Profetas en su tierra La segunda y tercera generación de Fernando González, compuesta por hijos reales e intelectuales, no han dejado que el brujo se muera. Una casa museo lleva su nombre y su mensaje. En Colombia hay 34 museos con colecciones monográficas de personaje, es decir, museos hechos en honor a una persona que generalmente operan en la casa donde vivió el prócer, el pensador, el músico etc. (digo él porque hasta ahora la historia ha pecado de misoginia: no hay ni uno en honor a una mujer). El día de la inauguración del museo, que generalmente coincide con algún aniversario, se hacen panegíricos del difunto, el alcalde recuerda el lustre que éste le dio al municipio e incluso se mencionan palabras como raza y estirpe. Pero después de que pasa el acto político se cae en la trampa, en la frivolidad y en el aburrimiento. En la trampa de reverenciar al personaje porque al presentarlo como un héroe lo alejan de los demás, cuando es mucho más cercano para la gente sensibilizarse ante un semejante que dejó huella a pesar de la adversidad, los zancudos y de su humanidad contradictoria, como la de todos. Cae en la frivolidad, porque la actividad del museo se limita a la conservar las sillas y las mesas, lo cual tiene que ver con la anécdota, necesaria, pero no suficiente, porque se dejan a un lado los conceptos y los logros que hicieron que este hijo de vecino trascendiera. Y en el aburrimiento, porque nada se agita después de que se abren las puertas del museo: el mobiliario queda tan quieto como la memoria, bajo la vigilancia de un administrador apelmazado. No son todos, desde luego que no, hay contraejemplos de museos que levantan el muerto porque creen que dejó un legado que mereció despertar un día los bombos y los platillos de la banda del pueblo y seguir vivo más allá de lo ornamental que puede ser su bata de dormir. Es el caso de la Casa Museo de Otraparte Fernando González, que se construyó en contravía a la tradición de las casas museos: primero surgió la afición de algunos por el “solitario de Envigado” y después le pusieron casa. Uno de ellos es Gustavo Restrepo que no ha dejado que González descanse en paz: lo ha difundido, estudiado y hasta lo ha interrogado en aras de que sus ideas sigan ardiendo como lo hicieron en su tiempo histórico. Pero además de mantener en pie a la casa y al difunto, Gustavo ha logrado aumentar el número de aficionados mandando la obra de Fernando Gonzalez a cuentagotas a través de boletines electrónicos y manteniendo una agenda cultural nutrida, donde igual se discute de globalización como de teatro, donde varios estudiosos se preguntan cada sesión si lo que dejó González fue una verdadera filosofía, en un ejercicio de inseguridad constructiva. Así que mucho se le debe a González en vida, pero después de muerto muy buena parte de la tarea la ha hecho este agente que le dado vida al que fuera para Fernando González un despacho intelectual (y emocional si se considera que su filosofía se guió por el método emotivo). Fue allí donde echó raíces para empezar a crecer y producir su obra más madura que incluye el Libro de los Viajes o de las Presencias (1959), La Tragicomedia del Padre Elías y Martina la Velera (1962). Donde escribió cartas a su suegro Carlos E. Restrepo, al sacerdote catalán Andrés Ripol, al jesuita Antonio Restrepo, a su hijo Simón, y donde, además de los libros y el epistolario, publicó 17 números de la Revista Antioquia. ¿De dónde su impulso por recuperar a Fernando González? En 1991 supe por primera vez de su obra. La conocí por medio del “Retrato vivo de Fernando González” que escribió Félix Ángel Vallejo, su amigo. Yo estaba próximo a cumplir veinte años y a pesar de mi juventud me sentía como una casa abandonada, cerrada y oscura. Al leer sus libros sentí que ventanas y puertas se abrían de nuevo y que entraban el aire y la luz. Me convertí entonces en un coleccionista de todo lo que tuviera que ver con el escritor: libros, artículos de prensa, fotografías, etc. Cuando seis años después conocí Internet continúe la búsqueda, pero encontré poca información, con excepción de un excelente pero fallido primer intento de llevar la obra de Fernando González a la web: “Otraparte Web Site”, creado por Camilo Giraldo, de Cúcuta. Con