Pizarro, C.; Aboitiz

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XIV Jornadas Nacionales de Extensión Rural y VI del Mercosur
Técnicos en la mira: entre los productores y las políticas de intervención en los sistemas
hortícolas del noroeste del periurbano del Área Metropolitana de Buenos Aires.
Cynthia Pizarro
CONICET-FAUBA-UCC-UNC
Argentina
Pedro Aboitiz
INTA-FAUBA
Argentina
[email protected]
Resumen
La horticultura en las áreas periurbanas es un escenario en permanente transformación y ni los
técnicos ni los pequeños productores están preparados para esos cambios. En términos
generales, diversas innovaciones tecnológicas han generado una sobreoferta de productos y la
consiguiente reducción de sus precios en un mercado poco previsible y poco transparente,
situación que afecta principalmente a los pequeños productores. Con respecto a los técnicos,
la insuficiente formación en horticultura y en desarrollo rural brindada por las carreras
universitarias, la desvalorizacion social que tiene esta actividad, así como un mercado laboral
precarizado hacen que sus tareas sean realizadas en condiciones adversas.
En el Área Metropolitana de Buenos Aires confluyen en la actualidad acciones
implementadas por distintas instituciones tendientes a mejorar las prácticas agrícolas en el
sector hortícola. Estas intervenciones, si bien brindan a los técnicos oportunidades laborales,
los confrontan con múltiples desafíos. En abril de 2008, la firma de un Convenio Marco de
Cooperación, Asistencia y Administración entre el INTA, la SAGPyA y algunos municipios
del segundo cordón hortícola del AMBA, ha promovido la articulación institucional para
mejorar las prácticas agrícolas, a través de la asistencia técnica y de subsidios/créditos para
los productores. Los técnicos del programa Cambio Rural son, en estas circunstancias, los
encargados del asesoramiento.
Así, son los agentes de proyecto y los promotores asesores quienes se enfrentan a la cotidiana
situación de relacionarse con los productores. Si bien gradualmente se ha ido incorporando el
ideario del desarrollo rural territorial en las instituciones involucradas, junto con la idea de
que los técnicos son “facilitadores” y no “transferencistas”, en el trabajo en terreno la
“bajada” de estos preceptos no es tan fácil y los técnicos se encuentran, en definitiva,
tironeados por las expectativas de los productores y las demandas que, de uno u otro modo,
las instituciones les imponen. Esta ponencia dará cuenta de esta situación, haciendo foco en el
partido de Escobar. Señalaremos los desafíos que se han presentado y algunas de las
estrategias desarrolladas para solucionar estas tensiones.
Palabras clave: políticas de intervención – rol del técnico –articulación - horticultura –
Partido de Escobar, Provincia de Buenos Aires
1
Transformaciones en la horticultura en el periurbano de la ciudad de Buenos Aires
Desde inicios de la década de 1990 el complejo hortícola en Argentina se caracterizó por la
casi exclusiva producción en fresco. Según Benencia (1994), la producción hortícola se da en
diferentes áreas y sistemas de producción. En primer lugar, están los denominados cinturones
verdes, que están conformados por quintas, o huertas de tipo familiar, que rodean a las
grandes ciudades. En general, producen variedad de cultivos: verdura de hoja, crucíferas,
remolacha y hortalizas de estación para el consumo fresco. En segundo término, están las
zonas hortícolas especializadas, que se caracterizan por el uso de mano de obra asalariada y el
cultivo de productos primicia o pocos cultivos típicos de las características climáticas en las
que se encuentran, para el comercio a larga distancia. Finalmente, existen zonas hortícolas
extensivas.
En el área metropolitana de la Ciudad de Buenos Aires (AMBA) la producción hortícola tuvo
históricamente las características de los cinturones verdes, siendo productora de frescos
(lechuga, acelga, espinaca, pimiento, tomate, frutilla) en unidades productivas familiares de
tipo intensivo, destinados al mercado interno (Benencia 1994). Según datos del INTA1, el
cinturón verde del Gran Buenos Aires comprende 18.000 hectáreas, en los partidos de la
provincia de Buenos Aires: La Plata, Florencio Varela, Berazategui, Almirante Brown,
Esteban Echeverría, Cañuelas, Lobos, Marcos Paz, Merlo, Moreno, General Rodríguez,
Luján, Pilar y Escobar. Mientras que, en la década de 1990, Benencia (1997) planteaba que
estaba conformado por los siguientes partidos, distribuidos en tres zonas: sur (Almirante
Brown, Berazategui, Esteban Echeverría, Florencio Varela, La Plata y San Vicente), oeste
(General Rodríguez, La Matanza, Marcos Paz, Merlo y Moreno) y norte (Escobar, General
Sarmiento, Pilar y Tigre).
Estas diferencias de localización de las quintas hortícolas en el AMBA que se aprecian en el
término de 10 años, dan cuenta de la gran movilidad de los productores. De hecho, algunos
productores que previamente tenían sus quintas en Escobar o Pilar, en el caso de la zona
norte, se están re-localizando en partidos aún más distantes de las ciudades de Buenos Aires y
La Plata tales como Exaltación de la Cruz, Campana y Mercedes. Esta movilidad se debe a
una multiplicidad de factores entre los que se destacan: las transformaciones en la agricultura
(a nivel de la producción, de la mano de obra y de la comercialización), los cambios en los
mercados y las modificaciones en los patrones de uso del suelo. Estos cambios, a su vez,
impactaron en la estructura social hortícola y, también, en las lógicas de los productores,
haciendo que la movilidad sea no sólo territorial sino también socio-económica, ya que se
observa a lo largo de los años la capitalización de algunos productores que dejaron de ser
familiares para incorporar una lógica empresarial, la precaria resistencia de otros ante una
producción que implica serios riesgos, y la expulsión de unos cuantos.
Las transformaciones en la agricultura que impactaron en la producción hortícola del AMBA
produjeron una relativa especialización de algunas unidades productivas y el crecimiento
significativo de la producción en fresco para el consumo interno. Esto fue favorecido por la
adopción de una serie de innovaciones tecnológicas entre las que Benencia (2002) menciona:
el aumento en la construcción de invernáculos y cultivos sin suelo, el aumento de la superficie
bajo riego y el empleo de sistemas de ferti-irrigación, los avances en la investigación genética
y en el mejoramiento de protección de plantas, así como las mejoras en el manejo poscosecha,
1
Vía Internet: http://www.inta.gov.ar/sanpedro/investiga/pe/PNHFA3141.htm, consultada el 16 de agosto de
2008.
2
en los sistemas de clasificación y empaque. Pero, tal como lo señalan investigadores del
INTA, estas tecnologías se han basado también en un mayor consumo de fertilizantes y
plaguicidas y en la adopción de nuevas técnicas de manejo de los cultivos y de estructuras de
invernaderos, que han provocado alteraciones en el equilibrio de los agro-ecosistemas. Esto se
pone en evidencia en los rebrotes recurrentes de plagas y enfermedades y en el deterioro
físico-químico-biológico del suelo, así como en la contaminación del medio ambiente en
general. Además, se ha observado el riesgo de que los productos obtenidos tengan niveles
excesivos de residuos de plaguicidas y otras substancias (PNHFA3141, 2006).
Estas transformaciones a nivel de la producción incidieron en el aumento de la demanda de
mano de obra en el sector. De manera sostenida a partir de la década de 1970, se incorporaron
trabajadores bolivianos reemplazando a los trabajadores provenientes de diversas provincias
argentinas. Esto se evidenció, sobre todo, en la inserción de mediería, lo que derivó en dos
procesos concomitantes. Por un lado, la flexibilización de las relaciones entre patrones y
trabajadores, acentuándose el predominio de las relaciones de mediería por sobre las de
asalarización; y, por el otro, la “bolivianización” de la producción hortícola (Benencia 2006).
Con respecto a los cambios en los mercados, Archenti y Tomas (1997) destacan el aumento
en la demanda de verduras que no necesitan cocción para la elaboración de comidas rápidas y
los cambios en las formas de comercialización implicados por la creación del Mercado
Central de Buenos Aires. A estos factores podemos agregar el impacto de la aparición de
otros mercados mayoristas ubicados en distintos lugares del AMBA que complementan al
anterior en el abastecimiento de frutas y verduras, así como la existencia de tecnologías tales
como la radio y el celular que agilizan las comunicaciones y favorecen el conocimiento de los
precios y de la oferta y la demanda en distintos puntos del AMBA y en otras localidades del
país.
En relación a los cambios en los patrones de uso del suelo cabe señalar que existieron criterios
diferenciales en los diversos municipios que conforman el AMBA. Mientras que en la zona
sur no se ha observado un avance de la urbanización privada que impactara profundamente en
la superficie destinada a la horticultura, en la zona norte del peri-urbano Barsky y Vio (2007)
señalan que la falta de ordenamiento territorial en los partidos de Pilar y Escobar se pone en
evidencia en los intensos cambios en los usos de su suelo que se dieron en los últimos 20
años, impulsados por la construcción de autopistas y el desembarco de inversiones
industriales, inmobiliarias y de servicios de gran magnitud. En este contexto, la gestión del
territorio de manera compartimentada, siguiendo lógicas de acumulación política, amenaza las
perspectivas de persistencia del cinturón verde hortícola y de los agentes económicos que lo
sostienen. Ante el avance de la ciudad, muchos de los inmigrantes bolivianos que lograron
convertirse en arrendatarios o –en algunos casos en propietarios-, tienden a abandonar o a
desplazar sus actividades productivas. Así, como hemos dicho más arriba, muchos se han relocalizado en Zárate, Lima, Cardales, Río Luján, entre otras localidades de los partidos de
Exaltación de la Cruz, Mercedes, Campana y General Rodríguez.
