La Tentación

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La tentación
Desde que el hombre en el jardín del Edén fue incitado a desobedecer (Génesis 3:1-7),
el ser humano es atraído y seducido continuamente al mal por los deseos
(concupiscencias) que alberga en el corazón. Aún es posible seguir observando las
tragedias que nos alcanzan cuando dejándonos llevar por las tentaciones, el pecado nace
y engendra la muerte (Santiago 1:15), siendo esto para el creyente la separación de la
comunión con Dios Padre y a lo sumo, un estado de conciencia cauterizada incapaz de
discernir lo que es bueno o es malo.
Es prácticamente imposible dejar de movernos en medio de una generación perversa
como la nuestra, sin tener unos cuantos intercambios directos o indirectos con
manifestaciones de la carne. El bombardeo es constante desde el punto de vista que
usted lo mire. Somos atraídos a varias cosas desde aceptar nuevos puntos de vista
disfrazados por el humanismo secularista de hoy, hasta tolerar ciertas prácticas
aparentemente no dañinas.
Frente a las tentaciones hoy dos palabras fundamentales: aptitud y actitud. La primera
tiene que ver con lo que contamos para hacerle frente, si estamos preparados o no, y la
segunda es nuestra posición o nuestro actuar cuando estas aparecen. A diferencia de los
no redimidos, tenemos herramientas para combatirlas (aptitud) y el Espíritu Santo nos
orienta y crea las actitudes correctas para soportarlas.
¿Qué actitud
tomar frente a una realidad que es posible palparla en nuestra sala de televisión,
dormitorios, supermercados, escuelas, centros de trabajos y aún en el recinto más íntimo
de nuestras vidas? La pasividad terminaría haciéndonos parte del mundo y sus pasiones.
Vidas estériles e incapaces de soportar la tentación no son las que califican en la
descripción de aquellos que entrarían el Reino de los cielos, dijo Jesús: ‘’El Reino de
los Cielos sufre violencia y sólo los valientes lo arrebatan’’ (Mt 11:12); pero aún
cuando podríamos tener actitudes correctas, ¿no nos sucede que una vez de haber
luchado cierto tiempo cedemos? Pareciera que luchamos dependiendo nada más de
nuestra capacidad psíquica y emocional, ya sea para alejarnos de aquello que nos atrae
al pecado o suprimir a fuerzas incalculables lo que nos seduce a pecar.
El apóstol Santiago dentro de las muchas consideraciones prácticas que hizo en su carta,
dedicó unas líneas a las pruebas haciendo un énfasis esencial en las tentaciones. Define
de una forma clara la naturaleza de la tentación y su dinámica (Stgo1:12-15)
asegurándonos bienaventuranzas en dependencia de las actitudes que tomemos frente a
ellas (Sgto. 1:12).
Sondeemos un poco más en esta declaración apostólica. Cito la Biblia en Sgto. 1:12:
‘’Bienaventurado el varón que soporta la tentación, porque cuando fuere aprobado
recibirá la corona de vida que Dios ha prometido a los que le aman’’.
Al leer este trozo bíblico, notamos dos principios importantes:
1- Una vida de gozo pese a las tentaciones requieren de una actitud correcta frente a
ellas: ‘’…que soporta la tentación’’. Soportar las tentaciones no presuponen una actitud
pasiva frente a estas sino una actividad muy consciente de lo que se enfrenta.
2- El amor a Dios define en última instancia que haremos frente a una invitación al mal:
‘’…Dios ha prometido a los que le aman’’. La actitud que tenemos frente a la tentación
guarda una relación muy directa con la profundidad de nuestro afecto a Dios.
Desglosemos un poco más el primer aspecto. Soportar las tentaciones es: resistir,
padecer los estremecimientos que produce en nosotros la invitación a lo que
consideramos malo, es lidiar con la carga emocional que nos produce una tentación, es
aceptar con humildad la posibilidad de que seamos probados aún por Dios, es demostrar
cuanto tomamos en cuenta Al que al final juzgará nuestras actos. Es interesante destacar
como Santiago nos da el orden que posee esta dinámica: para poder recibir el halago
(bienaventuranza) de Dios debemos de haber sido aprobado, pero esto no es solo hasta
que seamos de los que soportan la tentación; es decir, los que lo hacen con actitudes
correctas.
