WORLD RAINFOREST MOVEMENT

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WORLD RAINFOREST MOVEMENT
MOVIMIENTO MUNDIAL POR LOS BOSQUES TROPICALES
Secretariado Internacional
Ricardo Carrere (Coordinador)
Maldonado 1858; CP 11200
Montevideo - Uruguay
Tel: +598 2 413 2989
Fax: +598 2 410 0985
E-mail: [email protected]
Sitio web: http://www.wrm.org.uy
Boletín nº 105 del WRM
Abril 2006
(edición en castellano)
En este número:
NUESTRA OPINION
- Una modesta proposición para el Día de la Tierra
LUCHAS LOCALES Y NOTICIAS
AMERICA DEL SUR
- Bolivia: indígenas Toromonas en aislamiento voluntario en grave peligro de desaparición
- Brasil: empresas de celulosa deberán retirar plantaciones de eucalipto en áreas de amortiguación de parques
nacionales en Bahia
- Colombia: a pupitrazo se aprobó la Ley (maderera) Forestal
- Guayana: la controvertida certificación de Barama es otra mancha en la reputación del FSC
AFRICA
- Etiopía: organización conservacionista holandesa involucrada en el desalojo de miles de grupos tribales
- Nigeria: plantaciones de árboles a expensas de los bosques y el sustento de los pueblos de los bosques
- Visita de campo del Grupo de Trabajo sobre Política de Plantaciones del FSC en Sudáfrica
ASIA
- Las represas como limpieza étnica: la guerra de la junta birmana contra el pueblo Karenni
- Creando bosques “gestionables”: las plantaciones y los trabajadores de las plantaciones de India
- Indonesia: el dilema del FSC en el corazón de Borneo. ¿Bolsas de arena o traición?
- Malasia: las condiciones de las trabajadoras en las plantaciones de palma aceitera
OCEANIA
- Aotearoa/Nueva Zelanda: absoluta y positivamente, NO son bosques
CELULOSA S.A
- El poder corporativo de la industria de la celulosa y el papel
ÁRBOLES GENÉTICAMENTE MODIFICADOS
- Convención de la ONU sobre Diversidad Biológica: importante decisión en torno a los árboles transgénicos
Boletín 105 del WRM
abril 2006
NUESTRA OPINION
- Una modesta proposición para el Día de la Tierra
En 1729, Jonathan Swift –quien dedicó gran parte de sus escritos a la lucha por Irlanda contra el dominio británicopublicó su sátira “Una modesta proposición para prevenir que los niños de los pobres de Irlanda sean una carga
para sus padres o el país, y para hacerlos útiles al público” (sugería que debían ser bien alimentados y luego
comidos). Si estuviera vivo, probablemente hubiera dicho algo satírico acerca del gobierno de los Estados Unidos y
el Día de la Tierra (22 de abril).
Según la página web del Día de la Tierra del gobierno de los Estados Unidos (http://www.earthday.gov) “El Día de la
Tierra es un buen momento para celebrar los beneficios que hemos logrado y forjar nuevas visiones para acelerar el
progreso ambiental”. La misma página nos dice que “La Administración Bush tiene como centro de interés alcanzar
resultados importantes: aire y agua más limpios y tierras y hábitat silvestres más sanos”. Aún careciendo del genio
literario de Swift, nos gustaría realizar una contribución dentro de su estilo, como comentario a esas increíbles
afirmaciones.
Para empezar, nos gustaría decir que es obvio que podemos celebrar todos los beneficios alcanzados en los últimos
años bajo el sabio liderazgo del gobierno empresarial de los Estados Unidos. Varios bosques tenebrosos y
amenazadores han sido abatidos para dejar que los rayos del sol alcancen el suelo. Se ha logrado la extinción de
numerosos animales peligrosos o simplemente inútiles. El agua ha sido enriquecida –gratuitamente- con altas dosis
de costosos productos químicos. Durante la noche, los pueblos de los bosques cuentan ahora con la iluminación de
las llamaradas de gas emitidas por las empresas petroleras. Diversas zonas de bosque están estrictamente
protegidas contra los Pueblos Indígenas y comunidades del bosque que amenazan a las empresas madereras, las
empresas mineras, las empresas forestadoras, las empresas camaroneras y otras compañías amigas del medio
ambiente.
También ha habido grandes éxitos en materia de progreso ambiental y lo que parecía imposible se ha vuelto
realidad. Por ejemplo, cambiar el clima del planeta podría haber parecido una utopía. Sin embargo, se superaron las
dificultades y ahora podemos regocijarnos con la perspectiva de un futuro mucho más cálido. Elevar el nivel del mar
también era percibido por algunos pesimistas como algo imposible, pero, como suele ocurrir, el gobierno
empresarial de los Estados Unidos les demostró que estaban equivocados. En los próximos años, en lugar de vivir
en vastos continentes, alguna gente afortunada podrá vivir en pequeñas islas tropicales paradisíacas –antiguamente
los picos más altos de esos continentes que quedarán bajo agua- bajo la sombra de palmeras transgénicas.
La aplicación de las “nuevas visiones” también ha tenido éxito y al respecto el petróleo es un ejemplo paradigmático.
Parar lograr el cambio climático y elevar el nivel del mar es necesario quemar mucho petróleo. Lamentablemente, la
mayor parte del petróleo está fuera de las fronteras de los Estados Unidos. La antigua visión implicaba que las
empresas necesitaban controlar a los gobiernos de los países ricos en petróleo, que no siempre estaban dispuestos
a colaborar. La nueva visión facilita las cosas: los países ricos en petróleo pueden ser ocupados para impedir que
utilicen armas de destrucción masiva.
Siguiendo el enfoque de Jonathan Swift, nos gustaría realizar una “modesta proposición para prevenir que las
empresas que están detrás del gobierno de los Estados Unidos sean una carga para su país y otros, y para hacerlas
útiles al público”. La proposición es bien sencilla: que esas –y otras empresas transnacionales similares- sean
condenadas a la extinción total.
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LUCHAS LOCALES Y NOTICIAS
AMERICA DEL SUR
- Bolivia: indígenas Toromonas en aislamiento voluntario en grave peligro de desaparición
El mundo está tomando conciencia de la problemática de los Pueblos Indígenas Aislados de la Amazonía. Parece
increíble, pero algunos animales son mejor protegidos que los grupos humanos que buscan preservar su
aislamiento. Esto es, sin dudas, un derecho humano fundamental que los pueblos aislados tienen facultad de ejercer
y de defender y nosotros de respetar. Sin embargo –y a pesar de las recomendaciones de la ONU, la OEA, la
COICA, la UICN y otras instituciones globales y regionales- la situación de dichos pueblos que habitan la Amazonía
continental –el mayor reservorio mundial de pueblos sin contacto- es alarmante. Todos los pueblos, sin excepción,
se encuentran en peligro de desaparición forzada. Es preciso alentar acciones urgentes para evitar que un nuevo
genocidio termine de consumarse. Los Pueblos Indígenas Aislados Amazónicos que aún existen son un patrimonio
humano y cultural único que no deberían seguir el camino que ya sufrieron centenas de pueblos de los bosques: el
exterminio lento, la desaparición violenta y silenciosa, un genocidio vergonzante y siniestro.
A pesar de ser un país de mayoría indígena, la situación en Bolivia no escapa a la situación descripta. Existe poca
conciencia sobre el drama, los esfuerzos son aislados y falta una visión integral que movilice a quienes puedan
contribuir a brindar soluciones. Si bien los pueblos aislados están incluidos en los informes oficiales, el abordaje de
su problemática está limitado por la burocracia y la incomprensión de la gravedad de la misma.
Esto contrasta con la fortaleza que exhiben incluso las propias organizaciones indígenas de la Amazonía, cuya
capacidad de acción quedó demostrada desde 1990 con la llamada Marcha por el Territorio y la Dignidad, un hito en
la historia de Bolivia, ya que inscribió la problemática de los pueblos indígenas amazónicos del país en la agenda
nacional. Sin embargo, 16 años después, el tema de los pueblos aislados sigue siendo marginal, anecdótico y casi
invisible, incluyendo a muchas de las organizaciones que trabajan en la misma Amazonía.
Los Toromonas son un caso arquetípico de lo que afirmamos. Parte de la familia lingüística Tacana, su
incuestionable existencia histórica apenas es conocida y valorada. Hoy, un grupo de la etnia se presume habitando
en el sector del valle del río Colorado y las cabeceras del río Sonene (o Heath), al interior del Parque Nacional
Madidi, en el norte amazónico del Departamento de La Paz. Es urgente certificar esa presencia para poder encarar
acciones de protección estricta.
Nosotros, como Expedición Madidi, venimos luchando porque eso suceda desde el año 2000, cuando nos
informamos del tema trabajando en las comunidades mestizas adyacentes al supuesto territorio toromona. En
octubre del año pasado, comprobamos y denunciamos públicamente, con verdadera alarma, que la región se
encontraba infestada de madereros que, en sus incursiones para hallar árboles de madera preciosa, podían tomar
contacto violento con el grupo aislado, por lo cual su existencia estaba seriamente amenazada. En ese sentido,
estamos preparando para la temporada seca una nueva expedición a la región para poder completar nuestro trabajo
de campo y presentar los indicios y/o evidencias materiales y/o visuales suficientes que prueben la sobrevivencia de
los Toromonas históricos, respetando su derecho al aislamiento, es decir evitando cualquier contacto físico de parte
nuestra o de cualquiera.
Esta nueva expedición se inscribirá en un contexto diferente. Bolivia como nación vive tiempos de cambios
históricos. Es la primera vez que un indígena asumió la Presidencia de la República. En ese sentido, estamos
seguros de contar con la comprensión y el apoyo de Evo Morales, la primera autoridad del país. A la vez, deseamos
que la problemática de los Pueblos Indígenas Aislados y los Pueblos Indígenas en Situación de Alta Vulnerabilidad
se incluya en el texto de la nueva Constitución Política del Estado boliviano que empezará a discutirse a partir del 6
de agosto próximo en la ciudad de Sucre en el marco de una Asamblea Constituyente.
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A través de este artículo, no sólo queremos alertar y difundir el riesgo en que viven los pueblos aislados de Bolivia,
sino convocar a quienes quieran ayudar a los Toromonas, a que se pongan en contacto con nosotros. Pueden
hacerlo al correo electrónico [email protected] . La lucha por la protección de los últimos pueblos
aislados de la Amazonía boliviana no puede esperar. Es ahora o nunca.
Por: Pablo Cingolani, correo electrónico: [email protected], Fundación Expedición Madidi
Quienes deseen leer más información sobre la temática, pueden hacerlo en www.bolpress.com o en el blog
www.cingolani.ssolucion.com donde se encuentra publicado el documento “Sobre antropología de urgencia en
Bolivia: Pueblos étnicos de tierras bajas en situación de alta vulnerabilidad y en aislamiento voluntario” elaborado
por el antropólogo Álvaro Díez Astete. El documento también está disponible en la página web del WRM en la
siguiente dirección: http://www.wrm.org.uy/paises/Bolivia/ANTROPOLOGIA_URGENCIA_BOLIVIA.pdf
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- Brasil: empresas de celulosa deberán retirar plantaciones de eucalipto en áreas de amortiguación de
parques nacionales en Bahia
El Ministerio Público Federal, a través de la Procuraduría de la República en Ilhéus-Bahia, según Recomendación nº
01 de fecha 18 de noviembre de 2005, exige el retiro de plantaciones de eucalipto en un radio de 10 (diez)
kilómetros, en las zonas de amortiguación de las Unidades de Conservación de los Parques Nacionales “Do
Descobrimento”, “Monte Pascoal” y “Pau Brasil”, según determina la legislación brasileña. El documento dice
asimismo que los emprendedores, o sea, las empresas de celulosa, deben elaborar un Plan de Recuperación de
Área Degradada - PRAD, inmediatamente después del retiro del eucalipto, para recuperar el medio ambiente.
Hace casi quince años, el Centro de Estudios e Investigaciones para el Desarrollo del Extremo Sur de Bahia
(CEPEDES), junto con otras entidades, viene denunciando las irregularidades cometidas por las empresas de
celulosa en Bahia y en Espírito Santo. En Bahia, entre muchas otras irregularidades están las plantaciones de
eucalipto alrededor de las Unidades de Conservación (UCs), contraviniendo lo establecido por la Ley Federal nº
9.985 de 18 de julio de 2000, que dispone sobre el Sistema Nacional de Unidad de Conservación - SNUC, donde
prevé la existencia de zonas de amortiguación para el entorno de los parques. Estas zonas de amortiguación
deberán ser utilizadas como corredores ecológicos que puedan garantizar la supervivencia de especies de la fauna
y flora locales, así como el mantenimiento y fortalecimiento de la biodiversidad.
Esta decisión del Ministerio Público Federal es consecuencia de la audiencia pública realizada en octubre de 2005
en el Centro de Convenciones de Porto Seguro. En esa oportunidad, las organizaciones de la sociedad civil
exigieron medidas con respecto a las irregularidades cometidas por las empresas de celulosa, mediante peticiones
formales destinadas al Ministerio Público Federal y de los Estados, además del IBAMA (Instituto Brasileño del Medio
Ambiente) y CRA (Centro de Recursos Ambientales), organismos responsables de la autorización y seguimiento de
las plantaciones.
La recomendación destaca que “la Mata Atlántica es patrimonio nacional, según lo establece la Constitución de la
República Federativa del Brasil en su artículo 224, inciso 4º, y su utilización deberá seguir los dictámenes legales
establecidos, con el fin de asegurar la conservación del medio ambiente, y el Decreto 750/1993 prohíbe
terminantemente la tala, explotación y remoción de vegetación primaria o en estado avanzado o intermedio de
regeneración”. Y agrega asimismo que la sustitución de miles de especies vegetales por solamente una especie de
interés económico, orientada a la industria de la celulosa, promueve riesgos para la fauna y flora locales.
