RetiroCanonizacion ArgentinaSur

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Un solo corazón - Muchos rostros
Jornada de Retiro en Preparación a la Canonización de
Arnoldo Janssen y José Freinademetz
Posibles Símbolos
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9:00
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La imagen del gran corazón con cinco corazones pequeños como fue diseñada en el lado derecho
del sarcófago de Arnoldo Janssen;
Un corazón como un collage hecho de muchos rostros humanos;
Un collage de una imagen de Jesús compuesta por muchos rostros humanos;
Un gran racimo de uvas con muchos granos;
Una mazorca de maíz con muchos granos.
Introducción: ¿Qué es un santo? ¿Por qué canonizamos a las personas?
Una historia
Un Domingo por la mañana una madre con su hijo pequeño iban camino a la iglesia. En un
instante se detuvieron admirados al ver los hermosos colores que destellaban desde los
vidrios de las ventanas y que incluso parecían aún más hermosos por la luz del sol que
resplandecía a través de ellos. El niño preguntó: “¿Qué personas son las que se pueden ver
en esas ventanas?” La madre respondió: “son los santos.”
Algunos días más tarde, en la clase de religión, la profesora preguntó: “¿Qué es un santo?”
Después de un momento de silencio este niño respondió: “Un santo es una persona a
través de la cual el sol resplandece.”1[1]
Un santo es una persona por la que la luz del amor de Dios resplandece en nuestro mundo. Hace
que el mundo sea más luminoso y cálido. Considerando esta definición nos preguntamos: ¿Por qué
canonizamos a las personas? ¿No es suficiente con tener dos personas beatificadas? ¿Por qué
tanto movimiento y expectación? Podríamos contestar: “para que la luz del amor y solicitud de
Dios que resplandecen a través de Arnoldo Janssen y José Freinademetz en su único colorido, en
sus varios matices de sombra y color, resplandezcan no sólo para los miembros de las tres
congregaciones fundadas por Arnoldo Janssen sino para toda la Iglesia. Todos deberían estar
compenetrados y llenos de esta luz y con renovado entusiasmo por el Reino de Dios.
CANTO
Ante la luz del Verbo y del Espíritu de Gracia
desaparezcan las tinieblas pecado y la noche de la credulidad,
y viva el Corazón de Jesús en los corazones de todas las personas.
Algunas sugerencias para la reflexión
1[1]
Hoffsümmer, Willi, Kurzgeschichten 2, Matthias Grünewald 9. Auflage, 1994. p. 142
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¿Cómo describirías el color específico de la luz que resplandece a través de la ventanas de
“nuestros Santos”?
¿Cuáles son las características particulares que hacen que esta luz irradie en forma nueva la
belleza y grandeza del amor de Dios?
El tema elegido para la canonización es: “Un solo Corazón – Muchos Rostros.” ¿Cómo este tema
y logotipo podrían están relacionados con nuestra realidad actual en la que experimentamos la
multiculturalidad de nuestras tres congregaciones, como ya se ha hecho referencia en varias
reflexiones? Más aún, ¿tienen alguna relación con la vida de los dos Santos?
¿Dónde vemos la unidad de corazones en la diferencia de los rostros de estas dos
personas tan importantes en nuestras vidas?
Sin duda, podemos ver un solo corazón en ambos santos. Un corazón que ardía en amor por Dios y
su misión. El amor de Dios ha sido derramado en sus corazones a través del Espíritu Santo que les
ha sido dado. (cf. Rm 5,5)
Una esperanza que no defrauda porque, al darnos el Espíritu Santo,
Dios ha derramado su amor en nuestros corazones.
Este texto bíblico es uno de los preferidos de Arnoldo Janssen, citado una y otra vez en sus
sermones y hecho vida en su propia persona. El Espíritu Santo, el fuego del amor de Dios en
nosotros, tomó posesión de su corazón y de toda su persona de tal manera que Arnoldo ya no
deseaba otra cosa sino conducir a todos hacia este fuego del amor de Dios. Y por este deseo
apasionado llega a ser uno con Jesús quien definió su misión en estas palabras:
¡He venido a encender fuego a la tierra; ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo! (Lc
12, 49)
El 03 de octubre de 1887, en la Iglesia vicentina en Viena, a los 50 años de edad, Arnoldo Janssen
se consagró en cuerpo y alma al Espíritu Santo:
“He entregado mi cuerpo y alma sin reservas a Dios, a fin de recibir la gracia de reconocer su amor
y de vivir y morir sólo por él. Que él me ayude a vivir sin pecado y a hacer su voluntad en todo.
