La conspiración de la energía libre y la censura sobre los científicos disidentes Silenciados durante décadas, las dificultades energéticas que sufre el planeta en el siglo XXI está reavivando el interés, entre la propia comunidad científica, por los herejes y heterodoxos. La existencia del éter y de la energía “punto cero”, antigravitatoria o el orgón sitúa el debate científico actual a un paso del espiritual. En mayo del 2004, el científico norteamericano Eugene Mallowe moría en su casa víctima del asalto unos ladrones… que no se llevaron nada del piso. Profesor del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT), Mallowe fue presionado para abandonar el prestigioso centro investigador después de publicar “Fuego del hielo, en busca de la verdad de la fusión fría” en el que abundaba sobre la viabilidad de esta energía. Después de mucho tiempo porfiando por ello, pocos meses antes de morir había visto cómo el Departamento de Energía de los Estados Unidos comisionaba a un grupo de científicos para revisar el material publicado sobre la fusión fría. Tal era su prestigio que en el mes de mayo, la Comisión le había encargado un informe acerca de la viabilidad de la citada fuente energética. El informe incluía pruebas concluyentes de que estábamos ante una fuente de energía limpia e ilimitada. Ya habían pasado 15 años desde su esperanzadora aparición… En el año 1989, los científicos Stanley Pons y Martin Fleischmann, de la Universidad de Utah, logran generar, mediante la fusión de un electrodo de paladio y otro de agua pesada, una cantidad de calor muy superior a los watios/hora consumidos. Es posible que muchos recuerden aquella noticia de una energía limpia con prometedoras perspectivas pues, después de un momento de euforia mediática, el tema desapareció, aparentemente, de la actualidad. Lo que ocurrió es que se sucedieron los intentos exitosos y los fracasos por quienes se apartaron del protocolo inicial. Al parecer, el mismo experimento depara diferentes resultados bajo condiciones muy similares; se ha comprobado que determinadas frecuencias acústicas actúan como catalizadores de estas reacciones y que, en otras ocasiones, se producen transmutaciones en el interior de los electrodos o inexplicables manifestaciones luminosas en los vasos que contienen el líquido. Todo ello podría entrar en el terreno de la magia, si no fuera porque los resultados, aunque caprichosos, también han sido comprobados dentro de la más rígida ortodoxia del método científico. Sus detractores argumentan que la fusión fría es inviable económicamente porque precisa de más energía que la resultante. Lo cierto es que, desde entonces, se han registrado patentes del invento con agua normal, como la de Jim Patterson, al lado de campañas de desprestigio del invento, como la de John R. Huizenga… y asesinatos, como el de Eugene Mallowe. No es el único caso de proyectos energéticos silenciado. Energía libre El caso de la llamada energía punto cero o antigravitatoria todavía levanta más polémicas. Su viabilidad se funda en la existencia del “vacío cuántico”, un espacio cuasi espiritual que estaría repleto de partículas con carga negativa, de donde se podrían extraer unas cantidades ilimitadas de energía “libre”. Científicos como Lamb, Casimir, Boyer o Dirac realizaron experimentos durante el siglo XX que validaban la hipótesis que un día se conoció como “los mares de energía”. Formulada por Henry Moray, el concepto sobre el que se asienta tiene muchas similitudes con lo que en el mundo espiritual se llamó éter, prana o neuma. El doctor Moray logró desarrollar un convertidor que, con apenas 28 kg, lograba generar 50 kilowatios sin ninguna fuente de energía aparente. Como veremos, este esquema aparentemente “mágico” se repite en otros experimentos de científicos heterodoxos y cuya explicación reside en la existencia de partículas elementales y subatómicas. La ciencia oficial, sin ir más lejos, ha desarrollado los famosos aceleradores de partículas en pos de la creación de “antimateria”, argumento central de la última novela de Dan Brown, “Ángeles y demonios”. Tecnología tachada por el investigador