Está siendo tramitado asimismo un expediente administrativo nº 1.14.001.000046/2001-67, que monitorea la
autorización para la ubicación de la plantación irregular de 45.000 hectáreas de árboles de eucalipto de Aracruz
Celulose en el extremo sur de Bahia.
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Entre 1970 y 1985 Bahia perdió el 70% de sus bosques nativos con la llegada de las empresas de papel y celulosa
Suzano Bahia Sul, Aracruz, CAF Santa Bárbara Ltda y Veracel. De acuerdo con estudios recientes del Ministerio del
Medio Ambiente, el extremo sur de Bahia tiene solamente el 4% de la Mata Atlántica original, en áreas de reserva.
En esta región se estima que más de la mitad de las tierras cultivables está en manos de las empresas.
Aproximadamente 12 mil familias están acampadas en las rutas. La expulsión de los trabajadores rurales,
quilombolas (descendientes de esclavos), pequeños agricultores e indios del campo generó un crecimiento
significativo de las favelas (villas miseria), desagregación de grupos y familias, violencia y miseria.
El modelo de desarrollo impuesto por los gobiernos para esta región ha destruido sistemas enteros de vida vegetal y
animal. La riqueza generada en el modelo económico que favorece la concentración de renta y de tierras, no impidió
el crecimiento de la miseria y del hambre. Frente a esto, surgieron manifestaciones y movimientos que reflejan la
conciencia de parte significativa de la población sobre la violencia ambiental y social que causan las grandes
extensiones de monocultivos de eucalipto en la región.
Por lo tanto, frente a esta determinación del Ministerio Público Federal para que el IBAMA, organismo ambiental,
tome medidas en el sentido de hacer que las empresas de celulosa retiren las plantaciones de eucalipto en el
entorno de los parques, resulta evidente una vez más que las declaraciones de carácter ambientalista que las
empresas de celulosa vienen haciendo a través de los medios de comunicación, están cayendo por tierra. Las
reuniones promovidas por empresas de celulosa, con el objetivo de disfrazar la realidad y discutir corredores
ecológicos ya no tienen sentido. Lo que tenemos aquí en la región del extremo sur de Bahia no es un corredor
central de Mata Atlántica; lo que tenemos aquí es un corredor central del monocultivo extensivo del eucalipto con
pequeñas manchas, o sea, mosaicos, aislados de “Matorral” Atlántico.
La decisión del Ministerio Público Federal es un hecho inusitado y muy significativo para la sociedad civil organizada
del extremo sur de Bahia, ya que durante mucho tiempo ha venido solicitando medidas de los organismos
competentes, que impidan la destrucción total del bioma. Ahora, corresponde no solamente al IBAMA y a las ONGs
fiscalizar las actividades de estas empresas, sino también a la población, la mayor interesada en preservar lo que
resta de Mata Atlántica.
Por: Ivonete Gonçalves, CEPEDES – Centro de Estudos e Pesquisas para o Desenvolvimento do Extremo
Sul/Bahia, [email protected], http://www.cepedes.org.br/
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- Colombia: a pupitrazo se aprobó la Ley (maderera) Forestal
Luego de que la Ley Forestal fuera aprobada en el Congreso, fue enviada a sanción presidencial el 13 de diciembre
de 2005. La Ley fue objetada en 12 de sus artículos por parte del Presidente Álvaro Uribe y lo que se esperaba
después de ello era el retorno del texto con las objeciones para su discusión en el Congreso, como lo indica el
trámite formal. Si bien las objeciones del gobierno -en el caso de ser aprobadas- no solucionan los problemas que
tiene esta ley, puesto que ha sido diseñada para entregar los bosques del país a las empresas madereras, era de
esperarse que por lo menos estas objeciones tuvieran un espacio para el debate por parte de los parlamentarios.
Sin embargo, esto no sucedió.
El 28 de marzo, durante las plenarias de Cámara, se aprobó la Ley Forestal. La sesión se desarrolló de manera
acelerada, confusa y nada entendible, y se enunciaron las objeciones presidenciales. Todas fueron aprobadas a
pupitrazo en unos cuantos minutos, sin dar la posibilidad de que los interesados se enteraran de lo que se estaba
aprobando. Lo más vergonzoso es que mientras se aprobaba, los parlamentarios, en grotesco espectáculo, se
encontraban departiendo animadamente en corrillos, haciendo uso del celular o riendo. Varias personas que
asistimos al recinto de la Cámara en calidad de observadores y que estábamos esperando el debate, tampoco nos
enteramos del momento de su aprobación. El día siguiente, en Plenaria del Senado, la forma como se aprobó fue
aun más aberrante, puesto que era una Plenaria con escasa asistencia de Senadores y sin haber verificado el
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quórum, solo se abordó la ley forestal en una sesión, de pocos minutos, en donde se presentó rápidamente y sin
absolutamente ninguna discusión la aprobación de las objeciones del gobierno a la ley. Estos hechos reiteran el
oscuro interés de pasar una ley totalmente deslegitimada, por debajo de la mesa, evadiendo el debate público.
La forma lamentable como se aprobó deja serios cuestionamientos y la sensación de que se incurrió en un
procedimiento irregular o por lo menos no ético. Ello demuestra una vez mas el afán del gobierno por poner en
marcha una estrategia perversa y malintencionada que disuadiera las crecientes críticas a la ley forestal para que no
se alterara en lo sustancial el marco jurídico para que los grandes inversionistas madereros accedan fácilmente y
con privilegios al bosque del país. Esto se pudo evidenciar a lo largo del proceso de aprobación de la ley, donde los
lobbystas que ejercieron presión fueron las principales empresas privadas, en estrecha colaboración con Chemonics
(USAID) y los Ministerios de Agricultura y de Ambiente, para que fuera aprobada por el Congreso, pasando por
encima de las serias y reiteradas criticas emitidas por diversos sectores de la sociedad colombiana.
Se evidenció también que sólo hasta ese momento se hizo entrega a los parlamentarios de la Gaceta del Congreso
N° 50, con fecha de 24 de marzo de 2006, que contiene las objeciones del gobierno. No hubo por lo tanto
preparación para el debate. Aun con las 10 objeciones aceptadas de las 12 presentadas, la ley fue aprobada tal
como salió de la Comisión V de la Cámara, que en esencia no cambia para nada la estructura, los objetivos y los
alcances, puesto que finalmente lo que se trabajó fue en la “limpieza y adecuación del lenguaje” para superar los
escollos formales de inconstitucionalidad que pueda tener la norma.
El objetivo era maquillar algunos de los aspectos perversos de la Ley, especialmente lo relacionado con el futuro de
los bosques tanto públicos, como los bosques de propiedad de las comunidades indígenas y afrocolombianas. Se
advierte claramente la irresponsabilidad de la mayor parte del Congreso y del gobierno nacional frente a un tema tan
trascendental para el país, como es la preservación y manejo sostenible del patrimonio natural de la nación, uno de
los ecosistemas de bosques de mayor importancia para el planeta. Luego de este aberrante procedimiento en las
plenarias del Congreso, sólo queda pendiente la sanción presidencial.
Hacemos un llamado a las organizaciones indígenas, campesinas, afrocolombianas, ambientalistas y a las personas
que sientan vulnerados los derechos patrimoniales de los bosques de la nación y de las comunidades indígenas,
afrocolombianas y campesinas, expresen su posición de rechazo frente a la lesiva Ley Forestal y realicen acciones
que permitan preservar los bosques para las generaciones presentes y futuras del país. Igualmente para que se
reconozca la importancia que tiene el manejo adecuado, sostenible, responsable, participativo y autónomo por parte
de los verdaderos dueños, quienes conservan y enriquecen los bosques de Colombia.
Diversas organizaciones Colombianas están impulsando una campaña en contra de esta ley. Quienes deseen
adherir a la campaña por favor enviar su apoyo a la siguiente dirección de correo electrónico:
[email protected]
Grupo Semillas – Censat Agua Viva, Amigos de la Tierra - Fundación Swissaid - Paula Álvarez - Consejo
Comunitario de la comunidad negra del río Cajambre – Cecoin – Consejo comunitario del río Naya – Consejo
Comunitario de Cupica – Cabildo Embera Katío del Alto San Jorge – Mesa de manglares del Pacífico – Unión
Territorial Interétnica del Naya – Consejo Comunitario del Naya – Fundación Jenzerá – REDJUAN – Re-movilidad
Sustentable – Proceso de Comunidades Negras PCN - Amigos de la Tierra Internacional - COECOCeiba AT Costa
Rica – Campaña de Bosques Amigos de la Tierra Internacional – World Rainforest Movement WRM – RAPAL
Uruguay – REDES Amigos de la Tierra Uruguay – Eco La Paz Argentina – Organización Nacional Indígena de
Colombia ONIC …siguen firmas
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- Guayana: la controvertida certificación de Barama es otra mancha en la reputación del FSC
Un nuevo certificado otorgado por el Consejo de Manejo Forestal (FSC) a una gran operación de madereo hace que
silvicultores, ambientalistas y activistas por los derechos humanos vuelvan a fruncir el ceño. En Guayana, la
empresa suiza de certficación SGS Qualifor acaba de otorgar un certificado del FSC a la gigante malayo-coreana
del madereo Barama Company Limited (BCL), que opera en una concesión de 1,69 millones de hectáreas en el
noroeste de Guayana. La empresa BCL es propiedad conjunta de la transnacional sudcoreana Sun Kyong.y la
controvertida maderera malaya Samling Timbers Sdn Bhd, cuyas actividades de madereo en las tierras ancestrales
de los Penan de Sarawak, Malasia, siguen generando protestas.
En 1991 BCL obtuvo la concesión en Guayana en circunstancias poco transparentes; el acuerdo le proporcionó una
importante exoneración fiscal en términos tan generosos que, además de haber sido denunciado a grandes voces
como traición por políticos de la oposición en medio de alegaciones de corrupción, también llegó a ser cuestionado
por instituciones como el World Resources Institute. Hasta el gobierno británico, que más tarde apoyó el “desarrollo”
del sector forestal de Guayana, admitió que el contrato era demasiado generoso y debería ser revisado.
Durante los años 1990, BCL llevó a cabo sus actividades de madereo desde el extremo norte de su concesión,
desplazándose hacia el sur por carretera y entrando en los bosques cercanos a Arakaka y Matthew’s Ridge y
despachando barcazas con los troncos extraídos desde Port Kaituma, río abajo, y luego hacia el este por la costa
para procesarlos más cerca de Georgetown, la capital, en su fábrica de contrachapado de Land of Canaan. Las
actividades de madereo fueron denunciadas por la Asociación de Pueblos Amerindios, la principal organización
indígena nacional, que documentó la forma en que las operaciones de BCL habían ignorado los derechos indígenas,
excavado en cementerios, realojado forzosamente a los pobladores amerindios para hacer lugar a la laguna donde
generalmente se tiran los troncos, y habían permitido que cazadores y mineros se sirvieran de las carreteras
madereras para destruir el medio ambiente del lugar. Al gobierno le llevó diez años regularizar la tenencia [de las
tierras] de los indígenas Caribes de Baramita, en el borde occidental de la concesión, pero muchos otros
asentamientos amerindios en la concesión carecen hasta ahora de títulos y reconocimiento. Entre tanto, la fábrica
de contrachapado cerca de Georgetown es víctima del estruendo constante de conflictos laborales insolubles.
BCL alegó que tenía problemas para ganar dinero con su masiva concesión en el noroeste pues en esos bosques
solamente se obtenían árboles baromalli de diámetros relativamente pequeños. Comenzó a comprar maderas de
mayor calidad a otros concesionarios, e incluso entró en acuerdos controvertidos y mal reglamentados con
comunidades amerindias que conllevaron sobrexplotación y divisiones en las comunidades, hechos que se han
documentado.
En los últimos tres años, sin embargo, BCL ha retirado de Port Kaituma la base de sus actividades de madereo.
Adquirió nuevos derechos sobre otras 300.000 hectáreas a lo largo de las orillas del río Essequibo y empezó a abrir
nuevas carreteras madereras a partir de un lugar cercano a Buck Hall, en el este, a través de estas nuevas zonas y
dentro de su propia enorme concesión. También se acercó a los organismos certificadores con miras a obtener la
certificación de sus operaciones.
Los silvicultores locales se alarmaron con la apresurada carrera de BCL para obtener un certificado. Al mismo
tiempo que se unía a otras empresas forestales y organizaciones conservacionistas en una iniciativa nacional para
desarrollar normas FSC guayanesas, BCL procuraba la certificación bajo la norma genérica del FSC, que fue
adaptada a Guayana por SGS Qualifor a través de consultas. Hubo un escándalo en 2003, cuando circularon
versiones de que supuestamente BCL había insistido en eliminar de las actas de una reunión de múltiples partes
interesadas todas las quejas expresadas por los amerindios. Los silvicultores guayaneses cuestionaron también la
buena fe de BCL en cuanto al proceso de desarrollo de normas nacionales. ¿Por qué, preguntaron, la empresa no
había esperado la interpretación nacional de la Iniciativa Nacional de Guayana para la Certificación Forestal y en su
lugar intentaba obtener una certificación bajo la norma genérica de SGS Qualifor?
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SGS Qualifor emitió el certificado de BCL el 17 de febrero de 2006 y poco después publicó el resumen público en
Internet. Se trata de un documento extraño. En lugar de examinar el plan de manejo y el desempeño de la unidad de
manejo forestal completa, el certificado se aplica solamente a las 570.000 hectáreas en las subdivisiones cuarta y
quinta (la concesión se ha dividido en siete partes). Por lo tanto la auditoría excluye de su consideración las tres
primeras zonas madereras donde la empresa encontró tanta oposición, en la zona de Port Kaituma, en el norte de la
concesión. Tampoco considera los dos últimos tramos, que también pondrán a la empresa en contacto con
comunidades amerindias sobre el río Cuyuni, en el sur. La auditoría parece ignorar por completo las inquietudes
surgidas en torno a los conflictos en la fábrica de contrachapado y la controvertida compra de madera de fuera de la
concesión por parte de la empresa. Aparentemente, se ha llevado la “certificación parcial” a otro nivel.
