Bueno, hola a todos. Soy Augusto Ciruzzi (a) Pucho por entonces. Casualmente, creo que mi subconsciente fue quien me aconsejó que para librarme de tan molesto sobrenombre, debía cambiar de pago. Y así fué. Desde 1973, después de estudiar Medicina y hacer la especialización (residencia) en Traumatología, hice un día las valijas y aquí estoy. Acá soy Augusto, y si no fuera por este renacer liceano que nos ha atrapado, ya casi me había olvidado del "Pucho". Vivo en Cipolletti, Río Negro, justo donde confluye los ríos Neuquén y Limay. En el ángulo que ellos forman está la ciudad de Neuquén, y enfrente, en el diedro formado entre el Neuquén y el Negro -que nace en dicha confluencia- está Cipolletti, ciudad de unos 90.000 habitantes, de economía escencialmente frutícola y de servicios, enclavada en un valle que en primavera y verano es hermoso, en otoño nostálgico y en invierno decididamente gris, ya que casi todos los árboles pierden sus hojas y el pasto se seca por el frío. Tenemos los patagónicos fama de sufrir el frío, pero en realidad no es para tanto; les puedo asegurar que en la Provincia de Baires he pasado fríos peores que los de acá, especialmente en cierta época en que debía caminar marcando el paso como dos kilómetros para ir a desayunar a las 6.30 AM ¿alguno se acuerda de esas mañanitas con una hoja de diario bajo el insufriblemente no-abrigante pullover provisto? Ejerzo mi profesión, y no me ha ido mal en general. Tengo dos matrimonios en mi haber y seis hijos que han quedado conmigo hasta que se fueron independizando, tres de cada esposa: Camilo (29, Licenciado en Comunicación social), Carlota (28, Publicista), Ignacio (26, Licenciado en Sistemas), Lorenzo (22, estudiante de piscicultura), Torcuato (20, trabaja en una empresa petrolera) y Olivia (17, secundario apuntando a Medicina). Espero dos nietos para este mes. Por si algún nabo no se dio cuenta, les digo que los tres primeros hijos los tuve con mi primera mujer y los otros tres con la segunda -Gabriela-, no alternados, como habrá pensado algun zumbo. Vivo en las afueras de la ciudad, en una chacra que he parquizado, apenas produce algunos frutales para consumo propio, tengo una linda casa que va quedando vacía a medida que los pichones van volando, de manera que hay espacio por si alguno se anima a largarse de viaje. Mi teléfono es (0299) 4783146. Además de mi profesión, en los ratos libres me dedico a investigaciones de Historia de la región, sobre lo cual estoy escribiendo un libro. A veces escribo un poco de poesía y algunos cuentos. También tengo el hobby de la horticultura y los árboles, que he plantado en profusión en la chacra. Antes criaba toda clase de animales, y tratábamos de hacer vida autosuficiente, pero con la crisis decidimos eliminar los bichos (que fueron religiosamente comidos) pues eran un cebo para los cacos. Puedo dictar clases de como hacer conservas de casi cualquier producto del campo, desde pate de foie gras de ganso hiperalimentado y alcoholizado, hasta pickles de tomates o licor de frambuesas. Como ven mi currículum, si bien no es muy valioso, es por lo menos variado. En lo profesional, vine al sur como médico de Hidronor, a Cerros Colorados. No sé si se acuerdan, allá cuando teníamos algo mas de veinte años, había una publicidad en TV de Gancia, en la que dos jóvenes hablaban de su futuro y del país. Uno le decía al otro: ¡Yo me voy del país!. Y el otro le respondía: Yo no; yo creo en mi país, por eso, ¡Me voy al Chocón!. La ví, me sentí identificado y no lo pensé dos veces, aquí estoy. Viví tres años en la obra Hidroeléctrica de Cerros Colorados, mientras se construía, y después me radiqué aquí, en Cipo City. LLegué a ser Jefe del Servicio de Traumatología en el Hospital (renuncié) y Presidente de la Sociedad de Ortopedia y Traumatología de Neuquén y Río Negro, y no hay mas carrera para hacer en la especialidad por estos lares. También me dedico bastante a la Medicina del Trabajo, atendiendo empresas (si alguno tiene una que ande por aquí no me olvide). En fin, uno va currando en lo que y como puede. Estoy muy contento de haberme alejado de Baires. Cada vez que voy, no aguanto estar allá mas de dos o tres días. Creo que están todos locos, y lo peor es que no se dan cuenta. Por mi parte, tarto de ir lo menos posible, y cuando voy, es por pocos días y con bastante plata como para darme algunos gustos. Pero al día siguiente de estar en la capital tengo que empezar a tomar Lexotanil, porque no se bancan la agresividad y la locura. Creo que a lo mejor acá no se llega a ganar tanto dinero como en las grandes ciudades, pero de lo que estoy seguro es de que sí se vive mejor. El tiempo que en Buenos Aires usaba para ir de un lado al otro, acá lo uso para leer o visitar un amigo. Bueno, ya parece suficiente. Espero recibir noticias y biografías. Un abrazo para todos.