XIV Jornadas Nacionales de Extensión Rural y VI del Mercosur Técnicos en la mira: entre los productores y las políticas de intervención en los sistemas hortícolas del noroeste del periurbano del Área Metropolitana de Buenos Aires. Cynthia Pizarro CONICET-FAUBA-UCC-UNC Argentina Pedro Aboitiz INTA-FAUBA Argentina [email protected] Resumen La horticultura en las áreas periurbanas es un escenario en permanente transformación y ni los técnicos ni los pequeños productores están preparados para esos cambios. En términos generales, diversas innovaciones tecnológicas han generado una sobreoferta de productos y la consiguiente reducción de sus precios en un mercado poco previsible y poco transparente, situación que afecta principalmente a los pequeños productores. Con respecto a los técnicos, la insuficiente formación en horticultura y en desarrollo rural brindada por las carreras universitarias, la desvalorizacion social que tiene esta actividad, así como un mercado laboral precarizado hacen que sus tareas sean realizadas en condiciones adversas. En el Área Metropolitana de Buenos Aires confluyen en la actualidad acciones implementadas por distintas instituciones tendientes a mejorar las prácticas agrícolas en el sector hortícola. Estas intervenciones, si bien brindan a los técnicos oportunidades laborales, los confrontan con múltiples desafíos. En abril de 2008, la firma de un Convenio Marco de Cooperación, Asistencia y Administración entre el INTA, la SAGPyA y algunos municipios del segundo cordón hortícola del AMBA, ha promovido la articulación institucional para mejorar las prácticas agrícolas, a través de la asistencia técnica y de subsidios/créditos para los productores. Los técnicos del programa Cambio Rural son, en estas circunstancias, los encargados del asesoramiento. Así, son los agentes de proyecto y los promotores asesores quienes se enfrentan a la cotidiana situación de relacionarse con los productores. Si bien gradualmente se ha ido incorporando el ideario del desarrollo rural territorial en las instituciones involucradas, junto con la idea de que los técnicos son “facilitadores” y no “transferencistas”, en el trabajo en terreno la “bajada” de estos preceptos no es tan fácil y los técnicos se encuentran, en definitiva, tironeados por las expectativas de los productores y las demandas que, de uno u otro modo, las instituciones les imponen. Esta ponencia dará cuenta de esta situación, haciendo foco en el partido de Escobar. Señalaremos los desafíos que se han presentado y algunas de las estrategias desarrolladas para solucionar estas tensiones. Palabras clave: políticas de intervención – rol del técnico –articulación - horticultura – Partido de Escobar, Provincia de Buenos Aires 1 Transformaciones en la horticultura en el periurbano de la ciudad de Buenos Aires Desde inicios de la década de 1990 el complejo hortícola en Argentina se caracterizó por la casi exclusiva producción en fresco. Según Benencia (1994), la producción hortícola se da en diferentes áreas y sistemas de producción. En primer lugar, están los denominados cinturones verdes, que están conformados por quintas, o huertas de tipo familiar, que rodean a las grandes ciudades. En general, producen variedad de cultivos: verdura de hoja, crucíferas, remolacha y hortalizas de estación para el consumo fresco. En segundo término, están las zonas hortícolas especializadas, que se caracterizan por el uso de mano de obra asalariada y el cultivo de productos primicia o pocos cultivos típicos de las características climáticas en las que se encuentran, para el comercio a larga distancia. Finalmente, existen zonas hortícolas extensivas. En el área metropolitana de la Ciudad de Buenos Aires (AMBA) la producción hortícola tuvo históricamente las características de los cinturones verdes, siendo productora de frescos (lechuga, acelga, espinaca, pimiento, tomate, frutilla) en unidades productivas familiares de tipo intensivo, destinados al mercado interno (Benencia 1994). Según datos del INTA1, el cinturón verde del Gran Buenos Aires comprende 18.000 hectáreas, en los partidos de la provincia de Buenos Aires: La Plata, Florencio Varela, Berazategui, Almirante Brown, Esteban Echeverría, Cañuelas, Lobos, Marcos Paz, Merlo, Moreno, General Rodríguez, Luján, Pilar y Escobar. Mientras que, en la década de 1990, Benencia (1997) planteaba que estaba conformado por los siguientes partidos, distribuidos en tres zonas: sur (Almirante Brown, Berazategui, Esteban Echeverría, Florencio Varela, La Plata y San Vicente), oeste (General Rodríguez, La Matanza, Marcos Paz, Merlo y Moreno) y norte (Escobar, General Sarmiento, Pilar y Tigre). Estas diferencias de localización de las quintas hortícolas en el AMBA que se aprecian en el término de 10 años, dan cuenta de la gran movilidad de los productores. De hecho, algunos productores que previamente tenían sus quintas en Escobar o Pilar, en el caso de la zona norte, se están re-localizando en partidos aún más distantes de las ciudades de Buenos Aires y La Plata tales como Exaltación de la Cruz, Campana y Mercedes. Esta movilidad se debe a una multiplicidad de factores entre los que se destacan: las transformaciones en la agricultura (a nivel de la producción, de la mano de obra y de la comercialización), los cambios en los mercados y las modificaciones en los patrones de uso del suelo. Estos cambios, a su vez, impactaron en la estructura social hortícola y, también, en las lógicas de los productores, haciendo que la movilidad sea no sólo territorial sino también socio-económica, ya que se observa a lo largo de los años la capitalización de algunos productores que dejaron de ser familiares para incorporar una lógica empresarial, la precaria resistencia de otros ante una producción que implica serios riesgos, y la expulsión de unos cuantos. Las transformaciones en la agricultura que impactaron en la producción hortícola del AMBA produjeron una relativa especialización de algunas unidades productivas y el crecimiento significativo de la producción en fresco para el consumo interno. Esto fue favorecido por la adopción de una serie de innovaciones tecnológicas entre las que Benencia (2002) menciona: el aumento en la construcción de invernáculos y cultivos sin suelo, el aumento de la superficie bajo riego y el empleo de sistemas de ferti-irrigación, los avances en la investigación genética y en el mejoramiento de protección de plantas, así como las mejoras en el manejo poscosecha, 1 Vía Internet: http://www.inta.gov.ar/sanpedro/investiga/pe/PNHFA3141.htm, consultada el 16 de agosto de 2008. 2 en los sistemas de clasificación y empaque. Pero, tal como lo señalan investigadores del INTA, estas tecnologías se han basado también en un mayor consumo de fertilizantes y plaguicidas y en la adopción de nuevas técnicas de manejo de los cultivos y de estructuras de invernaderos, que han provocado alteraciones en el equilibrio de los agro-ecosistemas. Esto se pone en evidencia en los rebrotes recurrentes de plagas y enfermedades y en el deterioro físico-químico-biológico del suelo, así como en la contaminación del medio ambiente en general. Además, se ha observado el riesgo de que los productos obtenidos tengan niveles excesivos de residuos de plaguicidas y otras substancias (PNHFA3141, 2006). Estas transformaciones a nivel de la producción incidieron en el aumento de la demanda de mano de obra en el sector. De manera sostenida a partir de la década de 1970, se incorporaron trabajadores bolivianos reemplazando a los trabajadores provenientes de diversas provincias argentinas. Esto se evidenció, sobre todo, en la inserción de mediería, lo que derivó en dos procesos concomitantes. Por un lado, la flexibilización de las relaciones entre patrones y trabajadores, acentuándose el predominio de las relaciones de mediería por sobre las de asalarización; y, por el otro, la “bolivianización” de la producción hortícola (Benencia 2006). Con respecto a los cambios en los mercados, Archenti y Tomas (1997) destacan el aumento en la demanda de verduras que no necesitan cocción para la elaboración de comidas rápidas y los cambios en las formas de comercialización implicados por la creación del Mercado Central de Buenos Aires. A estos factores podemos agregar el impacto de la aparición de otros mercados mayoristas ubicados en distintos lugares del AMBA que complementan al anterior en el abastecimiento de frutas y verduras, así como la existencia de tecnologías tales como la radio y el celular que agilizan las comunicaciones y favorecen el conocimiento de los precios y de la oferta y la demanda en distintos puntos del AMBA y en otras localidades del país. En relación a los cambios en los patrones de uso del suelo cabe señalar que existieron criterios diferenciales en los diversos municipios que conforman el AMBA. Mientras que en la zona sur no se ha observado un avance de la urbanización privada que impactara profundamente en la superficie destinada a la horticultura, en la zona norte del peri-urbano Barsky y Vio (2007) señalan que la falta de ordenamiento territorial en los partidos de Pilar y Escobar se pone en evidencia en los intensos cambios en los usos de su suelo que se dieron en los últimos 20 años, impulsados por la construcción de autopistas y el desembarco de inversiones industriales, inmobiliarias y de servicios de gran magnitud. En este contexto, la gestión del territorio de manera compartimentada, siguiendo lógicas de acumulación política, amenaza las perspectivas de persistencia del cinturón verde hortícola y de los agentes económicos que lo sostienen. Ante el avance de la ciudad, muchos de los inmigrantes bolivianos que lograron convertirse en arrendatarios o –en algunos casos en propietarios-, tienden a abandonar o a desplazar sus actividades productivas. Así, como hemos dicho más arriba, muchos se han relocalizado en Zárate, Lima, Cardales, Río Luján, entre otras localidades de los partidos de Exaltación