[PDF] Sexualidad Infantil

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APROXIMACIÓN TEÓRICA A LA SEXUALIDAD INFANTIL
La sexualidad humana es tan antigua como la raza humana. Pero las manifestaciones
sexuales están sometidas a la influencia de múltiples factores; tales como: a) las ideas
más o menos fatalistas que se reciben a través de generaciones sobre el sexo , b) las
descripciones sobre la sexualidad en los medios de comunicación, c) el miedo a las
enfermedades venéreas (especialmente el SIDA), d) el cambio de situación social y las
modificaciones en el rol cultural de la mujer, e) los progresos médicos, así como,
también, por f) el control de la natalidad y la fertilidad in vitro.
1. HISTORIA:
A principios del s. XVI, las familias no podían disfrutar de la privacidad que tenemos
hoy en día. Todos los miembros de las familias, empleados y criados, comían y dormían
bajo el mismo techo, y muy a menudo en grandes grupos de la sociedad, debían hacerlo
en la misma habitación. Los niños se consideraban como seres socialmente inferiores a
los adultos. Observaban libremente los actos sexuales de los adultos y oían las
discusiones sobre lo correcto o lo incorrecto. Se masturbaban y realizaban otros juegos
sexuales con otros chicos, prácticamente a la luz del día y a la vista de los demás.
Aunque, como es lógico suponer, habían delitos por abusos sexuales infantiles los
efectos emocionales en el niño ni se daban a conocer, ni siquiera, tan solo, eran tenidos
en cuenta. El desarrollo sexual, pues, no se vivía como problemático.
Desde el s. XVI hasta el XIX las familias empezaron a tener que desplazarse por los cambios
económicos y sociales que se produjeron en estos tiempos y se vieron obligados a vivir en
lugares distintos de los que trabajaban. La habitación comunitaria empezó a dividirse en partes
por tabiques, quedando los dormitorios a parte de las áreas de trabajo y de comer. Las
relaciones sexuales se daban detrás de las puertas cerradas. Los criados tienen sus propias
habitaciones. Con la llegada del Puritanismo, la sexualidad se identifica con algo pecaminoso si
se separa del contexto estricto de la procreación. Las relaciones sexuales se vuelven más o
menos secretas. En las conversaciones las cuestiones sexuales se discuten solo en privado. Los
padres intentan criar unos hijos recatados, notablemente asexuales, es necesario explicarles
como tapar su cuerpo y que no miren ni toquen objetos potencialmente sexuales. Los hijos se
avergüenzan de su cuerpo. Ya no se refieren a las partes del cuerpo con naturalidad sino que
empiezan a utilizar “términos correctos”, como puede ser por ejemplo: las partes bajas.
En el s. XIX los padres tenían miedo de que sus hijos se masturbasen, se consideraba
insano, pensaban que causaba enfermedades como la tuberculosis, la sífilis, la
impotencia o la esterilidad, hijos deformados o incluso epilepsia. Los niños que eran
sorprendidos masturbándose eran castigados. A mediados del s. XIX bajo la influencia
de la literatura romántica las actitudes alrededor de los niños y la sexualidad se van
suavizando. Los padres liberales empiezan a ver a los niños como inocentes, asexuales
y necesitados de protección. Como los niños son vulnerables, la responsabilidad de la
familia es protegerlos de los peligros, especialmente de su “natural” estado de
inocencia.
Durante el s. XVIII y XIX el uso de anticonceptivos eran considerados como
sospechoso, era indicador de un intento inmoral. El único contraceptivo que se aceptaba
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era la abstención. En efecto, muchas mujeres evitaban las relaciones sexuales por
miedo a quedar embarazadas. No es hasta la segunda mitad del s. XX que se empiezan
a utilizar medios anticonceptivos efectivos, como los preservativos de látex. Esto marca
el final de una época.
El control de la natalidad permite la emancipación de la mujer, ésta empieza a explorar
nuevos roles que no sean los de criada o cuidadora de niños. La estructura familiar
empieza a cambiar.
