T.M. Nº 74 - Tuberculosis (TBC)

Anuncio
TEMA MÉDICO N° 74
Tuberculosis (TBC)
Mayoritariamente se acepta que, la TBC es una de las enfermedades más
antiguas que afectan a los seres humanos. Aunque se estima una
antigüedad de entre 15.000 y 20.000 años, se acepta más que, la especie
de microorganismo que la produce (MYCOBACTERIA), evolucionó de otros
más primitivos dentro del mismo género.
En los inicios se pensaba que tenía un reservorio en animales. Esto
posiblemente dió lugar a un anciano progenitor del Mycobacterium Bovis,
que es lo aceptado por muchos, como la más antigua de las especies que
actualmente integran el denominado complejo Mycobacterium
tuberculosis. El escalón siguiente sería el paso del Mycobacterium Bovis a
la especie humana, coincidiendo con la domesticación de los animales
por parte del hombre surgiendo así, posiblemente, como patógeno en el
mismo.
Se observa un resurgimiento de esta enfermedad en todo el mundo dado,
no solo por las migraciones, sinó por la aparición de cepas bacterianas
que se han hecho resistentes a los medicamentos, que se utilizan
habitualmente, para combatir a su agente productor: el bacilo de Koch,
en referencia a su descubridor.
La TBC es una enfermedad contagiosa que afecta principalmente a los
pulmones y, si no es tratada, puede llevar a la muerte.
Afecta en promedio a 11.000 personas por año en la Argentina (27 por
cada 100.000 habitantes) y produce 800 muertes anuales. Más del 50 % de
los casos de tuberculosis hoy están en la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires y en el Conurbano Bonaerense. En la primera, la TBC afecta a 42,9
personas por cada 100.000 habitantes, y en algunas regiones como Salta y
Jujuy, la cantidad de enfermos por número de habitantes triplica al
promedio nacional.
Cómo se contagia?
El contagio se produce cuando una persona que está sana tiene
contacto cercano con otra persona que está enferma y que no se
encuentra en tratamiento.
1
Si la persona enferma tose, estornuda, habla o canta, elimina las bacterias
de la enfermedad que quedan suspendidas en el aire, pudiendo ser
inhaladas por la persona sana.
Las partículas expedidas por el paciente (denominadas gotas infecciosas
de flügge´s o droplets) pueden alcanzar a ser 400.000 en un solo
estornudo. Cada una de ellas puede transmitir el organismo infectante.
La TBC es una enfermedad que se contagia de persona a persona, con
cierta dificultad, aunque excepcionalmente, se han descripto casos de
contagios con tan solo unas horas de exposición.
La TBC bovina puede contagiarse al hombre por la ingestión de la leche
sin hervir.
La desnutrición, el hacinamiento y un estado bajo de las defensas del
organismo, entre otros factores, también pueden actuar como
disparadores de la enfermedad.
Sin embargo cabe destacar que a los 15 días de comenzado el
tratamiento, el enfermo deja de contagiar.
Síntomas.
En el comienzo de la enfermedad las personas pueden tener síntomas
comunes a otras enfermedades:
 Fiebre.
 Tos.
 Decaimiento.
 Falta de apetito.
 Pérdida de peso.
 Sudoración nocturna.
La prolongación de estos síntomas, la existencia de tos pertinaz con
expectoración purulenta (en algunos casos con presencia de sangre) por
más de 15 días, la progresiva falta de aire, y los antecedentes
epidemiológicos, harán sospechar al médico la presencia de la
enfermedad.
2
En un 25% de los casos, la infección se traslada de los pulmones, causando
otras formas de TBC. Esto ocurre con más frecuencia en aquellos pacientes
inmunodeprimidos y en los niños.
Las infecciones extrapulmonares incluyen la pleura, el sistema nervioso
central en el que produce meningitis, los ganglios linfáticos, el sistema
urinario, los huesos y articulaciones, ojos y aparato cardiovascular.
Diagnóstico.
La TBC se diagnostica por la detección del Mycobacterium tuberculosis en
cualquier muestra tomada en el aparato respiratorio (TBC pulmonar) o
fuera de él (TBC extrapulmonar). Aunque algunos métodos más modernos
han sido desarrollados (diagnóstico molecular), la visión microscópica de
los bacilos y el cultivo para la identificación de la cepa, siguen siendo los
más utilizados por la alta especificidad, sensibilidad y valor predictivo.
Se destaca que la muestra para el estudio puede tomarse de la
expectoración del individuo, con una técnica específica denominada
“baciloscopia de esputo”.
Estudios de imágenes, cultivos de otras muestras biológicas (orina, jugo
gástrico o médula ósea) y la denominada prueba de tuberculina
mediante técnica de Mantoux, contribuyen al diagnóstico de la
enfermedad.
Tratamiento.
Se realiza con combinaciones de fármacos específicos, durante un tiempo
prolongado, no menor de 6 meses.
Si bien la enfermedad es curable, es necesario un diagnóstico temprano,
ya que se agrava si no se sigue el tratamiento adecuado. Es indispensable
no abandonar el mismo, dado que la enfermedad empeora rápidamente
y se favorece la proliferación de bacilos resistentes a los fármacos
utilizados.
La atención de los contactos del enfermo, son de competencia del
especialista, en cuanto a conducta y tratamiento específico.
