EL ESTADO SOCIALISTA Y LAS EMPRESAS

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EL ESTADO SOCIALISTA Y LAS EMPRESAS:
UNA REFLECCION NECESARIA
Lic. Luis Marcelo Yera
(Publicado en Cuba: Investigación económica, Diciembre de 1996)
(Instituto Nacional de Investigación Económica -INIE)
INTRODUCCION
Un científico en boga recientemente fallecido, Carl Sagan, expresó en su famoso libro "Cosmos" con
palabras que pudieran ser marxistas, lo siguiente: "…la ciencia no es perfecta y puede ser mal utilizada,
mas es con mucho el mejor instrumento que poseemos, que se corrige a si mismo, que progresa sin cesar,
que se aplica a todo. Obedece a dos reglas fundamentales: la primera, no existen verdades sagradas, todas
las aseveraciones deben ser cuidadosamente examinadas con espíritu crítico, los argumentos de autoridad
no tienen valor; y segundo, todo aquello que esté en contradicción con los hechos tiene que ser desechado y
revisado" (Sagan, s.a.,p.381).
Parecería que la problemática de repensar el socialismo le viene bien mucho de la duda y la confianza del
párrafo de Sagan.
No poco se opinó y opina, sin la necesaria fundamentación, sobre la supuesta caducidad o la mala
aplicación de la ciencia marxista, y de la necesidad en ambos casos de echar a un lado lo inoperante, por
improfanable que pueda parecer.
Obviando a los que reniegan del marxismo, los resultados científicos de los que lo secundan no se han
correspondido con los esfuerzos realizados, sobre todo en la esfera clave de la producción socialista donde
se han evidenciado las mayores debilidades.
En medio de la carencia de una correcta teoría orientadora, se observa con frecuencia no sólo mucho de
retórica, sino u pragmatismo lamentable o un conservadurismo inquietante, tanto en el pensamiento de la
izquierda marxista, como en los países que mantienen la esperanza de encontrar una alternativa al
socialismo burocrático, al neoliberalismo y - ¿por qué no?- a las versiones capitalistas asiáticas y
escandinavas.
Precisamente, el presente trabajo representa un esfuerzo todavía incompleto, aunque no dudo que polémico,
por rectificar retomando la dialéctica materialista, aspectos conceptuales esenciales y universales de lo que
fue una economía política teóricamente sesgada de la transición al socialismo y así facilitar la debida
fundamentación de la política económica.
El estudio se centra en la relación sistémica y de entorno del binomio Estado - empresas estatales, como
vínculo fundamental para resolver los problemas productivos del socialismo, representando a su vez una
respuesta parcial al Proyecto "La microeconomía cubana en el proceso de recuperación económica", que
ejecuta el Instituto Nacional de Investigaciones Económicas, en el marco del Programa Nacional Científico
- Técnico "La economía cubana actual: retos y perspectivas".
La denominada "batalla decisiva" a la que llamó el V Pleno del Partido comunista de Cuba en mayo de
1996 por hacer eficiente la empresa estatal, que ya viene enfrentando con distintas iniciativas el Ministerio
de Economía y Planificación, pudiera encontrar aquí elementos estratégicos que, aunque necesitados de
cuidadoso examen y completamiento en lo "anatómico" y lo "fisiológico", brinden una mayor nitidez en
cuanto a la imagen organizativa a desear, sin olvidar la necesaria conciliación entre dos instintos
integrantes de la naturaleza humana: el social y el de la apropiación.
SISTESIS HISTORICA DE LA EVOLUCION DE LA ACTIVIDAD PRODUCTIVA ESTATAL

La actividad productiva del Estado hasta 1917
Aunque en el pasado histórico se defendiera con pasión el criterio de que no corresponde al Estado
interferir en el "dejar hacer" o ejercer actividades productivas y que éstas son prerrogativas exclusivas de
los ciudadanos, se pueden encontrar desde la época esclavista excepciones a esta norma hoy reverdecida
por el neoliberalismo.
Ello parte de que nunca ha sido posible delimitar claramente las funciones del Estado como persona
jurídica de derecho público y su actividad productiva. Muchas iniciativas como la fabricación de armas y la
construcción de caminos y acueductos están ubicadas en la frontera de esos dos tipos de desempeño.
La historia de la confusión entre lo que se supone debían ser las actividades de los particulares y las de la
colectividad, según las características concretas del lugar de que se trate, nos conduce desde el estatismo
Inca y el monopolio de la cera para la conservación de las momias en el antiguo estado egipcio, hasta las
diversas manifestaciones durante el "boom" de es fenómeno estatizador que puso de relieve la segunda
mitad del siglo XIX europeo con administraciones estatales ferroviarias y marítimas, los monopolios
públicos del alcohol, del tabaco, del fósforo, los correos y telégrafos, etc., pasando por el monopolio estatal
en materia de seguros, surgido en la Europa del medioevo.
De la etapa tratada se destaca en Cuba la impopular monopolización del acopio y comercio del tabaco,
implantado a su favor por la corona española en el siglo XVIII.
Sin embargo, el concepto jurídico de nacionalización no tiene más de ocho décadas. Data de febrero de
1917,cuando figuró por primera vez en la Constitución mexicana inspirada por la revolución de 1910,
cobrando fuerza inmediatamente después en los primeros decretos revolucionarios de la naciente Unión
Soviética. A pesar de ello hay que señalar que dicha moción no se incorporó a la palestra legal de manera
súbita, sus antecedentes parecen encontrarse en la idea sobre la nacionalización de la sociedad y la vida
económica, surgidas a mediados del siglo XIX, siendo el pensamiento de Marx el que en este sentido tiene
la mayor repercusión durante la actual centuria.