Las décadas de 1930 a 1950 marcan un descenso de la severidad de las sanciones de los
juegos sexuales y la masturbación de los niños. Los padres empiezan a disuadirse de
castigar a los niños por sus juegos o intereses sexuales. En 1950 surge un nuevo tema:
los padres deben hablar (que no preocupar) con sus hijos de sus intereses sexuales. Es
perfectamente normal que los niños exploren su cuerpo, y que lo aprendan, que
muestren curiosidad. Algunos padres aceptan los juegos sexuales como “probablemente
normales”. Los padres de clases socioeconómicas altas empiezan a nombrar el pene de
los niños pero continúan evitando nombrar los genitales de las niñas.
Desde los años 70 a los 90 la sexualidad infantil se ha estado viendo como un problema
en aumento que implica a la política y a la sociedad en lo que se refiere a los abusos
sexuales, vejaciones, embarazos adolescentes no deseados, homosexualidad y SIDA.
Esto intensifica la necesidad de protección de los niños inocentes ante los peligros. En
la actualidad los niños que muestran un gran interés sexual continúan siendo juzgados
como desviados o anormales. La cultura persiste en proteger a los niños del sexo, los
efectos sobre la función y disfunción sexual en el futuro aún están por determinar. Al
mismo tiempo que se explica a los niños que el sexo es peligroso, están expuestos a un
creciente aumento de las producciones televisivas en las que los eventos sexuales
frecuentemente se muestran como placenteros o intrigantes.
El desarrollo sexual infantil debe ser evaluado y tratado como otra faceta del desarrollo,
pero desgraciadamente esto no es posible todavía en el ambiente actual. La mayoría de
los padres no quieren que sus hijos les hagan preguntas sobre sexo, y, ante las
reacciones de los padres, los colegios no conceden aún demasiado permiso para el
estudio de estas conductas. En la actualidad, nuestra cultura es disonante en lo que se
refiere a lo standard de la conducta sexual en los niños, no se facilita el camino que
permitirá la asunción del rol sexual adulto. La mayoría de los períodos históricos
muestran un mayor grado de concordancia en este aspecto. Los niños tenían más claro
cual sería su papel una vez fuesen adultos. Hoy en día los niños inhibidos pueden tener
experiencias problemáticas para convertirse en adultos sanos en lo que se refiere al
aspecto sexual.
Las civilizaciones han dedicado un tiempo y un esfuerzo considerable a reprimir y
redirigir los intereses sexuales y actividades de los niños y adolescentes. Si nos basamos
en la actitud ante la educación sexual podemos distinguir diferentes tipos de culturas:
A. Culturas represivas: como por ejemplo la Victoriana. En estas culturas la actividad
sexual es vista como peligrosa, lo ideal es el celibato. Los chicos son separados
de las chicas y los intereses sexuales y las actividades eróticas son severamente
reprimidas.
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B. Culturas restrictivas: son frecuentes en los países desarrollados. En estos, el sexo es
valorado pero se tiene miedo de los problemas que pueden resultar de la
actividad sexual. Existe una doble moral, aunque a la mujer se le conceden
derechos y se considera que tiene un acceso libre al sexo, hay ciertas prácticas
como la segregación de los sexos o el excesivo valor que se da a la virginidad
que lo desmienten. A la vez los niños no son reprimidos por sus intereses
sexuales, pero se les inhibe por otros caminos, los padres ven la actividad sexual
de los niños como problemática. La educación sexual enfatiza los peligros de las
enfermedades venéreas, las vejaciones sexuales y los embarazos no deseados.
C. Culturas permisivas: toleran o perdonan una gran cantidad de intereses y conductas
sexuales. Culturas como estas se dan en África y Oceanía. El sexo se considera
normal, natural y un aspecto valioso de la existencia humana. Los adultos
esperan que los niños participen de los juegos sexuales y los adolescentes tienen
una actividad sexual agradable. La latencia no existe como en las culturas
represivas o restrictivas. Las relaciones prematrimoniales son frecuentes.
D. Culturas de refuerzo sexual: ven la experiencia sexual como una parte necesaria
del crecimiento. Se dan en África Ecuatorial, al sur de Asia y en el sur del
Pacífico. Los niños se introducen activamente en situaciones donde ellos pueden
sentir y aprender las actividades sexuales. Es el único grupo de culturas donde se
da una participación intergeneracional para aprender estas conductas. El placer
sexual se valora mucho, las relaciones, incluida la de matrimonio pueden darse
por acabadas por una insuficiente gratificación sexual. Los niños llevan los
genitales descubiertos y hay un gran contacto piel a piel con los adultos, es
frecuente la estimulación de los niños por parte de los adultos (a menudo
mujeres) esta puede darse manual o bien oralmente.