En síntesis, si bien de manera general los sistemas de producción hortícola en el AMBA
sufrieron diversas transformaciones a nivel de la producción, de la mano de obra y de la
comercialización a raíz de la expansión capitalista en la agricultura y de las modalidades del
uso del suelo urbano-rural; existen particularidades en las formas en que estos factores
impactaron en las diversas zonas. Así, Benencia y Quaranta (2005 y 2006) señalan que, en
términos generales, durante los últimos 10 años se produjo una expansión de la zona sur y una
3
retracción de las zonas norte y oeste, evidenciándose además características diferenciales en
las tres zonas.
En la zona sur se ha dado un incremento en la producción por el uso de tecnología bajo
cubierta pero no en la extensión de las superficies cultivadas. Por otra parte, se dio una
especialización de la producción en algunos cultivos bajo cubierta que permitieron el ingreso
en el mercado de productos “primicia” o tardíos, o más acordes a las exigencias actuales de
los consumidores. Se observa una mayor presencia de empresas familiares con medieros, la
temprana difusión del cultivo bajo cubierta (54% de las explotaciones), una mayor presencia
de medieros (30,7% de mano de obra de medieros), y la presencia de medieros y productores
provenientes de provincias del noroeste argentino junto con bolivianos.
En el oeste se aprecia una mayor presencia de empresas familiares con asalariados (37% de
mano de obra asalariada), la preeminencia de producción extensiva (cultivos de hojas),
unidades productivas con mayor superficie, y el uso de invernáculo sólo en 15% de las
explotaciones.
Mientras que el norte se caracteriza por una mayor presencia de explotaciones familiares,
posiblemente debida a que antiguos medieros bolivianos lograron arrendar o ser propietarios,
habiendo iniciado su propia explotación; una mayor presencia de medieros y productores
bolivianos; y el uso de invernáculo en el 18% de las explotaciones.
Por otra parte, en los últimos 20 años se dio un proceso de cambio social en la estructura
social hortícola del AMBA, que llevó a que muchos productores fueran expulsados del
sistema frente a los cambios acaecidos. Benencia (1994) plantea la existencia de dos tipos de
lógicas por parte de los productores en el marco de estas transformaciones. Por un lado,
algunos horticultores familiares lograron transformarse en empresarios a través de la lógica de
expansión flexible. Mientras que hubo otros que, o bien desaparecieron del área arrendando
su tierra, o bien se mantuvieron en ella, pero descapitalizados y en situación de equilibrio
inestable. Estos últimos han apelado a una lógica resistencial.
No se debe suponer que la diferencia entre quienes se capitalizaron y los que se
descapitalizaron está dada por la superficie cultivada ni por la contratación de asalariados o
medieros. La superficie cultivada depende, entre otras cosas, de la tecnología, del tipo de
cultivos, de la mano de obra familiar y contratada disponible y de la posibilidad de colocar la
producción en el mercado. Por otra parte, la contratación de asalariados o medieros es
realizada tanto por los productores familiares como por los empresarios, dependiendo de la
cantidad de personas disponibles para trabajar en la familia del productor, de la superficie y
tipo de estrategia productiva, de los cultivos y del calendario productivo, entre otras variables.
Tierra
Capital
Lógica empresarial
Lógica de resistencia
- Uso intensivo (2 o más veces)
- Uso 1 vez promedio.
- Expansión flexible a través de - Superficies de hasta 10 has.
arrendamiento
- Reducción: se dan lotes en
arrendamiento
Gracias
al
capital,
al Escasez de capital, crédito y
asesoramiento técnico y/o al asesoramiento técnico:
crédito:
Maquinaria obsoleta, uso selectivo de
Tecnología biológica, química y insumos y de cobertura plástica
mecánica de alta generación
(frutilla en surco-barracas de tomate)
4
Cultivo bajo cubierta
Trabajo
Contrato
de
asalariados
y
medieros:
- patrón y miembros de su familia:
dirección y gestión, manejo de
maquinaria y venta de la
producción.
- mediero con su "propia" mano
de obra: preparación, siembra,
mantenimiento
y
cosecha,
embalaje y carga.
Producción Especialización. Atiende demanda
especializada; cultivos primicia o
tardíos.
Comerciali- Dueños
de
transportes,
zación
consignatarios.
Dueños o socios de puestos en
mercados.
Producción familiar y contrato de
medieros para atenuar riesgos.
Diversificación.
consignatario.
Demanda
del
No participa. Vende al consignatario
(pagos
diferidos,
pérdida
de
identificación de la mercadería, precios
no transparentes)
Elaboración propia en base a Benencia 1994.
A modo de aproximación analítica, se podrían sintetizar en el siguiente cuadro algunas
características de los tipos de unidades productivas existentes en la actualidad en el AMBA:
Tipo de
explotación
Superficie
Propiedad
Organización del
Trabajo
Explotaciones
Familiares
menos de 5
has
Arrendamiento/ Trabajo familiar (entre
propiedad
3 y 4 personas)
Empresas
4 (sur) -8
Arrendamiento/ 2 asalariados (lógica
Familiares con (oeste)
propiedad
familiar)
asalariados
8 (sur) – 15
3 a 5 asalariados
(oeste)
26 (sur) – 40
+ de 5 asalariados
(oeste)
(lógica empresaria)
Empresas
5 has
Familiares con
mediero
Propiedad/
arrendamiento
Patrón (2 trab) más 1
mediero (4 trab) (lógica
familiar) 50% tienen 1
mediero
Tecnología y
capital
Proceso de
cambio
Poco invernáculo
(sur menos 50%)
Bolivianos
en
Expansión
(en su
mayoría)
resistencia
de viejos
productores
No invernáculo
Maquinarias
viejas
Poco capital
No invernáculo
Maquinarias
viejas
Poco capital
Invernáculo (sur
54% de este tipo)
No invernáculo
Maquinarias
viejas
Poco capital
resistencia
expansión
resistencia
5
10 has o más
Más (2-3 o más
medieros) lógica
empresarial - patrón y
sus familiares trabajan
menos
Propiedad y
más típica de lógica
arriendan a otros empresaria
según necesidad
Invernáculo (sur
70% de este tipo)
expansión
Empresas
13-27 has
Invernáculo (sur
familiares con (Puede ser
84% de este tipo)
medieros y
explotación
asalariados
extensiva)
Elaboración propia en base a Benencia y Quaranta 2006a y a trabajo de campo.
expansión
El apoyo estatal al sector hortícola de la zona noroeste del AMBA
A partir de 2002, la situación de la producción hortícola en el AMBA fue ocupando
gradualmente un lugar en la agenda política de distintos niveles gubernamentales, hasta
convertirse en el 2008 en una problemática que involucra acciones concretas de una manera
articulada entre diversos agentes estatales, por lo menos en la región noroeste del peri-urbano.
Entre los antecedentes de intervención política en el sector se pueden señalar cuestiones
vinculadas con la esfera de la producción y de la comercialización.
En consonancia con la “bolivianización” de la horticultura y de los procesos de movilidad
ascendente de algunos inmigrantes bolivianos que lograron ascender en la escalera boliviana
(Benencia y Quaranta 2006b) hasta convertirse en patrones y, en algunos casos, en
comercializadores, hacia fines de la década de 1990 se puso en evidencia la co-existencia de
mercados mayoristas en el peri-urbano del AMBA junto con el Mercado Central. Dichos
mercados, que han sido motorizados por inmigrantes bolivianos en su mayoría en el marco de
las políticas de desregularización, fueron cobrando visibilidad progresivamente a los ojos de
las autoridades gubernamentales locales, provinciales y nacionales en consonancia con la
potencialidad de implementar estrategias de comercialización internacional –por lo menos a
nivel del MERCOSUR-. Y así como cobraron mayor visibilidad los mercados, lo hicieron los
productores hortícolas de origen boliviano que cultivan gran parte de las frutas y verduras que
allí se comercializan.
De acuerdo a contextos de crisis o de recuperación socio-económica, estos mercados –y los
productores hortícolas- han sufrido el impacto de dos tendencias diferentes. En momentos de
crisis tales como la del 2001, las políticas para con estos mercados y para con los productores
han sido de menor control: desregularización, menor presión fiscal y mayor informalidad. En
momentos de recuperación del consumo, la tendencia ha sido la opuesta: regularización,
mayor presión fiscal y menor informalidad. La progresiva recuperación en los niveles del
consumo que se ha observado desde la crisis de 2001, junto con el aumento de los precios de
las frutas y verduras que se observó hacia fines del 2006 y el incremento de la conciencia
ambientalista propiciaron, entre otros factores, una tendencia hacia una mayor regularización
de los mercados, los que debieron adecuarse a una serie de normativas tendientes a aumentar
la presión fiscal, controlar aspectos sanitarios y reducir la informalidad, como por ejemplo la
normativa SICOFHOR-SENASA.
Por otra parte, la mayor visibilidad de los mercados chicos en contextos de recuperación
socio-económica ha propiciado que se conviertan en beneficiarios de políticas de apoyo o en
víctimas de la falta de las mismas. El que fueran o no incluidos en dichas políticas dependió,
6
entre otros factores, de los lineamientos sobre desarrollo rural de los gobiernos de las distintas
jurisdicciones municipales en las que se encuentran y de las alianzas que los dirigentes de los
mercados hayan entablado con las autoridades municipales, provinciales y nacionales.