Según San Agustín y el Papa León XIII el Espíritu Santo es precisamente el corazón de la Iglesia y
el corazón de Dios en que él se ama a sí mismo y a toda la humanidad.”2[2]
Podemos decir lo mismo sobre José Freinademetz: su vida y corazón estaban centrados en la
misión. El Espíritu Santo también capturó su corazón de manera que ardió de celo por la misión. Su
entrega total a su misión se manifiesta sobre todo en la actitud para la que usa palabras vehementes
cuando se dirige a sus colegas sacerdotes y hermanos:
“El Espíritu Santo es amor. El amor y entusiasmo son esenciales para un misionero, nada es
más importante. El apostolado es amor, un trabajo de amor: un misionero cuanto más
impregnado de amor está más misionero es. La Misión debe ser una cuestión del corazón. Y
únicamente cuando el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones la misión
llega a ser una cuestión del corazón. La petición “Santificado sea tu Nombre – Venga tu
Reino” debería mantener nuestros corazones ardiendo... Oh que pueda invocarte cada día y
cada hora: rezar, sufrir, hacer sacrificio y morir: todo esto e infinitamente mucho más,
porque tal es el mérito del alma, del cielo y de Dios”.3[3]
2[2]
Janssen, Arnold, Persönliche Aufzeichnungen aus dem Jahre 1906, Analecta
SVD - 55, Rom 1981, p. 26
3[3]
Freinademetz, Josef, Über den Geist der Societas Verbi Divini, Analecta SVD
Unidad de la vocación religioso-misionera
Este SOLO CORAZÓN, que tanto movió a nuestros dos santos, el Espíritu Santo,
les permitió reconocer la unidad de la vocación religioso-misionera. Ambos
habían sido ordenados sacerdotes diocesanos, pero cuando el pensamiento de ser
misionero capturó sus corazones comprendieron claramente que ambas vocaciones
forman una unidad
José Freinademetz explica a sus compañeros lo que significa ser misionero:
El padre de un misionero que partía a las misiones escribió en el diario de su hijo:
¡Cómo regalo por las misiones entrego a mi único hijo! Dios mismo hace mucho
tiempo hizo esto: Tanto amó Dios al mundo que le dio a su Hijo único, para que
todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna. (Jn 3, 16) Algunas
veces escuchamos: soy sacerdote y además misionero; esto no es suficiente para mí;
¡no deseo ser religioso! Me parece una frase extraña como si conllevara mucha
ambigüedad e incluso ingratitud... La vida religiosa es la verdadera4[4] vida
evangélica y apostólica... y el Señor es el modelo perfecto para un verdadero
religioso. Cada sacerdote, cada misionero que no tiene un espíritu religioso
verdadero es un cuerpo andando... Si la Sociedad quiere florecer debe luchar por la
perfección en santidad para que luego la misión también florezca.5[5]
Con estas palabras José Freinademetz dice lo que casi cien años más tarde el Vaticano II proclamó
como el principio más sublime de renovación de la vida religiosa: “La norma última de la vida
religiosa es el seguimiento de Cristo, tal como lo presenta el Evangelio.”
