago aquí, las circunstancias me trajeron, pero esto yo no lo quería. Nosotros afortunadamente no corrimos esa suerte y fue este proceso de las comunidades, este querer tomar el control de las cosas lo que nos dio esa oportunidad valiosísima de poder hacer lo que queríamos. JL: Según tu interpretación ¿cómo se fueron dando las cosas? ¿Cómo se conformó ODRENASIJ? FCH: Habría que recordar que en esos años la situación en el país estaba muy tensa hacia los 80s básicamente por que El Ogro Filantrópico, este Estado que todo lo podía y todo lo hacía y todo lo resolvía se estaba cansando, estaba quedándose sin dinero, se estaba quedando sin gente, sin tierras que repartir, sin puestos burocráticos que vender o que entregar como cuotas políticas y esto estaba generando una presión may fuerte. En Oaxaca estábamos muy cerca de que la gente se amotinara contra la situación en general. Recordemos lo movimientos que hubo en la UABJO de Martínez Soriano que trataba de encauzar a s manera el descontento popular. Hubo de plano brotes de guerrilla en varios lados. El ejército estuvo ocupando en Ixtlán y Macuiltianguis, por que se pensaba que podría surgir la guerrilla. La gente no estaba tan clara en que quería una guerrilla, pero la situación estaba muy tensa y con riesgo de explotar. Sin embargo, algunos líderes comunitarios, como Lino Hernández de la comunidad de Comaltepec, que fue la comunicad en donde más trabajó la Papelera Tuxtepec, decían que no se trataba de amotinarse, sino de proponer las cosas, de tener un proyecto e impulsarlo, y así es como vamos a sacar las cosas adelante. Que hay desesperación, que hay carencias, que hay enojo, es cierto, pero eso no lo vamos a resolver con un amotinamiento sin un plan. Está bien rebelarse contra lo que no está bien, pero rebelarse siguiendo una estrategia y con un plan definidos, defendiendo un proyecto de lo que se quiere. Así como Lino, hubo otros líderes en las comunidades que tuvieron eso claro y pudieron encauzar con mejor éxito esta sensación de asfixia que nosotros vivíamos en la Universidad, que comuneros de la Sierra lo vivieron a su manera. Hubo ese liderazgo que sí pudo encauzar esa inconformidad por vías más constructivas y mejores. La ODRENASIJ ejerció este tipo de liderazgo. La organización tenía en su nombre su plan de acción: “Organización para la Defensa de los Recursos Naturales y Desarrollo Social de la Sierra Juárez”. Era un asunto propositivo, lo cual era inédito en los 80s. En otros lados se daba el asalto al cuartel del ejército en madera, Chihuahua donde se quería iniciar la revuelta armada general en el país. En Guerrero estaba la Guerrilla operando formalmente. J.L. También estaban la CODREMI en la Mixe y la Asamblea de Autoridades Zapotecas y Chinantecas que daban la imagen de un proceso como este que estás explicando. J.L. Después del surgimiento de ODRENASIJ, obviamente hubo una repercusión de diversa naturaleza, yo te preguntaría ¿cómo se hizo el trabajo con las comunidades? En este caso UZACHI por ejemplo, nació junto con otras organizaciones de carácter forestal Intercomunitario. ¿Cómo vislumbraste esa parte, después de la emoción, después de la resistencia, después de la expulsión, incluso, en las decisión de un ejecutivo que permitió que las cosas cambaran, cómo la sientes en términos técnicos, en términos organizacionales, en términos humanos?. FCH. ¿Quién había hecho algo en este país en contra del presidente, con argumentos legales y ganarle? Fue una cosa inédita y muy emocionante. Pero la otra parte que dices quizás fue el reto más importante, no fue tan eufórica ni tan emocionante, pero fue más difícil. Recuerdo que discutíamos con comisariados, en Asambleas de comunidades: bueno, ¿y ahora qué? El gobierno finalmente reconoció que las comunidades tienen el derecho, desde que tienen el reconocimiento de su territorio, se les reconocen derechos de propiedad, son los dueños y son los que tienen la capacidad de decidir que hacer con los recursos y que bueno que el gobierno se apegara a las leyes, pero ¿y ahora qué vamos a hacer? Insistimos en que toda la lucha, sería nada si resultara que ahora la empresa comunal hace lo mismo que la empresa paraestatal o la empresa contratista: llegar a descremar el bosque, destruir, meter caminos por donde no se deben de meter, echar a perder fuentes de agua, dejar a la comunidad sin una serie de recursos que obtiene del bosque, etc. Sería realmente triste que toda esa lucha se hubiera convertido en una lucha por ver