XX Domingo del Tiempo Ordinario

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XX Domingo del Tiempo Ordinario
Mujer, que grande es tu fe
(Mt 15,21-28)
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 83,10-11)
Fíjate, oh Dios, en nuestro escudo; mira el rostro de tu Ungido, pues vale más un día en tu atrios
que mil en mi casa.
ORACIÓN COLECTA
Oh Dios, que has preparado bienes inefables para los que te aman; infunde tu amor en nuestros
corazones, para que, amándote en todo, y sobre todas las cosas, consigamos alcanzar tus promesas,
que superan todo deseo.
PRIMERA LECTURA (Is 56,1.6-7)
A los extranjeros los traeré a mi Monte Santo
Lectura del Libro del Profeta Isaías
Así dice el Señor: «Guardad el derecho, practicad la justicia, que mi salvación está para llegar, y se
va a revelar mi victoria. A los extranjeros que se han dado al Señor, para servirlo, para amar el
nombre del Señor y ser sus servidores, que guardan el sábado sin profanarlo y perseveran en mi
alianza, los traeré a mi monte santo, los alegraré en mi casa de oración, aceptaré sobre mi altar sus
holocaustos y sacrificios; porque mi casa es casa de oración, y así la llamarán todos los pueblos.»
SALMO RESPONSORIAL (Sal 66)
R/ R/Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.
El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
/ conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación. R/.
Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
/ riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra. R/.
Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe. R/.
SEGUNDA LECTURA (Rm 11,13-15.29-32)
Los dones y la llamada de Dios son irrevocables para Israel
Lectura de la Carta de San Pablo a los Romanos
Hermanos: Os digo a vosotros, los gentiles: Mientras sea vuestro apóstol, haré honor a mi
ministerio, por ver si despierto emulación en los de mi raza y salvo a alguno de ellos. Si su
reprobación es reconciliación del mundo, ¿qué será su reintegración sino un volver de la muerte a la
vida? Pues los dones y la llamada de Dios son irrevocables. Vosotros, en otro tiempo, erais rebeldes
a Dios; pero ahora, al rebelarse ellos, habéis obtenido misericordia. Así también ellos, que ahora
son rebeldes, con ocasión de la misericordia obtenida por vosotros, alcanzarán misericordia. Pues
Dios nos encerró a todos en la rebeldía para tener misericordia de todos.
ACLAMACIÓN AL EVANGELI0 (Mt 4,23)
R/.Aleluya, aleluya
Jesús proclamaba la Buena Noticia del Reino curando las dolencias del pueblo.
R/.Aleluya, aleluya
EVANGELIO (Mt 15,21-28)
Mujer, que grande es tu fe
Lectura del Santo Evangelio según San Mateo
En aquel tiempo, Jesús se marchó y se retiró al país de Tiro y Sidón. Entonces una mujer cananea,
saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle: «Ten compasión de mí, Señor, Hijo de
David. Mi hija tiene un demonio muy malo.» Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le
acercaron a decirle: «Atiéndela, que viene detrás gritando.» Él les contestó: «Sólo me han enviado
a las ovejas descarriadas de Israel.» Ella los alcanzó y se postró ante él, y le pidió: «Señor,
socórreme.» Él le contestó: «No está bien echar a los perros el pan de los hijos.» Pero ella repuso:
«Tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los
amos.» Jesús le respondió: «Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas.» En aquel
momento quedó curada su hija.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Por el único sacrificio de Cristo, tu Unigénito, te has adquirido, Señor, un pueblo de hijos;
concédenos propicio los dones de la unidad y de la paz en tu Iglesia
ANTÍFONA DE COMUNIÓN (Sal 103, 13-25)
La tierra se sacia de tu acción fecunda, Señor, para sacar pan de los campos y vino que alegra el
corazón del hombre.
o bien (Jn 6,55)
El que come mi Carne y bebe mi Sangre —dice el Señor—, tiene vida eterna y yo lo resucitaré en el
último día.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Te pedimos, Señor, que lleves a nosotros en su plenitud la obra salvadora de tu misericordia;
condúcenos a la perfección tan alta y mantennos en ella de tal forma que en todo podamos
agradarte.
