reflexiones en torno al “ciudadano arcis”

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REFLEXIONES EN TORNO AL “CIUDADANO ARCIS”
Patricio Quiroga Z.
La Universidad es tradición. Sus ritos, afanes e intereses pueden provenir del pasado, o bien
hacerse presente en un momento coyuntural, es cuando la tradición se inventa…tradiciones que el
decir del Prof. E. Hobsbawm, “emergen de un mundo difícil de investigar durante un período breve y
mensurable, quizás durante unos pocos años y se establecen con gran rapidez”. Ejemplos hay
muchos, por ejemplo en una época gris para Chile (durante la dictadura de Ibáñez del Campo) se
inventó el culto tanto a Prats como a Portales, el uso del kilt que tanto enorgullece a los escoceses,
según modernas investigaciones, se estableció entre fines del siglo XVIII y principios del XIX y
provenía de Irlanda. Esta propuesta, proveniente de la historiografía, es muy atingente a nuestra
Universidad porque aquí hemos inventado nuestra propia tradición en no mas de veinte años. Ahora
bien, en nuestra práctica universitaria se hace preciso diferenciar entre tradición y costumbre. La
tradición es invariable porque impone prácticas fijas y formales condensadas en la repetición, en
tanto la costumbre aporta a cualquier cambio la continuidad de lo precedente, Esto implica que las
viejas instituciones se adaptan por esa vía al cambio enfrentando los nuevos desafíos, concurriendo
así a la invención de nuevas tradiciones. La Universidad mantiene la tradición en el rito y asume el
cambio desde la valorización de la costumbre. Por lo tanto la Universidad es tradición y cambio.
En nuestra Universidad confluyen varias tradiciones y experiencias. El grupo fundador y un
importante grupo de profesores tenían su fuente de inspiración en la reforma Universitaria de los 60’.
Otro grupo importante lo constituyeron profesores que retornaron del exilio con grados académicos y
que sucumbieron ante la fascinación de un proyecto que se levantó en pugna con la dictadura.
Nuestros estudiantes de pre-grado también tienen su propia historia no son pocos los estudiantes de
los sesenta que terminaron sus estudios con nosotros. No es todo, porque un importante grupo de
jóvenes con que partió ARCIS lo constituyeron estudiantes exonerados. Pero, aún hay más. Varios
profesores exonerados reiniciaron en la Universidad sus carreras académicas y otros tantos iniciaron
lisa y llanamente su vida académica en ARCIS. Unos llegaron de la cesantía, otros de diversas
instituciones alternativas. Varios alumnos de la primera fase lograron estudiar con becas del WUS y
más tarde con ayudas para los hijos de detenidos-desaparecidos.
En fin, durante los primeros años tuvimos un abigarrado mosaico de alumnos y profesores
unidos por tres factores; a saber, la decisión de fundar una casa de estudios alternativa al
autoritarismo, el empeño por reconstruir la universidad reformada y la convicción de que era
necesario recuperar la rigurosidad académica cercenada por la censura y el terror de Estado. Fue
una empresa compleja en la que se le fue la vida a varios profesores y alumnos y en que las
vicisitudes se sucedieron una a otra. Momento en que el ideal de alumno era aquel que desde una
posición crítica asumía una práctica política para recuperar la democracia y con ella la vieja
Universidad y la trilogía que la había caracterizado hasta los 70’ como fueron la docencia, la
investigación y la extensión en un contexto de respeto y pluralismo académico.
