Plantillas de enfermería de hospitales y mortalidad , Bournout e insatisfacción en el trabajo Linda H. Aiken, PhD, RN,; Sean P. Clarke, PhD, RN,; Douglas M. Sloane, PhD,; Julie Sochalski, PhD, RN,; Jeffrey H. Silber, MD, PhD,. Contexto El precario número de enfermeras en los hospitales y la reciente legislación del Estado de California que asigna mínimos ratios enfermerapacientes exigen una comprensión de cómo los niveles del número de enfermeras afectan a los resultados con los pacientes y al mantenimiento de las enfermeras en la práctica hospitalaria. Objetivo Determinar la asociación entre el ratio paciente-enfermera y la mortalidad, el fracaso - rescate (muertes tras complicaciones) entre los pacientes quirúrgicos y los factores relacionados con la continuidad de las enfermeras en la práctica hospitalaria. Diseño, método y participantes Análisis cruzados de datos pertenecientes a 10.184 enfermeras encuestadas, a 232.342 pacientes de cirugía general, ortopédica y vascular atendidos en el hospital entre el 1 Abril de 1998 y el 30 de Noviembre de 1999 e información administrativa relativa a 168 instituciones hospitalarias de adultos no federadas en Pennsylvania. Principales estadísticos Ajuste del riesgo de mortalidad de los pacientes, fracaso - rescate (medida de las defunciones tras complicaciones quirúrgicas) tras 30 días de estancia y resultante insatisfacción laboral y síndrome de bournout entre las enfermeras. Resultados Una vez ajustado por paciente y características del hospital (tamaño, grado de instrucción y tecnología), cada paciente adicional por enfermera era asociado con un 7% [proporción de desigualdades (odds ratio), 1.07; intervalo de confianza al 95 % (CI), 1.03-1.12] de aumento en la probabilidad de morir durante los 30 días de admisión y un 7% (odds ratio, 1.07; 95% CI, 1.02-1.11) de aumento en la probabilidad de fracasorescate. Ajustando por enfermera y características del hospital, cada paciente adicional por enfermera era asociado con un 23% (odds ratio, 1.23; 95% CI, 1.13-1.34) de aumento en las probabilidades de burnout y un 15% (odds ratio, 1.15; 95% CI, 1.07-1.25) de aumento en la insatisfacción en el trabajo. Conclusiones En hospitales con alto ratio paciente - enfermera, los pacientes quirúrgicos experimentan un riesgo-ajustado superior de mortalidad en 30 días y en probabilidad fracaso - rescate (riesgo de complicaciones post-quirúrgicas). Asimismo, las enfermeras son más proclives a las experiencias de bournout e insatisfacción laboral. JAMA. 2002;288:1987-1993 La última década ha sido un tiempo turbulento por los hospitales americanos y la práctica de enfermería. Los medios de comunicación han alarmado sobre la necesidad urgente de conciertos entre el personal hospitalario y de un aumento del número de enfermeras en los mismos1-3. Las enfermeras han informado consistentemente a nivel nacional de que la cantidad de profesionales era inadecuada para asegurar la salud y cuidados de enfermería efectivos4-6. Los médicos estaban de acuerdo y citaban este problema como el mayor impedimento para administrar cuidados de calidad. La escasez de enfermeras puede estar vinculada a la poco realista carga laboral de enfermería8. El 40 % de las enfermeras de hospitales padecen niveles de bournout que sobrepasan las normas de salud laboral4. La insatisfacción laboral entre las enfermeras hospitalarias es 4 veces mayor que el promedio de la de los trabajadores estadounidenses y una de cada cinco informa de que tiene la intención de abandonar su trabajo en un año4. En 1999, California aprobó la ley de los ratios paciente - enfermera para sus hospitales y que entra en vigor en julio de 2003. Dicha ley fue motivada por una creciente escasez de enfermeras de hospitales y por la percepción de que su baja estancia en los mismos estaba relacionada con una gravosa carga laboral y con grandes niveles de bournout e insatisfacción. La opinión pública se mostró ampliamente en contra de los mínimos ratios. En las unidades médicas y quirúrgicas, la proporción recomendada es del rango de 3 a 10 pacientes para cada enfermera9-11. Al principio de 2002, el