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El tema del texto es el lamentable estado de preparación de los jóvenes en
España.
El tema es la irresponsabilidad de los españoles en la formación de su juventud.
El tema es la necesidad urgente de detener el retroceso educativo de nuestros
jóvenes. [creo que es el enunciado que mejor recoge la idea que nos quiere transmitir la
autora]
El tema es la ventaja en España para un anciano de verse más listo que un joven.
[mal]
El tema es el daño causado a la juventud española por culpa de una educación
desastrosa.
Un resumen aproximado del texto podría ser el siguiente [lineal]:
Es falsa la idea generalizada de que la juventud sea cada vez peor, pero sí es
cierto que los jóvenes españoles están actualmente muy mal preparados en comparación
con otros países desarrollados. La culpa de esta situación recae no solo en nuestros
dirigentes, que ponen excusas para no remediarlo, sino en todos nosotros, que toleramos
programas televisivos degradantes.
O [más libre pero empleando la misma ironía que en el original]:
Si ofrecemos a nuestros jóvenes ejemplos tan recomendables como los
contenidos en cualquier estercolero televisivo o les entretenemos a lo largo de su
formación académica con diversos planes de estudio, a cual mejor, no podremos luego
lamentarnos del puesto vergonzoso que ocupa España en el ranking mundial de niveles
educativos. Solo nos consolaremos pensando lo buenos que éramos en comparación con
los jóvenes actuales.
La estructura del texto, desde un punto de vista externo, está dividida en tres
párrafos, división que coincide además internamente con la organización típica del
artículo de opinión: planteamiento, desarrollo argumentativo y conclusión final en
forma de tesis. Veámoslo con más detalle.
El primer párrafo sirve de introducción al problema, ya que nos explica la
falsedad de un tópico extendido. Para ello ejemplifica la cuestión remontándose a la
época de los egipcios, cuando ya los adultos menospreciaban a los jóvenes por
considerarlos inferiores a ellos.
En el segundo párrafo, la autora demuestra mediante datos estadísticos (línea 10)
y centrándose en el caso español (línea 7) la gravedad del problema (la línea 11 contiene
ejemplos de materias fundamentales que los estudiantes no dominan), por lo que el
tópico aquí sí es verdad. En las líneas 12 a 14 Rosa Montero contraargumenta la excusa
que pone el gobierno (recogida a través de una cita ajena indirecta) para justificar estos
datos alegando el nivel socioeconómico superior que tenemos en España (argumento de
generalización indiscutible), por lo que encuentra la causa del problema en los vaivenes
políticos del país y la consiguiente manipulación de los planes educativos según
intereses ajenos a los propios alumnos (argumento de causa-consecuencia).
El tercer parágrafo continúa la argumentación con una nueva relación causaefecto, esta de mayor calado que la anterior puesto que implica a toda la sociedad.
Creamos ídolos juveniles a través de los medios y los catapultamos a la fama sin
merecérselo, como algunos participantes de Gran Hermano, ejemplo significativo de
personajes patéticos convertidos en anunciantes oficiales al servicio del poder. La
conclusión, irónicamente formulada, es clara: idioticemos a los jóvenes para sentirnos
superiores a ellos. Si consideramos que la tesis implícita es la contraria (preparemos
bien a los jóvenes para luego no lamentarnos), como es lógico pensar dada la ironía de
todo el texto, debemos concluir que el tipo de estructura es sintetizante o inductiva pues
se ha llegado a esta idea tras un proceso expositivo-argumentativo anteriormente
descrito.
Un esquema que recoja la sucesión de ideas primarias y secundarias podría ser el
siguiente:
1. Tópico sobre la juventud calamitosa.
1.1. En España es cierto.
1.1.1. Fracaso escolar.
1.1.1.1. No está justificado.
1.2. Causas
1.2.1. Ineficacia de los planes.
1.2.2. Sociedad permisiva.
1.2.2.1.Televisión basura.
1.3. Consecuencia
1.3.1. Sentirnos superiores.
1.3.2. [Si no lo remediamos, nos lamentaremos]
Una vez vista la coherencia global del texto, abordamos a continuación la
valoración crítica del mismo. Tanto la importancia del asunto tratado como la forma en
que la autora lo ha expuesto me parecen plenamente convincentes. La valentía y
claridad con que Rosa Montero denuncia a los responsables del problema es algo que
merece el aplauso de todos, incluidos padres, hijos y profesores. Sólo los políticos se
verán señalados para su vergüenza, pero sólo así suponemos que se les removerá la
conciencia y corregirán los errores cometidos. Y es que más vale tarde que nunca.
Coincido, desde mi posición de profesor de instituto, con la postura de Rosa
Montero. Día a día observo alarmado cómo se deteriora el nivel académico de mis
alumnos y, aunque asumo la parte de responsabilidad que pueda tocarme, comprendo
que los profesores solos, sin la ayuda de los gobernantes –sean del signo político que
sean-, no pueden hacer nada. Ya no digamos en una sociedad que valora el triunfo fácil
y desprecia el esfuerzo, la entrega y la constancia. ¿Llegará un día en que todos
arrimemos el hombro y pongamos fin a esta situación que perjudica a los más
indefensos?
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