Parto señalando esto porque toda institución, en este caso nuestra Universidad, siempre es
una mezcla de diversas tradiciones. En los 80’ mezclamos las tradiciones de la reforma con la
confrontación antidictatorial. Luego, cuando, a principios de los 90’, nos transformamos en
Universidad pasamos por una etapa de transición con mucha polémica donde en más de un Claustro
se planteo que debíamos ser la Universidad de la izquierda o un proyecto político revestido de elán
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universitario. Con la autonomía curiosamente decayó el debate, cambió parte de la composición del
cuerpo de profesores así como el estudiantado. En ese sentido debe tomarse en cuenta que
pasamos de unos cuantos cientos de estudiantes a varios miles. ¿Qué pasó? Del antiguo alumno de
pre-grado, altamente politizado, participativo, opinante, con grandes dosis de lectura, dominio de
autores y conocedor de importantes aspectos de las teorías sociales, pasamos a una etapa gris,
obscura en la que muchos profesores perdieron el entusiasmo y se anquilosaron dando las mismas
ya viejas clases…mientras tanto los estudiantes dejaban prácticamente de leer o se convertían en
asiduos y frecuentes clientes de Internet visitando el “rincón del vago”.
Ahora bien, pese a esta tendencia logramos mantener aspectos sustantivos de la vida
universitaria, especialmente la tolerancia y la pluralidad académica, llegando al extremo que entre
nuestros actuales alumnos tenemos participantes en los Reality Show, funcionarios de gobierno y
de partidos de alto nivel, académicos, doctorantes…entre otros. Los encontramos en Punta Arenas y
en Iquique y algunos de ellos se preparan para continuar la carrera académica con nosotros en esta
experiencia de ARCIS-PAIS.
La pregunta en ¿qué está pasando? Porque este no es un problema privativo de la
Universidad ARCIS y quizás entre nosotros es menos visible que en otras casas de estudios. Pero,
debemos constatar que ya no tenemos el alumno altamente politizado, que las propias elites
estudiantiles están alejadas del alumnado corriente, ya no tenemos estudiantes de pre-grado con
lecturas extensas y conocimiento de autores…pero, en cambio seguimos teniendo un alumno
inquieto, un estudiante que a poco de pasar por los ritos de iniciación comienza a aventurarse por
los caminos de la reflexión a través de la pregunta y el diálogo…¿pero, qué les ofrecemos?...¿más
de lo mismo?. ¡He aquí el problema! Estamos recibiendo un producto de la sociedad contemporánea
que no puede recibir el mismo trato de hace diez, quince o cinco años atrás. El cambio es
vertiginoso. Incluso esto se puede ver con un simple ejercicio, actualmente destacan los alumnos de
Cine, Bellas Artes o Danza, es decir de aquellas disciplinas en que la vocación conduce a un tipo de
lenguaje que está en correlación con la revolución de las comunicaciones…por allí explicamos la
baja estimación que comienzan a tener nuestros jóvenes aspirantes a sociólogos y periodistas,
afectados además por los problemas que Derrida, Lyotar, y otros han puesto sobre la mesa y que
afecta la racionalidad con que nos hemos movido desde la modernidad.
Desde 1974 se suceden los cambios uno tras otro. En unos cuantos años y especialmente
desde 1989 estamos asistiendo a una verdadera transformación del mundo caracterizada por el
derrumbe del socialismo y del capitalismo de Estado, la revolución informática, la formación de
nuevos bloques mundiales, una nueva revolución científico- técnica, cambios en las relaciones
sociales, en los Estados y la aparición de un nuevo orden mundial. Proceso – producto y efecto - de
la transición al capitalismo de la globalización y la aparición de un nuevo orden mundial. Tendencia
que a nivel nacional se expresa en la aparición de un nuevo tipo de Estado, un nuevo modelo de
desarrollo económico, el triunfo de una nueva mentalidad marcada por el extremo individualismo, el
pragmatismo y la de-solidaridad…el cambio es global y vertiginoso y difícil de comprender y no solo
para las personas comunes, sino también para las nuevas y viejas elites de intelectuales, puesto que
en una época de grandes empresas estas tienden a imponer su racionalidad instrumental.
