recursos discursivos en comunicacion

Anuncio
RECURSOS DISCURSIVOS EN COMUNICACIÓN
Abordaje de los valores sociales a través del discurso
Las palabras son portadoras de valores sociales. Culturalmente se van
asociando determinados conceptos y emociones a cada término lingüístico.
Pero con esta primera adjudicación de sentido no es suficiente para abarcar
los extensos "mundos" que pretenden ser nombrados a partir de las palabras.
Aún inconscientemente, seguimos determinadas estructuras discursivas
cuando queremos remitir a un sentido social que suponemos compartido por
todos.
Los valores sociales a los que nos hemos referido tantas veces, son
propuestos como verdades pero tienen, justamente, muy poco contacto con
las "cosas" reales. Son más bien prismas que, enfoquen lo que enfoquen,
indicarán un modelo acerca de cómo hay que analizar. Los valores (los mitos,
las creencias, los prejuicios, los condicionamientos espirituales y los límites
éticos) constituyen un tipo de signos que operan por sobre el primer
significado de los signos reales. Algo así como si un significado de un signo
concreto se convirtiera a la vez en significante de un nuevo signo, aún más
abstracto. Se ha criticado a los hindúes por preferir morirse de hambre antes
de tocar un animal que consideran sagrado, como la vaca. Lo que se da allí es
un valor que supera lo concreto y condiciona el mundo real. Hay un primer
signo (la vaca real) que está resignificado (la vaca como símbolo sagrado), y
este segundo lenguaje puede más que el primero en la vida de esa
comunidad. ¿Si a nosotros, en plena situación de miseria, sólo nos quedara el
perro, nos lo comeríamos también?
Sólo se puede explicar un discurso social a partir de un entrecruzamiento de
discursos sobre un mismo hecho o valor que se impone en ese momento social
y en esa cultura.
Dice Roland Barthes (en Fragmentos de un Discurso Amoroso): “dis-cursus es,
originalmente, la acción de correr aquí y allá, son idas y venidas, ‘andanzas’,
‘intrigas’. La palabra no debe entenderse en sentido retórico, sino más bien
en sentido gimnástico o coreográfico... no es el ‘esquema’; es, de una
manera mucho más viva, el gesto del cuerpo sorprendido en acción, y no
contemplado en reposo: el cuerpo de los atletas, de los oradores..”
Así, los sentidos se van corriendo, van transcurriendo, conformándose en la
intersección, en el habla misma, en la circulación de los mensajes.
Pongamos un ejemplo: “la violencia en el fútbol”. Podríamos enmarcar ese
discurso como un discurso social, creído por todos. Esto deriva de un
entrecruzamiento de discursos:
- las noticias de hechos de violencia;
- los rumores acerca del modo de funcionar de los “barras bravas”;
- las denuncias a dirigentes de clubes involucrados en los hechos;
- la sensación de impunidad de algunos violentos, que luego de ser
apresados en las canchas no quedan presos;
-
-
-
la corrupción económica de los clubes amparada por impunidad
jurídica;
la envergadura de los operativos policiales previstos para cada uno
de los encuentros clásicos y/o que pueden generar mayor riego de
violencia;
las transmisiones de TV que insisten en que la gente se quede en su
casa y no concurra a las canchas, imponiendo mayor miedo a la
violencia;
las opiniones de los hinchas;
la represión policial y la violencia en otros ámbitos extrafutbolísticos;
las declaraciones y los fallos de los jueces;
el marco legal acerca de la delincuencia;
la bronca social generalizada: los piqueteros, los paros, etc.;
los "infiltrados" violentos que aparecen en toda concentración
masiva;
Y, a la vez, infinidad de interpretaciones y opiniones a partir de cada uno de
estos hechos y discursos.
