Diálogo con el Padre Mossman

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Diálogo con el Padre Mossman
Yo tenía 17 años cuando te pedí que me acompañaras en mi camino cristiano. Lo hice
porque me maravilló tu persona y tu encuentro sereno y profundo con los demás. En
La Floresta ibas a tomar el té en mi casa, “La Tregua”; yo tenía 13-15 años. ¡Qué rato
tan agradable! Irradiabas un aire especial: tu fineza, tu manera de darle importancia a
cada uno, hasta a los más chicos, como lo haría Jesús. Nos hacías sentir el “qué bien
estamos aquí, hagamos algo para perpetuar tu presencia con nosotros”, para seguir
disfrutando de tu rostro, de tu palabra, de tu paz contagiosa, que nos unía entre todos
y contigo.
Cuando pensé en un "Director Espiritual", no podía ser sino tú: empecé entonces mis
“confesiones” mensuales, y fui experimentando lo que significa el encuentro profundo
entre dos personas, en salesiano, en espíritu. Era muy placentero, yo te convidaba con
un cigarrillo y fumábamos juntos, (en esa época no hacía mal), y tú lograbas eso tan
salesiano de armonizar lo profundo y lo agradable, que tantas veces se separa.
Fui aprendiendo contigo la hermosa y gozosa libertad que nos regaló Cristo, de la que
eras maestro porque la vivías. Aprendí a buscar siempre la libertad: la de Dios, la mía
y la de los demás. (Tuve la gracia de Dios que en mi familia se vivía también la
libertad).
El mismo Jesús era el centro de nuestra búsqueda, su principio, su luz, el camino.
Como medio para encontrarme con Jesús, me ayudaste a frecuentar la Palabra de
Dios: yo sabía que al llegar a casa me esperaban tres salmos; me acercaste a san
Pablo leyendo una buena biografía; me propusiste leer la Historia de Israel para entrar
en la vivencia de mi historia salvífica; una Imitación de Cristo me ayudó a meditarlo.
Todo un itinerario que iba entretejiendo contigo mis vivencias cotidianas.
Te adelantaste muchos años al movimiento litúrgico, y me enseñaste el amor y tu
pasión por la eucaristía, y la participación consciente, alegre y profunda en la liturgia.
Me iluminaste en la serenidad de mi noviazgo de dos años. Y cuando comencé a sentir
que Dios me llamaba a consagrarme plenamente a Él, ¡con qué delicadeza dejaste que
yo mismo me fuera enredando con el Espíritu Santo! Un año entero, y tú calladito la
boca. Hasta el día en que Dios me concedió la seguridad de su llamado, me pareció
bien pedirte una luz para discernir por dónde seguir: y entonces, y recién entonces,
me dijiste: “Hace 40 años que soy salesiano, y soy muy feliz: si querés participar de
esta felicidad, hacete salesiano”.
"Dijo Jesús: “Es preciso que yo me ocupe en las cosas de mi Padre”. Toda tu vida
Padre Mossman fue eso: estar ocupado en las cosas del Padre, como nos dijo una
buena hija tuya, benedictina. Supiste dar las cosas de Dios a los hombres, dándote tú
mismo también como un don de Dios, con la condescendencia del amigo fiel, que sabe
con su amigo sufrir y gozar…
Con mucho agradecimiento te pido, querido Padre Mossman, tu bendición desde el
cielo, para mí y para todos los que nos sentimos llamados por Dios a ser buenos
acompañantes como tú, y buenos acompañados como yo en ese entonces.
Padre Mario Piaggio sdb
PS: el Padre Arturo Enrique Mossman Gros sdb, nació en Paysandú en 1988 y fue uno
de los más grandes maestros espirituales del Uruguay del siglo XX. Sabio y santo,
teólogo y profesor de teología, músico, poeta, astrónomo. Y sobre todo un Padre, para
las muchachas universitarias de la Asociación, para la gente culta, y para todo el que
se le acercaba.
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