El Rol del Docente Universitario Católico frente a la Realidad Funcional del Sistema Educativo (Cecilia Rosales Marsano). Resultan innegables los esfuerzos que ha venido realizando desde hace años distintas instituciones y organismos en pos de mejorar la calidad y el currículo escolar para impulsar el incremento de las vocaciones para las carreras científicas y tecnológicas. Como ejemplo podemos citar las acciones desarrolladas por la Organización de los Estados Iberoamericanos en torno a ejes tales como formación, transferencia, promoción de la ciencia, tecnología e innovación, que nos han brindado a los docentes de diversas regiones de iberoamérica la posibilidad de ser escuchados, capacitados, beneficiados e impulsar la construcción de un espacio donde nuestra particular visión pueda ser compartida con cientos de colegas: la Comunidad de Educadores para la Cultura Científica. La confianza que me genera ser miembro desde el 2009 a la comunidad liderada por la OEI, me alienta a expresar mi opinión como docente universitaria, mi condición de católica me anima a plantear un desafío superior y desde esta perspectiva, enunciar las necesidades que percibo desde mi particular ámbito, la Facultad San Francisco de la Universidad Católica Argentina, que con sus matices seguramente son compartidas por otras instituciones educativas y sugerir ciertas líneas de investigación y acción que, a mi criterio, podrían ser emprendidas con éxito y en colaboración, para ayudar a morigerar los obstáculos en el tramo de educación superior, que no implicarían un esfuerzo significativo, al emprenderse en forma conjunta. Tal como propone la OEI en su programa Metas Educativas 2021, resulta necesario fortalecer en los sistemas educativos, la enseñanza de las ciencias y la matemática de forma tal que exista un salto en cuali y cuantitativo en la educación científica. Pero dado que la educación es un sistema y como tal es posible dividirlo estructuralmente en niveles inicial, medio y superior, sin embargo no son compartimientos estancos desde lo funcional. Por ello resulta un verdadero desafío para la educación superior absorber la brecha que se arrastra a lo largo del sistema. Esta situación resulta obvia, por ejemplo en el sistema eléctrico, estructuralmente dividido en generación, trasmisión y distribución, pero funcionalmente indisociable. Somos clientes de la distribuidora local, pero si por falta de combustible, la empresa generadora no funciona, no tendremos suministro de energía en nuestros hogares, situados a cientos de kilómetros de una usina, de la cual ni siquiera somos clientes. Pese a que los sistemas se pueden dividir estructuralmente, no existen divisiones desde lo funcional. Por lo tanto la realidad indica que hoy y durante varios años más, hasta que las acciones sobre la enseñanza en niveles primario y secundario se implementen íntegramente y den su fruto, tendremos en la universidad cohortes de estudiantes con déficit de formación en educación científica. Por otra parte, como sabemos estos jóvenes tienen derecho a acceder y concluir su educación universitaria, ya que no son responsables de las condiciones de borde que imperaban mientras ellos transitaban las primeras etapas del sistema educativo. Puesto que la universidad y en especial nosotros, como docentes y católicos, tenemos la obligación de asistirlos, colaborar en su inserción en la vida académica, acompañarlos hasta lograr su titulación y educarlos en los valores que nos caracterizan, me permito bosquejar algunos aspectos que me parece oportuno abordar y sobre los cuáles invito a investigar. Pese a que el logro es la inserción universitaria, numerosos estudios investigan las “causas de deserción” en las carreras, seguramente porque es el problema, lo que desvela por igual a docentes y autoridades universitarias. Puesto que existen profundos estudios sobre temáticas asociadas al problema de “indivisibilidad funcional del sistema educativo, sus consecuencias e impacto en la eficiencia académica”, para transmitirles con mayor claridad las ideas de los especialistas, en adelante transcribiré en letra cursiva, los términos extraídos de las investigaciones consultadas. Una de las principales causas de deserción universitaria son las características actuales del alumnado universitario. Numerosos estudios de especialistas identifican las posibles causas de deserción. Entre otros, González Fiegehen las clasifica en externas al sistema de educación superior, propias del sistema e institucionales, causas académicas y de carácter personal de los estudiantes. A partir de su análisis podemos inferir cierto perfil del alumnado actual, que impacta directamente sobre la labor académica y las capacidades que necesita desarrollar el docente universitario hoy, de cara a la diversidad descripta por el autor, caracterizado por: heterogeneidad del estudiantado, incremento de la matrícula de quintiles de menores ingresos que requieren de mayor apoyo, carencia de preparación para el aprendizaje y reflexión autónoma, insuficiente formación académica previa, el escaso nivel de aprendizaje adquirido. Por que debemos reconocer que los profesores tenemos una preparación, que hoy resulta insuficiente(...) para enfrentar la población estudiantil que actualmente