DESPUÉS DE LA CRISIS: LAS DEUDAS.

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DESPUÉS DE LA CRISIS: LAS DEUDAS.
Castro, 15 de Septiembre de 2010. (ONG VÃ-nculos). Los estragos que ha dejado la crisis internacional, de la que ya
casi no se habla, se están empezando a conocer ahora en carne del ciudadano medio, concretamente de Chile, pero
del resto del mundo también. Lo importante no es que existan estragos, que también, sino las diferentes lecturas que se
le pueden dar a los sucesos que de ellos acontecen.
Recientemente se comentaba en televisión una noticia que, reitero, según la lectura que se le de, pretende alarmar a la
opinión pública sobremanera acerca de la seguridad, o de la falta de ella más bien, a la que estamos todos
supeditados. Y es que regalan un muestrario de imágenes, cientos de ellas, de personas ejerciendo el “robo hormiga― en
diferentes plataformas comerciales, sobre todo de la capital, bajo el titular “Los nuevos mecheros: personas normales y
corrientes―.
Suponiendo que los “antiguos mecheros― sean bichos verdes con antenas y cuatro pares de patas, se puede entender el
hecho de que se refieran como “personas normales y corrientes― a personas de clase media, cuyo sueldo está
desgraciadamente secuestrado entre pagos obligados, por derechos protegidos constitucionalmente (educación, salud,
etc…), y entre deudas absurdas y tarjetas de crédito a las que el consumidor medio está subyugado si es que quiere
pertenecer a una sociedad moderna, materialista, consumidora exacerbada y tristemente marcada por el dueño de la
libertad humana: el mercado.
Hoy dÃ-a, en Chile, una persona con el sueldo mÃ-nimo ($172.000), que no suelen ser la mayorÃ-a de asalariados, aún
cuando trabajan con contrato, que tampoco son la mayorÃ-a, puede hacerse en su “poder― con un mÃ-nimo de tres tarjeta
de crédito financiadas por grandes superficies comerciales. El engaño reside en que el poder no lo tiene la persona que
tiene una tarjeta de crédito con la que poder comprarse artÃ-culos de lujo o semi-lujo que, de otra manera, nunca hubiera
podido tener y que, por otra parte, no necesita en realidad para ser feliz de ninguna de las maneras.
Tarjetas de crédito en Chile, popularmente conocidas como “dinero plástico―.
El truco es que la tarjeta de crédito, poco a poco, escondida en la billetera o en el bolsillo interior de la chaqueta, se va
haciendo dueña del futuro y las bases económicas no sólo de una persona, sino, en la mayorÃ-a de los casos, se
adueña vilmente del destino de familias enteras. Su veneno, la idea fútil de creerse igual o más que el vecino de al
lado. De tener una pantalla más gigante que el vecino, en la que sumergirse en un mundo encantador y embaucador de
fantasÃ-as y cuentos de hadas ajenos en los que pretender verse reflejado. De poseer el auto más llamativo del
vecindario, con sistema de navegación vÃ-a satélite que le conduzca directamente al paÃ-s de las maravillas para
perseguir al conejo de la suerte, que en realidad es un lobo negro del abismo disfrazado.
Pero lo realmente peligroso de la noticia, o mejor dicho, del cáliz que toma la presentación de la noticia, es el mensaje
oculto que en realidad lleva. Al mostrar cómo la gente se esconde en los probadores de una tienda a guardarse
furtivamente zapatos y ropa bajo la blusa, o publicando cómo una madre es ayudada por su hijo pequeño a esconder
una lata de jurel en el abrigo, o la manera en la que una mujer de avanzada edad sustrae latas de alimentos en
conserva y los acomoda con pudor adentro de su cartera, nos están diciendo:
¡CUIDADO! Cada dÃ-a hay más delincuentes sueltos por las calles, usted no está seguro en ninguna parte y tiene que
hacerse fuerte en el bastión de su comedor, escondiéndose tras la barricada de muebles de madera de caoba
barnizada con sudor y proteger a los suyos al amparo de la “única realidad― que es la que se muestra en televisión.
