Responsabilidad por las injurias en el Divorcio Reparación de la Violencia Psicológica Graciela Medina El sistema judicial que no condena a indemnizar los daños sufridos por violencia doméstica revictimiza y contribuye a generar violencia al permitir la impunidad 1. Los hechos Durante la vigencia de un matrimonio, la mujer fue víctima de violencia verbal, abuso psicológico, maltratos, insultos, descalificaciones y humillaciones por parte de su marido. La esposa demandó al marido por la causal de injurias graves y reclamó que se le indemnizara el daño moral sufrido a consecuencia de la violencia doméstica. Los testigos coincidieron en afirmar que el esposo insultaba, humillaba y menospreciaba a su mujer, y que era agresivo y maltrataba verbalmente a su cónyuge. En la causa se demostró no sólo que el marido gritaba e insultaba a la esposa, sino que además, también rompía muebles y enceres domésticos, lo que constituía otra forma de amedrentamiento, que se adicionaba a la injuria verbal, la humillación personal y a la violencia psicológica, El Tribunal de Primera Instancia hizo lugar a la demanda de divorcio por las causales de injurias graves y abandono voluntario y malicioso y rechazó el reclamo del daño moral. La actora, apeló el rechazo del reclamo reparatorio y los magistrados integrantes de la sala A, de la Cámara Nacional Civil de la Capital, confirmaron la desestimación de la pretensión indemnizatoria. El Tribunal entendió que si bien el marido había injuriado a su mujer y la había sometido a violencia psicológica, no estaba obligado a pagar el daño que le ocasionó porque como la violencia no fue cometida con el afán de mortificarla, ni tampoco fue realizada con el propósito de dañar su integridad espiritual, no genera obligación de reparar Los magistrados juzgaron que las agresiones verbales estaban sin dudas influidas por el deterioro del afecto, motivo por el cual concluyeron que no eran suficientes para imponer el resarcimiento del daño moral. 2. La Revictimización por falta de reparación Consideramos que el fallo es desalentador porque revictimiza a la víctima de la violencia y fomenta la violencia al dejar sin reparación a quien la sufre Entendemos que un sistema judicial que no condene a indemnizar las consecuencias de la violencia doméstica, es un sistema ineficaz que fomenta la impunidad y en alguna media contribuye a generar violencia Es de toda obviedad que si una mujer víctima de violencia doméstica que reclama que se le indemnice el daño sufrido obtiene como respuesta de los tribunales una negativa a su pretensión después de haber acreditado la autoría y el daño, se encuentra nuevamente siendo víctima de una injusticia. La primera injusticia la obtuvo de su marido quien la violentó, la humilló y la denigró. La segunda injusticia la sufre cuando el Poder Judicial le niega el derecho a ser indemnizada como víctima de violencia doméstica y le dice que “las agresiones verbales estaban influidas por el deterioro del afecto” y que como estaban “influidas por el 1 deterioro del afecto” “no dan sustento suficiente para imponer el resarcimiento del daño moral”. 3. El deterioro del afecto no exime la responsabilidad. Para hacer lugar a la pretensión de daños y perjuicios derivados del divorcio hay que demostrar los extremos que hacen a la responsabilidad civil y al mismo tiempo no corresponde hacer lugar a la pretensión si se prueban eximentes de la responsabilidad civil como podría ser el caso fortuito, la fuerza mayor o la culpa de un tercero por quien no se debe responder. Como en el caso sometido a consideración se eximió al marido agresor de reparar a la víctima, lo primero que se debe es estudiar porque el tribunal eximió de la obligación de responder al causante del daño Al leer el fallo el interprete se encuentra con que los magistrados dedican la mayor parte de la resolución a relatar como el marido injuriaba a la mujer y cuales eran las agresiones psicológicas que la cónyuge fue víctima frente a terceros. Lamentablemente el