gobernador de California anunció que, para julio de 2003, los hospitales debían tener al menos una licenciada en enfermería para cada 6 pacientes médicos y quirúrgicos, proporción que pasaría de 1 a 5 cuando el mandato estuviera completamente aplicado12. Este estudio se basa en hallazgos encontrados en 168 hospitales y clarifica el impacto de los niveles del número de enfermeras sobre los resultados en los pacientes y estudia los factores que influyen en la estabilidad laboral de las mismas 13. Específicamente, hemos estudiado si el riesgo ajustado de mortalidad y las proporciones de casos de fracasorescate (muertes en pacientes quirúrgicos que desarrollan serias complicaciones) era más bajo en hospitales en los que las enfermeras soportaban menores cargas de pacientes. Además, averiguamos qué proporción de pacientes - enfermera estaba asociada con menores niveles de bournout y mayor satisfacción laboral entre las enfermeras consultadas. Del mismo modo, estimamos el exceso de muertes quirúrgicas asociado con el número de profesionales de enfermería tan vigorosamente debatido en California. Finalmente, indagamos el impacto de la proporción pacientes - enfermera propuesta en California en el bournout e insatisfacción laboral, dos precursores del movimiento de enfermeras.13 Nuestros hallazgos dan idea de cómo un más generoso grupo de enfermeras podría repercutir en los resultados de los enfermos e informan acerca de los debates actuales en muchos estados sobre las ventajas de las acciones legislativas que influyen en los niveles de grupos laborales. MÉTODOS Pacientes, fuentes de datos y variables Nuestro estudio combina la información sobre personal de hospital obtenida en encuestas a enfermeras con resultados de pacientes derivados de informes de altas médicas y con características de hospitales extraídas de bases de datos administrativas.14 El protocolo de estudio para unir datos anónimos de enfermeras y manejar datos nominales de pacientes fue aprobado por el consejo examinador de la Universidad de Pennsylvania. Los datos fueron recogidos en 210 hospitales generales de adultos en Pennsylvania. La información sobre las características de los hospitales se obtuvo del Sumario Anual de la American Hospital Association (AHA) de 1999 y del Sumario del Pennsylvania Department of Health Hospital de 1999.15-16 Por último, 168 de los 210 hospitales de enfermos agudos poseían datos de pacientes quirúrgicos en el Diagnóstico de Grupos Relacionados durante el tiempo que nos interesaba, así como datos de la AHA y de 10 o más grupos de personal de enfermería. Seis de los hospitales excluidos eran de veteranos que no aportaban datos interesantes. Veintiséis de ellos fueron apartados del estudio porque sus datos de pacientes o administrativos no podían formar parte del estudio debido a variables perdidas, pues aportaban datos de pacientes o administrativos como agregados a otras entidades multihospital. En otros 10 pequeños hospitales, de los que la mayoría tenían menos de 50 camas, menos de 10 enfermeras respondieron a la consulta. Una medida del personal de enfermería se calculaba como la media global de pacientes de enfermeros cualificados que aseguraban tener a su cargo entre 1 y 20 enfermos en el último turno en el que habían trabajado, sin tener en cuenta la especialidad del turno (mañana, tarde o noche) trabajado. Esta medida del personal de enfermería es superior a la que se deriva de las bases de datos administrativas que, generalmente, no incluyen los cuidados a internados agudos a la cabecera de sus camas. Esta medida se realizaba a nivel de todos los servicios del hospital, ya que no hay evidencia de que las especialidades específicas ofrezcan ventajas particulares a la hora de evaluar resultados de pacientes 17 y así reflejar el hecho de que los enfermos a menudo reciben cuidados de enfermería en múltiples secciones del hospital. La medición directa evitaba también la aparición de datos perdidos tan comunes en la AHA que, por ejemplo, en 1999, computaban datos de enfermería del 20 % de los hospitales de Pennsylvania. Se usaron tres características del