Al anunciar la certificación del FSC en una conferencia de prensa realizada el 26 de marzo en Georgetown, la
capital de Guyana, BCL declaró que en sus 15 años sus operaciones no habían generado lucro (esto recordó las
famosas operaciones de madereo japonesas y malayas en Papúa Nueva Guinea, que del mismo modo se las
arreglaron para mostrar que no había ganancias, en gran parte gracias al truco de la ‘transferencia de precios’ de los
auditores). La supuesta falta de rentabilidad de BCL nos obliga a preguntar cómo hizo la empresa para ser
certificada siendo que uno de los principios claves del FSC es que las operaciones sean “económicamente viables”.
Y si la empresa no se ha beneficiado con el madereo de cerca de un quinto de la “propiedad forestal permanente”
de Guayana, ¿quién lo ha hecho entonces? La exoneración fiscal de la que goza la empresa significa que el tesoro
guayanés ganó poco y nada. Los amerindios han expresado sus quejas a voces desde que empezó la operación.
Por su parte, los residentes de Port Kaituma se lamentan de que se haya terminado la bonanza temporal de
empleos de la década de 1990 y de haberse quedado con los bosques arruinados, la caza agotada y una
infraestructura que se viene abajo. ¿Es este el “manejo forestal sustentable” que se supone que el FSC tiene que
promover?
La certificación de BCL fue saludada con bombos y platillos, como “el mayor bloque de bosques tropicales del
mundo certificado por el FSC”. Como para ponerse a vomitar...
Por Marcus Colchester, Programa para los Pueblos de los Bosques, correo-e: [email protected]
La auditoría de SGS puede verse en: http://www.sgs.com/9205-gy_-_barama_ma2005-10_-_ad36a-03_gm.pdf
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AFRICA
- Etiopía: organización conservacionista holandesa involucrada en el desalojo de miles de grupos tribales
La organización conservacionista holandesa African Parks Foundation (APF) pasará a hacerse cargo del Parque
Nacional Omo en el sur de Etiopía, con lo que 50.000 habitantes tribales corren peligro de ser expulsados o perder
el acceso a los recursos vitales para su subsistencia.
Hace poco se legalizaron (registraron) los límites del Parque Nacional Omo, preparando el camino para un contrato
de manejo entre African Parks Foundation y los gobiernos federal y regional de Etiopía. Para llevar a cabo este
registro, funcionarios de la administración de parques etíopes convencieron a los habitantes tribales de firmar la
entrega de su tierra, sin compensación, mediante documentos que no podían leer.
Un integrante tribal Mursi informó “haber visto a la policía apresar a tres personas Mursi y obligarlas a firmar el papel
con sus impresiones digitales”.
La demarcación del Parque Omo convertirá a los pueblos Omo en intrusos ilegales en su propia tierra. African Parks
Foundation estaba al tanto de la forma en que se obtuvo el “consentimiento” de los habitantes locales en relación
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con los límites del parque. En repetidas ocasiones se le solicitó que incluyera una cláusula de “no desalojo” en su
contrato con el gobierno, pero sin embargo siguió adelante y en noviembre de 2005 firmó un contrato que no hace
mención de los pueblos tribales.
Varios funcionarios etíopes han dicho que pretenden desalojar a los pobladores tribales, y African Parks Foundation
dice que no puede interferir con los planes de un “gobierno soberano”.
No es la primera vez que se expulsa a personas de un parque que ha pasado a manos de African Parks Foundation.
En febrero de 2004, APF firmó un acuerdo de manejo del Parque Nacional Nech Sar, cerca de Arba Minch. En
noviembre de 2004, funcionarios de la administración de parques de Etiopía y la policía local incendiaron 463 casas
pertenecientes a pobladores Guji, para obligarlos a abandonar su tierra en Nech Sar.
"Casi siempre salen las noticias en la radio, incluso cuando una sola casa es incendiada por delincuentes. Oímos
informes sobre delitos de todo tipo. En nuestro caso, perdimos 463 casas pero las noticias no lo mencionaron para
nada”, dijo un integrante de la tribu Guji.
En 2004, 10.000 personas de las tribus Guji y Kore tuvieron que salir de Nech Sar y fueron reasentadas para cumplir
con el acuerdo contractual entre el gobierno y APF, que establecía que todas las personas serían retiradas antes de
que APF se hiciera cargo de la administración.
“No queríamos participar en el reasentamiento, por eso incluí en el contrato una cláusula que decía que no nos
haríamos cargo del parque hasta que no se hubiera completado el reasentamiento”, dijo Paul van Vlissingen.
African Parks Foundation fue fundada por Paul van Vlissingen, presidente del gigante minorista Makro Retail y de
Calor Gas, una empresa de distribución de gas de petróleo líquido. Rob Walton, presidente de la junta de Wal-Mart,
pertenece a la junta directiva de African Parks Foundation. La Fundación Walton ha donado importantes cantidades
de dinero a African Parks y es una de sus dos mayores fuentes de financiación junto con el Departamento de Estado
de EEUU.
African Parks Foundation administra parques en Zambia, Malawi, Sudáfrica, la República Democrática del Congo,
Sudán y Etiopía, y según se informa está procurando administrar más. Los ingresos obtenidos con estos parques
se acumulan a sus proyectos y se destinan a abrir más parques. “Los parques nacionales deben convertirse en
empresas virtuales”, ha declarado Paul van Vlissingenhas, y esta filosofía corporativa para su organización tiene
sentido si no olvidamos que el magnate de los negocios Rob Walton está en la junta.
El impacto ambiental de este plan podría ser desastroso si se hace salir a las personas que durante siglos han
gestionado esta tierra y su vida silvestre. Los pueblos tribales han dado forma a este paisaje a lo largo de miles de
años de agricultura y pastoreo. El cambio más radical para el ecosistema sería la remoción de los humanos, junto a
quienes han evolucionado los patrones de conducta de los animales salvajes a lo largo de los milenios. Pueblos
hambrientos e indignados alrededor del parque perjudicarían el éxito de éste y la biodiversidad.
Si se expulsa a los pueblos tribales de la zona, aumenta el riesgo de conflictos violentos tanto con el gobierno como
con cualquier tribu en cuyas tierras se los haga asentarse. En la zona no existen las tierras ociosas; muy poca tierra
para demasiadas personas provocará el surgimiento de disputas.
"El gobierno de Etiopía tendría que estar muy preocupado por las perspectivas de aumento de la violencia en caso
de seguir adelante con su política evidente de desalojos de la zona de Omo Š", declaró David Turton, antropólogo
británico con más de 30 años de experiencia de trabajo con los Mursi, una de las tribus que vive en los límites del
Parque Nacional Omo. “Cualquier intento de invadir el territorio Mursi hará aumentar la presión sobre los recursos
existente en la zona inferior de Omo”.
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Boletín 105 del WRM
abril 2006
Si usted desea apoyar la lucha para que esto no ocurra, sírvase visitar
http://www.wrm.org.uy/countries/Ethiopia/actionalert2006.html (información en inglés)
Por Global Justice Ecology Project, correo-e: [email protected], http://www.globaljusticeecology.org
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- Nigeria: plantaciones de árboles a expensas de los bosques y el sustento de los pueblos de los bosques
La Reserva de Bosque de Omo, situada en el sudoeste de Nigeria, se constituyó legalmente en reserva en virtud de
la Orden Nº 10 de 1925, que fue modificada en 1952. En ese entonces el bosque prácticamente no había sido
explorado. Fue cedido al gobierno en tanto reserva el 8 de octubre de 1918, en un acuerdo firmado entre el oficial
del distrito Ijebu Ode, en nombre del gobierno colonial británico, y los Awujale de Ijebu Ode en nombre de la
Administración Nativa Ijebu. La Reserva Forestal de Omo abarca 1.305,5 km2 y se divide en las Áreas J1 – J3
(519,3 km2), Área J4 (565,8 km2) y Área J6 (220,4 km2), en tanto los enclaves ocupan 65 km2 (Ola-Adams, 1999).
Una encuesta realizada en la reserva entre 1916 y 1918 informó la existencia de cinco aldeas, un total de 30
asentamientos y una población de 610 personas (300 hombres, 190 mujeres y 120 niños y niñas). Los
asentamientos siguieron creciendo en cantidad y tamaño y la población actual de la reserva seguramente no es
inferior a 25.000, en tanto la cantidad de personas que se benefician de la reserva se calcula entre 80.000 y 100.000
(Karimu, 1999).
La reserva se sitúa dentro de un bosque húmedo tropical de baja altitud. Cuando todavía no había sido perturbado,
este bosque albergaba el tipo de vegetación más complejo y productivo de la zona. Este tipo de bosque es parte de
la zona guineo-congoleña de bosque tropical húmedo; se calcula que el sistema alberga 8.000 especies vegetales.
Parte de la porción sur de la reserva queda dentro del llamado “cinturón de caoba” original del sistema.
Como resultado de las continuas actividades humanas, en especial el madereo y el establecimiento de monocultivos
de árboles a través del Proyecto de Plantaciones Forestales del Estado de Ogun, el patrón de vegetación de Omo
ha cambiado considerablemente. La vegetación original de la reserva ocupa ahora cerca del 0,3 % de la superficie
total, en tanto los bosques perturbados (explotados para la obtención de madera), los monocultivos y las áreas
agrícolas ocupan alrededor de 60%, 30% y 10% respectivamente. Cada año se sacan de la Reserva Forestal de
Omo no menos de 35.775 troncos de 65 especies diferentes de árboles (NFWSG, 1994, citado por Ola-Adams,
1999).
El precursor del Proyecto de Plantaciones Forestales del Estado de Ogun fue el Proyecto de Plantaciones de Melina
para Celulosa, iniciado en 1966. El objetivo del Proyecto era establecer plantaciones de Gmelina arborea para pulpa
de madera destinada a alimentar la fábrica Iwopin de celulosa y papel.
El gobierno del Estado Occidental financió el proyecto hasta 1972, cuando se estableció un total de 2.000 hectáreas
de plantaciones de Gmelina arborea en el Área J6 de la reserva. Entre 1973 y 1979 el gobierno federal de Nigeria
sostuvo el proyecto con financiación para otras 6.000 hectáreas de plantaciones de melina.
Luego el Estado de Ogun, a través del gobierno federal de Nigeria, pidió un préstamo al Banco Mundial y lo utilizó
para establecer otras 10.000 hectáreas de Gmelina arborea entre 1980 y 1987.
Al acercarse el fin del préstamo del Banco Mundial en 1987 hubo contactos con el Banco Africano de Desarrollo
para obtener una continuación del préstamo que permitiera seguir adelante con el proyecto. Dicho préstamo fue
aprobado y se hizo efectivo a partir de 1989. Cuando concluyó la parte del proyecto asistida por el Banco Africano
ya se habían establecido 23.130 hectáreas de plantaciones. Esta alarmante tendencia se mantiene hasta ahora con
financiación del gobierno del Estado de Ogun.
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abril 2006
El efecto resultante de estas prácticas insustentables es el aumento de las penurias de las comunidades de los
bosques. En un informe reciente de una organización de defensa de los derechos indígenas, Indigenous Peoples
Rights Crusaders, los pobladores de los bosques entrevistados, procedentes de la mayoría de los enclaves,
denunciaron la merma cualitativa y cuantitativa de los recursos del bosque, resultado de la continua degradación del
bosque causada por la sobreexplotación. Entre los recursos mencionados se incluyen la caza de animales silvestres
(que constituía su fuente más importante de proteína animal) y los productos maderables y no maderables del
bosque.
Incluso con la presencia del Banco Mundial y el Banco Africano de Desarrollo en la reserva, el gobierno del Estado
de Ogun no ha adoptado medidas concertadas para aliviar los sufrimientos de los pobladores de los bosques, ni ha
puesto a disposición infraestructura o servicios sociales como carreteras accesibles, electricidad o buen suministro
de agua, ni ha brindado a estas personas formas alternativas de sustento.
Debido al lamentable estado de los caminos en la reserva, los movimientos de bienes y personas en la reserva y las
aldeas aledañas son muy difíciles y onerosos. El resultado es un costo de vida muy alto en comunidades en las que
predominan personas en el peor estado de indigencia.
En los enclaves visitados por Indigenous Peoples Rights Crusaders no había fuentes de agua potable adecuadas.
Los enclaves dependen de arroyos perennes contaminados que se están volviendo intermitentes debido al efecto
perjudicial de la modificación de la vegetación en las cuencas. Con respecto a la electricidad, el único lugar que
cuenta con ella es Grace Camp, donde están las oficinas y residencias del Proyecto.
Que el enfoque insustentable y no participativo del Departamento Forestal del Estado de Ogun es inaceptable quedó
demostrado con un desagradable incidente ocurrido los días 23 y 24 de febrero de 2006, cuando la Brigada del
Gobierno del Estado, encabezada por el comisionado de Agricultura y Forestación, Dele Odulaja, destruyó los
cultivos de cacao, plátano y nuez de cola de los agricultores indígenas del enclave de Ebulende (a lo largo de la
zona de Iho) de la reserva, alegando que los agricultores destruían los monocultivos para establecer sus granjas.
Los agricultores que salieron a pelear con los funcionarios del gobierno fueron reducidos y en algunos casos
arrestados, y sus granjas fueron destruidas.
Ya es hora de que el Departamento Forestal del Estado de Ogun ponga fin a este acto de brutalidad e injusticia.
También es hora de que reconozca la importancia de la participación y la integración de los indígenas en el manejo
de sus recursos forestales tal como se está aconsejando en el mundo entero. Es necesario y urgente que el
gobierno examine sus actividades en la reserva con miras a aliviar el sufrimiento de los pobladores de los bosques y
mejorar su calidad de vida.
