Grupo 3 Sociología de la Familia Gerardo Meil Landwerlin Autónoma de Madrid)

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Grupo 3 Sociología de la Familia
Coordina: Gerardo Meil Landwerlin (Universidad
Autónoma de Madrid)
TITULO: LA SEGUNDA TRANSICIÓN DEMOGRÁFICA. CAMBIO SOCIAL,
FAMILIA Y REDUCCIÓN DE LA FECUNDIDAD EN ESPAÑA.
Remedios Martínez Verdú
Profesora de la Universidad de Alicante
Departamento de Sociología II
Abstract/ resumen
A lo largo del pasado siglo XX la sociedad española experimentó un intenso
proceso de modernización demográfica en el que la mortalidad y la fecundidad
se redujeron de forma espectacular como consecuencia de la transición
demográfica. La reciente caída de la fecundidad en España se inscribe en una
crisis económica que esta afectando a todos los países europeos, el índice de
fecundidad español ocupa uno de los últimos lugares de la Unión Europea, a
pesar de la inmigración que se ha dado en España. Debido a las políticas de
apoyo a la familia y a la natalidad que se llevan a cabo en Francia y Reino
Unido, son países que han alcanzado el nivel de reemplazo generacional.
Cinco palabras clave (crisis económica/ familia/ fecundidad/ transición demográfica/
revolución reproductiva).
1.Familia y primera transición demográfica
La teoría de la transición demográfica empezó siendo una descripción del
proceso que experimenta la población europea desde mediados del siglo XVIII.
De esta manera, describía el paso desde una situación de alta natalidad y
mortalidad a otra caracterizada por bajas tasas de natalidad y mortalidad. En ese
periodo de transición se produce un gran incremento de la población, de tal
forma que, permite que esta se duplique en muy poco tiempo. La causa de esta
explosión poblacional se debe a un descenso brusco de la mortalidad mientras
que la natalidad, que en un primer momento se mantuvo, posteriormente
descenderá hasta colocarse en niveles parecidos a los de la mortalidad. En el
gráfico 1 se puede ver claramente.
Gráfico 1. Esquema histórico de la transición demográfica
Fuente: J. Pérez Díaz, Malthus y la Revolución Reproductiva
La teoría ha recibido numerosas críticas, así las investigaciones
realizadas en el campo de la historia de la población nos revelan que algunas de
las regularidades que la teoría da por buenas, no lo son tanto. Los conocimientos
que tenemos en la actualidad sobre las poblaciones preindustriales no se
corresponden con los de la versión de la teoría. La diferencia más importante
estriba en el nivel de natalidad, que sobre todo en Europa Occidental, era más
bajo de lo que se pensaba.
Había grandes diversidades entre países y regiones, desde el
Renacimiento en la Europa del Oeste se pone en práctica un modelo de
matrimonio nuevo que no tiene equivalente histórico conocido. Estas pautas de
nupcialidad tan peculiares fueron descubiertas por John Hajnal y se las conoce
como “European marriage pattern” o lo que es lo mismo “modelo europeo de
matrimonio”. Dicho modelo consistiría en un matrimonio tardío y restringido a
una parte de la población, siendo el porcentaje de célibes superior en la mayoría
de los casos al 10%. Las pautas de nupcialidad en Europa Oriental eran muy
distintas: matrimonio temprano y casi universal. Así, Hajnal realizó la división
entre las dos Europas diseñando una línea imaginaria que iba de Leningrado a
Trieste, siendo esta tesis corroborada por las investigaciones de Princeton.
1. La segunda transición demográfica y cambios familiares
En la primera transición se produjo un reforzamiento de la familia como
institución. A principios de los años 60, historiadores y sociólogos de la familia
pensaban que la familia nuclear era el modelo dominante en los países
industrializados, pero a mitad de la década, y sobre todo en los años 70, se
producen grandes cambios en las estructuras familiares de los países más
avanzados.