hospital como control de variables: tamaño, grado de instrucción y tecnología. Se agruparon los hospitales en 3 categorías de tamaño: pequeño ( de100 camas), medio (de 101 a 250) y grande ( 251 camas). El grado de instrucción se definió como la proporción de médicos residentes entre todos los compañeros que atendían las camas, medida que ha sido propuesta como superior a la del número de afiliaciones universitarias y de asociaciones de miembros como un indicador de la intensidad de la actividad docente.18 Hospitales sin estudiantes de postgrado (sin facultad de medicina) fueron comparados con los que tenían una proporción de alumnos - cama de 1 a 4 o menos (hospitales de menor docencia) y con los que poseían una proporción más alta (hospitales de mayor docencia). Finalmente, los hospitales que ofrecían cirugía a corazón abierto y/o transplantes mayores fueron clasificados como de alta tecnología y contrastados con otros.19 Enfermeras y resultados Se enviaron por correo las encuestas en la primavera de 1999 a una muestra aleatoria de enfermeras cualificadas del 50 % que estuvieran censadas en la Asociación de Enfermería de Pennsylvania y que residieran en el estado. El 52 % de ellas contestaron a las mismas, dato favorable respecto a proporciones observadas en otros sondeos voluntarios de profesionales de la salud. Aproximadamente una de cada tres enfermeras que contestaron trabajaban en hospitales y formaban parte de las 10.184 enfermeras que se citan en este estudio. No se usaron métodos especiales de reclutamiento o incentivos. Las características demográficas de las consultadas respondían al perfil de las enfermeras de Pennsylvania en el Estudio de la Muestra Nacional de Enfermeras Colegiadas.21 A las que trabajaban en hospitales se les pidió que lo identificaran en una lista y luego se les preguntó sobre sus características demográficas, historia laboral, enfermos a su cargo, satisfacción laboral y sensaciones relacionadas con el bournout. Para obtener una estimación fiable del nivel hospitalario del personal de enfermería (la proporción de pacientes por enfermera en cada uno), se limitó la atención a las enfermeras que estaban involucradas directamente con cuidados de enfermería y a los hospitales de los que, al menos, 10 enfermeras devolvieron los cuestionarios. En el 80 % de los 168 hospitales en la muestra final, 20 o más enfermeras proporcionaron contestaciones a nuestra encuesta. Había más de 50 enfermeras de la mitad de los hospitales. Examinamos 2 variables referentes al trabajo de enfermera: satisfacción laboral (en una escala de 4 puntos desde muy insatisfecha a muy satisfecha) y burnout (medido con la escala de Agotamiento Emocional del Maslach Burnout Inventory, una herramienta estandarizada).22-23 Pacientes y resultados Se obtuvieron resúmenes de altas pertenecientes a todas las administraciones de hospitales no federados en Pennsylvania desde 1998 hasta 1999, proporcionados por el Pennsylvania Health Care Cost Containment Council. Estos datos fueron combinados con los registros estadísticos de vida para identificar a los pacientes que fallecieron en los 30 días siguientes a su admisión para controlar este tiempo como una posible fuente de variación en los resultados del hospital. Estudiamos datos de 232.342 pacientes de edades comprendidas entre los 20 y los 85 años que experimentaron cirugía general, ortopédica o vascular en los 168 hospitales entre el 1 de abril de 1998 al 30 de noviembre de 1999. Los datos quirúrgicos fueron seleccionados para el estudio debido a su disponibilidad para una correcta validación de los modelos del riesgo ajustado.24-29 El número de pacientes dados de alta en los hospitales del estudio se extendió de 75 a 7746. Sólo fue incluido en el análisis el primer ingreso en el hospital durante el tiempo del estudio. Además de la mortalidad en 30 días, examinamos el índice fracaso rescate (las muertes en 30 días de admisión entre los pacientes por complicaciones experimentadas).24-29 Las complicaciones fueron identificadas examinando en los resúmenes de altas, por medio del (ICD9-CM), los códigos en el diagnóstico