tribunal no le dedicó igual espacio a fundar porque eximía al agresor de responder, ya otorgó solo escasos dos párrafos a fundar el rechazo de la pretensión de la agredida a que se le reparara el daño causado En el escueto fundamento lo que el tribunal hace es eximir de responsabilidad por daños por dos razones: La primera es que la violencia psicológica se realizó sin intención de dañar y la segunda es que las agresiones desvalorizantes se realizaron cuando el afecto se había deteriorado. Ante esta decisión la primera reflexión que cabe es que entre los eximentes de la responsabilidad civil no se encuentra la falta de afecto ya que ni en nuestro sistema jurídico, ni en ningún otro sistema jurídico que conozcamos la falta de amor da derecho a la violencia ni tampoco la disminución del cariño es un justificativo para agredir, ni una carta blanca para abusar psicológicamente, ni una luz verde para maltratar, ni para insultar y mucho menos para descalificar y humillar. No se advierte cual es el fundamento jurídico que avale que el deterioro del afecto puede eximir al dañador de indemnizar el daño moral causado a la mujer. 4. El dolo no es el único factor de atribución de la responsabilidad civil Los daños y perjuicios producidos por el divorcio sólo pueden condenarse a reparar cuando se ha probado el hecho ilícito, la antijuridicidad, el factor de atribución, la relación de causalidad y el daño. En este punto nos detendremos a analizar el factor de atribución y su relación con el divorcio por injurias derivadas de la violencia psicológica. En nuestro sistema de responsabilidad civil extracontractual los factores subjetivos de atribución son el dolo o la culpa, es decir que para que se condene a reparar se debe demostrar que el hecho fue realizado con dolo o con culpa. Coincidimos con Ferrer en que los factores subjetivos de atribución de responsabilidad por daños derivados del divorcio son el dolo y la culpa. Si bien, por lo general, los hechos que motivan la separación o el divorcio constituyen un daño intencionado contra el otro cónyuge, puede ocurrir que no sea así. Tal es el caso de injurias graves cometidas sin ánimo de ofender, es decir, los hechos no cometidos con el propósito de injuriar al cónyuge pero que implican falencias de conducta de las que se tiene o debería tener el convencimiento de su incompatibilidad con los deberes 2 matrimoniales y que se traducen en motivos de humillación o agravio para el otro cónyuge1. En el fallo en comentario, el Tribunal en lugar de aceptar como factor de atribución la culpa exigió la acreditación del dolo, al señalar que no correspondía hacer lugar a la responsabilidad “porque los insultos, menoscabos e injurias, no fueron cometidos con el propósito de dañar”... Este argumento admite dos respuestas, la primera es que en nuestro sistema jurídico no hay ninguna norma que limite la responsabilidad por daños derivados de la violencia a los realizados con dolo y exima a aquellos que fueran efectuados con culpa aún cuando ésta fuera grave. La segunda, observación que merece la limitación de la responsabilidad al supuesto de dolo es que esta afirmación contradice las leyes sobre violencia familiar, que no exigen intención de dañar para tener por configurada la violencia, lo que es perfectamente lógico, porque sino al agresor le bastaría decir que sometió a su víctima a violencia psicológica pero que no era su intención dañarla, para eximirse de responsabilidad. Resulta inadmisible que se menosprecie y se humille y no se obtenga ninguna sanción ni obligación de reparación por tal hecho. Por otra parte es ilógico presumir que los gritos y los insultos fueron realizados sin intención de dañar, cuando el sentido común indica lo contrario ya que quien menosprecia lo hace para humillar y no para gratificar, y quien humilla, desprecia y descalifica nunca lo hace sin el propósito de maltratar, zaherir o herir. 