II Domingo del Tiempo Ordinario

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II Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo A
Este es el cordero de Dios que quita el pecado del mundo
(Jn 1,29-34)
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 65,4)
Que se postre ante ti, oh Dios, la tierra entera; que toquen en tu amor; que toquen para tu nombre.
ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso, que gobiernas a un tiempo cielo y tierra; escucha paternalmente la oración de tu
pueblo, y haz que los días de nuestra vida se fundamenten en tu paz.
PRIMERA LECTURA (Is 49, 3.5-69
Te hago luz de las naciones para que seas mi salvación
Lectura del libro de Isaías
El Señor me dijo: «Tú eres mi siervo, de quien estoy orgulloso.» Y ahora habla el Señor, que desde
el vientre me formó siervo suyo, para que le trajese a Jacob, para que le reuniese a Israel –tanto me
honró el Señor, y mi Dios fue mi fuerza–: «Es poco que seas mi siervo y restablezcas las tribus de
Jacob y conviertas a los supervivientes de Israel; te hago luz de las naciones, para que mi salvación
alcance hasta el confín de la tierra.»
SALMO RESPONSORIAL (Sal 39 2 y 4ab. 7-8a. 8b-9. 10)
R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Yo esperaba con ansia al Señor;
Él se inclinó y escuchó mi grito;
me puso en la boca un cántico nuevo,
un himno a nuestro Dios. R/.
Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides sacrificio expiatorio,
entonces yo digo: «Aquí estoy.» R/.
Como está escrito en mi libro:
«Para hacer tu voluntad.»
Dios mío, lo quiero,
y llevo tu ley en las entrañas. R/.
He proclamado tu salvación
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios:
Señor, tú lo sabes. R/.
SEGUNDA LECTURA (Co 1,1-3)
Gracias y paz os de Dios nuestro Padre y Jesucristo nuestro Señor
Comienzo de la Primera Carta del Apóstol San Pablo a los Corintios
Yo, Pablo, llamado a ser apóstol de Jesucristo, por voluntad de Dios, y Sóstenes, nuestro hermano,
escribimos a la Iglesia de Dios en Corinto, a los consagrados por Jesucristo, al pueblo santo que él
llamó y a todos los demás que en cualquier lugar invocan el nombre de Jesucristo Señor nuestro y
de ellos. La gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo sea con vosotros.
ACLAMACIÓN AL EVANGELIO (Jn 1,14.12ab)
R/. Aleluya, aleluya
La palabra se hizo carne y acampó entre nosotros. A cuantos la recibieron, les dio poder para ser
hijos de Dios.
R/. Aleluya, aleluya
EVANGELIO (Mt 1,29-34)
Este es el cordero de Dios que quita el pecado del mundo
Lectura del Santo Evangelio según San Juan
En aquel tiempo, al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó: «Este es el Cordero de Dios, de
quien yo dije: “Tras de mí viene un hombre que está por delante de mi, porque existían antes que
yo”. Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel.» Y
Juan dio testimonio diciendo: «He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma y
se posó sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: “Aquél sobre
quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ese es el que ha de bautizar con Espíritu Santo”. Y
yo lo he visto, y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios.»
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Concédenos, Señor, participar dignamente de estos santos misterios, pues cada vez que celebramos
este memorial del sacrificio de Cristo se realiza la obra de nuestra redención.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN (Sal 22,5)
Preparas una mesa ante mí y mi copa rebosa
o bien (1Jn 4,16)
Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Derrama, Señor, sobre nosotros tu espíritu de caridad para que, alimentados con el mismo pan del
cielo, permanezcamos unidos en el mismo amor.
Lectio
Las lecturas de este Domingo siguen teniendo un carácter epifánico, es decir, que manifiestan la
divinidad y la misión de Cristo. Al testimonio del Padre: “Este es mi hijo amado en quien me
complazco..” (Mt 3, 17), le corresponde el del Bautista: “Este es el Cordero de Dios, que quita el
pecado del mundo..” (Jn 1, 29). Jesús presentado por el Padre como su hijo muy querido, es ahora
presentado como el cordero inocente que será ofrecido en sacrificio para expiación de los pecados.
El evangelio nos deja un hermoso perfil del Bautista, pues por un lado vemos al discípulo que sabe
su misión: anunciar la venida del Mesías; a su vez es consciente de quien es él: es enviado, para
bautizar con agua. Pero lo más significativo es su actitud para realizar su misión: por un lado el
anuncio: “...ahí viene el CORDERO DE DIOS, el que quita el pecado del mundo... (Jn1,29),
...existía antes que yo...(Jn 1,30), ...éste es EL ELEGIDO de Dios...” (Jn 1,34). Y por otro lado
vemos el testimonio que hace: “...he visto al Espíritu Santo bajar del cielo como paloma y quedarse
sobre Él... (Jn 1,32), ...¡yo lo he visto!... (Jn 1,34).