El sentido social actual de "la violencia en el fútbol" surgirá del
entrecruzamiento de todos esos discursos, recortándose de entre todos los
posibles sentidos para consolidarse en un campo especial y acotado de
sentido. Aquel que permiten los datos, las representaciones y las
interpretaciones de este momento social. Hace 80 años no se hablaba de
violencia en el fútbol, tampoco el fútbol tenía el lugar social y económico que
hoy ocupa y tampoco la violencia social en otros ámbitos era generalizada. En
cambio, hablar hoy de violencia en el fútbol remite a una serie de
representaciones más o menos similares en todos los que compartimos nuestra
cultura, más allá de nuestra cercanía o distancia con respecto a ese deporte.
En distintas épocas y en distintas situaciones, el SENTIDO SOCIAL que se
adjudica a determinados DISCURSOS va cambiando.
Hace algunas décadas, la honestidad no era un discurso digno de destacarse
en un candidato político. Se pretendían otras cosas en un canditado: sus
ideas, su poder de decisión, su proyecto económico, su equipo de trabajo,
etc. Sin embargo, frente al discurso social de la corrupción generalizada, esa
característica de honestidad ha cobrado otro sentido. En la actualidad, una
campaña política que logre mostrar en forma creíble a un candidato como
honesto puede ganar una elección. De hecho, el actual Presidente De la Rúa
sostuvo su campaña en torno a la idea de ser aburrido, en contraste con la
ostentación de riquezas y la vida pública farandulera de su antecesor, Carlos
Menem. Hoy, luego de reiteradas acusaciones a los humoristas, no caben
dudas acerca de la característica de “aburrido” del Presidente, en un sentido
literal, pero ¿qué ocurre con los demás valores asociados a esa idea de
aburrimiento (seriedad, austeridad, honradez, etc.)?
El sentido social ligado al divorcio hasta hace 15 o 18 años, dividía aguas en
torno a los que oponían “familia” a “divorcio”. Hoy, el divorcio ha pasado a
ser un ingrediente más de una nueva idea o sentido de familia, en donde los
hijos de uno y otro matrimonio conviven; las vacaciones de los hijos se dividen
entre ambos ex-cónyuges; el rol de “la pareja de mi papá” o “de mi mamá”
tiene un espacio importante en la vida cotidiana de los niños; etc. Si
preguntamos a los más jóvenes qué es para ellos la “familia”, muy pocos
coincidirán con aquel sentido que aparecía en los debates hace apenas un par
de décadas.
Otro tanto ha ocurrido con el discurso en torno a la eficiencia cargada de un
sentido social válido a la hora de plantear la necesidad imperiosa de las
privatizaciones de las empresas de servicios públicos (luz, gas, teléfonos,
transportes, autopistas, previsión social, etc.). Las privatizaciones adquirían
el sentido de evitar pérdidas fiscales: "Achicar el estado para agrandar la
Nación".
Sin embargo, en el debate acerca de la privatización del correo, que ocurrió
varios años más tarde, la eficiencia ya no fue un caballito de batalla para los
privatistas. El correo estatal era considerado eficiente por la ciudadanía. Y
su privatización se sostuvo en otros discursos sociales, como la corrupción y/o
transparencia en su adjudicación. El valor de su eficiencia pasó desapercibido.
La extensión y la duración de los valores sociales cambia según los
contextos. Principios como la fraternidad, la igualdad y la libertad parecen
haberse extendido por todo el mundo a lo largo de más de dos siglos.
Situaciones ligadas a la fama de algunos personajes o la moda por
determinada situación tienen una vida más fugaz y una extensión más bien
local.
Algunos recursos que sostienen valores sociales
Los valores sociales tienen una doble mediatización con respecto a lo real.
Las situaciones reales (con condiciones espaciotemporales y materiales concretas)
LOS HECHOS
Sufren una PRIMERA MEDIATIZACIÓN
que es el lenguaje, capaz de nombrar los
objetos concretos, personas, abstracciones y
conectarlas a partir de las reglas de distintos
códigos sociales (lingüísticos, gestuales, etc.)