En 1986, en una revista de sociología holandesa “Mens en
Maatschappij”, D.J. Van de Kaa y R. Lesthaeghe, en una edición especial
titulada “Población, crecimiento y descenso”, analizan la posibilidad de que nos
encontremos en una Segunda Transición Demográfica en Europa. Dicha
transición se produciría a mitad de los años 60, siendo de naturaleza cuantitativa
basándose en dos tipos de cambios: aparición de nuevas formas familiares y
disminución aún más a la baja de las tasas de fecundidad y mortalidad.
Esta transición está marcada por un cambio de valores completo, que
favorecen la autorrealización de los individuos liberándoles de la obligación de
mantener viejas familias o crear nuevas. Además, esto coincidió con y se vio
favorecido por la rápida generalización del uso de nuevas medidas
anticonceptivas en los años 60, por lo que parece ser que en esta sociedad se
mantienen más relaciones sexuales pero se tienen menos hijos. La baja
fecundidad, la estructura familiar antitradicional, los comportamientos sexuales
liberales con una elevada ilegitimidad y cohabitación, se generalizarán por todo
el mundo Occidental, según todos los indicios.
La familia nuclear, es decir, una pareja casada que puede tener niños o no
a su cargo, se difundió mucho con el proceso de modernización. Sin embargo,
una de las principales características de esta Segunda Transición Demográfica
será el paso de una familia nuclear a la aparición de nuevas formas familiares.
Además, ha sufrido importantes cambios: por una parte, han aumentado las
familias sin niños, y por otra, se ha reducido el tamaño medio de las mismas.
Aunque desde una perspectiva histórica, la familia nuclear no ha sido más que
un fenómeno temporal durante los dos primeros tercios del siglo XX.
Otras
características
importantes
de
esta
Segunda
Transición
Demográfica son la disminución aún más de la natalidad y mortalidad y la
elevación de las tasas de divorcio. Así, en la década de los 50 y la primera mitad
de los 60, en la mayor parte de los países desarrollados las tasas de divorcio eran
estables. Más tarde, las tasas se elevaron de manera considerable.
Los matrimonios son más tardíos, más laicos y menos duraderos. Cada
vez son menos aunque hayan aumentado las segundas y hasta las terceras
nupcias y exista una evolución hacia otras formas de convivencia. La caída de la
nupcialidad viene produciéndose desde el año 2005, con una intensificación
ligera en 2008 y una caída aún más fuerte en 2009. Como vemos, casarse en
tiempos de crisis no es fácil ante incertidumbres del mercado de trabajo y
dificultades para acceder a una vivienda. Sin embargo, la crisis no hace sino
intensificar un descenso que ya se había producido con anterioridad, como se
observa en el gráfico 2.
Gráfico 2. Matrimonios anuales y Tasa Bruta de Nupcialidad
Fuente: INE
En el año 2009 se celebraron 175.952 matrimonios, un 10,8% menos que
en el año anterior. Como consecuencia de esta disminución, la tasa bruta de
nupcialidad se redujo hasta 3,83 por cada mil habitantes.
La tasa bruta de nupcialidad se redujo hasta 3,57 matrimonios por cada
mil habitantes en el periodo que va de julio de 2010 a junio de 2011, frente a
3,66 del año 2010.
Un total de 69.864 parejas contrajeron matrimonio durante el primer
semestre de 2011, lo que supuso un descenso del 5,7% respecto al mismo
periodo de 2010.
En relación a esto observemos el gráfico 3.
Gráfico 3. Matrimonios anuales y Tasa Bruta de Nupcialidad (19862010)
Fuente: INE
El número de matrimonios, como hemos señalado antes, va en
disminución, como se puede ver claramente en el gráfico 4.
Gráfico 4. Evolución del número de matrimonios 2004-2012
Fuente: INE
Por último, otra característica esencial es el aumento de nuevas formas
familiares como la cohabitación, hogares unipersonales, familias recompuestas o
reconstituidas, familias homosexuales (con la aprobación en 2005 de las bodas
entre personas del mismo sexo), L.A.T., matrimonios de fin de semana, y desde
luego, la monoparentalidad encabezada principalmente por la madre con uno o
dos hijos a su cargo y portadora de un importante grado de pobreza.