Un perfil como el que nos deja Juan el Bautista es elocuente para notar la forma cómo hemos de
relacionarnos con el Señor, tomando conciencia de la urgencia de anunciar con nuestra vida nuestra
fe, para que el Señor sea conocido y así dar testimonio de aquello que creemos. Se comprende así lo
que implica creer y seguir a Jesús como el Señor, como Aquel que ha venido a darnos vida.
Ubicación espacio-temporal
El texto se escribe a finales del siglo I d.C., sabemos por datos generales que es un texto que en su
redacción final se escribe en el puerto de Éfeso, hoy Turquía. Existe un ambiente de diferencias
entre los seguidores del Bautista y Jesús. Todavía, no está acentuada la pugna entre ambos bandos.
Pero el texto va dirigido a aclarar el papel de Jesús y su diferencia con el Bautista. Es el testimonio
de Juan Bautista, quien señala al cordero de Dios, como hijo de Dios. Se señala la diferencia entre
Jesús y el Bautista. Jesús es el mesías, el redentor y el salvador.
Texto en el contexto
El texto nos señala que Juan Bautista, se encuentra predicando y “ve” que viene Jesús de lejos y
aprovecha para señalar las siguientes características:
–
El símbolo del cordero
Una primera alusión bíblica para la comprensión de esta expresión usada por Juan Bautista para
indicar la persona de Jesús es la figura del Cordero victorioso en el libro del Apocalipsis: en 7,17 el
Cordero es el Pastor de los pueblos; en 17,14 el Cordero destruye los poderes malvados de la tierra.
En tiempos de Jesús se creía que al final de la historia se aparecería un cordero victorioso o
destructor de las potencias del pecado, de las injusticias, del mal...la idea fundamental es de
sacrifico y expiación, Jesús quitó los pecados del mundo cargándolos sobre sí. También recuerda el
sentido del servidor de Dios en la profecía de Isaías (53, 7). Siervo mudo, como cordero llevado al
matadero.
–
Quita el pecado del mundo
El pecado que nos expresa aquí se encuentra en singular para señalarnos el origen del mal, que ataca
a todo hombre y mujer, es una forma de expresarnos que debemos atacar toda raíz del mal que nos
implica toda trasgresión singular (mi pecado personal afecta el pecado comunitario, el pecado
estructural afecta las relaciones comunitarias, es importante reconocer que mi pecado afecta al otro
y el pecado estructural produce las injusticias más atroces de la humanidad)
La expresión simbólica, cordero de Dios, unida al que quita el pecado del mundo, indica que el
Mesías, él es el verdadero cordero pascual, eucaristía: que con su muerte en la cruz (sacrificio) y
resurrección ha hecho desaparecer todo pecado en el mundo. Esto es una larga meditación de las
primeras comunidades que recoge Juan y lo expresa de manera cristológica: el cordero de Dios que
muere para expiar los pecados (quita los pecados del mundo), existía antes que yo (preexistencia) y
este es el hijo (el elegido) de Dios (filiación).
–
Dos dimensiones de Jesús: temporal e intemporal
Temporal: viene después de mí, ya sea en su nacimiento como en
su inicio de la misión.
Intemporal: Jesús ya estaba en el seno del Padre, ya existía antes
de hacerse temporal, la idea de la preexistencia no es fruto de la gnosis sino de la sabiduría de Dios.
–
El espíritu baja y reposa
El espíritu baja y reposa sobre Jesús, descansa sobre Jesús... yo lo he viso y soy testigo de que es el
hijo de Dios...mientras que los demás profetas habían previsto, ahora el Bautista ve y dice, supera la
definición del AT, ahora ya no es una definición parcial, sino completa, él es el cordero de Dios,
pero al final, más allá de cordero de Dios, es el hijo de Dios. Esta expresión aparece con una
finalidad, parece que quiere empujarnos para dar testimonio de él, como quien dice, la fe cristiana
tiene un componente social. Quien conoce la filiación (Hijo de Dios) y la muerte expiatoria
(sacrificio en la cruz), puede proclamarlo a los demás hermanos en la fe. Aquí se encuentra el
verdadero sentido de este evangelio, que quiere unir estas afirmaciones cristológicas para releerlas
en la comunidad y de ahí ser también nosotros testigos auténticos de su palabra y su mensaje.
LA COMUNDIDAD se convierte en testigo de su acción en el mundo, desde las relaciones
comunitarias nos convertimos en proclamadores de su mensaje, nosotros, como hijos de Dios por el
Bautismo, nos convertimos en proclamadores de su mensaje hoy:
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Ser esperanza en medio de desesperanza
Ser verdad en medio de confusión
Ser luz en medio de oscuridad
Ser amigo de la verdad en medio de amigos de la falsedad
Ser salvación en comunidad y no pensar que nos salvamos “solos”
Ser profetas que anuncian, ven, oyen, escuchan y lo proclaman en medio de “profetas
falsos” que anuncian desgracias... profetas que quieren opacar su mensaje y confunden a la
gente...