EL LENGUAJE
cuando se trata de situaciones que
cuestionan o confirman los valores sociales
existentes aparece una
EGUNDA MEDIATIZACIÓN
que consiste en un nuevo lenguaje
que pretende describir, acercarse,
bordear, representar los valores
(sin lograrlo completamente)
EL LENGUAJE MÍTICO
Veremos algunos recursos que plantea este segundo lenguaje mítico.
Todos estos recursos tienen como objetivo común impedir el debate racional y
concreto sobre un tema. Cuando se utilizan, sirven para que los receptores
acepten "un" modo o prisma para ver las cosas. Se logra acotar así las
posibilidades de discusión. Y, por supuesto, mejorar el nivel de persuasión en
aquello que se dice.
1) La Vacuna: Cuando se confiesa un mal menor para tapar un mal mayor.
Las vacunas en medicina son pequeñas dosis de una bacteria para generar
anticuerpos en el organismo e impedir que la enfermedad se produzca.
Aunque las vacunas provoquen determinados síntomas, son preferibles ante la
alternativa de andar desprotegidos por la vida frente a la auténtica
enfermedad.
El ejemplo típico de vacuna es el de las mentiras piadosas. Alguien confiesa
haber mentido, pero justifica ese "mal" volviéndolo "menor" al ser comparado
con las intenciones seguramente altruistas que motivaron que esa mentira
ocurriera:
- Le dije que sí. Lo hice para evitarle sufrimiento;
- Me hice pasar por un falso médico. Lo pedía la investigación periodística
para que se descubrieran verdades más importantes;
También se aplica vacuna a otras situaciones:
- Peor hubiese sido si en lugar de robarle el dinero, los ladrones la hubiesen
agredido físicamente, Señora.
Frente a un mal peor, el mal menor queda resignificado como positivo. Se
dice frente a algún político: "roba, pero por lo menos hace cosas para la
gente". Existe una especie de resignación, al justificar cuestiones que son en
sí mismas negativas en función de pensar que "hay cosas peores". Siempre
habrá cosas peores. Sin embargo, eso no debería justificar situaciones. Por
ejemplo, alguien dice: "entregué tarde el trabajo porque quería dedicarle
tiempo y hacerlo bien", cuando en realidad, una entrega tardía de un trabajo
implica, precisamente, no haberle dedicado el tiempo necesario (cualquier
parecido con la realidad de este grupo, es pura coincidencia).
En un sentido contrario, suelen circunscribirse problemas acotándolos a
cuestiones más pequeñas o sectorizadas, cuando en realidad se trata de
problemáticas generalizadas en la sociedad. Por ejemplo, hablar de la
violencia en el fútbol por no hablar de la violencia de toda la sociedad; hablar
del fenómeno de la cumbia villera y la droga, en lugar de plantear el
problema de drogas en todos los jóvenes; declarar algunas situaciones de
corrupción para tapar la corrupción de todo el sistema.
2) El Gatopardismo: Cuando se plantea un gran cambio para no cambiar nada
en realidad. Se cambia todo lo superficial, lo formal, lo que no hace al quid
de la cuestión. Pero ese "todo" no afecta la esencia de aquello que habría que
cambiar. Por ejemplo, cuando hay cambios de gabinete o se anuncian nuevas
medidas económicas. Se presentan como grandes cambios que modificarán el
rumbo económico de un país, que reactivarán el mercado, frenarán los
problemas sociales, etc. Cuando, en realidad, el modelo económico suele
seguir un único curso relativamente estable y este tipo de cambios son más
bien superficiales o de coyuntura.
O cuando se cambia un conductor de un programa televisivo cuestionado por
los valores que transmite. Se muestra otra cara visible, pero no se han
alterado los contenidos que generaron la disconformidad.
3) La verificación es un recurso que cuando generaliza omite y suprime
información.