2. Crisis económica y fecundidad en España en la actualidad: reducción de la
natalidad
Con el fin de la Guerra Civil, España (al contrario que otros países) no
recuperó la natalidad: la dictadura y su aislamiento internacional llevaron a dos
décadas de miseria y pocos nacimientos.
Más tarde llegó el baby boom donde los nacimientos batieron récords
antes de iniciar un acusado descenso a partir de 1975.
Sin embargo, desde mediados de los 70, la fecundidad y la natalidad
españolas no cesan de bajar hasta finales del siglo pasado, donde se produce la
recuperación.
Desde el año 1981 no hubo reemplazo generacional (es decir, un índice
de 2.1 hijos por mujer).
El comienzo de esta crisis se sitúa en el año 2008 con la quiebra
en septiembre de Lehman Brothers, cuarto banco de inversión de Estados
Unidos tras 158 años de actividad.
Ya en el año 2008 comenzó a destruirse empleo con increíble rapidez,
sobre todo en España. Las tasas de empleo cayeron, las tasas de paro
aumentaron y la tasa de crecimiento del PIB real se redujo.
Hasta el año 2008 las cifras fueron aumentando, contribuyendo en este
crecimiento las madres españolas, pero sobre todo, las extranjeras cuya
participación en el total de nacimientos ha ido en aumento hasta el año 2008. De
esta manera, la tasa de natalidad aumentó considerablemente durante los tres
años del boom antes de la crisis, excepto en el caso de Alemania que nunca ha
experimentado un aumento.
La natalidad se frenó en España en el año 2009 tras un periodo de
continuo incremento durante los 10 años anteriores. De esta manera, se produjo
un descenso de los nacimientos tras una década de natalidad que alcanzó su cifra
record en el año anterior probablemente por la influencia del “cheque bebe”. En
concreto, el número de nacimientos descendió un 5,0% y la tasa de natalidad
bajó hasta los 10,73 nacidos por cada mil habitantes.
De hecho, el Indicador Coyuntural de la Fecundidad (o número medio de
hijos por mujer) disminuyó hasta el 1,40, desde el 1,46 registrado en 2008. Esta
menor fecundidad se observó en 2009 tanto entre las mujeres de nacionalidad
española (cuyo indicador bajó de 1.38 a 1.33), como entre las extranjeras (de
1.81 a 1.69).
La natalidad prosigue en 2010 y los primeros meses de 2011 el descenso
iniciado en 2009. Así, en 2010 nacieron 485.252 niños, un 1,7% menos que en el
año anterior. Durante el primer semestre de 2011 hubo 230.537 nacimientos, un
1,1% menos que en el mismo periodo de 2010. En total, durante el año 2011
nacieron en España 470.553 niños, un 3,0% menos que en el año anterior y un
9,2% menos que en 2008, cuando el número de nacimientos alcanzó su máximo
en 25 años. Todo esto se puede observar en el gráfico 5.
Gráfico 5. Evolución de la natalidad en España (1975-2011)
Fuente: INE
El descenso de los nacimientos se produce por el efecto combinado de un
menor número de mujeres en edad fértil y de una menor fecundidad.
Así, el Indicador Coyuntural de Fecundidad (o número medio de hijos
por mujer) se redujo en 2011 hasta 1,36, frente al ligero descenso registrado en
2010 (1,38) respecto a 2009 (1,39). Con ello, la tasa bruta de natalidad se situó
en 2011 en 10.2 nacidos por cada 1.000 habitantes, por debajo del 10,5 de 2010
y ya lejos de los 11,4 de 2008. Todo esto se puede ver en la tabla 1.
Tabla 1. Principales indicadores de natalidad y fecundidad
Fuente: INE
El número de nacimientos se reduce un 3% en España en 2011, la
tendencia a la baja se repite en el primer semestre del 2012, según el INE, en el
que se han registrado un total de 223.853 nacimientos, lo que representa una
disminución del 2,7 % respecto del mismo periodo de 2011. España pierde
población por primera vez desde 1981. En concreto, a lo largo de 2011, nacieron
en España un total de 470.553 niños, lo que supone un 3,0% menos que en el
año anterior y un 9,2% menos que en 2008.