5. Aplicación de la Ley de Protección integral a las mujeres. Ley 26.485 Cuando las injurias matrimoniales están constituidas por hechos de violencia contra una mujer consideramos que la cuestión debe ser examinada a la luz de las disposiciones contenidas en la Ley de Protección Integral a las Mujeres. Puede resultar extraño aplicar las normas contenidas en la ley de protección integral a las mujeres en un supuesto de daños y perjuicios, pero el sistema de la responsabilidad civil no es ajeno ni esta desvinculado del sistema creado por la ley 26.485, muy por el contrario están interrelacionados. Prueba de ello es ya que señala la misma norma citada en su artículo 35 se encarga de hablar de la Reparación. Señalando que La parte damnificada podrá reclamar la reparación civil por los daños y perjuicios, según las normas comunes que rigen la materia — Reparación. La parte damnificada podrá reclamar la reparación civil por los daños y perjuicios, según las normas comunes que rigen la materia. Es que no puede crearse un sistema de protección integral a la mujer sin prever que la indemnización del daño sufrido frente a la violencia No obstante lo antedicho cabe examinar si los hechos que dieron lugar al pleito y que motivaron que se declarara el divorcio por culpa del marido encuadran dentro de las previsiones de la ley 26.485, y en su caso que tipo y que modalidad de violencia configuran Ferrer, Francisco, “La prueba del daño en el divorcio culpable”, en Revista de Derecho de Daños, Nº 5, La prueba del daño – II, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 1999. 1 3 La mencionada ley define los diferentes tipos de violencia que sufren las personas del sexo femenino en su artículo 5to. Entre ellos se refiere a la violencia psicológica diciendo que es : La que causa daño emocional y disminución de la autoestima o perjudica y perturba el pleno desarrollo personal o que busca degradar o controlar sus acciones, comportamientos, creencias y decisiones, mediante amenaza, acoso, hostigamiento, restricción, humillación, deshonra, descrédito, manipulación aislamiento. Incluye también la culpabilización, vigilancia constante, exigencia de obediencia sumisión, coerción verbal, persecución, insulto, indiferencia, abandono, celos excesivos, chantaje, ridiculización, explotación y limitación del derecho de circulación o cualquier otro medio que cause perjuicio a su salud psicológica y a la autodeterminación. Resulta indiscutible que los hechos que dieron causa al divorcio constituyen violencia psicológica ya que se trataba de humillaciones verbales realizadas en público en forma reiterada por el esposo que revertían la forma de insultos, gritos ridiculizaciones, afrentas, injurias, y graves denostaciones. Por lo tanto los derechos y principios que enuncia la ley 26.485 son de aplicación al caso. Por otra parte la ley establece las modalidades en que se puede manifestar la violencia contra las mujeres en su artículo 6. Entre ellas describe la Violencia doméstica contra las mujeres como aquella ejercida contra las mujeres por un integrante del grupo familiar, independientemente del espacio físico donde ésta ocurra, que dañe la dignidad, el bienestar, la integridad física, psicológica, sexual, económica o patrimonial, la libertad, comprendiendo la libertad reproductiva y el derecho al pleno desarrollo de las mujeres. Se entiende por grupo familiar el originado en el parentesco sea por consanguinidad o por afinidad, el matrimonio, las uniones de hecho y las parejas o noviazgos. Incluye las relaciones vigentes o finalizadas, no siendo requisito la convivencia. Teniendo en cuenta el texto expreso de la norma transliterada podemos afirmar que en el fallo motivo del comentario, el divorcio fue causado por violencia doméstica contra la mujer producida por actos de violencia psicológica. De lo expuesto se desprende que los hechos del caso encuadran dentro de la norma 26485, de allí que cabe examinar los derechos que reconoce esta ley y que obliga al Poder Judicial a garantizar. A saber: El artículo 2 de la ley garantiza a las mujeres Las condiciones aptas para