Al igual que la tautología, tampoco agrega nada y generalmente está
sostenida:
3.a) Las citas de autoridad. La autoridad la da la persona concreta que lo
dice. No fue igual cuando el ex ministro de Economía Domingo Cavallo mandó
a los científicos a lavar los platos, que cuando un vecino cualquiera dice que
los científicos no trabajan. No es igual cuando dijo Rodolfo Rodriguez Sáa en
ejercicio de la presidencia "no vamos a pagar la deuda externa", que cuando
lo dice en su discurso un militante del partido obrero o del movimiento de
desocupados.
Sin embargo, no hay que confundir el sentido de "autoridad" con un cargo
concreto ocupado por una persona, o con un sentido positivo de la palabra.
Autoridad tiene relación con la influencia de quien habla en un determinado
ámbito. Si estamos hablando de recetas de cocina, la cita de autoridad
recaerá sobre la abuela que ya ha probado reiteradas veces sus virtudes en la
cocina. Una modelo tendrá autoridad para hablar de tratamientos de belleza
y menos para opinar sobre una obra de teatro o un candidato político.
Los medios suelen circunscribir la autoridad a la fama. Así, cualquier actor
exitoso puede opinar sobre cualquier cosa sólo porque es una persona
conocida.
Pero, a nivel de discurso mítico, solo habrá cita de autoridad
cuando basta con mencionar que alguien pronunció determinada afirmación
para aceptarlo y dar por anulado el debate al respecto.
3. b) Legislar a partir de lo concreto: cuando aparecen ejemplos concretos
y específicos que se encuadran en generalidades y otorgan sentido a leyes o
supuestas verdades.
Por ejemplo, cuando entre el tránsito cotidiano alguien realiza una infracción
o maniobra peligrosa, las respuestas son variables. Si ese alguien es un varón,
se le dice "¿Qué hacés, tonto?" (u otros epítetos), pero todos insultos de tipo
personal hacia esa persona particular que ha cometido la infracción. En
cambio, si ese alguien es una mujer, comienzan las definiciones de tipo:
"Mujer tenías que ser, son todas iguales, andá a lavar los platos".
Todos los prejuicios y generalizaciones están sostenidos en este tipo de
operaciones discursivas. También los consejos vertidos con justificaciones del
tipo: “soy más grande, sé lo que te digo”; “ya pasé por eso”;
experiencia me demuestra...”; "te lo digo porque sé"; etc.
“la
En estas situaciones se priva de las condiciones reales de producción y
reconocimiento del hecho, para mirarlo a través del tamiz de una verdad
previa, construida supuestamente a partir de la experiencia y de la
acumulación de ejemplos similares, pero que ante cada nueva situación se
vuelve un obstáculo perceptivo.
Por ejemplo, percibimos a una persona coreana confundiéndose al cobrar en
un autoservicio y ya le adjudicamos que se equivocará a su favor y no al
revés, por un prejuicio previo. Si casualmente no se da la situación, la
trataremos como excepción, pero rara vez modificaremos la regla o la
generalización. ¿Cuántos varones manejan mal y aún así no logramos romper
el prejuicio de varones conductores y mujeres torpes?
3. c.) Las palabra ajenas. Se engloba dentro de esta denominación a todas
las frases hechas, que condensan opiniones sobre una determinada situación.
Los refranes son claramente una palabra “ajena” que se hace propia. Alguien
dijo alguna vez... “al que madruga, Dios lo ayuda...”; “cría cuervos y te
comerán los ojos”; “al que nace barrigón, es al ñudo que lo fajen”; "lo
importante es competir"... y podríamos continuar horas dando ejemplos.
Cada persona, en su vida cotidiana, los reutiliza para infinidad de situaciones
diferentes a las que le dieron nacimiento, pero igualmente aplicables. Son
una "regla" o "prisma" desde el cual todo puede ser interpretado.
