III Domingo de Pascua • AÑO / B • Lc 24, 35-48 ● Primera lectura ● Hch 3, 13-15.17-19 ● “Matasteis al autor de la vida, ● Segunda lectura ● 1 Jn 2, 1-5 ● “Él es víctima de propiciación por pero Dios lo resucitó de entre los muertos”. nuestros pecados y también por los del mundo entero”. ● Salmo responsorial ● Sal 4 ● “Haz brillar sobre nosotros la luz de tu ● Evangelio ● Lc 24, 35-48 ● “Así estaba escrito: el Mesías padecerá y rostro, Señor”. resucitará de entre los muertos al tercer día”. Lc 24, 35-48 35 Ellos contaron lo del camino y cómo lo reconocieron al partir el pan. 36 Estaban hablando de todo esto, cuando Jesús mismo se presentó en medio de ellos y les dijo: «La paz esté con vosotros». 37 Aterrados y llenos de miedo, creían ver un espíritu. 38 Él les dijo: «¿Por qué os asustáis y dudáis dentro de vosotros? 39 Ved mis manos y mis pies. Soy yo mismo. Tocadme y ved que un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo». 40 Dicho esto, les mostró las manos y los pies. 41 Y como ellos no creían aún de pura alegría y asombro, les dijo: «¿Tenéis algo de comer?». 42 Le dieron un trozo de pez asado. 43 Lo tomó y comió delante de ellos. 44 Luego les dijo: «De esto os hablaba cuando estaba todavía con vosotros: Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito acerca de mí en la ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos». 45 Entonces les abrió la inteligencia para que entendieran las Escrituras. Y les dijo: 46 «Estaba escrito que el mesías tenía que sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer día, 47 y que hay que predicar en su nombre el arrepentimiento y el perdón de los pecados a todas las naciones, comenzando por Jerusalén. 48 Vosotros sois testigos de estas cosas. Notas para situar el Evangelio ● El c.24 narra cuatro escenas de resurrección: ● Esta página del evangelio que encontramos la visita de las mujeres al sepulcro, la aparición hoy es la continuación del relato de los discípucamino de Emaús y a los discípulos en casa, y los de Emaús. Puede ir bien de leer los dos textos seguidos. la ascensión cerca de Jerusalén. ● Leemos hoy la aparición a los discípulos en ca- ● De las tres apariciones del Resucitado, que el sa. Destaca en este relato la incredulidad de los evangelio de Lucas presenta, dos van dirigidas discípulos. Algo lógico, pues se trata de un mis- a personas individuales: a Pedro (24,12.34) y a terio de salvación incomprensible por la expe- los discípulos de Emaús (Lc 24,13-32); una sola al riencia, aunque sea un hecho real. Jesús toma colectivo de los seguidores, entre los que se la iniciativa de hacerse ver; la duda expresa encuentran de manera destacada el grupo de que no es una ilusión colectiva. Pero a su vez el “los Once” (24,33). Todas ellas, a diferencia de evangelista insiste en que Jesús es el mismo los otros evangelistas, que también las presen“en persona”; tiene cuerpo, manos y pies, y tan en Galilea, tienen lugar en Jerusalén o sus puede hacer lo mismo que hacía antes de la alrededores. resurrección. ● La narración de hoy nos da cuenta de esa última aparición comunitaria en dos momentos bien dispares: una muy corta introducción (24,35) y una larga descripción de la aparición, que sólo contiene palabras del Resucitado, que dejan traslucir la reacción de duda y desconcierto de los discípulos y el modo cómo Jesús les ayuda a superarlos con la fuerza de su presencia (24,36-48). ● Aquí, como en el relato del camino de Emaús, el evangelista pone mucho el énfasis en el cumplimiento de lo que dicen las Escrituras. “Ley de Moisés, Profetas y los Salmos” (44) quiere decir todo el Antiguo Testamento. La expresión alude a las tres partes en qué se divide la Escritura para los judíos: Pentateuco («Ley»), Profetas y Escritos. Si destaca tanto eso es para decir que lo que ha pasado con Jesús (46) no es un accidente ni un fracaso: Dios ha querido hacerse hombre para vivir lo que vivimos. Por tanto, nada es casual de lo que le pasa al Hijo de Dios hecho hombre. a Jesús (46) no es un accidente ni un fracaso. En la Pascua de Jesús se manifiesta la opción de Dios, que ha querido hacerse hombre por vivir el que vivimos. Y esta opción, esta voluntad, la ha llevado a término con todas las consecuencias. 9 Comprender todo esto no es posible sino desde la fe, que es un don del Resucitado: “les abre el corazón...” (45). La fe en la resurrección de Jesús hace luz “para comprender las Escrituras” (45), el conjunto de la Biblia. Y, especialmente, la fe que da el Resucitado ilumina para comprender las palabras y hechos de Jesús hasta su muerte en cruz (46). 