Las Constituciones, aprobadas por los capítulos generales respectivos, por la SVD en 1982 y por la
SSpS en 1984, como instrumentos de renovación de la vida religiosa, declaran que nuestra tarea
misionera es comunidad de vida y misión con el Señor, entrega total a Él y a su obra de
salvación, lo que nos conduce al camino de los consejos evangélicos. “Su vida es nuestra vida, su
misión es nuestra misión.” (Constituciones SSpS; Prólogo SVD)
Los que deseen proclamar el Evangelio
tienen que saber lo que significa comunidad con todos
los que han recibido la misma llamada
Los que deseen proclamar el Evangelio
tienen que ofrecer comunidad
a todos los que están solos y buscan luz
Los que deseen proclamar el Evangelio
- 40, Rom 1977, p. 15
4[4]
Podríamos subrayar que ha sido la teología dominante de la vida religiosa del siglo XIX y
XX hasta el Vaticano II. Sin embargo, ya en aquel tiempo existieron comunidades que no emitieron
votos, por ejemplo los “Padres Blancos”, los “Vicentinos” y muchas otros que de ninguna manera
estaban ni están menos orientados a la misión.
5[5]
Freinademetz, op. cit. pp 15-16
tienen que enfrentar la soledad
a fin de que el Verbo pueda encontrarlos en sus corazones
Los que deseen proclamar el Evangelio
tienen que proveer soledad
llevando a las personas a Aquél que aman y quien ama a todos/as.
El texto de las Sagradas Escrituras (Rm 5,5) citado por Freinademetz es el segundo texto favorito
del fundador, al que vuelve una y otra vez en sus conferencias y sermones. Sentimos la unidad de
corazones en nuestros dos santos, inspirados y guiados por el mismo espíritu. Arnoldo Janssen
también reconoció durante los meses dolorosos de las etapas iniciales de fundación de la Sociedad
misionera que la entrega total a Dios por los votos, especialmente al Verbo Divino Encarnado está
inseparablemente conectado con la vocación misionera. Mientras sus primeros compañeros
deseaban tener una congregación de sacerdotes seculares, el fundador consideró una comunidad
misionera con votos como una condición ‘sine qua non’ para su Sociedad. Esto causó la salida de
algunos de sus compañeros.
Para Arnoldo Janssen “una entrega generosa al Señor es, en todo caso, el distintivo de un verdadero
misionero y condición básica para una labor realmente apostólica. ¿Cuál es, entonces, la misión del
seminario misional en este aspecto? Debe promover reiteradamente este espíritu como la exigencia
más necesaria que hace al misionero y, además, tratar con todas sus fuerzas de que sus aspirantes se
impregnen de este espíritu y de que procuren realizarlo en sus vidas.”6[6]
La unidad de corazones en el espíritu de dedicación y entrega en nuestros dos santos se refleja
en las siguientes palabras de Freinademetz:
“El espíritu de nuestra Sociedad es humildad, entrega total y sacrificio, porque este
es el espíritu del Verbo Divino. Este mismo espíritu es el que tenemos que llevar al
mundo entero tal como lo hizo Cristo. Jesucristo lo hizo en unión con el Espíritu
Santo – así de la misma manera nosotros. En esta forma tan sencilla y pobre nuestro
Fundador comenzó su trabajo. Él no era una luz entre los clérigos, a menudo fue
ridiculizado y considerado un loco. Inclusive hoy cuando leemos sus cartas o
sentimos hablar sobre él tenemos que decir que no prestó atención a la belleza del
lenguaje.”7[7]
Humildad y total sinceridad mutua
Otro aspecto que caracteriza la unidad de corazones de estos dos grandes hombres es su gran
humildad y total sinceridad mutua, y esto a pesar de que tenían posiciones completamente
diferentes en la Sociedad: Arnoldo Janssen era el Fundador y Superior General; José Freinademetz
el sacerdote“subordinado” y provincial en Chantung del Sur. Esta franqueza es muy evidente en su
correspondencia con ocasión del nombramiento Episcopal después de la muerte del Obispo Anzer.
