VULCANISMO. Vulcanismo, fenómeno que consiste en la salida desde el interior de la Tierra hacia el exterior de rocas fundidas o magma, acompañada de emisión a la atmósfera de gases. El estudio de estos fenómenos y de las estructuras, depósitos y formas que crea es el objeto de la vulcanología. El magma y los gases rompen las zonas más débiles de la corteza externa de la Tierra o litosfera para llegar a la superficie. Estas debilidades se encuentran sobre todo a lo largo de los límites entre placas tectónicas, que es donde se concentra la mayor parte del vulcanismo. Cuando el magma y los gases alcanzan la superficie a través de las chimeneas o fisuras de la corteza, forman estructuras geológicas llamadas volcanes, de los que hay varios tipos. La imagen clásica del volcán, ejemplificada por el monte Fuji Yama de Japón o por el monte Mayon de Filipinas, es una estructura cónica con un orificio (cráter) por el que emiten (si está activo) cenizas, vapor, gases, roca fundida y fragmentos sólidos, con frecuencia de manera explosiva. Pero en realidad, esta clase de volcanes, aunque no son infrecuentes, supone menos del 1% de toda la actividad volcánica terrestre. Al menos el 80% del vulcanismo se concentra en las largas fisuras verticales de la corteza terrestre. Este vulcanismo de fisura ocurre sobre todo en los bordes constructivos de las placas en que está dividida la litosfera. Tales bordes constructivos están marcados por cadenas montañosas oceánicas (dorsales oceánicas) en las que se crea continuamente nueva corteza a medida que las placas se separan. De hecho, es el magma ascendente enfriado producido por el vulcanismo de fisura el que forma el nuevo fondo oceánico. Por tanto, la mayor parte de la actividad volcánica permanece oculta bajo los mares. TECTONICA DE PLACAS. Durante miles de millones de años se ha ido sucediendo un lento pero continuo desplazamiento de las placas que forman la corteza del planeta Tierra, originando la llamana "tectónica de placas", una teoría que complementa y explica la deriva continental. Los continentes se unen entre sí o se fragmentan, los océanos se abren, se levantan montañas, se modifica el clima, influyendo todo esto, de forma muy importante en la evolución y desarrollo de los seres vivos. Se crea nueva corteza en los fondos marinos, se destruye corteza en la trincheras oceánicas y se producen colisiones entre continentes que modifican el relieve. Las bases de la teoría Según la teoría de la tectónica de placas, la corteza terrestre está compuesta al menos por una docena de placas rígidas que se mueven a su aire. Estos bloques descansan sobre una capa de roca caliente y flexible, llamada astenosfera, que fluye lentamente a modo de alquitrán caliente. Los geólogos todavía no han determinado con exactitud como interactúan estas dos capas, pero las teorías más vanguardistas afirman que el movimiento del material espeso y fundido de la astenosfera fuerza a las placas superiores a moverse, hundirse o levantarse. El concepto básico de la teoría de la tectónica de placas es simple: el calor asciende. El aire caliente asciende por encima del aire frío y las corrientes de agua caliente flotan por encima de las de agua fría. El mismo principio se aplica a las rocas calientes que están bajo la superficie terrestre: el material fundido de la astenosfera, o magma, sube hacia arriba, mientras que la materia fría y endurecida se hunde cada vez más hacia al fondo, dentro del manto. La roca que se hunde finalmente alcanza las elevadas temperaturas de la astenosfera inferior, se calienta y comienza a ascender otra vez. Este movimiento continuo y, en cierta forma circular, se denomina convección. En los bordes de la placa divergente y en las zonas calientes de la litosfera sólida, el material fundido fluye hacia la superficie, formando una nueva corteza. SISMOS – TERREMOTOS. Sismo o Terremoto, temblores producidos en la corteza terrestre como consecuencia de la liberación repentina de energía en el interior de la Tierra. Esta energía se transmite a la superficie en forma de ondas sísmicas que se propagan en todas las direcciones. El punto en que se origina el terremoto se llama foco o hipocentro; este punto se puede situar a un máximo de unos 700 km hacia el interior terrestre. El epicentro es el punto de la superficie terrestre más próximo al foco del terremoto. Los terremotos se producen cuando la corteza de la Tierra se desplaza repentinamente a lo largo de una falla. La roca sometida a una gran presión se rompe y libera energía en forma de ondas sísmicas. La mayoría de los terremotos son de tan baja magnitud que los seres humanos no los detectan. Las