Como se ha visto hasta aquí la palabra clave ha sido actitud, es decir: soportar las
tentaciones. Ahora, ¿por qué se nos hace tan difícil resistir las tentaciones?, ¿por qué no
podemos soportar las continuas invitaciones al mal?, ¿por qué son muchas veces
nuestras emociones las que en un final tienen la última palabra, ceder o no ceder?
Evaluemos algunos puntos fundamentales en los cuales descansan nuestra incapacidad
de soportar las diversas pruebas.
- ¿Qué papel jugamos dentro del Ejército de Dios?
El Apóstol Pablo en sus cartas a su Hijo amado Timoteo le hace reflexionar acerca de la
necesidad de considerarse un soldado de Jesucristo, uno de sus concejos se basa en la
fidelidad del soldado a su único jefe directo, Jesús: ‘’Tú pues sufre trabajos como buen
soldado de Jesucristo’ II Timoteo 2:3. La visión del Apóstol acerca de nuestro oficio
aquí en la tierra mientras la Iglesia no haya sido levantada es como soldado. Un soldado
cuando es llamado está consciente de las privaciones y limitaciones propias de una
guerra. Una de las últimas palabras de Jesús a sus discípulos ponían bien en claro que el
camino del evangelio no era de rosas, magistralmente lo definió como una vida de
aflicciones: ‘’en el mundo tendréis aflicción, pero confiad, yo he vencido al mundo’ (Jn
16:33). El apóstol Pedro ministrando a los cristianos que habían sido esparcidos por la
persecución que se experimentaba en esos días decía: ’’ no os maravilléis cuando sois
examinados por fuego lo cual se hace para vuestra prueba, como si alguna cosa extraña
les aconteciese’’ I Pedro 4:12. El viejo adagio: ’’guerra avisada no mata soldado’’ sigue
en pie aún para los cristianos; por tanto nuestra actitud positiva para vencer la tentación
ha de ser: sufrirlas, soportarlas, dedicarnos responsablemente a ellas como un asunto a
resolver en nuestras vidas y no algo pasajero u ocasional que es posible disolver. El
consejo de Pablo a su hijo espiritual tocante a esto fue:’Nadie que milita se enreda en
los negocios de este mundo’’.
Podemos asegurar que una tentación no afrontada como se debe, se repetirá solo hasta
que se haya enfrentado con las herramientas espirituales adecuadas, perder de vista que
‘nuestras armas no son carnales sino espirituales, poderosas en Dios’’ es condenarnos a
vivir una vida de fracasos.
Definitivamente no soportamos la tentación por no tener una perspectiva adecuada del
lugar que ocupamos en esta tierra como siervos de Jesús, de esta forma no podemos
evaluar conscientemente nuestro papel. Perdemos de vista que la clave para vencer al
maligno es perseverar, la Biblia es clara al respecto: ‘’resistid al diablo y el huirá de
vosotros’ (Sgto. 4.
- ¿Cuáles son nuestras orientaciones como soldados?
Cada soldado para ser miembro activo de la tropa ha de pasar una preparación inicial o
instrucción inicial para poder participar en una guerra. De ello, depende no solo la
victoria de la tropa sino también la seguridad del propio soldado. Sabemos de combates
en los que mueren soldados no por balas enemigas, sino por mal uso de sus armas de
fuego e insuficiente orientación en el terreno lo cual le a puesto en manos del enemigo.
Muchas veces somos sorprendidos precisamente por ello. Oigamos a Pablo hablar por el
Espíritu Santo otra vez: ’’Pelea la buena batalla de la fé’’ (I Ti 6:12). Una buena batalla
es aquella que ya ha sido evaluada por un estratega, una batalla es posible considerarla
como buena cuando ya se han considerado las estrategias para ganarlas y a priori es
posible predecir el resultado. Ya Jesús ha evaluado nuestra batalla, esta es buena pues
porque somos más que vencedores y la fé como principal arma nos permite predecir los
resultados. Ya las estrategias han sido evaluadas: ‘’pero fiel es Dios que no os dejará ser
tentados mas de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la
tentación la salida’ (I Co 10:13b); dijo Jesús a sus discípulos dentro del marco de la
oración: ’’orad para que no entréis en tentación’’ (Mt 26:41).