De Lenin a las privatizaciones actuales
Que estatizó el socialismo conocido?
Si bien no fue la revolución marxista de octubre 1917 en Rusia la primera en reconocer el concepto jurídico
de nacionalizar, llevó a cabo en ese campo la más extendida y radical transformación de la vida económica
que conoció la humanidad hasta entonces.
Por la vía de los Decretos, en los tres primeros años se nacionalizó toda la tierra (un caso único en el
socialismo practicado), no su atención privada; las empresas industriales que ocupaban a más de 10 obreros
o más de cinco si utilizaban instalaciones con motor; el transporte marítimo y fluvial; las compañías
ferroviarias; la banca; los seguros, así como se monopolizó el comercio exterior e interior
(Katzarov,1963,pp.61-62). En la constitución de 1918 se refrendó la propiedad socialista sobre los medios
básicos de producción.
Sin embargo, esta situación restrictiva no se mantuvo estable. Luego del obligado y relativo repliegue que,
por las conocidas circunstancias límites externas e internas significó la Nueva Política Económica (NEP) en
materia de propiedad durante el período 1921-1928, la Constitución soviética de 1936 sobrepasó incluso lo
realizado por la revolución antes de la NEP y dejó fuera de la producción estatal solo a la parte del área
agrícola que cubrían las mayoritarias cooperativas o koljoses y a los trabajadores individuales por cuenta
propia, ya fueran campesinos o artesanos. En la URSS, desde entonces, la propiedad no estatal sobre los
medios de producción fue estrictamente limitada a lo expuesto hasta la llegada de la perestroika.
Pero aunque fue enorme la influencia stalinista y neostalinista sobre procesos socialistas desarrollados con
posterioridad a la segunda guerra mundial, en materia de nacionalizaciones y de tratamientos a la propiedad
no pocos de estos procesos se parecieron más a la fase leninista de la revolución soviética, NEP incluida,
que a su larga etapa posterior previa a la perestroika.
Esta última, dicho sea de paso, también retomó en su primera mitad conceptos de Lenin, así como recogió
la experiencia de los países socialistas que trataron de ser más flexibles.
Las diferencias básicas de las naciones socialistas menos ortodoxas, incluyendo a la China de hoy, con la
etapa soviética postleninista en cuanto al área no estatal, estriban en permitir durante su evolución tanto las
pequeñas empresas de nacionales con más de un trabajador como la inversión extranjera.
Es necesario aclarar en cuanto a la agricultura de los países socialistas estudiados excepto el caso cubano
que ésta tuvo una minoritaria explotación estatal, la cual en el mejor de los casos no pasó del 30%.
En este contexto Cuba tuvo sus peculiaridades. La reforma agraria de 1959 aprovechó la existencia de
latifundios norteamericanos y criollos para hacer avanzar hacia la explotación estatal el 40% de la tierra
agrícola. Pero como dicha reforma agraria había fijado en la nada despreciable cifra de 402 hectáreas la
cantidad máxima que podía permanecer en manos privadas, la burguesía rural cubana que se mantuvo en el
país se hizo políticamente conflictiva y otra expropiación que disminuyó su poder económico se llevó a
efectos en 1963, limitando a 67 hectáreas la tierra que se permitía como propiedad privada.
El gobierno revolucionario al llevar adelante, lo más rápidamente posible el socialismo proclamado en
1961, hizo que esta última reforma agraria elevara con el tiempo las tierras bajo explotación del Estado a
más del 70%, un hecho único también dentro del campo socialista y el mundo.
Hoy, a la luz de los cambios internacionales ocurridos, la explotación estatal de la tierra ( no la propiedad
de esta última que se mantiene en no menos del 75% en el Estado), ha disminuido a un 33% (Lage, 1996).
Las Unidades Básicas de Producción Cooperativas (UBPC), familias y personas individuales han asumido
en usufructo la diferencia que probablemente continúe aumentando. Ello aproxima este proceder con la
agricultura cubana al que predominó en los restantes países socialistas en su momento.
También en cuanto al sector privado se ha permitido la actividad cooperativa en la pesca, aunque
constitucionalmente no aparezca explícita como lo está el cooperativismo agropecuario.
En relación con la industria, a las nacionalizaciones iniciales contra el imperialismo y la oligarquía
siguieron las de octubre de 1960 contra capitalistas cubanos. La Ley 980 de ese mes trasladó al Estado
prácticamente toda la industria nacional con más de 25 trabajadores. Ocho años después, la llamada
"ofensiva revolucionaria" liquidaría todo vestigio de pequeña y mediana propiedad en la industria, el
comercio y los servicios, permitiéndose sólo cierta actividad privada individual o por cuenta propia. Ello
sentó las bases para que la Constitución socialista de 1976 coincidiera en cuanto al tratamiento de la
propiedad con la máxima ley soviética de 1936.
La reforma constitucional cubana de 1992 flexibilizó la anterior situación al declarar la propiedad socialista
de todo el pueblo sobre los medios Fundamentales de producción, un hecho conocido en el socialismo
practicado, por lo que el éxito deberá marcarlo la "anatomía y fisiología" nuevas del sistema de empresas
estatales.
Nacionalizaciones capitalistas y tercermundistas.
Como resultado de los problemas sociales y económicos sobrevenidos después de la primera guerra
mundial, como también de la influencia mexicana y soviética, una serie de iniciativas tendientes a la
socialización fueron llevadas a cabo en el mundo capitalista.
En 1919 Alemania se convirtió en el primer país europeo a excepción de la URSS, que introdujo
constitucionalmente la noción de nacionalización. Esferas como la electrificación, la industria de la potasa,
el transporte de gas y del agua, y las vías férreas, fueron alcanzadas por la influencia del Estado. Los
cambios ulteriores en la orientación política del país y su ocupación ya como Alemania Occidental,
retardaron pero no impidieron el afianzamiento del concepto en la Constitución federal de 1949.
Francia por su parte, desató una ola de nacionalizaciones a partir de 1944, la mayor del Occidente
desarrollado, que tuvo su signo precursor en la segunda mitad de los años 30 cuando el gobierno creó
monopolios estatales en los fósforos, la imprenta, las monedas, así como en los ferrocarriles y la aviación
civil. Para 1948 cerca de la mitad de la producción industrial estaba nacionalizada, también la banca más
importante y parte de los seguros. En aquel entonces predominaba en el país in ánimo de buscar nuevas
soluciones para el interés público, por lo que los móviles usuales de las nacionalizaciones capitalistas ( las
dificultades económicas de las empresas, la seguridad nacional y las preocupaciones fiscales) pasaron a un
segundo plano. Aún en 1981, ya en pleno desentono neoliberal, el gobierno socialdemócrata de Mitterand
emprendió nuevas nacionalizaciones aunque más adelante se vio obligado a un repliegue en este campo.
Por su parte Inglaterra fue el país del capitalismo desarrollado que siguió a Francia en la política
socializadora. De cierta participación del Estado en la vida económica, como lo fue el monopolio sobre
determinadas importaciones, pasó, a partir de 1945 y por iniciativa del Partido Laborista (socialdemócrata)
en el poder, al traslado hacia la propiedad estatal de los sectores económicos esenciales. Así, fueron
nacionalizados el Banco de Inglaterra, la aviación civil, la industria carbonífera las comunicaciones por
cable e inalámbricas, el ferrocarril (incluyendo los hoteles explotados por las antiguas compañías
ferroviarias), los muelles, las vías de agua interiores, el transporte londinense, el suministro de algodón en
bruto, la industria eléctrica, la del gas y la del hierro y del acero.
La llegada al poder del gobierno neoliberal de Margaret Thatcher en 1979 retrotrajo el tradicionalismo
británico en materia de administración estatal.
De cualquier manera, desde el punto de vista del grado de realización de la nacionalización, Francia e
Inglaterra se situaron en su momento entre las democracias populares de Europa Oriental y el mundo
liberal.
Sin embargo, Estados Unidos, un representante destacado del liberalismo no se sustrajo tampoco a los aires
socializadores. En 1933 el presidente Roosevelt constituyó la Tennessee Valley Authoruty, una empresa
para el cultivo del valle del río Tennessee y sus afluentes, así como para el desarrollo de la energía
eléctrica. Con sus cerca de 105000 Km2 que abarcaba el territorio de siete estados, fue considerada por lo
menos como una de las empresas más grandes del mundo (Katzarov, 1963, pp.66-67).
Hoy, pese a las recomendaciones neoliberales, el Pentágono y la iniciativa privada se distribuyen a partes
iguales el capital de la empresa Sematech la cual posee el 45% del mercado mundial de semiconductores
(Melazzi, 1995)
En realidad fue después de la segunda guerra mundial que las nacionalizaciones tuvieron su mayor auge.
Ningún continente estuvo ajeno a ellas.
En tal sentido, la experiencia del desarrollo no capitalista en el tercer mundo tuvo con posterioridad a ese
hecho bélico numerosos ejemplos socializadores, siendo el Egipto de Nasser, que llegó a tener bajo
propiedad estatal el 85% de la producción industrial, el caso políticamente más relevante (Solodóvnikov y
Bogoslovski, 1975).
En lo que respecta a la etapa prerevolucionaria cubana, ésta tuvo pocos ejemplos de propiedad estatal en la
esfera económica. El conocido caso de las intervenciones del Ministro de Gobernación Antonio Guiteras,
un destacado revolucionario, sobre dos centrales azucareros y la Compañía Cubana de Electricidad en 1933
y 1934, respectivamente, fueron provisionales y no afectaron la propiedad de dichas empresas
norteamericanas.
Es significativo que no obstante admitirse en la Constitución de 1940 la propiedad del Estado en la
actividad económica, con posterioridad a esa fecha sólo fueron hallados por el autor el caso del Banco
Nacional de Cuba, fundado en 1950 con preponderancia accionista del Estado (Zuaznabar, 1986); el de los
viejos buques mercantes comprados por el gobierno y entregados en arriendo a particulares después de la
Segunda Guerra Mundial (Zuaznabar, 1986), el de los Ferrocarriles Occidentales de Cuba S.A., que en los
años 50 tenía sus acciones distribuidas de tal manera que el Estado poseía el 58% de las mismas (Zanetti y
García, 1987); en de las centrales azucareros "Limones" y "Purio", administrados por la Universidad de La
Habana y el municipio de Calabazar de Sagua, respectivamente; así como la finca San Rafael, dirigida por
la misma entidad docente (Ayala, 1978).
Un último caso interesante es el de la "Comisión Ejecutiva Nacional de Cooperativas Agrícolas y Mineras"
(CENCAM), un organismo paraestatal creado en 1954 parra arrendar equipos a los pequeños agricultores y
mineros cubanos cuyos recursos y escala productiva impedían la compra de tan necesarios medios (Cámara
de Representantes, 1957).
Al pasar revista a lo acontecido en materia de nacionalizaciones en el mundo no socialista, todo parece
indicar que su etapa de convivencia con la gestión estatal clásica pasó sin dudas su mejor momento. Lo
cierto es que en general su actividad fue ineficiente como ya venía siéndolo en el socialismo conocido y,
aunque la administración del Estado no ha desaparecido del todo del escenario capitalista, la ausencia de
alternativas acreditadas ofreció la consecuente oportunidad a la carta neoliberal, la última de los que no
imaginan el mundo de otro modo.
Crisis similares en contextos diferentes
En un pasaje del prólogo a la "Contribución a la Crítica de la Economía Política" en el cual no se ha
reparado lo suficiente a la luz actual, Carlos Marx basado en sus análisis históricos, había observado que las
revoluciones sociales se producían cuando las relaciones de propiedad, de forma de desarrollo de las
fuerzas productivas, se convierten en su traba (Marx, s.a., (c), p.183).
De aceptarse esto, y si entendemos los cambios políticos y sobre todo lo de propiedad ocurridos hace
menos de una década en la mayoría de los países socialistas como equivalentes a revoluciones sociales, por
extraviadas que se comporten, entonces es necesario investigar qué motivó que la forma en que se expresó
esa propiedad social obstaculizara a tal punto el desarrollo de las fuerzas productivas en el socialismo real.
Evidentemente Mijail Gorbachov nunca tuvo la solución para ese problema crucial y según reveló Vitali
Vorotnikov, su colega del Buró Político, el líder soviético propuso en una reunión de ese órgano el 21 de
julio de 1988,ya avanzada la perestroika, algo que a mi juicio, por ser teóricamente posible, debió ser
previo a ella y a cuanto proceso de transformación se llevó a cabo dentro del mundo del socialismo
practicado: " poner al descubierto el verdadero contenido del concepto de propiedad socialista y propiedad
cooperativa" (Vorotnikov, 1995). Con semejante vacío teórico en cuanto a la propiedad socialista no podía
consolidarse la perestroika ni ningún otro tipo de renovación en estos países.
Si asumimos que una de las principales vías mediante la cual se puede expresar una coherente articulación
entre fuerzas productivas y relaciones de propiedad, lo es una sistemática elevación de la productividad
social medible, entre otras formas, por la dinámica y naturaleza de la competitividad del sistema
empresarial correspondiente, entonces habría que convenir en que decenas de intentos anteriores
fracasaron, mientras que los actuales, háblase de Vietnam, china o Cuba, dejan todavía mucho que desear
en cuanto a tales resultados.
También en el mundo capitalista ocurrió algo similar que abrió paso al neoliberalismo. Investigaciones
realizadas en ese contexto corroboraron esta problemática. Así, por ejemplo, el economista norteamericano
T. Borgherding determinó que las empresas estatales en los países capitalistas son alrededor de dos veces
más ineficientes que las de otro tipo de propiedad, lo cual denominó como la regla especial de la
"duplicidad burocrática". El alemán E. Hamer llegó a las mismas conclusiones en estudios realizados sobre
su país e Inglaterra (Tiagunenko, 1991). Aunque ha de señalarse que pueden encontrarse casos por estudiar
de empresas del Estado que apuntan en otra dirección.
Sin embargo, en cuanto a funcionamiento se refiere, muchas fórmulas fueron aplicadas por el capitalismo.
Una de ellas, tal vez la más eficiente, fue el mecanismo de acciones compartidas con la propiedad privada o
método de empresas mixtas, utilizado en la Cuba pre-revolucionaria y más recientemente en la llamada
"economía emergente" cubana.
Hay que subrayar que el instrumento de las acciones fue la solución que encontró el capitalismo para, entre
otras cosas, diseminar la propiedad y hacer frente a la socialización que promulgaba, aunque
conceptualmente incompleta, la izquierda más radical, fundamentalmente desde el siglo XIX.
Pero el mecanismo accionario no debe ser considerado ni mucho menos como una especie de receta
milagrosa para los casos de frustración empresarial estatal. Incluso, existen ejemplos de empresas estatales
donde el estado es el único accionista, cuando este es un recurso para compartir la propiedad. La doctrina
francesa ha considerado, con mucha lógica, tal proceder como una contradicción y ha declarado nulos tales
casos (Katzarov, 1963. P.333).
De cualquier forma, si se alcanzan los factores humanos comunes a ambos modos político- económicos de
funcionamiento, resaltan dos a resolver que a juicio de este autor están estrechamente vinculados.
a.
b.
Una parte variable de las decisiones de corte empresarial clásico, estratégicas y operativas, se
toman en los órganos estatales superiores, lo cual afecta el protagonismo y la necesaria
autorealización humana de los productores directos.
El círculo de personas que componen la totalidad o porción compartida de la administración
empresarial estatal está formado por asalariados, hecho que revela un incompleto sentimiento de
pertenencia. Ya se sabe que los dueños no perciben sueldo.
De cómo empezar a abordar tanto estas cuestiones, como las trabas fundamentales que la propiedad estatal
conocida puso al desarrollo de las fuerzas productivas, trata el resto del presente estudio, el cual retoma
para ello el hilo conductor marxista.
HACIA UNA NUEVA CONCEPTUALIZACION SOCIALISTA DEL ESTADO - EMPRESARIO