Camilo nos hicimos amigos por medio del correo electrónico y él me pidió que le ayudara a enriquecer su página. Comencé entonces a investigar cómo se construía y administraba un sitio web, y cuando menos lo pensé ya tenía la estructura de mi propia página: Inicio, Ideas, Vida, Obra, Imagen, Voz... Así nació Otraparte.org en mayo de 1999. Camilo Giraldo no se enojó y abandonó su proyecto porque no tenía el tiempo suficiente para dedicarle. Yo sí lo tenía... ¿Con qué actitud se enfrenta al legado del “brujo”? A pesar del obvio esfuerzo e interés, en Otraparte no hay idolatría. Fernando González decía: “Yo no creo discípulos, sino solitarios”. Y el crítico Alberto Aguirre ha dicho: “Fernando González te destapa, te impulsa a la desnudez. No es maestro, ni cartabón, ni guía de perplejos: no te suministra un dechado de principios morales o filosóficos o ceremoniales, para vivir la vida. No es pauta, ni plantilla. Si se sabe leerlo, te da una patada-de-mula. Tampoco es un camino, pues no se puede andar el camino trepado en los hombros de otro. Ni el camino de otro me sirve”. Esta es precisamente la actitud de los lectores de Fernando González y de los integrantes de la Corporación Otraparte: Descubrir el camino propio. Idealizar a Fernando González sería traicionar su obra. Siempre digo que el primer y mejor crítico de Fernando González es Fernando González. Ahí, en sus libros, están sus defectos, bajezas y tentaciones, pero también sus aciertos e iluminaciones. ¿Cuál es la historia de la casa? La casa fue construida en 1940 por Fernando González Ochoa y bautizada Otraparte por el filósofo, quien la habitó con su familia hasta el día de su muerte en febrero de 1964. Quince años después murió su esposa, doña Margarita Restrepo, hija del ex presidente Carlos E. Restrepo. En 1984 se traslada allí, a vivir en soledad Fernando hijo hasta que tres años después sus hermanos lo convencen de vender el terreno a particulares y reservar la casa para fundar una Casa Museo. Este primer intento dura con intermitencias administrativas ocho años hasta que se frustra en 1995. ¿Había otras personas interesadas en no dejar a Fernando González? Aunque en ese momento no lo sabía, por esa misma época un joven envigadeño, Sergio Restrepo Jaramillo, propuso al Municipio de Envigado y a un hijo del maestro convertir Otraparte en un centro cultural. Por esos días la casa estaba cerrada y a él le parecía injusto que semejante patrimonio histórico y cultural fuera desperdiciado. Tal vez la juventud de Sergio fue un obstáculo para que su proyecto fuera aceptado, y entonces decidió abrir su propio centro cultural: “Stultifera Navis (o la “Nave de los Locos”). Nacen entonces en 1999 dos proyectos diferentes que más tarde se unirán: Otraparte.org y Stultifera Navis. ¿Cuándo volvieron la casa un museo? Tras la muerte de Fernando hijo en 2002, quien durante su vida había conservado la herencia escrita de su padre y una cantidad de recortes, fotografías, libros y objetos donde estaba consignada la historia familiar, Simón, otro de los hijos del filósofo, ex gobernador de las islas de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, se decidió a reabrir la casa y materializar la idea que había fraguado con su hermano. Fue en ese momento que se fundó la entidad que finalmente se encargaría de administrar y difundir el legado del pensador envigadeño. Así nace la Corporación Otraparte en abril de 2002. ¿Cómo fue el comienzo? La creación de la Corporación Otraparte significó el encuentro de diversas historias. En primer lugar, la de los herederos del maestro con su legado físico (objetos) e intelectual (derechos de autor), más el deseo de reabrir la Casa Museo Otraparte y la idea de construir el Parque Cultural Otraparte. A la Asamblea de Constitución asistieron Sergio Restrepo y varios de sus compañeros de Stultifera Navis, quienes desde ese momento se convirtieron en un apoyo fundamental para las actividades culturales que comenzamos a realizar en Otraparte. Yo fui nombrado director ejecutivo de la Corporación Otraparte y puse al servicio de esta nueva entidad mi página web Otraparte.org, que para entonces ya había cumplido tres años de existencia virtual. ¿Qué dificultades tuvieron que sortear? La Corporación