Sobrevivió a dos cánceres y escaló el monte Everest Se llama Sean Swarner tiene 30 años y quiere difundir su mensaje de esperanza § Padeció linfoma de Hodkin y un tumor de pulmón en su adolescencia § En enero subirá al Aconcagua § Contará su historia hoy en el Congreso Europeo de Oncología VIENA.- Al verlo caminar, con su largo metro ochenta y la fuerte musculatura del tórax y los brazos, que se adivinan bien debajo de la camisa de color salmón, resulta difícil creer que este muchacho de ojos muy azules y sonrisa amable haya estado tan enfermo. Pero así fue. Sean Swarner, de 30 años, nacido en Willard, un pueblito de Ohio, Estados Unidos, tuvo enfermedad de Hodkin a los 13 años y luego, a los 16, durante un control radiográfico, encontraron signos sospechosos y sobrevino el siguiente diagnóstico: cáncer de pulmón. Sean Swarner explica del cáncer: "Fue lo peor y lo mejor que me pasó", y enseguida se define como the cancer climber, algo así como "el escalador del cáncer", una metáfora perfecta de su vida. Su objetivo es difundir un mensaje de esperanza, y lo hace desde las cimas de los montes más altos del mundo. Es el único sobreviviente de dos cánceres que llegó a la cumbre del Everest, a 8848 metros de altura, el 16 de mayo de 2002, a las 9.32 de la mañana, como afirma sonriente, emocionado. Sean contará su experiencia en el seminario de pacientes que se realizará durante el 29° Congreso de la European Oncology Medical Oncology (Esmo), que promete reunir a unos 15.000 especialistas. El joven escalador agrega que su meta es completar el circuito Siete Cimas, que consiste en llegar a la cima de las siete montañas más altas del mundo. Ya ha subido al Everest (la más alta); también dejó sus pisadas en el monte Kilimanjaro, en Africa; en el Elbrus, en Europa, y los próximos desafíos son Vinson, en la Antártida, y el Aconcagua, que escalará el próximo enero. "Así podré conocer la Argentina", comenta, y ya sabe que no deberá irse de nuestras tierras sin probar la mítica carne argentina y también sus buenos vinos, según dice con un pícaro guiño. Para más adelante tiene agendados los últimos dos picos del septeto: el Mc Kinley, en Alaska, y Kosciusko, en Australia. Victorias y paradojas En su historia familiar sólo hay un antecedente de cáncer, su abuelo, pero se crió en un hogar de no fumadores y, hasta los 13 años, era un chico sano y deportista. "Estudié psicología en la universidad -afirma-; quería asistir a pacientes con cáncer, pero me di cuenta de que sería demasiado fuerte y no terminé. Sin embargo, nunca dejé de buscar un modo de demostrar el potencial del cuerpo y del espíritu, y me pareció que una forma sería escalar el Everest." Y así lo hizo. Hasta el campamento base, a 5300 metros, subió con su hermano menor, que mañana cumplirá 27 años, y un cocinero, y luego, hasta los 8848 metros, lo acompañaron dos guías de Nepal, los sherpas, acostumbrados a las alturas y cuyos pulmones resisten la escalada sin oxígeno adicional. "Yo sí necesité máscara -comenta-. Tengo medio pulmón menos. Pero muchos otros, con los dos pulmones, también la necesitan." Sean afirma que no vive con temor a la enfermedad. "De lo contrario, sería imposible", dice, y añade que sólo está ansioso una vez por año, cuando se realiza los controles, que desde hace 11 años dan bien. Claro que haberle ganado al cáncer es una victoria con sus paradojas: "A veces me siento culpable por haber sobrevivido". Alguna vez, cuando era adolescente, recuerda haber sentido vergüenza en una época en que el cáncer no se mencionaba puertas afuera. "En casa sí se hablaba, y mis padres me ayudaron muchísimo, pero una vez atravesada la situación, no volvimos a hablar mucho. Pienso que hay que seguir hablando?, aunque el cáncer, si bien forma parte de mi vida, no es toda mi vida." De novio con Diane Mastromorino, una ítalo-estadounidense de 26 años, de Brooklyn, Sean se confiesa buen cocinero, pero cierra la boca cuando se le pregunta por un eventual casamiento. Ahora vive en Boulder, Colorado, un lugar ideal para entrenarse, por sus cadenas montañosas. "Y además una montaña siempre nos da una idea de lo pequeños que somos y nos hace sentir en paz." Colabora con una institución de pacientes, la International Spirit of Life Foundation (www.spiritoflifefoundation.org) y tiene sus sitios propios en Internet (www.seanswarner.com y www.cancerclimber.org), donde invita a otros pacientes a sumarse a la aventura. Cada vez que llega a la cumbre de alguna montaña, Sean Swarner despliega un cartel que dice: "Dedicado a todos los enfermos de cáncer, en este pequeño mundo. ¡Continúen subiendo!". Y entonces siente que ha vuelto a ganar una nueva batalla.- Por Gabriela Navarra Fuente: http://www.lanacion.com.ar/cienciasalud/nota.asp?nota_id=649534