quien explota el bosque y quién acaba con él, y que ahora fuera la empresa comunal la encargada de explotar y destruir el bosque. Hubiera sido lamentable que sucediera eso. Por eso la reflexión que hacíamos con las comunidades era ¿cuál debe ser la diferencia? El que la comunidad controle el uso de los recursos debe que verse en el paisaje y en todo, pues no se trataba de que la comunidad explotara y destruyera a la naturaleza. De otra manera la lucha no hubiera tenido sentido. Esa fue la parte más difícil, pero también la más fascinante establecer esa diferencia y que eso se vea. Fue meterse a ver cómo traducir y cómo ir avanzando desde ese 1978 y sentirse asfixiados por el Ogro Filantrópico y de ahí ir avanzando a una situación en que se reconocen ciertos derechos y luego construyamos una alternativa diferente, fue un proceso muy interesante, que creo que no está terminado. Creo que estamos acercándonos a una cuarta etapa. Fue fascinante reflexionar sobre cuáles son las bases ecológicas, sociales, culturales, económicas, técnicas de hacer una propuesta diferente, y no por el hecho de que sea diferente, sino por que el acuerdo social básico ya era diferente. Se le había pedido al Ogro Filantrópico que se guardara en algún lado, en su casa, en su madriguera, y que dejara a las comunidades hacer las cosas. Esta nueva fase del trabajo con las comunidades fue buscar la propuesta. Así como una empresa contratista no tenía otra opción que llegar, golpear el árbol de nueces y recoger todas las posibles, antes de irse, una empresa comunal no debería hacer eso, por que una empresa comunal tiene fundamentalmente el compromiso con las siguientes generaciones. Un buen representante comunal es aquel que deja opciones a los chavos, el que deja listas las condiciones para que la nueva generación pueda seguirse desarrollando, pueda seguir reproduciendo la cultura de la comunidad. Un mal representante comunal es el que deja comprometido el futuro de los que vienen. Puede ser que un mal representante comunal liquide los recursos, creando una época de bonanza y que años después se convierta en un pueblo fantasma por que los recursos se agotaron en esa borrachera de pocos años. Eso lo tiene muy bien entendido cualquier comunero y por lo tanto el conjunto de los comuneros en la asamblea. Pasar ciertas estrecheces económicas el día de hoy por que le vas a dejar a la siguiente generación mejores oportunidades, es perfectamente racional. Es sabio. Cualquier persona estaría de acuerdo que es lo más sabio sacrificar algunas cosas en el presente para dejar mejores opciones en el futuro y que es tonto y es una mala administración aquella que liquida hoy los recursos que serán necesarios para mañana. Me parece que esta es una de las diferencias más importantes. Una comunidad que emprende un aprovechamiento de algún recurso, tiene que hacerlo teniendo en mente que está trabajando básicamente hacia el futuro. Una empresa concesionaria que viene de fuera, tiene absolutamente claro y está en blanco y negro en su contrato que no hay futuro. Entonces el asunto era cómo hallar las bases ecológicas, técnicas y culturales para poder sentar las bases de este futro y cómo los conceptos de futuro que tienen las comunidades se van traduciendo en propuestas concretas con cronograma, con presupuesto, con objetivos cuantificables: cómo traducir esas ideas de largo alcance de un futuro de largo plazo en acciones concretas para hoy en proyectos muy específicos. Fue y ha sido un reto muy importante y siento que desgraciadamente no ha sido fácil y no se ha resuelto completamente en todos los casos. Es un problema que tenemos que enfrentar ahora y tan es así, que según los datos oficiales de los últimos censos, en las áreas de mayor diversidad biológica del estado de Oaxaca, tenemos una reducción de la población del 10%. Hay pueblos que se están vaciando. Por lo tanto, no estamos sentando las bases para ese futuro. Tenemos el reto aún como reto y eso es motivo de preocupación. J.L: Bueno, yo me pregunto si eso no será también benéfico, por que el hecho de que no haya población implica mayor producción de la naturaleza, mayor conservación. A mí mucha gente me ha preguntado qué opino de la migración y a veces digo que está bien, por que el mundo es de todos. A donde se vaya, qué bueno y lo que se queda, de algún modo queda. Así como las hierbitas que nacen cuando tú sales de tu casa, empiezan a crecer y cuando regresas tienes una casa llena de hierba: es naturaleza. Pero