Historia El gran proyecto editorial ilustrado: La aventura de la "Enciclopedia" El filósofo Denis Diderot en un retrato hecho por L. M. Van Loo (1767). Foto:M. Louvre La "Enciclopedia" editada por Denis Diderot y Jean D'Alembert se constituyó en símbolo y epítome del pensamiento ilustrado. Sobre esta gran empresa editorial e intelectual se ocupan dos libros recientes. -------------------------------------------------------------------------------PATRICIO TAPIA Aunque las hubo antes, la enciclopedia como género -la ambición de exponer, en un conjunto ordenado, la totalidad de los conocimientos humanos- es uno de los mayores legados de la Ilustración, que produjo alrededor de cincuenta enciclopedias generales. Sin embargo, probablemente la más célebre de ellas, el símbolo de la época, la enciclopedia por excelencia, sea la editada por Diderot y D'Alembert. Dada su importancia, la investigación en torno a la empresa ha generado infinidad de estudios y monografías, un cuerpo de dimensiones "enciclopédicas", que incluye tanto las síntesis generales para un público lego como las aproximaciones cada vez más especializadas para los estudiosos. Diderot y sus amigos La Enciclopedia, o diccionario razonado de las ciencias, artes y oficios fue proyectada pensando en un público lector socialmente más variado que sabios eruditos o los coleccionistas ricos y muchos de los enciclopedistas que la escribieron -quizá los más destacados- no fueron académicos ni especialistas sino aficionados. En ese espíritu, el libro de Philipp Blom, Encyclopédie, está pensado para un público amplio: es en parte la historia del proyecto y en parte la biografía de su más importante figura, Diderot. Blom intenta describir tanto las circunstancias políticas y sociales en que la Enciclopedia fue escrita y publicada como las de la vida y ambiente del grupo de personas que le dieron forma, con sus encuentros y desencuentros, sus rivalidades e intrigas, sus manifestaciones generosas y mezquinas. El protagonista de su relato es Denis Diderot, quien se hizo cargo de la mayor parte del trabajo: repartir las entradas y redactar muchísimas de ellas, vigilar las ilustraciones, coordinar a los colaboradores, vérselas con los editores y los censores. Pasó a vivir para la Enciclopedia desplazando su propia obra (con muestras tan admirables como El sobrino de Rameau). También aparecen otros enciclopedistas afamados, generalmente de manera negativa: D'Alembert (distante y clasista), Voltaire (acomodaticio), Rousseau (capaz de enviar a sus hijos al orfanato para no ser molestado, cambiante y paranoico). Como al pasar figuran el editor Le Breton, el barón D'Holbach, el abbé Morellet, Madame D'Épinay, Helvetius, Condorcet, el rey y su amante, Madame de Pompadour (defensora de los enciclopedistas: se hizo retratar con el tomo IV de la Enciclopedia en su biblioteca). Pero junto a las figuras más conocidas añade otras menos célebres: Louis-Jacques Goussier el principal dibujante del proyecto-, el censor Malesherbes -quien lejos de censurar la obra la protegió incluso físicamente-, Friedrich Melchior Grimm -el amigo de Diderot y gran propagandista de la Enciclopedia-, el abbé Edme Mallet -con sus irreprochables e insufribles artículos sobre religión-; y, sobre todo, el otro héroe del libro, Louis de Jaucourt, un erudito que perdió en un naufragio la única copia del diccionario médico en que trabajó por 20 años y que luego se hizo cargo de la mayor parte del trabajo organizativo de los últimos 10 volúmenes de la Enciclopedia (dándole un respiro a Diderot) y escribiendo una gran cantidad de los artículos, para algunos de los cuales empleó a secretarios de su propio bolsillo y se vio obligado a vender una casa. La narración de Blom es animada y, en general, circunscrita a su tema, por lo que parece algo superficial la detención en "la disputa de los bufones" o en el caso de la tortura a Damiens por intentar matar al rey Luis XV (su sola mención habría bastado). Está bien tratada la inspiración racionalista de la Enciclopedia y su crítica de la religión: un grabado representaba el árbol del conocimiento, donde