Lectio
La oposición de los fariseos y maestros de la ley hace que Jesús se retire y se dirija a territorio
pagano (Tiro y Sidón), para hacer llegar la salvación a sus habitantes. El relato del milagro
realizado por Jesús se ha convertido para Marcos, y más para Mateo, en un motivo para mostrar la
llegada del evangelio a los paganos.
El apelativo de cananea, que Mateo da a la mujer, designa en el Antiguo Testamento a los paganos;
y lo mismo sucede con la palabra perro, que los judíos aplicaban de forma despectiva a quienes no
pertenecían al pueblo elegido.
Mateo subraya el diálogo entre Jesús y esta mujer pagana, que por tres veces solicita su ayuda,
reconociéndole de palabra como Hijo de David (Mt 15 22), y adorándole como Dios (Mt 15 25). En
este diálogo va apareciendo progresivamente la intercesión de los discípulos, la objeción de Jesús,
enviado sólo a las ovejas de Israel, el tema del pan, relacionado con los relatos de la multiplicación,
y sobre todo la fe de esta mujer, que contrasta con el rechazo y la incomprensión de su pueblo. Esta
fe es, precisamente, la que hace posible el milagro.
A través de este relato Mateo responde a una situación concreta de su comunidad. Se dirige a los
sectores que aceptaban con dificultad la entrada de los paganos en la iglesia, y apoyaban su postura
en las palabras de Jesús: Dios me ha enviado sólo a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Les
recuerda que Jesús también se acercó a los paganos y descubrió en ellos una fe ejemplar (véase Mt
8 10), anunciando con aquellos encuentros la conversión a la fe de todos los pueblos y su entrada en
la iglesia (Mt 8 11-13; 28 16-20).
Estructura
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Trasfondo
Un viaje misionero
Una mujer atribulada
El Hijo de David
Su fe es probada
Su petición contestada
Una lección en la oración
Trasfondo. – La región de Tiro y Sidón, eran ciudades de la antigua Fenicia, la que en nuestros días
se conoce como el país del Líbano. Era tierra pagana, donde se adoraban a la madre-diosa,
“Astoret” o Asera, también conocida como la “reina del cielo”. Esa falsa diosa se suponía que le
concedía todo a sus fieles devotos, mientras toleraba que hicieran todo tipo de mal. i También
adoraban al falso dios Baal, cuyo falso culto en los tiempos del Antiguo Testamento, había sido
piedra de tropiezo en muchas ocasiones para el pueblo de Israel.
Un viaje misionero. – El SEÑOR JESUCRISTO no se limitó a predicar solamente en la Tierra
Prometida de Israel como ya hemos notado, porque en varias ocasiones entró en tierra de gentiles.
Aun cuando el SEÑOR JESÚS buscaba tener un tiempo de descanso, como nos dice Marcos en su
Evangelio (Marcos 7:24), el SEÑOR atraía siempre a la gente, haciendo milagros y enseñando
sobre el Reino de Dios. Un cumplimiento de lo que la MISIÓN y la OBRA Redentora de nuestro
SEÑOR iba a abarcar.
(Juan 12,32-33) «Pero yo, cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos a mí mismo. 33
Con esto daba Jesús a entender de qué manera iba a morir.»
Qué buen ejemplo nos ha dejado nuestro SEÑOR JESÚS sobre la importancia de compartir
el Evangelio con toda persona.
Una mujer atribulada. – Cuando una madre tiene a un hijo o hija afligida por enfermedades o
como en éste caso, posesión de demonios, no hay duda que esa madre es una mujer atribulada. Ese
era el caso de esta mujer Cananea. El Evangelio de Marcos dice que ella era griega (Marcos 7:26), o
sea, que su cultura y lenguaje era el griego. No era israelita, y no pertenecía a los Pactos y Promesas
del pueblo de Israel. Como Cananea, pertenecía a aquellos habitantes antiguos de Canaán, a quienes
había ordenado que expulsaran porque la maldad de ellos había llegado a su colmo.
