Breves datos sobre Ángel “Lito” Peña Plaza Santiago Maunez Vizcarrondo Conocí al joven Lito Peña cuando vino a vivir en unión a su familia a la casa que mi abuela doña Eleuteria Maunez, a la que llamábamos abuela Tella, tenía en la calle Esmeralda de mi pueblo Humacao. La casa de mis padres era la número 10 en esa calle y la familia Peña-Plaza vivía unas tres casas al frente de la nuestra, entre la casa de la familia González y la de los Amaral. Su familia consistía de su padre don Juan Peña Reyes, su mamá doña Berta Plaza, sus hermanas María a la que llamaban “Cantera”, Tomasita y Antonia conocida como “Toyin” y sus hermanos Jesús conocido por “Chuchú”, Germán y Miguel. El maestro Peña le enseñó a tocar violín a sus cuatro hijos varones sin enseñarle a tocar instrumento musical alguno a sus hijas. Doña Berta Plaza tocaba flauta. Las tres hijas cantaban muy bien, María y Tomasita pertenecieron al coro de la UPR en Río Piedras. Toyin sufrió parálisis infantil de muy niña pero superó esa condición y trabajó hasta jubilarse como secretaria. Todos los miembros de la familia Peña- Plaza fueron personas bien educadas y preparadas para ofrecer buenos servicios a las comunidades donde vivieron. Mis recuerdos son de los años ‘35 al ‘40 pues terminé mi 4to año de escuela superior en el 1941 y en enero de 1942 mis padres me enviaron a USA a estudiar ingeniería. Cuando me despedí de mi amigo Germán Peña éste me llegaba al hombro, cuando regresé, unos tres años más tarde, yo le llegaba al hombro de Germán. Lito era el mayor de los hermanos y fue el primer maestro de piano de mi hermano Miguel. En su casa tenían un piano donde Lito aprendió a tocarlo. En la nuestra estaba el viejo piano de mi tía Carmen Maunez que aprendió a tocarlo con el maestro Burset allá para el 1919. En nuestra casa los hermanos menores de Lito Peña y nuestra vecina Tomasita Velázquez Pericas, nos reuníamos para cantar selecciones operáticas sin haber tenido clases de canto. El hermano de Tomasita Velázquez, Rafael, despuntaba como un niño prodigio bajo la tutela de su padre, como pianista y cantante. Cerca de los Velázquez, en la casa de don Víctor Hernández, flautista, vivía un joven bailarín conocido en esa época como Tuti Parés que, eventualmente, ganó fama internacional como bailarín y coreógrafo. Lito Peña, por ser mayor que todos nosotros, no se reunía con nuestro grupo de ilusionados cantantes, su mundo era otros. Lito tocaba el órgano tubular que el Padre Rivera había instalado en la iglesia católica del pueblo allá para el 1935. Después que regresé de USA, a los pocos años, la familia Peña-Plaza se mudó a una casa más grande. Continué estudiando piano en Puerta de Tierra con Alicia Morales, hermana de Noro. “Aprendí” a tocar clarinete requinto con el maestro Nito Duclerc. Aquí admito que estoy confundiendo el tiempo pues cuando yo practicaba el clarinete, que sonaba malo como una chicharra, el maestro Peña aún vivía en la casa de mi abuela Tella. El pobre hombre no toleraba la estridencia de mi instrumento y salía como un rayo con su gabán, sombrero y paraguas para la plaza de recreo a desahogarse junto a sus amigos. Nos visitaba el joven médico Miguel García Méndez que tomaba clases de canto en la academia de don Antonio Paoli “el rey de los tenores y el tenor de los reyes” conocido así en su época gloriosa de Europa. Su voz de tenor nos deslumbraba. Aprendí que “cantar bien en el campo es indiferente pero en llegándose a la gente, cantar bien o no cantar”. La calle Esmeralda aún no estaba pavimentada y apenas pasaban autos, jugábamos tranquilos y felices en plena calle. Ese fue el ambiente en que nos criamos.