La única lectura de ver a alguien “robando―, es que es una mala persona. Que no tiene respeto por los demás y que, si
ha llegado a ese extremo, claramente puede sobrepasar el lÃ-mite y acabar por secuestrar al hijo indefenso de ese
multimillonario que, ostentoso, muestra todas sus adquisiciones como sacadas de una novela de Philip K. Dick, un auto
que vuela, un celular insertado en las sienes, y que vive en frente del mundo “necesitado― de tecnologÃ-a porque la
televisión asÃ- lo ordena.
Mall Plaza Puente. Puente Alto. Santiago.
Mall Plaza del Trébol. Concepción.
Lo triste es la realidad. La realidad, y la lógica pura, dice que estas personas “normales y corrientes― no son otra cosa
que vÃ-ctimas de un mercado que se apropia de sus mentes adormecidas embriagándolas con artÃ-culos de “primera
necesidad―, que no son otra cosa que mentiras viles y crueles para adueñarse de sus bolsillos y agrandar el agujero
que, ya de por sÃ-, está bien agujereado. Son los “bolsillos gruyère― los que atraen a las arañas comerciales. Cuando
una persona cae en el embrujo del consumismo infinito, se olvida de atender las que sÃ- son reales necesidades
básicas, la comida, la ropa, etc… Pero cuando se dan cuenta es demasiado tarde. Ya están tan inmersos en la vorágine
de tarjeta de crédito y microondas con radar y secuencia de lanzamiento, que es imposible volver atrás. Solución:
desesperación.
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Generado: 7 September, 2016, 21:29
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Si no alcanza para llegar a final de mes, el instinto de supervivencia del ser humano, uno de las pocas caracterÃ-sticas
naturales que nos van quedando, dice que hay que conseguir alimento como sea, aún robando, con la vergüenza y
descrédito que ello conlleva. La mÃ-nima precaución que se puede tomar es ir a hacerlo a algún supermercado alejado
de la población en el que nadie nos vaya a reconocer. El precio, seguir alimentando la mente anestesiada del personal
que, una de dos, o aún no ha tocado fondo y todavÃ-a puede pagar los estudios de sus hijos, o es de los pocos cuyo
poder adquisitivo se basa, fundamentalmente, en la existencia de los “clase media-baja― que, con su devenir en las
fronteras de la pobreza extrema, aportan directa e inconscientemente a que sus bolsillos se llenen de sueños,
frustraciones y esperanzas en forma de cantidades ingentes de dinero.
Las personas que tienen el poder del paÃ-s, que manejan a su antojo la información que se vierte en los medios de
comunicación, sobre todo los televisivos, desesperan por conseguir lo que tanto anhelan desde el principio, MÕS.
Siempre más. Y la manera de conseguirlo rápidamente, es que haya gente que siempre tenga menos, mucho menos
cada vez. Hubo un dictador, hace tiempo, al otro lado del Atlántico, que dijo: “la ignorancia del pueblo le hace maleable
bajo mis manos―. Hoy dÃ-a la ignorancia se regala por medio de la “caja tonta― mediante desinformación y falsos sueÃ
de posibilidades imposibles. La ignorancia y pasividad del pueblo es más grande que nunca y las manos moldeadoras
son ahora garras gigantescas que abarcan continentes enteros, pero que pertenecen a un sólo cuerpo.
Por eso es preciso añorar la información y la verdad. Es necesario darse cuenta del engaño y escapar del ensueño.
Se vuelve de vital importancia aferrarse al sentido común, para que vuelva a ser el más común de los sentidos.
LA CRISIS AL FINAL DE EUROPA.
Los paÃ-ses menos agraciados de Europa, como por ejemplo España, no se libran tampoco de las dobles lecturas que
pueden dar lugar noticias surgidas de la crisis.