de la Cruz, Mercedes, Campana y General Rodríguez. En síntesis, si bien de manera general los sistemas de producción hortícola en el AMBA sufrieron diversas transformaciones a nivel de la producción, de la mano de obra y de la comercialización a raíz de la expansión capitalista en la agricultura y de las modalidades del uso del suelo urbano-rural; existen particularidades en las formas en que estos factores impactaron en las diversas zonas. Así, Benencia y Quaranta (2005 y 2006) señalan que, en términos generales, durante los últimos 10 años se produjo una expansión de la zona sur y una 3 retracción de las zonas norte y oeste, evidenciándose además características diferenciales en las tres zonas. En la zona sur se ha dado un incremento en la producción por el uso de tecnología bajo cubierta pero no en la extensión de las superficies cultivadas. Por otra parte, se dio una especialización de la producción en algunos cultivos bajo cubierta que permitieron el ingreso en el mercado de productos “primicia” o tardíos, o más acordes a las exigencias actuales de los consumidores. Se observa una mayor presencia de empresas familiares con medieros, la temprana difusión del cultivo bajo cubierta (54% de las explotaciones), una mayor presencia de medieros (30,7% de mano de obra de medieros), y la presencia de medieros y productores provenientes de provincias del noroeste argentino junto con bolivianos. En el oeste se aprecia una mayor presencia de empresas familiares con asalariados (37% de mano de obra asalariada), la preeminencia de producción extensiva (cultivos de hojas), unidades productivas con mayor superficie, y el uso de invernáculo sólo en 15% de las explotaciones. Mientras que el norte se caracteriza por una mayor presencia de explotaciones familiares, posiblemente debida a que antiguos medieros bolivianos lograron arrendar o ser propietarios, habiendo iniciado su propia explotación; una mayor presencia de medieros y productores bolivianos; y el uso de invernáculo en el 18% de las explotaciones. Por otra parte, en los últimos 20 años se dio un proceso de cambio social en la estructura social hortícola del AMBA, que llevó a que muchos productores fueran expulsados del sistema frente a los cambios acaecidos. Benencia (1994) plantea la existencia de dos tipos de lógicas por parte de los productores en el marco de estas transformaciones. Por un lado, algunos horticultores familiares lograron transformarse en empresarios a través de la lógica de expansión flexible. Mientras que hubo otros que, o bien desaparecieron del área arrendando su tierra, o bien se mantuvieron en ella, pero descapitalizados y en situación de equilibrio inestable. Estos últimos han apelado a una lógica resistencial. No se debe suponer que la diferencia entre quienes se capitalizaron y los que se descapitalizaron está dada por la superficie cultivada ni por la contratación de asalariados o medieros. La superficie cultivada depende, entre otras cosas, de la tecnología, del tipo de cultivos, de la mano de obra familiar y contratada disponible y de la posibilidad de colocar la producción en el mercado. Por otra parte, la contratación de asalariados o medieros es realizada tanto por los productores familiares como por los empresarios, dependiendo de la cantidad de personas disponibles para trabajar en la familia del productor, de la superficie y tipo de estrategia productiva, de los cultivos y del calendario productivo, entre otras variables. Tierra Capital Lógica empresarial Lógica de resistencia - Uso intensivo (2 o más veces) - Uso 1 vez promedio. - Expansión flexible a través de - Superficies de hasta 10 has. arrendamiento - Reducción: se dan lotes en arrendamiento Gracias al capital, al Escasez de capital, crédito y asesoramiento técnico y/o al asesoramiento técnico: crédito: Maquinaria obsoleta, uso selectivo de Tecnología biológica, química y insumos y de cobertura plástica mecánica de alta generación (frutilla en surco-barracas de tomate) 4 Cultivo bajo cubierta Trabajo Contrato de asalariados y medieros: - patrón y miembros de su familia: dirección y gestión, manejo de maquinaria y venta de la producción. - mediero con su "propia" mano de obra: preparación, siembra, mantenimiento y cosecha, embalaje y carga. Producción Especialización. Atiende demanda especializada; cultivos primicia o tardíos. Comerciali- Dueños de transportes, zación consignatarios. Dueños o socios de puestos en mercados. Producción familiar y contrato de medieros para atenuar riesgos. Diversificación. consignatario. Demanda del No participa. Vende al consignatario (pagos diferidos, pérdida de identificación de la mercadería, precios no transparentes) Elaboración propia en base a Benencia 1994. A modo de aproximación analítica, se podrían sintetizar en el siguiente cuadro algunas características de los tipos de unidades productivas existentes en la actualidad en el AMBA: Tipo de explotación Superficie Propiedad Organización del Trabajo Explotaciones Familiares menos de 5 has Arrendamiento/ Trabajo familiar (entre propiedad 3 y 4 personas) Empresas 4 (sur) -8 Arrendamiento/ 2 asalariados (lógica Familiares con (oeste) propiedad familiar) asalariados 8 (sur) – 15 3 a 5 asalariados (oeste) 26 (sur) – 40 + de 5 asalariados (oeste) (lógica empresaria) Empresas 5 has Familiares con mediero Propiedad/ arrendamiento Patrón (2 trab) más 1 mediero (4 trab) (lógica familiar) 50% tienen 1 mediero Tecnología y capital Proceso de cambio Poco invernáculo (sur menos 50%) Bolivianos en Expansión (en su mayoría) resistencia de viejos productores No invernáculo Maquinarias viejas Poco capital No invernáculo Maquinarias viejas Poco capital Invernáculo (sur 54% de este tipo) No invernáculo Maquinarias viejas Poco capital resistencia expansión resistencia 5 10 has o más Más (2-3 o más medieros) lógica empresarial - patrón y sus familiares trabajan menos Propiedad y más típica de lógica arriendan a otros empresaria según necesidad Invernáculo (sur 70% de este tipo) expansión Empresas 13-27 has Invernáculo (sur familiares con (Puede ser 84% de este tipo) medieros y explotación asalariados extensiva) Elaboración propia en base a Benencia y Quaranta 2006a y a trabajo de campo. expansión El apoyo estatal al sector hortícola de la zona noroeste del AMBA A partir de 2002, la situación de la producción hortícola en el AMBA fue ocupando gradualmente un lugar en la agenda política de distintos niveles gubernamentales, hasta convertirse en el 2008 en una problemática que involucra acciones concretas de una manera articulada entre diversos agentes estatales, por lo menos en la región noroeste del peri-urbano. Entre los antecedentes de intervención política en el sector se pueden señalar cuestiones vinculadas con la esfera de la producción y de la comercialización. En consonancia con la “bolivianización” de la horticultura y de los procesos de movilidad ascendente de algunos inmigrantes bolivianos que lograron ascender en la escalera boliviana (Benencia y Quaranta 2006b) hasta convertirse en patrones y, en algunos casos, en comercializadores, hacia fines de la década de 1990 se puso en evidencia la co-existencia de mercados mayoristas en el peri-urbano del AMBA junto con el Mercado Central. Dichos mercados, que han sido motorizados por inmigrantes bolivianos en su mayoría en el marco de las políticas de desregularización, fueron cobrando visibilidad progresivamente a los ojos de las autoridades gubernamentales locales, provinciales y nacionales en consonancia con la potencialidad de implementar estrategias de comercialización internacional –por lo menos a nivel del MERCOSUR-. Y así como cobraron mayor visibilidad los mercados, lo hicieron los productores hortícolas de origen boliviano que cultivan gran parte de las frutas y verduras que allí se comercializan. De acuerdo a contextos de crisis o de recuperación socio-económica, estos mercados –y los productores hortícolas- han sufrido el impacto de dos tendencias diferentes. En momentos de crisis tales como la del 2001, las políticas para con estos mercados y para con los productores han sido de menor control: desregularización, menor presión fiscal y mayor informalidad. En momentos de recuperación del consumo, la tendencia ha sido la opuesta: regularización, mayor presión fiscal y menor informalidad. La progresiva recuperación en los niveles del consumo que se ha observado desde la crisis de 2001, junto con el aumento de los precios de las frutas y verduras que se observó hacia fines del 2006 y el incremento de la conciencia ambientalista propiciaron, entre otros factores, una tendencia hacia una mayor regularización de los mercados, los que debieron adecuarse a una serie de normativas tendientes a aumentar la presión fiscal, controlar aspectos sanitarios y reducir la informalidad, como por ejemplo la normativa SICOFHOR-SENASA. Por otra parte, la mayor visibilidad de los mercados chicos en contextos de recuperación socio-económica ha propiciado que se conviertan en beneficiarios de políticas de apoyo o en víctimas de la falta de las mismas. El que fueran o no incluidos en dichas políticas dependió, 6 entre otros factores, de los lineamientos sobre desarrollo rural de los gobiernos de las distintas jurisdicciones municipales en las que se encuentran y de las alianzas que los dirigentes de los mercados hayan entablado con las autoridades municipales, provinciales y nacionales. En este marco, desde el gobierno provincial se implementaron diversas acciones tendientes a apoyar a las cooperativas de productores que administran estos mercados así como a otros productores que no necesariamente están vinculados con los mercados mayoristas. Desde el programa Cambio Rural Bonaerense, dependiente de la Dirección Provincial de Desarrollo Rural del Ministerio de Asuntos Agrarios del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires se asistió a varias cooperativas de productores hortícolas en distintas localidades del