9 Jerusalén (47) es el lugar de la muerte, resurrección y glorificación de Jesús. El Antiguo Testamento lo había convertido en el punto de partida de la revelación de Dios a toda la humanidad (Is 2,2-5). Lc destaca que en Jesucristo esto se ha cumplido: “se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén” (47). Notas para fijarnos en Jesús y en el 9 La misión de los discípulos, pues, empieza en Jerusalén (47). Por el don de la fe recibido son Evangelio 9 Jesús Resucitado se ha dado a conocer “cuando partía el pan” (35), segun explican los dos discípulos de Emaús, que acaban de volver de aquella experiencia (Lc 24,13-35). En las comunidades más primitivas, la expresión lucana “la fracción del pan” (cf. Hch 2,42; 20,7), juntamente con la de “la cena del Señor”, usada por Pablo (1 Cor 11,20), es una de las más antiguas para designar la celebración de la eucaristía. Esta última palabra, rescatada con éxito por el Concilio Vaticano II, sólo aparece, como expresión técnica, en las cartas de Ignacio de Antioquía, ya avanzado el siglo II. 9 Ahora lo vemos dándose a conocer “en medio de ellos” (36), cuando los discípulos están reunidos en su nombre (36) –cómo veíamos también el pasado domingo (Jn 20,19.26)–. 9 Lucas se esfuerza por responder a la mentalidad que considera Jesús resucitado como un puro “espíritu” (37), un fantasma (veáse también Mt 14,26; Mc 6,49). Por esto subraya con fuerza la experiencia que tuvieron los apóstoles: quien se les presenta, el Resucitado, es el mismo de antes, el Crucificado (38-43). Por hacer este subrayado, utiliza todo lo que tiene a mano, a su alcance: “miradme”, “palpadme” (39), “comió” (43). Por lo tanto, Lc no quiere explicar cómo es el cuerpo de Cristo resucitado, sino destacar que el Resucitado es el mismo que el Crucificado. 9 Lucas destaca mucho que las Escrituras ya hablaban de Jesús, de su pasión, muerte y resurrección (Lc 24,27.32.45-46). Con esta insistencia quiere transmitir que lo que le ha pasado constituidos “testigos” (48) de las palabras y acción de Jesús –ahora los han entendido (Lc 24,31-32; 24,45)–. Y, con su misión a “todos los pueblos”, se pondrán en continuidad con lo que las Escrituras anunciaban, actualizarán una y otra vez que Dios, en Jesucristo, ha dado “el perdón de los pecados” (47). 9 Jesús resucitado, como siempre había hecho antes, infunde “la paz” (36) y la “alegría” (41) a quienes le acogen. “El Evangelio en medio de la vida” (Domingos y fiestas del ciclo-B) José María Romaguera Colección Emaús Centro de Pastoral Litúgica • Ruego para pedir el don de comprender el Evangelio y poder conocer y estimar a Jesucristo y, así, poder seguirlo mejor . • Apunto algunos hechos vividos esta semana que ha acabado. • Leo el texto. Después contemplo y subrayo. • Ahora apunto aquello que descubro de JE- SÚS y de los otros personajes, la BUENA NOTICIA que escucho...veo. • ¿Qué es la experiencia que tengo de aco- ger a Cristo en la comunidad “reunida”? ¿Soy consciente de que he sido constituido testigo de su voluntad de reconciliación, de “reunir” a “todos los pueblos”? • Y vuelvo a mirar la vida, los HECHOS vi- vidos, las PERSONAS de mi entorno... desde el Evangelio ¿veo? • En los hechos viviedos esta semana, ¿Cómo y a través de quienes he recibido la paz y la alegría del Resucitado? • Llamadas que me hace -nos hace- el Padre hoy a través de este Evangelio y compro- miso. • Plegaria. Diálogo con Jesús dando gracias, pidiendo... Desde que, con la resurrección de Jesucristo, se le quitó a la muerte el aguijón, los creyentes podemos estar confiadamente seguros de que al morir no pasamos a las tinieblas, al vacío, a la nada, sino a una nueva existencia, a la plenitud, a la luz de un día completamente distinto, y que, para eso, no tenemos que hacer nada, solamente recibir la llamada y dejarnos acompañar, dejarnos llevar. Han Küng. "Credo". Es la Resurrección la que da a la actividad humana su verdadera dimensión espiritual scua” a P a l e d s o j “Hi VER A lgo que nos achacan a los cristianos en general y a los católicos en particular es que nos centramos en exceso en la Cruz, el dolor… y que no resaltamos o destacamos lo que da sentido al dolor, a la Cruz y a toda la vida cristiana:: la Resurrección de Jesús. Nosotros deberíamos sabernos y vivir como “hijos de la Pascua”, la Pascua debería ser para nosotros la