Breve recapitulación teórica acerca del Estado.
¿Qué es y como se originó el Estado?
En su obra "El origen de la familia, la propiedad privada y el estado", Federico Engels demostró que
durante un largo proceso histórico de desarrollo y disolución de la gens (Grupo de descendencia común
unido por ciertas instituciones sociales y religiosas que forman una comunidad particular), la cual fue
destruida por la división del trabajo que parceló a su vez la sociedad en propietarios y desposeídos, surgió
el Estado esa forma organizativa - institucional del poder político en las naciones.
Los fundadores del marxismo hicieron énfasis en que el estado nació de la necesidad de refrenar los
antagonismos de clase y que el poder lo ejerce la clase económica dominante. Sin embargo insistieron que
en determinada fase de desarrollo productivo, la existencia de las clases deja de ser una necesidad para
convertirse en un obstáculo para la producción.
La misma lógica les llevó a que la eliminación gradual de las clases, lo que lleva implícito una determinada
forma organizativa en la economía, provoque no sólo la unión del trabajo desde el punto de vista de la
propiedad, sino la paulatina obsolescencia del Estado.
El marxismo y la extinción antineoliberal del Estado socialista.
Una de las cuestiones que salta a la vista al contraponer la teoría y la práctica del socialismo conocido, es
que, sin entrar a analizar en qué fase concreta del desarrollo de la producción la existencia de las clases se
hace innecesaria, en realidad, con la supuesta eliminación o minimización de las clases en los países
socialistas, el Estado creció en ellos. Así, por ejemplo, cuando se desarrollaba una nueva rama productiva
se creaba, como forma de administración, el ministerio correspondiente.
En el caso de Cuba, si en 1957 bajo la organización capitalista existían cuatro ministerios u organismos
estatales vinculados a la esfera de la producción material, hoy a pesar de la racionalización del año 1994
funcionan todavía más de 10. ( En 1957: Consejo Nacional de Economía, los Ministerios de Agricultura y Obras Públicas y el
Instituto Nacional de Pesca. En 1996: Ministerio de Economía y Planificación, de la Agricultura, Azúcar, Construcción, Industria Pesquera,
Industria Básica, Industria Sideromecánica, Industria Ligera, Industria Alimenticia e Industria de Materiales de Construcción. Sin embargo,
otros órganos estatales, no incluidos en esta última lista, desempeñan también actividades productivas distintas de su misión fundamental.
Igualmente, todos por lo general poseen instalaciones productivas y de servicios, como imprentas y talleres, que se crearon por el pobre
desarrollo de las relaciones económicas horizontales entre las entidades.)
Al producirse el necesario distanciamiento científico, en relación con ese tipo de práctica, es obvio que por
esa vía no se podía alcanzar una reducción gradual del Estado con todo su aparato burocrático, sino
exactamente lo contrario.
El radical planteamiento de Marx "Todas las revoluciones perfeccionaban esta máquina ( se refiere al
Estado N. Del autor), en vez de destrozarla" (Marx, s.a., (a ), p.170),que asombraría hoy no sólo al más
acérrimo neoliberal, no encontró en contraposición a la anarquía la solución debida más de un siglo después
de realizado. El propio Lenin consideró sobre la observación de Marx que "Esta conclusión es lo principal,
lo fundamental, en la teoría del marxismo acerca del Estado" (Lenin, s.a., pp 27-28) lo cual le separa
estratégicamente de la estatización stalinista que tanto penetró en los procesos revolucionarios de este siglo.
En la misma obra, Lenin, partiendo de Marx y Engels, fundamentó que, aunque es un proceso largo, "el
Estado proletario comienza a extinguirse inmediatamente después de su triunfo" (Lenin, s.a., p. 28),lo que
dice mucho de las concepciones posteriores sobre este aspecto, del Partido Comunista de la Unión
Soviética.
Pero ¿qué organización armónica y cómo sustituiría gradualmente al Estado proletario que a su vez
destruyó y reemplazó al Estado anárquico capitalista?