no quiero debatir esto. Pero si quiero preguntarte en términos de resultados de UZACHI ¿qué ha sido desde tu apreciación? FCH: Había que reducirse mucho. ODRENASIJ eran muchas comunidades, era un frente amplio que funcionó muy bien para la gestión legal y política. Pero cuando hubo que entrar a esta otra etapa, en que había que entrar al manejo fino de los recursos, había que trabajar mucho más y no era posible mantener un frente tan amplio. Para empezar por que el gobierno veía con mucho recelo que hubiera una organización tan grande que siguiera muy fuerte y en segundo lugar por que las especificidades de cada lugar hacían difícil pensar en una solución única para todas las comunidades. Había que encontrar soluciones más específicas para cada quien y esto hizo que nos concentráramos en las cinco comunidades que formaban entonces la UZACHI. Después Yatuni decidió que no le gustaba participar en la UZACHI y nos quedamos trabajando con cuatro: Capulapan, La Trinidad, Comaltepec y Xiacuí. Cuando presentamos las propuestas en que traducíamos en términos técnicos lo que estaban planteando las comunidades, discutíamos con los funcionarios del Gobierno. Planteamos por ejemplo que la Comunidad de Capulalpam podía producir 6,000 m3 anuales. ¡Cómo! – decían los funcionarios del gobierno- ustedes están planteando que bajemos la producción a una cuarta parte de lo que puede dar. Pues sí –respondíamos-, pero lo hablamos con la comunidad y por los conceptos que tiene la gente y lo que quieren hacer y sus planes, esto es lo que hay que hacer. Se necesitan áreas en donde pueda haber pavas. La gente quiere tener pavas, quiere que haya venados. Se necesitan proteger las áreas de manantiales. Quieren que el agua llegue clara a las casas y eso es importante para la gente. No. Eso es romanticismo ecologista –argumentaban- déjense de vaciladas. Pongan “lo que es”. Pongan 24,000 metros cúbicos. Ese era el concepto: que prevaleciera un criterio económico sobre otros criterios estéticos, de nivel de vida, de convivencia y otra serie de cosas que para los tecnócratas no eran importantes. Y nos decían: ustedes son soñadores ecologistas. Pongan ya los pies sobre la realidad y lo que este país necesita es producción y la gente se los va a agradecer por que así es como se va a lograr El Progreso y El Desarrollo. Nosotros decíamos: Perdón pero no vamos a mover ni un numerito, por que los cálculos los hicimos conforme a lo que estaba planteando la comunidad, y estaban planteando aprovechar una cuarta parte de lo que antes se sacaba. No. Así no van a ser competitivos. No hay viabilidad económica- amenazaban los funcionarios del gobierno. Estamos hablando de 1983. En 1993 se presentaron otros programas de manejo específicos. Por otro lado teníamos comunidades en la Sierra Sur y en otros lados que estaban haciendo lo que planteaban los tecnócratas: considerar todo lo arbolado como comercial y hay que sacar todo lo posible y hacer prevalecer el criterio económico. Y resulta que esas comunidades de la Sierra Sur ya no se dedican a la actividad forestal, por que el monte comercial se acabó. Quedan algunos árboles, pero se considera que los montes están agotados. Es cruel hablar de esto en 2007, pues las comunidades que hicieron lo que los tecnócratas plantearon ya no tienen bosque comercial y la gente se está teniendo que dedicar a otra cosa. Las comunidades de la UZACHI hicieron un primer planteamiento que se les aprobó en 1993. Trabajaron durante 10 años, recorrieron todas las áreas de aprovechamiento comercial durante 10 años, terminaron en 2003, se volvió a hacer una evaluación de los bosques y se encontró que había más de lo que tenían 10 años antes. Después de 10 años de estar aserrando, generar empleos, hacer obras, tenían más que en 1993. Ahora, en 2007, se acercan a la mitad de la segunda vuelta que le están dando al monte y la perspectiva es que se va a seguir la tendencia: que en el año 2013 se va a volver a evaluar y van a tener más que lo que tenían en 2003. J.L. Creo que hay esperanza, perspectivas, camino. ¿Qué es lo que te imaginas del manejo del bosque en la región? ¿Cómo te lo estás imaginando? FCH: En primer lugar, siento que esas historias crueles de comunidades “que han fracasado” en su manejo, no deberían suceder. Es algo que hay que atender y ahí tenemos un déficit muy importante. No ha habido programas de gobierno para atender ese asunto y no hay suficientes iniciativas desde las comunidades para resolver este asunto. Ya no estamos