En este marco, desde el gobierno provincial se implementaron diversas acciones tendientes a
apoyar a las cooperativas de productores que administran estos mercados así como a otros
productores que no necesariamente están vinculados con los mercados mayoristas. Desde el
programa Cambio Rural Bonaerense, dependiente de la Dirección Provincial de Desarrollo
Rural del Ministerio de Asuntos Agrarios del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires se
asistió a varias cooperativas de productores hortícolas en distintas localidades del AMBA, en
particular en aquellas municipalidades cuyas autoridades compartían la orientación política de
las autoridades provinciales. En la zona norte, cabe señalar el apoyo que recibieron los
productores de los partidos de Luján, Pilar y Moreno (Ministerio de Asuntos Agrarios del
Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, 2007). Por otra parte, las municipalidades de estos
partidos también habían incorporado en su agenda política la problemática del sector.
En el caso del partido de Luján, los productores hortícolas bolivianos de la Cooperativa
Frutihortícola Copacabana recibieron asistencia técnica del Programa Cambio Rural
Bonaerense a partir de 2003. En 2007 comercializaban sus productos y los de terceros en un
mercado local, bajo la normativa del SENASA. Además de la asistencia del programa
provincial, la cooperativa recibió el apoyo oficial de la municipalidad a través de la Dirección
de Producción del Municipio de Luján y del Consejo Municipal de Acción Cooperativa.
Asimismo, recibieron un crédito del Banco Nación para la compra de un predio para construir
un mercado propio.
También a partir de 2003, la Cooperativa Frutihortícola 2 de Septiembre de Pilar, conformada
por productores bolivianos, recibió asistencia técnica del Programa Cambio Rural Bonaerense
tanto para asesorar a los productores como para fortalecer la organización y asesorar al
mercado mayorista en materia de la normativa del SENASA. Al igual que en el caso de
Luján, el Municipio de Pilar apoyó al sector hortícola y a la cooperativa, y la adecuación de
las instalaciones del mercado fue realizada con un subsidio otorgado por el Ministerio de
Desarrollo Social de la Nación.
Finalmente, en el partido de Moreno, el Programa Cambio Rural Bonaerense trabajó de
manera articulada con el Instituto Municipal para el Desarrollo Económico Local (IMDEL),
implementando asistencia técnica a los productores hortícolas (entre otros) en el marco de las
políticas de desarrollo territorial definidas por el gobierno municipal a través del Programa de
Incentivo al Sector Rural (Pro.In.Se.R.). De manera similar a Pilar y Luján, se apoyó la
conformación de procesos asociativos que cristalizaron en un mercado mayorista,
administrado por inmigrantes bolivianos articulados en la Cooperativa Frutihortícola
Norchichas. En ese contexto, se otorgaron créditos a los productores en el marco de un
sistema rotativo y se desarrollaron diversas líneas de comercialización. También, se proyectó
la implementación de un laboratorio de análisis con el objetivo de brindar un servicio local y
regional que permita mejorar los controles sanitarios y calidad de la producción.
Así, en algunos partidos del noroeste del peri-urbano bonaerense se puede apreciar cómo se
incorporó en la agenda municipal y provincial la cuestión del desarrollo del sector hortícola a
partir de los primeros años de esta década. Sin embargo, este no fue el caso del Partido de
Escobar, aún cuando en dicho partido se encuentran dos mercados fruti-hortícolas
7
administrados por productores bolivianos, siendo uno de ellos el de mayor antigüedad y
envergadura en el AMBA (Pizarro 2008a y 2008b).
Si bien la cuestión del desarrollo rural no fue un tema de interés en la agenda política de los
municipios de la zona noroeste del AMBA durante la década de 1990, posiblemente debido al
mayor interés que había en ese momento por promover la inversión inmobiliaria, se puede
apreciar que a partir de 2002 algunos gobiernos municipales comenzaron a preocuparse por la
tensión entre la urbanización y la existencia de actividad agropecuaria que pudiera funcionar
como pulmón –entre otras ventajas. En este sentido, cabe señalar que la preocupación por la
planificación del uso del suelo fue diferencial en los partidos del noroeste del AMBA en
relación a los del sur y, a la vez, tampoco fue homogénea en los primeros. Así, el avance de la
urbanización privada fue concebida como problemática por Moreno, Luján y Pilar, mientras
que no lo fue para el partido de Escobar hasta, por lo menos, 2007.
Pero el hecho de que la cuestión hortícola ingresara como tema en la agenda política no se
relaciona solamente con las tensiones entre los procesos de urbanización y la producción
agropecuaria. Hemos visto que la asistencia técnica del Programa Cambio Rural Bonaerense
en articulación con los gobiernos municipales estuvo vinculada con cuestiones relativas a la
adecuación de los mercados mayoristas a las normativas fito-sanitarias. En dicha dirección, a
partir de 2005, fue creciendo la preocupación sobre la producción hortícola a nivel nacional,
particularmente en la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos (SAGPyA) del
Ministerio de Economía de la Presidencia de la Nación. Veamos.
En octubre de 2004, la Comisión Nacional de Alimentos (CONAL) de la SAGPyA estableció
la obligatoriedad de cumplir las buenas prácticas agrícolas para la producción primaria
(cultivo-cosecha), empacado, almacenamiento y transporte de hortalizas frescas (Res.
SAGPyA 71/99), frutas frescas (Res. SENASA 510/2002) y productos aromáticos (Res.
SENASA 530/2001), en un plazo de 5 años.
En esta dirección, en 2004, esta Comisión solicitó que las Buenas Prácticas Agrícolas para
hortalizas, frutas y aromáticas frescas se incluyeran como obligatorias en el Código
Alimentario Argentino. En 2006, la Dirección Nacional de Alimentos (DNA), coordinó un
grupo de trabajo para la elaboración de la propuesta de Buenas Prácticas Agrícolas para
hortalizas, frutas y aromáticas frescas a ser presentada en la CONAL. En los grupos de
trabajos participaron técnicos de la Asociación de Supermercados Unidos (ASU), de la DNA
y de la Fundación Argen-INTA, entre otros. Dicha propuesta fue presentada en 2007. A partir
de 2008 se planteó la necesidad de comenzar con el diagnóstico e implementación de
protocolos de aseguramiento de la calidad, con los actores directos de la cadena de frutas y
hortalizas atendiendo a que en 2010 la producción de alimentos deberá tener certificación de
buenas prácticas agrícolas tanto para el mercado interno como para el mercado internacional.
En este contexto, el INTA articuló un conjunto de acciones de investigación y extensión con
el objeto de acompañar a los productores hortícolas en este cambio. En 2006, comenzaron a
implementarse diversos proyectos en el marco del Programa Nacional Hortalizas, Flores y
Aromáticas (Componente Hortalizas) del INTA2. De acuerdo a este programa, la megacadena
hortícola tiene los siguientes problemas y oportunidades de:
“Los Programas Nacionales tienen la responsabilidad de coordinar la estrategia de innovación tecnológica
sobre los ámbitos de intervención (cadenas de valor; sistemas productivos y agroecosistemas; y, territorios en los
ámbitos provinciales) especificada en sus documentos estratégicos, mediante la interacción en foros y
2
8
“La producción hortícola Argentina se ha caracterizado por tener como destino
principal el mercado interno. Por otra parte, durante el mismo período la
producción física global aumentó significativamente mientras el área bajo cultivo
decreció. Esto demuestra que esta actividad ha tenido un comportamiento similar
a otras producciones agrícolas mediante la intensificación, sustentada en la
innovación tecnológica aplicada al proceso productivo (variedades mejoradas,
fertilización, riego, control de adversidades, nuevas técnicas culturales). Los
principales factores que están relacionados y caracterizan el escenario actual en el
cual está instalado el proceso de cambio son: la política económica, la integración
regional y globalización de los mercados; los fuertes cambios en la demanda; la
tendencia hacia precios relativos más bajos; los cambios en el comercio minorista;
las pérdidas del peso relativo de los mercados mayoristas tradicionales respecto a
los volúmenes negociados; la baja transparencia por falta de aplicación de normas
de calidad y de envases; la falta de adecuación en el transporte y plataformas de
descarga; los nuevos actores en la distribución mayorista y las posibilidades de
ganar
nuevos
mercados”
(Vía
Internet:
http://www.inta.gov.ar/invest/doc/hortaliza.pdf, consultado el 16 de agosto de
2008).
En el marco de dicho programa se aprobaron los siguientes proyectos nacionales de
investigación con sede en la Estación Experimental Agropecuaria San Pedro: “Manejo de
plagas y enfermedades de hortalizas en sistemas protegidos”, “Manejo de la cosecha,
poscosecha y gestión de la calidad en sistemas de cultivos protegidos”, “Desarrollo de
tecnologías de procesos y gestión para la producción peri urbana de hortalizas”.
Este último señala la importancia de las denominadas “buenas prácticas agrícolas” en el
futuro de la producción hortícola desde una perspectiva ambientalista, en consonancia con los
discursos de diversos agentes estatales sobre la promoción de las mismas durante los últimos
años. Así, el 6 de junio de 2008 el coordinador de Buenas Prácticas Agrícolas (BPA) del
Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA) expresó que:
“… las buenas prácticas agrícolas son aquellos sistemas de producción en los
cuales se respeta el medio ambiente y sus condiciones higiénicas sanitarias, de la
cual se obtienen productos inocuos y de calidad, y que además tienen las
características nutricionales correspondientes (y que) desde el Senasa estamos
trabajando para mejorar los sistemas de producción tradicionales, con el fin de
ayudar a preservar los elementos fundamentales con que cuenta el productor
como lo son el suelo, el agua y el aire” (Vía Internet:
http://www.senasa.gov.ar/contenido.php?to=n&in=1312&ino=1312&io=7975,
consultada el 16 de agosto de 2008).