secundario y campos de procedimiento que daban idea de 39 eventos clínicos diferentes. Distinguiendo las complicaciones de las comorbilidades previamente existentes, de acuerdo con normas desarrolladas por consenso de expertos y el trabajo empírico previo, así como con el examen de los informes de hospitalización de cada paciente 90 días antes de la intervención quirúrgica, de interés por el solapamiento de códigos de diagnóstico secundario.27-29 Ejemplos de complicaciones eran las neumonías por aspiración y el shock hipotensivo. Se consideraba un paciente fallecido en el postoperatorio aquel que desarrollaba una complicación aunque no presentara en su informe de alta ningún código de complicación. El ajuste de riesgo de mortalidad y fracaso-rescate para las características del paciente y comorbilidades se llevaba a cabo usando 133 variables, incluyendo la edad, el sexo, tipo de cirugía y variables “dummy” que indicaban la preexistencia de condiciones crónicas de salud reflejadas en los códigos del ICD-9-C en los informes de alta (por ejemplo, diabetes mellitus), así como términos de interacción estadística. El último manejo de variables de control era determinado por un proceso selectivo que cotejaba y aproximaba lo usado en estudios anteriores. 27-29 El estadístico C (el área por debajo de la curva característica) para el modelo de ajuste de riesgo de mortalidad era de 0.89.30 Análisis de los datos Los datos descriptivos muestran cómo los pacientes y enfermeras de nuestra muestra estaban distribuidos por varias categorías de hospitales definidas por niveles de personal y otras características. Se usaron modelos de regresión logística para estimar los efectos del tipo de personal en las variables referidas a las enfermeras (el descontento laboral y el burnout) y en las de los pacientes (la mortalidad y fracasorescate). Computamos las odds de enfermeras que están moderadamente o muy descontentas con sus situaciones actuales y además informaban de un nivel de agotamiento emocional (el burnout) por encima de los modelos publicados para los trabajadores sanitarios y las de los de pacientes que experimentaban una mortalidad y fracaso - rescate bajo los diferentes niveles del personal de enfermería, antes y después del control de las diferentes características individuales y variables del hospital. En el caso de las enfermeras, ajustamos por sexo, años de experiencia, educación (graduadas en bachillerato o menos contra diplomadas o grado asociado como la mayor credencial en enfermería) y especialidad. Para el análisis de los pacientes, controlamos las variables en nuestro modelo de ajuste de riesgo, esto es, características demográficas de los pacientes, naturaleza de la admisión en el hospital, comorbilidades y los términos de interacción relevantes. Para el análisis conjunto de pacientes y enfermeras, ajustamos por tamaño del hospital, grado de instrucción y tecnología. Todos los modelos de regresión logística se estimaron usando el procedimiento de Huber-White (robusto) para explicar los cluster de los pacientes durante la hospitalización y ajustar las desviaciones estándar de los parámetros apropiados.31-32 La calibración del modelo se evaluó con el estadístico Hosmer-Lemeshow.33 Usamos la estandarización directa para ilustrar la magnitud del efecto del personal de enfermería estimando la diferencia entre el número de muertes y episodios de fracaso - rescate bajo escenarios diferentes en cuanto a nivel del grupo de enfermería. Utilizando todos los pacientes del estudio y usando el modelo final totalmente ajustado, estimamos la probabilidad de muerte y fracaso-rescate para cada paciente bajo varios ratios pacientes enfermera (por ejemplo, 4, 6, y 8 pacientes por enfermera) sin introducir las características de los pacientes. Entonces calculamos las diferencias en el total de muertes en los diferentes grupos.34 Los diferentes Intervalos de Confianza (CIs) para estas estandarizaciones directas se estimaron con el método descrito por Agresti.35 Todos los análisis se llevaron a cabo con el programa STATA versión 7.0 y todas las p <.05 fueron consideradas