Num084 019

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Nicanor
Zabaleta
MÚSICA
JOAQUÍN
ACHÚCARRO
e nos ha ido, dejándonos el
recuerdo de su sonrisa
franca, de su mirada directa y limpia, de su calidad humana.
Se nos ha ido dejándonos con
las ganas de tenerle más entre
nosotros, de haber podido estar
más tiempo con él, de dejar
seguir creciendo el afecto que
teníamos hacia su persona y
ahora tenemos hacia su memoria.
Nuestra diferencia de edad no
fue obstáculo para una amistad
que surgió con espontánea naturalidad -me atrevería a decir
inevitabilidad- desde nuestro
primer encuentro. ...De vez en
cuando sonaba el teléfono:
«Joaquíííín ...aquí Nicanoor»
y
empezaban
unas
conversaciones interminables en
las que se hablaba a fondo de
Música, de nuestra carrera de
concertistas y sus dificultades
técnicas y logísticas. Siempre me
asombraba la naturalidad con
que
centraba
cualquier
problema, cómo miraba de
frente a cualquier situación, que
ponía en su justa perspectiva, sin
ambages, cómo llamaba al pan
pan y al vino vino. Un
antidivismo sin poses ni pretensiones, que trataba con la
misma naturalidad a los demás
como a sí mismo. (Recuerdo
haberle visto salir al escenario
S
del Teatro Victoria Eugenia de
San Sebastián una vez que un
acompañante solicitó un voluntario del público para pasar las
páginas de su partitura). Y
hablaba en el mismo tono de
voz de los millones de discos
suyos vendidos por la Deutsche
Gramophon como del concierto
que «toqué en tal sitio y me
salió fatal».
Le conocí siendo yo todavía un
joven estudiante (¿cuándo se
deja de ser «un joven estudiante»?) en agosto de 1961 en Siena
en el palacio del Conde Chi-gi,
sede de la Accademia
Chigiana dónde él impartía el
curso de Arpa.
stuve todo el día con la
ansiedad y excitación de
que iba a conocer al personaje legendario de quien tantas veces había oído hablar a mi
familia, grandes aficionados a la
música. La primera vez fue de
labios de mi padre, que recordaba un concierto de Zabaleta en
la Filarmónica de Bilbao, poco
antes de salir éste para América.
(Parece que en unas oposiciones
en San Sebastián, la plaza a la
que aspiraba se la dieron a otra
persona, lo que motivó su marcha... y además una carrera
internacional que no hubiese
existido caso de haberlas ganado. Los caminos de la Providencia).
Una vez presentados en Siena,
lo primero que me dijo fue: «Me
han hablado mucho de tu talento, pero mira, para vender un
par de zapatos hace falta, lo primero, que los zapatos sean buenos; pero luego hace falta que la
gente lo sepa. Lo de "el buen
E
«Siempre me asombraba
la naturalidad con que
centraba cualquier
problema, cómo miraba
de frente a cualquier
situación, que ponía en
su justa perspectiva, sin
ambages.»
paño en el arca se vende" en
esta profesión, y en el mundo de
hoy, no sirve.»
Él tuvo que luchar, y muy duramente, para vender su par de
zapatos, en su cruzada para
establecer y hacer reconocer no
sólo su talento sino además también su instrumento, el Arpa,
como instrumento solista en el
mundo de los conciertos y recitales, del mismo modo cómo
Andrés Segovia lo había logrado ya con la guitarra.
demás, hay que pensar en
los problemas puramente
físicos de transporte del
instrumento, delicado pero
enorme, y no se piense en los
aviones de hoy donde, después
de todo, eso es relativamente
fácil. Una buena parte de la
carrera de Zabaleta se desarrolló, sobre todo en sus
comienzos, en América del Sur,
donde muchas veces el transporte al lugar del concierto
tenía que ser a lomos de muías
(¿o de llamas?).
Pero no luchó solo. Nicanor
tuvo una gran ayuda para vender su «par de zapatos». Suele
decirse que detrás de un gran
hombre hay una gran mujer.