vibraciones generadas por los terremotos de gran magnitud son catastróficamente destructivas, y arrasan ciudades enteras en cuestión de segundos. Los científicos distinguen tres grandes tipos de terremotos: tectónicos, volcánicos y los provocados por actividades humanas. El primer grupo es el más devastador, y además presenta especiales dificultades para los científicos a la hora de intentar desarrollar métodos de predicción. De acuerdo con la teoría de la tectónica de placas, el origen de los seísmos tectónicos está en las presiones generadas por los movimientos de las 17 placas que forman la corteza de la Tierra. La mayoría de los seísmos tectónicos se registran en los bordes de estas placas, en áreas donde existe una zona de subducción o una falla de transformación. Los sismos que se originan en una zona de subducción representan casi la mitad de los movimientos sísmicos a escala mundial y tres cuartas partes de la energía sísmica de la Tierra. Estos seísmos se localizan alrededor del Cinturón de Fuego del Pacífico, una zona estrecha con una longitud de unos 38.600 km, que coincide con los márgenes del Océano Pacífico. La ruptura de la corteza, en este tipo de seísmo, tiene su foco en zonas muy profundas bajo la superficie de la Tierra, pudiendo alcanzar los 645 km de profundidad. Los terremotos de origen tectónico fuera del Cinturón de Fuego se localizan a lo largo de zonas de contacto entre placas en numerosos puntos de la Tierra. En las dorsales centro-oceánicas se producen numerosos movimientos de intensidad moderada que ocurren a profundidades relativamente escasas. Los seres humanos rara vez perciben estos sismos. Estos terremotos representan sólo un 5% de la energía sísmica de la Tierra, pero los instrumentos de precisión de la red mundial de estaciones sismológicas los registran a diario. Otra zona de riesgo para los seísmos de origen tectónico es una franja que se extiende desde el Mar Mediterráneo y el Mar Caspio hasta la cordillera del Himalaya, terminando en el Golfo de Bengala. En este área se libera un 15% de la energía sísmica de la Tierra, masas de tierra continentales sobre las placas eurasiática, africana e indoaustraliana entran en colisión y originan por convergencia altas cadenas de montañas jóvenes. Los seísmos resultantes, con focos situados a profundidades escasas o intermedias, han devastado zonas de Portugal, Argelia, Marruecos, Italia, Grecia, Irán, India, E.R.Y. de Macedonia, Turquía, así como otros países situados total o parcialmente en la Península de los Balcanes. Otro tipo de sismo de origen tectónico incluye aquellos terremotos poco frecuentes pero de gran intensidad que se producen en zonas muy alejadas de otras áreas de actividad tectónica. Los mejores ejemplos de la llamada sismicidad intraplacas son tres temblores masivos que sacudieron la región central de los Estados Unidos en las proximidades de New Madrid, en el estado de Missouri, en los años 1811 y 1812. Estos temblores tuvieron la magnitud suficiente como para hacerse sentir a una distancia de 1.600 km, y los movimientos que ocasionaron desviaron el Mississippi. Los geólogos creen que los terremotos de Nuevo Madrid son un síntoma de fuerzas que están desgarrando la corteza de la Tierra, en este caso actuando sobre fallas antiguas, fuerzas como las que crearon el Rift Valley en África. Los terremotos de origen volcánico pocas veces alcanzan grandes magnitudes. Su interés radica principalmente en que anuncian erupciones volcánicas inminentes, como ocurrió durante las semanas previas a la erupción del Mount St. Helens en el noroeste de los Estados Unidos en 1980. Tales seísmos tienen su origen en la ascensión de magma que rellena las cámaras bajo el volcán. Al hincharse las laderas y la cumbre del volcán, una sucesión de pequeños terremotos anuncia la ruptura de las rocas sometidas a una gran presión. En la isla de Hawai, los sismógrafos registran hasta 1.000 pequeños temblores al día antes de producirse una erupción. Los seres humanos pueden causar o incrementar la aparición de terremotos mediante ciertas actividades como añadir una mayor carga de agua a un embalse, realizar pruebas nucleares subterráneas, o el enterramiento de desechos líquidos en pozos profundos. Por ejemplo, en los Estados Unidos, la ciudad de Denver, en el estado de Colorado, empezó a experimentar terremotos por primera vez en su historia en 1962. Los temblores coincidieron con el enterramiento de desechos líquidos en pozos profundos en un arsenal al este de la ciudad. Después de que las autoridades abandonaran esta práctica, los terremotos continuaron durante cierto tiempo para luego dejar de producirse.