Por su parte, similares argumentos son los que señalan los investigadores del INTA en
relación con la problemática hortícola. Así, los objetivos del proyecto de investigación
PNHFA3, consisten en: contribuir a evitar la contaminación ambiental en los cinturones
periurbanos del país, mejorar la calidad y seguridad alimentaria de la población así como la
conformación de plataformas y consorcios, que consoliden alianzas institucionales y articulen los actores
internos y externos” (Vía Internet: http://www.inta.gov.ar/invest/pronac.htm, consultada 16 agosto de 2008).
9
seguridad e higiene de los agentes involucrados en la producción de hortalizas, y contribuir a
mejorar la rentabilidad de la empresa hortícola.
El enfoque del desarrollo territorial atraviesa este proyecto, ya que considera al periurbano
productivo como un complejo ambiental en el que interactúan diversos agentes. Se señala que
en el ámbito de la producción hortícola el uso intensivo de los recursos no ha considerado la
conservación del sistema como prioritaria, lo que ha derivado en la recurrencia de plagas y
enfermedades así como de diversas formas de contaminación ambiental. Se remarca que
“… bajo este planteo tecnológico con alto uso de insumos, con mano de obra
poco capacitada y por la ausente o insuficiente inspección fitosanitaria, existe un
alto riesgo de que los productos obtenidos tengan niveles excesivos de residuos de
plaguicidas y otras substancias que afectan la salud del consumidor” (Vía
Internet:
http://www.inta.gov.ar/sanpedro/investiga/pe/PNHFA3141.htm,
consultada el 16 de agosto de 2008).
También, enfatiza sobre las prácticas laborales poco seguras que exponen a los trabajadores
hortícolas a diversos riesgos para su salud. Por otra parte, se plantea el interrogante sobre los
motivos que impiden que los productores adopten tecnologías inocuas así como diversas
técnicas de gestión empresarial.
El proyecto plantea dos estrategias novedosas para la tradición institucional que ha tenido el
INTA hasta los primeros años de este siglo: regionalizar y articular. Con respecto a la
regionalización, si bien está pensado para ser desarrollado en los diversos cinturones verdes
del país: Tucumán, Salta, Mendoza, Neuquén, Río Negro, Córdoba, Santa Fe, Corrientes,
Entre Ríos, Buenos Aires, entre otros, en virtud de los recursos humanos disponibles, se
focaliza en el Cinturón Metropolitano con mayor intensidad, desarrollando también acciones
en los cinturones de Bahía Blanca, Mar del Plata, Rosario y Entre Ríos. En relación al
AMBA, propone realizar un diagnóstico del cinturón verde y, reconociendo la diversidad de
situaciones, comenzar a trabajar por regiones considerando las diferencias existentes en las
mismas. Con respecto a la articulación, el programa ha convocado la participación de agentes
de distintos niveles estatales (municipal, provincial y nacional), de universidades y del sector
privado.
Este cambio en la tradición institucional del INTA fue señalada el 11 de marzo de 2008 por el
Coordinador de Programa Nacional de Hortalizas, Flores y Aromáticas del INTA, cuando
remarcó la novedad de este proyecto porque plantea un cambio con respecto a aquellos que
implementaba la institución con anterioridad, los que generalmente:
“… estaban asociados a cadenas (por productos), y luego a aspectos disciplinares
(cultivo bajo cubierta), pero en los últimos años el fenómeno periurbano se impuso para
su abordaje. Sin embargo, por recursos y dimensiones, se decidió enfatizar solo en un
área, la del cinturón verde de Gran Buenos Aires. “La realidad no sólo pasa por lo
técnico, sino que surgen otros problemas, como el avance de lo urbano sobre lo rural,
los problemas de contaminación, los problemas del trabajo en negro. No es que el INTA
se ponga las anteojeras, pero no basta la solución técnica, porque estos otros
problemas inciden en ello y por eso vale la articulación con los municipios” (Vía
Internet:
http://www.inta.gov.ar/sanpedro/info/pren/2008/0312_periurbano.htm,
consultada el 7 de mayo de 2008, comillas y cursivas en el original).
10
Además, en un intento de sopesar responsabilidades, la coordinadora del proyecto planteó que
el rol del estado no debe ser sólo controlar sino generar un modelo productivo sustentable,
que asegure la equidad y que promueva articulaciones interinstitucionales. En línea con la
generación de un modelo sustentable, en el marco del Plan de Tecnología Regional 20062008 de la Regional Buenos Aires Norte, se encuentra el BANOR06, titulado
“Competitividad y sustentabilidad en la producción de hortalizas en sistemas protegidos y al
aire libre”, que tiene como objeto:
“desarrollar, validar y transferir tecnologías para la producción hortícola
diferenciada intensiva (tomate, pimiento y hoja) en cinturones verdes (bajo
cubierta y al aire libre) y extensiva (batata) favoreciendo la integración y
articulación de la cadena y aumentando la competitividad de las mismas” y que
contribuyan a la solución de los principales problemas sectoriales, dentro de un
marco de desarrollo sustentable de la región. (Vía Internet:
http://www.inta.gov.ar/invest/doc/crban.pdf, consultada el 16 de agosto de 2008)
Estos proyectos de investigación requieren ser acompañados por estrategias de intervención
en las prácticas de los productores hortícolas del AMBA, en vistas a los futuros controles que
se avecinan. Como lo señala Logegaray, la implementación de la certificación de BPA en
2010 implica que los productores de frutas, hortalizas y aromáticas deberán contar con la
norma implementada. A su juicio, el estado se ha comprometido en este proceso ya que el
mismo requiere de los productores:
“algunos cambios relacionados con la manera de producir y procesar el producto
… [que] … implican un costo, pero deben considerarse una inversión (…) la
adopción de las BPA requiere un cambio cultural en el personal involucrado en la
producción…”
(Vía
Internet:
(http://www.alimentosargentinos.gov.ar/03/revistas/r_36/articulos/camino_retorno.htm, consultada el 16 de agosto de 2008)
Así, en relación con la articulación interinstitucional planteada desde los proyectos de
investigación del INTA, se promovieron articulaciones no solo en el marco de la producción
de conocimiento sino también en las actividades de extensión, y también, entre los
investigadores y los técnicos3. Cabe señalar que tanto los proyectos de investigación como los
de extensión han incorporado una perspectiva de desarrollo territorial en el marco del Plan
Estratégico Institucional del INTA 2005-2015, lo que ha conllevado también, un cambio de
rumbo con respecto al enfoque que tradicionalmente ha tenido esta institución.
Es así que, dentro del Plan de Tecnología Regional 2006- 2008 del Centro Regional Buenos
Aires Norte, se comenzó a implementar el Proyecto BANOR 11 “Fortalecimiento y
Organización de las actividades de Desarrollo Rural Territorial en 9 distritos del norte de
3
Schiavoni y de Mico (2008) señalan las dificultades que han tenido los investigadores y los técnicos
(vinculados con la extensión) del INTA para interactuar en la provincia de Misiones. Creemos que estas
dificultades han existido en todo el país. Sin embargo, en este caso observamos sugerentes interrelaciones entre
quienes se dedican a la “investigación” y aquellos vinculados con la “extensión”, motivo por el cual utilizaremos
indistintamente el término “técnicos” y “profesionales” ya que en el trabajo de campo, muchos de los que son
denominados “técnicos” poseen títulos universitarios y realizan actividades de investigación conjuntamente con
las de extensión. De todas maneras consideramos, al igual que dichas autoras, que en el área de estudio siguen
habiendo resabios de esta dicotomía que atravesó al INTA durante mucho tiempo en las interacciones entre los
profesionales de la institución, sin embargo, son más relevantes aquellas que se manifiestan entre los
“contratados” (sobre todo recientemente) y los “de planta” (ya sea que se dediquen a la extensión o a la
investigación).
11
Buenos Aires (Áreas Piloto)”, que tiene entre sus objetivos articular la investigación con el
desarrollo rural desde un enfoque territorial, tomando en cuenta las interacciones de las
actividades productivas con el ambiente, a los diversos actores involucrados y a la cultura e
identidad socio-espacial. Así, se plantean realizar acciones, de manera interdisciplinaria, en
articulación con diversos municipios, asociaciones de productores y cooperativas, entre otros.
Entre las áreas piloto de este proyecto se encuentran Rojas, Campana (zona de islas),
Urdampilleta, Lima, Tigre, Santa Lucia, Moreno y Bolívar.
Además, a partir de 2007 comenzaron a conformarse diversos grupos de productores
hortícolas en la zona noroeste del AMBA, en el marco del programa Cambio Rural (Profeder,
SAGPyA). Estos grupos dependen de dos agencias: Escobar y Pergamino de acuerdo a los
municipios en los que están localizados. Así, los grupos de Pilar, Escobar, Marcos Paz,
Exaltación de la Cruz y Moreno, dependen de la UEEA de Escobar, que está en la jurisdicción
de la AER San Pedro; mientras que los de General Rodríguez, Mercedes y Luján dependen de
la agencia de Pergamino, sede la Regional Norte del INTA que atiende todas la Agencias del
Norte de la Provincia de Buenos Aires.