estadísticamente significativas en todos los análisis. RESULTADOS Características de hospitales, enfermeras y pacientes Las distribuciones de hospitales con las diferentes características, las de las enfermeras consultadas y pacientes se muestran en la Tabla 1. El 50 % de los hospitales tenían proporciones de paciente - enfermera de 5 a 1 o menos y esos hospitales, que dan cuenta del 65.9 % de los pacientes y han empleado al 64.4 % de las enfermeras, son los que analizamos. Los hospitales con más de 250 camas mostraban una desproporción tanto de enfermeras como de pacientes (45.5 % y 43.4 %, respectivamente). Aunque a los hospitales de alta tecnología correspondieron sólo el 28.0 % de las instituciones estudiadas, más de la mitad (55.3 %) de los pacientes y el 53.8 % de enfermeras inspeccionados pertenecían a ellos. Una mayoría de los pacientes y enfermeras del estudio fueron extraídos de los 61 hospitales (36.3 %) que presentaban médicos postgraduados en 1999. Como se muestra en la Tabla 2, el 94.1 % de las enfermeras eran mujeres y el 39.6% tenían grado del bachillerato o superior. La media de la experiencia en el trabajo era 13.8 años (9.8). El 31 % de las enfermeras en la muestra trabajaban en unidades generales médicas y quirúrgicas, mientras que el 19.6 % y el 9.8 %, respectivamente, trabajaban en cuidados intensivos y servicios preoperatorios. El cuarenta y tres por ciento de las enfermeras presentaban altas puntuaciones de burnout y una proporción similar estaba descontenta con sus trabajos actuales. De los 232.342 pacientes estudiados, 53.813 (23.2 %) experimentaban una complicación mayor no presente en la admisión y 4.535 (2.0 %) falleció durante los 30 días siguientes a la misma. La mortalidad entre los pacientes con complicaciones era del 8.4 %. Los tipos de casos quirúrgicos y las características clínicas de la cohorte de los pacientes se muestran en la Tabla 3: Ligeramente más de la mitad de pacientes (51.2 %) estaba clasificada en el grupo de cirugía ortopédica DRG y el siguiente grupo mayor de pacientes (36.4 %) padeciendo del tracto digestivo y sufriendo cirugías hepatobiliares. Las condiciones médicas crónicas, con la excepción de la hipertensión, eran relativamente raras entre estos pacientes. Los pacientes que experimentaban complicaciones y eran incluidos en nuestro análisis de fracaso - rescate era similar al grupo más amplio de pacientes en nuestro análisis de mortalidad con respecto a su comorbilidades, pero los pacientes de cirugía ortopédica estaban menos prominentemente representados entre los paciente con complicaciones que en la muestra total. Personal de enfermería, satisfacción en el trabajo y burnout El agotamiento emocional más alto y el mayor descontento en el trabajo en enfermeras estaba fuertemente y significativamente asociado a las proporciones pacientes - enfermera. La tabla 4 muestra las odds ratio (ORs) indicando cuánto más probable es que enfermeras con proporciones pacientes - enfermera más altas exhiban puntuaciones de burnout por encima de las de los modelos publicados y estén descontentas con sus trabajos: Controlando por enfermera y características del hospital, se observaba un ligero aumento en estas proporciones y en ambos casos reflejaban un efecto pronunciado del tipo de personal de enfermería. El ajuste final de las ORs indicaba que un aumento de 1 paciente por enfermera perteneciente a un nivel determinado multiplicaba el burnout y el descontento en el trabajo por los factores 1.23 (95 % CI, 1.13-1.34) y 1.15 (95 % CI, 1.07-1.25), respectivamente o, lo que es lo mismo, por el 23 y el 15 %. Esto significa que, en una enfermera perteneciente al grupo de proporción pacientes - enfermera 8:1, sería 2.29 veces tan probable encontrar agotamiento emocional alto como en una del nivel 4:1 (1.23 a la cuarta potencia, pues son 4 pacientes adicionales por enfermera = 2.29) y 1.75 veces en el caso de descontento laboral (1.15 a la cuarta debido a 4 pacientes adicionales por enfermera = 1.75). Yendo más allá, nuestros datos indican que, mientras el 43 % de enfermeras que informan de un burnout alto y de descontento con