“La elección será muy probablemente entre usted y el P. Henninghaus. Si usted fuera de
origen alemán, podría predecir con seguridad el resultado. Sin embargo, considerando su
nacionalidad, no estoy seguro, pero sospecho que en relación a su país natal y a lo que le
6[6]
Alt, Josef, Arnoldo Janssen, El Mundo en un Mesón, Vida y Obra misionera de Arnoldo
Janssen, Roma, 2002, p. 139
7[7]
Freinademetz, op. cit. , p.23
han estado diciendo con respecto al gobierno alemán todo esto influirá en la decisión de la
Propaganda. Sin embargo, sé que usted es lo suficientemente humilde para no buscar tal
honor, y aunque no sea nombrado obispo, usted de todas maneras trabajará cercanamente
con el Vicario Apostólico... Al mismo tiempo me siento instado a usar esta carta para darle
mi bendición sacerdotal y paternal y asegurarle mi afecto y cariño. Cordialmente su padre
espiritual y cohermano en el Señor. A. J.“8
Después que se realizó el nombramiento episcopal, Freinademetz escribe al Fundador:
“Anoche llegó el telegrama con la noticia del nombramiento episcopal. Deo
Gratias! Es una elección ciertamente feliz, la mejor que podía darse. El P.
Henninghaus es el hombre que necesitábamos, ricamente dotado de dones
espirituales y de corazón como ningún otro en Chantung del Sur. Los misioneros,
casi sin excepción, están todos contentos. Bendita sea la Divina Providencia por
poner tal pastor a la cabeza del rebaño que es esta misión… Me propongo, con
espíritu de fe manifestar al nuevo obispo amor desinteresado, confianza filial y
obediencia alegre. Quiera Dios concederme para ello su gracia. A uno que ha estado
mandando por tanto tiempo, quizá no resulte siempre fácil obedecer.”9[9]
Indudablemente hay más aspectos que revelan la unidad de corazones entre estos dos hombres.
Podríamos mencionar algunos:

La necesidad y preeminencia de la oración en el trabajo misionero,

El buen uso del tiempo,

La prontitud para sufrir y hacer sacrificios como respuesta al amor de Dios... y muchos más
Al mismo tiempo sabemos que ellos eran bastante diferentes. Sólo algunas observaciones que
subrayan estas diferencias:
Arnoldo Janssen nació en la parte baja del área del Rin y muy influido por la naturaleza seria de
sus padres así como por la gente del lugar, su cultura y espiritualidad.
Arnoldo Janssen no sintió la llamada a salir del país como misionero, pero deseaba conquistar a
otros para la misión. Fue un largo proceso interior hasta que se dio cuenta que la fundación de una
casa misional era la voluntad de Dios. Nunca fue a las misiones extranjeras, pero llegó a ser el
Fundador de las tres congregaciones misioneras y más tarde envió a muchos de sus hijos e hijas
espirituales a lugares de ultramar.
José Freinademetz nació en Tirol del Sur y fue hijo de las montañas. También él estaba influido
por la profunda cultura cristiana de la gente de su país.
José Freinademetz era aún joven cuando sintió la llamada a ser misionero. Nunca regresó a su
amada tierra, por la que sentía un profundo cariño. Permaneció medio año en Steyl como “novicio”
y consideró que era tiempo de terminar con la espera para su partida. Ardía de celo por viajar a su
tierra amada de misión. Junto con J. B. Anzer fue el primer misionero de Steyl en ser enviado y en
establecer la fructífera misión china en Chantung del Sur con Anzer.
8[8]
Analecta - 44, pp. 31-33
9[9]
Analecta - 44, pp. 40-41
Finalmente una palabra sobre el espíritu de apertura que caracteriza a ambos santos de forma
diferente.
Conocemos la frase citada frecuentemente por Arnoldo Janssen:
“Vivimos en un tiempo en que mucho parece tambalear e incluso extinguirse.
Pero esto precisamente hace que surjan cosas nuevas.”
Así, algunos aspectos de las características y palabras de Arnoldo Janssen pueden ser enlistados:
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Hizo contribuciones significativas a la apertura de la iglesia local en Alemania en favor de las
necesidades y preocupaciones de la misión global.
Hizo una contribución importante al apostolado de los medio de comunicación con el propósito de
proclamar la Palabra de Dios en su propio país y en todos los continentes.
Su compromiso y su postura a favor de los pueblos donde sus misioneros trabajaban lo llevó
repetidamente a conflictos con el poder colonial alemán.
Inició los estudios de antropología y etnología para sus misioneros; exigía un conocimiento sólido
de la cultura e idioma de los pueblos en donde la Buena Nueva debía ser proclamada.