En los siguientes gráficos se aprecia la evolución de los grupos CR en diferentes partidos del
noroeste del AMBA entre 2007 y 2008. Es remarcable que se ha triplicado la cantidad de
grupos en la región, así como la cantidad de productores asistidos por la institución. Además,
se ha extendido el área de asistencia siendo que cinco de los ocho municipios que contempla
la región no tenían ningún grupo hasta el momento:
Grupos Cambio Rural en los Municipios que dependen de la UEEA de Escobar, juridiscción del INTA
AER San Pedro (Junio 2008)
CENSO FLORIHORTICOLA BS AS 2005
Ehs
Sup Hort
106
572
Escobar
57
249
Marcos Paz
S/D
235
Exalt. de la Cruz
49
206,9
Moreno
56
156,37
Pilar
CAMPANA
EXALTACION
DE LA CRUZ
RC
ED
ES
ESCOBAR
ME
Pr As: Promotor Asesor Cambio Rural
Gr C.R. Grupo Cambio Rural
Pr C.R. Productores de Gr Cambio Rural
PILAR
LUJAN
Pr
As/
07
Pr
As/
08
Gr
CR
07
Gr
CR
08
Pr
CR
07
Pr
C.R.
/ 08
Pilar
5
6
8
10
64
80
Escobar
2
4
3
8
24
64
Marcos Paz
0
2
0
3
0
24
Exalt. de la Cruz
0
3
0
6
0
48
Moreno
2
3
2
6
16
48
Total
9
18
13
33
104
264
Municipio
MORENO
GRAL. RODRIGUEZ
MARCOS PAZ
12
Grupos de CR de Pilar, Escobar, Marcos Paz, Exaltación de la Cruz y Moreno (UEEA de Escobar,
jurisdicción de la AER San Pedro) y de General Rodríguez, Mercedes y Luján (agencia de Pergamino,
sede la Regional Norte del INTA).
CENSO FLORIHORTICOLA BS AS 2005
CAMPANA
EXALTACION
DE LA CRUZ
Sup Hort
106
572
Escobar
57
249
Exalt. de la Cruz
49
206,9
Gral. Rodriguez
25
293,5
Luján
24
231,7
Marcos Paz
S/D
235
Mercedes
37
312,2
Moreno
56
156,37
RC
ED
ES
ESCOBAR
Ehs
Pilar
ME
Pr As: Promotor Asesor Cambio Rural
Gr C.R. Grupo Cambio Rural
Pr C.R. Productores de Gr Cambio Rural
PILAR
LUJAN
MORENO
GRAL. RODRIGUEZ
MARCOS PAZ
Municipio
Pr
As/
07
Pr
As/
08
Gr
CR
07
Gr
CR
08
Pr
CR
07
Pr
C.R.
/ 08
Escobar
2
3
Pilar
5
6
3
6
24
48
8
10
64
Exaltación
0
80
3
0
6
0
Marcos Paz
48
0
2
0
3
0
24
Moreno
2
3
2
6
16
48
Luján
0
2
0
3
0
24
Gral. Rodriguez
0
3
0
6
0
48
Mercedes
0
2
0
3
0
24
Total
10
24
14
43
112
344
Grupos Cambio Rural según actividad productiva en los Partidos de Escobar, Pilar y Exaltación de la
Cruz en Agosto de 2008
13
Por otra parte, como hemos dicho más arriba, además de las iniciativas lideradas por el INTA
y por el gobierno provincial, algunos municipios habían comenzado a implementar programas
de apoyo a los productores hortícolas. Por ejemplo, la Secretaría de Calidad de Vida y Medio
Ambiente del Municipio de Pilar impulsó el Programa Promoción para la Actividad
Agropecuaria Sustentable (PROAAS), desde una visión integral que contempla la
sustentabilidad económica, social y ambiental, en el marco de acción regional y como parte
del Comité de Cuenca del río Luján.
En el caso de la Municipalidad de Moreno, desde 1998 se comenzó a trabajar con productores
hortícolas, florícolas y cunículas a través de cuatro ejes de trabajo: asistencia técnica,
organización, comercialización y financiamiento. En 2000 se creó el IMDEL que incorporó
dentro de sus incumbencias el PROINSER al que nos hemos referido antes. Este programa
incorporó un enfoque territorial de desarrollo rural, focalizándose en las tensiones
inmobiliarias (entre otras) a las que están expuestos territorios peri-urbanos. Se orienta a
mejorar los sistemas productivos y sus condiciones fito-sanitarias, y a conseguir sistemas de
créditos para los beneficiarios de sus programas y canales alternativos de comercialización.
Por otra parte, mantiene una fluida red de contactos profesionales y políticos con diversos
partidos del noroeste del conurbano bonaerense en el nivel regional, con el Ministerio de
Asuntos Agrarios de la Provincia de Buenos Aires, con el INTA y la SAGPyA a nivel
nacional, y con la Embajada de Bolivia a nivel transnacional.
14
Así, en el 2007 se consideró exitoso el programa de desarrollo rural del Municipio de Moreno
y se evaluó que las acciones tendientes a fomentar la actividad hortícola eran factibles de ser
expandidas a los partidos vecinos, con el objetivo de desarrollar una cuenca productiva
regional. Durante dicho año se mantuvieron reuniones entre autoridades de la SAGPyA, el
INTA y los municipios de Moreno, Pilar, Mercedes, General Rodriguez, Exaltación de la
Cruz y Luján, con la idea de desarrollar un proyecto “Continuo rural-urbano” en la región.
Esta idea fue desarrollada por un equipo de asesores de la SAGPyA (uno de los cuales posee
una trayectoria social sumamente interesante, ya que fue productor hortícola en Escobar,
presidente del Mercado Central de Buenos Aires y militante activo vinculado al sector
hortícola y a las transformaciones necesarias para que el mismo sea competitivo en el marco
del MERCOSUR).
Este proyecto se concretó el 23 de abril de 2008, con la firma de un Convenio de Cooperación
entre la SAGPyA y el INTA y ocho municipios bonaerenses para el desarrollo de la
agricultura periurbana, a través del cual se otorgaron más de 20 millones de pesos en aportes
no reintegrables para el desarrollo de la fruti-horticultura en la zona. El convenio tiene por
objeto aumentar y organizar la producción de manera sustentable, especialmente en los
períodos de baja oferta, en los siguientes partidos: Exaltación de la Cruz, Escobar, Mercedes,
Lujan, Gral. Rodríguez, Marcos Paz, Moreno y Pilar. El monto otorgado será repartido en
partes iguales entre los ocho municipios y se liberará en tres cuotas anuales entre 2008, 2009
y 2010. La liberación de dichas partidas dependerá del cumplimiento del objetivo de
incrementar la producción del sector en el período anterior, lo que obliga a los municipios a
cumplimentar las acciones pertinentes. El apoyo técnico está a cargo de los técnicos del
INTA.
El apoyo a la horticultura en Escobar
Por lo que hemos dicho hasta acá, queda en evidencia que si bien algunos partidos del
noroeste del AMBA habían implementado diversas acciones a lo largo de la década de 2000
tendientes a apoyar al sector hortícola (ya sea en la producción o en la comercialización), a
tratar la problemática de la contaminación ambiental y/o de los alimentos, o vinculadas a la
problemática del uso del suelo en áreas peri-urbanas, el partido de Escobar parece haber
permanecido ajeno a estas preocupaciones. Posiblemente, esto se deba a varios factores. Por
un lado, cabe señalar que, hasta el 2007, el color político-partidario de sus autoridades
gubernamentales fue diferente al del resto de los partidos de la región, de la provincia y de la
nación, lo que explica el motivo por el cual no había sido incluido dentro del proyecto de
desarrollo del “continuo rural urbano” que estaban diseñando las autoridades de la SAGPyA,
el INTA y el IMDEL de Moreno.
Otro factor que consideramos importante es el hecho de que, aún con una orientación políticopartidaria distinta que los niveles provincial y nacional, el gobierno municipal no había
implementado una política destinada al sector agropecuario, ni tampoco vinculada a la
situación ambiental ni a la planificación del uso del suelo. Es remarcable que, en el año 2007,
diversas organizaciones no gubernamentales pusieron esta problemática en la agenda pública
ante la falta de políticas municipales al respecto, en las Jornadas denominadas El Escobar que
Queremos que se realizaron el 31 de noviembre y el 1 de diciembre de 2007, organizadas por
la Asociación de Arquitectos de Escobar (ASAE), la Cámara de Comercio Industria y
Servicios de Escobar (CCISE), la Unión Industrial de Escobar (UIDE), el Centro Urbanístico
El Cazador (CUDEC) y la Cámara de Comercio de Garín (CCG) a quienes se unieron las
15
nuevas autoridades municipales y diversos profesionales pertenecientes a organizaciones
nacionales como el INTA y la Administración de Parques Nacionales.
Tal como se diagnosticó en dichas jornadas, el uso del suelo es un tema preocupante en el
partido ante el avance indiscriminado, no planificado y, por ende, no regulado de la
urbanización privada. Además, el sector hortícola era totalmente desconocido para las
autoridades municipales hasta el momento, quienes desconocían la problemática productiva y
de comercialización así como la conformación de la estructura social agraria del sector, que se
caracteriza por el alto porcentaje de productores y trabajadores de origen boliviano y por
relaciones laborales informales tales como la mediería y el trabajo por tanto.