sus trabajos piensan dejar su trabajo actual dentro de los próximos 12 meses, sólo el 11% de las enfermeras que no presentan “el síndrome del quemado” y están satisfechas con su trabajo lo harían por otro tipo de razones. Personal de enfermería, mortalidad del paciente y fracaso - rescate Entre los pacientes quirúrgicos estudiados, había un efecto pronunciado de la clase de grupo de la enfermera sobre la mortalidad y la mortalidad complicación. La Tabla 4 también muestra esta relación cuando se ignoraron otros factores, después de que se controlaron las características de los pacientes y después de tener en cuenta tanto las características de los pacientes como otras características del hospital (tamaño, grado de instrucción y tecnología). Aunque las ORs que reflejan el efecto del tipo de enfermera eran levemente menores controlando el paciente y las características del hospital que sin hacerlo, permanecían regulares y significantes para la mortalidad y el fracaso-rescate (1.07; 95 % CI, 1.03-1.12 y 1.07; 95 % CI, 1.02-1.11, respectivamente). Una OR de 1.07 implica que las odds de mortalidad del paciente aumentaban un 7 % por cada paciente adicional en la carga de trabajo de una enfermera en el hospital y que una diferencia de 4 a 6 y de 4 a 8 pacientes por enfermera irían acompañados de un 14 % y un 31 % de aumento en la mortalidad, respectivamente (1.07 a la 2ª potencia = 1.14 y 1.07 a la 4ª = 1.31). Estos efectos implican que, manteniéndose el resto de las variables, sustanciales disminuciones en las proporciones de mortalidad podrían ser el resultado de aumentar los grupos de enfermeras tituladas, sobre todo para los pacientes que desarrollan complicaciones post-quirúrgicas. Se usaron las técnicas de estandarización directas para predecir el exceso de muertes en todos los pacientes y en los pacientes con complicaciones que se esperarían si la proporción pacientes - enfermera para todos los pacientes en el estudio estuviera en los niveles que se discuten de forma prominente en los debates sobre el personal de enfermería en California. Si la proporción del personal en todos los hospitales fuera 6 pacientes por enfermera en lugar de 4 pacientes por enfermera, esperaríamos 2.3 (95 % CI, 1.1-3.5) muertes adicionales por cada 1.000 pacientes y 8.7 (95 % CI, 3.9-13.5) muertes adicionales por cada 1.000 pacientes con complicaciones. Si la proporción fuera de 8 pacientes por enfermera en lugar de 6 pacientes por enfermera, esperaríamos 2.6 (95 % CI, 1.2-4.0) muertes adicionales por cada 1.000 pacientes y 9.5 (95 % CI, 3.8-15.2) muertes adicionales por cada 1.000 pacientes con complicaciones. El caso de uniformizar todos los grupos a 8:1 en lugar de 4:1 por enfermera traería consigo 5.0 (95 % CI, 2.4-7.6) muertes de exceso por cada 1.000 pacientes y 18.2 (95 % CI, 7.7-28.7) muertes de exceso por cada 1.000 pacientes complicados. Fuimos incapaces de estimar exceso de muertes o exceso de muertes por fracasos asociados en el caso de una proporción de 10 pacientes por enfermera (uno de los niveles propuestos en California) porque había muy pocos hospitales en nuestra muestra con ese nivel. COMENTARIO Las enfermeras diplomadas constituyen un sistema de vigilancia continuo en los hospitales para la detección temprana e intervención cuando las condiciones de pacientes se deterioran. La efectividad de dicho sistema depende del número de enfermeras disponible para que se pueda realizar una evaluación continua. Así, no es sorprendente que encontráramos una asociación significativa entre el tipo de personal de enfermería (definido por la proporción pacientes - enfermera) y la mortalidad del hospital. Numerosos estudios han informado de esta asociación entre el mayor número de enfermeras y la menor mortalidad en el hospital pero, a menudo, como consecuencia de un análisis que enfoca directamente algún otro aspecto de recursos del hospital como la propiedad, grado de instrucción o dirección de anestesiología.19, 27, 36-42 Por consiguiente, una búsqueda simple por la literatura existente sobre la relación entre el personal de enfermería y los resultados de los pacientes