Nicanor Zabaleta MÚSICA JOAQUÍN ACHÚCARRO e nos ha ido, dejándonos el recuerdo de su sonrisa franca, de su mirada directa y limpia, de su calidad humana. Se nos ha ido dejándonos con las ganas de tenerle más entre nosotros, de haber podido estar más tiempo con él, de dejar seguir creciendo el afecto que teníamos hacia su persona y ahora tenemos hacia su memoria. Nuestra diferencia de edad no fue obstáculo para una amistad que surgió con espontánea naturalidad -me atrevería a decir inevitabilidad- desde nuestro primer encuentro. ...De vez en cuando sonaba el teléfono: «Joaquíííín ...aquí Nicanoor» y empezaban unas conversaciones interminables en las que se hablaba a fondo de Música, de nuestra carrera de concertistas y sus dificultades técnicas y logísticas. Siempre me asombraba la naturalidad con que centraba cualquier problema, cómo miraba de frente a cualquier situación, que ponía en su justa perspectiva, sin ambages, cómo llamaba al pan pan y al vino vino. Un antidivismo sin poses ni pretensiones, que trataba con la misma naturalidad a los demás como a sí mismo. (Recuerdo haberle visto salir al escenario S del Teatro Victoria Eugenia de San Sebastián una vez que un acompañante solicitó un voluntario del público para pasar las páginas de su partitura). Y hablaba en el mismo tono de voz de los millones de discos suyos vendidos por la Deutsche Gramophon como del concierto que «toqué en tal sitio y me salió fatal». Le conocí siendo yo todavía un joven estudiante (¿cuándo se deja de ser «un joven estudiante»?) en agosto de 1961 en Siena en el palacio del Conde Chi-gi, sede de la Accademia Chigiana dónde él impartía el curso de Arpa. stuve todo el día con la ansiedad y excitación de que iba a conocer al personaje legendario de quien tantas veces había oído hablar a mi familia, grandes aficionados a la música. La primera vez fue de labios de mi padre, que recordaba un concierto de Zabaleta en la Filarmónica de Bilbao, poco antes de salir éste para América. (Parece que en unas oposiciones en San Sebastián, la plaza a la que aspiraba se la dieron a otra persona, lo que motivó su marcha... y además una carrera internacional que no hubiese existido caso de haberlas ganado. Los caminos de la Providencia). Una vez presentados en Siena, lo primero que me dijo fue: «Me han hablado mucho de tu talento, pero mira, para vender un par de zapatos hace falta, lo primero, que los zapatos sean buenos; pero luego hace falta que la gente lo sepa. Lo de "el buen E «Siempre me asombraba la naturalidad con que centraba cualquier problema, cómo miraba de frente a cualquier situación, que ponía en su justa perspectiva, sin ambages.» paño en el arca se vende" en esta profesión, y en el mundo de hoy, no sirve.» Él tuvo que luchar, y muy duramente, para vender su par de zapatos, en su cruzada para establecer y hacer reconocer no sólo su talento sino además también su instrumento, el Arpa, como instrumento solista en el mundo de los conciertos y recitales, del mismo modo cómo Andrés Segovia lo había logrado ya con la guitarra. demás, hay que pensar en los problemas puramente físicos de transporte del instrumento, delicado pero enorme, y no se piense en los aviones de hoy donde, después de todo, eso es relativamente fácil. Una buena parte de la carrera de Zabaleta se desarrolló, sobre todo en sus comienzos, en América del Sur, donde muchas veces el transporte al lugar del concierto tenía que ser a lomos de muías (¿o de llamas?). Pero no luchó solo. Nicanor tuvo una gran ayuda para vender su «par de zapatos». Suele decirse que detrás de un gran hombre hay una gran mujer. En este caso no que «detrás» sino «al lado». Porque