AMBA, en particular en aquellas municipalidades cuyas autoridades compartían la orientación política de las autoridades provinciales. En la zona norte, cabe señalar el apoyo que recibieron los productores de los partidos de Luján, Pilar y Moreno (Ministerio de Asuntos Agrarios del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, 2007). Por otra parte, las municipalidades de estos partidos también habían incorporado en su agenda política la problemática del sector. En el caso del partido de Luján, los productores hortícolas bolivianos de la Cooperativa Frutihortícola Copacabana recibieron asistencia técnica del Programa Cambio Rural Bonaerense a partir de 2003. En 2007 comercializaban sus productos y los de terceros en un mercado local, bajo la normativa del SENASA. Además de la asistencia del programa provincial, la cooperativa recibió el apoyo oficial de la municipalidad a través de la Dirección de Producción del Municipio de Luján y del Consejo Municipal de Acción Cooperativa. Asimismo, recibieron un crédito del Banco Nación para la compra de un predio para construir un mercado propio. También a partir de 2003, la Cooperativa Frutihortícola 2 de Septiembre de Pilar, conformada por productores bolivianos, recibió asistencia técnica del Programa Cambio Rural Bonaerense tanto para asesorar a los productores como para fortalecer la organización y asesorar al mercado mayorista en materia de la normativa del SENASA. Al igual que en el caso de Luján, el Municipio de Pilar apoyó al sector hortícola y a la cooperativa, y la adecuación de las instalaciones del mercado fue realizada con un subsidio otorgado por el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. Finalmente, en el partido de Moreno, el Programa Cambio Rural Bonaerense trabajó de manera articulada con el Instituto Municipal para el Desarrollo Económico Local (IMDEL), implementando asistencia técnica a los productores hortícolas (entre otros) en el marco de las políticas de desarrollo territorial definidas por el gobierno municipal a través del Programa de Incentivo al Sector Rural (Pro.In.Se.R.). De manera similar a Pilar y Luján, se apoyó la conformación de procesos asociativos que cristalizaron en un mercado mayorista, administrado por inmigrantes bolivianos articulados en la Cooperativa Frutihortícola Norchichas. En ese contexto, se otorgaron créditos a los productores en el marco de un sistema rotativo y se desarrollaron diversas líneas de comercialización. También, se proyectó la implementación de un laboratorio de análisis con el objetivo de brindar un servicio local y regional que permita mejorar los controles sanitarios y calidad de la producción. Así, en algunos partidos del noroeste del peri-urbano bonaerense se puede apreciar cómo se incorporó en la agenda municipal y provincial la cuestión del desarrollo del sector hortícola a partir de los primeros años de esta década. Sin embargo, este no fue el caso del Partido de Escobar, aún cuando en dicho partido se encuentran dos mercados fruti-hortícolas 7 administrados por productores bolivianos, siendo uno de ellos el de mayor antigüedad y envergadura en el AMBA (Pizarro 2008a y 2008b). Si bien la cuestión del desarrollo rural no fue un tema de interés en la agenda política de los municipios de la zona noroeste del AMBA durante la década de 1990, posiblemente debido al mayor interés que había en ese momento por promover la inversión inmobiliaria, se puede apreciar que a partir de 2002 algunos gobiernos municipales comenzaron a preocuparse por la tensión entre la urbanización y la existencia de actividad agropecuaria que pudiera funcionar como pulmón –entre otras ventajas. En este sentido, cabe señalar que la preocupación por la planificación del uso del suelo fue diferencial en los partidos del noroeste del AMBA en relación a los del sur y, a la vez, tampoco fue homogénea en los primeros. Así, el avance de la urbanización privada fue concebida como problemática por Moreno, Luján y Pilar, mientras que no lo fue para el partido de Escobar hasta, por lo menos, 2007. Pero el hecho de que la cuestión hortícola ingresara como tema en la agenda política no se relaciona solamente con las tensiones entre los procesos de urbanización y la producción agropecuaria. Hemos visto que la asistencia técnica del Programa Cambio Rural Bonaerense en articulación con los gobiernos municipales estuvo vinculada con cuestiones relativas a la adecuación de los mercados mayoristas a las normativas fito-sanitarias. En dicha dirección, a partir de 2005, fue creciendo la preocupación sobre la producción hortícola a nivel nacional, particularmente en la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos (SAGPyA) del Ministerio de Economía de la Presidencia de la Nación. Veamos. En octubre de 2004, la Comisión Nacional de Alimentos (CONAL) de la SAGPyA estableció la obligatoriedad de cumplir las buenas prácticas agrícolas para la producción primaria (cultivo-cosecha), empacado, almacenamiento y transporte de hortalizas frescas (Res. SAGPyA 71/99), frutas frescas (Res. SENASA 510/2002) y productos aromáticos (Res. SENASA 530/2001), en un plazo de 5 años. En esta dirección, en 2004, esta Comisión solicitó que las Buenas Prácticas Agrícolas para hortalizas, frutas y aromáticas frescas se incluyeran como obligatorias en el Código Alimentario Argentino. En 2006, la Dirección Nacional de Alimentos (DNA), coordinó un grupo de trabajo para la elaboración de la propuesta de Buenas Prácticas Agrícolas para hortalizas, frutas y aromáticas frescas a ser presentada en la CONAL. En los grupos de trabajos participaron técnicos de la Asociación de Supermercados Unidos (ASU), de la DNA y de la Fundación Argen-INTA, entre otros. Dicha propuesta fue presentada en 2007. A partir de 2008 se planteó la necesidad de comenzar con el diagnóstico e implementación de protocolos de aseguramiento de la calidad, con los actores directos de la cadena de frutas y hortalizas atendiendo a que en 2010 la producción de alimentos deberá tener certificación de buenas prácticas agrícolas tanto para el mercado interno como para el mercado internacional. En este contexto, el INTA articuló un conjunto de acciones de investigación y extensión con el objeto de acompañar a los productores hortícolas en este cambio. En 2006, comenzaron a implementarse diversos proyectos en el marco del Programa Nacional Hortalizas, Flores y Aromáticas (Componente Hortalizas) del INTA2. De acuerdo a este programa, la megacadena hortícola tiene los siguientes problemas y oportunidades de: “Los Programas Nacionales tienen la responsabilidad de coordinar la estrategia de innovación tecnológica sobre los ámbitos de intervención (cadenas de valor; sistemas productivos y agroecosistemas; y, territorios en los ámbitos provinciales) especificada en sus documentos estratégicos, mediante la interacción en foros y 2 8 “La producción hortícola Argentina se ha caracterizado por tener como destino principal el mercado interno. Por otra parte, durante el mismo período la producción física global aumentó significativamente mientras el área bajo cultivo decreció. Esto demuestra que esta actividad ha tenido un comportamiento similar a otras producciones agrícolas mediante la intensificación, sustentada en la innovación tecnológica aplicada al proceso productivo (variedades mejoradas, fertilización, riego, control de adversidades, nuevas técnicas culturales). Los principales factores que están relacionados y caracterizan el escenario actual en el cual está instalado el proceso de cambio son: la política económica, la integración regional y globalización de los mercados; los fuertes cambios en la demanda; la tendencia hacia precios relativos más bajos; los cambios en el comercio minorista; las pérdidas del peso relativo de los mercados mayoristas tradicionales respecto a los volúmenes negociados; la baja transparencia por falta de aplicación de normas de calidad y de envases; la falta de adecuación en el transporte y plataformas de descarga; los nuevos actores en la distribución mayorista y las posibilidades de ganar nuevos mercados” (Vía Internet: http://www.inta.gov.ar/invest/doc/hortaliza.pdf, consultado el 16 de agosto de 2008). En el marco de dicho programa se aprobaron los siguientes proyectos nacionales de investigación con sede en la Estación Experimental Agropecuaria San Pedro: “Manejo de plagas y enfermedades de hortalizas en sistemas protegidos”, “Manejo de la cosecha, poscosecha y gestión de la calidad en sistemas de cultivos protegidos”, “Desarrollo de tecnologías de procesos y gestión para la producción peri urbana de hortalizas”. Este último señala la importancia de las denominadas “buenas prácticas agrícolas” en el futuro de la producción hortícola desde una perspectiva ambientalista, en consonancia con los discursos de diversos agentes estatales sobre la promoción de las mismas durante los últimos años. Así, el 6 de junio de 2008 el coordinador de Buenas Prácticas Agrícolas (BPA) del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA) expresó que: “… las buenas prácticas agrícolas son aquellos sistemas de producción en los cuales se respeta el medio ambiente y sus condiciones higiénicas sanitarias, de la cual se obtienen productos inocuos y de calidad, y que además tienen las características nutricionales correspondientes (y que) desde el Senasa estamos trabajando para mejorar los sistemas de producción tradicionales, con el fin de ayudar a preservar los elementos fundamentales con que cuenta el productor como lo son el suelo, el agua y el aire” (Vía Internet: http://www.senasa.gov.ar/contenido.php?to=n&in=1312&ino=1312&io=7975, consultada el 16 de agosto de 2008). Por su parte, similares argumentos son los que señalan los investigadores del INTA en relación con la problemática hortícola. Así, los objetivos del proyecto de investigación PNHFA3, consisten en: contribuir a evitar la contaminación ambiental en los cinturones periurbanos del país, mejorar la calidad y seguridad alimentaria de la población así como la conformación de plataformas y consorcios, que consoliden alianzas institucionales y articulen los actores internos y externos” (Vía Internet: http://www.inta.gov.ar/invest/pronac.htm, consultada 16 agosto de 2008). 