la filosofía formaba el tronco y la teología era una rama lejana, cerca de la magia negra. También esto se expresaba de manera más sutil, como era lo que, según Blom, hacía el abbé Mallet, atacando los dogmas religiosos al exponerlos y discutirlos de forma acuciosa y literal: por ejemplo, sobre la ubicación precisa del Infierno o sobre las especies animales que Noé debió subir a su Arca (así como el alimento y forma de limpieza necesarios). Y existían otras manifestaciones subversivas indirectas. Así, en el artículo sobre las abejas se habla de los zánganos de manera que alguien podría pensar en los aristócratas. O el uso de las referencias cruzadas (por ejemplo, la entrada sobre "Antropofagia", añadía: "véase: Eucaristía, Comunión"). O en la elección de temas: no aparecen "grandes hombres" (monarcas, prelados, generales) y sí muchos artesanos anónimos. Blom insiste en la dimensión económica de la empresa. Según él, la principal causa de la supervivencia de la Enciclopedia era que constituía un gran negocio: fue el afán de lucro -ahora tan cuestionado- o cuando menos el miedo a las pérdidas lo que la preservó. "No fue cuestión de tolerancia ni de prestigio, y ni siquiera de intriga: fue el prosaico y simple cálculo burgués de que había demasiado dinero comprometido en la empresa..." (p. 298). Junto a estas historias y anécdotas, se relata la travesía editorial del proyecto: desde la simple traducción de un libro inglés que se transforma en una obra mucho más ambiciosa. En 1752, más de 4.000 suscriptores habían recibido los dos primeros volúmenes, pero como a muchos no les gustó su contenido hubo quejas al Consejo del rey y la publicación fue suspendida, reanudándose luego. Tras la aparición del volumen VII, en 1759, se revocó el permiso de publicación, pero gracias a Malesherbes, Diderot editó en secreto los manuscritos restantes. En 1765 aparecieron simultáneamente los últimos diez volúmenes de texto con un pie de imprenta falso de un editor suizo, claro que el librero Le Breton, temeroso, hizo varios cortes al texto, ya en pruebas de imprenta, sin que Diderot se diera cuenta, enfureciéndolo y desalentándolo. En 1772 aparecieron los 11 volúmenes de láminas para la primera edición. En 1777 algunos editores presentaron un Suplemento en cinco volúmenes y, en 1780, un índice, en dos. Aunque Diderot no participó en ellos, esos últimos volúmenes se unieron a los 28 originales para formar un conjunto. La difusión de los libros y las ideas La historia que cuenta Robert Darnton, por su parte, comienza alrededor del momento en que Diderot termina su conexión con la Enciclopedia, es decir, cuando apareció el último volumen de láminas. El historiador no se ocupa de los procesos de gestación, producción y difusión de las dos primeras ediciones de majestuoso formato en folio, sino de las ediciones en cuarto y en octavo, así como del nuevo proyecto llamado a superar el original: la Encyclopédie méthodique. Darnton descubrió en los años sesenta un archivo único, el de una de las principales editoriales de la ilustración en Francia, la Sociedad Tipográfica de Neuchâtel, en Suiza, que le sirvió de base para escribir El negocio de la Ilustración, publicado originalmente en 1979, y que se basa en el análisis de cerca de 50 mil cartas de dicha editorial. Es su primer gran libro académico y tiene algo de este peso, del cual se liberará -sin perder el rigor- en libros y ensayos posteriores, sacando a la luz una serie de personajes, narraciones, lugares, símbolos e historias unidos al estallido revolucionario y que configuraron el espacio público de Francia, prestando especial atención a la literatura prohibida (los así llamados libros "filosóficos", fundamentalmente anticlericales y pornográficos). El libro de Darnton se ocupa de quienes hicieron de la Enciclopedia una obra masiva, aunque no hubo propiamente una democratización: "Que un obrero comprara la Encyclopédie -aun en el caso de que hubiera sabido leerla- habría sido tan improbable como que se comprara un palacio" (p. 311). Los artífices de esto fueron, junto a la imprenta suiza que quiso prestigiarse y