sensibilizar y prevenir, sancionar y erradicar la discriminación y la violencia contra las mujeres en cualquiera de sus manifestaciones y ámbitos. En este aspecto cabe preguntarse ¿ el Poder judicial cumple con la garantía de sancionar la violencia contra la mujer en cualquiera de sus manifestaciones cuando decide que la violencia psicológica ejercida por el marido en el seno del matrimonio, no genera la obligación de reparar cuando el amor se acaba o disminuye? Indiscutiblemente que la respuesta es negativa, ya que si la víctima recurre a la justicia para divorciarse y para 4 que se le indemnice el daño causado, no le basta con que le otorguen el divorcio, le es necesaria la reparación y no constituye fundamento válido para no hacerlo que en la pareja se haya terminado el amor, porque el fin del afecto no convierte a la mujer en objeto al que se puede dañar gratuitamente. Por otra la falta de condena a indemnizar no contribuye ni a sensibilizar, ni a prevenir la violencia, ya que en el caso motivo de resolución le está indicando al violento que puede violentar a su cónyuge sin consecuencias económica alguna y que puede dañar psicológicamente sin hacerse cargo de indemnizar, y que la única sanción a su violencia es la mera declaración de culpabilidad sin consecuencia patrimonial ninguna. Es decir el fallo transmite la idea de que la violencia psicológica en el seno del matrimonio cuando se acaba el afecto es gratuita y el daño debe ser soportado por la víctima. En cuanto a los derechos protegidos el artículo 3 de la ley establece que Esta ley garantiza todos los derechos reconocidos por la Convención para la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, y, en especial, los referidos a ……c) La integridad física, psicológica, sexual, económica o patrimonial Cabe preguntarse si los magistrados que niegan indemnización por los perjuicios sufridos a la víctima de violencia psicológica cumplen con la obligación de garantizar la integridad fìsica.? La respuesta es nuevamente negativa, una sentencia que niega a la víctima que probo el daño producido por la violencia psicológica la posibilidad de su reparación, sin que se encuentre demostrado ningún eximente de responsabilidad, no brinda protección integral a la mujer, ni le garantiza su integridad psicológica. Por otra parte es nociva la jurisprudencia que para otorgar a la mujer la posibilidad de reparación exige el dolo del agresor, es decir exige un agravante a los factores subjetivos de atribución de la responsabilidad civil, lo que se contradice con el sistema de reparación integral de la víctima de violencia doméstica. Y acá valga recordar que el legislador expresamente le reconoce la obligación de reparar bajo los presupuestos de la responsabilidad civil, responsabilidad civil que acepta como factores subjetivos de atribución el dolo y la culpa por lo que no se entiende que se exija un factor de atribución más severo cuando el hecho dañoso se produce en el seno doméstico. 6. Conclusión Una docena de consideraciones nos llevan a esperar que esta sentencia no siente jurispruencia El fallo en no ha dado una solución apropiada a la víctima ya que no basta por conceder el divorcio vincular por culpa porque con la calificación de culpabilidad no se repara el daño causado, el que seguirá indemne no obstante haber sido acabadamente probado y no existir eximentes de responsabilidad civil 5 El pronunciamiento es desalentador porque revictimiza a la víctima de la violencia y fomenta la violencia al dejar sin reparación a quien la sufre. La mujer víctima de violencia doméstica que reclama que se le indemnice el daño sufrido y obtiene como respuesta de los tribunales una negativa a su pretensión después de haber acreditado la autoría y el daño, se encuentra nuevamente siendo víctima de una injusticia. No basta para eximir de responsabilidad alegar que el autor de la violencia estaba influido por el deterioro del afecto Entre los eximentes de la responsabilidad civil no se encuentra la falta de afecto