Nuestra cultura presenta una alta incidencia de disfunción sexual en los adultos.
Algunos estudios sugieren que el aprendizaje de la sexualidad restringirá o permitirá al
adulto disfrutar de su actividad sexual. Si los niños no tienen la oportunidad de disfrutar
de juegos sexuales no estarán emocionalmente preparados para experiencias sexuales
cuando crezcan. Las experiencias tempranas juegan un papel significativo en el
desarrollo de la sexualidad del adulto. Cuando los niños son ayudados están más
interesados después en establecer relaciones sexuales. En la sociedad actual ha
aumentado el número de mujeres que trabajan fuera de casa, a menudo los niños son
cuidados por canguros. Las mismas madres continúan con las responsabilidades de las
tareas domésticas cuando llegan a casa, hecho que provoca que cada vez tengan menos
tiempo o interés en tener un contacto físico y afectivo con sus hijos.
Los cambios recientes que se han dado dentro de nuestra cultura han afectado el
desarrollo sexual de los niños. Un cambio importante es la tendencia a que las familias
sean más pequeñas, con menos hijos, esto hace que los padres depositen grandes
expectativas sobre sus hijos, especialmente en el caso de hijos únicos, estos padres se
vuelven intrusivos y restrictivos en el intento de que estas expectativas se cumplan. El
uso de proyectos por ordenador, guarderías elitistas y escuelas con programas de alto
rendimiento son fenómenos frecuentes y los niños son sometidos a programas de trabajo
y control cuando están creciendo. Los niños se convierten entonces en la extensión de
los sueños y aspiraciones de los padres y se convierten en una proyección del
narcisismo de los padres. Cuando el ideal es difícil de conseguir, la depresión, el abuso
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de sustancias o los trastornos de la alimentación pueden ser el resultado. Ocupados en
estos aspectos los padres frecuentemente olvidan aspectos sexuales del desarrollo
infantil.
Otro cambio cultural es el énfasis en la independencia. Esto empieza cuando el niño es
pequeño, a los niños se les enseña a ser independientes de ambos padres. En casa se les
anima a jugar solos, así, los padres pueden dedicarse a otras tareas. El alto índice de
divorcios, la incidencia de las disfunciones sexuales y el incremento de adultos que
quieren vivir solos, en parte refleja la sobrevaloración que se da a la independencia.
2. DESARROLLO SEXUAL NORMAL:
a) El recién nacido:
La primera experiencia sexual del niño se da con el pezón, y, por extensión, con el
primer cuidador, cuando se aproxima la hora de comer y el niño nota la proximidad del
pecho o del biberón, su actividad se organiza rápidamente hacia una finalidad: el niño
llora, cierra los puños, abre la boca, busca y empuja hacia el pecho, se agarra y succiona
vigorosamente. La cara del niño se pone roja y muestra ansiedad, cuando la leche
empieza a bajar los rasgos se relajan, los ojos se abren y se cierran, el cuerpo del niño se
acopla al de la madre. Durante unos momentos la ansiedad se transforma en paz, en un
estado de placer. El bebé continúa succionando hasta que se siente saciado, va tocando
el pezón con la lengua hasta que aparentemente está dormido. La madre lo nota y da por
acabada esta experiencia erótica.
Conforme el niño crece se van desarrollando sus intereses eróticos a parte del pecho de
la madre. Estos intereses marcan el principio del proceso de separación y de
individuación. Después de las primeras doce semanas de vida el niño debe comenzar a
utilizar el pulgar como objeto autoerótico. La succión del pulgar no se da en culturas en
las que el pecho está realmente al alcance del niño, parece ser que en esta cultura se
precipita el cambio del pezón por el pulgar dada la relativa inaccesibilidad del pecho.
Durante los primeros cuatro meses de vida, los niños de ambos sexos aprenden a
apreciar las sensaciones asociadas con la limpieza de los genitales. Es relativamente
frecuente que los niños empiecen a jugar con sus propios genitales. Es más frecuente
que las niñas se autoestimulen durante este periodo, mientras que los niños lo hacen
entre los 2 y 3 años. Los bebés empiezan a tocarse con la finalidad de explorar su
cuerpo y determinar sus límites, pero progresivamente el placer se convierte en el
motivo principal. Esto le confiere un principio de identidad mucho mas independiente,
ayudando al proceso de separación e individuación.
