EL AUTOR Y SU OBRA Arquitecto y profesor estadounidense, y uno de los más influyentes teóricos del siglo XX. Alcanzó prestigio cuando en la década de 1960 inició la crítica a la ortodoxia del movimiento moderno, que desembocó en el postmodernismo de la década de 1970. Su causa defendía una arquitectura "compleja y que aceptara sus contradicciones". Rechazó la austeridad del movimiento moderno y animó el retorno del historicismo, la decoración añadida y de un rotundo simbolismo en el diseño arquitectónico. Venturi nació en Filadelfia, Pennsylvania, y acudió a la Universidad de Princeton, donde se licenció en 1947. Después de su graduación trabajó en varios estudios, incluyendo los de Oscar Stonov, Eero Saarinen y Louis Isadore Kahn. Ganó un premio que le permitió estudiar en la Academia estadounidense en Roma, entre 1945 y 1956. En 1964 estableció su propia firma junto a John Rauch. Entre sus primeros edificios destacan la casa Vanna Venturi, en la colina Chesnut, Pennsylvania, 1959-1963, diseñada para su madre; y la casa Guild, 1961-1965, un asilo al norte de Filadelfia. Sus edificios son de imagen sencilla, planos complejos y ricos en alusiones históricas, contrastando con la arquitectura funcionalista de la época. Además de argumentar con su obra construida, Venturi polemizó a través de su libro Complejidad y contradicción en la arquitectura, publicado en 1966, donde propuso las bases para un acalorado debate sobre la forma y el significado en arquitectura. En 1967, se casó con Denise Scott Brown, urbanista y arquitecta nacida en África, y a quien conoció mientras dictaba lecciones en la Universidad de Pennsylvania. A partir de entonces iniciaron su colaboración como profesores, investigadores y profesionales. Escribieron con Steven Izenour el texto Aprendiendo de Las Vegas, 1972. En él proclamaron la importancia de la cultura popular, la construcción vernácula comercial y la arquitectura al borde de las vías de comunicación. El estudio de Venturi, Rauch y Scott Brown, más tarde Venturi, Scott Brown y asociados, proyectó varios de los más influyentes edificios de las décadas de 1970 y 1980. Entre ellos se incluyen el Franklin Court, Filadelfia, 1972-1976; la renovación y ampliación del Museo de Arte en el Allen Memorial en Oberlin, Ohio, 1973-1976; Gordon Vu Hall en la Universidad de Princeton, 1980-1983; y el ala Sainsburg, 1986-1991, la discutida ampliación de la National Gallery de Londres. También ganaron el concurso que se celebró en 1992 para diseñar la terminal del ferry en Whitehall, en Nueva York. Venturi ha recibido muchas condecoraciones y premios, incluyendo el premio Pritzker de 1991, considerado como el Nobel de la arquitectura. El premio Pritzker es el más prestigioso de cuantos se conceden a la trayectoria de un arquitecto. Los concede la Fundación Hyatt y fue creado en 1979 por los Pritzker, una acaudalada familia de Chicago propietaria de la cadena de hoteles Hyatt. Los premiados reciben $100.000 dólares, un certificado formal de la citación, y desde 1987, un medallón de bronce. EL LIBRO El libro consta de dos partes, la primera de ellas se titula “Un significado para los aparcamientos A & P o Aprendiendo de las Vegas” y muestra un estudio y descripción del Strip de las Vegas, la calle principal y comercial de la ciudad, donde se encuentran la mayoría y más lujosos casinos de la misma. La segunda parte, llamada “La arquitectura de lo feo y lo ordinario o el tinglado decorado” es más una reflexión sobre el simbolismo en arquitectura y la exposición de una serie de ideal derivadas del estudio de la primera parte. Primera parte. Primeramente se hace una crítica a la arquitectura moderna tachándola de intolerante, ya que sus arquitectos preferían demoler lo existente y comenzar desde la nada, antes que apoyarse en lo ya existente y mejorarlo. Sin embargo, esta forma de ir hacia delante es totalmente válida, mirar hacia atrás para avanzar es una forma de aprender como otra cualquiera. El mensaje del libro no es otro que hacer ver precisamente que se puede aprender de muchas cosas, y que la arquitectura y el arquitecto deberían dejarse de tanto monumentalismo y atender más a las necesidades y gustos de las personas que serán las que al fin y al cabo habiten la ciudad, los edificios, etc. Comenzando con el análisis de las Vegas, decir que la ciudad se trata o se estudia como fenómeno de comunicación arquitectónica, es decir, como el propio edificio puede actuar de forma que oriente al peatón o en este caso al conductor. Las Vegas es una ciudad creada por y para le ocio, por lo tanto tiene un crecimiento extraño y e función de unos parámetros que nada tiene que ver con el urbanismo tradicional, de ahí el concepto de Sprawl, que significa desparramarse y designa una forma de crecimiento muy ramificada y