Graciela ha sido parte integrante, pieza insustituible en la carrera de Nicanor. Y no sólo, como suele creerse, fuente de inspiración, sino como apoyo, estímulo y ayuda práctica en el laberinto de coordinar una carrera internacional, sabiendo a quién, cómo y cuándo había que dirigirse, hablar, conectar y negociar. A «El tuvo que luchar, y muy duramente, para vender su par de zapatos, en su cruzada para establecer y hacer reconocer no sólo su talento sino además también su instrumento, el Arpa.» Y por si fuera poco, por amor a él aprendió el vascuence, lengua que hoy domina. (Nuestro queridísimo y llorado Aita Baran-diarán me dijo una vez: «Cuando te expreses en castellano di vascuence. Cuando te expreses en vascuence di euskera».) ¡Qué pena que Nicanor no nos haya dejado sus memorias! ¡Qué anecdotario jugoso nos hemos perdido! Las dos o tres anécdotas que contaba..., como cuando a la salida de un concierto oyó a un matrimonio de ancianos decir: «Desde que se nos rompió el relojito no habíamos oído nada tan lindo», nos dejan con ganas de más. onservo como recuerdo muy especial una foto hecha en una ciudad italiana de dos carteles murales pegados, uno junto al otro, anunciando sendos conciertos: uno el suyo, el otro mío. Nicanor se había tomado el trabajo de pedir a unos turistas alemanes que tomasen la foto y se la mandasen (cosa que hicieron, ¡benditos sean!), para luego mandármela él a mí. Qué suerte y qué orgullo para todos los que le hemos conocido el haber compartido con él una parcela del Tiempo... Motivo tenemos los vascos de sentirnos orgullosos de él, ... porque Nicanor Zabaleta pertenece por derecho a la Humanidad. C De izquierda a derecha, Emma y Joaquín Achúcarro, Graciela y Nicanor Zabaleta. 1907-1993 Nicanor Zabaleta Zalá nació en San Sebastián (Guipúzcoa) el 7 de enero de 1907. Estudió el arpa con doña Vicenta Tormo de Calvo, profesora en el Real Conservatorio de Madrid, y en privado con doña Luisa Menárguez. A los trece años se examinó por libre de todos los cursos de arpa en el Conservatorio de Madrid. A los diecisiete años se trasladó a París con una beca de la Diputación de Guipúzcoa, y allí estudió en privado el arpa con Marcel Tournier, y armonía, contrapunto y fuga con M. Samuel Rousseau y E. Cools. A los veintiún años hizo el servicio militar en Madrid (El Pardo), prosiguiendo a continuación la carrera de música de orquesta y banda en la Banda Municipal de Madrid. Al poco tiempo, y después de presentarse sin éxito a unas oposiciones, inició su larga, brillante y fecunda carrera de concertista que le reportaría fama mundial. Falleció el pasado mes de junio en Puerto Rico. Galardonado con numerosos e importantes premios y condecoraciones nacionales y extranjeros -Gran Cruz de Alfonso X El Sabio, Medalla de Oro al Mérito en Bellas Artes, Medalla de Oro de San Sebastián, etc.-, el músico donostiarra consagró su vida al estudio y promoción del arpa, instrumento al que dedicó un escrito publicado por la HARP NEWS de Cali- fornia en 1953, «The Harp in Spain from the XVI to XVIII Century». Su discografía es abultada, como extensa es la lista de orquestas de todas las partes del mundo con las cuales ha actuado en solista. Son cerca de medio centenar los compositores que han escrito para Zabaleta, entre los que cabe destacar a Maiztegui, Villa-Lobos, Baca-risse, Echevarría, Garbizu, Itu-rralde, Madina, Montsalvatge, Pittaluga, Rodrigo, Krenek, Altman, Milhaud, Tournier, Glanville-Hicks, Kovhaness y Farkas. Su faceta pedagógica queda reflejada en su participación en los Cursos de Verano de Siena (Academia Chigiana) entre 1956 y 1960, y de Granada los años 1970 y 1980.