Otraparte nació pobre y los tres primeros años fueron muy “bregados”, como dice el maestro en una de sus “Cartas a Simón”. A pesar de la ayuda de Sergio Restrepo y otros amigos, durante ese tiempo yo fui el único empleado de la Corporación y contaba con escasos recursos. Sin embargo, esto no fue obstáculo para que muy pronto comenzáramos a realizar actividades. Lo primero fue el “Cine en Otraparte”, gracias a Sergio y a Eladio Cañas, quien tenía una pequeña empresa llamada “Cine Andariego”. Con Eladio proyectamos 53 películas hasta el 3 de enero de 2004, día de su trágica desaparición. Desde el momento en que reabrimos las puertas de la Casa Museo Otraparte comenzaron las visitas. La gente llegaba con timidez, sin saber si se podía entrar o no, y era común la queja: “¡Siempre que paso por aquí la casa está cerrada!”. Tardamos mucho tiempo en convencer al público de que la casa ahora sí estaba abierta. ¿Cuál es el balance? Después de cuatro años de intenso trabajo podemos mostrar un balance social muy satisfactorio, que suma alrededor de 30.000 visitantes. Gracias a nuestros boletines electrónicos hemos construido una base de datos que tiene aproximadamente 4.000 suscriptores y nuestros mensajes llegan a lugares remotos de Colombia y el exterior, además de diferentes medios de comunicación que hoy difunden ampliamente la información de nuestra constante agenda cultural (cine, literatura, talleres, grupos de estudio, visitas guiadas etc.). ¿Han recibido financiación del Estado? La verdad es que solamente hasta este año de 2006, bajo el mandato del alcalde Héctor Londoño Restrepo en el Municipio de Envigado, logramos un convenio cultural por sesenta millones de pesos. Aunque no es suficiente, este dinero le permitió a la Corporación Otraparte contratar a Sara Lina González, nieta del maestro, y a Sergio Restrepo, quien en septiembre de 2005 cerró su centro cultural Stultifera Navis debido a dificultades económicas. ¿Qué medios de subsistencia han intentado? Después de tantas dificultades económicas, que todavía no se superan, hemos decidido crear diversas empresas culturales que impulsen económicamente a la Corporación Otraparte. Nuestro primer proyecto es “El Café de Otraparte”, que planeamos abrir en el mes de julio aprovechando la casita donde el maestro Fernando González guardaba sus libros y herramientas. ¿Qué sigue? El alcalde Héctor Londoño Restrepo incluyó en el Plan de Desarrollo del municipio la construcción del Parque Cultural Otraparte, que rescatará parte del terreno que originalmente perteneció a la casa para tener allí auditorio, café, biblioteca. Es decir, todo un centro cultural alrededor de Otraparte, pero preservando los árboles y plantas que hoy están bajo el cuidado del Vivero La Campiña. (El vivero funciona en la mitad norte del terreno original de Otraparte, que fue vendido por los herederos del maestro en 1984. El Municipio de Envigado está en proceso de negociación con los dueños actuales). La situación actual es prometedora. Estos cuatro años de intensa actividad cultural nos han servido para darle buen nombre a la Corporación Otraparte y demostrar la seriedad de nuestras intenciones. Todo esto facilita la gestión de recursos ante el Estado y la empresa privada, que cada vez atienden con mayor facilidad las propuestas que les presentamos. Hoy, en junio de 2006, sentimos que estamos próximos a recoger los frutos de nuestro esfuerzo, cuando la historia actual de Otraparte apenas comienza... Palabras del “Brujo” “Soy una inmundicia que mira para el cielo”. “Yo nací para místico, místico tentado por la carne”. “Todos somos ansiosos de amor y de belleza, y, por eso, equivocados, prostitutos”. “Lucas de Ochoa se hunde en la inmundicia y luego sale enfurecido, lanzado para arriba como pelota de caucho y renegando de todo..., para terminar mirando al cielo, como los gallinazos que se asolean en los tejados de las casas en Medellín”. El Norte 1. Difundir y preservar el legado espiritual y filosófico del maestro Fernando González Ochoa. 2. Convertir Otraparte y sus alrededores en un centro cultural con proyección internacional. 3. Preservar el área como parque y jardín para beneficio de la comunidad y la protección del medio ambiente: Parque Cultural Otraparte.