Por: Chima, Uzoma Darlington, Indigenous Peoples Rights Crusaders, correo-e: [email protected]
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- Visita de campo del Grupo de Trabajo sobre Política de Plantaciones del FSC en Sudáfrica
Como parte de un proceso de dos años de revisión de la política del Consejo de Manejo Forestal (FSC) sobre la
certificación de plantaciones madereras, integrantes del Grupo de Trabajo para la revisión de la política visitaron
recientemente Sudáfrica para su reunión final. Lo que sigue son algunas citas del informe preparado por Wally
Menne (integrante de la organización local Timberwatch Coalition) sobre la visita de campo en zonas donde hay
plantaciones.
De acuerdo con las políticas del FSC, se invitó a organizaciones ambientalistas locales, representadas en la
coalición Timberwatch, a participar de la visita e incluso a sugerir puntos para su inclusión en el programa de la
misma. No pasó mucho tiempo antes de que Timberwatch comprendiera que había algunos problemas con esta
situación, siendo el más importante el hecho de que la organización del programa de la visita estaba en manos de
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un integrante del Grupo de Trabajo que casualmente trabaja en la asociación industrial maderera ‘Forestry South
Africa’.
Este asunto no se resolvió con facilidad y pronto quedó claro que la solicitud de Timberwatch de una distribución
equitativa del tiempo (un día para la industria y un día para las ONG) no sería aceptada. Parecía que el
representante del Grupo de Trabajo y de Forestry South Africa estaba impulsando un programa muy sesgado a
favor de los intereses de la industria y que correspondería a los participantes de las ONG encontrar la forma de
emparejar la cancha.
La primera oportunidad surgió el día que los integrantes del grupo de trabajo llegaron a Durban, pues tenían algo de
tiempo antes de tomar el ómnibus que los llevaría al lugar de la reunión. A través de Timberwatch, los interesados
pudieron reunirse con miembros de la Alianza Ambiental de la Comunidad de South Durban, que trabaja en una
zona cuyas comunidades locales sufren los efectos adversos de la contaminación industrial, en especial la
provocada por una gran planta de celulosa ubicada en medio de una zona residencial. El objeto de este ejercicio era
demostrar a los integrantes del grupo de trabajo que las plantaciones madereras industriales tienen impactos mucho
más amplios sobre la gente y el medio ambiente que no se limitan a los lugares donde se planta.
La visita de campo incluyó una plantación de eucaliptos donde una organización financiada por la industria, ‘The
Institute for Commercial Forestry Research’ (ICFR), estaba haciendo investigaciones con el fin de demostrar la
“sustentabilidad” de la producción maderera. Pronto resultó obvio que los resultados de este proyecto, que funciona
como parte de un programa internacional junto con CIFOR, habían sido en gran parte predeterminados usando un
conjunto de criterios muy restringido que prácticamente no consideraba otros asuntos fuera de la producción de
madera cruda. El presentador del ICFR hizo la sorprendente declaración de que las praderas naturales se
recuperarían por completo en el lapso de diez años (con la gestión apropiada) en caso de que se eliminaran los
eucaliptos. Declaró también que las plantaciones ¡mejorarían la calidad y la fertilidad del suelo!
El siguiente punto del programa fue una demostración de aplicación de herbicida a una plantación de pinos jóvenes.
No parecía que en ese lugar fuera necesario el control de malezas pues los árboles ya habían superado la altura en
que la competencia de las malezas hubiera podido presentar problemas y se veía muy poco crecimiento reciente de
malezas. También resultó obvio que había algunos problemas en torno a los posibles efectos de las fumigaciones
sobre los trabajadores, que en su mayoría son mujeres empleadas indirectamente a través de un contratista. Una de
las preocupaciones era que no había control sanitario después de que las personas dejaban de trabajar para el
contratista. Si se van a causa de problemas de salud o alergias y más tarde se enferman o mueren, no existe ningún
sistema para controlar su situación. Un aspecto interesante del uso de plaguicidas es que permite ver cuán
diferentes son las plantaciones y los bosques. La mera idea de utilizar venenos químicos en un bosque biodiverso,
donde todas las criaturas conviven en armonía, debe rechazarse de plano. Sin embargo, en una plantación, el
monocultivo antinatural de árboles de especies generalmente exóticas está en conflicto con el medio ambiente
natural y por eso es necesario servirse de productos químicos para controlar la naturaleza.
El viaje siguió adelante a través de plantaciones de pino certificadas que incumplían claramente las propias
directrices de la industria maderera en términos de las distancias respecto de márgenes de bosque, zonas ribereñas
y humedales. En algunos casos podían verse los árboles de las plantaciones creciendo directamente en zonas de
humedales, y no era fácil hallar evidencias de que se prestara la atención adecuada a las plantas exóticas invasivas.
Después de haber atravesado la zona de plantaciones de pinos, estéril y deprimente en su monotonía, la carretera
llevó al grupo a un punto panorámico elevado en una zona de praderas que por suerte había logrado escapar a la
destrucción de las plantaciones. El grupo se detuvo a almorzar allí. Desde este punto se veía un paisaje variado
donde las plantaciones madereras, de color verde oscuro, se destacaban como la proverbial mosca en la leche,
pero en las cuales daba la impresión de que le faltaba algo. Naturalmente, se trataba de que prácticamente no había
indicios de presencia humana. Por un momento fue como si las praderas, las granjas y las plantaciones frente a
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nuestros ojos fueran milagrosamente capaces de existir sin la gente. Por supuesto que no era así, pero ¿dónde se
habían escondido todas las personas?
Quienes continuamos con la gira y visitamos la zona tribal conocida como Ozwatini pudimos ver dónde viven hoy
algunas de las personas. En medio del aislamiento y la pobreza, las comunidades desplazadas con el apartheid
continúan desplazadas y es muy poco probable que alguna vez recuperen su nivel social o su respeto propio. Ni
siquiera los lotes forestales certificados del FSC, que pretenden dar a las personas carenciadas una porción de la
torta de la industria maderera, podrían llegar a cambiar esto. Hay pruebas más que suficientes de que las
plantaciones madereras industriales, grandes o pequeñas, hacen poco y nada para elevar el nivel de vida de las
comunidades rurales; si algo hacen es deteriorar su sustento y su cultura tradicional.
De vuelta en el hotel, el investigador John Karumbidza ofreció al grupo una conmovedora muestra de diapositivas y
una presentación sobre un proyecto de investigación de reciente conclusión. Karumbidza realmente se aventuró allí
donde nadie se había atrevido a ir en cuanto a documentar la forma en que las plantaciones madereras industriales
de Sudáfrica han repercutido y siguen repercutiendo sobre las comunidades rurales en las zonas donde se plantan
los árboles. Se distribuyeron ejemplares de este informe a todos los integrantes del Grupo de Trabajo, que en
general respondieron bien al mismo. La presentación de Karumbidza explicó adónde habían ido algunas de las
comunidades ausentes. También demostró la forma en que las plantaciones madereras siguen explotando,
aterrorizando y desplazando a los pobladores rurales incluso en la actualidad. Durante su charla hizo énfasis en que
“las plantaciones no son bosques”; ¡ojalá que quienes lo escucharon hayan podido asimilar esta verdad
fundamental!
Extractos de: “Did the FSC Plantations Policy Working Group get it right?”, por Wally Menne,
Timberwatch Coalition, correo-e: [email protected]
El informe completo –en inglés- puede verse en: http://www.wrm.org.uy/countries/SouthAfrica/filedtrip.pdf
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ASIA
- Las represas como limpieza étnica: la guerra de la junta birmana contra el pueblo
Karenni
Aung Ngyeh, un Karenni de 31 años, huyó a Tailandia en 2002, obligado a abandonar su hogar en el estado de
Karenni por la guerra de las fuerzas armadas de Birmania contra las poblaciones étnicas. Hoy vive en el campo de
refugiados sobre la frontera con Tailandia y trabaja con el Grupo Karenni de Investigación para el Desarrollo (KDRG)
en la campaña para detener las inversiones extranjeras en los proyectos de “desarrollo” del régimen birmano.
Para Aung Ngyeh y miles de desplazados como él, los proyectos de “desarrollo” de la dictadura militar de Birmania
tales como las represas en el río Salween (así como ferrocarriles, carreteras, minas y gasoductos), son armas de
guerra utilizadas por la junta para acosar y expulsar a los pueblos étnicos.
A la edad de 16 años, Aung Ngyeh realizó trabajos forzados en la construcción de las ferrovías no muy alejadas de
la zona de la represa de Mobye, que alimenta las usinas hidroeléctricas de Lawpita. Construida a principios de 1960
con financiación japonesa en las cataratas de Lawpita, en el río Balu Chuang, estado de Karenni, la represa de
Mobye fue el primer proyecto hidroeléctrico birmano.
El embalse de la represa, que abarca cerca de 207 kilómetros cuadrados, implicó que alrededor de 12.500 Karenni
perdieran para siempre sus hogares y campos. Las personas que vivían cerca de las usinas fueron obligadas a irse
a punta de revólver y sus campos fueron minados.
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A partir de 1960, y debido principalmente a los esfuerzos por controlar la zona de Lawpita, las fuerzas militares de
Birmania aumentaron su presencia en el estado de Karenni a más de 24 batallones permanentes. Los soldados que
merodean la zona mantienen a la población en un estado constante de terror. El trabajo forzado y el transporte
obligado de cargas, el acoso, la extorsión y los asesinatos aleatorios son comunes, así como la violencia sexual
dirigida específicamente a las mujeres de grupos étnicos. Los militares han llegado incluso a perpetrar violaciones
en grupo.
A pesar de las penurias que deben soportar, los Karenni obtienen escaso beneficio de la represa de Lawpita. Por lo
menos el 8% del estado de Karenni no recibe electricidad, que se destina a Rangún (Yangón) y Mandalay; de
cualquier forma, para la mayoría de los pobladores rurales el precio de la energía es inaccesible. Además, como el
caudal del río Balu Chaung se desvía a las turbinas de la represa, los pobladores no pueden obtener agua para sus
campos cuando la necesitan y para ellos la escasez de agua es crónica.
El estado de Karenni se sitúa en el borde oriental de Birmania, entre la provincia tailandesa de Mae Hong Son al
este y los estados de Shan al norte y Karen al sur. Este estado, muy diverso culturalmente, tiene siete municipios
con una población local de cerca de 300.000 personas que también incluye “poblaciones desplazadas internas”.
Los pueblos Kayah constituyen la mayoría de los habitantes del estado pero hay otros grupos étnicos como los
Gekho, Geba, Karen, Kayan (Paduang), Kayaw, Bre, Manumanaw, Shan, Yinbaw y Yintalai. Cada grupo tiene su
propio lenguaje, sus costumbres y sus creencias; dentro de cada grupo pueden existir también dialectos distintos y
otras diferencias. La mayoría de la gente practica el cultivo de arroz de montaña y de tierras bajas junto con la
pesca, la caza y la recolección de productos del bosque.
Los siete municipios del estado de Karenni se corresponden a grandes rasgos con los antiguos reinos de los reyes
Karenni o Sawphyas, que gobernaban en forma independiente. Los reinos Karenni nunca fueron subyugados, ni
siquiera bajo el dominio colonial británico, y permanecieron separados e independientes hasta 1948, cuando
Birmania obtuvo su independencia de los británicos, hecho que refleja las tensiones que hoy existen con la dictadura
birmana.
Después de la independencia los birmanos establecieron el gobierno de la Liga Popular Anti Fascista para la
Libertad, en tanto los Karenni formaron un gobierno paralelo, el Gobierno Karenni de Resistencia encabezado por U
Be Tu Re.
En 1948 el ejército birmano invadió los estados Karenni y asesinó a U Be Tu Re. Desde entonces, varios grupos
armados Karenni --como el Frente de Liberación Popular de las Nacionalidades Karenni-- han combatido a los
birmanos. A partir de 2002, todos los grupos salvo el Partido Nacional Progresista Karenni, formado en 1957 a partir
del Gobierno Karenni de Resistencia, han firmado acuerdos de alto el fuego con la junta de Birmania.
La junta se sirvió del alto el fuego como pretexto para ganar posiciones más estratégicas para un mayor control de
la zona Karenni. Después del alto el fuego, la junta también recogió los nombres de las personas que participaban
en diversos grupos de liberación Karenni.
He aquí por qué, explica Aung Ngyeh, él todavía no puede regresar a su hogar en el estado de Karenni, pues ha
sido marcado por el ejército de Birmania. Sin embargo, esto no le impidió volver hace un tiempo a otras partes del
estado, escondiéndose en el bosque y caminando o viajando con los aldeanos que lo recogían, haciendo todo el
camino hasta el estado de Shan para observar las condiciones actuales.
Aung Ngyeh dice que una gran cantidad de Karenni ya se han ido del estado: algunos a zonas fronterizas en
Tailandia, otros a esconderse en los bosques cercanos a las aldeas destruidas y la gran mayoría forzados a
trasladarse a campos de reasentamiento donde la junta los utiliza como mano de obra.
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Las aldeas afectadas por los reasentamientos forzados cubren por lo menos la mitad de la superficie de estado de
Karenni y son el hogar de entre 20.000 y 30.000 personas como mínimo. La junta no les dio más que una semana
para mudarse a los lugares especificados y declaró que si se los encontraba fuera de estos sitios se los consideraría
soldados enemigos y se les dispararía en el acto.
Durante el reasentamiento los militares saquearon e incendiaron graneros, mataron ganado y obligaron a todos,
incluso niños, embarazadas y ancianos, a caminar por las montañas hasta los lejanos lugares de reasentamiento.
Cerca de los abarrotados campos de reasentamiento hay poca tierra cultivable para poder plantar. Sin alimentos
adecuados ni asistencia médica, la gente sufre de desnutrición y enfermedades como la malaria; las mujeres son
violadas constantemente por soldados armados y se asesina a quienes intentan escapar y son capturados.
