Marcos 10,35-45 - 29º Domingo del tiempo ordinario Los jefes deben servir DÍA DEL DOMUND: Reavivar el fuego misionero Oración inicial Espíritu Santo, Amor del Padre y del Hijo, visítanos hoy con tu sabiduría e inteligencia espiritual, ilumina los ojos de nuestro corazón para que podamos comprender el sentido de las Escrituras, el mensaje que Jesús Maestro Verdad nos quiere comunicar en este día. Haz que la Palabra que escuchamos resuene en nuestro corazón y pase del corazón a la vida. Que no seamos sólo “oyentes” de la buena Noticia, sino que, con tu gracia, la llevemos a la práctica. ¡Ven, Espíritu Santo! Abre nuestra mente, voluntad, corazón y haznos acogida de la Palabra de la Verdad y de la Vida. PARA UBICARNOS EN EL EVANGELIO A partir de la profesión de fe de Pedro en Cesarea (cf. Mc 8,29: "Tú eres el Cristo"), Marcos nos cuenta en su evangelio que ninguno de los discípulos entendió bien el mesianismo de Jesús. Todos tenían expectativas equivocadas, pretensiones ajenas al modo de ser de Jesús: camino fácil, poder, influencias, primeros puestos... Y Jesús se pone a enseñarles, con paciencia, que la manera de "encontrar" la propia vida es "perderla" (cf. Mc 8,35), que quien quiere ser el primero de todos ha de ser el último y el servidor de todos (cf. Mc 9,35), y que quien quiera ser grande ha de ser el esclavo de todos (Mc 10,43). Humildad, servicio, amor y abnegación han de ser el distintivo de los seguidores de Jesús porque así es Cristo, el Hijo de Dios. Él se despojó de su condición divina y vivió como uno de tantos, y estuvo en medio de nosotros como un siervo en favor de la vida de todos. Nuestro Fundador no se cansa de repetirnos: " Necesitamos, en una palabra, Menesianos llenos de espíritu de sacrificio, que solo tengan un pensamiento y un deseo, el deseo de ganar el cielo dándose a Dios sin reservas y sin vuelta, inmolándose cada día por su gloria. Que se les coloque aquí o allá les importa poco; que el mundo les aplauda o les censure poca importa, divisa!." (S. VII, 2296) Deja que la Palabra llegue a ti, a tus opciones, pensamientos, proyectos, vida cotidiana, relaciones: Lee con el corazón lentamente y de forma implicativa el evangelio: ¿Cómo resuena en mi el episodio evangélico de hoy? ¿Qué suscita en mi? Me imagino que yo soy sucesivamente Juan y Santiago; los diez a apóstoles… ¿Qué te dice Jesús hoy en tu situación personal, comunitaria, social…? ¿Me reconozco en las expectativas de Santiago y Juan o en la reacción de los otros diez? ¿Vivo fundamentalmente, más allá de las limitaciones, , para que todos ( niños y jóvenes, hermanos de comunidad, educador@s, familias…) “tengan vida”. Converso con “mi Señor” dejando que su amor nos haga crecer como personas creyentes menesiana? ¿Cómo puedo crecer, podemos crecer también como comunidad, llevar a la práctica la enseñanza de Jesús de “servir” y “dar tu vida”? Si Jesús te preguntara hoy: "¿Que quieres que haga por ti?", ¿qué quieres que te conceda? ¿qué le responderías? El texto: Se acercan a él Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, y le dicen: «Maestro, queremos nos concedas lo que te pidamos.» Él les dijo: «¿Qué quieren que les conceda?» Ellos le respondieron: «Concédenos que nos sentemos en tu gloria, uno a tu derecha y otro a tu izquierda.» Jesús les dijo: «No saben lo que piden. ¿Pueden beber la copa que yo voy a beber, o ser bautizados con el bautismo con que yo voy a ser bautizado?» Ellos le dijeron: «Sí, podemos.» Jesús les dijo: «La copa que yo voy a beber, sí la beberán y también serán bautizados con el bautismo con que yo voy a ser bautizado; pero, sentarse a mi derecha o a mi izquierda no es cosa mía el concederlo, sino que es para quienes está preparado.» Al oír esto los otros diez, empezaron a indignarse contra Santiago y Juan. Jesús, llamándoles, les dice: «Saben que los que son tenidos como jefes de las naciones, las dominan como señores absolutos y sus grandes las oprimen con su poder. Pero no ha de ser así entre ustedes, sino que el que quiera llegar a ser grande entre ustedes, será servidor de ustedes y el que quiera ser el primero entre ustedes, será esclavo de todos, que tampoco el Hijo del hombre ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos.» Cuál es el ideal de mi vida. Qué busco en la vida. Con frecuencia, lo nuestro no es crecer y ser persona, buscar formas para vivir fielmente como menesiano del siglo XXI. Para muchos de nosotros lo importante es sentirse bien, cuidar la salud, gestionar bien el stress, no tener problemas en la clase, que hablen bien de nosotros, que no haya “quejas”, pasarlo bien… No complicarse la vida. "Tengan más fe y tendrán menos