Por su parte, la edad media a la maternidad continúa ascendiendo y
alcanza ya los 31,3 años en el periodo que va de julio de 2010 a junio de 2011.
Se eleva hasta 31.5 años en el 2011 y primer semestre de 2012, como vemos en
el gráfico 6.
Gráfico 6. Indicador Coyuntural de Fecundidad y Edad Media a la Maternidad
Fuente: INE
La menor fecundidad se observó tanto entre las mujeres españolas como
entre las extranjeras. El número medio de hijos por mujer española descendió en
2011 hasta 1,32, frente al 1,33 de 2010. En el caso de las extranjeras, este
indicador se redujo con mayor intensidad, cifrándose en 1,55 frente al 1,64
observado en 2010 (ver Tabla 2). También ha disminuido el porcentaje de
nacimientos de madre extranjera, pasando del 20.4% que representaron en 2010
al 19,1% en 2011. Durante los primeros seis meses de 2012 el porcentaje volvió
a bajar, hasta el 18.7%.
Tabla 2. Número medio de hijos por mujer según la nacionalidad de la madre
Fuente: INE
En cuanto a la edad media a la maternidad continuó ascendiendo y
superó los 31,5 años (32,1 entre las españolas y 29,0 en extranjeras). Ver tabla 3.
Tabla 3. Edad Media a la Maternidad según nacionalidad de la madre
Fuente: INE
Los nacimientos de madre de nacionalidad extranjera residentes en
España en el primer semestre de 2011 fueron 43.942 (el 19,1% del total de
nacimientos), cifra inferior a los 47.084 del mismo periodo de 2010 (el 20,2%
del total).
Según datos del Instituto de Demografía de Viena, la tasa de fecundidad
ha descendido notablemente en 15 países de la UE entre 2008 y 2011. La crisis
golpea la natalidad, sobre todo, en los países del sur. Así, las naciones donde la
natalidad ha caído en picado en los últimos tiempos han sido las que han tenido
que ser rescatadas por el Banco Central Europeo, es decir, los países más
afectados por la crisis: Grecia (1,43 hijos por mujer), Portugal (1,35), Irlanda
(2,05) y España (1,36). Países con tasas de fecundidad muy por debajo del
umbral mínimo de 2,1 hijos por mujer. De este descenso de la natalidad queda
excluida Francia, ya que a pesar de la crisis su tasa ha subido de 1,8 a 2 hijos en
diez años, debido a una política familiar incentivadora. Esto se puede observar
en el gráfico 7.
Gráfico 7. Evolución de las tasas de fecundidad. Bajada de la natalidad en el
sur de Europa.
Fuente: Instituto Demográfico de Viena.
España, caso emblemático con el más alto desempleo de toda Europa
(26%), experimentó una disminución del número de nacimientos en el año 2009,
un año después de que empezara a deteriorarse el mercado de trabajo. Así, su
tasa de fertilidad pasó de 1.23 en 2000, a 1.46 en 2008 para finalmente caer a
1.36 en 2011.
Todo cambió con la crisis económica, sus efectos sobre la economía, y
sobre el mercado laboral están siendo devastadores, viéndose especialmente
afectados dos mercados (el de trabajo y el de la vivienda). La crisis económica
ha provocado un notable descenso de la natalidad. Así, las malas perspectivas
laborales, la disminución de los sueldos, la incertidumbre sobre el futuro, el
endeudamiento de las familias y las dificultades en el mercado de la vivienda
han provocado que las mujeres se planteen tener menos hijos y retrasen el
primer embarazo hasta los 30 años.
Según los datos europeos, existe una clara relación entre el aumento del
desempleo y la disminución de los nacimientos.
Una parte de la nueva caída la natalidad hay que atribuirla a la crisis, sin
embargo, hay que recordar la existencia de otros motivos de naturaleza
extraeconómica que también influyeron como la reducción de la inmigración.
El descenso de las tasas de fecundidad también ha contribuido a ello
puesto que hubo una época en que las mujeres tenían más de tres hijos, después
en 1980 se pasó a la baja, recuperándose recientemente en 2008 a 1.46 y
finalmente, tras 10 años de subida, volviendo a bajar en 2009 a 1.40.