El Hijo de David. – (Mateo 15,22) « Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos
lugares, se puso a gritarle: «Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un
demonio muy malo »
La fama de Jesús había llegado hasta esa tierra pagana, y esta mujer cananea había escuchado
que Jesucristo era el Mesías, o el Cristo, que el pueblo de Israel esperaba.
¡Hijo de David! Es un título Mesiánico, que el Hijo de David, sería el descendiente del rey
David que iba a heredar su trono para siempre. Esa era la esperanza de Israel.
Eso quiere decir que la mujer cananea, no solamente había escuchado de Jesús, sino que
podemos notar que ella también creía que Jesucristo era el Mesías prometido.
La mujer cananea le llama a Jesús, Señor. En el idioma castellano, pierde el valor de lo que
originalmente quería decir. En el idioma griego, Señor era un amo, y al mismo tiempo,
también era usado como un título de Divinidad.
Eso quiere decir que la mujer cananea, aun siendo una extranjera, sin tener acceso a ir al
Templo en Jerusalén, o a alguna sinagoga, como el pueblo de Israel podía hacer, aun así, con
lo poco que había escuchado de Jesús, ella sabía que Él era el Cristo, el Mesías esperado, y
que podía liberar a su hija de ese tormento en que vivía.
Podemos ver que esa mujer tenía fe autentica en Jesús.
Su fe es probada. – (Versos 22-25) « Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos
lugares, se puso a gritarle: «Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un
demonio muy malo.» Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle:
«Atiéndela, que viene detrás gritando.»
El Señor Jesús no le responde a la mujer, y la mujer sigue dando voces, o mejor dicho, dando
gritos para ser escuchada. Por eso los discípulos le pidieron al Señor que la atendiera para que
dejara de dar gritos.
Cuando el Señor Jesús le responde, lo hace de una manera que para nosotros en el Occidente
es una ofensa.
(Verso 24) «Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel.» Ella
los alcanzó y se postró ante él, y le pidió: «Señor, socórreme.» Él le contestó:
«No está bien echar a los perros el pan de los hijos.»
La mujer cananea sabía muy bien que ella como extranjera, no tenía derecho a los Pactos y
las Promesas del pueblo de Israel, pero ella sabía que la Misericordia de Dios es grande.
Seguramente que ella había escuchado de las grandes proezas que Dios había hecho por el
pueblo de Israel, y como había tenido misericordia de pueblos gentiles. Por eso ella responde:
(Verso 27) «Tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las
migajas que caen de la mesa de los amos.»
Aunque los perros eran considerados animales sucios en el Oriente, los perros domesticados
comían de las migajas que caían de la mesa, y de todo lo que sobraba.
La mujer cananea solamente estaba pidiendo migajas, o las sobras de los Pactos y las
Promesas que le pertenecían al pueblo de Israel.
Su petición contestada. «Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas.»
Jesús se deja vencer contento ante la insistencia de aquella buena mujer: Hágase como tú
quieres". Y quedó sana su hija en aquel instante Se le da lo que quiere.
Es muy posible que la cananea no conociese los motivos de la resistencia del Señor a
escucharla, pero insistió. Su perseverancia consigue el milagro. Nosotros podemos pensar en
la fuente de esa constancia que va más allá del orgullo y de lo que incluso llamamos dignidad
personal.
La fe, cuando es verdadera: no tiene límites ni fronteras, no se cansa, es capaz de afrontar
todos los riesgos, vencer todos los miedos y superar todos los obstáculos. La fe, cuando es
verdadera, es sencilla y humilde. No es fácil creer, pero cuando creemos, paradójicamente, la
vida se nos hace más fácil y todo lo que nos sucede, bueno o malo, tiene sentido y valor.