ya que ni en nuestro sistema jurídico, ni en ningún otro sistema jurídico que conozcamos la falta de amor da derecho a la violencia ni tampoco la disminución del cariño es un justificativo para agredir, ni una carta blanca para abusar psicológicamente, ni una luz verde para maltratar, ni para insultar y mucho menos para descalificar y humillar. La presunción del tribunal de que los actos de violencia psicológica se hicieron sin intención de dañar carece de lógica porque el sentido común indica lo contrario ya que quien menosprecia lo hace para humillar y no para gratificar, y quien desprecia y descalifica nunca lo hace sin el propósito de maltratar, zaherir o herir. La limitación de la responsabilidad por daños derivados de la causal de injurias, al supuesto de dolo contradice la ley porque en nuestro sistema jurídico no hay ninguna norma que limite la responsabilidad por daños derivados de la violencia doméstica psicológica a los realizados con dolo y exima a aquellos que fueran efectuados con culpa aún cuando ésta fuera grave. La sentencia es contraria a la obligación del estado de sancionar la violencia en cualquiera de sus manifestaciones establecidas en el artículo 2 de la ley 26.485 ya que a la víctima que recurre a la justicia para divorciarse y para que se le indemnice el daño causado, no le basta con que le otorguen el divorcio, le es necesaria la reparación y no constituye fundamento válido para no hacerlo que en la pareja se haya terminado el amor, porque el fin del afecto no convierte a la mujer en objeto al que se puede dañar gratuitamente La resolución en cuanto exime de indemnizar no contribuye ni a sensibilizar, ni a prevenir la violencia, ya que habilita al violento a violentar a su cónyuge sin consecuencias económica alguna, faculta a dañar psicológicamente sin hacerse cargo de indemnizar, El fallo transmite la idea de que la violencia psicológica en el seno del matrimonio cuando se acaba el afecto es gratuita. La sentencia obliga a el daño producido por violencia psicológica en el matrimonio deba ser soportado por la víctima. El resolutivo contraría el artículo de la ley 26.485 en cuanto no garantiza la integridad psicológica de la víctima al negar a la víctima que probo el daño producido por la violencia psicológica la posibilidad 6 de su reparación, sin que se encuentre demostrado ningún eximente de responsabilidad,. Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, sala A, O, A. M. N. c. M., H. D., 08/10/2010 Publicado en: La Ley Online; Cita Online: AR/JUR/71387/2010 Hechos La sentencia admitió la demanda de divorcio deducida por la esposa, rechazando el reclamo de daño moral. Contra esta última parte del decisorio, aquélla apeló. La Cámara confirma el fallo recurrido. Sumarios 1. 1 - Es improcedente el reclamo por reparación daño moral entablado por la cónyuge en un juicio de divorcio, pues si bien se acreditó mediante prueba testimonial que el esposo mantuvo conductas injuriantes hacia ella, éstas no fueron cometidas con el inequívoco afán de mortificarla, ni tampoco fueron plasmadas en el propósito de dañar su prestigio e integridad espiritual. 2. 2 - Si bien en nuestro derecho es susceptible la reparación del daño moral ocasionado por el cónyuge culpable, como consecuencia de los hechos constitutivos de las causales de divorcio, su procedencia no es automática, sino que debe quedar supeditada a las peculiaridades de cada caso, según el análisis de los elementos de juicio que se aporten, la conducta de los cónyuges y la relación de causalidad entre ésta y el daño alegado. TEXTO COMPLETO: 2ª Instancia. —Buenos Aires, octubre 8 de 2010. El Tribunal estableció la siguiente cuestión a resolver: ¿Es justa la sentencia apelada? El doctor Luis Álvarez Julia dijo: I.