Política y educación en el Uruguay en la década de 1930. La búsqueda de una nueva institucionalidad para la Enseñanza Secundaria durante la dictadura de Terra. Antonio Romano1 Síntesis Los avances que proponemos poner a discusión provienen de la investigación que desarrollamos en el marco de la realización de la tesis de doctorado en FLACSO- Argentina. Este proyecto tiene como preocupación central comprender las formas que ha asumido la educación secundaria en el Uruguay. El sentido de este análisis histórico radica en que en nuestro país ya desde muy temprano (1935), la forma de gobierno que se definió para este susbsistema de enseñanza, incluía una representación importante de docentes (3 en 6 miembros) . Si sumamos a esta particularidad -que la mitad de los integrantes son electos directamente por los docentes-, el hecho que el Ministerio de Educación carecía de competencia constitucional en materia de regulación sobre la acción de este Consejo, tenemos un laboratorio histórico que nos permite evaluar la pertinencia de políticas educativas que proponen en la actualidad la participación activa de los docentes. (Por ejemplo el caso de las políticas docentes que promueve la UNESCO). El interés de la investigación radica, al menos en tres razones. Por un lado, en que el análisis de esta forma de organización con participación de los actores docentes en el gobierno de la enseñanza, apuesta a comprender las claves de una experiencia histórica que se prolongo durante varias décadas (hasta 1971), y que puede ser un antecedente de referencia a la hora pensar en el diseño de políticas educativas. Por otro lado, también ofrece la posibilidad de analizar un caso que resulta paradigmático para tratar de profundizar en las formas en que se han planteado las relaciones entre política y educación. Como hemos demostrado en otros trabajos (Romano, 2006), las principales transformaciones estructurales en el sistema educativo uruguayo han ocurrido en dictaduras, y este caso no es una excepción. Aunque existía consenso de la mayoría de los actores universitarios y políticos desde tiempo atrás, la separación de Secundaria de la Universidad se pudo concretar en un contexto político autoritario. Resulta de particular interés, además, analizar porque un gobierno autoritario decide incorporar una fuerte participación de los docentes en el gobierno de la Educación Secundaria. Por último, creemos que a través de estos trabajos de corte histórico es posible comprender algunas de las razones que dificultan los procesos de cambio institucional en el presente. En el caso de uruguayo es posible encontrar patrones de “abandono escolar” en secundaria que se mantienen constantes desde la década de los 50, sin que las “reformas” o “reformulaciones” que se han intentando implementar hasta el presente, hayan podido alterarlos en forma significativa. El objetivo de la investigación es dar cuenta de la forma particular que asume la Enseñanza Secundaria cuando se institucionaliza como un subsistema separado de la Universidad. Pretendemos dar cuenta de los debates previos ubicando a los principales actores en la disputa, para finalmente dar cuenta de la forma institucional y la estructura de gobierno que se plasmó para este susbsistema de Enseñanza. Nuestra perspectiva de análisis se apoya en las contribuciones del Análisis Político del Discurso. Apostamos a realizar un trabajo de des-sedimentación del significado de las categorías que son utilizadas por los diferentes actores políticos y educativos como una manera de dar cuenta de los diferentes proyectos que se pusieron en juego, cual venció, cuales resultaron vencidos, las negociaciones, y las razones que permiten explicar esta supremacía del proyecto que se impuso. Por esta razón el concepto de “hegemonía” y de “significante vacío” que propone Laclau (1996) van a transformarse en centrales. Junto con estos se propone profundizar en las conceptualizaciones acerca de “lo político” propuestas por Mouffe (2008) y “lo pedagógico” (Puiggrós, 1996) como un campo que tiene su propia especificidad. Dicho enfoque permite incorporar la historia intelectual como una dimensión específica del debate, puesto que tiene como su centro a la relación entre la institución universitaria y un gobierno de facto -aunque constitucional en su origen, es un golpe de Estado que promueve el presidente constitucional. Las confrontaciones entre el Poder Ejecutivo, el Parlamento y la Universidad alcanzaron niveles altos y permanentes durante el tiempo que se extendió la dictadura, al punto que la Universidad se constituyo en uno de los principales bastiones de resistencia contra el gobierno de facto. La discusión pedagógica está fuertemente atravesada por la posición política de los actores. No obstante, lo paradójico del caso es que el discurso pedagógico que triunfa y se consolida en este momento político, se define como opuesto a la política. El centro de la discusión en las vísperas del golpe estuvo planteado en torno al concepto de autonomía. Este concepto, que esgrimió la Universidad para evitar la intervención del Poder Ejecutivo tanto en la definición de los planes como en la designación (o destitución) de autoridades de la enseñanza, 1 Universidad de la República (Uruguay); [email protected] fue el que termina finalmente estructurando a la Enseñanza Secundaria. Y esto ocurre no porque se impusiera la Universidad, sino