No es fácil comprender el mundo actual. Pongamos dos ejemplos; a fortiori: ¿como puede
entender su mundo un joven con mala formación secundaria si por doquier encontrará una confusión
entre la globalización (reestructuración del capitalismo + innovación tecnológica) y el neoliberalismo
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(modelo de crecimiento)?, en circunstancias que la globalización, es un fenómeno estructural de la
historia, así como lo fue aparición de la sociedad industrial, fenómeno que dada la recomposición
universal del capitalismo (1974) se extiende aceleradamente a través de un modelo económico, el
neoliberalismo. Estamos hablando –entonces- de dos procesos diferentes. Por otra parte, ¿cómo
incitar al joven a interpelar su mundo?, si estamos afectados por lo que el profesor A. Cuadra ha
denominado como el proceso de plebeyización de la cultura popular que nosotros hacemos
extensivo al conjunto de la sociedad, por cuanto el nuevo diseño cultural que enfrentamos engarza
comunicación y consumo, por lo que las tecnologías audiovisuales se encuentran en el vértice de los
profundos cambios culturales y sociales, ya no de finales del siglo XX, sino de principios del XXI.
¿Cómo pedir a nuestros estudiantes que entiendan el mundo actual o su propio entorno si
están sometidos a lo que N. Klein califica como “el poder de las marcas”?. Como puede al joven de
hoy combatir la tiranía de las marcas, habida cuenta que los modernos hombres de negocios
señalan que una marca X no es un producto sino un estilo de vida, quedando subordinados a la
marca la pieza de teatro, el programa de TV, el concierto…la cultura toda. ¿Cómo pedir compromiso
si estamos frente a un fenómeno planetario que afecta al llamado “adolescente mundial”, estimado
en un billón de personas. Ese ejército adolescente que crece con BLOCKBUSTER, GAP, NIK o
COCA COLA, es el que ingresa a la Universidad. Pero, no es todo. ¿Cómo pedirles una visión-demundo, en circunstancias que en nuestro propio país estamos perdiendo la batalla de la memoria
(ejemplos hay muchos)?, constatándose que 1/3 de la población, aquella franja que va entre los 16 y
los 36 años, es decir 4.735.000 personas no tiene información sistemática sobre la historia del
tiempo presente y se le ha transformado en un instrumento pasivo de una sociedad que cada cierto
número de años le convoca a depositar un voto que no contempla ni participación ni movilización y
que por medio del marketing publicitario transforma el sufragio en acto inicuo porque los candidatos
han sido previamente delimitados por la nueva clase política. Pero, existe aún un agravante: los
estudiantes universitarios reciben publicidad específicamente dirigida a ellos.
Estos son algunos de los problemas a considerar en nuestra corta tradición y costumbres.
Estos son los problemas que enfrenta en conjunto nuestra Universidad, los desafíos no son
regionales ni metropolitanos. Estamos frente a desafíos comunes que solo pueden enfrentarse
abandonando cualquier idea de dualismo estructural, es decir de cualquier forma de colonialismo
interno-cultural.
El problema que enfrentamos - entonces – no tiene solamente que ver con el cambio cultural
que estamos viviendo. Este ya lo hemos constatado, como también hemos visto lo que están
haciendo en otras universidades y latitudes. Por ejemplo, en Inglaterra se optó hace ya unos quince
años por preparar a los estudiantes para enfrentar la inserción en el mercado neoliberal dotándolos
de una gama de habilidades para poder laborar en diferentes actividades en un contexto laboral
precario. Sigamos con los ejemplos, en Chile varias Universidades han optado por entregar una
educación profesionalizante, siendo el caso mas destacado el estudio de la Economía, desligada
ahora del componente de la Economía Política en beneficio de la formación administrativa. Esta es
el gran desafío que enfrenta nuestra corta tradición. Sin negarnos a formar un estudiante dotado
para las exigencias del mercado, debemos mantener la tradición humanista, aquella que lleva a
recorrer las cartografías del pensamiento desde la antigüedad clásica incorporando, por cierto, los
avances de la reflexión. Se trata, como dice el sociólogo alemán U. Beck, de crear una segunda
Ilustración para que ilumine los desafíos de una modernidad incompleta, como es el caso común de
Nuestra América.