- La sentencia de fs. 546/550, admitió la demanda de divorcio y rechazó el reclamo de daño moral y la reconvención deducida, por lo que decretó el divorcio vincular de los esposos A. M. N. O. y H. D. M. por culpa exclusiva del marido quien incurrió en las causales de injurias graves y abandono voluntario y malicioso del hogar conyugal (arts. 202 inc. 4 y 5 y arts. 214 inc. 1 del Código Civil). Declaró, asimismo, disuelta la sociedad conyugal de conformidad con lo previsto por el art. 1306 del Código Civil. Apeló la actora, cuya expresión de agravios de fs. 562/563, no fue replicada. II.- En cuanto al daño moral reclamado por la actora, el "a quo" consideró que no se ha aportado elemento probatorio alguno tendiente a demostrar el agravio que dice haber sufrido, ni tampoco la gravedad o exorbitancia de los hechos constitutivos de la causal de divorcio, como así tampoco los presupuestos de la responsabilidad extracontractual que le atribuye a su marido (el hecho ilícito, culpa o dolo, daño y relación de causalidad entre el hecho y el daño). III.- Se agravia la actora en tanto considera que el Sr. Magistrado de la anterior instancia no tuvo en cuenta que de los propios hechos acreditados que fueron causa suficiente de divorcio debe presumirse el daño moral sufrido, pues éste no necesita pruebas. Asimismo, considera que los 7 mismos no resultan ser simple expresiones de desamor, de pérdida de vínculo afectivo, sino que constituyen violaciones a deberes matrimoniales que implican auténticos agravios al cónyuge. IV.- Antes de abocarme al examen de los planteos formulados por la recurrente, creo necesario recordar que los jueces no están obligados a hacerse cargo de todos y cada uno de los argumentos expuestos por las partes ni a analizar las pruebas producidas en su totalidad, sino tan solo aquéllos que sean conducentes para la correcta decisión de la cuestión planteada (conf. arg. art. 386, Cód. Procesal y véase Sala F en causa libre Nº 172.752 del 25/4/96; CS, en RED 18-780, sum. 29; CNCiv., sala D en RED, 20-B-1040, sum. 74; CNFed. Civil y Com., sala I, ED, 115-677 -La Ley, 1985-B, 263-; CNCom., sala C en RED, 20-B-1040, sum. 73; SC Buenos Aires en ED, 105-173, entre otras). V.- La actora reclama una reparación del daño moral ocasionado por la violencia verbal, abuso psicológico, maltratos, insultos, descalificaciones y humillaciones ejercida por su cónyuge. Cabe poner de relieve que la sola circunstancia de que el divorcio hubiese sido decretado por culpa del demandado -incurso en las causales de injurias graves y abandono voluntario y malicioso del hogar- no habilita por sí sola la procedencia de la indemnización por daño moral que se reclama, tal como parece postularlo la apelante en su expresión de agravios. Si bien el fallo plenario dictado por esta Cámara Civil el 20 de septiembre de 1994 en autos "G., G.G. c/ B. de G., S.A." (public. en LA LEY, 1994-E, 538, E.D. 160-162 y J.A. 1994-IV-549), sentó la doctrina que, en nuestro derecho positivo, es susceptible la reparación del daño moral ocasionado por el cónyuge culpable, como consecuencia de los hechos constitutivos de las causales de divorcio, su procedencia no es automática, sino que conforme se lo señaló en el voto de la mayoría, debe quedar supeditado a las peculiaridades de cada caso según el análisis de los elementos de juicio que se aporten, la conducta de los cónyuges y la relación de causalidad entre ésta y el daño moral que uno de ellos alega. El deponente D. V. refirió que el demandado agredía verbalmente a la actora (v. respuesta 2) a fs. 459), sin embargo, al ser preguntado si presenció algún acto de violencia dentro del matrimonio, respondió negativamente en relación a la violencia física (v. respuesta 3° a fs. 459 vta.). En el mismo sentido el sobrino de la actora, L. Z., quien convivía con el matrimonio, declaró que el Sr. M. insultaba y menospreciaba a su tía. Refirió recordar dos episodios de violencia física, cuando el demandado "le había revoleado…" a la actora "…la silla de algarrobo de la cocina", y cuando había pateado la puerta de la casa por poder entrar dado que se había cambiado la cerradura. Sin embargo, ninguno de los hechos fue presenciado por el dicente, más allá que en relación al incidente de la silla, había