Un buen estratega define el tipo de armamento a usarse en dependencia del riesgo que
corren sus tropas, la importancia de tal batalla o las posibilidades de ataque del ofensor.
Pablo le mostraba a Timoteo que la batalla es de la fé, no se aprobaba el uso de
armamentos tales como: habilidad personal, dotes de inteligencia, carisma, etc. El
escritor de los Efesios hace una lista detallada del armamento individual del soldado
para pelear la batalla de la fé. De ello podemos citar nuestra principal arma defensiva
frente a las tentaciones, el escudo de la fé. Según Efesios 6:16 es el que nos ayuda a
soportar las tentaciones, es el que apaga el fuego de malos deseos que aparecen en
nuestros corazones cuando somos invitados al mal (I P 2:11).
Seremos hallados faltos de fé cuando:
* no consideramos la promesa de que Dios nos dará la salida para cada una de nuestras
tentaciones (I Co 10:13b)
* no consideramos que la palabra de Dios tiene poder para vencer las tentaciones. Ha
quedado (digo esto para los que lo hayan olvidado) el ejemplo del Maestro en el
desierto cuando para cada tentación de Satanás hubo un escrito está (Mt 4:1-11).
* cuando olvidamos la sencilla y poderosa declaración del ángel que puso al corriente a
Maria acerca del nacimiento virginal del Mesías: ’’ No hay nada imposible para Dios’’
(Lc 1:37). Véase que la actitud de esta israelita fue digna de imitar, no dio cabida a la
incredulidad cuando muy bien pudo haberse sentido tentada a no creer, y proclamó: ’’
He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a su palabra’’ (Lc 1:38). Esta
actitud frente a las tentaciones nos librará de pensar que nos somos dignos de ser
tentados o probados, la palabra del Señor dice que ‘’es necesario que a través de muchas
tribulaciones entremos al reino de Dios’’ (Hch 14:22b).
No es muy raro vernos consciente de nuestro papel como soldados, haber recibidos las
estrategias preliminares para lograra la victoria, estar equipados con todo lo necesario y
vernos falto de optimismo y valentía; esto es a lo que se refería Asaf cuando versa así su
oración: ’’Mi carne y mi corazón desfallecen’’, pero consciente de lo que significa Dios
frente a esa realidad, culminada diciendo ‘’…Más la roca de mi corazón y mi porción es
Dios para siempre ’’. A la luz de esta idea examinemos esta declaración: ’’No es con
ejército ni con fuerzas, es con mi Espíritu dice Jehová’’ (Zac 4. Esto no solo es aplicable
a que El Espíritu Santo que mora en nuestras vidas es quien acudirá en nuestra ayuda
(literalmente hablando) cuando las fuerzas del mal aventajan las nuestras, o
simplemente que es vasto para suplir nuestras necesidades sin nuestra intervención
humana (‘’No es con ejército ni con fuerzas’&rsquo, sino en entender que Él está
morando en nuestras vidas y tiene acceso a las áreas mas íntimas, conoce nuestros
anhelos, aspiraciones y sus motivos verdaderos, sabe cuando descendemos al área de la
carnalidad en nuestros pensamientos y cuando nos predisponemos a responder a la
concupiscencia:’’yo soy el que escudriña la mente y el corazón’’ (Ap 2:23). No vivir
conscientes de la presencia de la tercera persona de la trinidad en nuestras vida,
contrasta con el porque nos permitimos asimilar todo cuanto viene del mundo y es
pecado, perder de vista que es esa Persona la que pone las condiciones para movernos
en el mundo de pecado sin relacionarnos con el, nos convierte en cristianos trabajados y
cansados. David cantó su experiencia personal de esta forma: ‘’bendito sea Jehová mi
roca quien adiestra mis manos para la batalla y mis dedos para la guerra’’ Salmo 144:1,
el apóstol Pablo estimulaba a los cristianos del primer siglo vivir un estilo de vida
sobrenatural: ‘’Andad pues en el Espíritu y no satisfagáis los deseos de la carne’’ (Gal
5:16).
Hemos visto que una de las claves importantes parta soportar las tentaciones es hacerlo
desde la perspectiva de las escrituras. No soportarlas equivale a enfrentarlas desde una
óptica no espiritual la cual nos limita el uso de las armas (escudo de la fe y espada del
espíritu) para poder vencer al maligno.
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