Documento 3438193

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Identificación de un modelo de resiliencia y su relación con
la movilidad social de beneficiarios del programa de
desarrollo social Oportunidades
No. 91388
Etapa 3
México, D. F., Enero 2012
Responsable técnico
Dra. Joaquina Palomar Lever
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Resumen ejecutivo
El objetivo del presente estudio es identificar determinantes psicológicos y sociales
asociados a la movilidad social en beneficiarios del programa Oportunidades.
Los datos provienen de una muestra probabilística nacional de hogares del padrón
de beneficiarios de Oportunidades al corte de mayo de 2009; con exclusión de
localidades indígenas, localidades con menos de 45 hogares y hogares sin
recertificación.
El muestreo fue bietápico: En la primera etapa se seleccionaron las localidades de
las áreas rural y urbana por probabilidad proporcional al tamaño; y en la segunda
etapa se seleccionaron los hogares por muestreo aleatorio simple en cada
localidad. En total se encuestaron 3072 personas, 2112 titulares y 960 cónyuges.
Se usaron distintas medidas de movilidad social: La diferencia en puntajes SUP
entre incorporación y recertificación al programa Oportunidades, el paso o no a EDA
en la recertificación, la movilidad intra e intergeneracional educacional y
ocupacional.
Algunos de los resultados obtenidos se presentan a continuación:
Del total de participantes, el 84% ha mejorado su economía desde que está en
Oportunidades.
El 50% de los hogares tienen ingresos inferiores a los $2,000.00.
Para el 35.5% el trabajo responsable es el factor más importante para obtener éxito
económico en la vida.
El 62% de la muestra sabe leer y escribir y el 54% no llegó a cuarto grado de
primaria.
El 25.2% tiene alguna enfermedad crónica o degenerativa.
El 10.2% de las parejas o cónyuges de los titulares sufre alcoholismo.
Un 38.6% de los beneficiarios de Oportunidades, se siente completamente
satisfecho con su vida.
En las comparaciones por sexo, en 34 de ellas, se encontraron diferencias
significativas y son los hombres quienes muestran mayores puntajes promedio en la
mayoría de las escalas, con excepción de las variables religiosidad, estilo de
afrontamiento pasivo reflexivo, estrés, impulsividad-frustración como estilo de
resolución de problemas, depresión, ansiedad, desajuste social, relaciones
familiares conflictivas, estilos de aprendizaje activo y reflexivo.
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Por tipo de localidad (rural-urbano) en 16 comparaciones se obtuvieron diferencias
significativas, los mayores puntajes de los promedios que se aprecian en el área
rural son: religiosidad, religiosidad negativa, estrés, impulsividad-frustración como
estilo de resolución de problemas, estilo parental autoritativo, relaciones familiares
de calidez y apoyo, estilo efectivo de enseñanza, apoyo familiar e identidad social.
Cuando se compara por escolaridad (baja-alta y sin y con escolaridad) los puntajes
promedio más altos en las variables relacionadas con fortalezas individuales,
familiares y sociales, se observaron en las personas con mayor escolaridad,
mientras que los que menor escolaridad tienen puntajes más altos en religiosidad,
religiosidad negativa, estilo de afrontamiento evasivo-autoinculpación y de
impulsividad-frustración, estrés, evasivo, depresión, ansiedad y desajuste social. Así
mismo, las relaciones familiares son más conflictivas, los estilos de paternidad
varían entre autoritarios y permisivos y perciben menor apoyo social y familiar
aunque más identidad social.
Cuando el análisis se hace por ingreso (bajo-alto), hay diferencias estadísticamente
significativas en la mayoría de las variables, observándose los puntajes más
favorables en el grupo de ingreso más alto. Algunas de las variables son
inteligencia, fortaleza individual, sentido del humor, autoestima y motivación al logro.
En general, han tenido una experiencia escolar más positiva y perciben más apoyo
social y familiar. Los del grupo de menor ingreso perciben sus relaciones familiares
más conflictivas y sus estilos de paternidad son más permisivos en comparación
con lo reportado por el grupo de ingresos más altos.
La escolaridad de los padres influye en la escolaridad de los hijos y la ocupación del
padre influye en la ocupación del hijo. Sin embargo, hay mayor movilidad
educacional que ocupacional.
Las generaciones más jóvenes tienen mayor escolaridad, sin importar el género.
Hay mayor movilidad intergeneracional que intrageneracional. En la comparación
intrageneracional la falta de movilidad positiva es generalizada, mientras que en la
comparación intergeneracional los rubros de mayor movilidad positiva son en las
condiciones de vivienda, la educación y la percepción subjetiva de riqueza. La
movilidad negativa es inusual en ambas comparaciones.
Consistente con la poca movilidad intrageneracional, la predicción de movilidad en
el paso a EDA es muy baja. Mayor inteligencia, mayor apoyo social y un estado de
salud peor o igual al que se tenía al ingresar a Oportunidades, menor religiosidad
negativa, más estilo parental autoritativo y menos estilo parental permisivo en la
familia de origen aumentan la probabilidad de pasar a EDA. La relación entre el
estado de salud y el paso a EDA puede deberse a que los de mayor edad son los
que tienen peor estado de salud y, al mismo tiempo, son los que tienen mayor
probabilidad de pasar a EDA.