penas. Un menesiano debe aceptar todo de la mano de Dios y no apegarse más a un lugar que a otro; y cuando cree tener razón para lamentarse de los hombres, para consolarse de las torpezas que tienen con él, le basta acordarse de los ejemplos de Jesucristo y mirar su crucifijo." ( Juan María) Y, ¿los demás? Tal vez pensemos que lo que haga cada uno es cosa suya. No vamos a metemos en la vida de los otros. Hay que ser tolerantes. Cada uno sabe lo que debe hacer. Vivir juntos ya no es “construir la comunidad” con humildad y olvidándose de uno sino compartir espacios, alimentos, oración y poco más… Pero, ¿qué es ser un buen Menesiano? Con frecuencia, actuamos de forma autosuficiente, personal y corporativamente, buscando que hablen bien de nosotros. Esto, para nosotros significa quedarnos sin raíces ni fuerza interior, centrados en nosotros mismos, encerrados en la soledad de nuestro propio corazón. Nuestro riesgo, el único, consiste en caer derribados, renunciar a la fidelidad humilde y perseverante porque nos falta amor. "Si somos verdaderamente sus discípulos, debemos imitar sus divinos ejemplos, y yo me esfuerzo por hacerlo por mi cuenta, lo mejor que puedo, porque yo también, querido hijo, tengo mucho que sufrir; bendigo por ello al Señor, pues es necesario que llevemos la cruz por la cual hemos dido salvados, y que acabemos en nosotros lo que falta a la pasión de Jesucristo, como dice S. Pablo" (Carta de Juan María del 15 octubre 1839. ATC VI) Según Jesús, si alguien quiere tener verdadera vida, ha de saber amar, salir de su narcisismo, abrir los ojos y ser sensible al sufrimiento de los demás. No es una piadosa consideración. Nuestra vida menesiana se está estropeando cada día un poco más si no amamos siempre y en todo, es decir, si no hacemos más feliz la vida de todos los que nos rodean: Hermanos, la propia familia, alumnos, educadores, los pobres, las familias de alumnos… y nuestro amor siempre es “amor educativo” pues los “niños y jóvenes son para nosotros los primeros prójimos” (Juan María) "La caridad es la plenitud de la ley; es la ley nueva, el lazo de perfección, el mandamiento del Señor; el que no la tiene está en la muerte; la Esposa de Jesucristo, llena de su santo amor, debe resplandecer y arder con la caridad, que es Dios” ( Juan María) El verdadero modelo es Jesús. No gobierna, no impone, no domina ni controla. No ambiciona ningún poder. No se arroga títulos honoríficos. No busca su propio interés. Lo suyo es «servir» y «dar la vida». Por eso es el primero y más grande. Necesitamos en la Familia Menesiana, Hermanos y Laicos dispuestos a gastar su vida por el proyecto de Jesús, no por otros intereses. Menesianos sin ambiciones personales, que trabajen de manera callada por, con para los jóvenes de nuestro mundo buscando hacerles cada día más libres, más humanos y a la vez buscando una iglesia más evangélica y una Familia Menesiana más creativamente fiel. Menesianos, seguidores de Jesús que «se impongan» por la calidad de su vida de servicio. Hermanos que se desviven por sus alumnos, educadores entregados día a día a su difícil tarea, hombres y mujeres que han hecho de su vida un servicio a los niños y jóvenes, con clara y decidida preferencia por los necesitados. Ellos son Los más «grandes» a los ojos de Jesús. Éstas son las personas que necesitamos en la Familia Menesiana. Señor, estoy a tus pies, como un niño pequeño que espera tus órdenes. No quiero nada. No deseo nada sino hacer lo que pidas de mí para mayor gloria tuya. Habla, pues, Señor y obedeceré sin dudar, sin lamentarme, con alegría y con amor. (Oración de Juan María) En este Domingo del Domund, en el que la Iglesia recuerda con amor a los miles de hombres y mujeres que gastan su vida sirviendo a la Causa de Jesucristo en la ayuda a los hermanos. Reavivamos nuestro ser misioneros del Reino y nos queremos introducir en la oración con la Palabra, con corazón grande, abiertos a los amplios horizontes de la Iglesia entera y del mundo. Queremos acoger y escuchar la voz de Jesús Maestro, que se dirige siempre a todos, que tiene siempre un horizonte universal: “Vengan a mí todos”(Mt 11, 28). Las tres lecturas que proclamamos en la Liturgia de este domingo XXIX del Tiempo Ordinario aparecen bien armonizadas entre sí. Están centradas en la persona del Señor Jesús, en su imagen de “servidor de todos” (Evangelio), el Siervo del Señor acostumbrado a los dolores, que ofreció “su vida en rescate, expiación por todos nosotros” (primera lectura), el “sumo sacerdote capaz de “compadecerse de todas nuestras flaquezas, porque ha sido probado en todo como nosotros, excepto en el pecado” (segunda lectura).