escuchado "gritos, insultos y golpes de cosas que se rompían", estando en la parte de arriba de la casa (v. respuesta 4) a fs. 461 vta.). No debe soslayarse que el testigo mencionó que la relación dentro de la casa del matrimonio era "muy conflictiva, eran habituales las discusiones, que siempre surgían por cualquier pavada" (V. respuesta 3) a fs. 461). La testigo M. R. O., hermana de la actora, también fue conteste en afirmar que el Sr. M., era agresivo, de maltratar verbalmente a su hermana (v. fs. respuesta 4) a fs. 477). Declaró que en las reuniones familiares, cuando el demandado se pasaba de copas, le decía que "era gorda, no servía para nada". El Sr. J. L. Z., cuñado de la Sra. O., manifestó que el trato del demandado era "siempre con menosprecio a su cuñada, de que era gorda, que no sabía manejarse, que no sabía hacer nada, siempre con una sugerencia" (v. repuesta 5° a fs. 478). Refirió que "me enteré que cuando se separaron él la intentó agredir con una silla que rompió el techo, la hizo pedazos", sin embargo, no fue presenciado por el deponente sino que se enteró a través de su hijo que vivía ahí. (v. respuesta 6° a fs. 478 vta.). Por último la testigo N. L. P., declaró que el demandado maltrataba en forma verbal a la actora, "le decía por ejemplo en alguna oportunidad, vos no opines, no sabes, no entendés, si había tomado un poco de más, le decía gorda, ballena" (v. respuesta 4) a fs. 479). 8 Los hechos relatados por los testigos tal como lo indica el "a quo" prueban que el demandado tuvo una actitud injuriante para con la actora durante la convivencia, empero, adelanto que no tienen entidad suficiente que justifique el resarcimiento del daño moral solicitado, atento al carácter restrictivo que debe regir para su procedencia. En este sentido, la Sala ha tenido ocasión de pronunciarse con posterioridad al dictado del citado fallo plenario, conforme un criterio restrictivo que no se limita a verificar la configuración de alguna de las causales para el divorcio, sino a ponderar, precisamente, la calidad de los actos deshonrosos que se imputen y la presencia de una conducta maliciosa hacia el otro cónyuge, de clara y excluyente inspiración nociva, desestimando la indemnización cuando tales presupuestos no han sido debidamente probados (conf. voto del Dr. Escuti Pizarro en L. nº 224.667 del 25/9/97; voto de la Dra. Luaces en L. nº 234.046 del 20/4/98 y Voto del Dr. Molteni en L. nº 267.131 del 11/8/99). En igual sentido, se sostuvo que "en el caso de un divorcio decretado por la causal de injurias graves, para que éstas determinen la existencia de un daño moral susceptible de una reparación pecuniaria, es necesario distinguir si fueron cometidas con el propósito de incurrir en una ofensa hacia el otro cónyuge, o si, por el contrario, pueden ser derivaciones de errores de conducta o temperamento que tornan incompatible la convivencia matrimonial. En este entendimiento, la reparación sólo procederá ante hechos fuera de lo común, de fuerza dañadora muy punzante" (CNCiv. Sala L "S.M.L. c/ S.C.G. s/separación personal", del 13/03/96). Por otro lado, los hechos que se circunscriben a la citada causal subjetiva, no son "per se" generadores de daño moral, toda vez que para que se genere en el ámbito de un divorcio deben suscitarse agravios de carácter extraordinario que excedan las naturales condiciones que rodean al desquicio matrimonial que provoca la desunión entre los cónyuges. En este entendimiento, se ha señalado que para resarcirse el daño moral ocasionado por un cónyuge, como consecuencia de los hechos constitutivos de las causales de divorcio, es necesario que los acontecimientos que fundaron la disolución del matrimonio tengan "...una fuerza dañosa muy punzante, en el prestigio, en las esencias comunes espirituales, en lo físico u orgánico...". Vale decir que la procedencia de un resarcimiento de este tipo sólo resultaría procedente en aquellos casos que se caracterizan por "...la índole dolorosa y acentuada del ataque que sobrepase