es suficiente para darse cuenta de que ocupan sólo un fragmento de los estudios que muestran hallazgos relevantes. La inaccesibilidad relativa a este hecho evidente podría explicarse por la influencia de la Comisión de la Auditoría en Inglaterra que concluye recientemente que no hay ninguna evidencia de que las proporciones pacientes - enfermera produzcan mejores resultados en los pacientes.43 Nuestros resultados aconsejan que la legislación sobre el personal de enfermería de California represente un verosímil acercamiento para reducir la mortalidad y aumentar la retención de las enfermeras en la práctica hospitalaria, si es que puede ser aplicada con éxito. Es más, nuestros hallazgos sugieren que los estamentos autorizados de California fueran juiciosos para rechazar proporciones apoyadas por los grupos financieros del hospital de 10 pacientes por enfermera en unidades de medicina y cirugía general a favor de una más generosa propuesta de 5 a 6 pacientes por enfermera. Nuestras conclusiones no indican directamente cuántas enfermeras se necesitan para cuidar a los pacientes o si hay alguna proporción máxima de pacientes por enfermera por debajo de la cual los hospitales no deberían arriesgarse. Nuestro mayor hallazgo es que hay diferencias perceptibles en el riesgo ajustado de mortalidad y de proporciones del fracaso - rescate en los hospitales con diferentes proporciones entre enfermeras y pacientes a su cargo. En nuestra muestra de 168 hospitales de Pennsylvania en los que la media de la proporción pacientes - enfermera estaba en el rango de 4:1 a 8:1, 4.535 de los 232.342 pacientes quirúrgicos con las características clínicas seleccionadas por nosotros morían durante los 30 días siguientes a la admisión. Nuestros resultados revelan que si la proporción pacientes - enfermera de todos los hospitales de Pennsylvania hubiera sido de 4:1, posiblemente 4.000 de estos pacientes podrían haber muerto, mientras que si hubiera sido de 8:1, más de 5.000 de ellos habrían fallecido. Aunque esta diferencia de 1.000 muertes, teniendo en cuenta estos dos niveles de atención, en los hospitales de Pennsylvania es aproximada, representa una estimación conservadora de las muertes evitables atribuibles a la diferencia de ratios pacientes - enfermera en el estado. Nuestra muestra de pacientes sólo representa aproximadamente la mitad de todos los casos quirúrgicos en estos hospitales por lo que otros pacientes admitidos en estos hospitales corren el riesgo de morir por este efecto del personal de enfermería. Es más, en California, que tiene casi el doble de hospitales de cuidados intensivos e ingresados y una proporción de mortalidad global de internados más alta que en nuestra muestra en Pennsylvania (2.3 % contra 2.0 %), sería razonable esperar que la diferencia de 4 pacientes menos por enfermera podría significar la reducción de 2.000 o más muertes lo largo de un período similar. Más allá de todo esto, el estudio indica que entre las enfermeras con más número de pacientes a su cargo es dos veces más probable la experiencia de bournout relacionado con el trabajo y casi el doble de probable la insatisfacción laboral comparado con hospitales con proporciones más bajas. Este efecto del nivel del personal de enfermería en la insatisfacción en el trabajo y en el burnout sugiere que mejoras en los staffs de enfermería de los hospitales de California promovidas por los órganos legisladores pudieran estar acompañadas por disminuciones en los movimientos (dejar o cambiar el trabajo) de las enfermeras. Encontramos que ese burnout y descontento son buenos predictores de las intenciones de enfermeras de dejar sus trabajos actuales en el período de un año. Aunque no sabemos cuántas enfermeras que indicaron sus intenciones de abandonar su trabajo realmente lo hicieron, parece razonable asumir que a las diferencias entre esos dos grupos de enfermeras en cuanto a sus intenciones de dejar el trabajo corresponderían al menos otras tantas que se resignaron con lo que había. Si las recientemente publicadas estimaciones de los costos de reemplazar una enfermera de hospital de cirugía general y una enfermera especializada de 42.000 y 64. 