También hay slogans y frases popularizadas por famosos, cuyos creadores y
contextos son más fáciles de encontrar y reconstruir. Se han unido a sentidos
que quedaron fijos en nuestra memoria y hoy se aplican a nuevos contextos:
“Caro, pero el mejor”; “El sabor del encuentro”; “sponsor oficial de...”; “la
pregunta del millón”; “un corte, una quebrada... y volvemos”; “si querés
llorar, llorá”;
el grito de “atrás, atrás!!” de la empleada pública
personificada por Gasalla... y las frases políticas: “unidos o dominados”; “los
argentinos somos derechos y humanos”; “la casa está en orden”; “Felices
Pascuas”; “síganme, no los voy a defraudar”; “estamos mal, pero vamos
bien”...
Los títulos o estribillos de canciones, películas o programas televisivos
también se retoman en otros ámbitos. A veces, en este caso, se alteran
algunas palabras. Por ejemplo, hoy podría titularse en un diario: "el Ministro
de mi vida"; en alusión a la telenovela El sodero de mi vida de Canal 13. O
bien, "La Matanza rebelde" con relación al film La Patagonia rebelde.
En 1815, Hapdé afirmaba: “para hacer un buen melodrama, basta con
conseguir un título y calcular bien su efecto”. Pocos recursos han dado tanto
resultado durante tanto tiempo en relación a su posibilidad de atracción de la
gente a distintos formatos discursivos como la elección de un buen título.
Frente a un título sugestivo, cada receptor dispara su imaginación y surgen a
partir de él millares de ideas, conceptos amplios e intangibles, difíciles de
precisar, mundos fantásticos. Construimos en nuestras mentes un argumento,
una estética y un tipo de mensaje “acorde” a lo que ese título ha sido capaz
de despertar en nosotros.
Aún hoy, casi 200 años después de esa taxativa definición sobre el entonces
incipiente melodrama, los títulos nos llevan muchas veces, no sólo a conocer
el verdadero argumento de una novela, sino que nos impulsa a elegir una
película cinematográfica, pispear un libro o leer una nota periodística. Todo
esto sin hablar siquiera del fuerte poder de los slogans que llevan a consumir
determinados productos y marcas.
Cada vez con mayor asiduidad en la prensa los periodistas presentan las
noticias a partir de títulos cómplices, apelando a las frases que están de
moda, remitiendo una y otra vez a personajes y conceptos que ya cuentan con
una previa adhesión popular. Las "palabras ajenas" comienzan a ser "palabras
de todos".
4) Cuantificar la calidad. Ocurre cuando se intenta justificar algo del orden
de la calidad o la cualidad de una persona, programa, producto o situación a
partir de argumentos de tipo cuantitativo. Acabo de comprar una crema para
las manos y en su etiqueta dice: "uñas 30% más fuertes". ¿Cómo puede
evaluarse en términos de porcentaje la dureza de las uñas?
Escuchamos, por ejemplo:
- ¿Es bueno este programa?
- A la gente le gusta, tiene como 20 puntos de rating.
- ¿Qué tal es este Intendente?
- Debe ser bueno. Fue reelecto dos veces con más del 60% de los votos.
-
Baje 9 kilos en 23 días.
- No se pierda esta película. 800.000 espectadores ya la ovacionaron!!!
La vocación por justificar todo a partir de números llevó a lo que algunos
analistas han dado en llamar “encuestocracia”. La mayor parte de las
opiniones políticas de los ciudadanos son tabuladas y medidas a través de
encuestas: las intenciones de voto, la adhesión ante alguna medida política o
económica, la opinión sobre un tema que se está debatiendo, la imagen de
una figura pública, el rating de los programas de interés general, el consumo
de determinados bienes o productos, etc. Todo es “encuestable” y
actualmente se considera a las encuestas como el principal y más inmediato
canal de comunicación entre los ciudadanos y los gobernantes.
Ese número resultante de las mediciones de encuestadoras no tiene en cuenta
motivaciones y matices. Cuando se afirma que el 35% de la población tiene
una imagen positiva sobre una persona y/o medida, pueden tenerse a mano
datos como su edad, su poder socio-económico, su elección previa en las
elecciones anteriores, pero rara vez se conoce a través de las encuestas cuál
es el valor social que aparece detrás de esas mediciones. Para saberlo se
requieren otros mecanismos de tipo cualitativos: entrevistas y grupos de
análisis en donde la gente exprese más extensamente sus ideas.