Dados los impactos de la represa de Lawpita y la continuación de la guerra y los realojamientos forzosos por parte
de la junta, Aung Ngyeh opina que los proyectos futuros como las represas en el río Salween solamente pueden
empeorar la situación de por sí insoportable de los pueblos Karenni.
Ahora Tailandia y Birmania han acordado la construcción de cuatro represas a lo largo del río Salween en Birmania,
específicamente en Tasang (estado de Shan) y en Hatgyi, Weigyi y Dagwin (estado de Karen). Las represas del
Salween producirán en total entre 15.000 y 20.000 megavatios de electricidad que se venderán a Tailandia.
La represa de Weigyi, cuya construcción empezaría en 2007, es por lo menos diez veces mayor que la represa de
Mobye y los peores impactos los sufrirán los Karenni. Aunque se construirá en el estado de Karen, el embalse de la
represa inundará más de 640 kilómetros cuadrados en el estado de Karenni, que incluyen la mayor parte de los
bosques de tierras bajas y las tierras agrícolas de la zona, y alterará la pesca fluvial.
Aunque no hay estudios disponibles sobre los bosques en la zona de Salween en el estado de Karenni, se sabe que
el embalse de Weigyi sumergirá cientos de kilómetros cuadrados de bosques de tierras bajas situados en una
ecorregión que se considera rica en biodiversidad.
La represa de Weigyi sumergiría completamente 28 aldeas en cuatro municipios Karenni, incluidas las ciudades de
Pasaung y Bawlake; aunque muchos pobladores ya han sido forzados a reasentarse a lo largo de los años, se
calcula que la represa todavía afectaría directamente a unas 30.000 personas. Esta cifra incluye la totalidad de la
tribu de los Yintalai, de cerca de mil personas, un grupo subétnico de los Kayah cuyas tierras ancestrales están en
Pasaung y Bawlake.
Mientras tanto, se calcula que un tercio de la población ya ha sido reasentada o desplazada forzosamente y hay
más de 22.000 refugiados Karenni registrados en los campos tailandeses. Si se sigue adelante con la construcción
de las represas del Salween, muchas de estas personas nunca podrán regresar a sus hogares.
Los grupos Karenni están exhortando a Tailandia y otros inversores como China que detengan todos los planes de
represas en el río Salween, incluso la represa de Weigyi. Para los Karenni, diezmados por medio siglo de guerra y
violencia de parte de la junta birmana, las represas del Salween prometen solamente más sufrimiento.
Por Noel Rajesh, correo-e: [email protected]
La información sobre los pueblos Karenni y las represas de Lawpita y Salween se basan en el informe “Dammed by
Burma’s Generals: The Karenni experience with hydropower development – from Lawpita to the Salween” publicado
por el Grupo Karenni de Investigación para el Desarrollo (KDRG). Para obtener el informe completo, visite
www.salweenwatch.org o escriba a [email protected].
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- Creando bosques “gestionables”: las plantaciones y los trabajadores de las plantaciones de India
Cuando hace 250 años los británicos invadieron India, se encontraron con que el subcontinente estaba cubierto por
un mosaico de vegetación que no pudieron comprender. Árboles altos y oscuros, plantas trepadoras llenas de
nudos, praderas silvestres... la propia abundancia tropical de los bosques indios los impactó y los anonadó. Los
bosques terminaron significando una cantidad de asuntos (o cosas) más simples: serpientes, tigres, salvajes o
rebeldes, plagas y aventuras. Sin embargo, los colonos y comerciantes británicos nunca pasaron por alto lo que
había de mundano y práctico detrás de lo “exótico” y “oriental”. La East India Company siguió “construyendo el
imperio” y los primeros cien años de dominio británico fueron testigo del saqueo colosal de la mitad de la vegetación
forestal de la India. Las maderas resultantes terminaban alimentando las vías de ferrocarril y los astilleros nuevos y
antiguos tanto en India como en Inglaterra. La tierra “desbrozada” se adjudicó a plantadores blancos (té, café, índigo
y caña de azúcar) y a los “zamindars” nativos, la nueva clase de señores feudales creada por los británicos.
El despojo no habría de detenerse antes de 1860, cuando un siglo de construcción del imperio y las presiones y
compulsiones políticas asociadas habían resultado en gobernantes más sensatos y en muchos lugares se dejó a los
bosques en paz, por ejemplo aquellas zonas bajo el control administrativo de reyes y nawabs “nativos”. A los
bosques dentro del imperio les aguardaba otro destino. En 1864 se creó el Imperial Forest Service, la primera
administración de bosques para el Imperio Británico. En 1868 y 1878, India fue “obsequiada” con su primera política
sobre bosques y su primera ley sobre bosques [respectivamente], que prescribían, entre otras cosas, la prohibición
a las comunidades indígenas de vivir en el bosque y restringir el uso del bosque por parte de éstas. En el interés de
la reina y el imperio, los británicos declararon “dominio eminente” a todos los recursos de propiedad colectiva “sin
asentamientos” y “sin propietario”, como las praderas y los bosques, lo que significaba que el Estado colonial los
“gestionaría” como mejor entendiera. La “gestión” de los recursos (los británicos la llamaban manejo forestal
científico) era la llave que, según la política india para los bosques, haría que los bosques fueran más homogéneos
y productivos.
“Homogeneización” era la palabra mágica con la que empezaba cada plan de trabajo relativo a los bosques de India
(hasta muy recientemente: 1988). Quizás la verdadera urgencia residía en la forma de pensar colonialista, que
prescribía domesticar o amansar lo salvaje, es decir hacer de un paisaje pagano algo civilizado. De modo que entre
1864 y 1947 (cuando los británicos se fueron de India) a los bosques indios se les enseñó el “orden”, con prolijas
filas de pinos altos y elegantes rellenando las laderas y los monocultivos de sal (Shorea robusta) y teca (Tectona
grandis), en lugar de la “chusma” (‘jhar’ en hindi vernáculo). De hecho, los bosques se administraban cada vez más
como haciendas y en ellos comenzaron a establecerse poblados (nuevas colonias de trabajadores de las
plantaciones). Más tarde, cuando Dietrich Brandis, el “padre de la forestación india”, desarrolló el sistema ‘taungya’
de plantación, muchos de estos poblados pasaron a ser conocidos como ‘taungyas’. El sistema taungya se convirtió
en el principal método de plantación no solamente en India sino también en varios países asiáticos y africanos.
Desde el punto de vista ecológico, el sistema taungya devolvió a los sistemas de bosques tanto tropicales como
templados el componente del fuego que tanto se necesitaba. En lo socio-político, brindó una solución temporaria al
problema de la creciente intranquilidad tribal en las zonas boscosas de la India británica. Las aldeas taungya tenían
una suerte de espacio de “rehabilitación” para los ‘jhumiyas’ (agricultores itinerantes) desplazados, donde podían
talar bosques y quemar la zona para cultivar alimentos. Después los agricultores tenían que establecer plantaciones
en esa tierra. En los primeros años de taungya este trabajo era obligatoriamente “pordiosero”, es decir que los
cultivadores no recibían salario. No obstante esto, los poblados taungyas tenían algunas mejoras respecto de las
aldeas pre-taungya de los bosques. En Bengala, por ejemplo, empezaron a surgir aldeas “permanentes” en los
bosques a partir de 1910 y los pobladores firmaron acuerdos o pactos con el Departmento. En estos acuerdos se
estipulaban algunos privilegios para los habitantes de las aldeas de los bosques tales como madera y otros
implementos para la construcción de viviendas, leña y forraje gratuitos, además de tierra cultivable.
El departamento forestal de la India independiente continuó con la tarea de homogeneizar los bosques, lo que fue
legitimado por la política forestal de 1952, según la cual los bosques se administrarían de forma de cubrir las
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“necesidades supremas” de la nación. Estas necesidades se tradujeron en forestación comercial agresiva y, según
cifras de la Comisión de Planeamiento y la Encuesta Forestal India, en los 38 años siguientes surgieron más de 17
millones de hectáreas de plantaciones, hasta que la nueva Política Forestal de 1988 estableció una moratoria a la
tala de bosques. Sin embargo, las plantaciones continuaron después de 1988 y en los períodos correspondientes a
los planes quinquenales octavo y noveno se crearon cerca de 16 millones (!) de hectáreas de nuevas plantaciones.
A pesar de que la política de 1988 hablaba de integrar las necesidades de biomasa y sustento de las comunidades
de los bosques a los futuros planes y estrategias de manejo de los bosques, los programas de plantaciones en India
siguen siendo gobernados por las necesidades de la industria y los consumidores urbanos. La elección de las
especies deja esto en claro. Según cifras de 1999 de la Encuesta Forestal India, hasta 1997 el departamento
forestal había creado 15 millones de hectáreas de plantaciones, que incluyen grandes bloques de plantaciones para
celulosa y papel (el eucalipto y la teca constituyen cerca del 16% de la superficie total). En virtud de programas de
forestación sociales o privados se establecieron cerca de 20 millones de hectáreas de plantaciones en tierras
agrícolas.
De acuerdo con la Evaluación de Recursos Forestales (2000) de la FAO, India tiene 34 millones de hectáreas de
plantaciones, y si nos guiamos por los objetivos de los planes, es probable que pronto tenga otros 30 millones.
Añádanse cuatro o más millones entre 2000 y 2005 y obtendremos para 2020 la gigantesca superficie de 65-70
millones [de hectáreas] de plantaciones, cerca del 36 % del total mundial. Como era de esperar, el gobierno de India
preconiza la fórmula PPP (asociación público-privada) del Banco Mundial para cubrir los costos, lo que significa que
el Estado firmaría contratos con empresas (o instituciones financieras internacionales o lo que sea) en nombre de
las comunidades de usuarios movilizadas a través de la Ordenación Conjunta de los Recursos Forestales. Ya se
han practicado experimentos así en el estado de Andhra Pradesh, donde se expulsó a comunidades enteras de sus
tierras (oficialmente “invadidas”). El poderoso grupo de presión de la celulosa y el papel en India exige que las
tierras boscosas “degradadas” se arrienden a las empresas para establecer plantaciones “protegidas”, y por el
momento están pidiendo una “pequeña” cantidad de 1,6 millones de hectáreas. Esto ocurre a pesar de varios
informes y recomendaciones de organismos del gobierno en cuanto a que tales acciones pueden tener impactos
adversos sobre las comunidades de los bosques.
Mientras las plantaciones crecen y cubren el país, los trabajadores originales de las plantaciones indias, los
aldeanos de los bosques, siguen languideciendo en sus ghettos, privados de todo privilegio y despojados de todo
derecho. Puesto que hoy la forestación es una industria sumamente mecanizada que exige una gran inversión de
capital y que las prácticas de manejo forestal del país muestran un muy encomiado cambio de paradigma a favor de
la “conservación de la biodiversidad”, la importancia del trabajo forestal ha decaído. Para los aldeanos del bosque
esto se traduce en desempleo perpetuo, penurias económicas inenarrables y miseria. Los aldeanos no tienen
acceso a diversos planes de desarrollo o préstamos bancarios ni ningún derecho de propiedad sobre sus tierras
agrícolas o viviendas. En muchas zonas el Departamento Forestal los amenaza con la expulsión. Difícilmente haya
mejores ejemplos de un Estado soberano que declara persona non grata a un cuerpo entero de sus ciudadanos y
les declara la guerra.
Listo el escenario para una invasión mercantil a gran escala en términos de comercio de carbono y de servicios
ecosistémicos, los bosques y las comunidades de los bosques de India luchan contra la doble amenaza de la
forestación de producción y protección.
Por Soumitra Ghosh, correo-e: [email protected]
inicio
- Indonesia: el dilema del FSC en el corazón de Borneo. ¿Bolsas de arena o traición?
Otra nueva certificación del Consejo de Manejo Forestal (FSC), esta vez en Indonesia, es motivo de preocupación
para quienes hacen un seguimiento de los procesos que afectan a los bosques. Cerca de las nacientes del río
Mahakam, en Kalimantán Oriental, una de las cuatro actividades de madereo de la empresa PT Sumalindo Lestari
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Boletín 105 del WRM
abril 2006
Jaya (registrada en Yakarta) ha obtenido un certificado del FSC a través de SmartWood, el brazo de certificación
forestal de la Rainforest Alliance, con sede en Nueva York (así como un certificado complementario emitido en virtud
del Protocolo de Certificación Conjunta por el organismo certificador de Indonesia, PT Mutuagung Lestari, según el
plan nacional de certificación Lembaga Ekolabel).
Sumalindo Lestari Jaya (SLJ) es una gran empresa con cuatro concesiones madereras activas, zonas adicionales
de plantaciones madereras, una fábrica de contrachapado y otra que produce paneles de fibra de densidad media
(MDF). El 75% de esta empresa es propiedad de PT Sumber Graha Sejahtera, que a su vez es parte de un
conglomerado mayor de fabricación de contrachapado, el Grupo Hasko. El otro 25% de SLJ se reparte entre PT
Barito Pacific, otra importante empresa maderera, y accionistas individuales.
Que el certificado SLJ II se perciba o no como algo bueno para los bosques de Borneo depende en parte de la
visión que se tenga en cuanto a lo que puede ocurrir y de lo que consideremos son las principales amenazas para
esta región. Borneo ya ha experimentado la deforestación extensiva a través del madereo mal reglamentado o
directamente ilegal y la tala para la agricultura, las plantaciones de árboles y las de palma aceitera. Más de la mitad
de las zonas que se han talado son ahora tierras “abandonadas”, aunque gran parte de éstas sigue siendo
disputada por las comunidades. Los grandes trozos de los bosques remanentes en Borneo ahora están, en su
mayor parte, en las regiones más altas, en las cabeceras de los ríos. Si bien ya hace tiempo que se adjudicó a los
madereros la mayoría de estas zonas, hasta el momento se las ha explotado muy poco debido a los costos
prohibitivos del acceso y el transporte y la disponibilidad de zonas más accesibles y lucrativas aguas abajo.