Francisco Moreno de “militarista”, lo cierto es que estos experimentos dejan a la ciencia oficial a un paso de la propuesta de los “heterodoxos”. El meollo de la cuestión teórica que debaten los científicos “místicos” y los “materialistas” gira en torno a la existencia de un espacio donde esta energía fluya ilimitadamente y, sobre todo, si es posible extraerla con menos energía de la que vaya a producir. El debate, como veremos, parece sacado de una charla sobre Tao o Zen. Heterodoxos revalorizados Aunque en las diferentes tradiciones espirituales siempre se ha creído en la existencia de esta energía ilimitada, el cada vez más valorado Nicola Tesla fue el primer científico moderno que formuló una teoría sobre ella; a finales del siglo XIX la llamó “energía cósmica”. Y no se quedó ahí; incluso la llevó a la práctica. En 1931, el convertidor de energía de Nicola Tesla puso en funcionamiento un lujoso coche, marca Arrow, llevándolo hasta alcanzar los 128 km/hora por un considerable tiempo. Con matices muy sutiles, la energía cósmica de Tesla ha sido rebautizada posteriormente como “energía taquiónica” o “campo de Feinberg” definido por éste en 1966, a partir de la existencia de una “partícula subatómica más rápida que la luz”. Siguiendo a Feinberg, el investigador David Wagner ha desarrollado un prototipo que trabaja con esta energía y que define como “un regalo para el planeta, Ha cambiado a todos aquellos que lo han conocido y les ha ayudado en su evolución y su curación. Crea el orden a partir del desorden. Tiene el potencial de devolver al planeta y a sus habitantes la salud, la armonía y la unidad”. En el terreno de la salud humana, la energía taquiónica, según este científico, tiene la capacidad de “mejorar la energía en las actividades físicas, la circulación, la consciencia de las energías sutiles y la recuperación muscular”. Durante el siglo XX, la física cuántica volvió a emparentar a la ciencia con la alquimia. A la luz de experimentos hoy asumidos por la ciencia oficial, muchos conceptos se están redifiniendo, y otros, parecen difusos, por lo que nos movemos por terrenos movedizos. La energía taquiónica alberga similitudes con el “orgón” de Wilheim Reich. Ambas tienen connotaciones espirituales, aunque el orgón está más relacionada con la vibración. El heterodoxo psicoanalista alemán, otro de los “innombrables” de la ciencia oficial, conoció en vida las mismas calamidades que otros heterodoxos como Tesla o Schumann; su trabajo fue censurado por un organismo tan ajeno a las cuestiones científicas como el FBI. En el curso de sus investigaciones sobre el sexo, Reich llegó al orgón. Según él, el orgasmo generado del encuentro de las polaridades masculinas y femeninas (positivo /negativo) era la llave hacia esa energía universal que existe en el vacío, en la nada. En esencia, los defensores de la energía “punto cero” argumentan, apoyándose en los fundamentos de la física cuántica, que “el espacio no es vacío, sino que está sumergido en un campo magnético muy concentrado, compuesto de partículas que se mueven más rápidamente que la luz y que constituyen una fuente de energía libre, situada fuera del campo electromagnético, independiente de la luz y el sol”. La ciencia oficial, por su parte, replica que, tanto en el interior del átomo como del cosmos, donde no hay materia (partículas, planetas o soles) existe vacío, es decir, no hay nada, incluido energía. Sin embargo, los experimentos con aceleradores de partículas y el descubrimiento de la antimateria han tendido un puente entre ambas posturas que el Zen ya anticipó al sostener que “la naturaleza última es vacío” y “el todo está contenido en la nada”. Todo ello desemboca en varias preguntas filosóficas que hoy día dividen a los propios científicos: ¿el vacío es ausencia de materia pero también de energía? ¿es la materia un tipo de energía densa? Wagner afirma que “la energía Taquión es omnipresente, ilimitada y tiene todo el potencial para crear formas perfectas en el universo. Igual que la energía del punto cero, no tiene ni spin, ni oscilación o frecuencia y no se ve afectada por la gravedad. La única diferencia