zubiri y g. bueno

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Autor: José Manuel López García.
Semejanza y contraposición entre Zubiri y Gustavo Bueno.
Sus dos filosofías son aparentemente opuestas, porque el realismo radical
de Zubiri y el materialismo filosófico de Gustavo Bueno se contraponen en
numerosos aspectos y, además, poseen una terminología propia cada una. De
todos modos, es indudable, a mi juicio, el interés de ambos pensadores, por
acceder a una serie de clasificaciones acerca de la realidad, que posibiliten un
conocimiento más preciso y profundo del mundo, en el que está el ser humano.
El conocimiento que ambos pensadores poseen de la tradición filosófica es
inmenso, lo que hace posible una crítica de muchos planteamientos de escuelas
filosóficas del pasado, y un propósito de superación de los problemas teóricos y
prácticos, que se han discutido a lo largo de la Historia de la Filosofía. La
insistencia de Zubiri en temas, como el que está explicitado en su libro Acerca
del mundo, es una prueba clara de la intención fenomenológica por describir
adecuadamente la estructura del mundo, y la imbricación del hombre en la
misma. Además, en la obra de Zubiri Estructura dinámica de la realidad, y en la
totalidad de su producción escrita se observa claramente, la importancia de los
datos y conocimientos de las diversas ciencias para la elaboración de una
filosofía de la realidad, o de una metafísica intramundana, que no es contraria a
lo que dice el saber científico. Aunque el materialismo filosófico de Gustavo
Bueno se diferencia claramente del enfoque metodológico de Zubiri, la actitud
de ambos respecto al análisis de la ontología, recuperando su tradición
conceptual y argumentativa, los aproxima en lo referente a su talante filosófico
e indagatorio. De hecho, Quintín Racionero en sus Consideraciones sobre el
materialismo. (A propósito de los Ensayos materialistas de G. Bueno), escribe: «Visto
a la luz de estas demarcaciones, el de G. Bueno constituye en suma, un proyecto
que, desde un punto de vista, pretende recuperar la concepción tradicional de
la ontología como reflexión sobre el estatuto de las realidades en tanto que
transcendentes al lenguaje. Ello lo hace en el marco de una perspectiva
transcendental-crítica, que recusa tanto cualquier sustantivismo (y, entre ellos,
también el sustantivismo materialista) como igualmente toda forma de
esencialismo»1. En este sentido, el planteamiento zubiriano es fenomenológico y
descriptivo, con la elaboración de una nueva terminología específica que
expone una nueva metafísica intramundana, que se puede denominar también
realismo sistémico o radical. El transcendentalismo que afirma Zubiri se aleja
del característico de Kant y, en general del propio de los pensadores idealistas
alemanes, y se fundamenta en la formalidad de realidad y en la respectividad,
1
RACIONERO, Q., Consideraciones sobre el materialismo. (A propósito de los Ensayos materialistas de
G. Bueno), en el libro: La filosofía de Gustavo Bueno, Editorial Complutense, Madrid, 1992,
pág. 49.
1
etc. Se puede afirmar que lo transcendental está en la realidad de un modo
diferente a lo explicitado por la Escolástica, lo que supone una gran renovación.
Incuestionablemente, la actitud intelectual de Zubiri es en muchos
aspectos similar a la propia de Bueno, porque ambos se ocupan con enorme
intensidad, de la ordenación y sistematización de su filosofía. Además, la
importancia de la ciencia, y de modo general del conocimiento científico, es
puesto de relieve por ambos pensadores. Como escribe David Alvargonzález
refiriéndose a la filosofía de Gustavo Bueno: «Las ideas construidas por la
filosofía no pueden quedar reducidas al campo de una sola ciencia sino que, por
el contrario, se constituyen a partir de los conocimientos de múltiples ciencias y
de saberes no científicos. La idea de hombre, por ejemplo, se construye con
materiales provenientes de los campos de la física, la química o la biología, pero
también de la Historia, la sociología, la antropología cultural y la economía
política, e, incluso, de la religión, el mito, la técnica o la tecnología. Esa idea de
hombre, así construida, no es científica sino filosófica: pretende recoger,
ordenar y sistematizar todos nuestros conocimientos sobre el hombre. Lo
mismo ocurre con las ideas de estructura, totalidad, materia, etc.»2. Si bien,
desde una perspectiva fenomenológica y descriptiva, Zubiri como es sabido, se
sirve de los materiales provenientes de las distintas ciencias para sostener la
base de sus desarrollos argumentativos, en el campo de la antropología, la
metafísica, la ética, la noología, etc.