Meditación
El texto evangélico muestra la peculiar vocación de Juan, ser el precursor y mensajero
que anuncia la presencia de Jesús. El Bautista no se limita a una testimonio físico “está
aquí, es aquél de allí”. Ofrece un cuadro teológico de profundo espesor. Esto significa
que toda verdadera vocación, incluida la nuestra, antes de ser testimonio externo, es
descubrimiento interior de la realidad de Cristo. Él es “el Cordero que quita el pecado
del mundo”. Él carga con nuestras miserias y transforma la iniquidad en santidad. En
él, todos podemos esperar un nuevo nacimiento, del agua y del Espíritu, para construir
una sociedad donde la fraternidad sea el estatuto y el amor la única regla de
convivencia.
En Cristo, con Cristo y por Cristo, tiene especio y sentido en nuestra vocación;
conservamos la propia originalidad, que debe desarrollarse autónoma y
completamente; encontramos el tiempo y el modo apropiado para relacionamos con
Dios. Insertados en Cristo, el bautizado se realiza en la singularidad exclusiva de su ser
y en la comunión de una humanidad que, con Cristo, camina al encuentro del Padre
para rendirle eterna alabanza.
Tú eres en verdad el único Señor; tú, cuyo dominio sobre nosotros es nuestra
salvación, y nuestro servicio a ti no es otra cosa que ser salvados por ti. ¿Cuál es tu
salvación, Señor, origen de la salvación, y cuál tu bendición sobre tu pueblo, sino el
hecho de que hemos recibido de ti el don de amarte y de ser por ti amados? Por esto
has querido que el Hijo de tu diestra, el hombre que has confirmado para ti, sea
llamado Jesús, es decir, Salvador, porque “él salvará a su pueblo de los pecados” (Mt
1,21) Y “ningún otro puede salvar” (Hch 4,12).
Apendice
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA
"El cordero que quita el pecado del mundo"
608 Juan Bautista, después de haber aceptado bautizarle en compañía de los pecadores
(cf. Lc 3, 21; Mt 3, 14-15), vio y señaló a Jesús como el "Cordero de Dios que quita
los pecados del mundo" (Jn 1, 29; cf. Jn 1, 36). Manifestó así que Jesús es a la vez el
Siervo doliente que se deja llevar en silencio al matadero (Is 53, 7; cf. Jr 11, 19) y
carga con el pecado de las multitudes (cf. Is 53, 12) y el cordero pascual símbolo de la
redención de Israel cuando celebró la primera Pascua (Ex 12, 3-14; cf. Jn 19, 36; 1 Co
5, 7). Toda la vida de Cristo expresa su misión: "Servir y dar su vida en rescate por
muchos" (Mc 10, 45).
Jesús acepta libremente el amor redentor del Padre
609 Jesús, al aceptar en su corazón humano el amor del Padre hacia los hombres, "los
amó hasta el extremo" (Jn 13, 1) porque "nadie tiene mayor amor que el que da su vida
por sus amigos" (Jn 15, 13). Tanto en el sufrimiento como en la muerte, su humanidad
se hizo el instrumento libre y perfecto de su amor divino que quiere la salvación de los
hombres (cf. Hb 2, 10. 17-18; 4, 15; 5, 7-9). En efecto, aceptó libremente su pasión y
su muerte por amor a su Padre y a los hombres que el Padre quiere salvar: "Nadie me
quita [la vida]; yo la doy voluntariamente" (Jn 10, 18). De aquí la soberana libertad del
Hijo de Dios cuando Él mismo se encamina hacia la muerte (cf. Jn 18, 4-6; Mt 26, 53).
Jesús anticipó en la cena la ofrenda libre de su vida
610 Jesús expresó de forma suprema la ofrenda libre de sí mismo en la cena tomada
con los doce Apóstoles (cf Mt 26, 20), en "la noche en que fue entregado" (1 Co 11,
23). En la víspera de su Pasión, estando todavía libre, Jesús hizo de esta última Cena
con sus Apóstoles el memorial de su ofrenda voluntaria al Padre (cf. 1 Co 5, 7), por la
salvación de los hombres: "Este es mi Cuerpo que va a ser entregado por vosotros" (Lc
22, 19). "Esta es mi sangre de la Alianza que va a ser derramada por muchos para
remisión de los pecados" (Mt 26, 28).
611 La Eucaristía que instituyó en este momento será el "memorial" (1 Co 11, 25) de
su sacrificio. Jesús incluye a los Apóstoles en su propia ofrenda y les manda
perpetuarla (cf. Lc 22, 19). Así Jesús instituye a sus apóstoles sacerdotes de la Nueva
Alianza: "Por ellos me consagro a mí mismo para que ellos sean también consagrados
en la verdad" (Jn 17, 19; cf. Concilio de Trento: DS, 1752; 1764).
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