Los principales organismos internacionales de conservación activos en Indonesia intentan salvar “el corazón de
Borneo” estableciendo un mosaico de bosques protegidos, parques nacionales y grandes concesiones forestales
bajo “gestión sustentable de los bosques” y al mismo tiempo manteniendo al mínimo el desmonte de tierras para
usos comunitarios e industriales.
La amenaza de una tala masiva de bosques en las cabeceras de los ríos no es imaginaria. De hecho en julio de
2005 el presidente de Indonesia anunció planes para establecer la mayor plantación de palma aceitera del mundo
en esa zona. Según el anuncio, alrededor de 1,8 millones de hectáreas de bosques a lo largo de la frontera entre
Sarawak (Malasia) y Kalimantán (Borneo indonesio) se convertirán en plantaciones de palma aceitera financiadas
por el Banco Internacional de Desarrollo de China. La concesión SLJ II queda a horcajadas de este corredor de
palma aceitera que se propone. El gobierno local en el distrito de Malinau también tiene planes para convertir
grandes tramos de bosques de la zona en palma aceitera. Las organizaciones conservacionistas como el WWF, que
ha denunciado a grandes voces los planes para la palma aceitera, y The Nature Conservancy (TNC) están bien
dispuestas a alentar a las empresas a que inviertan en madereo a largo plazo en esos bosques en lugar de que se
los tale definitivamente. La pregunta es: ¿cuán creíbles son estos planes de madereo sustentable por parte de
grandes empresas? Cuando sube la marea de la tala de bosques, ¿es posible proteger los bosques fronterizos con
“bolsas de arena” mediante la certificación de las operaciones de madereo, o bien esto solamente fomentará aún
más el saqueo, primero por los madereros y luego por otros?
La búsqueda de la sustentabilidad:
El madereo a escala industrial en las islas exteriores de Indonesia empezó a hacerse importante en los años 1970 y
desde entonces ha contribuido a la destrucción de los bosques del país. La sobrexplotación, el mal manejo forestal,
el no replantar o no aplicar la regeneración natural asistida así como las actividades claramente ilegales y la tala
rasa han sido generalizados. La producción maderera se ha disparado hasta cinco o seis veces la corta permitida
anual, impulsada por el exceso de capacidad de las fábricas de celulosa y chips y los aserraderos, en tanto
continúan las exportaciones ilegales de troncos. La combinación de la forestación mal reglamentada, los caminos
para la extracción de madera, la migración promovida por el gobierno y la conversión [de bosques] a plantaciones,
incluidas las plantaciones de árboles, ha elevado la tasa de deforestación a 1,5 millones y hasta 3 millones de
hectáreas por año, aunque no hay acuerdo en cuanto a las cifras exactas.
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Boletín 105 del WRM
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En los últimos años Indonesia ha experimentado un cambio de rumbo general hacia el aumento del madereo ilegal y
las operaciones a menor escala. El foro ambiental nacional WALHI (Amigos de la Tierra Indonesia) ha hecho un
llamamiento a establecer una moratoria sobre todo el madereo a gran escala, proponiendo que en su lugar se
promuevan operaciones certificadas con base en las comunidades. Las ONG conservacionistas más grandes, sin
embargo, han estado trabajando con un grupo de las mayores empresas madereras, como SLJ, que intentan resistir
la tendencia a la ilegalidad, ayudándolas a obtener la certificación.
Desde hace unos cuantos años SLJ procura mejorar sus normas de manejo forestal con el fin de cubrir la demanda
de madera certificada del mercado estadounidense, en particular de The Home Depot, centrándose en la mayor de
sus cuatro concesiones, la llamada concesión SLJ II, que empezó a cortar en 1991. Hoy esta concesión de 270.000
hectáreas está siendo talada a partir de su borde sur, cerca del río Mahakam en el distrito de West Kutai, donde
existe una laguna cerca de la comunidad de Long Bagun donde se tiran los troncos. Sin embargo, la mayor parte de
la concesión se extiende más allá de la cabecera del río Kayan en el distrito de Malinau y casi alcanza la frontera
con Malasia. Al avanzar con sus actividades de madereo, SLJ planea extender su red de caminos madereros hacia
el norte, más allá de la línea divisoria de las aguas, hasta la parte más grande de su concesión en Malinau.
En el caso de SLJ II, Sumalindo ha utilizado técnicas muy sofisticadas de inventario de bosques y ha dividido su
concesión en zonas como Bosques de Alto Valor para la Conservación, y ha aplicado [técnicas de] madereo de
impacto reducido como parte de un esfuerzo coordinado de TNC y el WWF-Indonesia, llamado la Alianza para
Promover la Certificación de los Bosques y Combatir el Madereo Ilegal en Indonesia, financiado principalmente por
USAID y The Home Depot. Este sistema también fue diseñado para complementar un programa existente de
colaboración entre TNC y empresas madereras a gran escala, cuyo objetivo es la promoción de la forestación
responsable mediante incentivos de mercado a las buenas prácticas.
Dado que la fábrica de contrachapado y las plantas de procesamiento de MDF de SLJ en Samarinda utilizan madera
procedente de varias concesiones, el desarrollo de una técnica que pueda diferenciar entre la madera de SLJ II y el
resto de la madera es fundamental para el éxito de este esfuerzo de gestión y comercialización sustentables. Con
este fin, TNC y SLJ, con asesoramiento técnico de SGS y la consultora URS, han estado experimentando los
códigos de barras para colaborar con la trazabilidad de la madera. La idea es que los códigos de barras pueden
engramparse a los troncos cuando se corta la madera, de modo que los aparatos de lectura de códigos de barras
puedan detectarlos a lo largo de toda la “cadena de custodia”, y aplicarse solamente a los productos fabricados con
estas maderas en las plantas procesadoras. Esto permitiría poder supervisar la madera desde el tocón hasta el
punto de importación en los Estados Unidos.
En enero de 2005, un grupo local que se hace llamar el “Grupo de trabajo de Kalimantán Occidental sobre los
bosques” (Pokja Hutan Kaltim), que tiene vínculos con las comunidades locales de la cabecera del Mahakam,
denunció que se estaba “blanqueando” madera obtenida fuera de la concesión SLJ II a través del estanque de
troncos, madera a la que se le colocaban códigos de barras que no correspondían. Aunque en el informe de su
auditoría SmartWood explica que atendió cuidadosamente estas inquietudes y se aseguró que los procedimientos
de trazabilidad de la madera ahora se están aplicando como corresponde, Pokja Hutan Kaltim afirma que la mezcla
de maderas todavía continúa.
Preocupaciones de las comunidades:
La competencia entre madereros y plantadores por el control de las tierras boscosas de Kalimantán se ha llevado a
cabo con relativamente poca consideración para con los derechos y prioridades de los pueblos indígenas, que son
los legítimos propietarios de estos bosques. Sin embargo, la totalidad de la concesión SLJ II ocupa las tierras de los
territorios tradicionales de los indígenas de Borneo, hoy conocidos comúnmente como los Dayaks. Los que están en
el sur de la concesión y hoy residen cerca de Long Bagun antes se conocían como Long Glats, en tanto en el norte
los pueblos son los Kenyah y los Punan, quienes han vivido en estos bosques de cabecera desde los principios de
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la historia documentada (1) pero aparentemente se asentaron en sus cinco aldeas actuales, hoy accesibles
solamente mediante canoa (una semana de viaje) o aviones misioneros, entre la década de 1950 y 2002.
Los Principios y Criterios del FSC exigen que las actividades forestales sean legales, reconozcan y respeten los
derechos legales y consuetudinarios de los pueblos indígenas y procedan solamente si éstos han dado su
consentimiento libre e informado. Una mirada atenta a la auditoría de SLJ II realizada por SmartWood demuestra
que la empresa todavía tiene mucho por andar hasta que pueda decirse que cumple plenamente con estas
condiciones.
Al igual que con la mayoría de las operaciones de madereo en Indonesia, los límites de las “Zonas de bosques
estatales” dentro de las cuales está la concesión SLJ II todavía no han sido debidamente examinados, acordados ni
registrados. Esto es importante dado que el proceso de delimitación es la forma principal del gobierno para controlar
que las concesiones de bosques propuestas no se superpongan con las tierras de las comunidades. En el caso de
SLJ II, solamente se ha registrado una parte muy pequeña del límite, con lo que técnicamente la concesión es ilegal.
Sin embargo, SmartWood decidió que la empresa había hecho todo lo posible para persuadir al gobierno de que
regularizara estos límites y otorgó la certificación con la condición de que la empresa continúe intentando que éstos
se resuelvan.
Del mismo modo, en lugar de esperar a que SLJ II cumpliera con los otros requisitos del FSC, los auditores
decidieron otorgar la concesión a la empresa siempre y cuando ésta resuelva, dentro de los próximos seis meses o
dos años, sus asuntos pendientes con las comunidades, por ejemplo finalizar los mapas de los territorios de las
comunidades, acordar zonas de tenencia de las comunidades y métodos de resolución de conflictos y negociar
convenios sobre el empleo y las compensaciones por el uso del conocimiento tradicional. Da la impresión de que
están haciendo las cosas al revés.
En efecto, Sumalindo está obteniendo la certificación del FSC para su operación SLJ II no tanto porque ésta cumpla
con las normas del FSC sino para animar a la empresa a alcanzar gradualmente la meta. Parece que la
“certificación escalonada” se está colando por la puerta trasera.
Algunos podrán aducir que en las actuales circunstancias esto no es del todo malo. Hoy la principal amenaza para
los bosques del “corazón de Borneo” son los planes para talar el bosque y establecer allí plantaciones de palma
aceitera; en comparación, las operaciones de madereo pueden percibirse como un uso mejor de la tierra. Pero la
decisión de dejar de lado los requisitos de legalidad, por ejemplo el registro [de los límites], ¿no debería ser una
medida adoptada en el ámbito político en lugar de que sean los certificadores actuando por su propia cuenta
quienes las introduzcan a presión? Y en cuanto a los pueblos indígenas, ¿cómo podrían negociar con la empresa
desde una posición fuerte cuando los auditores ya han demostrado su reticencia a insistir en el cumplimiento pleno
de la protección de los derechos de las comunidades si esto retrasa la certificación?
Es una pena que estos asuntos no se hayan discutido honestamente mediante un debate con la sociedad civil o los
miembros del FSC y Lembaga Ekolabel Indonesia antes del otorgamiento de esta certificación. Ahora es casi
inevitable que el nuevo certificado se transforme en el centro de una disputa prolongada entre distintas ONG, los
auditores y el FSC.
Por: Marcus Colchester, Forest Peoples Programme, e-mail: [email protected]
Para más detalles sobre la auditoría, véase: SmartWood, 5 de enero de 2006, Forest Management Public Summary
for PT Sumalindo Lestari Jaya II. http://www.rainforest-alliance.org/programs/forestry/smartwood/public-summaryreports.html#indonesia
(1) Carl Lumholtz, 1920, Through Central Borneo: an account of two years’ travel in the land of the head-hunters
between the years 1913 and 1917. Oxford University Press, Singapur.
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inicio
- Malasia: las condiciones de las trabajadoras en las plantaciones de palma aceitera
En Malasia, las trabajadoras de las plantaciones fueron dejadas de lado por los planes del gobierno para erradicar la
pobreza y mejorar la situación de la mujer. Los avances realizados hasta la fecha en el empoderamiento de la mujer
han sido desiguales. Las trabajadoras de las plantaciones siguen rezagadas, ya que no pueden liberarse del círculo
vicioso de la pobreza en el que se encuentran.
La industria de las plantaciones es una parte fundamental del desarrollo del país. Malasia es líder mundial en la
producción de aceite de palma y de caucho natural, y su cultivo es una importante actividad agrícola del país. Aparte
de los minifundistas (cuyo sustento depende de estas materias primas), también existen trabajadores asalariados
empleados por las empresas de las plantaciones. Se calcula que en 2005 trabajaban 1.268.500 personas en el
sector de la agricultura y la pesca, que incluye a los trabajadores agrícolas, de las plantaciones y
forestales.http://www.socialwatch.org/es/informesNacionales/406.html - _ftn6 Grandes segmentos de la población
dedicada a los sectores de la agricultura y las plantaciones son pobres.
En años recientes, la Asociación de Consumidores de Penang (CAP, por sus siglas en inglés) ha trabajado con los
trabajadores de las plantaciones de aceite de palma y caucho en la península. Nos dedicamos a los temas de salud
y seguridad en el trabajo, la lucha por mejores salarios, necesidades básicas como la vivienda, la salud y el
saneamiento, y demás problemas sociales como la violencia doméstica y el abuso del alcohol. En el ámbito de la
salud y la seguridad en el trabajo, la principal preocupación es el uso de herbicidas sumamente peligrosos como el
paraquat, de muy reciente prohibición en Malasia.
En la actualidad las mujeres comprenden casi la mitad de la mano de obra de las plantaciones donde se fumigan
diversos herbicidas como parte integral del trabajo en las mismas. El motivo por el cual las empresas de las
plantaciones emplean mujeres para fumigar los herbicidas se debe a que hay muchas mujeres disponibles porque
no pueden encontrar otros empleos. También se las considera trabajadoras tímidas, dóciles y obedientes, ya que no
cuestionan a sus superiores y son fáciles de manipular.
La mayoría de las mujeres de las plantaciones nacieron y se criaron en ellas, al igual que sus padres y abuelos. El
entorno de la plantación es poco propicio para alcanzar una buena educación o adquirir la capacitación fundamental
que requieren sectores más especializados de la economía. Los estudios muestran que las mujeres de las familias
pobres y rurales adquieren un grado menor de
enseñanza.http://www.socialwatch.org/es/informesNacionales/406.html - _ftn7 Este hecho, sumado a la pobreza
imperante, coloca a las mujeres de las plantaciones en una posición muy vulnerable.
