Mes de la solidaridad: el grito de la Justicia Social Lorenzo Figueroa L. Director Ejecutivo, Pastoral Social Caritas Estamos celebrando un nuevo Mes de la Solidaridad. Lo hacemos en un Chile que avanza en caminos de crecimiento y progreso. Sin embargo, estos mismos avances hacen visibles y urgentes los serios desafíos aún pendientes en materia social, que se traducen en exclusión y sufrimiento para amplios sectores de la comunidad nacional. El Mes de la Solidaridad es un hito que busca recordarnos que estamos urgidos por construir una sociedad más inclusiva que permita una vida digna para todos y todas. Es un grito por mayor Justicia Social, que resuena fuerte en un país que crece y al mismo tiempo presenta niveles de pobreza, desigualdad de oportunidades y exclusiones intolerables. ¿Y qué significa ser solidarios y solidarias hoy? Fundamentalmente reconocer en los otros y otras a personas con dignidad y derechos, cuyo bienestar nos compromete a actuar donándonos para que, especialmente los más empobrecidos, accedan a aquello que requieren para su desarrollo. Es la dimensión personal de la solidaridad que nos interpela a vivir fraternalmente –como hermanos que somos- y caminar junto a los desposeídos, acompañando sus búsquedas y procurando, con respeto y amorosamente, que puedan satisfacer sus necesidades, sanar sus heridas y dolores. La solidaridad también significa comprometerse en la transformación de las causas estructurales que generan pobreza y otras injusticias. Como el acceso a educación y trabajo de calidad. Y un camino para ello es la participación activa en los temas de interés público. Hoy se debate sobre las bases del modelo socioeconómico y político que se ha implementado en Chile en las últimas décadas; también estamos asistiendo a discusiones públicas y legislativas sobre temas relevantes para la vida de personas y comunidades, como el salario mínimo, la ley de pesca, la reforma tributaria, entre muchas otras que tienen seria implicancias para el bienestar y convivencia de la comunidad nacional. Siempre, y más aún en el contexto de los eventos eleccionarios que se aproximan, los cristianos estamos llamados a ejercer una ciudadanía activa y responsable, para contribuir a una sociedad más justa, a un Desarrollo Humano Integral, social y ambientalmente sostenible, inclusivo y humano, en fin un mundo de hermanos y hermanas, como el que soñó y por el que luchó el Padre Hurtado, santo para el Chile de hoy, santo de los pobres y la justicia.