Producción sin burocratismo
Para Marx una "corporación de trabajo" (Marx, s.a., ( b )p.298) del tipo de la que debió ser la efímera, por
inexperta, "Comuna de París ", es la que debía extenderse y negar al aparato del Estado burgués en sus dos
componentes clásicos y más característicos: la burocracia y el ejército permanente. Sin embargo,
considerando la actual coyuntura política internacional que aún impone a los países de orientación
socialista, como el caso cubano, que el pueblo armado, relevo del ejército burgués, continúe destinando
valiosos recursos a la actividad militar, el presente acápite se centrará en las formas organizativas de la
producción que contribuirían a prescindir paulatinamente del protagonismo de la burocracia estatal en la
esfera productiva, en realidad un problema pendiente de solución.
En tal sentido, deben traerse a colación las condiciones teóricas de partida, poco divulgadas por cierto, que
los fundadores del marxismo alcanzaron a vislumbrar para la primera fase de la sociedad comunista, las que
se enriquecen con los aportes organizativos ulteriores de la producción capitalista más avanzada.
Marx, de nuevo examinando había fundamentado el proyecto para sustituir al sistema capitalista, en base a
que "sociedades cooperativas unidas han de regular la producción nacional con arreglo a un plan común,
tomándola bajo su control y poniendo fin a la constante anarquía y a las convulsiones periódicas,
consecuencias inevitables de la producción capitalista" (Marx, s.a., ( b ) pp.301-302). Analicemos los
términos que se han resaltado. La idea de que la célula básica de este sistema organizativo fuera la
"sociedad cooperativa" se sustenta por Marx en "El Capital", utilizando, a partir de la realidad social y
hacia el futuro, las leyes de la dialéctica desarrolladas por Hegel, el cual las aplicaba como leyes de
pensamiento sólo al pasado, deteniéndose en el Estado como cima de la evolución social.
"El sistema de apropiación capitalista que brota del régimen capitalista de producción y por lo tanto, la
propiedad privada capitalista, es la primera negación de la propiedad privada individual, basada en el
propio trabajo. Pero la producción capitalista engendra, con la fuerza inexorable de un proceso natural, su
propia negación. Es la negación de la negación. Esta no restaura la propiedad privada ya destruida, sino una
propiedad individual que recoge los progresos de la era capitalista: una propiedad individual basada en la
cooperación y la posesión colectiva de la tierra y de los medios de producción producidos por el propio
trabajo" (Marx,1983, ( a ), p.700)
En la interacción de las tres leyes de la dialéctica marxista, la negación de la negación en materia de
propiedad representa la solución a la lucha interna, antagónica y fundamental en la sociedad capitalista
entre sus contrarios dialécticos; el proletariado desposeído y sus explotadores. Dicha solución transcurre a
través de la transformación de los cambios cuantitativos, dados por la multiplicación de la propiedad
privada, en cualitativos, representados por la agrupación de muchos trabajadores en un proceso único de
producción, lo cual crea una nueva fuerza productiva social. En correspondencia, "convertir la producción
social en un sistema armónico y vasto de trabajo cooperativo" (Marx, 1973, p.82), sería el peldaño de
desarrollo que revelaría al sistema capitalista. Sin embargo, aquí es necesario aclarar que coherentemente
con el tipo de propiedad sustitutiva, el Estado de transición hacia la sociedad sin clases que habría de
estructurarse según el "Manifiesto del Partido Comunista", es el del "proletariado organizado como clase
dominante" (Marx y Engels, s.a. p.49)
Con la desaparición gradual de las clases también se haría paulatinamente superfluo el Estado, por lo que
sólo durante el mencionado período de tránsito, más o menos prolongado en dependencias tanto del
desarrollo alcanzado por las fuerzas productivas, como de la correlación internacional de fuerzas , es que se
pueden equiparar la propiedad estatal socialista y la propiedad social. Marx, al escribir sobre perspectivas
de la propiedad social recalcaba que " el gran mérito del movimiento (se refiere al cooperativo. N del
autor)en el capitalismo consiste en mostrar que el sistema actual de subordinación del trabajo al capital,
sistema despótico que lleva al pauperismo, puede ser sustituido por un sistema republicano y bienhechor de
asociaciones de productores libres e iguales" (Marx, 1973, p.82)
Sin embargo, el que se plantee que las sociedades cooperativas, las cuales mantienen en el mundo de hoy
un pleno éxito, estén "unidas" en un "sistema armónico", parte de la tendencia a la concentración de los
medios de producción y a la socialización del trabajo que revelaron los fundadores en la gran producción
capitalista, lo cual se expresa a través de las fusiones, absorciones y nuevas inversiones con relación a los
procesos productivos únicos que se desarrollan dentro de las grandes sociedades por acciones o
corporaciones desde entonces hasta la fecha. El haber definido Marx a la Comuna como una "corporación
de trabajo" no hace sino continuar su línea de pensamientos en este sentido. Obsérvese que en una
corporación no hacen falta componentes estatales como los ministerios y los derivados de la división
político-administrativa.
Es por ello que desde el punto de vista metodológico tiene tanta importancia para la actualización del
conocimiento marxista el encontrar y seguir el camino que, con posterioridad a los clásicos, dejaron abierto
las gigantescas corporaciones y conglomerados capitalistas en materia de organización productiva de sus
planteles fabriles.
El primer gran aporte de dichas organizaciones en este sentido ocurrió en los años 50 con la llamada
"Dirección por objetivos". En realidad, no fueron debidamente teorizados para la causa del socialismo
científico los recursos organizativos que generó ese método, el cual fue motivado por la imperiosa
necesidad de descentralizar decisiones en los procesos productivos de las corporaciones.
El incremento sostenido en el número de fábricas mediante los procesos particulares de socialización de las
sociedades por acciones, llevó al agobio a las direcciones de estas últimas debido a las tantas y disímiles
cuestiones que se acumulan en sus agendas. Entre los numerosos asuntos de detalle, lo fundamental, la
dirección estratégica de las compañías, se hacía cada vez más difícil.
La historia dejó un importante ejemplo de esta situación. En la propia década de los 50 de la experiencia de
una corporación innovadora, la "General Electric", surgió con más nitidez tal vez que en ninguna otra
corporación norteamericana un principio organizativo sencillo adaptado a ella, pero que se venía gestando
en Estados Unidos: centralizar los objetivos generales de carácter cualitativo debían ser dominados por los
que ocupaban puestos directivos y orgánicos en la "General Electric" para que actuaran
descentralizadamente. En otras palabras, debían interiorizar qué quería la compañía y en correspondencia
tomar decisiones independientes.
Las demás corporaciones norteamericanas aunque con matices distintos, también trasladaron importantes
decisiones hacia sus niveles inferiores.
Posteriormente, como respuesta al desafío descentralizador de Norteamérica, los capitalistas japoneses
crearon otro : ofrecieron a las agrupaciones de obreros un mayor protagonismo, a partir de lo cual Japón
alcanzó resultados productivos impresionantes.
La propia compañía "General Electric" y otras, en la tarea de dinamizar a sus empleados y transformar
actitudes, tienen en el presente muy en cuenta la experiencia japonesa, por lo que, sin que se haya hecho
explícito, algunos elementos del cooperativismo (ver los libros "La teoría Z" de W. Ouchi y "La sociedad
postcapitalista " de P. Drucker) cobran auge dentro de las gigantescas corporaciones capitalistas. Sus
propias estrategias de desburocratización son claves en todo ello.
En consecuencia ha cambiado la estructura de las compañías organizadas antes piramidalmente. En la
actualidad adoptan la forma de "un conjunto flexible de sectores de actividades organizados de manera
móvil en torno a un pequeño núcleo…también… piramidal" constituido por la dirección y los empleados
de la sede (Gallín, 1995).
Desde otro ángulo, el proceso centralizador - descentralizador puede explicarse también funcionalmente.
Hoy en las corporaciones capitalistas se descentraliza lo operativo, lo táctico, que fundamentalmente está
referido a los asuntos de ventas, servicios, personal y relaciones públicas. Mientras, se centralizan los
asuntos estratégicos como o las finanzas, la investigación - desarrollo y la planificación a largo plazo
("Hombre Internacional", 1993,Gabiña, 1995).
Explorados estos aspectos organizativos, es desde muchos puntos de vista importante crear una visión
general de lo que pudiera ser una inédita organización productiva socialista ajena a los corsés burocráticos
conocidos. Ella le faltó y le falta al socialismo y a la izquierda en general. En tal sentido, la organización
mencionada puede definirse como el sistema económico altamente tecnificado, conformado por sociedades
o empresas cooperativas unidas ramalmente , en vez de por ministerios como en el socialismo practicado,
por corporaciones de actividades homogéneas aisladas del presupuesto nacional, donde tanto las funciones
operativas de las entidades de base, como las estratégicas de las sedes, estén descentralizadas con respecto
al núcleo coordinador del conglomerado a partir de objetivos generales socialmente aprobados.
En los cuadros 1 y 2 aparecen, respectivamente, una propuesta de objetivos generales para las empresas
estatales cubanas que servirían de orientación a los específicos de las ramas, así como los principios de la
descentralización de decisiones tomados de la experiencia de las grandes corporaciones capitalista.
Cuadro 1
Propuesta de objetivos generales centralizados que cumplirían las empresas estatales cubanas a
través de decisiones descentralizadas.

Llevar a cabo la producción teniendo en cuenta tanto la demanda perspectiva como el
requerimiento de maximizar la variedad y la calidad.