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Mayor movilidad educativa está determinada por mayor escolaridad de los
progenitores, mayor capacidad intelectual del entrevistado, menos estilo parental
permisivo y menos relaciones conflictivas en la familia de origen, el tener una
persona que funja como tutor, tener menor edad, que la localidad donde se cursó la
primaria no sea rural y tener mayor competencia social escolar.
Mayor ingreso familiar está determinado en los cónyuges por mayor escolaridad,
mayor cantidad de personas que dependen del hogar, mayor locus de control
interno, mayor apoyo de amistades, la presencia de un tutor en la infancia y de una
situación que mejoró la localidad.
Mayor desajuste social está asociado a mayor edad, mayor estrés y ansiedad,
mayor religiosidad, mayor enfermedad en el hogar y mayor estilo parental permisivo
en la familia de origen, menor resistencia al estrés, menor satisfacción con la vida y
menor apoyo familiar.
Mayor resiliencia está asociada con mayor capacidad cognitiva, mayor autoestima,
mayor optimismo, mayor sentido del humor, mayor religiosidad, más afrontamiento
directo y de búsqueda de apoyo, más estilo parental autoritativo y relaciones
familiares de calidez y apoyo en la familia de origen, más apoyo social y familiar,
menor edad, menos estrés, menos impulsividad y frustración como estilo de
resolución de problemas y menos desajuste social.
Las variables psicológicas y sociales evaluadas en la presente investigación
permitieron predecir algunas variables relacionadas con la movilidad social como la
escolaridad y el ingreso, pero no permiten predecir la movilidad social de los
hogares cuando se utiliza el Sistema Único de Puntajes (SUP) o lo hicieron de
manera muy modesta. De ahí que si bien el puntaje SUP puede ser adecuado para
tener información que permita incorporar a los hogares al programa Oportunidades,
no se recomienda su uso para evaluar la movilidad social.
El apoyo familiar y social influye de manera directa sobre las condiciones de vida;
cuando los beneficiarios tienen más apoyo social y familiar, es más probable que
tengan mejores condiciones en sus viviendas. Tanto el apoyo social como la
fortaleza personal covarían inversamente con el afecto negativo y tienen un impacto
indirecto sobre ingreso. A su vez, el afecto negativo (ansiedad, depresión, estrés y
desajuste social); tiene un efecto directo y negativo sobre el ingreso. Así mismo,
otras variables que tienen un efecto directo sobre el ingreso y estas son mayor
escolaridad, mayor número de personas que dependen del ingreso familiar y menor
grado de marginación de la zona en la que viven. Las variables que tienen un efecto
directo sobre las condiciones de la vivienda son, el número de hermanos mayores,
tener menor edad cuando se independizó de la familia de origen, y el propio ingreso
familiar.
En el modelo obtenido para explicar la escolaridad de los beneficiarios de
Oportunidades, la escolaridad de los padres tiene un efecto tanto directo como
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indirecto. Asimismo, la escolaridad de los padres tiene un efecto sobre otras
variables escolares importantes del beneficiario como el número de horas
semanales que dedicaba a hacer tareas, el número de veces que abandonó la
escuela y el nivel de inteligencia. Las variables del contexto escolar (competencia
social escolar, la satisfacción con la escuela, el estilo de enseñanza eficaz de los
profesores y una buena relación con éstos) tienen un efecto positivo en la
escolaridad, aunque indirecto, ya que tienen un impacto directo sobre las horas
semanales dedicadas a las tareas y esta variable a su vez, influye en el nivel de
escolaridad alcanzado. Finalmente las relaciones familiares positivas y estilos de
crianza autoritativos tienen un impacto negativo sobre el abandono escolar, lo que a
su vez contribuye en la explicación del nivel de escolaridad alcanzado por los
beneficiarios.
En el caso de la movilidad educativa las relaciones familiares positivas y estilos de
crianza autoritativos tienen un impacto directo sobre la movilidad educativa.
Asimismo, las variables del contexto escolar (la competencia social escolar, la
relación con los profesores, el estilo eficaz de enseñanza y la satisfacción con la
escuela) y la inteligencia favorecen también la movilidad educativa. A su vez, la
experiencia escolar y la inteligencia tienen un impacto positivo sobre el número de
horas semanales dedicadas a las tareas y esta última variable, así como las
referidas a la cantidad de hermanos mayores (más hermanos), el tipo de localidad
en donde se encontraba la primaria en la que estudió (no rural) y el número de
veces que abandonó la escuela (menos veces) tienen efectos directos sobre la
movilidad educativa. Finalmente, también se observa menos el abandono escolar
cuando las relaciones familiares son positivas.
En cuanto al desajuste social, las relaciones familiares tienen un efecto sobre la
percepción de desajuste o malestar, en particular el conflicto familiar y los estilos de
paternidad permisivos. La fortaleza personal disminuye las probabilidades de
experimentar desajuste social mientras que el afecto negativo (estrés, ansiedad y
depresión) lo incrementa. A su vez, el afecto negativo se ve impactado por variables
como la religiosidad negativa, el afrontamiento evitativo, la enfermedad, mayor edad
de los beneficiarios y en sentido inverso por el bienestar subjetivo.
Las variables explicativas del bienestar son similares a las que explican el desajuste
o malestar psicológico, concretamente el apoyo social, la fortaleza personal y el
afecto negativo, aunque su impacto es a la inversa.
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