espontánea. El fenómeno más impresionante que posee las Vegas son sin duda sus anuncios comerciales y carteles que intentan atrapar al conductor desde la mayor lejanía posible. Este fenómeno estaría en total desacuerdo con la arquitectura moderna, que intentaba inventar un lenguaje propio alejado de lo comercial o apropiarse de ello para cambiarlo, pero quizás estos métodos comerciales sirvan para un mayor progreso cultural, además la arquitectura moderna no era partidaria de mezclar distintas artes, es decir, combinarla con la escultura o la pintura y mucho menos cargar los edificios con enormes carteles publicitarios. El espacio que se crea en las Vegas es también un punto de desacuerdo con la arquitectura moderna, mucho más ligada al concepto de espacio cerrado como la piazza de Italia que a los espacios abiertos como el Strip de las Vegas. Las Vegas se convierte por tanto, cargada con toda esta parafernalia publicitaria, en un enorme sistema de comunicación, la arquitectura deja de ser una arquitectura del espacio para convertirse en una arquitectura de la comunicación que domina el espacio. Por tanto se rompe el concepto de paisaje tradicional, surgiendo una nueva concepción del paisaje y el espacio, que se articulan y relacionan de distintas y nuevas formas. Las señales se convierten en la forma de orientar al peatón o el conductor pero dando un paso más, es decir, convirtiendo a los propios edificios en señales o bien llenándolos de las mismas, dando lugar a una arquitectura que evidencia, quizás demasiado, lo que contiene, y que no sirve para otra cosa que atraer al público mediante carteles cuanto más grandes y luminosos mejor, no siendo más que una forma, en definitiva, de atraer al dinero. El aparcamiento es también un elemento muy importante en las Vegas y constituye este espacio abierto del que hablábamos antes. Se suelen colocar a ambos lados de los edificios. Son grandes extensiones de asfalto que no tienen ningún tipo de delimitación, que se definen a sí mismos mediante las líneas pintadas en el suelo y otra vez los carteles e indicaciones. Desplazarse por la autopista, el Strip en este caso, sería muy difícil sin todas estas señales luminosas y carteles, ya que la arquitectura (los edificios) en este caso no basta para la orientación. El símbolo por tanto acaba dominando el espacio y haciéndose imprescindible para poder recorrerlo. Esto acaba repercutiendo en la arquitectura, ya que el cartel cobra más importancia que el propio edificio, que se convierte no más que en una simple necesidad, llegando incluso a convertirse el edificio en anuncio, como ocurre con una tienda de patos de Long Island cuyo edificio tiene forma de pato. Por otra parte, estos elementos hacen que es Strip de las Vegas esté regido por un extraño orden, pero que al fin y al cabo funciona. El Strip se compone de dos elementos paralelos, la autopista, y es espacio fuera de ella donde se encuentran los casinos, hoteles, etc, y cada uno de estos elementos se rige por un orden distinto. Mientras que la autopista tiene un orden continuado, en sus márgenes se suceden distintas propiedades, y cada una de ellas tiene su propio orden y su propio lenguaje, lo cual crea un fuerte contraste visual. No es más que un nuevo orden que se basa en el automóvil y la comunicación por autopista. Además, la imagen visual del Strip cambia de forma muy rápida, los anuncios y carteles deben ser renovados y ampliados constantemente para no quedar por detrás de la competencia, derivándose también de aquí un rápido crecimiento de la ciudad. En cuanto a la arquitectura que se da en el Strip, poco hay en común entre unos casinos y otros, unos hoteles y otros en cuanto a su forma, pero si que poseen muchos puntos en común, como la posición respecto a la autopista, la colocación de los aparcamientos, los grandes espacios entre los edificios (muy característico del Strip, que hacen que para poder contemplar éste en su totalidad tenga que hacerse en movimiento), la importancia de la fachada lateral que se ve a gran distancia al igual que la ornamentación al lado derecho para acoger a los coches que llegan por el carril derecho de la autopista, o la falta de preocupación por la fachada trasera que nadie verá. Los edificios suelen orientarse hacia la autopista, pero más aún lo hacen los rótulos que se orientan perpendicularmente hacia ella. De la misma forma, hay gran contraste entre el interior y el exterior. No hay que olvidar el carácter de la ciudad de las Vegas, es una ciudad para el ocio, y por lo tanto toda ella está enfocada en ese sentido. En los interiores, tanto de los casinos como de los hoteles, el primer espacio con el que se encuentra el visitante es la sala de juegos, dejando siempre la recepción a la espalda. La iluminación dentro del edificio es también muy