9 seguridad e higiene de los agentes involucrados en la producción de hortalizas, y contribuir a mejorar la rentabilidad de la empresa hortícola. El enfoque del desarrollo territorial atraviesa este proyecto, ya que considera al periurbano productivo como un complejo ambiental en el que interactúan diversos agentes. Se señala que en el ámbito de la producción hortícola el uso intensivo de los recursos no ha considerado la conservación del sistema como prioritaria, lo que ha derivado en la recurrencia de plagas y enfermedades así como de diversas formas de contaminación ambiental. Se remarca que “… bajo este planteo tecnológico con alto uso de insumos, con mano de obra poco capacitada y por la ausente o insuficiente inspección fitosanitaria, existe un alto riesgo de que los productos obtenidos tengan niveles excesivos de residuos de plaguicidas y otras substancias que afectan la salud del consumidor” (Vía Internet: http://www.inta.gov.ar/sanpedro/investiga/pe/PNHFA3141.htm, consultada el 16 de agosto de 2008). También, enfatiza sobre las prácticas laborales poco seguras que exponen a los trabajadores hortícolas a diversos riesgos para su salud. Por otra parte, se plantea el interrogante sobre los motivos que impiden que los productores adopten tecnologías inocuas así como diversas técnicas de gestión empresarial. El proyecto plantea dos estrategias novedosas para la tradición institucional que ha tenido el INTA hasta los primeros años de este siglo: regionalizar y articular. Con respecto a la regionalización, si bien está pensado para ser desarrollado en los diversos cinturones verdes del país: Tucumán, Salta, Mendoza, Neuquén, Río Negro, Córdoba, Santa Fe, Corrientes, Entre Ríos, Buenos Aires, entre otros, en virtud de los recursos humanos disponibles, se focaliza en el Cinturón Metropolitano con mayor intensidad, desarrollando también acciones en los cinturones de Bahía Blanca, Mar del Plata, Rosario y Entre Ríos. En relación al AMBA, propone realizar un diagnóstico del cinturón verde y, reconociendo la diversidad de situaciones, comenzar a trabajar por regiones considerando las diferencias existentes en las mismas. Con respecto a la articulación, el programa ha convocado la participación de agentes de distintos niveles estatales (municipal, provincial y nacional), de universidades y del sector privado. Este cambio en la tradición institucional del INTA fue señalada el 11 de marzo de 2008 por el Coordinador de Programa Nacional de Hortalizas, Flores y Aromáticas del INTA, cuando remarcó la novedad de este proyecto porque plantea un cambio con respecto a aquellos que implementaba la institución con anterioridad, los que generalmente: “… estaban asociados a cadenas (por productos), y luego a aspectos disciplinares (cultivo bajo cubierta), pero en los últimos años el fenómeno periurbano se impuso para su abordaje. Sin embargo, por recursos y dimensiones, se decidió enfatizar solo en un área, la del cinturón verde de Gran Buenos Aires. “La realidad no sólo pasa por lo técnico, sino que surgen otros problemas, como el avance de lo urbano sobre lo rural, los problemas de contaminación, los problemas del trabajo en negro. No es que el INTA se ponga las anteojeras, pero no basta la solución técnica, porque estos otros problemas inciden en ello y por eso vale la articulación con los municipios” (Vía Internet: http://www.inta.gov.ar/sanpedro/info/pren/2008/0312_periurbano.htm, consultada el 7 de mayo de 2008, comillas y cursivas en el original). 10 Además, en un intento de sopesar responsabilidades, la coordinadora del proyecto planteó que el rol del estado no debe ser sólo controlar sino generar un modelo productivo sustentable, que asegure la equidad y que promueva articulaciones interinstitucionales. En línea con la generación de un modelo sustentable, en el marco del Plan de Tecnología Regional 20062008 de la Regional Buenos Aires Norte, se encuentra el BANOR06, titulado “Competitividad y sustentabilidad en la producción de hortalizas en sistemas protegidos y al aire libre”, que tiene como objeto: “desarrollar, validar y transferir tecnologías para la producción hortícola diferenciada intensiva (tomate, pimiento y hoja) en cinturones verdes (bajo cubierta y al aire libre) y extensiva (batata) favoreciendo la integración y articulación de la cadena y aumentando la competitividad de las mismas” y que contribuyan a la solución de los principales problemas sectoriales, dentro de un marco de desarrollo sustentable de la región. (Vía Internet: http://www.inta.gov.ar/invest/doc/crban.pdf, consultada el 16 de agosto de 2008) Estos proyectos de investigación requieren ser acompañados por estrategias de intervención en las prácticas de los productores hortícolas del AMBA, en vistas a los futuros controles que se avecinan. Como lo señala Logegaray, la implementación de la certificación de BPA en 2010 implica que los productores de frutas, hortalizas y aromáticas deberán contar con la norma implementada. A su juicio, el estado se ha comprometido en este proceso ya que el mismo requiere de los productores: “algunos cambios relacionados con la manera de producir y procesar el producto … [que] … implican un costo, pero deben considerarse una inversión (…) la adopción de las BPA requiere un cambio cultural en el personal involucrado en la producción…” (Vía Internet: (http://www.alimentosargentinos.gov.ar/03/revistas/r_36/articulos/camino_retorno.htm, consultada el 16 de agosto de 2008) Así, en relación con la articulación interinstitucional planteada desde los proyectos de investigación del INTA, se promovieron articulaciones no solo en el marco de la producción de conocimiento sino también en las actividades de extensión, y también, entre los investigadores y los técnicos3. Cabe señalar que tanto los proyectos de investigación como los de extensión han incorporado una perspectiva de desarrollo territorial en el marco del Plan Estratégico Institucional del INTA 2005-2015, lo que ha conllevado también, un cambio de rumbo con respecto al enfoque que tradicionalmente ha tenido esta institución. Es así que, dentro del Plan de Tecnología Regional 2006- 2008 del Centro Regional Buenos Aires Norte, se comenzó a implementar el Proyecto BANOR 11 “Fortalecimiento y Organización de las actividades de Desarrollo Rural Territorial en 9 distritos del norte de 3 Schiavoni y de Mico (2008) señalan las dificultades que han tenido los investigadores y los técnicos (vinculados con la extensión) del INTA para interactuar en la provincia de Misiones. Creemos que estas dificultades han existido en todo el país. Sin embargo, en este caso observamos sugerentes interrelaciones entre quienes se dedican a la “investigación” y aquellos vinculados con la “extensión”, motivo por el cual utilizaremos indistintamente el término “técnicos” y “profesionales” ya que en el trabajo de campo, muchos de los que son denominados “técnicos” poseen títulos universitarios y realizan actividades de investigación conjuntamente con las de extensión. De todas maneras consideramos, al igual que dichas autoras, que en el área de estudio siguen habiendo resabios de esta dicotomía que atravesó al INTA durante mucho tiempo en las interacciones entre los profesionales de la institución, sin embargo, son más relevantes aquellas que se manifiestan entre los “contratados” (sobre todo recientemente) y los “de planta” (ya sea que se dediquen a la extensión o a la investigación). 11 Buenos Aires (Áreas Piloto)”, que tiene entre sus objetivos articular la investigación con el desarrollo rural desde un enfoque territorial, tomando en cuenta las interacciones de las actividades productivas con el ambiente, a los diversos actores involucrados y a la cultura e identidad socio-espacial. Así, se plantean realizar acciones, de manera interdisciplinaria, en articulación con diversos municipios, asociaciones de productores y cooperativas, entre otros. Entre las áreas piloto de este proyecto se encuentran Rojas, Campana (zona de islas), Urdampilleta, Lima, Tigre, Santa Lucia, Moreno y Bolívar. Además, a partir de 2007 comenzaron a conformarse diversos grupos de productores hortícolas en la zona noroeste del AMBA, en el marco del programa Cambio Rural (Profeder, SAGPyA). Estos grupos dependen de dos agencias: Escobar y Pergamino de acuerdo a los municipios en los que están localizados. Así, los grupos de Pilar, Escobar, Marcos Paz, Exaltación de la Cruz y Moreno, dependen de la UEEA de Escobar, que está en la jurisdicción de la AER San Pedro; mientras que los de General Rodríguez, Mercedes y Luján dependen de la agencia de Pergamino, sede la Regional Norte del INTA que atiende todas la Agencias del Norte de la Provincia de Buenos Aires. En los siguientes gráficos se aprecia la evolución de los grupos CR en diferentes partidos del noroeste del AMBA entre 2007 y 2008. Es remarcable que se ha triplicado la cantidad de grupos en la región, así como la cantidad de productores asistidos por la institución. Además, se ha extendido el área de asistencia siendo que cinco de los ocho municipios que contempla la región no tenían ningún grupo hasta el momento: Grupos Cambio Rural en los Municipios que dependen de la UEEA de Escobar, juridiscción del INTA AER San Pedro (Junio 2008) CENSO FLORIHORTICOLA BS AS 2005 Ehs Sup Hort 106 572 Escobar 57 249 Marcos Paz S/D 235 Exalt. de la Cruz 49 206,9 Moreno 56 156,37 Pilar CAMPANA EXALTACION DE LA CRUZ RC ED ES ESCOBAR ME Pr As: Promotor Asesor Cambio Rural Gr C.R. Grupo Cambio Rural Pr C.R. Productores de Gr Cambio Rural PILAR LUJAN Pr As/ 07 Pr As/ 08 Gr CR 07 Gr CR 08 Pr CR 07 Pr C.R. / 08 Pilar 5 6 8 10 64 80 Escobar 2 4 3 8 24 64 Marcos