piedra angular sobre la que se apoya nuestra fe. Pero, sin embargo, mientras la Cuaresma está muy definida en cuanto a prácticas penitenciales, charlas, devociones… el tiempo de Pascua, más allá del Domingo de Resurrección, queda “vacío”, un tiempo que en poco se diferencia del tiempo ordinario, sin que haya ningún acto ni gesto externo que lo caracterice. JUZGAR Y , sin embargo, el tiempo de Pascua tendría que ser el tiempo litúrgico más “fuerte” para nosotros, porque como se indica en el Itinerario de Formación Cristiana para Adultos “Ser cristianos en el corazón del mundo” (T. 4): Jesucristo, en su Misterio Pascual (su muerte y resurrección) es el centro de la fe cristiana. Toda la riqueza y especificidad de la fe cristiana consiste en esto: en creer que Jesús, con su muerte y resurrección, nos revela quién es Dios, vence al pecado y a la muerte y nos otorga la salvación. Por eso necesitamos profundizar en la reflexión y oración de este acontecimiento. Es lo que ya hicieron los primeros cristianos, como hemos escuchado en la 1ª lectura: El Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su siervo Jesús… matasteis al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos y nosotros somos testigos. El anuncio de Pedro a los israelitas se refiere al acontecimiento de la muerte y resurrección de Jesús, a su misterio Pascual. Pedro y los demás apóstoles tienen el convencimiento de que en la muerte y resurrección de Jesucristo ha llegado el cumplimiento de las promesas de Dios, promesas que los profetas fueron anunciando al pueblo. Para vivir en profundidad este tiempo de Pascua, para vivir como hijos de la Pascua, la Escritura nos guía y ayuda a interiorizar el Misterio Pascual de Jesús, como Él mismo ha dicho en el Evangelio: todo lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí tenía que cumplirse… Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día… Como ya indicó el Concilio Vaticano II en la Constitución Dogmática Dei Verbum (15): El Plan de Salvación del Antiguo Testamento estaba ordenado, sobre todo, para preparar, anunciar proféticamente y significar con diversas figuras la venida de Cristo redentor universal y la del Reino Mesiánico. Y el Papa Benedicto XVI, en la exhortación apostólica Verbum Domini (40), indica: El mismo Nuevo Testamento… proclama que en el misterio de la vida, muerte y resurrección de Cristo las Sagradas Escrituras del pueblo judío han encontrado su perfecto cumplimiento. Y como a veces nos resulta difícil acercarnos a la Sagrada Escritura, sobre todo al Antiguo Testamento, hoy en el Evangelio hemos escuchado que el Señor les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Como indica otro instrumento formativo, el Itinerario Diocesano de Renovación “Seréis mis testigos” (T. 6): el encuentro con Jesús es el elemento clave para comprender que las antiguas profecías en- cuentran en Él su cumplimiento (…) Hasta que los discípulos no se encuentran con el Resucitado no entienden que Jesús es aquel de quien las Escrituras daban testimonio. La pasión, la muerte y la resurrección, las tres juntas, eran necesarias para llevar a cumplimiento las Escrituras, pero sólo el encuentro con el Resucitado les abrió la mente para entenderlo. ACTUAR E l tiempo de Pascua, en el que anunciamos que Cristo ha resucitado, es el tiempo más “fuerte” para nosotros. Como se indica en “Ser Cristianos en el corazón del mundo” (T. 4), podemos preguntarnos, para vivir como hijos de la Pascua: ¿hemos acogido de verdad este anuncio? ¿Qué sabemos de Jesucristo? ¿Nos hemos encontrado con Él? Si Él está presente en los sacramentos, y especialmente en la Eucaristía, ¿qué valor doy en mi vida a este sacramento de nuestra fe? ¿Qué lugar ocupa el Antiguo Testamento en mi vida de fe? Vivamos en profundidad el tiempo de Pascua, aprovechemos los instrumentos formativos que nos ayudan a encontrar el sentido nuevo que tiene la vida desde la Resurrección de Jesús, que la Sagrada Escritura forme parte esencial de nuestra oración, para vivir como verdaderos hijos de la Pascua, porque (T. 4) Jesucristo no es un mito ni una idea abstracta. Es Alguien concreto, un TÚ con el que puedo encontrarme (…) Jesucristo está vivo y presente entre nosotros. Ser cristiano es encontrarse con Jesucristo acogiendo el anuncio que nos hace la Iglesia y entrar así en relación personal con Él. Más aún, ser cristiano es vivir de ese encuentro y para ese encuentro, convertir toda la vida en encuentro con Él.