Reflexiones103

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Al estar preparando una propuesta sobre desarrollo curricular iniciático he estado
llegando a reflexiones que requieren de su orientación. Tratando de integrar una curricula
que informe, forme y realice sobre Yoga, Kábala, Cosmobiología y la Palabra de los
Maestros, me he encontrado con un ejercicio mental que me sobreimpresiona. Al estar
analizando varios temas que relatan los esfuerzos de la humanidad para encontrar sentido
al vivir, a la relación del medio que le rodea consigo mismos y con el universo me
encuentro de súbito haciendo el ejercicio de observar al planeta desde una distancia
suficiente para observarlo en el fondo negro de este universo. Azul jaspeado de blanco o
blanco jaspeado de azul. ¿Qué indica que haya vida o multitud de vidas en este cuerpo
celeste?¿qué significado tiene la existencia de una colonia de bacterias, situada en el
refigerador de mi laboratorio o en alguna región de mi cuerpo?, o ¿qué significan un
puñado de viruses recreándose en el cuerpo de una bacteria?. El planeta se ve tan
pequeño, tan bello, tan impresionante como Mercurio, Marte, Venus, Saturno, Júpiter. Y
a veces me parece más bello, desde el punto de vista estético, a Saturno con sus anillos o
a Júpiter con sus varias lunas. Y viendo este sencillo juego planetario, me pregunto: ¿Qué
significamos los seres del tercer planeta rocoso de este único y cierto conocido sistema
planetario? ¿qué significarán los seres, si es que ellos existen, de los miles de miles de
sistemas planetarios que existen en nuestro galaxia o en los billones de sistemas
galácticos actualmente existentes y en los que están por formarse en los próximos
millones de años?. Es tan intensa la serie de preguntas y percepciones que a mi vienen
con este ejercicio mental que me maravillo y reflexiono sobre la capacidad de nosotros
los humanos para crearnos mitos, leyendas, historias, dogmas, paradigmas que le den
sentido a la vida individual y colectiva, y luego observar como la mayoría de las
resultantes culturales mutilan, por ignorancia o por intención, la contextualidad de los
seres vivos (cualquier nivel de complejidad y organización) con el majestuoso e inmenso
Multiverso o, de manera limitada, Universo del que somos parte. En este ejercicio mental
también incluyo un escenario: El planeta hace colisión con un cuerpo celeste y todo es
destruido. Entonces, ¿qué significó el planeta para todo el Universo?, ¿será acaso como
sucede con una camada de perritos o gatitos, donde perece el menos apto o el que por
accidente fue aplastado por la amorosa madre y solo se tendrá su impronta si alguien
concientemente ha estado alerta y observando?. Claro que no necesito de este ejercicio
para conocer algunas respuestas. Basta observar el desarrollo actual de nuestra
civilización para ver como vidas, historias, destinos o culturas son borradas por la mano
guerrera destructora del ser humano o de las fuerzas ciegas de la naturaleza en un intenso
y aterrador momento. ¿Qué con esa experiencia de tantos y tantos seres?.
Al continuar con mi ejercicio mental aún más me alejo del sistema planetario y observo
no solo nuestra galaxia sino los enjambres galácticos y los cuestionamientos van en
aumento. Le confieso que no se a donde quiero llegar con todo esto. No sé que más tenga
que figurar. Cuando conecto el nivel cuántico con el nivel cósmico y veo toda su gama, al
menos la conocida o percibida por el hombre entro en un estado de estupidez mayúscula.
Luego, me parece que el trascender nuestras limitaciones físicas, emocionales, mentales y
hasta espirituales, en esta realidad llamada planeta tierra, continente, país, estado, ciudad,
colonia, casa, familia, ser humano es una enorme algarabía respecto al majestuoso
silencio de la enorme realidad cosmogónica. Y me veo, observo, y siento pensando todo
esto, escribiendo esto a Usted, y sentado allá en ese asiento espacial solo observando el
planeta bello azul jaspeado, sin percatarme de mi propia existencia o la de todos los seres
tanto microscópicos como macroscópicos, me pregunto: ¿qué importa lo que yo piense,
lo que observe, lo que sienta y lo que le comunique?, ¿aquí afuera en esta majestuosa
inmensidad, quién se beneficia o maleficia de mis crisis y los cambios que de ellas
emanan?. Y a la vez me sobrecoge el saber que soy parte del Plan y que aún esto que le
escribo puede ser también parte de ese Plan. Claro está que puedo hacer las cosas más
sencillas y quedarme en el planeta tierra, con la civilización urbana del planeta,
trascender mis limitaciones con autodisciplina para resonar y crear crisis que lleven a
cambios que generen el Cosmos y disminuyan el Caos tanto propio como de mi derredor,
y en este proceso encontrarme a mí mismo y la conexión que tengo con el Ser, ese
inmenso y majestuoso incognoscible, inaprensible del que soy parte. Pero aún con esta
última reflexión, mi ejercicio mental sigue posando todas las preguntas anteriores que le
he confiado.
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