entre la energía Taquión y la energía del punto cero es que la energía Taquión tiene forma. Una analogía simple consistiría en pensar en el océano en toda su inmensidad. El océano encierra un número infinito de gotas, pero como la energía del punto cero, es informe. Si usted toma una sola gota del océano, esta gota contendrá todavía todos los elementos del océano, pero ahora, habrá forma. De la misma manera, la energía Taquión contiene todo lo que existe en la energía del punto cero, pero tiene forma”. La condensación de la energía del punto cero en energía Taquión se basa en la existencia del “pión”, una partícula elemental de la familia del “leptón”, cuya velocidad es mayor que la de la luz. Siempre según Wagner, el bloqueo de la energía Taquión (similar al “chi” chino o la “kundalini” india) es la causa de las enfermedades del ser humano y la llave para que superemos ampliamente los ciento cuarenta años de vida. “Lo que intentamos hacer en términos de salud óptima es crear cuerpos espirituales, mentales, emocionales y físicos que sean superconductores; es decir, que no ofrezcan ninguna resistencia a la corriente de energía cósmica que entra en nuestra vida a través del continuo energético”. Con ese planteamiento, Wagner ha desarrollado un programa, que dice estar aplicando en Japón y Estados Unidos, para eliminar las frecuencias negativas de los teléfonos móviles y, por otro lado, “Vita-Pur, una bebida que contiene un enzima vivo derivado de los hongos kombucha que han crecido en un campo taquionizado por encargo”. ¿Existe el maná? Mientras la barrera entre la magia y la ciencia se difumina, los defensores de la teoría afirman que desde hace cien años se han realizado experimentos con estas energías, pero los éxitos de los heterodoxos, como el propio Tesla o Eugene Malowe, habrían sido silenciados por la industria energética. Para corroborarlo, la primera patente de este tipo de la que se tiene constancia data de el primero de enero de 1867, en Francia, a cargo de Martin Ziegler. El invento es un acumulador de una energía viva, no eléctrica (patente 60.986). Tal cosa no parece probable que vuelva a ocurrir pues un medio incontrolable entró hace ya tiempo en juego: la Red. Greer, alma máter del “Disclosure project”, que aboga desde su página web por la desclasificación de la documentación gubernamental sobre estos temas, coordina una empresa dedicada a investigar sobre las energías alternativas, a la que hace años se acercó un misterioso científico con un revolucionario objeto. Tal es la importancia del asunto que parece haber eclipsado al tema ovni en sus demandas de transparencia a la administración norteamericana.“Lo que hacen estos sistemas de energía es conectarse a esta fuente y, en el caso del aparato del que hablamos, convertirlo al momento en energía utilizable y controlada según necesitamos, lo cual es del todo desconcertante”. El doctor Greer es una de las decenas de personas que han probado este invento, conocido como “Joe’s Cell” (la célula de Joe), un investigador del que sólo se sabe que trabaja en Australia y que ha renunciado a los derechos de la patente para liberar a la humanidad de la esclavitud de la energía. En esencia, el aparato, según Greer, cabe en una mano “capta de manera pasiva, menos de un watio de potencia del entorno no sé explicar como lo hace en este momento - y la máquina arranca. Genera centenares de Watios de potencia utilizables tal como los necesitamos, y nos quedamos atónitos. Lo hemos cogido nosotros y no tiene más misterio. Hemos enchufado cosas como bombillas de 300 watios, de 100 watios, un equipo estéreo musical y un ventilador con motor eléctrico, todo a la vez sin que hubiera suministro eléctrico diferente del equipo probado”. Al día de hoy, la página oficial del discolosure project (www.disclosureproject.org) es una de las varias en la que están disponibles los protocolos necesarios para que cualquiera se pueda fabricar este dispositivo. En diferentes lugares del planeta son centenares las personas que han creado sus propios prototipos sobre unas bases comunes, llegando a proporcionar energía suficiente para mover un