DERECHO INTERNACIONAL El nacimiento del Derecho internacional puede situarse entre los siglos XVI y SXVII y en la necesidad de regular las relaciones entre los distintos Estados durante. Tras la II Guerra Mundial con la creación de la Organización de las Naciones Unidas se institucionaliza el derecho internacional y se abre un nuevo frente centrado en la protección de los derechos humanos. Si bien en las últimas décadas este ámbito del derecho ha vivido un desarrollo sin precedentes, lo cierto es que a hoy en día no puede hablarse de un derecho internacional migratorio propiamente dicho, sino que, la regulación del fenómeno migratorio en el ámbito internacional se ha aproximado de forma transversal. En primer lugar, existe un marco jurídico internacional que parte del principio de respeto a la soberanía nacional de los Estados, reconociéndolos una amplía libertad en la regulación de los flujos migratorios, sólo limitada por algunas excepciones fundamentadas en el ius cogens internacional (principio de non-refoulement, etc.) y en la propia autolimitación de los Estados mediante la asunción de los Tratados Internacionales sobre esta materia. La participación de los Estados en Organizaciones Internacionales (ONU, OIT, OIM, etc.), unida a la creciente complejidad del mundo actual y a la red de intereses e intercambios tranfrontereros, ha dado lugar a una tupida lista de Tratados Internacionales que afecten directa o indirectamente al fenómeno de la migración así como de un conjunto de instituciones, órganos y Grupos de Trabajo (ACNUR, Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas). Junto a las disposiciones más específicas sobre migraciones internacionales están las más generales sobre Derechos Humanos, que son tanto o más importantes que las anteriores (Declaración Universal de los Derechos Humanos, Pacto Internacional de Derechos civiles y políticos hecho en Nueva York el 19 de diciembre de 1966, etc. En estas declaraciones se reconocen como titulares de los distintos derechos a todas las personas, sin que exista a priori una vinculación directa entre el derecho y nacionalidad. El segundo lugar se encuentran los tratados o convenios que tienen origen en las relaciones entre Estados en la mayoría de casos de naturaleza regional (Consejo de Europa, OEA, etc...,) o directamente bilaterales. Esta forma de actuación introduce más complejidad, riqueza y diferenciación en el régimen jurídico de la inmigración. Así, se pueden encontrar Tratados bilaterales firmados con terceros países, que comprenden materias tan diversas como la readmisión de extranjeros expulsados, el reconocimiento mutuo de prestaciones de Seguridad Social, reconocimiento mutuo de permisos de conducción, etc.. En el ámbito europeo se encuentra el Convenio Europeo para la protección de los Derechos humanos y de las Libertades Fundamentales de 1950. Esta norma destaca gracias al desarrollo que del mismo ha realizado Tribunal Europeo de Derechos Humanos. (véase el respectivo apartado de la página) En relación a la vinculación y eficacia de éste derecho en el ordenamiento interno cabe señalar que según el artículo 10.2 de la Constitución “Las normas relativas a los derechos fundamentales y a las libertades que la Constitución reconoce se interpretarán de conformidad con la Declaración Universal de Derechos Humanos y los Tratados y acuerdos internacionales sobre las mismas materias ratificados por España”. En la doctrina española existe un amplio debate doctrinal sobre el alcance del término “interpretación conforme” y por lo tanto de los efectos internos del derecho internacional. Por su parte el Tribunal Constitucional le ha restado el valor vinculante al señalar que en materia migratoria los tratados internacionales tienen una mera función de interpretación (es decir no se pueden derivar derechos concretos y exigibles de los tratados internacionales).