En este caso no que «detrás»
sino «al lado». Porque Graciela
ha sido parte integrante, pieza
insustituible en la carrera de
Nicanor. Y no sólo, como suele
creerse, fuente de inspiración,
sino como apoyo, estímulo y
ayuda práctica en el laberinto de
coordinar
una
carrera
internacional, sabiendo a
quién, cómo y cuándo había que
dirigirse, hablar, conectar y
negociar.
A
«El tuvo que luchar, y
muy duramente, para
vender su par de
zapatos, en su cruzada
para establecer y hacer
reconocer no sólo su
talento sino además
también su instrumento,
el Arpa.»
Y por si fuera poco, por amor a
él aprendió el vascuence, lengua
que hoy domina. (Nuestro queridísimo y llorado Aita
Baran-diarán me dijo una vez:
«Cuando te expreses en
castellano
di
vascuence.
Cuando te expreses en
vascuence di euskera».) ¡Qué
pena que Nicanor no nos haya
dejado sus memorias! ¡Qué
anecdotario
jugoso
nos
hemos perdido! Las dos o tres
anécdotas que contaba..., como
cuando a la salida de un concierto oyó a un matrimonio de
ancianos decir: «Desde que se
nos rompió el relojito no habíamos oído nada tan lindo», nos
dejan con ganas de más.
onservo como recuerdo
muy especial una foto
hecha en una ciudad italiana de dos carteles murales
pegados, uno junto al otro,
anunciando sendos conciertos:
uno el suyo, el otro mío. Nicanor
se había tomado el trabajo de
pedir a unos turistas alemanes
que tomasen la foto y se la
mandasen (cosa que hicieron,
¡benditos sean!), para luego
mandármela él a mí. Qué suerte
y qué orgullo para todos los que
le hemos conocido el haber
compartido con él una parcela
del Tiempo... Motivo tenemos
los vascos de sentirnos
orgullosos de él, ... porque
Nicanor Zabaleta pertenece por
derecho a la Humanidad.
C
De izquierda a derecha, Emma y Joaquín Achúcarro, Graciela y Nicanor Zabaleta.
1907-1993
Nicanor Zabaleta Zalá nació
en San Sebastián (Guipúzcoa)
el 7 de enero de 1907. Estudió
el arpa con doña Vicenta Tormo de Calvo, profesora en el
Real Conservatorio de Madrid, y en privado con doña
Luisa Menárguez. A los trece
años se examinó por libre de
todos los cursos de arpa en el
Conservatorio de Madrid. A
los diecisiete años se trasladó a
París con una beca de la Diputación de Guipúzcoa, y allí
estudió en privado el arpa con
Marcel Tournier, y armonía,
contrapunto y fuga con M.
Samuel Rousseau y E. Cools.
A los veintiún años hizo el servicio militar en Madrid (El
Pardo), prosiguiendo a continuación la carrera de música
de orquesta y banda en la
Banda Municipal de Madrid.
Al poco tiempo, y después de
presentarse sin éxito a unas
oposiciones, inició su larga,
brillante y fecunda carrera de
concertista que le reportaría
fama mundial. Falleció el pasado mes de junio en Puerto
Rico.
Galardonado con numerosos e
importantes premios y condecoraciones nacionales y extranjeros -Gran Cruz de Alfonso X
El Sabio, Medalla de Oro al
Mérito en Bellas Artes, Medalla de Oro de San Sebastián,
etc.-, el músico donostiarra consagró su vida al estudio y promoción del arpa, instrumento al
que dedicó un escrito publicado
por la HARP NEWS de Cali-
fornia en 1953, «The Harp in
Spain from the XVI to XVIII
Century». Su discografía es
abultada, como extensa es la lista
de orquestas de todas las partes
del mundo con las cuales ha
actuado en solista. Son cerca de
medio centenar los compositores que han escrito para Zabaleta, entre los que cabe destacar
a
Maiztegui,
Villa-Lobos,
Baca-risse,
Echevarría,
Garbizu, Itu-rralde, Madina,
Montsalvatge,
Pittaluga,
Rodrigo, Krenek, Altman,
Milhaud,
Tournier,
Glanville-Hicks, Kovhaness y
Farkas. Su faceta pedagógica
queda reflejada en su participación en los Cursos de Verano
de Siena (Academia Chigiana)
entre 1956 y 1960, y de Granada los años 1970 y 1980.
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