coche a una velocidad de 100 km/hora. La explicación teórica hay que encontrarla en los experimentos de Wilheim Reich con el Orgón. Reich descubrió que los metales tienden a conducir el éter, la energía cósmica, mientras que el material orgánico lo absorbe. En base a ello, creó un sistema acumulador alternando láminas de uno y otro tipo. De esa forma, llegó incluso a crear “rompenubes”, generando lluvia. Durante los años noventa, James de Meo, uno de sus seguidores, consiguió crear lluvia de manera artificial, en Israel y Etiopía y se han constatado que puede provocar tormentas eléctricas. La mejor comprensión de los fenómenos atmosféricos, de luz y electricidad, está en el origen de esta nueva energía. La “célula de Joe” capta la energía etérica imitando la formación de una tormenta en el cielo: a través de la condensación de aire. La carga en “la célula de Joe” se transfiere a través del carburador por el aire que entra a cada cilindro. Tan pronto como se produce el “golpe de condensación”, el volumen de aire se comprime, causando una concentración de la energía etérica. Pronto el aire comienza a estar saturado de éter. En ese punto, las condiciones en el cilindro son similares a las de las tormentas eléctricas; se enciende la chispa, lo que sirve para catalizar la reacción condensatoria del éter comprimido. Este repentino cambio de estado origina la mezcla de aire hasta contraerlo agudamente, generando energía. Así pues, la mezcla de aire en cada cilindro origina un cambio estructural, no químico, todo ello, mediante succión más que por combustión. Steven Greer lo explica de una manera más mundana “estas tecnologías lo que hacen es perturbar este equilibrio homeostático permitiendo el acceso al sustrato energético de base o energía del vacío cuántico, como la llaman algunos, que nos rodea. Esta materia y energía son como un fluido que entra y sale y puede captarse hacia el interior y también ‘estirar’ hacia el exterior de la reserva de energía que siempre está ahí todo el tiempo”. Harold Puthoff, destacado especialista en mecánica cuántica, afirma que “la energía punto cero es el resultado de las impredecibles fluctuaciones de la energía del vacío, ligadas al principio de incertidumbre de Heinsenberg, que es ‘cero’ según la teoría clásica. De hecho, estas fluctuaciones pueden ser tan intensas que tienen la capacidad de crear partículas espontáneamente, desapareciendo antes de violar el principio de incertidumbre”. Todo ello, se produce a un temperatura y gravedad cero. La CIA y el MJ-12 La energía “antigravitatoria” sería conocida desde hace décadas y, según algunos, el Poder habría accedido a ella a través de una transferencia extraterrestre, concretamente, de alguna nave capturada (el famoso incidente Rosswell). Greer, con relaciones en las más altas esferas, tiene constancia de este hecho por mediación de su tío, que trabajó para la NASA en sus sondas lunares de los años sesenta y le comentó que ya entonces se empezó a trabajar con la electrogravedad o magnetogravedad, hoy conocidas como “antigravedad”: “tengo una foto de un artefacto de 1964 y no es tecnología extraterrestre, es de la NASA”. Además, Greer afirma haber mantenido conversaciones con consejeros de Bill Clinton, como los jefes de su gabinete y de su comité de inteligencia, muy interesados por la cuestión y que, cuando llegaron a la presidencia, “me dijeron que estaban intimidados. Lo que digo es que nos dieron información directamente del Presidente de los Estados Unidos, el director de la CIA, el Secretario de Defensa y los miembros pertinentes del Comité de Inteligencia del Senado en el sentido de que cuando elevaron preguntas sobre el tema, les negaron el acceso, o les despacharon con una mentira flagrante” Greer sostiene todo esto con la confianza que da contar entre sus asesores a personas que han pertenecido a los comités de inteligencia, incluidos altos ex cargos militares. Según Greer, llevamos viviendo cincuenta años en un tiempo falso, pues todas estas energías son conocidas desde hace décadas y habrían sido silenciadas para mantener la dependencia del petróleo, manejado por las grandes