Por otra parte, el INTA había mantenido escasas articulaciones con el municipio hasta el
momento, y tampoco había habido un trabajo de extensión sistemático con los horticultores
desde dicha institución, ni tampoco desde el nivel provincial, en contraste con los partidos de
Pilar, Moreno y Luján.
Sin embargo, y a pesar de estas acciones incipientes, para la mayor parte de la sociedad
escobarense y para las autoridades municipales, la problemática de la producción hortícola en
el partido así como su potencial importancia eran desconocidas, como también lo era el hecho
de que la mayor parte de los productores hortícolas del partido son de nacionalidad boliviana.
Pero, la estructura de oportunidades políticas para los productores hortícolas de Escobar
cambió radicalmente a raíz de un conjunto de acontecimientos. En primer lugar, el intendente
electo en 2007 se alineó con el mismo partido político de las autoridades nacionales,
provinciales y de los otros partidos de la región. En segundo término, la estrategia
institucional que el INTA venía planteando desde hacía algunos años, forzó al reconocimiento
en la práctica –y no ya sólo en el discurso- de la importancia del desarrollo territorial y de
todos los actores involucrados con las actividades productivas en los territorios en cuestión, lo
que conllevó a ampliar el universo de los potenciales beneficiarios de sus programas de
extensión y a vincularse con los gobiernos locales y las asociaciones de productores. En tercer
lugar, la Asociación Civil Colectividad Boliviana de Escobar, entre cuyos socios se encuentra
un alto porcentaje de los productores y comercializadores hortícolas del partido y que
administra uno de los mercados mayoristas que se localiza en el mismo, se había normalizado
en septiembre de 2007 luego de haber estado intervenida por el gobierno nacional durante
aproximadamente cinco años, por lo que las autoridades de la misma eran interlocutores
válidos y legítimos que no podían ser obviados en el marco de este proyecto de desarrollo del
“continuo rural urbano” impulsado a nivel nacional, con el que tanto el municipio como el
INTA se habían comprometido.
Entonces, la implementación del convenio en el Partido de Escobar generó una serie de
dificultades, que pueden ser entendidas como formas en las que las políticas son resignificadas en la práctica por parte de los agentes sociales involucrados. Veamos.
En términos generales, la aspiración del convenio a lograr la articulación entre los organismos
nacionales y municipales fue un tema que implicó, necesariamente, que en cada partido se resignificara el espíritu del programa de acuerdo a las cosmovisiones, las capacidades
ejecutivas, la trayectoria en materia de políticas sociales y productivas y las características del
sector hortícola a nivel local. Otra cuestión que incidió en la implementación del convenio ha
sido el dispar conocimiento sobre los productores hortícolas en cada uno de los municipios,
ya que salvo algunas excepciones, no existen relevamientos de productores a nivel de cada
16
partido, sino que a lo sumo, se cuenta con la información de aquellos que están formando
parte de algún grupo de Cambio Rural o con listados provistos por las asociaciones de
productores. Además, ciertas imprecisiones en los criterios específicos del convenio relativos
a cómo seleccionar a los productores beneficiarios, cuáles serían los parámetros para
determinar la mejora en la producción hortícola, así como la operatoria a través de la cual los
montos destinados a cada municipio serían otorgados a los productores beneficiarios son
algunas cuestiones que, en lo que va del año 2008, están creando algunas dificultades para
que el monto correspondiente a este año, que ya fue otorgado a los municipios, sea
efectivamente distribuido entre los productores. Finalmente, muchos de los municipios no
cuentan con profesionales vinculados a tareas de extensión o desarrollo rural, a lo que se le
suma que según el convenio, el apoyo técnico debe ser provisto por el INTA. Esto genera que
algunos técnicos que ya estaban trabajando en diversos proyectos del INTA o en algunos de
los municipios que sí estaban implementando políticas en ese sentido, hayan sido asignados a
trabajar en este programa y que, además, se hayan generado nuevas designaciones. En este
sentido, no todos los técnicos cuentan con la misma experiencia en relación a la extensión, a
la problemática hortícola, a las lógicas socioculturales de los productores de la zona, ni a las
habilidades de negociación tanto con las asociaciones de productores como con los
funcionarios políticos.
Particularmente en el caso del partido de Escobar, además de estas cuestiones que atraviesan a
todos los municipios, surgieron dificultades en las articulaciones entre las diversas
instituciones involucradas: INTA, SAGPyA, Municipalidad de Escobar, Municipalidades de
los otros partidos, Asociación Civil Colectividad Boliviana de Escobar y productores no
asociados a la misma. Pero, también surgieron dificultades entre los agentes que se
desempeñan en el seno de estas mismas instituciones. Asimismo, surgieron diversas alianzas
entre los agentes de las distintas instituciones involucradas. Estos juegos de poder, creemos,
están relacionados con el tipo de relaciones que los agentes entablan entre sí como estrategias
para acumular capitales que les permitan lograr un mejor posicionamiento los campos sociales
de su interés. Esto no quiere decir que necesariamente el interés de los políticos radica en
aumentar su poder político en el campo de la política, o que los profesionales del desarrollo
sólo están interesados en aumentar su reconocimiento en el ámbito de su incumbencia laboral,
sino que también existen otros intereses en juego como el reconocimiento del compromiso
con las minorías sociales por parte de ciertos profesionales o la necesidad de devolver favores
vinculados con relaciones de parentesco y/o de amistad por parte de ciertos políticos.
A continuación veremos cómo estas cuestiones atraviesan el relato de las acciones
desarrolladas hasta ahora.
Estrategias desarrolladas hasta ahora
En el momento en que se firmó el convenio (abril de 2008), en el Partido de Escobar estaban
funcionando tres grupos de Cambio Rural (Profeder-INTA), a cargo de un agente de proyecto
quien a la vez era responsable de los grupos de CR de los partidos de Pilar y Exaltación de la
Cruz.
Uno de los grupos se encontraba localizado en la zona de Matheu, mientras que los
integrantes del segundo tenían sus quintas en el límite de los partidos Escobar y Pilar, lo que
ya constituía un problema en esos primeros meses de 2008 debido a que no se sabía si los
criterios de asignación del “crédito o subsidio” (todavía no se sabía cómo se otorgaría el
17
dinero a los productores) serían los mismos para ambos partidos. Los productores
pertenecientes a estos dos grupos eran socios de la Asociación Civil Colectividad Boliviana
de Escobar y se habían conformado en el marco de la articulación entre algunos técnicos y los
líderes de esa entidad.
El tercer grupo, integrado también por productores hortícolas bolivianos, se había conformado
a través de mecanismos que no involucraban a la Asociación Civil CBE, sino por los
contactos que tenía un técnico debido a que había sido productor hortícola en Escobar al igual
que lo habían sido varios miembros de su familia. En el momento en que se estaba
organizando el grupo, este técnico acompañó al agente de proyecto y al futuro promotorasesor a visitar la quinta de un productor hortícola boliviano, que años atrás había sido del
técnico, quien había tenido como mediero al actual productor en cuestión. Este productor,
ascendiendo por la nueva escalera boliviana, era ahora propietario de la quinta, tenía
medieros trabajando para él y se dedicaba a la comercialización de productos hortícolas. El
grupo se conformó con este productor, sus medieros y otros productores cercanos. El
promotor-asesor de este grupo contaba con experiencia en suelos y en trabajos de
fiscalización vinculados al control fito-sanitario en la producción y empaque de alimentos.
Por otra parte, la quinta del productor en cuestión era una unidad de monitoreo de uno de los
proyectos de investigación del INTA San Pedro sobre la problemática fito-sanitaria de los
cultivos hortícolas, motivo por el cual otra técnica vinculada con dicho proyecto estaba
realizando monitoreos en la misma.
En el marco de esta dinámica de apoyo al sector hortícola, se organizó en la localidad de
Belén de Escobar, en mayo de 2008, un taller de capacitación para los promotores asesores de
los grupos CR ya designados de los partidos de Escobar, Pilar, Gral. Rodríguez, Moreno y
Exaltación de la Cruz; y para aquellos que se esperaba que fueran designados en un futuro en
dichos partidos y en el de Marcos Paz. La incorporación de quienes eran candidatos a ser
futuros promotores asesores de CR se debía a la necesidad de ampliar la cantidad de grupos
CR ya que el INTA consideraba que ese debía ser el mecanismo a través del cual la
institución podía hacer el asesoramiento técnico que estaba contemplado en el Convenio
firmado entre la SAGPyA, el INTA y los ocho municipios. Por su parte, algunos
profesionales del INTA no deseaban que se asociaran a los grupos de CR con los subsidios
que darían los municipios, ya que consideraban, en virtud de la cultura organizacional, que ni
la institución, ni los programas de asistencia, ni los técnicos debían quedar asociados a las
cuestiones político-asistencialistas que generaba la participación de los funcionarios
municipales en el convenio. Sin embargo, muchos de los técnicos que se desempeñaban como
promotores-asesores y como agentes de proyecto hasta ese momento estaban recibiendo en
esos días muchas preguntas en relación a “los subsidios” por parte de los productores que
integraban sus grupos, sin contar los pedidos que recibían de que se “abrieran” nuevos grupos
por parte de otros productores que se iban enterando sobre la existencia de esos “subsidios”.
Entonces, sumada a la operatoria tradicional del programa CR que contempla capacitaciones
para técnicos y productores, se incorporaron cuestiones vinculadas específicamente con el
Convenio recientemente firmado en las capacitaciones del año 2008 de manera más o menos
formal. Así, en la capacitación de mayo de 2008, se invitaron a dos investigadores que se
desempeñan en distintas universidades y que están realizando estudios sobre la problemática
hortícola del peri-urbano bonaerense. También disertó el agente de proyecto de Moreno,
Luján, Marcos Paz y General Rodríguez sobre la experiencia del IMDEL en Moreno.