Garantizar la compatibilidad producción - ecología.

Aplicar la ciencia y la técnica mediante la realización o contratación de investigaciones en todos
los aspectos relacionados con la actividad de que se trate, incluida la Dirección.

Buscar la complacencia de los distintos consumidores internos y externos a través de los estudios
de mercado, de los clientes y de los canales de distribución.

Garantizar toda la secuencia productiva, incluida la distribución de los productos, el cuidado de los
mismos y el establecimiento descentralizado de unos precios competitivos socialmente justos,
basados en los costos de producción, la calidad, la abundancia relativa de lo producido, el mercado
mundial y la necesidad de lograr la rentabilidad debida.

Crear una imagen prestigiosa de la producción ante los consumidores a partir de una cultura de
calidad total que debe relacionarse con la marca comercial correspondiente.

Atender las necesidades de los trabajadores de adecuadas condiciones laborales, superación y
estimulantes ingresos, recabando de ellos la actitud requerida, así como el necesario espíritu de
equipo para desarrollar la auténtica conciencia socialista.

Garantizar la selección profesional y la formación moderna y sistemática del personal de
Dirección.

Aplicar una eficiente política inversionista que ayude a sostener la debida competitividad
tecnológica de los productos, para lo cual se deberá estar informado de lo mejor de la experiencia
nacional e internacional.

Analizar prospectivamente las posibles iniciativas de los competidores para alterar la dinámica del
mercado.
Cuadro 2
Principios fundamentales de la descentralización de decisiones.






Situar la responsabilidad y autoridad para tomar decisiones en los puntos más próximos al lugar de
la acción. Lo anterior produce resultados generales óptimos, pues entran en juego conocimientos
más vastos inmediatos y oportunos.
Delegar verdadera responsabilidad y autoridad. No deben modificarse pormenores ni hacerse
comprobaciones previas.
Tener plena confianza en la capacidad de los colaboradores. En esto los jefes deben dar el ejemplo
y no retener para sí las decisiones que deben tomar otros.
La función primordial de la plana mayor y los servicios auxiliares, es dar ayuda y consejo al
personal de línea a través de un reducido número de personas experimentadas.
Conocer, entender y observar los objetivos generales, la estructura organizativa, relaciones,
normas y medidas, sin que ello signifique necesariamente uniformar los métodos de llevarlas a la
práctica.
Establecer una política de personal acertada, donde se aprecien los rendimientos y cumplimientos
,se establezcan premios a los que se desempeñan bien y se sustituya a los que no den la talla.
(Cordiner, 1964)
En teoría esta concepción ofrece una posibilidad de solución a lo que Janos Kornai, refiriéndose a las
intromisiones burocráticas, estimó como un aspecto irreformable del socialismo (Kornai,1992).
En adición, la sociedad civil organizada armónicamente para producir jugará el papel que le corresponde, y
el presupuesto nacional , así como el Estado, continuarían descongestionándose. Consecuentemente, no
habría tal fin de la historia, aunque, indudablemente, por la diversidad de sus elementos componentes,
encontrar las respuestas adecuadas y definitorias , así como el camino pertinente, demandará de profundos
y sistemáticos estudios al respecto.
No obstante, es lógico que al integrarse en una sola organización las actividades económicas de una rama
específica, la descentralización operativa y la centralización estratégica en el concepto marxista de "plan
común" deban esclarecerse.
EL ESTADO SOCIALISTA Y LAS EMPRESAS:
UNA REFLECCION NECESARIA
Lic. Luis Marcelo Yera
(Publicado en Cuba: Investigación económica, Diciembre de 1996)
(Instituto Nacional de Investigación Económica -INIE)
Continuación /Anterior

La planificación reinterpretada.
El concepto de planificación desde mi punto de vista, debe reinterpretarse. Deficientemente aplicado por el
"socialismo real", fue adaptado por el capitalismo en base a sus intereses, como si fuera posible una
completa planificación nacional al margen de una organización productiva única del país que contemple
una sola forma genuina de propiedad social.
Entre las muchas definiciones de planificación existentes en economías mixtas, Godet presenta una de
Ackoff que el primero ofrece como muy representativa: "La planificación consiste en concebir un futuro
deseado, así como los medios reales para llegar a él."(Godet, 1993).
En esencia, la de los manuales soviéticos no difiere de la anterior. Sin embargo, los fundadores del
marxismo contraponían el plan elaborado en condiciones de una verdadera propiedad social, a la anarquía
de la producción y las crisis periódicas provocadas por la competencia entre los distintos tipos de
propietarios fabricantes de un determinado producto sin compradores en las circunstancias del mercado
capitalista, males que por cierto hoy aparecen amortiguados en los países desarrollados por facilidades
brindadas para adelantar consumos, entre otros recursos condenados al fracaso.
Es necesario recordar cómo Engels utilizó el ejemplo de la unión en un trust de las 48 grandes fábricas
inglesas de álcalis el pasado siglo para argumentar que aquí ya hay un plan, pero que ningún pueblo
toleraría la explotación de la colectividad por un pequeño grupo (Engels, s.a. ( a ). pp.442-443 ). Siguiendo
la teoría marxista , pienso que otra cosa sería si cada una de las 48 fábricas mencionadas hubiera sido
transformada en una "sociedad cooperativa", las que estarían "unidas " bajo la organización de lo que fue el
trust capitalista, ahora socializado y por ende desmonopolizado.
Consecuentemente con lo fundamentado por Marx y Engels acerca de la organización socialista general de
la economía y teniendo en cuenta la existencia del mercado y por ende también del dinero, el cual sólo
podría ser sustituido a escala planetaria si la ciencia corrobora la vía propuesta por Marx, se pudiera
intentar una definición de planificación probablemente más palpable que las empleadas por la literatura
socialista conocida al tener incorporadas las condiciones en que se realiza. Así, la planificación, en su
esencia, podría entenderse como el proceso mediante el cual cada rama económica armoniza socialmente
sus objetivos productivos en el mercado, de tal manera, que en el largo y el corto plazo todos los colectivos
de productores que la integran garanticen la venta total de sus productos.
Para dicha armonización ya existen distintas prácticas en el mundo de hoy como son el marketing, (aunque
aquí sería ramal), la experiencia japonesa en materia de coordinación interempresarial y la de muchas
grandes corporaciones capitalistas con más de una fábrica que producen valores de uso iguales.
No obstante, de todas formas se necesitaría de la existencia de un núcleo central en el conglomerado que
haga de contrapartida de las corporaciones y de coordinador entre ellas, así como que resuma los planes y
garantice la dirección estratégica del sistema productivo.
Tal vez con la definición de planificación propuesta se ayude, entre otras cosas diferenciar la misma no
sólo de aquellos procesos previsorios y secuenciales asociados más bien a la toma de decisiones en lo que
respecta a la política económica sino de la propia estrategia de desarrollo económico con la cual a veces se
confunde. La planificación pues, no debe igualarse a la programación.
Sin embargo, es importante resaltar que para que exista una genuina planificación las actividades de una
rama deben estar agrupadas bajo una única organización. El hecho, tomando un ejemplo de tantos, que
exista en Cuba un Ministerio de la Construcción por una parte y 14 empresas constructoras del Ministerio
de la Agricultura por otra, impide que se pueda realizar una planificación auténtica en el sector
constructivo. Incluso, de resolverse esta problemática, no debe extrañarnos que producto de la práctica
anterior, se manifieste un exceso de capacidades al establecerse una competencia armónica en condiciones
de mercado de la cual se beneficiaría - ¿ por qué no ? - el necesario capital extranjero asociado y por
asociarse a las entidades que compongan las corporaciones.
No tener en cuenta las mencionadas condiciones de partida del concepto de propiedad social en lo que
respecta a la planificación, es lo que a mi juicio ha limitado sus resultados tanto en los países del
"socialismo real" como en los capitalistas.
En los primeros, los objetivos eran trazados en condiciones burocráticas bajo el cómodo amparo del
presupuesto nacional y sin considerar la competencia armónica. En los segundos que la practicaban, ocurrió
algo similar en su sector público, además de que la vida demostró la inviabilidad de tratar de orientar
intereses privados rivales hacia un objetivo nacional.
Por demás, los objetivos nacionales y privados envejecían rápidamente debido a la propia turbulencia que
crea en el entorno la competencia anárquica y ningún otro recurso similar bastó para dar respuesta al
problema. Comienza a introducirse entonces en la segunda mitad de los años 80 la concepción de
Planificación Estratégica en áreas específicas del sector público, idea que desde hace más de dos décadas
introdujeron las grandes corporaciones transnacionales para resolver con nuevos métodos la rigidez que
reveló el tradicional concepto de planificación, por lo que a esta última muchos prefieren llamarla hoy
Dirección Estratégica.
Como parte de la moda de cambiar las palabras y los métodos correspondientes en el tratamiento del futuro
en vez de hacerlo con las condiciones sociales de producción, se ha popularizado en los últimos tiempos la
prospectiva, un ingenioso y activo recurso de reflexión colectiva que busca, mediante su "caja de
herramientas" viejas y nuevas (los métodos de análisis estructural, los impactos cruzados, el Delphi, los
escenarios, etc.) anticipar los acontecimientos en vez de sufrirlos, para dar pertinencia, coherencia,
verosimilitud y transparencia a la acción estratégica. Concebida para el mundo empresarial, la prospectiva
tiene un éxito creciente en organizaciones regionales y colectividades locales. Una de sus máximas, "El
futuro es la razón de ser del presente", tendría con la aplicación del método prospectivo una más completa
realización social en lo que respecta a la planificación a largo plazo en las condiciones de la organización
socialista de la economía.
Sin embargo, la desburocratización y la flexibilización inherente a la idea expresada, no deben asociarse a
un debilitamiento del control. El plan sería un importante componente de este último, pero habría otros.