porque a pesar de las diferencias políticas entre los actores, este criterio era reconocido por una amplia gama de actores que apoyaban el régimen. Este concepto tiene una tradición importante en las instituciones universitarias de todo el mundo, pero en este momento en particular adquirió en el Uruguay una forma extrema. Esto se evidencia cuando se revisan las actas del primer Congreso de maestros realizado en 1932, donde uno se encuentra con un actor universitario que propone como moción de resolución -que termina siendo aprobada-, la creación del Poder Educador. Lo que el Dr. Petit Muñoz plantea en su proyecto es ir a “una reforma constitucional de fondo que ponga en manos de la educación la llave de sus propios destinos, que la haga dueña de sí, amparándola contra cualquier poder extraño a ella misma.” (Demarchi, 1996: 64) El poder Educador es pensado como un “cuarto poder del Estado en un plano de independencia e igualdad jurídica, respecto a los otros poderes”: Ejecutivo, Legislativo y Judicial; y que estaría “integrado por todos los educadores, entendiendo por tales, sentido amplio, los creadores de cultura: maestros, profesores, artistas e investigadores, que elegirían las autoridades: Consejo, Asamblea y un Gran Consejo Central”. (Demarchi, 1996: 64) Las fuentes de información son archivos de las instituciones (Consejo de Enseñanza Secundaria, Archivo de la Universidad de la República, Archivo General de la Nación, Biblioteca Nacional, Archivo de la Cámaras de Representantes), así como la prensa del período. En el archivo de la Universidad de la República existe actualmente un proyecto de recuperación de archivos individuales que permiten complementar los archivos institucionales. En este momento nos encontramos en la etapa de revisión del archivo de la Universidad de la República. Probablemente para la fecha de realización del congreso hayamos podido incluir otros archivos, sobre todo vinculados a la prensa. En los documentos analizados hasta el momento hemos podido reconstruir la dinámica de funcionamiento de la Universidad en vísperas y durante los primeros años del golpe de estado (1932-1936). Allí lo que descubrimos es que la Universidad de Montevideo lejos de tener una unidad de accionar era una federación de Facultades. Entre los diferentes componentes que la constituían incluía una Sección de Enseñanza Secundaria y Preparatorios. En este marco las diferentes partes ostentaban un grado tal de autonomía interna, que el órgano que podía cumplir las funciones de gobierno, el Consejo Universitario, solamente operaba como una suerte de juez, que supervisaba el buen relacionamiento entre las partes. Los ámbitos de decisión eran las Facultades. En este contexto institucional vemos como la reacción ante un exterior amenazante como lo fue el gobierno dictatorial, contribuye a ir definiendo una estructura que tiende a unificar y dar sentido de cuerpo. Es así que se instituye una Asamblea General de los Claustros que tiene como cometido darse el “Estatuto” que permitiera regular el funcionamiento de la Universidad como institución unitaria. Los debates dentro de la Universidad, y de esta con el Poder Legislativo revisten particular interés, puesto que lo que allí vemos en juego es una versión exacerbada de los actores universitarios que consideran que la sanción de este reglamento debía ser una prerrogativa de la Universidad y no del Parlamento. En el marco de esta discusión es que se procesa la separación de la Sección de Enseñanza Secundaria y Preparatorios de la Universidad. Desde el punto de vista pedagógico lo que vemos allí, y que se mantiene hasta hoy, son dos tendencias. La primera es la tendencia a identificar la Enseñanza Secundaria con la Enseñanza Media. La Enseñanza Profesional tenía una marca que la ligaba con su identificación de origen: un correccional de menores. La otra tendencia, y que reforzaba la identidad de la Enseñanza Secundaria, es su carácter de preuniversitaria. Dar cuenta de estas marcas que se refuerzan en el momento en que se reconfigura el campo educativo es de particular importancia, puesto que el carácter de preuniversitaria de la Enseñanza Secundaria, junto con el desprestigio de la Enseñanza Profesional, constituyeron elementos que definieron su identidad. Lo que nos importa es ver los mecanismos a través de los cuales esto se procesó, puesto que el ejercicio de repensar la enseñanza media en la actualidad nos obliga a deconstruir la forma que dividieron el campo y los lugares que cada una asumió. Un importante elemento que opera en forma encubierta en las dinámicas cotidianas de la institución de Enseñanza Secundaria es su carácter selectivo. Pero este carácter fue definido en función de las tareas que se le asigno a la educación en el conjunto del sistema escolar, donde la Universidad se constituyó en el medio de selección y reforzamiento de las élites dirigentes. Este mandato selectivo que le daba sentido a la educación en su conjunto, aunque con un papel destacado a la Enseñanza Secundaria, entra hoy en contradicción con el mandato democratizador. La “crisis en la educación” del cual se habla en forma frecuente en la actualidad, creemos que tiene aquí una de sus fuentes privilegiadas. Poder deconstruir las decisiones que contribuyeron a definir ese perfil, creemos que es un elemento imprescindible para la construcción de un sistema educativo más democrático.