ingresa a las universidades, pero nuestra condición de católicos, debería ayudarnos a lograr la integración, más allá del discurso. Debemos ser conscientes de que somos en gran medida sus referentes, y si no somos consecuentes con los valores que enunciamos, los confundiremos aún más. Frente a esta realidad resultan muy provechosas las acciones encaradas por organismos e instituciones que apoyan nuestro rol docente y generan ámbitos para el diálogo que nos permiten aclarar, sobre qué aspectos podemos influir y sobre cuáles no. Sin embargo la impronta de nuestra Fe, nos brinda una particular visión que tenemos que trabajar en conjunto y qué mejor un ámbito como el ENDUC para postular herramientas de trabajo que nos permitan estar en contacto permanente y no tener que esperar al próximo encuentro. La deserción universitaria puede revertirse. Pero para nosotros los católicos, la deserción no puede ser una estadística. Un aporte original del trabajo de Fiegehen es la introducción del término eficiencia de titulación o eficiencia académica, definiendo este índice de modo positivo, como la proporción de estudiantes que se titula en un año en comparación con los que ingresan en el año correspondiente a la duración de las carreras. Su enfoque optimista postula que resulta obvio que la calidad de desertor universitario es de por sí transitoria, y puede revertirse siempre que el individuo decida hacerlo, en la medida que no haya impedimento alguno para retomar los estudios abandonados en algún momento, lo cual resulta alentador para América Latina donde en 2005 menos del 20% de los adultos mayores de 25 años ha accedido a la universidad y menos de un 10% ha completado sus estudios universitarios. Si los docentes aceptamos esta realidad, tendremos otra perspectiva desde donde comprender los problemas y debilidades de los estudiantes. La debilidad en las metodologías de enseñanza y aprendizaje es causa de deserción en primer año de la universidad. El Centro de Microdatos de la Universidad de Chile revela que en una encuesta realizada a directivos de universidades estatales y privadas de ese país, los primeros manifiestan en un 42,2% que una de las causas de deserción en primer año son las debilidades en metodologías de enseñanza y aprendizaje. En las universidades privadas (...), este porcentaje se reduce a sólo 20%. La hipótesis que formula para explicar estas diferencias, es que los estudiantes de universidades privadas probablemente no experimenten grandes transformaciones en su paso desde el colegio a las metodologías de enseñanza y aprendizaje de la universidad, o que éstas sean más amigables para recibirlos en el nuevo entorno. Esta rica conclusión, destaca la incidencia del docente en el índice de “eficiencia de titulación o eficiencia académica” introducido por Fiegehen, poniendo de manifiesto la integridad funcional del sistema. Como docentes, pero en especial como católicos, debemos comprometernos a acompañar a los estudiantes y orientarlos. El escaso rendimiento académico es una de las causas determinantes de en la deserción de estudiantes en primer año universitario. El informe de Microdatos enuncia tres causas como las más determinantes en la deserción de estudiantes en primer año universitario, tales son: problemas vocacionales, situación económica de sus familias, y rendimiento académico. Además concluye que los problemas de rendimiento académico resultan atribuibles a la brecha entre las exigencias de la carrera, y la formación base adquirida en años anteriores a su ingreso a la educación superior, sea por debilidades en contenidos, escasos hábitos de estudios o diferentes metodologías de enseñanza y aprendizaje de la universidad comparada con las de colegios. Por lo tanto imperioso atacar desde diferentes ángulos la brecha, haciendo foco en aquellos aspectos que nosotros, los profesores universitarios, con la sensibilidad brindada por la Fe, podemos detectar, tales como dificultades personales para la integración y adaptación o falta de aptitudes y habilidades, para poder impulsar mediante las herramientas adecuadas el interés por la carrera escogida y la dedicación del alumno. Nuevamente el manejo de las herramientas y la adecuación de metodologías para la transición surgen como necesidades de capacitación del docente universitario, pero en especial, nuestra condición de Fe debe conmovernos y comprometernos en la ayuda legítima, a nuestro prójimo más vulnerable, en especial de los primeros años de las carreras. Existen prestigiosas instituciones, como la OEI que están en condiciones de brindarnos el apoyo necesario, sin embargo debemos desarrollar herramientas complementarias, iluminadas por la Fe. Planes de estudio universitarios más dinámicos colaboran con que el alumno “entre en régimen” alcanzando un ritmo parejo. El estudio de Lagger, Donnet, Giménez Uribe y Samoluk de la Universidad Tecnológica Nacional, Regional Santa Fe (UTN-FRSF) en su abordaje metodológico, introduce el concepto de “Retención Universitaria”, abordando el análisis de modo positivo. En términos generales, coincide en muchos aspectos con el de Microdatos, formulando algunas interesantes hipótesis tentativas tales como: “los factores condicionantes de la deserción responden a vocación, motivaciones