Cuando los programas de televisión contabilizan los votos por SÍ o por NO con
relación a la pregunta acerca de un determinado tema, son los conductores o
periodistas que han lanzado la pregunta quienes agregan una interpretación
acerca de lo que supuestamente el público piensa. Muchas veces, incluso,
tenemos la sensación de que la formulación misma de la pregunta presenta
una falsa opción, ya que han variables de la situación que quedan afuera
incluso del planteo propuesto por el medio.
5) Ninismo o comparar lo incomparable: “Dime con quién te comparas y te
diré cómo eres”, declara uno de los tantos dichos populares.
Las
comparaciones requieren un parámetro común que permita que los signos a
ser relacionados se asemejen en algún aspecto o por alguna cualidad. Hemos
visto ya su lógica cuando hablamos de metáfora. Pero muchas veces la
comparación aparece forzada o sostenida en un detalle, en un punto tan
lejano entre los signos que vuelve inexplicable su relación. Por ejemplo, si
alguien preguntara: “¿qué tienen en común Fidel Castro y Castells? Ambos
tienen barba". Evidentemente, más allá de la veracidad de la afirmación
(ambos tienen barba realmente), la ideología y la función pública de ambos,
sus contextos y acciones son antagónicas.
Al agrupar los signos a partir de un hecho anecdótico, logramos anular el
debate acerca de las verdaderas diferencias entre ambos.
Otra forma de hacer resaltar un signo es poner de un lado una serie de
cuestiones o personas, asemejándolas y así mimetizándolas, para
compararlas con otro polo bien diferenciado del primero. Por ejemplo:
"Ni 'star', ni 'sexy', ni primera dama, ni alta ejecutiva. Y, sin embargo,
todos los medios la asedian de continuo, siguen sus pasos, hablan de ella. El
mundo entero la conoce y admira".
¿De quién habla el texto? ¿Cuál es la mujer que, opuesta a aquello que
parece ser condición para entrar en los medios, ha ocupado centímetros de
papel prensa, flashes televisivos? Se trata de Teresa de Calcuta y este modo
de presentarla es parte de la contratapa del libro Amor: un fruto siempre
maduro, que contiene breves reflexiones de la Madre Teresa para cada día
(Selección de Dorothy Hunt - Ed. Atlántida).
Si analizamos bien, entre una estrella y una alta ejecutiva hay grandes
diferencias de estilo y de actitud de vida. Sin embargo, quedan encuadradas
"del mismo lado" frente a una actitud radicalmente tan opuesta, como la de la
obra de la Madre Teresa. Todas ellas, las de ambos polos, están unidas por un
punto en común: la prensa repara en ellas.
"Ni lo uno ni lo otro, sino todo lo contrario" sería la síntesis de este tipo de
comparaciones. El slogan de Izquierda Unida en las elecciones presidenciales
de 1999 decía: "Los yanquis ya tienen dos candidatos: Duhalde y De la Rúa.
Vote candidatos argentinos".
6) La tautología: Cuando se plantea una supuesta definición que no aporta
nada nuevo, en realidad.
Los slogans publicitarios abusan de este tipo de recurso.
"Coca-cola es así". ¿Qué nuevo sentido aporta ese "así"? Ninguno y todos:
podríamos decir que bajo una apariencia de definición, no se agrega ningún
concepto nuevo, pero todos sabemos qué significa y cómo es la gaseosa, no
necesitamos nuevos adjetivos que la definan.