Parece ser que las madres, tanto españolas como extranjeras, han
decidido tener menos hijos. La pregunta sería si lo han decidido para siempre o
si esa caída de la fecundidad es temporal debido a la crisis
De hecho, muchas mujeres han decidido retrasar la concepción de su
primer o nuevo hijo retrasando el calendario pero no renunciando de manera
definitiva a tener descendencia. En su día, sin embargo, esto se adelantó con el
efecto del llamado “cheque bebe”, ya que muchas mujeres que aún no habían
decidido convertirse en madres se animaron para poder beneficiarse de dicha
ayuda que podría ser en un futuro suprimida (como de hecho así ha sucedido).
Es evidente que todas las crisis económicas importantes suponen también
una desaceleración de los flujos migratorios, así, a partir de 2008 el deterioro de
la situación económica y financiera, especialmente el incremento del desempleo,
provocaron una sustancial desaceleración de las entradas netas de inmigrantes.
La inmigración anual fue creciente desde comienzos de milenio hasta la
cifra record de 2007 que supera los 900.000 inmigrantes.
Otra consecuencia de la crisis evidente en el sur de Europa (Portugal,
Grecia y España) es la migración neta negativa. En un primer momento, la
evolución demográfica española se transformó con la llegada de inmigrantes que
relanzaron el crecimiento y recuperaron la natalidad. Así, muchos de ellos
llegaron a España en busca de oportunidades pero se encontraron con la crisis y
el desempleo lo que ha obligado a muchos a volver a sus países y a los que se
quedan pensarse mucho la idea de tener un hijo.
Así, tras el estallido de la crisis económica y financiera mundial, los
flujos migratorios empezaron a ralentizarse, intensificándose dicha moderación a
partir de 2009 (ver gráfico 9). Como consecuencia del continuado deterioro
económico y del fuerte crecimiento del desempleo, las entradas netas de
emigrantes se tornaron negativas en 2011. Tanto los elevados flujos migratorios
experimentados hasta el comienzo de la crisis como su posterior desaceleración
y cambio de signo a partir de 2011 tienen importantes efectos sobre el mercado
laboral español, al concentrarse la inmigración en los segmentos de población en
edad de trabajar.
Gráfico 8. Población extranjera en España
Fuente: Eurostat 2012
Además, la crisis también está haciendo que cada vez sean más españoles
los que salgan al extranjero (de hecho, la propensión actual a emigrar al
extranjero nos llevaría a que 5.2 millones de personas abandonarían España en
los próximos 10 años) y menos retornos de españoles hacia España.
El saldo migratorio sería negativo en el año 2012 en 179.059 personas
(ya fue negativo en 2011, en 50.090). Véase tabla 4.
Tabla 4. Crecimiento migratorio
Fuente: Proyección de Población a Largo Plazo
Otra consecuencia importante de la crisis ha sido una disminución del
ritmo de crecimiento sostenido desde finales de los años 90. En conjunto, la
población aumentó entre 2001 y 2008 a un ritmo anual medio de casi 760.000
personas. Sin embargo, la disminución realmente importante tuvo lugar entre
2009 y 2010 con sólo un crecimiento de 200.000 personas.
Además, se trata de algo general: todas las comunidades han
desacelerado su crecimiento.
Con la crisis, además de menos uniones también hay menos separaciones
o divorcios. En 2007 se produce una caída de ambas.
La aprobación del divorcio exprés en 2005 supuso un cambio
significativo ya que se acortan los plazos para alcanzarlo. Dichas facilidades
hicieron que los divorcios crecieran entre 2005-2008 superando a las
separaciones. Sin embargo, la crisis lo único que hace es intensificar a la baja
una evolución negativa que ya se estaba produciendo, tanto en las separaciones
como en los divorcios. Así, hasta 2006 la cifra es alta pero luego debido a la
crisis (con las connotaciones económicas que toda separación o divorcio
conllevan como pago de pensiones, vivienda, etc.) va descendiendo como se
observa en el gráfico 9.