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Es indudable que no podemos permanecer en el pasado. Seria la negación de la
Universidad. Tampoco podemos estacionarnos en el presente y girar en torno a las exigencias de
esta. Menos podemos mirar solamente hacia el futuro haciendo tabla rasa del pasado como
proponen algunos post-modernistas siguiendo a F. Fukuyama. Se trata, entonces, como diría el Prof.
J. Fontana de mirar el pasado para comprender el presente y enfrentar el futuro. Ningún proyecto
puede prescindir de su propia historia o de su proyecto estratégico y el proyecto ARCIS fue
innovador en muchos aspectos, rescató las ciencias sociales cuando estaban condenadas al silencio
por el autoritarismo y el terror de Estado y reasumió el rol de lo interdisciplinario, dio énfasis a la
danza y al teatro cuando campeaba la censura y creó un código de ideas-fuerzas como: debate
crítico, crisis de sentido, cambio epocal, conceptos que naturalmente deben re-significarse para la
nueva etapa que comenzamos y en que damos énfasis al dialogo entre las ciencias del tiempo y del
espacio.
En esa perspectiva la experiencia ARCIS-PAIS es señera, porque trabajar con grupos
deprimidos donde el sistema universitario llega escasamente o esta ausente, nos obliga a innovar.
Por eso, la exploración respecto a la evaluación conceptual es muy importante. Por eso, estas
jornadas de calificación y encuentro son para quebrar con la lógica del intelectual solitario creando
equipos de trabajo que enfrenten docencia, investigación y extensión conjuntamente. Por eso, el
cruzamiento de materias y la búsqueda de objetivos transversales en disciplinas tan disímiles como
son las matemáticas y la historia...en ese sentido, ¿por qué, no mirar las matemáticas desde Borges
con el afán de disfrutar de nuestro realismo mágico...o porque no mirar al ciego genial desde la
historia para confrontarnos con su metafísica?. Por eso, estamos afanados en el conocimiento del
espacio (introduciendo una nueva disciplina entre nosotros como es la geografía) para luego
reflexionar sobre el tiempo y los vaivenes de la sociedad. Esto explica lo que estamos denominando
en nuestro CBC como la teoría aplicada, es decir la fusión de conocimiento territorial con una amplia
visión-de-mundo...toda una búsqueda, en la que no estamos solos, porque es también el afán, por
ejemplo de la Universidad de Alicante, donde J.A. Segrelles, enfatiza que el estudiante no debe ser
dogmático ni estático y debe proyectar hacia el exterior su propia síntesis moral y creativa acerca del
mundo tal cual es, nutrir su aprendizaje permanentemente inspirándose en la realidad cambiante
que lo rodea, buscar formas de comunicación con la gente común, saber escuchar y no temer
expresar su opinión e incluso adaptar e inventar periódicamente nuevas y audaces facetas para
definir mejor su propia identidad.
Por eso el CBC entiende al “ciudadano ARCIS” como un estudiante que tiene opinión en un
contexto de confusión y severa crisis de las ciencias sociales, que se compromete con proyectos de
vida, que integra y utiliza críticamente los conocimientos extraídos de su realidad regional con los
contenidos en una visión holística y critica de la sociedad (humanismo cristiano, marxismo(s),
anarquismo, librepensamiento...) para ejercer influjo y transformar la realidad en que le ha tocado
vivir. Ahora bien, naturalmente esta concepción demanda mayor trabajo, aunar los esfuerzos del
conjunto de la Universidad sin regionalismos ni centralismos inconducentes, bajo una conducción
nacional y unitaria, y por supuesto un mayor número de horas pedagógicas, perfeccionamiento
permanente, actualización de bibliografías y...mucha...mucha conciencia de las carencias financieras
que nos rodean. En fin, son muchos los problemas, pero estamos ciertos que este es un desafió mas
en nuestra corta tradición.
Valparaíso, Marzo, 2003.
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