Cuando ya no quedan palabras para justificar una situación, se dice: "La
familia es la familia", "bussiness are bussiness", "un fin de semana es un fin de
semana" enmarcados como cierre de una acción concreta. En realidad, quien
elabora y plantea estas tautologías está reconociendo y exponiendo un valor
que fue directriz de su accionar. En nuestros ejemplos podemos deducir que
el primero en hablar resignó algo personal en función de su familia; el
segundo justificó algo poco ético en función de que el código comercial
permite algunas licencias; el último gastó más de lo previsto o descansó poco,
pero valió la pena.
Muchas veces la tautología es una definición cargada de palabras técnicas
que tampoco aportan nada nuevo, por ejemplo: "Llamamos reconversión
productiva a un cambio en todos los aspectos de la producción". Podríamos
sintetizar este recurso diciendo que se trata de "definir lo mismo por lo
mismo". Otras formas: "¡Y, vos sabés cómo es la gente!", "Hay gente para
todo", "Mi novio es lo más" o "Los argentinos somos así". En todas ellas, una
vez más, el sentido del lenguaje deberá completarlo el receptor acordando
con quien emite su forma de ver a la gente, al novio, a los argentinos.
Muy unida a la tautología está la redundancia comunicacional. El discurso
amoroso, lugar mítico si existe, es un claro ejemplo de este mecanismo. A
veces basta con reiterar un modo especial de denominación -cielo, amor,
vida, papito, etc.- para cargar de sentido una situación.
7) Privación de la Historia o Naturalizar lo cultural: Cuando se explican las
situaciones a partir de definiciones tales como “siempre ha sido así”, “nunca
será diferente”; “jamás cambiará”; "es normal que reaccione así"; "es natural
que eso pase", se está convirtiendo en ley biológica algo que en realidad es un
producto cultural. Se evalúan las situaciones como si las conductas y las
motivaciones de las personas pudieran equipararse a los ciclos de un
ecosistema, los instintos animales o los fenómenos astronómicos.
Nos parecen naturales determinadas lógicas y situaciones actuales: que las
políticas sociales estén subordinadas a criterios económicos; que una persona
pueda cambiar su forma de ser luego de ocupar un cargo público o adquirir
fama y deje de atender a los vecinos o amigos; que algunos buenos
programas de televisión puedan levantarse porque el rating no es el esperado;
que los varones ganen más dinero que las mujeres en tareas similares; que los
trámites de las obras sociales demoren mucho tiempo; que algunos estudios y
deportes estén vedados a los niños con bajos recursos económicos; etc., etc.,
etc.
Podríamos enumerar tantísimas situaciones que han derivado de
diferentes variables histórico-sociales, algunas de larga data, otras de
incorporación más reciente, pero todas determinadas por la cultura y los
roles asignados por ella a personas, instituciones, valores.
La inmutabilidad que acompaña este tipo de concepciones hace que, al
evitar el debate y el cuestionamiento sobre cómo se han dado las condiciones
que generaron la situación actual, perdamos de vista que podemos
modificarla.
Frente a estos recursos, apenas un muestrario de los recursos que tienden a
condensar el sentido, a imponer como única posibilidad una visión del mundo
limitada podemos hacer muchas cosas. En principio, reconocerlos en
nosotros y en los demás. Luego, cuando nos encontramos frente a ellos,
podremos experimentar cómo su simple relativización -una repregunta sobre
aquello que se da por sabido, una reflexión sobre aquello que se está
prejuzgando, un cuestionamiento a lo inamovible- nos permite cambiar la
postura desde la cual evaluamos un hecho, adquiriendo una visión más amplia
de los hechos. Tal vez se trate de una visión un poco más confusa, sin tantas
certezas incuestionables, pero será seguramente una mirada mucho más
permeable y operativa a la hora de cambiar situaciones
Los mitos y sus estrategias discursivas, denominadas figuras o recursos
retóricos, son los principales hacedores de realidades y valores sociales dentro
de la cultura. Es cierto que ningún lenguaje es reflejo de una "realidad", que
ésta sólo es aprehendida a través de una mediatización, que es el lenguaje (la
lengua, pero también los códigos gestuales, icónicos, espaciales, etc). Pero
también es cierto que el lenguaje mítico ratifica la idea de pensar a los
lenguajes absolutamente desligados de la materialidad.