Un control distinto
Quizás el aspecto más propiciador de control, tanto desde el punto de vista organizativo como el sicológico,
sea el aislamiento de las corporaciones sociales del presupuesto nacional y por tanto sean sus miembros
(productores-consumidores-ciudadanos a la vez) quienes soporten o disfruten los resultados de su trabajo.
Por la misma razón se produciría una gran racionalización en los mecanismos internos de control. Sin
embargo, es normal que existan controles externos. Uno de ellos sería el partidista, el cual podría estar
dirigido sobre todo a los aspectos estratégicos del desarrollo de la sociedad, incluyendo su plasmación
práctica. Otro, el parlamentario, estaría concentrado fundamentalmente en los planes y como estos cumplen
los objetivos generales productivos. El Parlamento también atendería los proyectos económicos específicos
y los reportes sobre la actividad de las corporaciones.
Mientras se justifiquen los ministerios globales, estos, como instrumentos del Estado, llevarían a cabo
controles fiscales, laborales y de seguridad y asistencia social, así como los judiciales, ya que es vital velar
por el cumplimiento de las leyes de la esfera, entre las cuales se destacaría la Ley de empresa. A propósito
del tema jurídico, es necesario observar que, al menos durante el período de coexistencia con las formas de
propiedad privada (transición), los fundadores del marxismo prevenían en cuanto a que la propiedad social
sobre los medios de producción y la tierra no excluía de ninguna manera el mantenimiento de la relación de
arriendo, de alquiler, vinculándola al posible pago de indemnizaciones. Ello matiza el propio control de la
sociedad sobre esos recursos (Engels, 1973, p.391).
Por su parte el control crediticio jugaría el rol que le corresponde, mientras que no menos relevante sería el
papel de la prensa la cual se comportaría en relación con la actividad económica pública como un
verdadero centinela social. También serían importantes las asociaciones de consumidores.
Debe entenderse que las medidas enunciadas responden a la necesidad de cambiar las reglas de juego del
socialismo en materia de control económico. Una mirada al caso de Japón demuestra que a pesar del
desarrollo y complejidad de su economía, éste dispone de un aparato estatal-ministerial pequeño y eficiente
para atender con una voluntad de equipo la esfera productiva (12), aunque a pesar de ello un importante
teórico, Kenichi Omhae, considere a Japón un país todavía burocrático y proponga que los ministerios se
transformen en organismos de consumidores (Contrapunto, 1992).
Pero aunque la esfera productiva que tratamos aquí es la que cubren las grandes agrupaciones de empresas
estatales, es oportuno analizar teóricamente, y no sólo desde el punto de vista del control, el fenómeno de
las pequeñas y medianas empresas en los países de orientación socialista.

Empresas menores y socialismo.
Probablemente no pocas personas, incluso de izquierda, se disgusten inicialmente si, en medio de los aires
de cambio existentes, se insiste con la idea de que en el socialismo construido no podrían sostenerse las
pequeñas y medianas empresas (PYME's) fuera de la propiedad social y, por tanto, serían absorbidas
gradual y favorablemente para todos por ese más competitivo conglomerado productivo único,
fundamentalmente de PYME's, que representa dicha propiedad.
Sin embargo, ello no debe traernos a la mente la colosal incompetencia que en general demostró el tipo de
gestión estatal conocido en materia empresarial. Una pregunta puede hacernos reflexionar. ¿Cómo se las
ingenia la gigantesca firma norteamericana McDonals para mantener una misma imagen competitiva a
través de sus miles de pequeñas unidades dispersas por el mundo?
No es que se quieran hacer necesariamente loas a las franquicias o a las licencias, pero ya hoy debiera ser
evidente que el gran tamaño de las organizaciones no tiene porque ser sinónimo de pesadez y torpeza, pues
estos "atributos" los crean las trabas organizativo-burocráticas y las tecnologías obsoletas. Incluso, está
reconocido y establecido que el paradigma de la gran producción en el presente es precisamente el de la
masificación de la diversidad.
No obstante, en los países que construyen el socialismo, como Cuba, las pequeñas y medianas empresas
privadas deben propiciarse sin espontaneidad, para evitar costosas quiebras, allí donde no serían
suficientemente fuertes las corporaciones sociales o donde se requiera una determinada complementariedad
productiva. "La pequeña producción -observó Marx- es una condición necesaria para el desarrollo de la
producción social" (Marx, 1983ª. p. 698).
En condiciones de escasez de recursos la inversión privada y la ayuda o crédito a particulares proveniente
de fuentes de ese mismo origen, significaría un impulso estratégico a la corporación nacional encargada de
desarrollar y socializar con el apoyo de los bancos estatales una rama específica.
Sería inteligente establecer como política en materia de pequeñas y medianas empresas el ofrecer créditos
más ventajosos a las empresas productivas cooperativas que a las de otras formas de propiedad y a todas las
formas productivas prioritariamente en relación con las empresas comerciales. En el futuro y en el
momento económico propicio, las empresas privadas mencionadas estarían económicamente motivadas a
incorporarse a las grandes más competitivas, ya sea por la vía de la venta o de la unión voluntaria.
A fin de cuentas, ya Marx había observado en relación con la propiedad pequeño burguesa que "no tenemos
que abolirla: el progreso de la industria la ha abolido y está aboliendo a diario" (Marx, s.a..(c), p.44). Y
aunque hoy en los países altamente desarrollados las leyes antimonopolios evitan la absorción de las firmas
menores que funcionan acertadamente para prevenir el debilitamiento de la competencia y los mecanismos
de mercado, en el socialismo reorganizado la competencia sería armónica y al estar verdaderamente
socializada la producción, el monopolio dejaría de serlo.
Todo ello debe llevar a la certeza de que si se organiza científicamente la orientación socialista del
desarrollo económico, aquellas famosas preguntas de Lenin acerca de "¿Quién vencerá? ¿El capitalismo o
el poder soviético?", no demuestran sino los vacíos teóricos de una época cuyo completamiento conceptual
ocurrió más de tres décadas después con el aporte organizativo de las grandes corporaciones capitalistas.
Ello haría viable lo que el mismo Lenin llamó "el régimen de los cooperativistas cultos" (Lenin, 1987
p.389).