18
Otro de los objetivos del taller era avanzar sobre la formulación de un proyecto hortícola, en
el que se discutieron cuestiones relativas a cada grupo sobre el número de productores, la
superficie cultivada, la superficie cubierta, la tenencia de la tierra, el lugar y forma de
comercialización, los tipos de cultivo, el plan de manejo y el registro de productores. Estas
cuestiones están más vinculadas con la identificación de los productores en cada municipio
que con la formulación de un proyecto hortícola. Probablemente esta temática se vinculaba
con la necesidad de avanzar sobre definiciones relativas a los criterios de selección entre los
productores que serían futuros beneficiarios de los “créditos y/o subsidios” debido a que se
sabía que el “dinero estará en cualquier momento en los municipios”.
En este sentido, cabe señalar que participó de parte del taller un funcionario del municipio de
Escobar quien estaría encargado de operativizar las cuestiones vinculadas con el convenio.
Fue notable su desconocimiento sobre la situación del sector, probablemente debido a que el
municipio no participó en los encuentros previos a la firma del convenio que se dieron
durante 2007 que hemos mencionado más arriba.
Uno de los temas que apareció en las discusiones de dicho taller, y que continuarían
preocupando a los promotores asesores y a los agentes de proyecto en los meses siguientes, se
vincula con los criterios para delimitar qué tipo de productores pueden o no integrar un grupo
de CR y si este programa es el más pertinente para mediatizar la asistencia técnica a los
productores hortícolas a los que se pretende atender en el marco del convenio. Este tema,
como veremos, tampoco estaba demasiado claro para los funcionarios municipales, por lo
menos en el caso de Escobar.
Entre las conclusiones elaboradas en el acta de esta capacitación, que fueron redactadas por
los participantes de la misma, se plantea que se observan algunos problemas preocupantes en
la producción hortícola de la zona noroeste del AMBA. Entre los exógenos a la actividad:
avance de la urbanización privada, avance de la superficie destinada a la producción sojera,
escasa preocupación hasta hace poco tiempo por parte de los distintos niveles estatales (a
excepción de algunos de los municipios del AMBA) por regular el uso del suelo con el objeto
de favorecer el incremento de la producción hortícola. Entre los endógenos a la actividad:
poca valoración social de la actividad hortícola, lo que incide tanto en la expectativa de
continuidad en la actividad por parte de los productores y de sus hijos, como en la existencia
de una política de apoyo hacia el sector; aumento en los costos de la actividad y disminución
en los precios de los productos; dificultades para acceder a mano de obra; impacto de la
flexibilización y precarización laboral en las relaciones de trabajo dentro de las explotaciones,
lo que conlleva un aumento de contratos informales tanto de medieros como de peones
rurales; “bolivianización” de la horticultura; predominio de empresas familiares en el sector
junto con un proceso de diferenciación en estas unidades productivas: algunas empresas
familiares se encuentran en expansión (horticultores familiares que se transformaron en
empresarios); gran parte de la producción hortícola en el noroeste del AMBA es realizada por
productores familiares con una lógica resistencial; acceso precario a la tierra, un alto
porcentaje de los productores es arrendatario, y muchas veces el acuerdo con el propietario es
informal; comercialización: dificultades de gran parte de los productores para vender su
producción en el mercado de manera directa, muchos lo hacen a través de consignatarios, lo
que incide en una merma en sus ganancias y en las decisiones sobre el tipo de cultivos; el
aumento de los controles sanitarios tanto en la comercialización como en otros eslabones de la
cadena productiva requiere de un mayor control y cuidado en el uso de agroquímicos, esto a
veces se dificulta por las relaciones laborales entre patrones, medieros y peones; con la
incidencia del asesoramiento inescrupuloso de algunos vendedores de agroquímicos; y, con la
19
escasa conciencia por parte de los productores sobre los efectos perjudiciales de los mismos.
Finalmente, frente a estas dificultades tanto los gobiernos municipales, la SAGPyA y el INTA
se ven comprometidos con apoyar al sector hortícola. Estas políticas son novedosas para las
líneas de trabajo que tradicionalmente había tenido el INTA, cuya acción se dirigía en el
pasado principalmente a medianos y grandes productores. Asimismo, los municipios no
tenían (en su mayoría) políticas específicas de apoyo a la producción hortícola. Finalmente,
muchos de los técnicos tienen necesidades de capacitación específica en las problemáticas
específicas de este sector.
Además de esta capacitación se realizaron otras para los asesores promotores y los
productores de los grupos de CR en la región. Paralelamente, continuaron expandiéndose los
grupos de CR en los partidos involucrados en el convenio y los municipios debieron
implementar las operatorias pertinentes para poder otorgar el dinero recibido a los futuros
beneficiarios de los proyectos. Ambas cuestiones presentaron diversos problemas en el
partido de Escobar.
Por un lado, los grupos de CR fueron evaluados en mayo por autoridades del PROFEDER,
quienes observaron la escasa participación de los productores y el hecho de que los gastos de
los asesores promotores no eran pagados por los integrantes de los grupos. Esto preocupó a
los profesionales del INTA y a los agentes de proyecto a lo largo de los meses siguientes.
De todas formas, se continuó con la conformación de nuevos grupos a través de los contactos
con productores locales que tenían diversos técnicos que conocían el área y, a veces, a raíz de
la iniciativa de algunos productores. Los técnicos propuestos como asesores promotores no
siempre conocían la zona, y algunos eran propuestos debido a sus relaciones de amistad con
otros técnicos que ya estaban vinculados al INTA o a otras instituciones de extensión y
desarrollo a nivel provincial o local. Por su parte, algunos técnicos abogaban por aplicar los
mecanismos de formación de grupo de la manera en que lo plantea el programa Cambio
Rural, pero muchas veces tuvieron que recurrir a mecanismos ad hoc debido a las urgencias
institucionales (tanto propias del INTA en términos de los réditos que otorga tener una
“cantidad” determinada de grupos, como del convenio en cuestión en términos de la
necesidad de que los productores generen proyectos hortícolas capaces de acreditar para
recibir el dinero).
Con respecto a la afinación de los mecanismos internos del gobierno municipal para poder
implementar la entrega de dinero a los productores hortícolas para que mejoren la producción,
se generaron diversas situaciones que exigieron respuestas creativas, del mismo modo que
sucedió con la operatoria del INTA.
Uno de los temas que generó mayores interrogantes en los municipios fue decidir si el dinero
se otorgaría bajo la forma de créditos o de subsidios. Esto se vincula con las modalidades de
rendición de cuentas propias de la administración municipal. Si bien lo ideal era otorgar
créditos por dos motivos: la generación de un sistema rotativo y la necesidad de apartarse de
las lógicas asistencialistas-clientelares, lo cierto es que ese mecanismo era difícil de
implementar desde una organización gubernamental. Esto generó la necesidad de pensar en el
otorgamiento del dinero bajo la forma de “insumos” que serían comprados por el municipio,
los que serían devueltos por los productores beneficiados en un plazo estipulado, para que
pudieran ser entregados a futuros beneficiarios. Esta decisión, que aparentemente fue tomada
por todos los municipios, fue un tema de conversación durante varios meses entre las
autoridades municipales (entre ellos las de Escobar), los técnicos del INTA (aunque no todos
20
estaban de acuerdo en participar de tales discusiones por el perfil “apolítico” que se considera
que tiene la institución) y los funcionarios de la SAGPyA.
Otro tema que mantuvo ocupado al municipio de Escobar, al igual que a otros que estaban en
la misma situación de desconocimiento del sector a nivel local, fue la manera de identificar a
los productores hortícolas del partido, es decir, la elaboración de un Registro de Productores.
Esto también llevó a que se articulara con otros municipios, con técnicos del INTA, con
representantes de la Asociación Civil CBE y con otros agentes relevantes a los fines de crear
un mecanismo que permitiera identificar a los productores, para que posteriormente quienes
estuvieran identificados como tales por el gobierno local pudieran postularse como candidatos
a recibir el “subsidio”. Se tomó como modelo un registro de microemprendedores que el
municipio estaba implementando, en el que se pedían datos mínimos como para que todos los
productores se inscribieran “sin temor a que les quisieran cobrar impuestos”. Un problema
que surgió fue cómo acreditar la condición de productor, debido a que muchos no son
propietarios de sus quintas y, en el caso de ser arrendatarios, muchas veces no poseen un
contrato que así lo acredite. También fue problemático el item en el que se pedía especificar el
personal afectado a la actividad debido a que la forma de “mediero” era novedosa para los
funcionarios gubernamentales.
Por otra parte, hubo otro tema que comenzó a aparecer en las articulaciones entre las
autoridades municipales y los técnicos de INTA, referido a los criterios de asignación de los
“subsidios”, que traslucieron las diferentes lógicas de cada una de estas instituciones: la
política y la técnica. También, aparecieron ciertos prejuicios contra los productores bolivianos
que atraviesan a la sociedad escobarense. Así, si bien el convenio plantea la necesidad del
acompañamiento técnico del INTA para avalar aquellos proyectos factibles de conseguir un
“aumento en la producción hortícola”, no estaban claros los criterios para priorizar dichos
proyectos ni para decidir qué tipo de productores serían aquellos a los que se debería
beneficiar.
