ILUMINACIÓN JUNTO A LOS BUDAS DE POLONNARUWA

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ILUMINACIÓN JUNTO A LOS BUDAS DE POLONNARUWA
“Diario de Asia”
Thomas Merton
Polonnaruwa, con su extensa zona bajo los árboles. Vallas. Poca gente. Ni
un mendigo. Una sucia carretera. Perdida. Después llegamos a Gal Vihara
y los otros stupas (1) del conjunto monacal. Celdas. Montañas en la
lejanía, como en Yucatán.
La senda desciende hasta Gal Vihara: una hondonada ancha, tranquila y
rodeada de árboles. Un afloramiento de rocas bajo, con una cueva
cortada a pico en este, y al lado de la gruta, a la izquierda, un gran Budha
(2) sentado; a la derecha, un Budha reclinado y Ananda (3), me figuro, de
pie junto la cabeza del Budha reclinado. En el interior de la cueva otro
Budha sentado. El vicario general se mantiene tímidamente al margen de
aquellas escenas de “paganismo”, sentado bajo un árbol y leyendo la
guía. Me permiten acercarme a los Budhas, descalzo y tranquilo, mis pies
sobre la hierba y la arena húmedas. Después, el silencio de aquellos
extraordinarios semblantes. Sus amplias sonrisas. Enormes y a la vez
sutiles. Plenas de toda posibilidad, sin preguntar nada, sabiéndolo todo,
sin rechazar nada: una paz que no procedía de la resignación emocional
sino de madhyamika (4), de sunyata (5), de quien ya lo ha visto todo, sin
tratar de desacreditar a nadie ni a nada, sin refutación, sin establecer
ninguna otra argumentación. Para el doctrinario, para la mente que
necesita proporciones bien establecidas, esa paz y ese silencio pueden
ser aterradores. Me sentí como golpeado por una ráfaga de alivio y
agradecimiento ante la evidente claridad de las figuras, la claridad y
fluidez de los contornos y las líneas, el diseño de aquellos cuerpos
monumentales recortados en la roca y el paisaje: imágenes, rocas y
árboles. Y la pétrea extensión desnuda deslizándose al otro lado del
hondón, hasta donde se puede regresar para ver desde allí aspectos
diferentes de las figuras.
Mientras miraba esas figuras, de repente, casi por fuerza, como en una
sacudida, me sentí proyectado fuera de la visión habitual, medio atada,
que tenemos de las cosas, y se hizo evidente y obvia una claridad interior
que parecía brotar en una suerte de explosión desde las mismas rocas. La
singular evidencia de la figura reclinada, su sonrisa, la sonrisa triste de
Ananda, de pie, con los brazos cruzados (mucho más imperativa que la
Mona Lisa de Da Vinci, debido a su completa sencillez y rectitud). La
cuestión, aquí, reside en que no hay ningún enigma, ni problema ni, en
realidad, tampoco hay “misterio” alguno. Todos los problemas han
quedado resueltos, cada cosa es clara, simplemente porque lo que
importa es claro. La roca, toda la materia y la vida en su totalidad, se
encuentran llenas de dharmakaya(6)… Todo es vacío y todo es
compasión. Yo no sé si alguna otra vez en mi vida he tenido tal sensación
de belleza y de validez espiritual fluyendo juntas en una sola iluminación
estética. Estoy seguro de que con Mahabalipuran y Polonnaruwa mi
peregrinaje a Asia se ha aclarado y se ha purificado. Quiero decir que sé y
he visto aquello que andaba buscando a oscuras. No sé lo que queda aún,
pero ahora ya he visto, he penetrado a través de la superficie y he ido más
allá de las sombras y del disfraz. Esto es Asia en su pureza, sin estar
cubierta con los despojos asiáticos, europeos o americanos, y es clara,
pura, completa. Lo dice todo; no necesita nada. Y porque no necesita
nada puede permitirse ser silenciosa, pasar desapercibida, no ser
descubierta. No, no necesita ser descubierta. Somos todos nosotros,
incluidos los asiáticos, los que necesitamos descubrirla a ella”
(Thomas MERTON “Diario de Asia” Trotta. Madrid 2000)
Notas:
1. Stupa (sánscrito): en el budismo y en el hinduismo, originalmente un
montículo para guardar reliquias, especialmente las de Budha.
2. Budha: literalmente “un ser despierto o iluminado”, derivado de la raíz
sánscrita bodhati (“él despierta o entiende”). El término designa
habitualmente al Budha histórico, es decir, a Siddharta Gautama (563-483
a.C.), nacido en la India, cerca de Kapilavastu, miembro de la familia
Sakya, de ahí que sea también denominado Sakyamuni, el sabio Sakya.
(…) Es importante subrayar que Gautama fue solo uno entre los muchos
Budhas que han existido antes que él y que están destinados a seguirle…
3. Ananda: Discípulo favorito de Budha. En el hinduismo, como término
filosófico, cuando se aplica al dios Krishna, connota “gloria y felicidad
absolutas”.
4. Madhyamika: La escuela del “Camino medio” del budismo,
ampliamente fundamentada en las enseñanzas de Nagarjuna, que
probablemente vivió en los siglos II o III d.C.
5. Sunyata: Sunya, sunyata (sánscrito). “Vacío”. Un concepto básico en
ciertas escuelas del budismo, particularmente en la corriente madhyamika
y en el zen. El término se remonta a la noción que introdujo Nagarjuna: “el
silencio del camino medio”, y continuó evolucionando, en profundidad y
complejidad, hasta alcanzar su madurez en las doctrinas de la escuela. A
veces se define Sunyata como “iluminación”… y se señala que cuando se
combina con Karuna (compasión universal) da el amor iluminado
(bodhicita) (…) El Dalai Lama define sunyata como el “conocimiento de la
realidad última de todos los objetos materiales y fenoménicos”.
6. Dharmakaya: Término sánscrito para designar el “cuerpo cósmico de
Budha, la esencia de todos los seres”.
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