Por principio era abierto a aceptar candidatos de otras nacionalidades en su fundaciones y esto
permitió colocar el fundamento para el carácter internacional de toda la Familia Arnoldus como un
signo de la universalidad del Reino de Dios.
Encabezó el movimiento de retiros para sacerdotes así como también en forma especial para los
laicos. En esta forma mostró su respeto por los laicos y la necesidad de prepararlos como
colaboradores en las misiones.
La apertura de José Freinademetz fue ciertamente no menos admirable, aunque en su forma
concreta es diversa en cuando consideramos su trabajo misional en China. Como un ejemplo
podríamos citar un texto que está tomado de “La Regla para los Catequistas del Beato José
Freinademetz”. Si se lee este texto sin ninguna introducción o preparación podría pensarse que es
una carta pastoral de un Obispo local, ya que el lenguaje es muy similar al usado para dirigirse a la
gente mayor y presbíteros o líderes parroquiales. Freinademetz, sin embargo, dirige estas palabras a
sus catequistas en Chantung del Sur:
“Al inicio de su trabajo apostólico el Señor envió a Pedro y a los demás apóstoles a predicar.
Ahora, que ustedes van a proclamar la Buena Nueva, también ustedes son apóstoles. Si las
personas están perdidas como ovejas sin pastor: deberían ayudarlas y conducirlas a los pastos, ya
que sin un pastor las ovejas definitivamente están dispersas. Cuando las personas enfrentan
tormentas: ustedes deben conducir la barca de sus vidas a puerto seguro, ya que un barco sin
capitán ciertamente se hundirá. Cuando las personas deben enfrentar grandes problemas, deberían
guiarlas, ya que el coraje solo no es suficiente para una tropa sin líder. Sin el sol en el cielo el
mundo entero estaría en la oscuridad. Si las flores no reciben lluvia o rocío se marchitan. En forma
semejante los seres humanos no pueden ir a Dios si nadie les proclama la fe.
Todos los que quieren perseverar hasta la muerte o proclamar la fe deben desarrollar una
profunda devoción al Espíritu Santo. En el tiempo de Jesús, las personas cercanas a él aún estaban
inseguras y sin coraje. Pero cuando el Espíritu Santo descendió del cielo y llenó de fe los corazones
de los apóstoles, no tuvieron miedo al peligro y realizaron su trabajo apostólico sin vacilar.
Después del tiempo de los emperadores en China las antiguas virtudes están perdiendo significado.
Pero personas de buena voluntad esperarán con profunda añoranza a estos mensajeros que
predican como los apóstoles de Jesús y los instruyen en la forma correcta. Ustedes, por lo tanto,
podrán dar satisfacción a las añoranzas de las personas cuando proclamen el evangelio hoy.”
Textos bíblicos y preguntas para la reflexión personal y oración:
Jn 3,16; Rm 5,5; 1 Co 12,4-11; Jn 15, 1-8
1. ¿Qué significa para mí ser religiosa/o y misionera/o? En mi situación concreta, ¿dónde
experimento el desafío?
2. ¿Qué significa para mí una misión eficaz/con frutos? ¿Cómo puedo ser eficaz/dar frutos
si soy anciana/o o enferma/o y ya no puedo trabajar activamente?
3. Al contemplar la vida de nuestros santos, ¿qué es lo que más me interpela? ¿Dónde/
cómo siento que el Espíritu me llama a un compromiso misionero personal?
4. ¿Cuáles son mis aportes en mi comunidad para promover la unidad de corazones entre
muchos rostros, nacionalidades, cultura y edades diversas?
Propuesta de un programa para el día
09:00
Introducción
10:00
Tiempo para la oración y reflexión personal
16:00
Compartir en grupos
17:00
Celebración eucarística
Textos propuestos para la Eucaristía: 1 Cor 12: 4-11; Jn 15: 1-8
Cantos posibles:
“Vivat Deus unus et trinus...”
La oración del cuarto de hora
Cantos al Espíritu Santo
Canciones misioneras
Laudate Omnes Gentes
Franziska Carolina Rhebein, SSpS and Christel Daun, SSpS
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