"Miente, miente... algo quedará"
Esta famosa frase, cuyo origen se otorga míticamente a Goebbels, ideólogo y
comunicador del régimen nazi, ha recorrido contextos y situaciones, siempre
con el mismo poder de comprobación. Su premisa es que no interesa si lo que
se reitera una y otra vez en los medios tiene algo de verdad, gran parte de la
gente creerá lo que se hace circular acerca de algo. O al menos pondrá en
duda su inocencia. Pensemos en los grandes escándalos a través de los
medios y su evolución a través de la justicia. Hubo una acusación a una
maestra por involucrarse afectivamente con un alumno de 12 años. Los
medios repitieron su culpabilidad y armaron debates dando por sentado el
hecho. Sin embargo, la justicia declaró la inocencia de la docente. ¿Cuántos
de los espectadores piensan que realmente lo es? Muy pocos. El poder de los
medios pudo más.
Es cierto que aquí se juega un entrecruzamiento de discursos acerca de la
falta de credibilidad en la justicia y demás, pero la situación se repite una y
otra vez... y los únicos realmente impunes son los medios.
Hay dos grandes modos de alterar el referente postulado como "realidad": la
omisión y la distorsión.
Del primer modo son expertos los medios. Podemos pasarnos mucho tiempo
juzgando aquello que los medios dicen. Pocas veces reparamos sobre aquello
que no dicen. Básicamente lo que vende en los medios es el hecho
extraordinario. Por lo tanto, las situaciones cotidianas de carencias sociales,
abusos de autoridad, operativos policiales truncos, insatisfacciones y
frustraciones diarias que generan las grandes medidas económicas, los
encuentros en la gente, los espectáculos con escasa difusión o marketing, los
comercios que se abren renovando expectativas... las situaciones diarias de la
gente no son noticia.
También está justificada en función de la búsqueda del rating y de los
criterios de marketing y venta la distorsión, exageración y deformación de
algunos datos o situaciones para mantener la atención en la pantalla y volver
extraordinario algo que realmente no lo ha sido.
Se combinan aquí creencias acerca de que cuando algo se comenta, por algo
será: "Cuando el río suena...". El "algo habrá hecho" con el que se cerraban
los incipientes debates acerca de los desaparecidos durante la última
dictadura militar prueban la efectividad de este principio.
Algunos analistas políticos dicen: "Nada más firme que aquello que los
funcionarios desmienten", en alusión a que cuando algo aparece con firmeza
en los medios y debe ser desmentido es porque la fuente de información es
fiel y el gobierno trata de encubrirla.
Desde la campaña internacional de desprestigio hacia la Argentina
(argumento con el que los militares hacían frente a las pocas informaciones
que denunciaban el terrorismo de Estado) hasta las campañas políticas en
contra de un determinado personaje o las persecuciones políticas que
terminan llevando a alguien a tribunales o a la cárcel... muchos discursos
quedan "irresueltos" en la nebulosa de acusaciones. ¿Quién dice la verdad?
¿Los que acusan, los defendidos, los que pretenden desenmascarar un delito,
los que lo han juzgado formalmente? Todos ellos tienen lugar en los medios,
mientras tengan un discurso verosímil, creíble, con apariencia de verdad,
susceptible de haber ocurrido, posible. Lo verosímil es un segundo lenguaje
muy utilizado por los medios. Segundo lenguaje porque ha perdido contacto
con los hechos concretos, no debe ser "probado" en términos de verdad (como
debe hacer la justicia para acusar a alguien a través de pruebas). Al discurso
verosímil le basta con ser "probado" en términos de "probabilidad", de
contacto con los demás discursos que circulan alrededor de los valores que
mediatizan y evalúan los hechos concretos. La reconstrucción de ese discurso
verosímil corre por cuenta de quienes lo reciben.
Descargar