Incluso en relación con la cuestión de la causalidad, Gustavo Bueno está
convencido de que existe un gran problematicidad, porque depende de los
supuestos que se consideren en el análisis de la relación causal. Escribe Gustavo
Bueno: «En realidad, no cabe hablar de una doctrina filosófica de la causalidad,
que lo sea efectivamente, arrastra tal cúmulo de supuestos sobre cuestiones
muy heterogéneas y distintas de las estrictamente causales que puede
considerarse una ficción el referirse a una «doctrina de la causalidad» que no
sea, a la vez, una doctrina sobre el espacio y el tiempo, sobre la realidad del
mundo exterior, sobre la identidad de la sustancia o sobre Dios… Por ello hay
doctrinas de la causalidad muy diversas entre sí e incluso cabe considerar
filosófica, en principio, una doctrina que niegue la posibilidad de una doctrina
filosófica de la causalidad»3. Ciertamente considero, que si se enfoca la cuestión
de la causalidad desde los planteamientos metafísicos zubirianos, creo que sí
puede decirse que existen doctrinas filosóficas acerca de la causalidad. Puesto
que como escribe Zubiri: «No es que sea simpliciter falso que la causalidad
intervenga en la experiencia de las cosas reales y, por tanto, en la aprehensión
2
3
ALVARGONZÁLEZ, D., Materialismo gnoseológico y ciencias humanas: problemas y expectativas,
en el libro: La filosofía de Gustavo Bueno, Editorial Complutense, Madrid, 1992, págs. 129,
130.
BUENO, G., Sobre la naturaleza de una teoría filosófica de la causalidad, en el libro: La filosofía de
Gustavo Bueno, Editorial Complutense, Madrid, 1992, pág. 209.
2
del carácter intrínseco de su realidad. Pero al fin y al cabo las cosas, causadas o
no, están ya ahí. Y lo verdaderamente sorprendente en la experiencia es que lo
que ya es real deje de serlo por condición intrínseca. Y esto es anterior a toda
causalidad, sea productiva, sea destructiva. Que esta doble causación se da es
evidente. Pero lo decisivo en nuestro problema es el carácter intrínseco y formal
de la realidad de lo real»4. Evidentemente la causa desde el punto de vista
constructivo o destructivo es, a mi juicio, un modo razonable de determinación
de los posibles modos de causación, desde un análisis o una consideración
ontológica o metafísica como la zubiriana. Aunque pueden construirse también,
otros modelos explicativos de causalidad, en función de los términos que se
consideren más determinantes y clarificadores, para una explicación del
dinamismo de la realidad, y en general, de la estructura temporal del mundo y
del ser humano.
En relación con la forma de exposición y argumentación, existen en mi
opinión cierta semejanza entre Zubiri y Gustavo Bueno, al menos en la
complejidad y matización de sus concepciones, dentro de los sistemas
filosóficos que construyen con un relativo “escolasticismo” expositivo. Como
escribe Alberto Hidalgo Tuñón: «Una de las características más descollantes del
pensamiento de G. Bueno consiste en que las ideas que introduce son
frecuentemente ejecutadas de manera reiterativa y circular en diferentes
contextos antes de alcanzar su formulación canónica. Esta circunstancia puede
despistar fácilmente a intérpretes y seguidores ávidos de representaciones
lapidarias. La consecuencia inmediata de esta simplificación es que las
doctrinas de G. Bueno pierden su mordiente dialéctico y adquieren un marcado
perfil dogmático, e incluso escolástico, que asusta muchas veces por su
contundencia a quienes no han seguido el múltiple y sinuoso ejercicio de su
construcción previa»5.
Por ejemplo, Zubiri elabora una noología que se diferencia claramente de
la Noetología de Gustavo Bueno: «La Noetología pretende ofrecer un esquema
general de la conexión entre la verdad y el error, en el proceso dialéctico del
conocimiento»6. Y ocupa el ámbito de la teoría de la ciencia, aunque no pueda
considerarse como una alternativa teórica más desde la perspectiva buenista. En
cambio Zubiri con su Noología se centra más en la intelección y en el inteligir,
lo que le diferencia de modo evidente del planteamiento de Bueno. Como
escribe Zubiri: «Ciertamente una psicología del conocimiento, una sociología
del saber, y una historicidad del conocer son cosas esenciales. Pero sin embargo,
no son algo primario. Porque lo primario del conocimiento está en un ser modo
[SE, 469]
HIDALGO TUÑÓN, A., Estirpe y sistema de la teoría del cierre categorial, en el libro: La filosofía de
Gustavo Bueno, Editorial Complutense, Madrid, 1992, págs. 75, 76.
