Vall d'Hebron Hospital General Servei d’Endocrinologia i Nutrició Carcinoma diferenciado de tiroides Guía para pacientes La glándula tiroidea El tiroides es una glándula endocrina que está situada en la parte anterior del cuello, justo delante de la laringe. Consta de dos lóbulos unidos por una parte central denominada istmo, la cual le da una forma de mariposa. Su función principal es la producción de hormonas tiroideas que son necesarias para mantener una gran cantidad de funciones metabólicas del organismo. Para la síntesis de las hormonas tiroideas es necesario el yodo, que obtenemos a partir de la dieta. Esta producción hormonal está regulada por la TSH (hormona estimulante del tiroides) que se produce en la hipófisis, que es otra glándula endocrina situada debajo del cerebro, aproximadamente detrás de la nariz. La TSH también estimula el crecimiento tiroideo y la captación de yodo por parte del tiroides. El sistema de control actua de manera que cuando el tiroides funciona poco, aumenta la TSH para estimularlo y así producir más. Cuando trabaja en exceso, pasa el fenómeno contrario; es decir, disminuye. Estas características son importantes para entender las bases de tratamiento y seguimiento del cáncer de tiroides. El carcinoma tiroideo Es el cáncer endocrino más frecuente. No obstante, es una enfermedad rara, ya que en Cataluña solamente se diagnostican unos 200-300 casos cada año. La mayoría corresponden al tipo diferenciado, y el resto, al tipo indiferenciado, también denominado anaplásico, y al tipo medular, que son dos cánceres muy diferentes. La palabra “diferenciado” se refiere a que sus células tienen un fuerte componente de diferenciación, o sea, que se comportan en gran medida como células tiroideas normales, hecho muy importante, tanto en el tratamiento como en la detección de recurrencias. El carcinoma diferenciado puede ser de dos tipos: 1) Papilar, que es el más común y se disemina por los ganglios linfáticos 2) Folicular que lo hace de forma local y a través de la sangre La gran mayoría de cánceres de tiroides son esporádicos, lo que significa que no son hereditarios. Hay una pequeña minoría que son hereditarios y se asocian a otras alteraciones como ciertos pólipos intestinales y tumores cutáneos benignos. Diagnóstico La forma de presentación más usual es un bulto (nódulo) en la parte anterior del cuello. Normalmente esta tumoración no causa otros síntomas, excepto si el tamaño es muy grande, que puede ocasionar compresión de estructuras vecinas. En general, el crecimiento de los nódulos tiroideos cancerosos es muy lento y pueden pasar años hasta que se detecte. No obstante, hay que tener en cuenta que la posibilidad de que un nódulo tiroideo se convierta en un cáncer es más bien baja, menor del 5%. Algunas veces, el cáncer de tiroides se diagnostica a partir d’un ganglio en la parte lateral del cuello y en otras ocasiones es un hallazgo después de una extirpación de un bocio multinodular. El diagnóstico se hace mediante citología por punción-aspiración con aguja fina (PAAF). En la mayoría de los casos, previamente se habrá hecho una ecografía, que será de gran ayuda para definir las características del nódulo. Cada vez más a menudo se utiliza la ecografía para guiar el procedimiento de la PAAF. Tratamiento del cáncer de tiroides La estrategia terapéutica consiste en eliminar todo el tejido tiroideo. De esta manera estaremos seguros de que hemos conseguido la remisión de la enfermedad y, más adelante, con las pruebas de detección podremos saber si hay recurrencias o persistencias. El tratamiento consta de tres fases: 1) La cirugía El equipo quirúrgico encargado del tratamiento ha de ser experimentado en este procedimiento. Consiste en extirpar completamente el tiroides (tiroidectomía total), los ganglios del cuello afectados (linfadenoidectomía) y el tejido cervical extratiroideo que pueda estar afectado. Este procedimiento puede presentar dos tipos de complicaciones: • La afectación de las glándulas paratiroides, ya sea por extirpación o por lesión. Estas glándulas son muy pequeñas (medio gramo de peso) y se encuentran detrás del tiroides: dos más arriba y dos más abajo. Son muy importantes en el mantenimiento de los niveles de calcio, de manera que cuando están afectadas, el nivel de calcio en la sangre baja y pueden haber complicaciones, principalmente en la contracción muscular. En estos casos sería necesario un tratamiento temporal o permanente con calcio y vitamina D. • La lesión de los nervios recurrentes que van a las cuerdas vocales. La lesión de este nervio produce parálisis, parcial o completa, de la cuerda vocal del lado afectado, lo que provoca alteraciones de la voz. En la mayoría de casos, esta complicación mejora con un tratamiento de rehabilitación. Si, tal como se cita anteriormente, el equipo quirúrgico es experto, la probabilidad de estas complicaciones es muy baja y no pasa del 3%. Estos casos corresponden, mayoritariamente, a afectaciones del nervio o los paratiroides por extensión del cáncer, de manera que, a veces, no hay más remedio que extirparlos para poder eliminar todo el tejido tiroideo. 