3
Prevención.
Esta enfermedad se previene llevando una vida sana e higiénica,
identificando oportunamente a los enfermos y asegurando su curación
para evitar el contagio a otras.
La mejor forma de prevenir la enfermedad es cortar la cadena
de transmisión del enfermo al sano mediante la búsqueda,
localización precoz de las fuentes de infección y su
tratamiento hasta obtener su curación. Para cortar la cadena
de transmisión no basta con diagnosticar todas las fuentes de
infección, es preciso hacerlo oportunamente de tal manera
que, al momento del inicio del tratamiento, hayan infectado el
menor número posible de contactos.
A pesar de los múltiples esfuerzos realizados mundialmente para erradicar
la TBC, el problema persiste. Sin embargo, en los países o regiones donde
la probabilidad de contraerla es muy alta, la vacuna BCG dada a los
recién nacidos, constituye una medida preventiva importante para reducir
en un 80 % los riesgos de desarrollo de la enfermedad en los niños.
La vacuna de la TBC fue inventada por los epidemiólogos Albert Calmette
y Camille Guérin, por lo que se llama también vacuna BCG (Bacilo de
Calmette y Guérin). Los científicos franceses comenzaron sus
investigaciones en 1906 y las concluyeron quince años más tarde, en 1921,
venciendo los obstáculos de la primera guerra mundial.
La vacuna consiste en un preparado en el que se usan bacilos de TBC (de
Koch) atenuados (atontados), incapaces de provocar la enfermedad,
pero capaces de estimular las defensas del cuerpo. Esta vacuna se coloca
con una inyección en el hombro derecho de los niños que da una
protección parcial contra la enfermedad.
El bebé debe ser vacunado poco después de nacer, antes de salir de la
maternidad. La BCG no evita la infección tuberculosa, lo que hace, en
caso de infección, es favorecer el control de la enfermedad en un 80%. Es
decir, a pesar de sus limitaciones, es muy importante porque evita que el
bacilo de Koch se disemine por la sangre a todo el organismo. Si esto
sucediera, puede producir, por ejemplo, meningitis, enfermedad que
puede llevar a la muerte o dejar secuelas muy graves en el organismo.
Alrededor de la mitad de los hijos de madres afectadas por TBC activa,
desarrollan la enfermedad durante el primer año de vida si no reciben
tratamiento con antibióticos o si no se los vacuna. En los países como
Estados Unidos de Norte América o Canadá, donde la TBC se encuentra
bajo control, no se aplica la BCG de manera sistemática a los bebés. Por
4
el contrario, en las naciones donde las condiciones de vida precarias
exponen más a la difusión de la enfermedad, las autoridades sanitarias
contemplan planes de vacunación obligatorios y gratuitos.
La mejor forma de prevenir la TBC es detectar fuentes de infección y evitar
el contagio de la población. Si se lograra diagnosticar y tratar a tiempo a
todos los enfermos, se erradicaría el mal y no haría falta vacunar. Por el
momento, un buen plan de control de la TBC, debe incluir los planes de
vacunación al recién nacido, y la búsqueda y tratamiento eficaz de las
fuentes de infección.
Según figura en las normas del Programa Nacional de Control de la TBC
del Ministerio de Salud de la Nación, en la Argentina deberá ser vacunado
con la BCG, todo recién nacido a término y todo niño prematuro con
2.000 g. de peso o más, antes del egreso de la maternidad. Se prevé una
revacunación (y última) de todos los niños al ingreso escolar, sin prueba
tuberculínica previa.
Otras medidas preventivas.




La persona infectada debe protegerse siempre que tosa con
pañuelos desechables evitando así el efecto aerosol.
Lavado sistemático de las manos luego de toser.
Ventilación adecuada del lugar de residencia.
Garantizar la adherencia al tratamiento.
Asociación de TBC y VIH/SIDA.
La coinfección (se denomina así, a una infección simultánea) con el virus
de la inmunodeficiencia humana (VIH), es un factor de riesgo que agrava
la situación epidemiológica de la tuberculosis, especialmente en países en
desarrollo. Este virus induce una inmunodepresión progresiva, que
favorece la reactivación de la tuberculosis en personas con una infección
tuberculosa latente y la progresión hacia la enfermedad de aquellas con
reinfección.
La enfermedad tuberculosa agrava el curso de la infección por VIH, siendo
a veces difícil el diagnóstico de TBC, ya que en estos pacientes la
presentación de la enfermedad puede ser inespecífica y atípica como:
aparición de formas extrapulmonares y diseminadas, la menor positividad
en los estudios de muestras de esputo, imágenes no características, etc.
La infección por VIH es el más poderoso factor conocido que aumenta el
riesgo de progresión a enfermedad en los infectados por el Mycobaterium
tuberculosis.
El cuadro clínico es diferente al que se presenta en personas no infectadas
por VIH, siendo más marcada esa diferencia cuando mayor sea la
alteración a la respuesta inmune celular. Los síntomas descriptos pueden
5
pasar inadvertidos frente a los propios de las enfermedades indicadoras
de SIDA u otras afecciones oportunistas.
Finalmente
¡Esa tos, de la que debemos desconfiar!
Ante cualquier duda, consulte a su médico de confianza.
6
Descargar