Fuentes escritas…

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Fuentes escritas…
A leer
Fuente Número 1.
"La amenaza de más reformas y el colapso electoral de 1965 empujaron a los divididos
partidos derechistas (liberales y conservadores) a organizar uno nuevo e influyente, el
Partido Nacional. El aumento de los conflictos sociales y el desafío que planteaba el
PDC acercaron a los partidos Socialista y Comunista -a menudo en desacuerdo- con el
pomposito de utilizar su frágil alianza, el FRAP (Frente de Acción Popular) y formar el
eje del movimiento de Unidad Popular (UP). El PDC, atrapadas entre las ahora
fortalecidas derecha e izquierda, y debilitado por deserciones (minoritarias, pero
perjudiciales), efectuó una autocrítica profunda en su programa electoral de 1970 y
escogió a Radomiro Tomic, de su ala izquierda, como candidato a la presidencia, con la
promesa de intensificar y acelerar las reformas que la saliente administración
democratacristiana sólo había implantado en parte. Con la esperanza de capitalizar el
indiscutible atractivo personal del ex presidente Alessandri, el Partido Nacional lo
designó candidato de un programa electoral que destacaba la autoridad, la ley y el
orden. Unida en la coalición de la Unidad Popular, la izquierda eligió, aunque no sin
alguna indecorosa riña pública, al senador Salvador Allende para que condujera su
cuarta campaña presidencial, basada en este caso en un programa que incluía profundos
cambios sociales, políticos y económicos. Allende derrotó a Alessandri por un estrecho
margen, sólo obtuvo una votación minoritaria. Debía enfrentar tareas de mucho mayor
envergadura que las de sus antecesores, y el apoyo con que contaba era bastante menos
sólido. El gobierno de Allende no fue, de modo alguno, el único capaz de manejar los
tradicionales problemas de inflación y déficit de la balanza de pagos. Pero aumentó la
inestabilidad del conflicto político-ideológico. Ningún sistema político constitucional
podría haber resistido indefinidamente un grado tal de tensión y polarización. El 11 de
septiembre de 1973, allende fue derrocado mediante un brutal golpe militar."
Fuente: Angell, Alan. "Chile de Alessandri a Pinochet. En Busca de la Utopía". Editorial Andrés
Bello, Santiago, Chile. 1993. En: Almeyda, Liliam. Et alt. “Historia y Ciencias Sociales. 2º año
medio”. Editorial Mare Nostrum. Santiago de Chile. 2001. Pág. 223 y s.
Fuente Número 2.
Entre 1958 y 1973, los partidos hegemónicos rotantes hicieron lo que no habían hecho
las 'combinaciones radicales' entre 1938 y 1952, a saber; tecnocratizar al máximo sus
programas, dieron conducción a las clases sociales respectivas y potenciaron (con
distinto énfasis) el nacionalismo económico. Pero el resultado, tres veces repetido, fue
el mismo: paralización del desarrollo, agitación descontrolada de las masas sociales y
paranoia horizontal de los partidos. ¿Habría existido otro resultado si el partido con
mayor votación individual -el Demócrata Cristiano- se hubiera combinado a la manera
radical, después de 1969, con los partidos de la Unidad Popular o con el Partido
Nacional? Es decir: si la Democracia Cristiana hubiera sumado su gente a una de las
clases sociales en pugna (digamos: popular); si hubiese simplificado la lucha de clases,
¿habría podido resolver o superar la lucha de clases? ¿O neutralizar la clara tendencia
del electorado a marcar posiciones extremas hacia la izquierda?
Diversos cientistas políticos han especulado que si el partido de Centro -en este caso, la
Democracia Cristiana- no hubiese actuado en forma individual, sino a través de
combinaciones de partidos -como lo había hecho el Radical-, se habría evitado la
polarización extrema del campo de fuerzas, que llevó a la crisis de 1973. de considerar
esta tesis, debe tenerse presente que, entre 1958 y 1973, dentro del sistema de partidos y
con relación al eje gubernamental de este sistema, más que una polarización antagónica,
lo que se produjo fue una rotación en la hegemonía de turno, con un mismo resultado de
frustración y agitación social. Y que, independientemente de esa rotación, las tres
agrupaciones citadas incentivaron -cada cual a su manera- la lucha civil de clases en un
contexto ya probado de emancipación electoral de la ciudadanía.
Fuente: Gabriel Salazar y Julio Pinto. "Historia Contemporánea de Chile" Tomo I. LOM,
Santiago, Chile. 1999. Pág. 247 y s. En: Almeyda, Liliam. Et alt. “Historia y Ciencias Sociales. 2º
año medio”. Editorial Mare Nostrum. Santiago de Chile. 2001. Pág. 223 y s.
Fuente Número 3.
… hacia 1970, una parte importante de la izquierda se encontraba ideologizada por las
tesis de Ernesto Che Guevara, variantes del marxismo-leninismo, según las cuales el
enfrentamiento
armado
era
la
única
vía
verdadera
de
acceso
al
poder.
Consiguientemente, la violencia no sólo resulta aceptable en política, sino necesaria.
La idea antedicha penetró profundamente en la izquierda chilena., a través del MIR y el
Partido Socialista. Éste fue colonizado de modo paulatino por el guevarismo, el cual
alcanzaría el control pleno de la colectividad, desplazando a las corrientes más
moderadas. Ello sucedió durante los mil días de la Unidad Popular (…)
La Democracia Cristiana nunca fue pro violencia, pero sí tuvo su planificación global
(…); dos sucesivas, para ser exactos: la de Frei Montalvo, después de 1970, confesaría
haber sido éste el mayor error suyo y del Partido (…)
Sólo Frei habría tenido alguna chance de evitar que el partido concluyera, el 70,
polarizado hacia la izquierda (si bien, reiteramos, nunca violentista ni antidemocrático).
Mas, para eso, hubiera debido atacar las ideas y la candidatura de su heredero natural,
fiel amigo y apoyo de casi cuarenta años: Radomiro Tomic (…)
El año 1967, los partidos de esta tendencia -liberales y conservadores- hicieron lo que
deberían haber hecho en 1965: fusionarse. Se les añadió el grupo de Jorge Prats (Acción
Nacional) y nació el Partido Nacional. Nació el duro liderazgo de Sergio Onofre Jarpa,
que venía del pratismo, la nueva colectividad llegó a ser adversario implacable y
batallador del Gobierno (…)
Mas la polarización de la derecha surtiría un efecto de mayor gravedad aún, si bien
semioculto hasta la elección de Salvador Allende. El mundo derechista, en general, ha
sido siempre republicano, parlamentario, respetuoso de la autoridad (particularmente de
la presidencial) y amigo de la transacción y no del enfrentamiento. Pero nunca ha sido
democrático a cabalidad. Pues no cree en el sufragio universal, aunque acepta su
inevitabilidad. (…)
Este rasgo de la derecha hace que cuando se polariza -y excediendo su polarización de
cierto nivel, según las circunstancias- puede recurrir a la violencia (…). Victorioso
Salvador Allende, la polarización de derecha dio inmediatas hispas de violencia.
Fuente: Gonzalo Vial. "Fascículos de Historia de chile. 1964 - 1973". Publicado en: La Segunda,
a fines de 1998 y principios de 1999. Capítulo II: Polarización y Violencia en la Democracia
Cristiana y la Derecha. En: Almeyda, Liliam. Et alt. “Historia y Ciencias Sociales. 2º año medio”.
Editorial Mare Nostrum. Santiago de Chile. 2001. Pág. 223 y s.
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