Paz 0 2 0 3 0 24 Exalt. de la Cruz 0 3 0 6 0 48 Moreno 2 3 2 6 16 48 Total 9 18 13 33 104 264 Municipio MORENO GRAL. RODRIGUEZ MARCOS PAZ 12 Grupos de CR de Pilar, Escobar, Marcos Paz, Exaltación de la Cruz y Moreno (UEEA de Escobar, jurisdicción de la AER San Pedro) y de General Rodríguez, Mercedes y Luján (agencia de Pergamino, sede la Regional Norte del INTA). CENSO FLORIHORTICOLA BS AS 2005 CAMPANA EXALTACION DE LA CRUZ Sup Hort 106 572 Escobar 57 249 Exalt. de la Cruz 49 206,9 Gral. Rodriguez 25 293,5 Luján 24 231,7 Marcos Paz S/D 235 Mercedes 37 312,2 Moreno 56 156,37 RC ED ES ESCOBAR Ehs Pilar ME Pr As: Promotor Asesor Cambio Rural Gr C.R. Grupo Cambio Rural Pr C.R. Productores de Gr Cambio Rural PILAR LUJAN MORENO GRAL. RODRIGUEZ MARCOS PAZ Municipio Pr As/ 07 Pr As/ 08 Gr CR 07 Gr CR 08 Pr CR 07 Pr C.R. / 08 Escobar 2 3 Pilar 5 6 3 6 24 48 8 10 64 Exaltación 0 80 3 0 6 0 Marcos Paz 48 0 2 0 3 0 24 Moreno 2 3 2 6 16 48 Luján 0 2 0 3 0 24 Gral. Rodriguez 0 3 0 6 0 48 Mercedes 0 2 0 3 0 24 Total 10 24 14 43 112 344 Grupos Cambio Rural según actividad productiva en los Partidos de Escobar, Pilar y Exaltación de la Cruz en Agosto de 2008 13 Por otra parte, como hemos dicho más arriba, además de las iniciativas lideradas por el INTA y por el gobierno provincial, algunos municipios habían comenzado a implementar programas de apoyo a los productores hortícolas. Por ejemplo, la Secretaría de Calidad de Vida y Medio Ambiente del Municipio de Pilar impulsó el Programa Promoción para la Actividad Agropecuaria Sustentable (PROAAS), desde una visión integral que contempla la sustentabilidad económica, social y ambiental, en el marco de acción regional y como parte del Comité de Cuenca del río Luján. En el caso de la Municipalidad de Moreno, desde 1998 se comenzó a trabajar con productores hortícolas, florícolas y cunículas a través de cuatro ejes de trabajo: asistencia técnica, organización, comercialización y financiamiento. En 2000 se creó el IMDEL que incorporó dentro de sus incumbencias el PROINSER al que nos hemos referido antes. Este programa incorporó un enfoque territorial de desarrollo rural, focalizándose en las tensiones inmobiliarias (entre otras) a las que están expuestos territorios peri-urbanos. Se orienta a mejorar los sistemas productivos y sus condiciones fito-sanitarias, y a conseguir sistemas de créditos para los beneficiarios de sus programas y canales alternativos de comercialización. Por otra parte, mantiene una fluida red de contactos profesionales y políticos con diversos partidos del noroeste del conurbano bonaerense en el nivel regional, con el Ministerio de Asuntos Agrarios de la Provincia de Buenos Aires, con el INTA y la SAGPyA a nivel nacional, y con la Embajada de Bolivia a nivel transnacional. 14 Así, en el 2007 se consideró exitoso el programa de desarrollo rural del Municipio de Moreno y se evaluó que las acciones tendientes a fomentar la actividad hortícola eran factibles de ser expandidas a los partidos vecinos, con el objetivo de desarrollar una cuenca productiva regional. Durante dicho año se mantuvieron reuniones entre autoridades de la SAGPyA, el INTA y los municipios de Moreno, Pilar, Mercedes, General Rodriguez, Exaltación de la Cruz y Luján, con la idea de desarrollar un proyecto “Continuo rural-urbano” en la región. Esta idea fue desarrollada por un equipo de asesores de la SAGPyA (uno de los cuales posee una trayectoria social sumamente interesante, ya que fue productor hortícola en Escobar, presidente del Mercado Central de Buenos Aires y militante activo vinculado al sector hortícola y a las transformaciones necesarias para que el mismo sea competitivo en el marco del MERCOSUR). Este proyecto se concretó el 23 de abril de 2008, con la firma de un Convenio de Cooperación entre la SAGPyA y el INTA y ocho municipios bonaerenses para el desarrollo de la agricultura periurbana, a través del cual se otorgaron más de 20 millones de pesos en aportes no reintegrables para el desarrollo de la fruti-horticultura en la zona. El convenio tiene por objeto aumentar y organizar la producción de manera sustentable, especialmente en los períodos de baja oferta, en los siguientes partidos: Exaltación de la Cruz, Escobar, Mercedes, Lujan, Gral. Rodríguez, Marcos Paz, Moreno y Pilar. El monto otorgado será repartido en partes iguales entre los ocho municipios y se liberará en tres cuotas anuales entre 2008, 2009 y 2010. La liberación de dichas partidas dependerá del cumplimiento del objetivo de incrementar la producción del sector en el período anterior, lo que obliga a los municipios a cumplimentar las acciones pertinentes. El apoyo técnico está a cargo de los técnicos del INTA. El apoyo a la horticultura en Escobar Por lo que hemos dicho hasta acá, queda en evidencia que si bien algunos partidos del noroeste del AMBA habían implementado diversas acciones a lo largo de la década de 2000 tendientes a apoyar al sector hortícola (ya sea en la producción o en la comercialización), a tratar la problemática de la contaminación ambiental y/o de los alimentos, o vinculadas a la problemática del uso del suelo en áreas peri-urbanas, el partido de Escobar parece haber permanecido ajeno a estas preocupaciones. Posiblemente, esto se deba a varios factores. Por un lado, cabe señalar que, hasta el 2007, el color político-partidario de sus autoridades gubernamentales fue diferente al del resto de los partidos de la región, de la provincia y de la nación, lo que explica el motivo por el cual no había sido incluido dentro del proyecto de desarrollo del “continuo rural urbano” que estaban diseñando las autoridades de la SAGPyA, el INTA y el IMDEL de Moreno. Otro factor que consideramos importante es el hecho de que, aún con una orientación políticopartidaria distinta que los niveles provincial y nacional, el gobierno municipal no había implementado una política destinada al sector agropecuario, ni tampoco vinculada a la situación ambiental ni a la planificación del uso del suelo. Es remarcable que, en el año 2007, diversas organizaciones no gubernamentales pusieron esta problemática en la agenda pública ante la falta de políticas municipales al respecto, en las Jornadas denominadas El Escobar que Queremos que se realizaron el 31 de noviembre y el 1 de diciembre de 2007, organizadas por la Asociación de Arquitectos de Escobar (ASAE), la Cámara de Comercio Industria y Servicios de Escobar (CCISE), la Unión Industrial de Escobar (UIDE), el Centro Urbanístico El Cazador (CUDEC) y la Cámara de Comercio de Garín (CCG) a quienes se unieron las 15 nuevas autoridades municipales y diversos profesionales pertenecientes a organizaciones nacionales como el INTA y la Administración de Parques Nacionales. Tal como se diagnosticó en dichas jornadas, el uso del suelo es un tema preocupante en el partido ante el avance indiscriminado, no planificado y, por ende, no regulado de la urbanización privada. Además, el sector hortícola era totalmente desconocido para las autoridades municipales hasta el momento, quienes desconocían la problemática productiva y de comercialización así como la conformación de la estructura social agraria del sector, que se caracteriza por el alto porcentaje de productores y trabajadores de origen boliviano y por relaciones laborales informales tales como la mediería y el trabajo por tanto. Por otra parte, el INTA había mantenido escasas articulaciones con el municipio hasta el momento, y tampoco había habido un trabajo de extensión sistemático con los horticultores desde dicha institución, ni tampoco desde el nivel provincial, en contraste con los partidos de Pilar, Moreno y Luján. Sin embargo, y a pesar de estas acciones incipientes, para la mayor parte de la sociedad escobarense y para las autoridades municipales, la problemática de la producción hortícola en el partido así como su potencial importancia eran desconocidas, como también lo era el hecho de que la mayor parte de los productores hortícolas del partido son de nacionalidad boliviana. Pero, la estructura de oportunidades políticas para los productores hortícolas de Escobar cambió radicalmente a raíz de un conjunto de acontecimientos. En primer lugar, el intendente electo en 2007 se alineó con el mismo partido político de las autoridades nacionales, provinciales y de los otros partidos de la región. En segundo término, la estrategia institucional que el INTA venía planteando desde hacía algunos años, forzó al reconocimiento en la práctica –y no ya sólo en el discurso- de la importancia del desarrollo territorial y de todos los actores involucrados con las actividades productivas en los territorios en cuestión, lo que conllevó a ampliar el universo de los potenciales beneficiarios de sus programas de extensión y a vincularse con los gobiernos locales y las asociaciones de productores. En tercer lugar, la Asociación Civil Colectividad Boliviana de Escobar, entre cuyos socios se encuentra un alto porcentaje de los productores y comercializadores hortícolas del partido y que administra uno de los mercados mayoristas que se localiza en el mismo, se había normalizado en septiembre de 2007 luego de haber estado intervenida por el gobierno nacional durante aproximadamente cinco años, por lo que las autoridades de la misma eran interlocutores válidos y legítimos que no podían ser obviados en el marco de este proyecto de desarrollo del “continuo rural urbano” impulsado a nivel nacional, con el que tanto el municipio como el INTA se habían comprometido. Entonces, la implementación del convenio en el Partido de Escobar generó una serie de dificultades, que pueden ser entendidas como formas en las que las políticas son resignificadas en la práctica por parte de los agentes sociales involucrados. Veamos. En términos generales, la aspiración del convenio a lograr la articulación entre los organismos nacionales y municipales fue un tema que implicó, necesariamente, que en cada partido se resignificara el