corporaciones. El MJ12, un gobierno en la sombra fundado por Nelson Rockefeller en Estados Unidos, sería el encargado de ocultar todos estos asuntos por medio de agentes muy especiales. El ex agente Milton William Cooper, asesinado unos días antes del 11-S en muy extrañas circunstancias, sostuvo, con un aluvión de datos, que esa organización era la encargada de silenciar tanto el tema ovni como las tecnologías obtenidas por el gobierno secreto, a través de transferencia extraterrestre. Así pues, ambos temas estarían muy relacionados. Cooper relató que Stanton Friedmann, un hombre que trabajaba en operaciones secretas, le contó “así como a muchos otros, que hace algún tiempo había trabajado en la construcción de un reactor nuclear, destinado a la propulsión de aviones, el cual tenía el grosor de un balón de baloncesto, que era limpio, que no eliminaba ningún residuo salvo hidrogeno, un verdadero “sueño”. El único combustible posible para que una máquina solo elimine hidrógeno es el agua. Y es precisamente esto lo que propulsa una nave espacial extraterrestre: energía atómica y agua”. La noticia de que el hidrógeno contenido en el agua podría liberarnos de la esclavitud del petróleo hace tiempo que dejó de serlo. Los proyectos de crear energía a través del hidrógeno contenido en el agua han fructificado en la creación de coches cuyo generador es el agua, usando frecuencias resonantes y procesos naturales. En la Red, por ejemplo, hay diferentes proyectos para dar viabilidad a esta opción. Un grupo de personas ha decidido superar los imponderables de la industria para construir vehículos cuyo combustible sea el hidrógeno contenido en el agua. El nulo apoyo por parte de las autoridades a estos proyectos anima a los defensores de la teoría de la conspiración. David Wagner, el referido investigador de la energía taquiónica, tiene muy claro que “el problema de la energía no es en sí energético, sino de conciencia”, haciendo alusión a que la propia falta de fe del ser humano imposibilita la difusión de estas estupendas noticias. Muertes y secretos La mera mención de que existan ya fuentes de energía alternativas a las fósiles despierta miedo entre quienes lo sostienen. Germain Greer, que dice tener contactos al nivel de altos cargos de la administración Clinton y la CIA, sostiene que el director de operaciones de la CIA de la era Clinton, Wiliam Colby, fue asesinado en la época en la que le estaba haciendo partícipe de estos secretos. Cuando Greer vió la película “The Manchurian Candidate” (en España, “El mensajero del miedo”), él y su esposa pegaron un brinco, pues en el filme aparece retratado el asesinato de un senador mientras montaba en su canoa. Según Greer, un íntimo de Bill Colby, el jefe de la CIA durante la era Clinton, fue una de las personas que más apoyó el “Disclosure Project”. La semana en la que Bill Colby iba a entregarle 50 millones de dólares a Greer para continuar con su trabajo fue hallado asesinado en el río Potomac, con su canoa volcada. Al parecer, un cercano amigo de Bill Colby había estado siguiendo el trabajo de Greer al frente del “Disclosure Project” y Colby se sentía muy cercano a su parecer, razón por la cual decidió impulsar sus actividades con una inyección económica. Al parecer el almirante Roscoe Hillenkoeter, primer jefe de la CIA, ya advirtió de que los experimentos con energías y el tema UFO debían permanecer secretos porque eran “una amenaza a la seguridad del país”. Asunto del que se habrían encargado, diligentemente, los “hombres de negro” del MJ-12. A pesar de ello, la mayor parte de los apoyos de Greer vienen del ejército, cuyos altos dirigentes le confiesan sentirse “aterrados” ante el poder de la industria. El secretismo es tal, según Greer, que él mismo proporcionó en una ocasión al entonces Jefe del Staff de Inteligencia el nombre de los códigos de los programas secretos que estaban en funcionamiento en los años noventa. Si nos atenemos al testimonio de Greer, este alto jefe carecía de esa información. Según él, hasta los hombres a cargo de la investigación UFO en los Estados Unidos han sido mentidos. La clave está en el Majority 12