y/o expectativas equivocadas respecto de la carrera, sumado a esto la falta de estrategias pertinentes para aprender/estudiar siendo otro factor importante, la ocupación laboral del alumno que le insume un tiempo importante respecto del destinado al estudio. Este estudio al igual que el de Chile realiza una diferencia entre universidades estatales y privadas. Lagger manifiesta que las privadas cuentan con un diseño de sus planes de estudios supuestamente más dinámico en los que las cursadas impulsan a que los alumnos mantengan un ritmo parejo — sumado a la obligación que implica el pago mensual y a la exigencia de cumplir horarios al estilo del colegio secundario—, cabe suponer que sus alumnos se reciben en tiempo y forma. En consecuencia enuncia estrategias de retención que considera más adecuadas para evitar o disminuir la deserción, las que están vinculadas a los diferentes apoyos institucionales que éstos reciban para continuar y finalizar sus estudios, además de aspectos personales (estudio, voluntad y perseverancia, entre otros). También denuncia la falta de un espacio en la facultad donde pedir ayuda para resolver los problemas del alumno, donde se pueda detectar la situación y facilitar la comunicación de los problemas. El estudio presenta una interesante cita de los fundamentos de los principios del aprendizaje de Rubén Ardila, pedagogo que ha desarrollado Sistemas de Capacitación, que invito a los colegas a consultar y reflexionar por su aporte nítido para el ejercicio de la labor docente. En conclusión diferentes estudios manifiestan que en la “eficiencia de titulación” o “retensión universitaria” o su perspectiva inversa, el abandono, confluyen distintos motivos: académicos, personales, familiares, económicos, sociales. Las causales de la deserción con sus particularidades, son semejantes si analizamos Argentina, Chile o América Latina en su conjunto y brindan fuertes argumentos para destacar la relevancia del rol del docente universitario, la sensibilidad necesaria para detectar las realidades de nuestro estudiantado y las competencias que requerimos para llevar adelante un diagnóstico y posterior adecuación de nuestra labor. Nosotros los católicos no tenemos excusas ya que nuestra sensibilidad debe estar iluminada por los principios que declaramos adherir. En conclusión, la universidad está absorbiendo la brecha provocada por los resultados los ciclos anteriores y encargándose de compensar, en la medida de sus posibilidades la interfase entre el sistema educativo y la demanda social de profesionales. En la medida que rindan fruto las acciones tomadas, es esperable que la brecha vaya paulatinamente disminuyendo, pero hasta entonces, nada agrega la universidad a la sociedad si se concentra exclusivamente en un puñado de alumnos, abandonando al conjunto. Los docentes católicos debemos promover, dentro de las instituciones educativas a las que pertenecemos, líneas de “investigación en colaboración”, que además de cumplimentar un requisito de la CONEAU, nos servirían para detectar y caracterizar de modo científico, no sólo intuitivo, las necesidades que se presentan a los alumnos en su trayecto por la universidad y sus motivos de deserción, así poder ayudar a nuestro prójimo, que son los alumnos. Estos resultados, con la debida articulación, pueden aportar a la planificación de las acciones en las etapas educativas anteriores. Los docentes universitarios católicos debemos tener la humildad suficiente para integrarnos a equipos multidiciplinarios, que nos permitan conocer la realidad del sistema educativo para saber en qué podemos colaborar y no quedarnos con la miopía de nuestro sector. Por otro lado la institución debe impulsar la “formación” de docentes universitarios en competencias tales que les permita realizar un relevamiento de los perfiles profesionales y realizar los respectivos diseños curriculares, demandados en cada región, sin perder de vista que la realidad global del siglo XXI, requiere el establecimiento de perfiles amplios que permitirán a los graduados en las distintas disciplinas, desempeñarse profesionalmente en cualquier lugar del mundo. Sé que esto implica un esfuerzo y compromiso aún mayor por parte de nosotros los docentes católicos, pero estoy convencida que en conjunto y con el apoyo de las instituciones a las que pertenecemos, podemos propiciar estas y otras acciones con el consiguiente beneficio para nuestros alumnos y nuestras instituciones, que en definitiva son nuestro prójimo más próximo. Prof. Cecilia Rosales Marsano Fac. San Francisco - Mendoza Universidad Católica Argentina Fuentes: - Ing. José María Lagger, Ing. Eduardo Donnet, Dr Alfonso Gimenez Uribe, Lic. Mariela Samoluk, “La deserción de los alumnos universitarios, sus causas y los factores (pedagógicos, psicopedagógicos, sociales y económicos) que están condicionando el normal desarrollo de la carrera de Ingeniería Industrial, UTN-FRSF”, 2008 - Centro de Microdatos - Departamento de Economía - Universidad de Chile; INFORME FINAL: “ESTUDIO SOBRE CAUSAS DE LA DESERCION UNIVERSITARIA”, Agosto, 2008 - Luis Eduardo González Fiegehen, Capítulo 11: Repitencia y deserción universitaria en América Latina, Informe sobre la Educación Superior en América Latina y el Caribe 2000-2005.