La falta de enseñanza y la exclusión social disminuyen las oportunidades de las mujeres y limitan sus posibilidades
para acceder a empleos en los sectores industriales y de servicios. Como la mayoría de las empresas proporcionan
viviendas a sus trabajadores, este es otro incentivo para que las mujeres sigan residiendo en las plantaciones.
En 2004 CAP realizó un estudio de 11 plantaciones de aceite de palma en los estados septentrionales del país. El
estudio se concentró en las mujeres fumigadoras de herbicidas, sus condiciones de trabajo y el consiguiente
impacto para su salud.
http://www.socialwatch.org/es/informesNacionales/406.html - _ftn9
El trabajo en una plantación de aceite de palma es agotador y peligroso. Las fumigadoras de herbicidas deben
cargar con un bidón de 18 litros de herbicida y realizar de 14 a 16 rondas de fumigación por día. En algunas
plantaciones también se fumiga en tractores, y los bidones de herbicida se colocan a ambos lados del tractor. Dos
mujeres llevan las bombas y fumigan a medida que se desplaza el tractor.
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En ambos casos, las fumigadoras quedan inmersas en la fina niebla de los herbicidas. Rara vez se aplican las
medidas de seguridad recomendadas. El uso de máscaras, guantes y botas protectoras es poco práctico debido al
tórrido y húmedo clima tropical. La falta de conciencia generalizada sobre los peligros de los herbicidas, la
inhalación y la absorción por la piel son las principales causas de casos de envenenamiento laboral entre las
mujeres fumigadoras.
La dirección de las plantaciones decide cuáles pesticidas o herbicidas se utilizan, así como la frecuencia de su
aplicación. La mayoría de las trabajadoras entrevistadas ni siquiera sabía cuáles herbicidas utilizaban, y otras solo
los identificaban por su color u olor. Las mujeres cumplían las instrucciones de sus supervisores relativas a las
proporciones y la mezcla de los herbicidas. La mayoría de las mujeres ni siquiera sabía acerca de la toxicidad de los
químicos y los peligros a los que estaban expuestas.
La única protección que utilizan son botas de seguridad y ocasionalmente un pañuelo o toalla para cubrirse la boca
y la nariz. Las mujeres se quejan de que la gerencia se muestra poco dispuesta a reemplazar el equipo protector
personal y que les exigen que muestren el equipo dañado. Aun así, sólo sustituyen el equipo periódicamente. La
mayoría de las mujeres debe adquirir sus propias botas de seguridad ya que no consiguen que los patrones les
reemplacen las botas rotas. Otras ni siquiera reemplazan las botas ya que no tienen los medios para hacerlo.
Las mujeres trabajan seis días por semana de manera rotativa, y reciben sueldos de servidumbre a cambio de su
labor. Para ganarse el sueldo de la semana con frecuencia tienen que trabajar largas horas bajo el sol abrasador.
Asimismo, el temor a perder el empleo las hace soportar condiciones ingratas, como comentarios ofensivos y
presiones indebidas, y en ocasiones son sometidas a acoso sexual.
Las trabajadoras reciben un salario entre MYR 15 y MYR 18 (USD 3,95 y USD 4,75) por día. Cada fumigadora de
herbicidas gana entre MYR 350 y 450 (USD 92 y 118) por mes. Algunas empresas de plantaciones otorgan MYR 2
(aproximadamente USD 0,50) adicionales por día a las fumigadoras de herbicidas. Esto indica claramente el peligro
de la fumigación de herbicidas comparada con otras tareas. En algunas plantaciones se les descuentan de los
salarios las cuentas de electricidad y agua.
El estudio concluyó que, con frecuencia, las fumigadoras no gozan de buena salud. Padecen males agudos y
crónicos derivados de su trabajo. La mayoría de las plantaciones cuentan con instalaciones médicas para sus
trabajadores, aunque gran parte del tiempo estas instalaciones son insuficientes e ineficaces. Si las mujeres
padecen enfermedades graves que el paramédico de la plantación no puede tratar, deben visitar a un médico en la
ciudad más próxima. La mala salud afecta directamente a la productividad, por lo cual muchas enfermedades no se
declaran.
Otra revelación inquietante es que, dado que no se les brinda equipo protector, las trabajadoras que son empleadas
bajo contrato trabajan en peores condiciones y deben manipular herbicidas más potentes y dañinos y carecen de
cobertura médica.
¿Por qué se quedan las mujeres en las plantaciones a pesar de la pobreza que padecen y de su exposición a los
venenos? En la década de 1980 muchas plantaciones reemplazaron los árboles de caucho con palma aceitera
porque rendían más económicamente. En consecuencia, las trabajadoras de las plantaciones que eran
experimentadas extractoras de caucho perdieron su fuente de sustento. Algunas mujeres habían extraído caucho
durante toda su vida, y quedaron en una difícil situación laboral. Con el fin de no ser expulsadas de la plantación, no
tuvieron otra opción que aceptar cualquier empleo que les ofreciera la gerencia. Por lo tanto, se convirtieron en
fumigadoras de herbicidas, aunque esta no fue su opción laboral.
A medida que los precios del aceite de palma suban en los próximos años, cabe esperar que la producción malasia
también aumente, ya que es uno de los principales cultivos del país. Esta situación intensificará la participación de
las mujeres en este sector. Las mujeres tendrán cada vez más dificultades para escapar al círculo vicioso de la
pobreza y su salud, cada vez más afectada, será el precio que deberán pagar.
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Es difícil salir de una situación de pobreza. La educación es uno de los medios por los cuales las familias de las
plantaciones pueden escapar de ella. Por esta razón, es necesario que se realicen intervenciones políticas y
programáticas para asistir y motivar a los hijos de los trabajadores de las plantaciones a continuar su educación.
Extractado de: “Pobreza y veneno para las trabajadoras en plantaciones”, por Mageswari
Sangaralingam, Consumers’ Association of Penang ,
http://www.socialwatch.org/es/informesNacionales/406.html
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OCEANIA
- Aotearoa/Nueva Zelanda: absoluta y positivamente, NO son bosques
El Instituto Forestal de Nueva Zelanda está organizando su conferencia de 2006 titulada “Absoluta y positivamente
bosques” (absolutely positively forests). Aunque el título es discutible en cuanto a su verdadero (y probablemente
muy profundo) significado, entendemos que podría interpretarse de dos formas: la reunión 1) se centrará, sin duda
alguna, en los bosques, o 2) intentará convencer a todo el mundo de que, sin duda alguna, las plantaciones de pinos
radiata son bosques.
Desgraciadamente, esto último parece ser lo cierto. Como siempre, la industria forestal y sus partidarios intentan
confundir al público no informado mezclando bosques con plantaciones. Por ejemplo, el folleto preparado por los
organizadores explica que “los bosques conservan el agua y los suelos, albergan la biodiversidad y brindan un
hábitat a la vida silvestre”, lo cual es cierto, sin duda alguna. Pero continúa diciendo que los bosques producen
también otros servicios y bienes entre los que se cuentan “la madera y el papel”.
Sin embargo, el hecho es que los bosques de Nueva Zelanda no se usan mucho para madera ni se utilizan en
absoluto para la producción de papel. La mayor parte de la madera y la pasta papelera provienen de los 1,8 millones
de hectáreas de plantaciones, principalmente del exótico pino radiata, que han ocupado el lugar de los bosques
nativos. Por lo tanto los organizadores están incluyendo estas plantaciones entre los bosques, con lo que se
esconde no solamente el hecho de que éstas no conservan los suelos, el agua, la biodiversidad ni el hábitat de la
vida silvestre sino también sus impactos negativos sobre todos ellos.
En un contexto así es importante saber hasta qué punto se extiende la deforestación en Nueva Zelanda. El país
ocupa aproximadamente 27 millones de hectáreas de tierra y, según fuentes oficiales, “se estima que en épocas
pre-polinésicas el 78% de la superficie total (21 millones de hectáreas) estaba cubierto por bosques”. Por supuesto
que sería más honesto, y menos racista, decir qué porcentaje seguía cubierto de bosques “en épocas preeuropeas”. Hay diferentes estimaciones, que se promedian en cerca del 65% de cobertura forestal a la llegada de
los europeos, una pérdida del 13% en el período de entre 800 y 1.000 años de ocupación maorí. Compárese con la
situación actual, en la que solamente el 23,5 % de la masa territorial está cubierta de bosques (y menos de la mitad
de esta superficie corresponde a bosques verdaderamente primarios), y empezaremos a hacernos una idea de la
naturaleza agresiva de la deforestación en este país. El hecho de que la mayor parte de esta deforestación ocurrió
en los primeros cien años de asentamiento europeo nos brinda un contraste interesante.
En todo caso, la situación actual es que solamente 23,5% de la superficie territorial permanece como bosque
indígena, en tanto 51% corresponde a pasturas y 7,7% a monocultivos de árboles (los llamados “bosques
plantados para la producción”).
Lo anterior implicaría la necesidad urgente de una conferencia sobre bosques centrada en la rehabilitación de los
bosques nativos y no en la mayor expansión de los monocultivos de árboles exóticos. Sin embargo, éste no será el
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caso en la conferencia de 2006. Observando el programa, los participantes invitados y los temas que se discutirán
queda claro que gran parte de la discusión se centrará en las plantaciones y no en los bosques.
Por supuesto, esto tiene mucho sentido para los intereses industriales, cuyos planes son aumentar la superficie de
plantaciones a 2,5 millones de hectáreas para 2010, lo que cubriría el 9,5% de la masa territorial total con
plantaciones de árboles exóticos. La conferencia les brindará la buena imagen (y el respaldo “científico”) que
necesitan para seguir adelante con sus planes.
Para empeorar las cosas, la industria de las plantaciones también se las ha arreglado para influenciar a jóvenes
estudiantes de forestación, a quienes también se ha hecho creer que las plantaciones son bosques. Por ejemplo,
algunas de las presentaciones en el “foro para estudiantes y egresados recientes” organizado como parte de la
conferencia son “Valores ambientales y sociales de los bosques de plantaciones en Nueva Zelanda”, “Algunas
bases fisiológicas para explicar la influencia de la nutrición y el genotipo en el crecimiento de Pinus radiata D.Don”,
“Necesidades ecológicas del halcón maorí de Nueva Zelanda en la forestación de plantaciones” y “Gestión de los
bosques plantados para la biodiversidad”.
Todo muy triste.
Sin embargo, siempre queda la esperanza de que durante la conferencia alguien, sea estudiante, silvicultor,
ambientalista o Maorí, hombre o mujer, se ponga de pie y diga a toda esa gente lo que resulta muy obvio: que, sin
duda alguna, las plantaciones de pinos radiata NO son bosques.
Por Sandy Gauntlett, Pacific Indigenous Peoples Environment Coalition, Aotearoa/Nueva Zelanda, correo-e:
[email protected]
inicio
CELULOSA S.A
- El poder corporativo de la industria de la celulosa y el papel
Este mes el WRM inaugura "Pulp Inc", una nueva sección ocasional en el boletín. La serie consistirá en perfiles de
las empresas involucradas en la industria de la celulosa y el papel.
Para que nuestras campañas tengan efecto sobre la industria (y ciertamente antes de que las ONG empiecen a
hablar de colaborar o cooperar con las empresas) necesitamos observar con atención la forma en que la industria se
estructura y la naturaleza de las empresas que son parte de la industria: qué son y qué no son.
Las empresas se están haciendo cada vez más poderosas. Esto se aplica a todas, no solamente a las que tienen
que ver con la producción de pulpa y papel. Pero la industria de la pulpa y el papel brinda un ejemplo de la forma en
que las empresas intentan ejercer su poder sobre los gobiernos.
En Uruguay, por ejemplo, el gobierno no puede ordenar a la empresa finlandesa Metsä Botnia que detenga la
construcción de su planta de celulosa en Fray Bentos a causa de un acuerdo firmado entre los gobiernos de
Uruguay y Finlandia, el “Acuerdo relativo a la promoción y protección de inversiones entre Finlandia y Uruguay”. En
efecto, se trata de un acuerdo con Botnia. En virtud de los términos del mismo, Botnia se garantiza el apoyo
constante del gobierno uruguayo. El acuerdo incluso obliga al gobierno a pagar a Botnia una compensación por
cualquier pérdida provocada por, entre otras cosas, manifestaciones.
"El conflicto más importante del siglo XXI será la batalla entre las empresas y la democracia”, escribe George
Monbiot en el prólogo de un libro sobre la influencia de las empresas en Europa. “A medida que las empresas
aumenten el control sobre los gobiernos nacionales y las instituciones internacionales, las personas comunes y
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corrientes descubrirán que, salvo que estén preparadas a enfrentarse a los grandes negocios, lo que resta de sus
derechos democráticos desaparecerá”.
"El arma crítica en esta batalla será la información: ganarán los que sepan más”, dice Monbiot. “Nuestro poder
radica en nuestra capacidad de exponer las maquinaciones de los enemigos corporativos de la sociedad, para
avergonzar a los gobiernos que se han rendido ante ellos y para utilizar nuestro conocimiento en la realización de
campañas incisivas e informadas tanto contra las empresas en sí como, más importante aún, contra los fracasos
institucionales que les han permitido ejercer su dominio".
El objeto de esta serie es brindar información sobre la forma en que trabajan las empresas de la celulosa y el papel
y ayudar a explicar cómo y por qué estas empresas están siempre en conflicto con las comunidades locales.
La serie "Pulp Inc" comienza con el perfil de Mondi. El WRM tendrá mucho agrado en recibir contribuciones con los
perfiles de otras empresas de celulosa y papel.