extraña, las salas de juego están siempre muy oscuras para así confundir al visitante, que no sepa si es de día o de noche y para favorecer una situación de control sobre la persona y una pérdida de la noción del tiempo. Al mismo tiempo, los interiores son muy acogedores, con aire acondicionado y muy paisajísticos, haciendo que el visitante se encuentre bien en relación con el sofocante desierto del exterior y no quiera por tanto abandonar el casino. La arquitectura del Strip está llena de constantes alusiones a otros elementos y a otras zonas que recuerdan que este tipo de arquitectura para el ocio, debe ser precisamente así, que la gente se lo pasa bien viendo cosas que les recuerdan a otras cosas o elementos muy distintos mezclados entre sí. Segunda parte. En esta parte se hace una distinción entre dos tipos de edificios, uno es aquel que queda totalmente absorbido por la forma simbólica y se convierte todo él en el propio anuncio, el otro es el tipo de edificio que se carga de carteles y elementos destinados a la publicidad pero de una forma independiente al edificio. A través de estos conceptos, en esta parte del libro se llega a la conclusión de que no es mejor arquitectura la que más reseñas históricas tenga, sino la que mejor se adapte a las necesidades del momento, y en eso el Strip de las Vegas tiene una arquitectura bastante aventajada, una arquitectura comercial y destinada al automóvil y la autopista. Pero dentro de ese segundo tipo de edificios de los que hemos hablado, sigue habiendo diferencias. En el libro se hace una comparación entre dos edificios concretos, y la conclusión es que hay dos formas de simbolismo, uno que usa una ornamentación sencilla y expresiva, que sugiera más que afirma, que es por la que apuesta la arquitectura moderna, y otro que usa un simbolismo mucho más explícito, que es por el que apuesta Robert Venturi. Esto da lugar a otro de los conceptos que aparece en el libro, el concepto de “lo feo y lo ordinario” que se refiere precisamente a este tipo de simbolismo explícito que quiere decir ni más ni menos que lo que enseña y que también defiende Venturi. Ejemplo de ello es el edificio que se muestra en la siguiente figura. El simbolismo en la arquitectura se ha dado siempre, lo que ocurre es que los arquitectos modernos lo dejaron un poco olvidado para dar así ese carácter revolucionario a sus obras, por ejemplo, las catedrales están cargada de simbolismo y se comportan a la vez como los dos tipos de edificios que hemos distinguido al principio, es decir, son edificios con una forma determinada que por sí solos muestran cual es su función, pero también están cargadas de ornamento. Los arquitectos modernos intentaban crear un lenguaje propio negando la ornamentación, sin embargo lo que hacían era simplemente era cambiar las cosas de nombre para que en la teoría fuesen conceptos nuevos que en la práctica no dejaban de ser lo mismo de siempre, los edificios seguían siendo ornamentados, quizás de una forma más tecnológica o revolucionaria y con unos materiales nuevos, pero ornamentados al fin y al cabo. La arquitectura moderna intentó terminar con el simbolismo, intentando promover el expresionismo, la expresión de los elementos arquitectónicos mediante la estructura y su función, sin embargo, el objetivo no se consigue, quedando el intento en un expresionismo vacío y aburrido que precisamente por rechazar ese simbolismo explícito y esa ornamentación, convierte a sus edificios en un ornamento en su totalidad y creando ese tipo de edificio que queda absorvido en su totalidad por la forma simbólica. Lo mismo ocurre con el espacio interior, los arquitectos modernos intentan crear espacios vacíos de ornamentación, y usan formas nuevas como el acero desnudo, paneles flotantes y complejas articulaciones. Sin duda serán espacios menos ornamentados, pero lo que hacen sin darse cuenta es convertir los elementos constructivos en pura ornamentación, con lo cual siguen aplicando las mismas reglas. Volviendo al Strip de las Vegas, se trata de un espacio lleno de imágenes simbólicas que destacan en la oscuridad, y límites que no quedan marcados por elementos arquitectónicos, sino por rótulos luminosos. Las formas de los edificios tienen un papel secundario en toda esta parafernalia, el impacto visual lo crean los carteles que son los que dominan el espacio, un espacio abierto y ramificado, organizado y dirigido precisamente gracias a todos estos elementos. EL TEXTO La propuesta que las Vegas tiene, hablando en sentido arquitectónico, es que cambia la forma de ver el simbolismo de las obras arquitectónicas pasando de un término muy especializado a uno muy general que puede interpretar cualquier persona, haciéndolo accesible a todo el público. La pregunta que se presenta en este caso es que tan válido es el