000 dólares, respectivamente, son correctas, las mejoras en el personal de enfermería no sólo pueden ahorrar vidas de pacientes y disminuir el movimiento de las enfermeras sino también pueden reducir los costos del hospital.44 Los análisis adicionales indican que nuestras conclusiones sobre los efectos del personal de enfermería y el tamaño de estos efectos es similar bajo una variedad de especificaciones. Admitimos que el efecto del personal de enfermería sea no lineal (usando un término cuadrático) y varíe a través de los diferentes grupos según la proporción pacientesenfermera (usando variables “dummy” y términos de interacción) y no encontramos evidencia en esta muestra de hospitales que un grupo adicional de enfermería tuviera diferentes efectos en los diferentes niveles. Limitar nuestro análisis a la cirugía general y ortopédica eliminando los pacientes de cirugía vascular (que tienen mayor mortalidad y más alta tasa de complicaciones), no afectó a nuestras conclusiones y estimaciones del tamaño del efecto. Tampoco cambiaron los resultados restringiendo la atención a las muertes de internados en general contra fallecimientos a los 30 días del ingreso. Los resultados tampoco fueron afectados al considerar los internados después de obtener nuestras medidas de los tipos de grupos de enfermeras, más bien se tuvieron en cuenta los datos de los pacientes dados de alta 9 meses antes y 9 meses después de la consulta a las enfermeras y de realizarse nuestras medidas. Fueron los mismos, también, al considerar en la muestra enfermeras de medicina general y cirugía o al referirse a todo tipo de enfermera. Finalmente, tampoco fueron alterados al considerar la proporción pacientes - enfermera práctica licenciada o pacientes - asistente personal no licenciada (ni unas ni otras estaban relacionadas con los resultados de los pacientes) ni al excluir del estudio hospitales con menor número de pacientes o enfermeras. Una limitación de este estudio es el potencial a la tendencia a la respuesta, dado que el 52 % de formularios fueron remitidos. No encontramos evidencia de que las enfermeras de nuestra muestra estuvieran desproporcionalmente insatisfechas con su trabajo con respecto al personal de enfermería de Pennsylvania de la Muestra de la Encuesta Nacional de Enfermeras Diplomadas (una encuesta a una muestra simple aleatoria realizada en 2.000).21 Además, con respecto a las características demográficas (sexo, edad y educación) presentes en ambas encuestas nuestra muestra de enfermeras es muy parecida a la anterior. Estamos seguros de que estos resultados no son específicos para esta muestra concreta. Por último, sería preciso un estudio longitudinal para excluir la posibilidad de que un bajo número de enfermeras fuera la consecuencia, más que la causa, de un pobre resultado en los pacientes y en las vivencias de las propias enfermeras. Estos hallazgos tienen importantes implicaciones para dos cuestiones urgentes: la seguridad del paciente y la escasez de enfermeras de hospitales. Documentan medibles y significantes efectos del personal de enfermería en la prevención de fallecimientos. La asociación del nivel del grupo de enfermería con la salvación de pacientes de riesgo (de vida) sugiere que las enfermeras contribuyen de manera importante en la vigilancia, detecciones precoces e intervenciones a tiempo que salvan vidas. Los beneficios en la mejora de las condiciones de trabajo se extienden también a un gran número de pacientes hospitalizados que no tienen tanto riesgo de mortalidad y sin embargo son vulnerables a un gran número de condiciones desfavorables. Las mejoras en la Enfermería puede reducir la alarma en el cese en el trabajo de sus profesionales disminuyendo el burnout y la insatisfacción en el trabajo, los mayores precursores de la resignación laboral. El impacto de nivel del personal de enfermería en los pacientes y en las propias enfermeras sugiere que, con mejoras, reduciendo la tasa pacientes - enfermera, los hospitales podrían prevenir la mortalidad y hacer que se redujese el abandono de la profesión.