ESTE SI QUE NO ES UN VOTO AL SANTO PEPE Octubre 2009 Génesis de una propuesta inconclusa Hace 4 años, el 31 de octubre de 2004, Uruguay festejó como los mundiales de fútbol del 30 y ´50. La izquierda ganaba por primera vez en la historia y prometía importantes cambios en un país sumido en crisis, con niveles altísimos de desempleo (rondeando un 20%), una notoria infantilización de la pobreza, segregación residencial y segmentación educativa. Paisaje social que venía paulatinamente caracterizando al país en las últimas tres décadas. Pese a que la gestión frenteamplista logró disminuir y apaliar esta dolorosa regresión socioeconómica, su gobierno dejó un sin sabor ineludible. Y es que no se trata de ser exigente o inconformista gratuito, pero a decir verdad, a lo largo de estos 5 años varios nos quedamos mirando al techo ante una gestión que prometía algo más. Sus alcances aunque meritorios, dejaron un confuso olor a falta de coraje. En 3 años, Tabaré Vázquez, con Danilo Astori como ministro de Economía (hoy vicepresidente cuasi electo), firmó un TLC con los EEUU al mando de uno de sus gobiernos más reprochados históricamente a nivel internacional, el segundo mandato de Jorge W. Bush (2005); desató la polémica en el mundo medioambiental por las pasteras Ence y Botnia instaladas en el Río Uruguay (2005-2007) y vetó el proyecto de la Ley de Salud Sexual y Reproductiva que despenaliza el aborto en ciertas circunstancias, aprobado por ambas cámaras (2008). Hay varios economistas que plantean que cuando se sale de una crisis – a no ser que las cosas se hagan muy mal- es difícil que un país no crezca. Ese fenómeno es conocido como “el salto del gato” de las economías. Es así que el gran mérito del primer gobierno del Frente Amplio fue –justamente- no hacer las cosas mal. Con una mayoría parlamentaria hizo reformas tibias, esforzándose en demasía en demostrarle a la derecha que es capaz de mantener los números. Así, lentamente las imágenes que al principio lo situaron justo a Chávez, Evo y Fidel poco a poco se fueron diluyendo. Por otro lado, es fundamental reconocer que Tabaré tomó un país quebrado. La crisis del 2002 destapo el hedor de la noventera cloaca neoliberal, y aunque nos cueste a los impulsivos que consideramos urgentes ciertas emprendidas, costaba no concebir un gobierno moderado, donde más que tomar atrevidas iniciativas había que tapar agujeros de diámetros complejos de medir. El Pepe del 2010 La pregunta que desde el sentido común ahora brota es: ¿Podrá José Mujica hacer un poco más? Al igual que muchos pienso que sí. Este ex guerrillero, vulgar desaliñado, ignorante, contradictorio, héroe, genial, coherente, sabio, censillo y confiable como lo define el recién publicado libro de Alfredo García, “Pepe Coloquios”, sabe lo que implica gobernar un país como Uruguay. El Pepe es consiente de las necesidades que sufren los más pobres del país, por eso intenta limitar la tenencia exagerada de la tierra en pocas manos, crear un frente contra la desigualdad, evitar la fuga de capitales y de personas (1 de cada 5 uruguayos vive en el exterior) así como aumentar los impuestos para generar mayores recursos para el Estado. Este personaje que define la política como percibir lo que quiere la gente y que pretende gobernar hasta los límites que impone la realidad, es atrevido y perspicaz, precisamente lo que la fatigada izquierda latinoamericana precisa. Es que el Pepe, además de un notable carisma -que genera respeto a la vez que mucho cariño, incluso entre sus adversarios- goza de una visión idealista combinada con un discurso fuertemente pragmático, mezcla idónea en tiempos postmodernos. “Somos un barrio de Sao Paulo y el país más envejecido de América Latina. El sector activo es cada vez más pequeño. Si se hace un progresión, el futuro del país es trágico” declaró en libro recién citado, haciendo gala de una gran capacidad de leer la realidad y afrontar lo que se viene. Conciente de que el mundo se está organizando en grandes unidades políticas, demográficas y económicas, asume además un fuerte sentimiento latinoamericanista, el cual defiende arguyendo que no se traiciona la soberanía por poner un cobertor que nos cobije ante los intereses de los potencias. Este nuevo gobierno Frenteamplista, al igual que el anterior, tiene mayoría parlamentaria, la cual la permitirá eventualmente hacer las modificaciones que Mujica pretende. Aunque en el Uruguay- al igual que la norma que caracteriza a la región- la oligarquía y la derecha tienden a ponerse virulentas con gobiernos de izquierda, dificultando la posibilidad de cambios profundos. Es de esperar que el Pepe pueda sobrepasar el egoísmo vil y soez de estos sectores, permitiendo la decisión ciudadana mayoritaria (48% lo eligieron en primera vuelta), la cual según casi todos los pronósticos se repetirá en el Ballotage del 29 de noviembre, asintiendo que este fallo popular no halla sido al “Santo Pepe”. En un almuerzo distendido este domingo de elecciones, escuché de un cercano: Pepe Artigas en 1810, Pepe Batlle en 1910, Pepe Mujica en 2010. Ojalá esta sutil confidencia permita, sin pseudo alegrías o triunfalismos exitistas, aportar, aunque sea un pacito, a cambiar la sociedad. Proceso hipotecado en el primer gobierno del Frente Amplio y el cual los uruguayos hoy, quizás más que nunca, se merecen. HBA Internet Belela, Galeano ultimo, A mi me suena profetico, vaticinador y patriotico con el 50,45% en primera vuelta,