Gráfico 9. Disoluciones matrimoniales 2000-2010
Fuente: INE
3. Cambio social y revolución reproductiva
Es evidente el continuo proceso de envejecimiento al que se enfrenta
nuestra estructura demográfica, acelerado por el descenso de la natalidad y los
saldos migratorios negativos. Se produce un sobreenvejecimiento, es decir, cada
vez es mayor el número de personas que alcanza edades muy avanzadas. Los
problemas de salud tienen una relación directa con la edad, por ello el
envejecimiento demográfico causa el aumento de los mismos. España es un país
muy apoyado en la solidaridad familiar, tanto que el cuidado de los dependientes
tuvo que ser abordado como asunto de Estado con la creación en 2006 de la Ley
de Dependencia.
La consecuencia de esta tendencia demográfica será que habrá más
jubilados y menos cotizantes a la Seguridad Social, lo que convertirá en inviable
el sistema de pensiones. De esta manera, se reducirá el porcentaje de población
activa y aumentará el de población pasiva. Además, el progresivo
envejecimiento de la población aumentará la demanda sanitaria, cuyos gastos
también aumentarán insosteniblemente. De hecho, el Instituto vienés estima que
para el año 2050 la población mayor de 65 años representará un tercio de la
población, frente al 18% actual. En 2052, el 37% de la población total de España
sería mayor de 64 años, es decir, se incrementaría en 7,2 millones de personas.
Entre 1975 y 2010 ha pasado del 10 al 17% y como vemos seguirá
incrementándose en las próximas décadas (véase gráfico 10).
Gráfico 10. Población de España entre 1900 y 2010 (distribuida por grupos de
edad).
Fuente: J. Pérez Díaz, El envejecimiento de la población española
El envejecimiento de la población tendrá dos consecuencias principales:
feminización debido a la diferencia de mortalidad entre hombres y mujeres;
sobreenvejecimiento y mayor dependencia. Así, si las tendencias y
comportamientos demográficos actuales se mantienen en un futuro, en 2022 la
tasa de dependencia se elevará hasta el 58%. En 40 años, dicha tasa de
dependencia se elevaría casi al 100%, es decir, que por cada persona en edad de
trabajar habría otra que ya no estaría en edad de hacerlo.
La esperanza de vida al nacer no ha parado de crecer durante todo el
siglo si se exceptúa la población afectada por la gripe de 1918 y los varones
implicados en la Guerra Civil de 1936-39.
España parece un caso extremo de rápido envejecimiento demográfico,
pero es que todo su proceso modernizador es igualmente extremo. A principios
del siglo XX, la esperanza de vida no llegaba a los 35 años, sin embargo, un
siglo después con más de 80 años se sitúa entre las más altas del mundo. Así,
según las Proyecciones de Población a Largo Plazo, en el año 2051 alcanzaría
los 86.9 años en los varones y los 90.7 en las mujeres, como se puede ver en la
tabla 5.
Tabla 5. Indicadores de mortalidad
Fuente: 2001-2011, Indicadores Demográficos Básicos. 2012, 2051, Proyección
de Población a Largo Plazo.
La esperanza de vida al nacimiento alcanzó, en 2010, los 78,9 años en los
varones y los 84.9 en las mujeres, lo que supuso 0,4 y 0,3 años más,
respectivamente, que en 2009. En el año 2011, la esperanza de vida alcanzó los
79.2 años en los varones y 85.0 en mujeres, lo que supuso 0,21 y 0,06 años más,
respectivamente, que en 2010 (ver tabla 6).
Tabla 6. Esperanza de vida de la población en España
Fuente: INE
De acuerdo a las condiciones de mortalidad del momento, una persona
que alcance los 65 años esperaría vivir, de media, 18.5 años más, si es hombre, y
22.4 más, si es mujer.
“En suma, el envejecimiento demográfico, visto desde la óptica de la
revolución reproductiva, no es más que el resultado de una menor manera de
mantener las poblaciones humanas, mucho más eficiente en el rendimiento
obtenido de cada nueva vida traída al mundo” (Pérez Díaz, 2005:11).
