Palmas y ramas de hojas de olivo recibieron ayer al tradicional paso de la Burrica, el primero de los 14 que conforman la Semana Santa turolense, considerada Fiesta de Interés Turístico Nacional desde 2006. La Cofradía de la Entrada de Jesús en Jerusalén, que recuperó esta procesión, lleva 16 años sacando este paso, uno de los dos que se lleva mediante un mecanismo de ruedas, un sistema que no por ello requiere de esfuerzo. El paso está pensando para se empujado por ocho cofrades que ayer recorrieron el tramo que va desde el colegio La Salle hasta la iglesia de San José, y después de la misa, desde la avenida Aragón, donde se encuentra esta parroquia hasta la iglesia de San Martín, pasando por el Centro Histórico, donde cada año más gente acude a presenciar esta procesión. "Son más de dos horas de procesión", apuntaba el presidente de esta Cofradía, Fernando Balén, cuando finalizó al filo de las dos de la tarde. Los tambores y bombos de esta cofradía acompañaron al paso. Se trata de una banda con miembros muy jóvenes entre ellos a pesar de lo cual demostraron su experiencia con las mazas y los palillos. Unos 80 cofrades participaron en esta procesión con sus atuendos de hebreos, aunque la cofradía cuenta con unos 150 miembros. Fundada en 1943 por alumnos del colegio La Salle la cofradía desapareció en 1969 y fue refundada el 12 de octubre de 1999, -como ayer recordaba su presidente e impulsor de esta nueva etapa- por exalumnos del centro educativo. La talla fue realizada por un maestro de la localidad catalana de Olot y gracias al tesón del hermano Enrique se logró traer a Teruel. Desde 1972 y hasta el año 2000 el paso procesionó con hermanos de la Hermandad de Jesús Atado a la Columna y Nuestra Señora de la Esperanza. En la Semana Santa del año 2000 volvieron a salir a la calle. En el año 2002 se recuperó la banda y tres años más tarde restauraron el paso y también se modificó la peana para que fuera menos pesada. Aunque está preparada para poder llevarse a hombros, se sigue llevando a ruedas por la dificultad para encontrar peaneros, un problema que se detecta también en otras cofradías. La procesión de ayer es la única que cruza del barrio del Ensanche al Centro Histórico y lo hace por el Viaducto Viejo, ofreciendo unas imágenes diferentes a las que se vivirán en los próximos días. Las caras descubiertas de sus cofrades que portan las palmas, tradicionales del Domingo de Ramos son otros rasgos diferenciadores de esta profesión. A lo largo del recorrido, tanto en las calles del Ensanche como en las del Centro Histórico, muchos turolenses quisieron acompañar esta procesión con sus propios ramos de olivo en las manos, pero también muchos turistas que ya se encuentran visitando la ciudad por Semana Santa.