la mera relación matrimonial en sus implicancias, culpas y quiebras..." (CNCiv. Sala A, P., P. N. c. C., F. J. s/divorcio", del 16/11/2004). En consecuencia y puesto que en la especie las injurias del demandado, a pesar de ser graves, no fueron cometidas con el inequívoco afán de mortificar, ni tampoco fueron plasmadas en el propósito de dañar el prestigio e integridad espiritual de la actora, coincido con el Sr. Juez "aquo", que debe rechazarse la pretensión. Así las cosas, las discusiones y agresiones verbales, estaban sin duda influidas por el deterioro del afecto, pero no hay prueba que demuestren que con ello se perseguía lesionar moralmente a la accionante, con lo cual, si bien los hechos fueron aptos para consagrar el divorcio, no dan sustento suficiente para imponer el resarcimiento del daño moral. Por las consideraciones precedentes, coincido con el anterior sentenciante en el hecho de que no se hallan reunidas las circunstancias extraordinarias y de suma gravedad apuntadas que hacen admisible el reclamo por reparación de daño moral derivado de los hechos constitutivos de las causales de divorcio. En definitiva, el esfuerzo de la actora por revertir la decisión adversa a sus intereses, no alcanza a desbaratar los sólidos fundamentos del pronunciamiento apelado. VI.-Síntesis: Por ello, de ser compartido mi criterio, debería confirmarse la sentencia apelada en todo cuanto decide y fue objeto de agravios. Las costas de Alzada correspondería que se impongan por su orden, atento no haber mediado contradictorio (art. 68 del Código Procesal). Los doctores Hugo Molteni y Ricardo Li Rosi votaron en el mismo sentido por razones análogas a las expresadas en su voto por el doctor Luis Alvarez Juliá. 9 Y vistos: Por lo que resulta del acuerdo que informa el acta que antecede, se confirma la sentencia apelada en todo cuanto decide y fue objeto de agravios. Las costas de Alzada correspondería que se impongan por su orden, atento no haber mediado contradictorio (art. 68 del Código Procesal). A fin de entender en el recurso contra las regulación de fs. 549 vta. deben establecerse las normas arancelarias del caso.Al respecto, la ley 21.839, establece en su artículo 30 que, en materia de divorcio, las regulaciones deben efectuarse teniendo en cuenta lo normado por el art 6° en sus incisos "b" a "f", continuando en vigencia la jurisprudencia del anterior arancel, según el cual, en esta clase de juicios, por carecer de contenido económico, no son aplicables las escalas, ni la tasación prevista en dicho cuerpo legal (conf. esta Sala H. 136.872 del 20/9/93 y sus citas, íd H 446.107 del 22/12/05, entre muchas otras). Así las cosas, la regulación debe efectuarse valorando la complejidad del asunto y el resultado obtenido, que constituyen la guía pertinente para llegar a una regulación justa y razonable, al que corresponde agregar, el tiempo dedicado que, junto a los parámetros que prevé la ley 24.432, son la medida para una justa retribución. En virtud de estas razones se meritará la tarea cumplida sujeta a la etapas procesales efectuadas dentro de lo establecido por los arts 37, 38 y concordantes de la ley 21.839 y la forma en la que se distribuyeron los gastos causídicos generados durante el proceso principal, razón por la cual, modifícase la regulación recurrida y se fijan los honorarios del letrado apoderado de la parte actora, Dr. E. F. R., en pesos ocho mil ($ 8.000). Asimismo asistiendo razón al recurrente en cuanto a los honorarios que le corresponden por las incidencias resueltas a fs. 421 y 514, en virtud de lo normado por los arts. 1, 6, 7, y 33 de la 21.839 y conoc. de la 24.432, fíjanse pesos ciento sesenta ($ 160) para cada una de ellas en favor del Dr. R. Por su labor en la alzada fíjense los honorarios del Dr. R. en pesos dos mil ($ 2.000) (arts. 30, 37,38 y 14 de la 21.839 y concordantes de la 24.432), importe que deberá abonarse en el plazo de diez días. Notifíquese y devuélvase. —Luis Álvarez Juliá. — Hugo Molteni. — Ricardo Li Rosi 10