En la ciudad de Madrid, capital española, hasta finales del año pasado (2009), en un lugar céntrico y muy conocido
como es la Estación de trenes de Atocha, se reunÃ-an cantidades importantes de inmigrantes “indocumentados―, sobre
todo subsaharianos, a los que se empeñan en llamar “ilegales―, a orillas de la carretera, para ver si algún “señor fe
moderno sin escrúpulos, dueño de alguna factorÃ-a o fábrica de producción continua, les recogÃ-a al vuelo y se les
llevaba a su “predio―, en forma de mega galpón, para ofrecerles la maravilla de una jornada interminable de trabajos
pesados a cambio de prácticamente nada.
Estación de Atocha. Madrid.
Si eres extranjero y quieres trabajar, necesitas legalizar tu situación en el paÃ-s. Si quieres legalizar tu situación en el
paÃ-s, necesitas tener un contrato laboral. Con esta pescadilla siempre mordiéndose la cola, se hace insoportable la
lucha de la “legalidad―. Conclusión, trabajar de manera ilegal, bajo el mando de un “negrero― ladrón y abusivo que
por la labor de arriesgarse teniendo bajo su mando grandes cantidades de esclavos del Siglo XXI.
Curiosamente hay muchos de estos, y es simplemente porque, bajo la farandulera crÃ-tica judicial y pública, ellos no son
los culpables. Los culpables son los extranjeros que les quitan el trabajo al pobre producto nacional bruto. Pero estas
pobres personas, lejos de pretender robar nada, y, mucho menos trabajo, están perfectamente dispuestas a realizar las
labores que los patriotas han descartado hace ya un par de largos siglos, pasando terrorÃ-ficas jornadas bajo el sol del
Mediterráneo o dentro de una oscura cámara refrigeradora en la ciudad más moderna del paÃ-s. Y eso sin contar la falta
de derechos que tienen, que conocen y que hacen valer.
Ahora bien, la única manera de que el grueso de la sociedad española comprendiera esta situación, la aceptara o
pretendiera acabar con ella, era que ellos mismos la viviesen… ¿o no? Sucede que, desde la crisis, se han empezado a
ver junto a esas curtidas caras de piel oscura y facciones tristes aposentadas a diario frente a la Estación de Atocha,
las rosadas caras de blancos nacionales, con gestos no menos tristes, que esperan al mismo “patrón de fundo― que ayer
henchido de poder y mala sangre, se llevaba a los “negros― a trabajar como esclavos, para rogarle que les lleve a ellos
también.
El “dueño de almas― no se fÃ-a del blanco, “puede denunciarme ante inpección laboral si es que no le hago un cont
sigue prefiriendo al africano “ignorante y bárbaro―, pero el blanco lo sigue intentando dÃ-a tras dÃ-a, porque se ha queda
sin trabajo, tiene una vivienda que pagar, un auto cuyo crédito le aprieta firmemente el cuello y demás fraudes de los
que ha sido vÃ-ctima durmiente. ¿Están los nacionales intentando robarles el trabajo, o la forma de pretender trabajar, a
los inmigrantes “ilegales―?
NO. Y tampoco nos estamos volviendo todos unos ladrones y delincuentes sin respeto por la propiedad privada, es sólo
que el ser humano tiene necesidades que sobrepasan los intentos de subordinación televisiva y que, cuando arrecien,
van a aflorar, violentamente si es preciso, para dar sentido a aquello de lo que se hablaba: la supervivencia.
El problema es que esta bomba de tiempo se sigue repletando de metralla por momentos, por personas que viven en
otra esfera dimensional y que, seguramente, no conocerán las repercusiones del estallido cuando éste llegue. Lo que
sÃ- es seguro, por encima de cualquier mentira infiltrada desde cualquier televisión del mundo, es que el estallido es
inminente e inevitable. Sólo queda esperar que las consecuencias que de él se desparramen sirvan para convertir a la
sociedad en una sociedad basada en el sentido común y el respeto, sobre todo, por la vida, de todos, por sobre todos y
para con todos, no de unos pocos con poder y derechos y de otros muchos siempre muertos de asco alrededor.
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Generado: 7 September, 2016, 21:29
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