Sudáfrica: Mondi y el racismo ambiental
Mondi fue fundada en 1967, durante el régimen de apartheid de Sudáfrica, por Anglo American, una de las mayores
empresas mineras del mundo. Hoy Mondi opera en 46 países. Mondi, cuyas ventas ascendieron a US$ 6.900
millones en 2004, es la decimotercera mayor empresa de la pulpa y papel del mundo. Esta empresa es subsidiaria y
propiedad exclusiva de Anglo American, empresa con sede en el Reino Unido, aunque hace poco Anglo American
anunció sus planes de poner a Mondi en la Bolsa de Valores de Londres antes de fines de 2007.
La expansión internacional de Mondi comenzó a principios de 1990. Mondi se ha expandido mediante la compra de
empresas, principalmente en Europa. En 2001 tan solo alrededor de un tercio de los ingresos de Mondi se
generaban en Sudáfrica. En los últimos seis años, Mondi ha triplicado sus ganancias.
Luego de una reestructuración de la corporación a fines de 2004, las operaciones de Mondi pasaron a ser dirigidas
por dos empresas: Mondi Business Paper y Mondi Packaging.
Mondi Business Paper tiene 17.000 empleados e incorpora a la empresa austríaca Neusiedler y a Mondi South
Africa. Las 16 máquinas de papel de la empresa tienen una capacidad total de dos millones de toneladas [de papel]
por año. En lo que refiere a la pulpa, Mondi Business Paper opera en Austria, Rusia, República Eslovaca y
Sudáfrica, en tanto tiene operaciones forestales en Rusia, Sudáfrica y Swazilandia. La empresa administra alrededor
de 400.000 hectáreas de plantaciones en Sudáfrica y Swazilandia.
Mondi Packaging tiene cerca de 16.000 empleados y unas 120 plantas de producción en Europa y otras 18 en las
Américas, Asia y África. La empresa resulta de la fusión del grupo industrial austríaco del embalaje Frastschach
(que ya era exclusiva propiedad de Anglo American) y el grupo Mondi Packaging que ya existía.
Al mismo tiempo que generaba ganancias para Mondi, la expansión de la empresa ha significado a menudo malas
noticias para los trabajadores. En 1996 la empresa compró una participación en Swiecie, la mayor fábrica de
celulosa, papel y embalajes de Polonia. Bajo la gestión de Mondi la producción anual aumentó de 450.000 a
737.000 toneladas anuales, mientras que las ganancias aumentaron de 25 millones de Rands [moneda sudafricana]
en 1996 a 65 millones de Rands en 2002. Entretanto la cantidad de personas empleadas disminuyó de 3.300 a
1.500.
En Sudáfrica, Mondi ha subcontratado a gran parte de su mano de obra. Esto ha tenido graves repercusiones en los
trabajadores. “Los ingresos son inseguros e inadecuados, no hay una red de seguridad financiera en forma de
seguros de salud o pensiones, y los trabajadores están expuestos a riesgos de lesiones permanentes que podrían
reducir aun más su capacidad de ganarse el sustento en el futuro”, indican las investigadoras Jeanette Clarke y
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Moenieba Isaacs en un informe reciente que documenta los problemas a los que se enfrentan los trabajadores
forestales. El informe, que se llevó a cabo como proyecto del Instituto Internacional para el Medio Ambiente y el
Desarrollo, concluye que los empleos por contrato en el sector forestal no sacarán a flote a los trabajadores, mujeres
en su mayoría, ni tan siquiera evitarán que sigan hundiéndose en la pobreza.
Las plantaciones de Mondi en Sudáfrica y Swazilandia están certificadas por el FSC como bien gestionadas. En
setiembre de 2000, el WWF anunció que “Mondi se ha comprometido a la gestión forestal responsable, por ejemplo
mejorando la calidad de la conservación de la biodiversidad en su enorme propiedad forestal”. Mondi financia
también un proyecto de conservación de humedales llamado Mondi Wetlands Project. Las dos principales
organizaciones conservacionistas de Sudáfrica, WWF South Africa y Wildlife and Environment Society of South
Africa, dirigen este proyecto.
En noviembre de 2005 la ONG sudafricana TimberWatch organizó una reunión con comunidades y ONGs locales en
Mtubatuba, provincia de KwaZulu-Natal. Al preguntárseles si había algún beneficio para las comunidades derivado
de las plantaciones, los representantes de las comunidades no pudieron citar ni uno. “Desde que llegaron las
plantaciones, son menos las personas que tienen empleo. Las granjas han sido destruidas. El impacto de las
plantaciones de árboles ha sido muy negativo”, dijo una persona, en tanto otra añadió que “Las plantaciones han
provocado hambre, no beneficios”.
Los pobladores de las aldeas hicieron una lista de los problemas causados por las plantaciones industriales de
árboles, entre los que se cuentan la reducción de la disponibilidad del agua, la reducción de las hierbas medicinales,
suelos dañados y el hecho de que las plantaciones brindan a los delincuentes un lugar donde esconderse.
Una mujer explicó que incluso las personas que habían trabajado 20 años para la empresa no habían recibido
ningún beneficio. “No pueden mostrarles cosas lindas ni bienes que hayan obtenido con sus salarios, no hay nada”,
dijo, y añadió: “Tendríamos que deshacernos de estas plantaciones”.
Con el régimen racista del apartheid en Sudáfrica, la población negra perdió todos sus derechos, incluidos los
derechos a la tierra. “Las plantaciones madereras expulsaron a miles de personas de la tierra en el pasado, y siguen
haciéndolo en la actualidad”, explicó Wally Menne, de TimberWatch. La empresa Mondi expandió sus plantaciones
en la década de 1980, comprando cientos de establecimientos agrícolas hasta convertirse en uno de los principales
terratenientes de Sudáfrica. Los propietarios de las granjas, blancos, tomaron el dinero y se fueron. Los agricultores
negros no recibieron nada y perdieron lo poco que tenían.
La fábrica de papel de Mondi en Merebank, en el sur de Durban, es un ejemplo clásico de racismo ambiental.
Durante el régimen del apartheid, los negros y los asiáticos del sur fueron obligados a reasentarse en el sur de
Durban para suministrar mano de obra barata a las industrias del petróleo, el papel y los productos químicos. La
contaminación química tóxica ocasionada por estas industrias hace que la zona sur de Durban sea uno de los
peores ejemplos de contaminación industrial del mundo entero. Uno de cada cuatro residentes del sur de Durban
sufre de asma.
Visité esta zona en octubre de 2005 y me sumé al “Tour Tóxico” de la Alianza ambiental de la comunidad del sur de
Durban (SDCEA por su sigla en inglés). El día que estuve allí el cielo estaba azul y soplaba un fuerte viento desde el
mar, pero la fábrica de papel de Mondi apestaba igual. Según SDCEA, Mondi es el tercer mayor contaminante de la
zona, después de dos refinerías de petróleo. En 2003, Desmond D'Sa, presidente de SDCEA, viajó hasta Londres
para dar voz a las inquietudes de la comunidad durante la reunión general anual de Anglo American.
Durante muchos años la comunidad local viene oponiéndose a los planes de Mondi de construir un incinerador en
su fábrica de Merebank. El presidente de la Asociación de residentes de Merebank, Rajah Naidoo, declaró al
periódico South African Sunday Times que el incinerador provocaría más contaminación en la zona y que podía
aumentar la gran incidencia del asma y el cáncer.
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Durante una recorrida por el sur de Durban en 2003, Zodumo Mbuli, vocera de la viceministra de Medio Ambiente,
dijo a la Asociación de la Prensa de Sudáfrica: "Me duele la nariz de respirar este aire. Realmente no puedo
entender cómo aquí puede vivir gente en estas condiciones. Este aire no es normal”.
Por Chris Lang [[email protected]]. Se publicó una versión de este perfil en "Alternativer Waldschadenbericht",
urgewald, ARA, Forum Umwelt und Entwicklung, enero de 2006 (en alemán):
https://www.urgewald.de/_media/_docs/Studie_13_Web.pdf
inicio
ÁRBOLES GENÉTICAMENTE MODIFICADOS
- Convención de la ONU sobre Diversidad Biológica: importante decisión en torno a los árboles transgénicos
La Octava Conferencia de las Partes de la Convención de Naciones Unidas sobre Diversidad Biológica finalizó el 31
de marzo [de 2006] con dos decisiones importantes relacionadas entre sí: el mantenimiento de la moratoria al uso
de la llamada “tecnología Terminator” y una recomendación de cautela a los países en relación con el uso potencial
de los árboles de ingeniería genética. Estos asuntos pasaron a estar vinculados durante las deliberaciones sobre la
extensión de la moratoria al uso de la peligrosa “tecnología Terminator”, es decir la modificación genética de las
plantas para que produzcan semillas estériles que no puedan cultivarse. La conexión surgió cuando la industria
alegó que necesitaba la “tecnología Terminator” para poder resolver los problemas de contaminación planteados por
la comercialización de árboles transgénicos.
Como resultado de la relación entre estos asuntos, las campañas Terminar Terminator y STOP GE Trees trabajaron
en conjunto para explicar los peligros inherentes de estas dos tecnologías y los motivos por los que es necesario
que ambas sean prohibidas de plano.
La COP-8 decidió mantener la moratoria a la “tecnología Terminator” durante la primera semana de reuniones,
aunque países como Canadá y Nueva Zelanda intentaron sin éxito hacer descarrilar este acuerdo en varias
ocasiones posteriores. La decisión relativa al asunto de los árboles de ingeniería genética fue adoptada tarde en la
última noche de la COP. Esta decisión histórica, que reconoce por primera vez los peligros potenciales, tanto
sociales como ecológicos, de los árboles transgénicos y exhorta a los países a adoptar un enfoque muy cauteloso
en relación con dicha tecnología, ayudará a retardar la precipitada carrera para comercializar ese tipo de árboles.
La decisión declara en parte que “La Conferencia de las Partes, reconociendo las incertidumbres relacionadas con
los potenciales impactos ambientales y socioeconómicos, con inclusión de los impactos a largo plazo y
transfronterizos, de los árboles de ingeniería genética sobre la diversidad biológica forestal mundial, así como sobre
el sustento de las comunidades indígenas y locales, y dada la ausencia de información confiable y capacidad en
algunos países para llevar a cabo evaluaciones del riesgo y estimar dichos potenciales impactos... recomienda a las
partes adoptar un enfoque precautorio al tratar el asunto de los árboles de ingeniería genética”. La decisión exhorta
también a empezar a compilar información sobre las consecuencias sociales y ambientales de los árboles
transgénicos mediante un proceso en el que participen las organizaciones pertinentes, con inclusión de las
comunidades indígenas y locales.
El hecho de que la CDB haya tenido una postura tan fuerte contra los árboles de ingeniería genética en la primera
ocasión en que se presentó el tema, y a pesar de la presión ejercida tras bambalinas por Estados Unidos y la
industria, indica la magnitud de las inquietudes relativas a las importantes y singulares amenazas que plantean los
árboles transgénicos. Ricardo Carrere, del Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales, resumió las
preocupaciones generadas al respecto: “Los árboles transgénicos son una de las amenazas más peligrosas para los
bosques, que albergan la mayor parte de la biodiversidad terrestre del planeta. La liberación de árboles transgénicos
contaminará inevitable e irreversiblemente los ecosistemas de bosques y destruirá la biodiversidad”.
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Durante la primera ronda de conversaciones del Grupo de Trabajo sobre Diversidad Biológica Forestal de la COP-8 ,
que incluía en su programa el asunto de los árboles transgénicos, diez países exhortaron a detener la liberación de
árboles transgénicos en el medio ambiente: primero Irán y luego Ghana, Malawi, Ecuador, Filipinas, Senegal,
Noruega, Madagascar, Egipto y Rwanda. A su llamado se sumaron el Foro Indígena Internacional sobre
Biodiversidad, Greenpeace, Women’s Caucus y la Federación de Científicos Alemanes. En discusiones posteriores
Liberia tuvo un papel importante en el fortalecimiento de la decisión de la COP-8 en relación con los árboles de
ingeniería genética.
Este es un paso importante para la campaña mundial para detener los árboles de ingeniería genética. Empresas
como Arborgen están avanzando rápidamente en el camino de la comercialización de los árboles transgénicos en
países como Brasil, Chile, India y Sudáfrica. En aquellos países miembros de la CDB de la ONU, la decisión de la
COP-8 brindará una palanca política a las organizaciones contrarias al avance de las plantaciones de árboles
transgénicos. La decisión ayudará también al avance de la campaña STOP GE Trees en Estados Unidos. Porque,
aunque EE.UU. no sea parte de la CDB, el peligro de que se eliminen sitios potenciales para plantaciones futuras (y
también lucros futuros) dará escalofríos a la industria, lo que ayudará a sofocar la investigación continuada y
onerosa en árboles de ingeniería genética. Por ejemplo, Arborgen considera que Brasil es su “geografía más
importante”; si los movimientos brasileños logran detener la expansión de los monocultivos de árboles, con inclusión
de futuras plantaciones de árboles transgénicos, Arborgen puede tener problemas para seguir consiguiendo
financiación para la investigación permanente en productos con poco futuro.
La Dra. Ricarda Steinbrecher, genetista e integrante de la Federación de Científicos Alemanes, lo resume de este
modo: “Este resultado de la CDB que recomienda un enfoque precautorio respecto de los árboles GM representa un
primer paso en el reconocimiento de los riesgos asociados a los árboles de ingeniería genética. [Este resultado]
ayudará tanto a las ONG como a los científicos a enviar un mensaje de alerta urgente a todas las naciones
[explicando] que no tenemos suficientes datos científicos sobre las implicaciones de los árboles GM, que plantean
una amenaza para los bosques y los pueblos indígenas y locales de todo el mundo, y que por lo tanto es
fundamental detener todas las liberaciones por lo menos hasta disponer de tales información y evaluaciones”.
Por Anne Petermann, STOP GE Trees Campaign, Global Justice Ecology Project, correo-e:
[email protected]
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