enriquecerse, Charles Packoucke, el ambicioso magnate parisino que apostó su fortuna en esta empresa y Joseph Duplain, el administrador (con debilidad por la estafa) que coordinaba a los impresores, papeleros, transportistas y libreros. El Negocio de la Ilustración, con todo, demuestra cómo la "historia del libro" se abre a cuestiones más amplias: por ejemplo, si la Ilustración y la Revolución francesa serían expresiones de la burguesía. Según muestra Darnton, la Ilustración, de claras ramificaciones revolucionarias, se irradió a un público sólo en una pequeña proporción representativo de formas capitalistas burguesas. Mediante estadísticas de la clientela enciclopedista señala que los intelectuales emergían de la nobleza, el clero, de rentistas y funcionarios civiles, de militares, médicos y abogados y que -hacia 1780los comerciantes de las pequeñas ciudades francesas no estaban muy interesados en adquirir o leer la Enciclopedia. "Las ciudades en que las ventas fueron altas con respecto a la población tendían a ser sobre todo centros culturales y administrativos, y las ciudades en las que las ventas fueron bajas con respecto a la población tendían a ser centros comerciales e industriales" (p. 319) y nada más claro que la comparación entre Besançon y Lille, representativas de cada caso: en la primera, con 28 mil habitantes, se compraron 338 ejemplares en cuarto; en la segunda, con 61 mil habitantes, sólo se compraron 28. Partida y llegada El libro de Blom ha de ser un punto de partida para que el lector busque obras más esmeradas y precisas. Si bien puede parecer más entretenido que Darnton, tiene muchos punto débiles. Hay contradicciones: de Louis de Jaucourt señala que escribió un número cambiante de artículos para la Enciclopedia: 40.000 (p. 144), 14.000 (p. 303) y 17.266 (p. 362). De seguro, entre los expertos en las atribuciones de colaboraciones habrá quien haya despejado el punto. Por otra parte, es sensata la observación que hace Darnton en su libro en cuanto al número de las colaboraciones y su importancia: "muchas de las contribuciones de Jaucourt contienen solamente unas pocas líneas y parecen triviales cuando se las compara con tratados como «Vingtième» [un impuesto del vigésimo sobre el ingreso], escrito por Damilaville, que sin embargo es autor de solamente tres artículos" (p. 15). En el libro de Blom existen muchos descuidos, divagaciones y generalizaciones. Sólo a modo ejemplar. Cuando intenta retratar París en 1739 (bulliciosa, insalubre, llena de lodazales y coches a toda prisa, con buhardillas, garitos y cafés) está el problema que una de sus principales fuentes es Sébastien Mercier y su Tableau de Paris, que no se refiere a 1739 (o cerca de 1716 como insinúa en la p. 32), sino a varias décadas después. Cuando señala que tras la suspensión de la Enciclopedia en 1752, los siguientes volúmenes se publicaron "con un permiso tácito" (p. 164), eso no es efectivo: los volúmenes III a VII se publicaron con permiso pero sometidos a una censura más severa. Por otra parte, Spinoza no fue un "convertido al judaísmo" (p. 115) sino un judío converso y Rousseau no describe "la armonía ideal entre un buen padre y su hija" en Émile (p. 107), sino la relación entre un tutor y su pupilo varón. Hablando de Rousseau, difícilmente su amante Madame de Warens habría tenido "el dudoso placer de ver a Jean-Jacques airear su aventura amorosa en las Confessions" (p.52), pues ella murió en 1762 y el libro se publicó en 1778. También es arriesgado afirmar que Gaunilón haya "demolido" (p. 125) el argumento ontológico de San Anselmo, por más que haya generado dudas sobre su estructura lógica. Con todo, la mayor cantidad de errores están en el capítulo sobre la "Posteridad" de la Enciclopedia -fechas, proyectos, atribuciones, etc.- , pero, por suerte, todos ellos pueden subsanarse consultando el libro de Robert Darnton. ROBERT DARNTON "El negocio de la Ilustración" Traducción de Márgara Averbach y Kenya Bello, Editorial FCE, México, 2006, 698 páginas. PHILIPP BLOM "Encyclopédie" Traducción de Javier Calzada, Editorial Anagrama, Barcelona, 2007, 460 páginas.