La fe profunda y confiada es reconocida siempre por Dios, que penetra los corazones de quienes se
acercan a él; y es atendida siempre: unas veces, como en este caso que nos narra el Evangelio, de
manera positiva; en otras ocasiones Dios se queda en silencio, como si no oyera ni viera nada, pero
el silencio de Dios siempre es fecundo, como su Palabra.
Una lección en la oración. – La mujer cananea nos da una gran lección que tenemos que aprender
con exactitud:

hay que buscar a Jesús para conocerlo como él es;

hay que quitarse la venda de los ojos para poder ver su bondad, que siempre está ahí para
acogernos y ayudarnos;

hay que abrir nuestra mente para acceder a su verdad que lo supera todo;

hay que abrir el corazón para recibir su amor que purifica nuestro pasado, llena de sentido
nuestro presente, e ilumina nuestro futuro con la luz de la esperanza.
Apéndice
DEL CATECISMO DE LA IGLESIA
“¡Señor!”
446: En la traducción griega de los libros del Antiguo Testamento, el nombre inefable con el cual
Dios se reveló a Moisés, YHWH, es traducido por «Kyrios» [«Señor»]. Señor se convierte desde
entonces en el nombre más habitual para designar la divinidad misma del Dios de Israel. El Nuevo
Testamento utiliza en este sentido fuerte el título «Señor» para el Padre, pero lo emplea también, y
aquí está la novedad, para Jesús reconociéndolo como Dios.
448: Con mucha frecuencia, en los evangelios, hay personas que se dirigen a Jesús llamándole
«Señor». Este título expresa el respeto y la confianza de los que se acercan a Jesús y esperan de Él
socorro y curación. Bajo la moción del Espíritu Santo, expresa el reconocimiento del misterio
divino de Jesús. En el encuentro con Jesús resucitado, se convierte en adoración: «Señor mío y Dios
mío» (Jn 20,28). Entonces toma una connotación de amor y de afecto que quedará como propio de
la tradición cristiana: «¡Es el Señor!» (Jn 21,7).
La insistencia en la oración de fe
2610: Del mismo modo que Jesús ora al Padre y le da gracias antes de recibir sus dones, nos enseña
esta audacia filial: «todo cuanto pidáis en la oración, creed que ya lo habéis recibido» (Mc 11, 24).
Tal es la fuerza de la oración, «todo es posible para quien cree» (Mc 9, 23), con una fe «que no
duda» (Mt 21, 22). Tanto como Jesús se entristece por la «falta de fe» de los de Nazaret (Mc 6, 6) y
la «poca fe» de sus discípulos (Mt 8, 26), así se admira ante la «gran fe» del centurión romano y de
la cananea.
2611: La oración de fe no consiste solamente en decir «Señor, Señor», sino en disponer el corazón
para hacer la voluntad del Padre (Mt 7, 21). Jesús invita a sus discípulos a llevar a la oración esta
voluntad de cooperar con el plan divino.
El mandato misionero
849: «La Iglesia, enviada por Dios a las gentes para ser “sacramento universal de salvación”, por
exigencia íntima de su misma catolicidad, obedeciendo al mandato de su Fundador se esfuerza por
anunciar el Evangelio a todos los hombres»: «Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes
bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo
lo que yo os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo»
(Mt 28, 19-20).
851: El motivo de la misión. Del amor de Dios por todos los hombres la Iglesia ha sacado en todo
tiempo la obligación y la fuerza de su impulso misionero: «porque el amor de Cristo nos apremia...»
(2 Cor 5, 14). En efecto, «Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento
pleno de la verdad» (1 Tim 2, 4). Dios quiere la salvación de todos por el conocimiento de la
verdad. La salvación se encuentra en la verdad. Los que obedecen a la moción del Espíritu de
verdad están ya en el camino de la salvación; pero la Iglesia, a quien esta verdad ha sido confiada,
debe ir al encuentro de los que la buscan para ofrecérsela. Porque cree en el designio universal de
salvación, la Iglesia debe ser misionera.
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