Los precios: monopolio que no lo es.
Una de las categorías más centralizadas en el socialismo conocido fue la de los precios. A esto contribuyó
fundamentalmente el tipo de propiedad estatal adoptado por esas sociedades.
Pero hay otra característica de los países socialistas vinculada al tema de los precios. Las circunstancias
históricas del surgimiento del socialismo en naciones no precisamente a la vanguardia productiva,
mostraron la aparente paradoja en materia de valor y de su manifestación en dinero, el precio, que mientras
el desarrollo tecnológico llevó a los países capitalistas industrializados a disponer de la capacidad de
producir cada vez más productos en el mismo tiempo de trabajo (o lo que es lo mismo, emplear cada vez
menos tiempo en fabricar un producto), lo cual define el valor de los bienes y por ende su abundancia o
escasez relativas, los países socialistas, retrasados en este sentido, se veían obligados en general a vender en
las naciones capitalistas sus manufacturas más escasas a un precio menor al de sus competidores. Muchos
ejemplos hay de esta situación.
El razonamiento nos lleva a pensar que el socialismo, incluso como bloque, no tuvo en cuenta el hecho de
la unidad de la economía mundial y que por lo tanto, nadie puede sustraerse de la competencia
internacional si no desea sufrir un descalabro en todos los órdenes.
Sin embargo, no sólo en lo internacional hay que aceptar el reto. En el plano interno y como base de la
competencia hacia el exterior, la propiedad estatal está obligada a renovarse y a ser competitiva y atractiva
en relación con las formas de propiedad restantes. Pero para ello los precios de los productos estatales
deben estar descentralizados y reflejar la verdadera abundancia o escasez relativa del mercado, definidas,
por el lado de la oferta, por la tecnología. Bajo este marco, y al estar vigente el período de transición, es a
mi juicio válido para la nueva empresa estatal lo que Marx observó en las cooperativas privadas …"por el
momento…los obreros asociados son sus propios capitalistas, es decir, emplean los medios de producción
para valorizar su propio trabajo" (Marx, 1983b, p.460). En relación con ello, la famosa máxima de Lenin
merece ser precisada: "el que no vende no come".
Cualquier exceso en materia de precios se detectaría a través de los controles que se establezcan para
observar el cumplimiento del objetivo general de la producción social vinculado a la problemática de los
precios (ver el punto 5 del cuadro #1), cuyo respeto modificaría por primera vez en la historia el propio
concepto de monopolio aunque sólo existiera en el país de que se trate una sola fábrica del producto
determinado. Bajo esta forma organizativa los precios estarían más fundamentados científicamente en su
vinculación al ahorro y al consumo, a la vez que se haría obsoleto el ministerio o área de este que se ocupe
del tema.
Es cierto que si, por ejemplo, analizamos una rama concreta en Cuba, puede existir un desarrollo
tecnológico desigual en sus fábricas e, incluso, la más avanzada quizás esté por debajo de los estándares
mundiales, no pudiendo por tal motivo aspirar a competir de entrada eficientemente en base a costos en los
mercados importantes. Pero existen adicionalmente otros mercados, incluido el interno, donde obtener
divisas para ir mejorando la tecnología. Además, se tiene la posibilidad de la asociación con firmas
extranjeras de vanguardia, que son las que hay que atraer, y la propia fuerza que brinda la unión corporativa
explicada, tanto en el aspecto económico como en el creativo. Sin embargo, la entidad productiva que no
pueda lograr la rentabilidad debida a través de los precios deberá ser paralizada y repensada.
La estrategia aquí sería la de alcanzar un equilibrio tecnológico en el plantel productivo acorde con los
niveles mundiales, lo que unido a la nueva concepción en la planificación, propiciaría la homogeneización
y la tendencia a la reducción de los costos y los precios de las mercancías nacionales con iguales valores de
uso.
El antecedente directo de esta práctica en la realidad actual son las grandes corporaciones capitalistas que al
crecer a través de la historia asumieron su propia competencia interna.