6 BUENO, G., El papel de la filosofía en el conjunto del saber, Editorial Ciencia Nueva, Madrid, págs.
166, 167.
4
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3
de intelección. Por tanto, toda epistemología presupone una investigación de lo
que estructural y formalmente sea la inteligencia, el Nous, un estudio de
«noología». La vaga idea del «saber» no se concreta en primera línea en el
conocer, sino en la intelección en cuanto tal. No se trata de una psicología de la
inteligencia ni de una lógica, sino de una estructura formal del inteligir»7. En
relación con la teoría de la religación, Gustavo Bueno se refiere explícitamente a
la filosofía zubiriana, aunque, a mi juicio, su interpretación puede ser más
matizada, de acuerdo con las elaboraciones sucesivas que Zubiri desarrolló
sobre la religación. Escribe Gustavo Bueno sobre la religación: «Este objetivo es
el que nos mueve a recusar, no ya el proyecto, sino el modo de ejecución de ese
proyecto de reconstrucción filosófica del concepto latino de religatio que llevó a
cabo Xavier Zubiri con su teoría de la religación; y lo recusamos dado el
carácter metafísico de la idea de religación metafísica como la hemos llamado
en otra ocasión. La «religación metafísica» de Zubiri podría considerarse como
una versión del ontologismo de Malebranche, de Gratry o de Rosmini («el Ser
infinito es el primum cognitum; nosotros vemos a todas las cosas en Dios»).
Nuestra recusación del ontologismo tiene lugar, ante todo como es obvio, en
esta ocasión, desde la filosofía de la religión – más que desde la filosofía del
conocimiento-, precisamente porque ese «Dios» del ontologismo es, en todo
caso, «EL Dios de los filósofos», es un Dios filosófico y no el Dios finito de las
religiones positivas. Nuestra recusación se dirige también, evidentemente, a la
misma idea de una religación metafísica». Aunque desde la perspectiva del
materialismo filosófico parece claro, que se puede sostener lo argumentado por
Bueno, considero que el alcance filosófico de la religación en Zubiri es más
extenso, y comprende más aspectos que los únicamente religiosos. Escribe
Desiderio Ferrer: «Zubiri, en su etapa madura anterior a El hombre y Dios, se
refiere a la religación desde dos perspectivas: la antropológica, y la metafísica.
La perspectiva antropológica de la religación queda recogida, en parte, en su
obra Sobre el hombre»8. Ciertamente el planteamiento de Zubiri acerca de la
religación es más amplio. Y esto se manifiesta de modo claro en relación con los
análisis antropológicos y sobre la realidad, que elabora en sus tratados
filosóficos. Puesto que afirma: «En la religación, pues, el hombre está
enfrentado con el poder de lo real, pero de un modo optativo, esto es,
problemático»9. Por tanto, de este modo el ámbito de aplicación de la religación
se extiende a toda la realidad humana, al campo ético y moral, y no
exclusivamente al religioso o espiritual. Además, el mismo Zubiri lo expresa
muy claramente en El hombre y Dios, ya que escribe: «De suyo la religación
afecta al hombre no separadamente de las cosas, sino que en alguna forma
[IRE, 11]
FERRER DELGADO, D., Razón y religación. Una aproximación radical a la filosofía de Zubiri,
Editorial Manuscritos, Madrid, 2008, pág. 24.
9 [HD, 374]
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8
4
afecta a todo. Pero sólo en el hombre es formalmente religación, sólo en él es el
acontecer formal de la fundamentalidad. La persona no está simplemente
vinculada a las cosas o dependiente de ellas, sino que está constitutiva y
formalmente religada al poder de lo real»10. Lo que es un planteamiento
original, que abre múltiples posibilidades interpretativas de lo que es la
realidad, en lo que más profundamente afecta a la intelección y sobre todo a la
voluntad y libertad de los hombres. Como afirma Zubiri: «La religación, por
tanto, no es una función entre mil otras de la vida humana sino que es la raíz de
que cada cual llegue a ser física y realmente no sólo un Yo sino mi Yo»11. Esto
supone que lo fundamental de lo real está unido o religado al poder de lo real,
de un modo que es quizá la posibilidad de plenificación del ser humano, en su
dimensión personal y social.
Como se puede ver, existen más diferencias que similitudes entre la
filosofía materialista de Bueno y la realista de Zubiri. Aunque considero que la
actitud crítica como ya he mencionado y, en general el afán y el interés por
clasificar y comprender la estructura de la realidad y del hombre, es común en
ambos.
10
11
Ibidem, pág. 93.
Ibidem, pág. 93.
5
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