Las tendencias demográficas actuales llevarían a España a perder una
décima parte de su población en 40 años (morirían en España en los próximos
40 años unos 17.9 millones de personas, un 34% más que en los últimos 40), ya
que una estructura demográfica cada vez más envejecida produciría un continuo
crecimiento del número anual de defunciones (ver gráfico 11 y tabla 7).
Gráfico11. Crecimiento natural de la población de España
Fuente: 2002-2011, Estadísticas del Movimiento Natural de la Población. 20122051, Proyección de Población a Largo Plazo.
Tabla 7. Crecimiento natural de la población de España
Fuente: Proyección de Población a Largo Plazo.
El crecimiento vegetativo de la población (es decir, la diferencia entre
nacimientos y defunciones) se redujo hasta 84.536 personas en el año 2011. Esta
cifra supuso un 19,5% menos que en el año 2010 y un 37,1% menos que en
2008 (ver tabla 8 y gráfico 12).
Tabla 8. Crecimiento vegetativo de la población en España
Fuente: INE
Gráfico 12. Crecimiento vegetativo de la población de España
Fuente: INE
Frente al concepto de transición demográfica, que describe sólo el
cambio sin explicar sus causas, varios autores han propuesto la teoría de la
revolución reproductiva. “La teoría de la revolución reproductiva aplica a las
poblaciones humanas la teoría general de sistemas. Estas pasan a considerarse
sistemas poblacionales, que necesitan alimentarse de nacimientos y de
inmigración para mantener la población. Se describen las poblaciones en
términos de eficiencia reproductiva, es decir, la relación entre los resultados que
consigue y los elementos de producción que requiere” (Pérez Díaz, 2010).
España se halla inmersa en una revolución reproductiva que está
cambiando la forma de la pirámide poblacional. Importante en ella es el papel de
la mujer, principal beneficiaria sobrecargada en el pasado por la elevada
fecundidad que exigía el reemplazo generacional.
La humanidad está experimentando una revolución reproductiva que le
permite, por primera vez en la historia, disminuir la fecundidad (número de hijos
por mujer). Se trata de un cambio brusco aún en curso y sin precedentes en las
civilizaciones anteriores. Sus consecuencias políticas, económicas y sociales son
enormes.
Pérez Díaz y Maciness han profundizado en la última década la “teoría
de la revolución reproductiva”, comprendiendo las consecuencias positivas de la
actual dinámica demográfica. Así, en vez de considerar un problema las
tendencias de envejecimiento y disminución de la natalidad, estos autores
señalan sus aspectos positivos.
Lo que ha ocurrido es que la producción de vidas humanas también ha
mejorado de manera importante, así con menos dedicación (nacimientos y
esfuerzo reproductivo) es posible una mayor producción (mayores poblaciones).
Otro concepto fundamental de la teoría de la revolución reproductiva es
el conocido como la madurez de las masas. Así, la supervivencia mayoritaria
hasta los cincuenta años, es decir, hasta la madurez, etapa en la que ya se han
tenido hijos y se les ha podido criar.
“Del mismo modo que sucedió con la revolución agraria, con la
industrial, y con la de la información, la revolución reproductiva está llamada a
ser el origen de profundas transformaciones, pero en este caso, su espacio
originario no será, como en las otras ocasiones, el ámbito productivo exterior al
domicilio, sino que el foco a partir del cual se irradia un incontenible cambio
social es el propio espacio doméstico y convivencial. Este es el que resulta
afectado en mayor medida por la decisiva disminución del tiempo vital dedicado
a la reproducción familiar” (Garrido, 1996:206).
Otro de los principales efectos de la eficiencia conseguida, al haber
dejado de ser necesarias las elevadas fecundidades del pasado, es que la mujer
ha quedado liberada en gran medida de su sujeción ancestral a los roles
exclusivamente reproductivos. También el aligeramiento de la “carga
reproductiva” implica beneficios no sólo para las mujeres sino para sus propios
hijos. Familias menos numerosas permiten una crianza con mayor dedicación
por hijo, así, los niños reciben cada vez más atención, recursos y formación.
Así, los recién nacidos tienen por delante una vida mucho más larga que
la de sus antepasados. Las nuevas generaciones, mejor cuidadas y atendidas,
vivirán más años.