Un ejemplo necesario.
En lo que pudiera ser un proceso de metamorfosis gradual de los ministerios ramales cubanos hacia formas
corporativas desburocratizadas ajena al presupuesto nacional, debiera considerarse para los primeros la
experiencia mencionada en cuanto a descentralizar hacia las empresas lo operativo y centralizar lo
estratégico.
El propio Che Guevara, un estudioso de las técnicas utilizadas por las grandes compañías capitalistas de su
época, se pronunció en 1963 por "…tener una determinada cantidad de decisiones a niveles jerárquicos
superiores". Añadiendo a continuación: "Tampoco todas en el ministerio, una gran cantidad y cada vez más
en las empresas y otras en las fábricas" (Pérez, 1979).
En tal sentido, imaginemos que aplicamos de forma muy general lo expuesto a una actividad específica de
la economía cubana. Por su relevancia vamos a seleccionar a la industria azucarera, la cual ha tenido no
pocos tropiezos en los últimos años y, aunque se recupera, aún se encuentra lejos de alcanzar su nivel
productivo potencial.
Lo primero que debe precisarse aunque parezca una verdad de perogrullo, es que la misión de esta
actividad es elaborar productos primarios y subproductos (azúcares, mieles, guarapo, bagazo, cachaza). Sin
embargo, se insiste en ello porque tanto la producción cañera cono la de derivados de dichos bienes, se
podrían integrar, respectivamente, a la corporación agrícola cubana y a la que les corresponda a los
segundos de acuerdo con la rama en que clasifiquen.
Este principio de especialización en base a la separación administrativa fabril de la parte meramente
agrícola, que hoy cuentan con un mando ministerial único, comenzó a aplicarse gradualmente en Cuba a
partir de la propuesta en base a la multiplicación de la propiedad, del influyente conde de Pozos Dulces,
realizada como consecuencia de la crisis financiera y mercantil de 1857 que afectó gravemente a la
agricultura de la isla (Guerra, 1985, p.573)
La nueva idea, que recoge lo mejor de los dos sistemas conocidos, es ir a la transformación gradual de
dicho aparato ministerial en una corporación azucarera, la cual deberá nacer desburocratizada y separada
del presupuesto nacional para llevar a cabo su misión.
Partiendo de los objetivos específicos para la rama, que se basarían en los generales de toda la producción
socialista, en dicha corporación estarían centralizadas las funciones estratégicas, es decir los aspectos
financieros, la investigación - desarrollo (incluido el marketing) y la estrategia de desarrollo, a la cual
estaría lógicamente asociado el proceso inversionista. Desde luego, los aspectos estratégicos se tratarían en
estrecha y democrática vinculación con la base productiva de la corporación, es decir, las 156 centrales
existentes (si el mercado no aconseja disminuir su número), los cuales desempeñarían descentralizadamente
las funciones operativas de la organización corporativa, adoptando cada uno una forma de producción
cooperativa acorde con la cuota que le corresponda del mercado (plan). Ello brinda una mayor claridad en
cuanto a como aplicar la fórmula "de cada cual según su capacidad, a cada cual según su trabajo", con
vistas a eliminar el trabajo asalariado.
Las funciones operativas incluirían los acuerdos en materia de precios con los suministradores libremente
elegidos y clientes, teniendo en cuenta que algunos precios les vendrían impuestos a las fábricas ya sea por
la vía del mercado mundial o por virtuales acuerdos de alcance nacional sobre productos específicos.
También en las fábricas de azúcar se decidirían los asuntos de personal, las cuestiones de contabilidad,
jurídicas, relaciones públicas y toda tarea funcional de carácter operativo. La elección de los dirigentes
sería de abajo hacia arriba.
Finalmente, no puede perderse de vista que la materialización real de un empeño de tal naturaleza, por la
complejidad y magnitud de las maniobras que ello implica, no pudiera decirse que pueda verificarse en lo
inmediato, pero si es necesario comenzar, en primer término, a meditar acerca de este particular y sus
efectos previsibles y, en consecuencia, comenzar a actuar en el sentido de ir generando las condiciones
para, gradual y articuladamente, dar los pasos que sean aconsejables en cuanto al logro de los objetivos
señalados.
A MODO DE CONCLUSIONES: LOS LIMITES ENTRE LO PRIVADO Y LO DE TODOS
Después de examinar lo que ocurrió y ocurre con la inmensa mayoría de las empresas estatales a las que les
fue aplicada una concepción organizativa similar en uno u otro campo político, y como continuación a la
presentación de una visión nueva, aunque inacabada sobre la organización empresarial socialista, se estima
necesario por su extraordinaria relevancia analizar con mayor profundidad el tema de loa propiedad
económica.
Aunque es enorme el desarrollo alcanzado en el mundo en disímiles esferas del saber, y no obstante
constituir la propiedad sobre los medios de producción una cuestión tan omnipresente den la vida de
cualquier país, el conocimiento científico acerca de este tema ha sido realmente obre. Ello está
estrechamente vinculado al velo que ha cubierto el pensamiento de Marx sobre el particular.
Como vimos cuando se examinó el párrafo donde el pensador alemán aplicaba las leyes de la dialéctica a la
evolución de la propiedad durante el desarrollo del capitalismo en lo9s países avanzados de su época, son
sólo tres las formas evolutivas de posesión económica vistas desde el ángulo de quienes trabajan o no
directamente: la propiedad privada individual, la privada capitalista y la individual, esta última ya como
solución dialéctica. Las infinitas modalidades que a primera vista se manifiestan parten de estas posiciones
de clase vigentes ante el trabajo directo.
La primera de ellas, también hoy llamada "trabajo por cuenta propia" o "autoempleo", fue anulada por las
restantes formas de propiedad que se corresponden con las máquinas más productivas durante el desarrollo
industrial capitalista. Los restos de esta forma inicial de apropiación están relegados en el presente a los
campesinos individuales y las pequeñas producciones artesanales de las que aún no se puede prescindir.
La segunda sufrió una evolución histórica. Desde un solo dueño que explotaba a un número de obreros, y
que está todavía presente en parte de la pequeña y mediana empresa mundial, hasta cientos de miles de
accionistas para quienes trabajan los obreros de la organización, una proporción de los cuales puede que
sean también accionistas de la asociación económica concreta. Este último estadio corresponde desde luego
a las sociedades anónimas o por acciones, hoy ya de propiedad demasiado anónima, las cuales abarcan a las
grandes corporaciones y conglomerados del presente y una proporción de las empresas menores.
Es interesante la observación que hizo Marx sobre estas sociedades por acciones al plantear que en ellas "el
antagonismo aparece abolido negativamente" (Marx, 1983b, p.460). El antagonismo mencionado, que no es
otro que el capital-trabajo, queda en ellas anulado debido a la multiplicación de los propietarios que
trabajan o no directamente en relación con la variante de propiedad privada capitalista que viene de los
inicios de este modo de producción, basada en un solo dueño que no producía a derechas. Sin embargo,
dicha anulación la expresa Marx con signo negativo porque en dichas asociaciones económicas existen
accionistas que no son obreros directos.
Esta interpretación del pensamiento de Marx se sustenta al contraponer éste las cooperativas privadas a las
sociedades por acciones en el mismo párrafo de "El capital". En las cooperativas -se dice allí- el
antagonismo "aparece abolido en sentido positivo".
Marx dio el nombre científico de propiedad individual al cooperativismo armónico (solución dialéctica)
pues apreció que lo privado, tanto en lo que se refiere a la explotación que produce la forma capitalista,
como al aislamiento de las cooperativas de grupos y del trabajador por cuenta propia, desaparece allí. Lo
privado en un grupo cooperativo sólo quedaría erradicado en el socialismo, al organizarse una unión de
cooperativas y por tanto conformarse una gran colectividad.
Teóricamente esta asociación de cooperativas la fundamentó Marx a partir de la utilización de la tríada del
desarrollo que viene de los filósofos griegos y que después había perfeccionado Hegel. A través de la Ley
de la negación de la negación, la afirmación o tesis (la propiedad privada individual) es negada por la
negación o antítesis (la propiedad privada capitalista dada en las grandes corporaciones, su mayor logro), la
que a su vez se niega por la negación de la negación o síntesis (la propiedad individual o cooperativismo
armónico), que en un plano superior conserva rasgos de ambos estadios precedentes.
De hacho, lo que Marx planteó como síntesis prospectiva es también hoy, pudiera decirse, una suerte de
híbrido entre los dos sistemas socioeconómicos conocidos en este siglo y por tanto se revela un tercero con
lo mejor de ambos que nunca ha existido, ni siquiera en la Yugoslavia de la autogestión también en alto
grado burocrática. Desde el punto de vista de la interrelación base - superestructura en la esfera de la
producción material, las características generales de los tres sistemas teóricos son:
a.
b.
c.
El capitalismo, donde unos pocos ministerios y organizaciones estatales o paraestatales vinculadas
a la esfera productiva regulan desde el punto de vista de los intereses del estado la actividad de una
mayoría de empresas privadas con independencia estratégica y operativa, las que compiten
anárquicamente entre sí en un campo determinado.
El llamado "socialismo real", donde un órgano de planificación central y numerosos ministerios y
organizaciones estatales ligadas a la a la producción material deciden, desde el punto de vista de
los intereses del estado, sobre la actividad estratégica y operativa de una mayoría de empresas
estatales que no compiten entre sí.
El socialismo remodelado, en el cual un núcleo central coordinador y distintas corporaciones
separadas del presupuesto público, y con las funciones estratégicas centralizadas, organizan
ramalmente la producción a través de cooperativas sociales con gestión operativa descentralizada,
de manera tal que la competencia armónica entre estas últimas equivalga al plan nacional del
producto quem corresponda.
Se pueden verificar, y de hecho se han verificado, variantes de lo expuesto, pero estas parten de mezclas de
rasgos de los sistemas descritos. La llamada "tercera posición" socialdemócrata, hoy con una lógica crisis
de identidad, es un ejemplo de ello, fundamentalmente en lo que respecta a los dos primeros enunciados.
Precisamente, el socialismo real fracasó porque la supuesta síntesis que representaba no portó los atributos
de la tesis y la antítesis precedentes. La falta de dominio teórico y las características de las sociedades de
partida motivaron esto.
Así por ejemplo, difícilmente del Japón de hoy pueda surgir un socialismo repleto de ministerios e
hipercentralizado donde todos en el sistema productivo sean asalariados y por tanto nadie se sienta
realmente dueño de nada. La propiedad de todos no es la propiedad de nadie, como criticó en el tiempo
Yuri Andropov. En realidad, por no ser verdaderamente de todos es que esa propiedad tenía que ser
necesariamente de nadie, lo cual trajo y trae toda una secuela de aberraciones y delitos.
Según opinó sobre el tema el jurista búlgaro Konstantin Katzarov, especialista de reconocido prestigio
mundial en materia de nacionalizaciones, "La idea de que cada ciudadano o cada obrero es propietario de
todas las empresas estatales es, en efecto, demasiado abstracta para ser asimilada fácilmente por el obrero y
por el consumidor. En cambio, la idea de que determinada empresa pertenece no a un propietario privado,
sino al Estado en la persona de los obreros y de los empleados de la empresa es más concreta y aceptable"
(Katzarov, 1963, p.389). Algo así como un "ciudadano de la empresa" de acuerdo con la expresión de un
autor francés que el propio Katzarov cita en el mismo material.
Interesantes coincidencias con el socialismo que para la etapa de transición, por existir todavía el Estado,
esbozó Marx en el pasado siglo. En Marx, la propiedad del pueblo, del ciudadano, del productor, sobre los
medios de producción, es real, lo que ocurre es que se hace superflua, implícita e innecesaria su mención al
ser todos propietarios con igual rango, como mismo ocurriría con el grado militar en un ejército de
generales de cinco estrellas.
La propiedad social es una forma de organizar la propiedad humana, no de anularla, lo cual ocurrió en el
socialismo burocrático conocido, también la organización es lo que debe diferenciar la propiedad social
marxista de las formas privadas. La competencia armónica o emulación, en la primera es lo que se
contrapone a la competencia anárquica entre las segundas, pero para ambas los precios deben expresar
irremediablemente la escasez o abundancia relativa de los factores, mientras el dinero no pueda ser
sustituido. En correspondencia, desestatizar no significa necesariamente privatizar, puede denotar también
socializar si hablamos de una propuesta donde las corporaciones sociales autofinanciadas sustituyen a los
ministerios en lo que se refiere a sus funciones de administración de empresas.
Lo ocurrido finalmente pudiera considerarse como una derivación de la existencia de dos alternativas de
Estado al enfrentase la construcción socialista, uno con tendencia a ampliarse y por tanto a burocratizarse
aún más en relación con su antecesor, y otro con inclinación a reducirse gradualmente hasta desaparecer en
un futuro indeterminado.
En el primero, los obreros no lograron sentirse verdaderos dueños pues no podían decidir
descentralizadamente a partir de objetivos generales, su propia sindicalización como contraparte de la
administración fue uno de los síntomas de esta situación.
Y de eso se trata, que la decisión que expresa la propiedad social o lo que es lo mismo la propiedad
individual del socialismo, sea por su libertad de opción como la privada que conocemos, pero que quienes
la protagonizan tengan las condiciones organizativas creada para actuar como nación. Elementos vitales
serían el estudiar las formas de arriendo recomendadas por los fundadores, la adecuada configuración del
eje centralización- descentralización en las agrupaciones de empresas, el diseño preciso de los objetivos
generales de la producción, así como el desempeñarse independientemente del presupuesto nacional
conocido, pues toda actividad económica ajena al gasto público forma parte automáticamente de algunas de
las modalidades de la propiedad humana.
De ello depende que la segunda posibilidad de Estado, aquella donde la burocracia que subsista aparezca
subordinada al productor social, se abra pasa gradualmente por primera vez. Así, al extinguirse dicho
Estado, dejaría un modo de producción científicamente organizado (el medio) cuya construcción desde
ahora es estratégica pues equivale al ser social, el cual para los marxistas determina la conciencia social o
sea, el pensar del hombre nuevo (el fin) al que la humanidad aspira. También se identifica dicho modo con
una buena parte de la sociedad, no con la civil, pues ya no habría Estado o sociedad política al cual
contraponerla, como está de moda hoy, sino con esa importante proporción de la sociedad armónicamente
organizada para producir, la cual iría ganándole espacio gradualmente a la sociedad de las formas no
socialistas, durante el necesario tránsito.
En consecuencia, y al decir de Engels sobre el futuro socialista, "El gobierno sobre las personas sustituido
por la administración de las cosas y por la dirección de los procesos de producción" (Engels. s.a., (a),
p.446). Ello no es una utopía pues la existencia de muchos ingredientes y expresiones de socialismo en el
mundo de hoy, brinda la debida solidez práctica a la voluntad teórica para que esta última pueda
conceptualizar lo que sería la revolución definitiva del socialismo científico: la de su modo de producción.
Diciembre de 1996
Agradecemos al Lic. Luis Marcelo y al Instituto Nacional de Investigación Económica de Cuba por
permitirmos la reproducción de su artículo
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