espíritu del programa de acuerdo a las cosmovisiones, las capacidades ejecutivas, la trayectoria en materia de políticas sociales y productivas y las características del sector hortícola a nivel local. Otra cuestión que incidió en la implementación del convenio ha sido el dispar conocimiento sobre los productores hortícolas en cada uno de los municipios, ya que salvo algunas excepciones, no existen relevamientos de productores a nivel de cada 16 partido, sino que a lo sumo, se cuenta con la información de aquellos que están formando parte de algún grupo de Cambio Rural o con listados provistos por las asociaciones de productores. Además, ciertas imprecisiones en los criterios específicos del convenio relativos a cómo seleccionar a los productores beneficiarios, cuáles serían los parámetros para determinar la mejora en la producción hortícola, así como la operatoria a través de la cual los montos destinados a cada municipio serían otorgados a los productores beneficiarios son algunas cuestiones que, en lo que va del año 2008, están creando algunas dificultades para que el monto correspondiente a este año, que ya fue otorgado a los municipios, sea efectivamente distribuido entre los productores. Finalmente, muchos de los municipios no cuentan con profesionales vinculados a tareas de extensión o desarrollo rural, a lo que se le suma que según el convenio, el apoyo técnico debe ser provisto por el INTA. Esto genera que algunos técnicos que ya estaban trabajando en diversos proyectos del INTA o en algunos de los municipios que sí estaban implementando políticas en ese sentido, hayan sido asignados a trabajar en este programa y que, además, se hayan generado nuevas designaciones. En este sentido, no todos los técnicos cuentan con la misma experiencia en relación a la extensión, a la problemática hortícola, a las lógicas socioculturales de los productores de la zona, ni a las habilidades de negociación tanto con las asociaciones de productores como con los funcionarios políticos. Particularmente en el caso del partido de Escobar, además de estas cuestiones que atraviesan a todos los municipios, surgieron dificultades en las articulaciones entre las diversas instituciones involucradas: INTA, SAGPyA, Municipalidad de Escobar, Municipalidades de los otros partidos, Asociación Civil Colectividad Boliviana de Escobar y productores no asociados a la misma. Pero, también surgieron dificultades entre los agentes que se desempeñan en el seno de estas mismas instituciones. Asimismo, surgieron diversas alianzas entre los agentes de las distintas instituciones involucradas. Estos juegos de poder, creemos, están relacionados con el tipo de relaciones que los agentes entablan entre sí como estrategias para acumular capitales que les permitan lograr un mejor posicionamiento los campos sociales de su interés. Esto no quiere decir que necesariamente el interés de los políticos radica en aumentar su poder político en el campo de la política, o que los profesionales del desarrollo sólo están interesados en aumentar su reconocimiento en el ámbito de su incumbencia laboral, sino que también existen otros intereses en juego como el reconocimiento del compromiso con las minorías sociales por parte de ciertos profesionales o la necesidad de devolver favores vinculados con relaciones de parentesco y/o de amistad por parte de ciertos políticos. A continuación veremos cómo estas cuestiones atraviesan el relato de las acciones desarrolladas hasta ahora. Estrategias desarrolladas hasta ahora En el momento en que se firmó el convenio (abril de 2008), en el Partido de Escobar estaban funcionando tres grupos de Cambio Rural (Profeder-INTA), a cargo de un agente de proyecto quien a la vez era responsable de los grupos de CR de los partidos de Pilar y Exaltación de la Cruz. Uno de los grupos se encontraba localizado en la zona de Matheu, mientras que los integrantes del segundo tenían sus quintas en el límite de los partidos Escobar y Pilar, lo que ya constituía un problema en esos primeros meses de 2008 debido a que no se sabía si los criterios de asignación del “crédito o subsidio” (todavía no se sabía cómo se otorgaría el 17 dinero a los productores) serían los mismos para ambos partidos. Los productores pertenecientes a estos dos grupos eran socios de la Asociación Civil Colectividad Boliviana de Escobar y se habían conformado en el marco de la articulación entre algunos técnicos y los líderes de esa entidad. El tercer grupo, integrado también por productores hortícolas bolivianos, se había conformado a través de mecanismos que no involucraban a la Asociación Civil CBE, sino por los contactos que tenía un técnico debido a que había sido productor hortícola en Escobar al igual que lo habían sido varios miembros de su familia. En el momento en que se estaba organizando el grupo, este técnico acompañó al agente de proyecto y al futuro promotorasesor a visitar la quinta de un productor hortícola boliviano, que años atrás había sido del técnico, quien había tenido como mediero al actual productor en cuestión. Este productor, ascendiendo por la nueva escalera boliviana, era ahora propietario de la quinta, tenía medieros trabajando para él y se dedicaba a la comercialización de productos hortícolas. El grupo se conformó con este productor, sus medieros y otros productores cercanos. El promotor-asesor de este grupo contaba con experiencia en suelos y en trabajos de fiscalización vinculados al control fito-sanitario en la producción y empaque de alimentos. Por otra parte, la quinta del productor en cuestión era una unidad de monitoreo de uno de los proyectos de investigación del INTA San Pedro sobre la problemática fito-sanitaria de los cultivos hortícolas, motivo por el cual otra técnica vinculada con dicho proyecto estaba realizando monitoreos en la misma. En el marco de esta dinámica de apoyo al sector hortícola, se organizó en la localidad de Belén de Escobar, en mayo de 2008, un taller de capacitación para los promotores asesores de los grupos CR ya designados de los partidos de Escobar, Pilar, Gral. Rodríguez, Moreno y Exaltación de la Cruz; y para aquellos que se esperaba que fueran designados en un futuro en dichos partidos y en el de Marcos Paz. La incorporación de quienes eran candidatos a ser futuros promotores asesores de CR se debía a la necesidad de ampliar la cantidad de grupos CR ya que el INTA consideraba que ese debía ser el mecanismo a través del cual la institución podía hacer el asesoramiento técnico que estaba contemplado en el Convenio firmado entre la SAGPyA, el INTA y los ocho municipios. Por su parte, algunos profesionales del INTA no deseaban que se asociaran a los grupos de CR con los subsidios que darían los municipios, ya que consideraban, en virtud de la cultura organizacional, que ni la institución, ni los programas de asistencia, ni los técnicos debían quedar asociados a las cuestiones político-asistencialistas que generaba la participación de los funcionarios municipales en el convenio. Sin embargo, muchos de los técnicos que se desempeñaban como promotores-asesores y como agentes de proyecto hasta ese momento estaban recibiendo en esos días muchas preguntas en relación a “los subsidios” por parte de los productores que integraban sus grupos, sin contar los pedidos que recibían de que se “abrieran” nuevos grupos por parte de otros productores que se iban enterando sobre la existencia de esos “subsidios”. Entonces, sumada a la operatoria tradicional del programa CR que contempla capacitaciones para técnicos y productores, se incorporaron cuestiones vinculadas específicamente con el Convenio recientemente firmado en las capacitaciones del año 2008 de manera más o menos formal. Así, en la capacitación de mayo de 2008, se invitaron a dos investigadores que se desempeñan en distintas universidades y que están realizando estudios sobre la problemática hortícola del peri-urbano bonaerense. También disertó el agente de proyecto de Moreno, Luján, Marcos Paz y General Rodríguez sobre la experiencia del IMDEL en Moreno. 18 Otro de los objetivos del taller era avanzar sobre la formulación de un proyecto hortícola, en el que se discutieron cuestiones relativas a cada grupo sobre el número de productores, la superficie cultivada, la superficie cubierta, la tenencia de la tierra, el lugar y forma de comercialización, los tipos de cultivo, el plan de manejo y el registro de productores. Estas cuestiones están más vinculadas con la identificación de los productores en cada municipio que con la formulación de un proyecto hortícola. Probablemente esta temática se vinculaba con la necesidad de avanzar sobre definiciones relativas a los criterios de selección entre los productores que serían futuros beneficiarios de los “créditos y/o subsidios” debido a que se sabía que el “dinero estará en cualquier momento en los municipios”. En este sentido, cabe señalar que participó de parte del taller un funcionario del municipio de Escobar quien estaría encargado de operativizar las cuestiones vinculadas con el convenio. Fue notable su desconocimiento sobre la situación del sector, probablemente debido a que el municipio no participó en los encuentros previos a la firma del convenio que se dieron durante 2007 que hemos mencionado más arriba. Uno de los temas que apareció en las discusiones de dicho taller, y que continuarían preocupando a los promotores asesores y a los agentes de proyecto en los meses siguientes, se vincula con los criterios para delimitar qué tipo de productores pueden o no integrar un grupo de CR y si este programa es el más pertinente para mediatizar la asistencia técnica a los productores hortícolas a los que se pretende atender en el marco del convenio. Este tema, como veremos, tampoco estaba demasiado claro para los funcionarios municipales, por lo menos en el caso de Escobar. Entre las conclusiones elaboradas en el acta de esta capacitación, que fueron redactadas por los participantes de