2 2) El yodo radioactivo La posibilidad de las complicaciones quirúrgicas nombradas, hace que el equipo quirúrgico sea muy cuidadoso en las zonas que limitan con los paratiroides y con los nervios recurrentes, de manera que pueden quedar pequeños restos tiroideos sanos en estas zonas. También es posible que existan diseminaciones cervicales de pequeños grupos celulares no visibles. Por último, hay la posibilidad de que la enfermedad se haya extendido a otros órganos, generalmente huesos y pulmón. Aprovechando la particularidad de que el tejido tiroideo es el único que capta yodo, podemos administrar yodo radioactivo para eliminar-lo con las radiaciones, sin que el resto del cuerpo resulte afectado prácticamente. En la mayoría de los casos, el yodo radioactivo se utiliza para eliminar los restos de tejido sano que han quedado después de la cirugía. Este procedimiento se denomina ablación de restos. El yodo radioactivo también se utiliza para eliminar tejidos afectados fuera del tiroides. El tratamiento con yodo radioactivo lo efectúan médicos especialistas en medicina nuclear. Durante los primeros días el yodo se elimina por la saliva, tubo digestivo y orina, de manera que estos restos biológicos estarán contaminados por radiaciones. Por esta razón, es necesario un ingreso de tres días en una unidad especial para impedir que material contaminado afecte al entorno del paciente. En los días posteriores, el Servicio de Medicina Nuclear proporciona las instrucciones necesarias de radioprotección. La cantidad de yodo que se administra es muy pequeña y hasta en individuos susceptibles, raramente hay casos de alergia al yodo. El hecho de que se haya utilizado yodo radioactivo hace que no se aconseje un embarazo hasta un año después del tratamiento, tanto en hombres como en mujeres. Más allà de este tiempo, no se han registrado casos de malformaciones en los neonatos. 3) La L-tiroxina La tiroxina es la hormona principal del tiroides y es necesario administrarla, ya que el paciente carece de ella. El preparado que se utiliza es la levo-tiroxina sódica que es idéntica a la hormona natural. Por tanto, no habrá interacciones farmacológicas ni efectos secundarios y podremos analizar el nivel de la sangre. Como hemos comentado al principio, la TSH estimula el crecimiento tiroideo, y, por tanto, también de las células cancerosas. Por este motivo se dan dosis más bien altas de L-tiroxina para que la TSH sea indetectable y no suponga un estímulo nocivo que haga crecer el tejido tiroideo. Pero cuando las posibilidades de recurrencia sean muy bajas, se irán ajustando las dosis y serán un poco más bajas. El seguimiento del cáncer de tiroides Después del tratamiento la mayoría de pacientes entran en el llamado estado de remisión o libres de enfermedad. O sea, que no tienen tejido tiroideo. El seguimiento del cáncer consiste en detectar la aparición de nuevo tejido tiroideo. Para este fin, volveremos a aprovechar la capacidad del tejido tumoral de captar yodo y de sintetizar una proteína que es exclusiva de la tiroides: la tiroglobulina. La captación de yodo se analiza en el rastreo corporal total, con una dosis trazadora de yodo radioactivo (que no requiere ingreso) y la tiroglobulina en un análisis de sangre. Con tal de aumentar el rendimiento, estas pruebas se hacen generalmente 3 después de administrar dos inyecciones de TSH, que estimulan la captación de yodo y la producción de tiroglobulina. • Un individuo sin tiroides tiene un rastreo corporal total negativo y una tiroglobulina indetectable. • Si el rastreo es positivo y/o la tiroglobulina es detectable, hay que descartar que haya una persistencia o una recurrencia de la enfermedad y averiguar la localización. Por esta razón, es importante haber eliminado todo el tejido tiroideo, ya que aumenta considerablemente el rendimiento de estos métodos de detección. Por otro lado, se realizará una ecografía de la zona tiroidea que es muy útil para añadir información adicional al rastreo y a la tiroglobulina. El equipo que le ha atendido (Endocrinología, Cirugía Endocrina, Medicina Nuclear y Anatomía Patológica) estudiará, en este momento del proceso, su caso particular en cuanto al resultado del tratamiento. De este estudio se obtiene una valoración del riesgo de recurrencia. En función de si este riesgo es o no más alto, el número de rastreos será más o menos grande. El paciente con riesgo muy bajo tendría bastante con dos rastreos (6 y 18 meses después del yodo radioactivo). En los casos con más riesgo, se hacen rastreos hasta los 5 años. Los casos con persistencia de la enfermedad no tienen una norma rígida, y se van estudiando según cada caso en particular. Las pruebas de localización de los casos sospechosos de persistencia o recurrencia son, al margen del mismo rastreo y la ecografía, la tomografía computerizada (TAC, TC, escáner) la resonancia magnética (RMN), la tomografía con emisión de positrones (PET) y otros. Pronóstico Con este procedimiento el pronóstico del cáncer de tiroides es muy bueno. Los factores de buen pronóstico son: • menores de 45 años, enfermedad no extendida más allá de los ganglios del cuello y la variante clásica del carcinoma papilar. La esperanza de vida en estos casos es la misma que la población general. • hay casos en los que la curación no es completa, pero con los tratamientos actuales la supervivencia es muy prolongada y la calidad de vida es excelente. Tratamiento de las recurrencias En algunos casos la enfermedad reaparece o bien persiste. Cuando sea quirúrgicamente accesible, por ejemplo: a nivel del cuello, la cirugía es el tratamiento de elección. Los casos diseminados que captan yodo se pueden tratar con radioyodo mientras sean captantes. Algunos casos bastante excepcionales pueden ser tratados con radioterapia, sobre todo como tratamiento del dolor, si hay afectación ósea. En los últimos años se están desarrollando nuevos medicamentos oncológicos para el tratamiento de la enfermedad diseminada, con resultados muy prometedores. 4