tomar signos obvios, como suplantar las obras arquitectónicas con dichos signos. Sin embargo, no es fácil concebir la idea de aplicar dicho suplante en cualquier lugar que no sea las Vegas, y, es un lugar donde se aplica perfectamente y fuera de él no sería una propuesta arquitectónica en sí. El caso del diseño de una obra en las Vegas se enfoca a la publicidad, pasando a un segundo plano el diseño arquitectónico, se cambia el simbolismo, pero a pesar de eso se facilita el reconocimiento del edificio, que si esa era la finalidad, se podría considerar muy válido. En el caso en el que se busca lograr una propuesta arquitectónica, sería muy limitado el uso de este estilo en dicha obra ya que sólo satisface necesidades y la propuesta que el arquitecto tiene se sustituye por el mensaje obvio y deja de ser una propuesta para convertirse en un letrero. Para poder distinguir que es lo que se debe hacer, ya sea el buscar un lenguaje de comunicación accesible para todos o el de proponer un lenguaje nuevo que sólo unos cuantos entiendan, hay que definir antes la finalidad de la obra, si realmente se pretende comunicarle algo a la gente o si sólo se busca satisfacer a su creador. La respuesta ideal sería la de buscar ese punto de unión entre ambos. Toda obra de arquitectura debe proponer sobresalir de las demás, y ser conocida. Poniendo como ejemplo el de la capilla de las Vegas que tiene que tener un mensaje grande para que la gente sepa que eso es una capilla, comparado con una catedral gótica, creo que ambos cumplen con su función, la gente los reconoce instantáneamente, ambas llaman la atención, y cualquiera puede deducir cual es la función del edificio, aquí la pregunta sería ¿en cuál hay una verdadera propuesta?. Se podría decir que en ninguna de las dos la hay. La capilla de las Vegas como propuesta arquitectónica no tiene elementos que propongan y la catedral gótica estuvo muy bien en su época pero la verdadera propuesta estuvo en la primera catedral y el resto no son mas que simples copias. La solución a la fusión entre el mensaje obvio con la arquitectura es la de hacer una propuesta que no pierda ese lenguaje común y accesible para todos, pero que no llegue a esa agresión de letreros que se ve en las Vegas, ahí está la forma de compartir una buena obra con la gente. COMPARACIÓN: LAS VEGAS- MI CIUDAD Tomaré como ejemplo la ciudad de Sevilla para hacer la comparación. El fenómeno publicitario se extiende cada vez más, la publicidad mueve el mundo y por lo tanto el mundo se sirve de ella, y por encima de todo el comercio. Los grandes carteles sobre edificios que anuncian marcas comerciales, empresas, etc son cada vez más comunes en la ciudad, sin embargo aún no se ha llegado a la brutalidad que se da en Las Vegas, y sinceramente, dudo mucho que una ciudad como Sevilla, o cualquier otra cuidad de España pueda convertirse en algo similar a Las Vegas. Creo que ese fenómeno sólo podría llevarse a cabo en una ciudad americana. Por otra parte, algo que diferencia también mucho a Sevilla de Las Vegas, es que en la primera no se da esa cultura del automóvil y la autopista. Aunque la gente cada vez utiliza más el coche para desplazarse, la ciudad no está preparada en ningún sentido para acoger esa forma de moverse, simplemente porque no ha sido fundada a partir de una autopista como ocurrió en Las Vegas. Mientras que en Sevilla el centro de la ciudad, y por tanto los comercios y las calles comerciales están diseñadas para un tránsito peatonal, con carteles y rótulos destinados al peatón y por tanto a un tráfico lento, que no necesitan ser vistos desde kilómetros de distancia, en Las Vegas el centro es la propia autopista y a ambos lados de la misma se encuentran todos los servicios, casinos, hoteles, restaurantes, capillas, estaciones de servicio, etc, destinados a un público que se mueve en automóvil, a gran velocidad, que deben tener por tanto carteles y rótulos que se vean a gran distancia y que atraigan al público. Esa es una de las diferencias entre la publicidad de las Vegas y la publicidad que podemos encontrar en cualquier ciudad de España, la publicidad aquí simplemente intenta mostrarnos algo, mientras que allí lo que intenta es atraer al público y al dinero, que es al fin y al cabo de lo que se nutre la ciudad. En cuanto al tipo de arquitectura ocurre lo mismo, los edificios, los centros comerciales de aquí etc, no están diseñados como los de las Vegas para intentar retener al visitante el mayor tiempo posible, y no desarrollan en su interior esa espectacularidad y ese mundo paralelo que nada tiene que ver con el exterior. No hay tanta competitividad entre unos edificios y otros y la lucha por atraer a la clientela no es tan brutal como en las Vegas. APRENDIENDO DE LAS VEGAS EL SIMBOLISMO OLVIDADO DE LA FORMA ARQUITECTÓNICA