la misma, se plantea que se observan algunos problemas preocupantes en la producción hortícola de la zona noroeste del AMBA. Entre los exógenos a la actividad: avance de la urbanización privada, avance de la superficie destinada a la producción sojera, escasa preocupación hasta hace poco tiempo por parte de los distintos niveles estatales (a excepción de algunos de los municipios del AMBA) por regular el uso del suelo con el objeto de favorecer el incremento de la producción hortícola. Entre los endógenos a la actividad: poca valoración social de la actividad hortícola, lo que incide tanto en la expectativa de continuidad en la actividad por parte de los productores y de sus hijos, como en la existencia de una política de apoyo hacia el sector; aumento en los costos de la actividad y disminución en los precios de los productos; dificultades para acceder a mano de obra; impacto de la flexibilización y precarización laboral en las relaciones de trabajo dentro de las explotaciones, lo que conlleva un aumento de contratos informales tanto de medieros como de peones rurales; “bolivianización” de la horticultura; predominio de empresas familiares en el sector junto con un proceso de diferenciación en estas unidades productivas: algunas empresas familiares se encuentran en expansión (horticultores familiares que se transformaron en empresarios); gran parte de la producción hortícola en el noroeste del AMBA es realizada por productores familiares con una lógica resistencial; acceso precario a la tierra, un alto porcentaje de los productores es arrendatario, y muchas veces el acuerdo con el propietario es informal; comercialización: dificultades de gran parte de los productores para vender su producción en el mercado de manera directa, muchos lo hacen a través de consignatarios, lo que incide en una merma en sus ganancias y en las decisiones sobre el tipo de cultivos; el aumento de los controles sanitarios tanto en la comercialización como en otros eslabones de la cadena productiva requiere de un mayor control y cuidado en el uso de agroquímicos, esto a veces se dificulta por las relaciones laborales entre patrones, medieros y peones; con la incidencia del asesoramiento inescrupuloso de algunos vendedores de agroquímicos; y, con la 19 escasa conciencia por parte de los productores sobre los efectos perjudiciales de los mismos. Finalmente, frente a estas dificultades tanto los gobiernos municipales, la SAGPyA y el INTA se ven comprometidos con apoyar al sector hortícola. Estas políticas son novedosas para las líneas de trabajo que tradicionalmente había tenido el INTA, cuya acción se dirigía en el pasado principalmente a medianos y grandes productores. Asimismo, los municipios no tenían (en su mayoría) políticas específicas de apoyo a la producción hortícola. Finalmente, muchos de los técnicos tienen necesidades de capacitación específica en las problemáticas específicas de este sector. Además de esta capacitación se realizaron otras para los asesores promotores y los productores de los grupos de CR en la región. Paralelamente, continuaron expandiéndose los grupos de CR en los partidos involucrados en el convenio y los municipios debieron implementar las operatorias pertinentes para poder otorgar el dinero recibido a los futuros beneficiarios de los proyectos. Ambas cuestiones presentaron diversos problemas en el partido de Escobar. Por un lado, los grupos de CR fueron evaluados en mayo por autoridades del PROFEDER, quienes observaron la escasa participación de los productores y el hecho de que los gastos de los asesores promotores no eran pagados por los integrantes de los grupos. Esto preocupó a los profesionales del INTA y a los agentes de proyecto a lo largo de los meses siguientes. De todas formas, se continuó con la conformación de nuevos grupos a través de los contactos con productores locales que tenían diversos técnicos que conocían el área y, a veces, a raíz de la iniciativa de algunos productores. Los técnicos propuestos como asesores promotores no siempre conocían la zona, y algunos eran propuestos debido a sus relaciones de amistad con otros técnicos que ya estaban vinculados al INTA o a otras instituciones de extensión y desarrollo a nivel provincial o local. Por su parte, algunos técnicos abogaban por aplicar los mecanismos de formación de grupo de la manera en que lo plantea el programa Cambio Rural, pero muchas veces tuvieron que recurrir a mecanismos ad hoc debido a las urgencias institucionales (tanto propias del INTA en términos de los réditos que otorga tener una “cantidad” determinada de grupos, como del convenio en cuestión en términos de la necesidad de que los productores generen proyectos hortícolas capaces de acreditar para recibir el dinero). Con respecto a la afinación de los mecanismos internos del gobierno municipal para poder implementar la entrega de dinero a los productores hortícolas para que mejoren la producción, se generaron diversas situaciones que exigieron respuestas creativas, del mismo modo que sucedió con la operatoria del INTA. Uno de los temas que generó mayores interrogantes en los municipios fue decidir si el dinero se otorgaría bajo la forma de créditos o de subsidios. Esto se vincula con las modalidades de rendición de cuentas propias de la administración municipal. Si bien lo ideal era otorgar créditos por dos motivos: la generación de un sistema rotativo y la necesidad de apartarse de las lógicas asistencialistas-clientelares, lo cierto es que ese mecanismo era difícil de implementar desde una organización gubernamental. Esto generó la necesidad de pensar en el otorgamiento del dinero bajo la forma de “insumos” que serían comprados por el municipio, los que serían devueltos por los productores beneficiados en un plazo estipulado, para que pudieran ser entregados a futuros beneficiarios. Esta decisión, que aparentemente fue tomada por todos los municipios, fue un tema de conversación durante varios meses entre las autoridades municipales (entre ellos las de Escobar), los técnicos del INTA (aunque no todos 20 estaban de acuerdo en participar de tales discusiones por el perfil “apolítico” que se considera que tiene la institución) y los funcionarios de la SAGPyA. Otro tema que mantuvo ocupado al municipio de Escobar, al igual que a otros que estaban en la misma situación de desconocimiento del sector a nivel local, fue la manera de identificar a los productores hortícolas del partido, es decir, la elaboración de un Registro de Productores. Esto también llevó a que se articulara con otros municipios, con técnicos del INTA, con representantes de la Asociación Civil CBE y con otros agentes relevantes a los fines de crear un mecanismo que permitiera identificar a los productores, para que posteriormente quienes estuvieran identificados como tales por el gobierno local pudieran postularse como candidatos a recibir el “subsidio”. Se tomó como modelo un registro de microemprendedores que el municipio estaba implementando, en el que se pedían datos mínimos como para que todos los productores se inscribieran “sin temor a que les quisieran cobrar impuestos”. Un problema que surgió fue cómo acreditar la condición de productor, debido a que muchos no son propietarios de sus quintas y, en el caso de ser arrendatarios, muchas veces no poseen un contrato que así lo acredite. También fue problemático el item en el que se pedía especificar el personal afectado a la actividad debido a que la forma de “mediero” era novedosa para los funcionarios gubernamentales. Por otra parte, hubo otro tema que comenzó a aparecer en las articulaciones entre las autoridades municipales y los técnicos de INTA, referido a los criterios de asignación de los “subsidios”, que traslucieron las diferentes lógicas de cada una de estas instituciones: la política y la técnica. También, aparecieron ciertos prejuicios contra los productores bolivianos que atraviesan a la sociedad escobarense. Así, si bien el convenio plantea la necesidad del acompañamiento técnico del INTA para avalar aquellos proyectos factibles de conseguir un “aumento en la producción hortícola”, no estaban claros los criterios para priorizar dichos proyectos ni para decidir qué tipo de productores serían aquellos a los que se debería beneficiar. Por su parte, los técnicos de INTA, plantearon la necesidad de establecer algunos criterios objetivos para la selección de los beneficiarios de los subsidios debido a que ellos eran quienes avalarían los proyectos con su firma. Por lo tanto, se planteó creó un formulario técnico de evaluación para cada proyecto que sería firmado por el promotor asesor del grupo, el agente de proyecto y el jefe de la agencia que sería elevado al Municipio para que fuera elevado por el Director de Producción y, por último, por funcionarios de la SAGPyA. La modalidad que debían tener los proyectos que deberían presentar los productores interesados en recibir el “subsidio” y los criterios para evaluar si los mismos aseguraban un “aumento de la producción hortícola” fue un tema de negociación entre los técnicos del INTA. Esto se debe a los indicadores que tradicionalmente se han tenido en cuenta desde una lógica productivista desconocen aquellos indicadores de sustentabilidad social y ambiental. Finalmente, a principios de agosto de 2008 se realizó un encuentro de los promotores asesores y agentes de proyecto de CR en el municipio de Escobar, de la que participaron investigadores vinculados con la problemática que fueron invitados a la misma, para que los promotores asesores identifiquen aquellos productores de sus grupos que, a su juicio, sería conveniente que el municipio les susbsidie insumos para que mejoren la producción y comercialización de sus productos. Cabe señalar la dificultad para determinar los potenciales beneficiarios por parte de los técnicos (asesores promotores y agentes de proyecto) ya que “les pidieron no perder el foco de este proyecto que no es un programa