en condiciones institucionales o políticas para que haya una comunidad que no pueda tener su estrategia viable de buen uso de sus recursos y que no pueda decir: dejo a la siguiente generación estos recursos. No hay excusa para no hacerlo, pero no se ha hecho y creo que se tiene que hacer. Nos decían soñadores ecologistas, pero resulta que la visión comunitaria, la manera en que se ve el futuro en una comunidad, en donde se ve para dos o tres generaciones adelante es una visión realmente de largo plazo y la visión que privilegia el criterio económico, esa sí es una visión de corto plazo. Hay que mantener esta visión de largo plazo de la comunidad, este pensar sobre todo en los que vienen adelante, y para esto, creo que la situación ha cambiado mucho. En los 70s se veían los bosques como una fuente de dinero, vía impuestos. El promover la explotación forestal. Es impresionante que por ejemplo, el Gobierno de Perú todavía hace pocos años estaba vendiendo concesiones en la amazonía peruana a una cosa como 10 dólares la hectárea, y en las áreas que incluía la concesión, se abarcaban ríos, bosques, fauna y pueblos indígenas, en pleno siglo XXI. En Guayana, está sucediendo todavía eso, por que se está viendo al bosque todavía como una manera de conseguir dinero fácil. Eso ya en Oaxaca no se ve. Y se ha evolucionado aún más. En los 80s y los 90s se vió al bosque como un motor del desarrollo de la comunidad. Ha generado empleo e ingreso. Pero ahora en el siglo XXI han aumentado los valores asociados a los bosques. Antes el paisaje no importaba, ahora importa. Tenemos una buena cantidad de proyectos comunitarios de ecoturismo que habría que desarrollar mucho más. Habría que vincularlos a la cultura. Algunos proyectos ecoturísticos se están limitando al hospedaje en cabaña, y para muchos visitantes, más que una cabaña más o menos cómoda, resulta mucho más interesante el conocer cómo es la cultura de relación de la comunidad con la naturaleza y cómo esto se hace a través de prácticas de cultivo, formas de usar y manejar los recursos. Conocer, por ejemplo, cómo estas comunidades de la UZACHI ya le dieron una vuelta completita al bosque, regresaron y había más, llevan media vuelta más, le van a dar otra y van a encontrar más y sigue el recurso sano y creciendo ¿cómo le hacen?. Un ingeniero forestal de Estados Unidos con bastante experiencia que visitó los bosques de la UZACHI comentó que el manejo del bosque no era nada nuevo, lo había estudiado en sus libros en la universidad, solamente que nunca lo había visto en la realidad. J.L. Estás planteando algo importante en el sentido de que la región valore lo que tiene, lo que es lo que ha hecho, lo que ha sido. Eso me parece fantástico. Pero para terminar ¿cómo resolver o que idea se puede proponer en términos de la relación entre individuos y comunidad? FCH: Creo que es un asunto más complejo de lo que parece. Creo que hay niveles. Lo que es la organización de la casa la tiene que hacer la familia. Hay una economía de la familia que funciona, los miembros tienen que aportar diferentes cosas para que la casa funciones. Se necesita organizar el huerto. Se necesita organizar una serie de actividades dentro de la familia. Igual el individuo tiene lo suyo dentro de la propia familia. Pero el individuo no deja de ser individuo si participa activamente en la familia. Y la familia no deja de ser familia ni pierde derechos si participa en la comunidad y en las cuestiones comunales. Hay que entenderlo así. No puede plantearse simplemente que manda la comunidad y lo que diga tiene que acatarse indiscriminadamente aún a expensas de los individuos y las familias. Pero tampoco se puede llegar a un punto de decir que finalmente debemos respetar los derechos humanos de todos los individuos y la Asamblea Comunitaria no tiene nada que decir. Creo que no es una cosa ni otra, sino que hay un ámbito en el que la organización comunitaria es indispensable y ha sido estratégica, y hay cuestiones en las que la organización familiar es indispensable para otra serie de cosas. Por lo tanto hay que hallar la manera de articular estos niveles de organización. En las épocas del auge del caciquismo, se mal utilizó la estructura comunal como una manera de ejercer un poder autoritario, de dominar a los individuos al interés del cacique. Eso fue en los años del caciquismo que me parece que afortunadamente en buena parte de la Sierra Norte de Oaxaca ya no existe, pero que hay que estar recordando por que se pueden repetir.