Por su parte, los técnicos de INTA, plantearon la necesidad de establecer algunos criterios
objetivos para la selección de los beneficiarios de los subsidios debido a que ellos eran
quienes avalarían los proyectos con su firma. Por lo tanto, se planteó creó un formulario
técnico de evaluación para cada proyecto que sería firmado por el promotor asesor del grupo,
el agente de proyecto y el jefe de la agencia que sería elevado al Municipio para que fuera
elevado por el Director de Producción y, por último, por funcionarios de la SAGPyA.
La modalidad que debían tener los proyectos que deberían presentar los productores
interesados en recibir el “subsidio” y los criterios para evaluar si los mismos aseguraban un
“aumento de la producción hortícola” fue un tema de negociación entre los técnicos del
INTA. Esto se debe a los indicadores que tradicionalmente se han tenido en cuenta desde una
lógica productivista desconocen aquellos indicadores de sustentabilidad social y ambiental.
Finalmente, a principios de agosto de 2008 se realizó un encuentro de los promotores asesores
y agentes de proyecto de CR en el municipio de Escobar, de la que participaron
investigadores vinculados con la problemática que fueron invitados a la misma, para que los
promotores asesores identifiquen aquellos productores de sus grupos que, a su juicio, sería
conveniente que el municipio les susbsidie insumos para que mejoren la producción y
comercialización de sus productos. Cabe señalar la dificultad para determinar los potenciales
beneficiarios por parte de los técnicos (asesores promotores y agentes de proyecto) ya que
“les pidieron no perder el foco de este proyecto que no es un programa social, sino un
21
programa de apoyo a las PYMES o pequeños productores viables, no es para la audiencia que
atiende PROHUERTA”. A juicio de los técnicos de CR, el límite de ambas audiencias es lo
difícil de encontrar, sobre todo por la precaria tenencia de la tierra que tienen muchos de los
productores, lo que los dejaría fuera del sistema de subsidios.
Esto pone en evidencia la situación de “estar en la mira” de los extensionistas, ya que son los
agentes de proyecto y los promotores asesores quienes se enfrentan a la cotidiana situación de
relacionarse con los productores. Si bien gradualmente se ha ido incorporando el ideario del
desarrollo rural territorial en las instituciones involucradas, junto con la idea de que los
técnicos son "facilitadores" y no "transferencistas", en el trabajo en terreno la "bajada" de
estos preceptos no es tan fácil y los técnicos se encuentran, en definitiva, tironeados por las
expectativas de los productores y las demandas que, de uno u otro modo, las instituciones les
imponen.
Conclusiones
A modo de síntesis realizaremos un análisis FODA de la articulación SAGPyA, INTA y
Municipalidad de Escobar:
Fortalezas:
- Reconocimiento por parte de la mayoría de los productores de que deben incorporar
nuevas tecnologías, tales como invernáculos y fertirriego. También, quieren mejorar
sus prácticas hortícolas.
- Organización institucional de los productores que potencia el acceso a canales de
comercialización tales como los Mercados de Escobar y Pilar.
- Articulación con otros proyectos de investigación y/o de extensión del INTA ya
mencionados en el presente trabajo.
- Existencia de jóvenes productores hortícolas con un espíritu emprendedor en
horticultura.
- Algunos Promotores Asesores tienen una trayectoria laboral docente, lo que facilita la
implementación de estrategias comunicacionales con los productores.
- La presencia del INTA, ya que legitima las intervenciones para el desarrollo debido a
su estructura fuerte y de gran prestigio en la actividad.
- Algunos productores conocen los conceptos básicos de Buenas Prácticas Agrícolas y
de Monitoreo Integral de Plagas.
- Gran interés en progresar por parte de los productores.
- Buena comunicación con los productores por parte de los promotores asesores.
- Posibilidad de conseguir recursos.
- Cultura de respeto al trabajo por parte de los productores.
Oportunidades:
- Mayor oferta en capacitación estatal que años anteriores.
- Mayor cantidad de recursos técnicos y de profesionales por parte del INTA.
- Intención de Formalización en una forma gradual de la Actividad Flori-hortícola por
parte del SENASA.
- Vinculación entre distintos proyectos y programas: Convenio: SAGPyA-INTA-8
Municipios, Proyecto: Apoyo al Desarrollo Local / Ruta flor.
- Existencia de otros programas que pueden crear una importante sinergia como el
PROSAP.
22
-
Oportunidad para trabajar juntos el sector privado hortícola, la SAGPyA, el INTA y
los Municipios.
Articulación con diferentes programas de investigación en ciencias agrarias,
sociología y geografía rural de distintas universidades (UBA, UNGS y UNLu).
Incipiente trabajo de extensión por parte de las Universidades.
Existencia de nuevos canales de comercialización.
Disponibilidad de herramientas para manejo de conflictos y negociación
Debilidades:
- Escasa experiencia en prácticas hortícolas de algunos técnicos.
- Pocas oportunidades de trabajo rentado para los profesionales en el sector hortícola.
- Escasa formación en las Universidades en cultivos intensivos.
- Lenta respuesta a las demandas por parte del sector público.
- Dispersión de acciones. Superposición de programas y proyectos y desconocimiento
de muchos de ellos.
- Estructura de pirámide invertida de los Grupos Cambio Rural.
- Un solo canal de comercialización.
- Cultura que no prioriza Higiene y la Seguridad.
- Miedos al cambio.
- Régimen de tenencia de la tierra, contratos precarios.
- Falta de recursos para saltos tecnológicos.
- Mal uso de tecnologías, riego, fertilización , invernáculos.
- Desvalorización social de la actividad hortícola tanto con respecto a los productores
como a los profesionales de la horticultura.
Amenazas:
- Politización de estos espacios de articulación: riesgo de seleccionar a los beneficiarios
de acuerdo a lógicas clientelares.
- Posibilidad de que los informes de los investigadores de las universidades generen
roces con los diversos agentes involucrados: funcionarios de la SAGPyA,
profesionales del INTA, funcionarios municipales y productores.
- Conflictos internos en los mercados.
- Conflictos entre municipios.
- No cumplir con las expectativas de los jóvenes productores.
- Desplazamiento de productores.
- Falta de compromiso por parte de los diferentes actores.
- Aumento de costos de los insumos, con el riesgo de que cuando se asignen los
recursos no alancen para lo solicitado.
- Problemas de todos los agentes intervinientes (profesionales, funcionarios y
productores) en asistir a las reuniones por excesivo trabajo.
- Falta de mano de obra disponible para el sector hortícola debido a que prefieren
ocuparse en otras actividades.
Para concluir quisiéramos realizar algunos comentarios finales. La posibilidad de que la
actividad hortícola se incremente está íntimamente ligada, por un lado, a la asistencia técnica
y a la disponibilidad de recursos, pero por el otro, a la existencia de políticas que contemplen
una planificación de uso del suelo que custodie el paisaje rural. En vistas de la envergadura
del convenio de apoyo a la horticultura entre la SAGPyA, el INTA y los 8 Municipios, que se
comenzó a implementar en el corriente año, consideramos que este espacio debería ser
aprovechado por los municipios para arbitrar medidas tendientes acompañar y asistir a la re-
23
localización de aquellos productores que se han visto desplazados y/o obligados a mudarse a
campos más propicios. Esta re-localización, como hemos señalado, se debe a la cada vez más
difícil convivencia de la Ciudad-Campo provocada por especulaciones inmobiliarias (entre
otros factores) y por el incremento de la inseguridad. Estos son algunos de los motivos por los
que gran parte de los productores, mayoritariamente de nacionalidad boliviana, buscan
territorios menos inseguros en todo sentidos, localizados en municipios más hospitalarios.
Además, sería interesante que se incorporen de manera formal a las Universidades a la
articulación entre SAGPyA, INTA y municipios, planteada en el convenio en cuestión. Hasta
el momento, diversos investigadores hemos colaborado con los técnicos que trabajan en el
territorio de manera informal, a través del intercambio, traducción y construcción de
conocimientos de manera conjunta creando una nueva interfase social4 que, a su vez, está resignificando la política de apoyo al sector hortícola en el noroeste del AMBA.
En relación a la situación de los técnicos de “estar en la mira” queremos retomar lo que
señalan Schiavoni y de Mico (2008) al tipificar las diferentes lógicas de articular la extensión
y la investigación desde las agencias estatales. Estas autoras caracterizan, por un lado, el
paradigma clásico de la modernización agrícola estatal (transferencista) que se erigió sobre la
diferenciación entre la producción y la circulación de conocimiento y, por el otro, el estilo
tecnológico alternativo que postula la calidad de traductores y de mediadores de los
profesionales vinculados con el desarrollo rural de pequeños productores y/o agricultores
familiares. En este sentido y en el caso que hemos presentado, dichos profesionales son –en
términos de un asesor promotor de la zona de estudio- “facilitadores”. Pero, también, son
quienes se encuentran tironeados por diversas lógicas, expectativas y reclamos por parte de
los diversos agentes sociales del “territorio” que participan en la “articulación” para
“aumentar la producción hortícola” en el noroeste del AMBA.
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4 Como lo señala Rodríguez Bilella (2004), las situaciones de interfase social son complejas y de naturaleza
múltiple, conteniendo al interior de ellas distintos intereses, relaciones y modos de racionalidad y poder. En estas
situaciones, las discrepancias en interés social, interpetración cultural, conocimiento y poder son mediadas y
perpetuadas o transformadas en puntos críticos de vinculación o confrontación.
24
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