En los inicios del siglo XX cuando ya comenzó a vislumbrarse en los
países más desarrollados obtuvo una reacción de alarma y de rechazo. Así, el
descenso de la fecundidad se identificó con la decadencia de Occidente.
4. Conclusiones
Resulta evidente que la crisis ha tenido importantes consecuencias
demográficas, aunque en determinados casos no son tan solo factores
exclusivamente económicos sino que se añaden otros de naturaleza demográfica.
De hecho, todas las variables importantes (natalidad, fecundidad,
mortalidad, inmigración…) han sufrido cambios. Sin embargo, la incógnita es
saber cuánto tiempo van a durar dichas nuevas situaciones descritas, y si alejada
la crisis, las aguas volverán a su cauce.
En cuanto a las causas de este retroceso de la población encontramos el
balance entre nacimientos y defunciones, pero también las migraciones (entre
los que llegan y los que se van). De hecho, la crisis está afectando de manera
importante a estas últimas.
En los próximos años España continuaría registrando un paulatino
descenso de la natalidad, así en los próximos 40 años nacerían 14,6 millones de
niños (un 24% menos que en los últimos 40 años). La edad media a la
maternidad también seguirá su tendencia ascendente hasta alcanzar los 31.5 años
en 2051 (ver tabla 9).
Tabla 9. Indicadores de fecundidad
Fuente: 2001-2011, Indicadores Demográficos Básicos. 2012-2051, Proyección
de Población a Largo Plazo.
En cuanto a los hijos de las extranjeras no sabemos si seguirán cayendo
en un futuro o volverán a crecer. Evidentemente todo dependerá también de
cómo vaya la crisis.
Muchos demógrafos han dado ya la voz de alarma señalando que si no se
produce un cambio España podría perder más del 10% de su población en las
próximas cuatro décadas. Así, en el año 2022 España contaría con 45.1 millones
de habitantes (un 2,5% menos que en 2012) y en 2025 con 41.6 millones (un
10,0% menos que en la actualidad). Ver Tabla 10.
Tabla 10. Crecimiento de la población de España
Fuente: Proyección de Población a Largo Plazo.
Gracias a estas proyecciones de población del INE, que difunde
anualmente a corto plazo para un período de diez años (las presentadas en
noviembre de 2012 alcanzan hasta 2022) y de largo plazo (hasta 2052 en su
última actualización también de noviembre de 2012) podemos vislumbrar cómo
serán las cosas, si todo sigue por el mismo camino. Por su parte, EUROSTAT
también emite cada tres años sus proyecciones a largo plazo, que abarcan 50
años.
5. Bibliografía
EUROSTAT disponible en http://epp.eurostat.ec.europa.eu/
Garrido Medina, L. (1996) “La revolución reproductiva” en Castaños, C.
Palacios, S. (ed.) Salud, dinero y amor. Cómo viven las mujeres españolas de
hoy, Madrid, Editorial Alianz, pp. 205-238.
INE (2012), Proyecciones de Población 2012, Madrid, INE.
Instituto demográfico de Viena. http://www.oeaw.ac.at/vid/
Maclness, John y Pérez Díaz, Julio (2008) “La tercera revolución de la
modernidad: la reproductiva” en REIS (Revista española de investigaciones
sociológicas), nº 122. Disponible en https://digital.csic.es/handle/10261/3482
Pérez Díaz, Julio (2005) “Consecuencias sociales del envejecimiento
demográfico” en Papeles de Economía Española, nº 104, pp. 210-226.
Pérez Díaz, Julio (2010) “El envejecimiento de la población española” en
Revista Investigación y Ciencia, nº 410, pp. 34-42.
Pérez Díaz, Julio (2012). Comentarios en su blog Apuntes de
Demografía.
definiciones/
Disponibles
en
la-revolucion-reproductiva/conceptos-y-
Pérez Díaz, Julio, “Malthus y la revolución reproductiva”. Instituto de
Economía, Geografía y Demografía, Centro de Ciencias Humanas y Sociales
(CSIC). Proyecto VI Plan Nacional de I+D+I, 2008-2011.
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