social, sino un 21 programa de apoyo a las PYMES o pequeños productores viables, no es para la audiencia que atiende PROHUERTA”. A juicio de los técnicos de CR, el límite de ambas audiencias es lo difícil de encontrar, sobre todo por la precaria tenencia de la tierra que tienen muchos de los productores, lo que los dejaría fuera del sistema de subsidios. Esto pone en evidencia la situación de “estar en la mira” de los extensionistas, ya que son los agentes de proyecto y los promotores asesores quienes se enfrentan a la cotidiana situación de relacionarse con los productores. Si bien gradualmente se ha ido incorporando el ideario del desarrollo rural territorial en las instituciones involucradas, junto con la idea de que los técnicos son "facilitadores" y no "transferencistas", en el trabajo en terreno la "bajada" de estos preceptos no es tan fácil y los técnicos se encuentran, en definitiva, tironeados por las expectativas de los productores y las demandas que, de uno u otro modo, las instituciones les imponen. Conclusiones A modo de síntesis realizaremos un análisis FODA de la articulación SAGPyA, INTA y Municipalidad de Escobar: Fortalezas: - Reconocimiento por parte de la mayoría de los productores de que deben incorporar nuevas tecnologías, tales como invernáculos y fertirriego. También, quieren mejorar sus prácticas hortícolas. - Organización institucional de los productores que potencia el acceso a canales de comercialización tales como los Mercados de Escobar y Pilar. - Articulación con otros proyectos de investigación y/o de extensión del INTA ya mencionados en el presente trabajo. - Existencia de jóvenes productores hortícolas con un espíritu emprendedor en horticultura. - Algunos Promotores Asesores tienen una trayectoria laboral docente, lo que facilita la implementación de estrategias comunicacionales con los productores. - La presencia del INTA, ya que legitima las intervenciones para el desarrollo debido a su estructura fuerte y de gran prestigio en la actividad. - Algunos productores conocen los conceptos básicos de Buenas Prácticas Agrícolas y de Monitoreo Integral de Plagas. - Gran interés en progresar por parte de los productores. - Buena comunicación con los productores por parte de los promotores asesores. - Posibilidad de conseguir recursos. - Cultura de respeto al trabajo por parte de los productores. Oportunidades: - Mayor oferta en capacitación estatal que años anteriores. - Mayor cantidad de recursos técnicos y de profesionales por parte del INTA. - Intención de Formalización en una forma gradual de la Actividad Flori-hortícola por parte del SENASA. - Vinculación entre distintos proyectos y programas: Convenio: SAGPyA-INTA-8 Municipios, Proyecto: Apoyo al Desarrollo Local / Ruta flor. - Existencia de otros programas que pueden crear una importante sinergia como el PROSAP. 22 - Oportunidad para trabajar juntos el sector privado hortícola, la SAGPyA, el INTA y los Municipios. Articulación con diferentes programas de investigación en ciencias agrarias, sociología y geografía rural de distintas universidades (UBA, UNGS y UNLu). Incipiente trabajo de extensión por parte de las Universidades. Existencia de nuevos canales de comercialización. Disponibilidad de herramientas para manejo de conflictos y negociación Debilidades: - Escasa experiencia en prácticas hortícolas de algunos técnicos. - Pocas oportunidades de trabajo rentado para los profesionales en el sector hortícola. - Escasa formación en las Universidades en cultivos intensivos. - Lenta respuesta a las demandas por parte del sector público. - Dispersión de acciones. Superposición de programas y proyectos y desconocimiento de muchos de ellos. - Estructura de pirámide invertida de los Grupos Cambio Rural. - Un solo canal de comercialización. - Cultura que no prioriza Higiene y la Seguridad. - Miedos al cambio. - Régimen de tenencia de la tierra, contratos precarios. - Falta de recursos para saltos tecnológicos. - Mal uso de tecnologías, riego, fertilización , invernáculos. - Desvalorización social de la actividad hortícola tanto con respecto a los productores como a los profesionales de la horticultura. Amenazas: - Politización de estos espacios de articulación: riesgo de seleccionar a los beneficiarios de acuerdo a lógicas clientelares. - Posibilidad de que los informes de los investigadores de las universidades generen roces con los diversos agentes involucrados: funcionarios de la SAGPyA, profesionales del INTA, funcionarios municipales y productores. - Conflictos internos en los mercados. - Conflictos entre municipios. - No cumplir con las expectativas de los jóvenes productores. - Desplazamiento de productores. - Falta de compromiso por parte de los diferentes actores. - Aumento de costos de los insumos, con el riesgo de que cuando se asignen los recursos no alancen para lo solicitado. - Problemas de todos los agentes intervinientes (profesionales, funcionarios y productores) en asistir a las reuniones por excesivo trabajo. - Falta de mano de obra disponible para el sector hortícola debido a que prefieren ocuparse en otras actividades. Para concluir quisiéramos realizar algunos comentarios finales. La posibilidad de que la actividad hortícola se incremente está íntimamente ligada, por un lado, a la asistencia técnica y a la disponibilidad de recursos, pero por el otro, a la existencia de políticas que contemplen una planificación de uso del suelo que custodie el paisaje rural. En vistas de la envergadura del convenio de apoyo a la horticultura entre la SAGPyA, el INTA y los 8 Municipios, que se comenzó a implementar en el corriente año, consideramos que este espacio debería ser aprovechado por los municipios para arbitrar medidas tendientes acompañar y asistir a la re- 23 localización de aquellos productores que se han visto desplazados y/o obligados a mudarse a campos más propicios. Esta re-localización, como hemos señalado, se debe a la cada vez más difícil convivencia de la Ciudad-Campo provocada por especulaciones inmobiliarias (entre otros factores) y por el incremento de la inseguridad. Estos son algunos de los motivos por los que gran parte de los productores, mayoritariamente de nacionalidad boliviana, buscan territorios menos inseguros en todo sentidos, localizados en municipios más hospitalarios. Además, sería interesante que se incorporen de manera formal a las Universidades a la articulación entre SAGPyA, INTA y municipios, planteada en el convenio en cuestión. Hasta el momento, diversos investigadores hemos colaborado con los técnicos que trabajan en el territorio de manera informal, a través del intercambio, traducción y construcción de conocimientos de manera conjunta creando una nueva interfase social4 que, a su vez, está resignificando la política de apoyo al sector hortícola en el noroeste del AMBA. En relación a la situación de los técnicos de “estar en la mira” queremos retomar lo que señalan Schiavoni y de Mico (2008) al tipificar las diferentes lógicas de articular la extensión y la investigación desde las agencias estatales. Estas autoras caracterizan, por un lado, el paradigma clásico de la modernización agrícola estatal (transferencista) que se erigió sobre la diferenciación entre la producción y la circulación de conocimiento y, por el otro, el estilo tecnológico alternativo que postula la calidad de traductores y de mediadores de los profesionales vinculados con el desarrollo rural de pequeños productores y/o agricultores familiares. En este sentido y en el caso que hemos presentado, dichos profesionales son –en términos de un asesor promotor de la zona de estudio- “facilitadores”. Pero, también, son quienes se encuentran tironeados por diversas lógicas, expectativas y reclamos por parte de los diversos agentes sociales del “territorio” que participan en la “articulación” para “aumentar la producción hortícola” en el noroeste del AMBA. Bibliografía Archenti, Adriana y Tomas, Marcela. 1997. “Identidades migrantes e inserción local en un contexto subrural”. Ponencia presentada en el Congreso Nacional "Pobres y pobreza en la sociedad argentina". UNQ - CEIL. Barsky, Andrés y Vio, Marcela. “La problemática del ordenamiento territorial en cinturones verdes periurbanos sometidos a procesos de valorización inmobiliaria. El caso del Partido del Pilar, Región Metropolitana de Buenos Aires”. En 9no. Coloquio Internacional de Geocrítica. Porto Alegre: Universidade Federal do Rio Grande do Sul, 2007. <http://www.ub.es/geocrit/9porto/barsky.htm> Benencia, Roberto. 1994. “La Horticultura Bonaerense: Lógicas Productivas y Cambios en el Mercado de Trabajo”. Desarrollo Económico, Vol. 34 N° 133. Benencia, Roberto. 2002. “La compleja trama del prejuicio. Aceptación y violencia sobre trabajadores bolivianos en la agricultura periférica de Buenos Aires”. Ponencia presentada en Perspectives comparées des migrations: France-Argentine, CERMI/URMIS/Université París 7/UBA. Programme ECOS, Paris. Benencia, Roberto. 2006. “Bolivianización de la horticultura en la Argentina”. En: Grimson, A. y Jelin, E. (comps.) Migraciones regionales hacia la Argentina. Diferencia, desigualdad y derechos. Buenos Aires: Prometeo. 4 Como lo señala Rodríguez Bilella (2004), las situaciones de interfase social son complejas y de naturaleza múltiple, conteniendo al interior de ellas distintos intereses, relaciones y modos de racionalidad y poder. En estas situaciones, las discrepancias en interés social, interpetración cultural, conocimiento y poder son mediadas y perpetuadas o transformadas en puntos críticos de vinculación o confrontación. 24 Benencia, Roberto (coord.). 1997. Área hortícola bonaerense. Cambios en la producción y su incidencia en los actores sociales. Buenos Aires: La Colmena Benencia, Roberto y Quaranta, Germán. 2005. “Producción, trabajo y nacionalidad: configuraciones territoriales de la producción hortícola del cinturón verde bonaerense”. 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