MAESTRO DE ORACIÓN Jesús, enséñanos a orar mejor. XXX Domingo del Tiempo Ordinario - 24 de octubre A veces me cuesta comunicarme contigo. Ten compasión de este pecador No encuentro las palabras, no sé qué decir. Ayúdame a orar. Quiero hacer un rato de silencio para que Tú me puedas hablar al corazón. Quiero sentirte a mi lado. Quiero contarte lo que me pasa y las cosas que vivo. Me quiero poner en tus manos, Jesús, para aprender a dar gracias, a pedir perdón, a pedirte lo que necesito. Háblame, Señor, que estoy dispuesto a escucharte. ¡Que así sea, Señor! acción católica general SECTOR DE NIÑOS www.accioncatolicageneral.es El publicano bajó a su casa justificado, y el fariseo no E n aquel tiempo, a algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás, dijo Jesús esta parábola: «Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: “¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo”. El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo: “¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador”. Os digo que éste bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido». 8, Lucas 1 E La verdad es que nadie, por muy bueno que sea... puede acercarse a Dios sin haber reconocido sus errores, sus pecados, sus faltas... y haber pedido perdón. Y por eso, en la Eucaristía... una de las cosas que se hace al principio es pedirle a Dios que tenga “piedad de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la Vida Eterna”. Cuando estamos seguros de que lo hacemos todo bien... corremos el riesgo de creer que Reconocer que necesitamos a Dios, que necesitamos su perdón y su ayuda para ser mejores personas... es la mejor manera de mantener nuestros corazones abiertos a Él y a todos los que nos rodean. Y para tener el corazón abierto debemos ser humildes. Siendo humildes podremos estar contentos y orgullosos de todo lo bueno que tenemos... pero nunca olvidaremos que tenemos muchas cosas que mejorar. 4 18, 9-1 n este pasaje del Evangelio... Jesús nos muestra que hay distintas maneras de presentarnos ante Dios. Hay gente que se muestra orgullosa, muy contenta de las cosas que hace... y se siente que es superior a los demás. Y hay gente que se presenta ante Dios... con humildad, reconociendo sus pecados. Nuestra oración siempre debería empezar pidiendo perdón... porque todos necesitamos corregir los fallos que cometemos a diario. no necesitamos a Dios. Que ya no nos hace falta. z ¿Eres una persona orgullosa... o humilde? ¿Te “chuleas” de lo que haces bien... olvidando tus errores? z ¿Te cuesta reconocer tus errores... y pedir perdón...? En casa, en el colegio, con los amigos, en la parroquia... z En tu oración... ¿pides perdón a Dios por tus fallos? ¿Le pides ayuda para mejorar lo que no te gusta?