Las diferencias anatómicas entre los genitales masculinos y los femeninos son
importantes para un desarrollo sexual correcto. A los niños les resulta mucho más fácil
conseguir gracias a la erección del pene una focalización de placer. Ya que éste es
visible, es una función observable y frecuentemente recibe un nombre, dado por sus
compañeros.
Por eso a los varones les es más fácil integrar sus genitales dentro de la noción de su
propio cuerpo. Para las niñas existe la dificultad de diferenciar el clítoris de las áreas
“sucias” asociadas con el olor y los excrementos, especialmente en una cultura que
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enfatiza la higiene y el control de los genitales en ambos sexos. Como los genitales de
las niñas están escondidos, su experiencia sexual está orientada internamente y
permanece más como una sensación visceral que como una sensación externa al cuerpo.
En contraposición, la experiencia sexual del niño es exterior y se focaliza en las
sensaciones ligadas a la estimulación del pene. Debido a la falta del erotismo que
proporciona el desarrollo genital masculino, fácil y externo, las niñas centran más su
atención en el interior; y se vuelven más conocedoras de sí mismas, más intuitivas,
expresivas y pacientes, pero con una mayor dificultad practica que los niños para llegar
a una finalidad determinada.
Un interés precoz en los genitales se asocia con una saludable relación emocional entre
el cuidador y el niño. Relaciones problemáticas acostumbran a producir desordenes en
los niños como puede ser la rumiación, el balanceo, golpearse la cabeza (head banging o
jactatio capitis), o trastornos inusuales de la alimentación, como la pica. Ciertos estudios
ponen de relieve que los juegos genitales no aparecen cuando los niños no gozan de una
atención adecuada.
El desarrollo lineal ha de seguir a través de la diferenciación y apreciación de los
genitales, la incorporación de las partes sexuales dentro del concepto de cuerpo, el
“exhibicionismo” para probar las reacciones de los adultos, el dominio de las
sensaciones autoprovocadas, la expansión del interés sexual debe incluir a los padres y a
los otros niños y la integración final de los genitales y su función dentro del concepto de
sí mismo.
b). El bebé:
Los estudios de observación indican que los niños empiezan a interesarse en los
lavabos, en observar a los otros mientras defecan y en notar el movimiento de sus
propios intestinos alrededor del principio del segundo año. Esto se denomina
“eroticismo anal”. Al mismo tiempo el niño se vuelve más oposicionista, tozudo y
negativista. Todo esto se intensifica si el cuidador actua de forma imperativa.
El erotismo urinario aparece un poco más tarde, alrededor de los 12-14 meses. A los 15
meses la mayoría de los niños conocen la diferencia entre los dos sexos. Este proceso es
más fácil si el niño tiene la posibilidad de ver los genitales del otro sexo. El
exhibicionismo genital a menudo es notorio. Las niñas suelen presentar un
comportamiento de mayor agradabilidad y afectividad con sus padres alrededor de 18
meses de edad, de tal forma que algunos autores, afirman que esto constituye en si
mismo una manifestación primaria de erotismo ya que indicaría la identificación de la
madre como una persona del mismo género.
El cambio del juego genital hacia la masturbación intencional es gradual, es un proceso
discontinuo que se extiende dentro del segundo año de vida. Entre los 15 y 24 meses las
niñas se autoestimulan menos que los niños; estos lo hacen con menos intensidad y
menor frecuencia. La autoestimulación se acompaña de rubor, sofocación y aceleración
de la respiración. Al principio los niños intentan mantener un contacto afectivo con el
cuidador durante la autoestimulación. Esto incomoda a los adultos que tienden a
reprimir su contacto, con lo cual el niño continúa haciéndolo pero distanciándose de los
padres. El patrón de la masturbación se establece durante el segundo año. Las niñas
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frecuentemente aprenden técnicas indirectas, utilizando las piernas, los muslos o cosas
duras para autoestimularse, muchas veces deben parar la masturbación sin placer, las
reacciones de frustración son casi universales y a menudo severas para las niñas durante
la segunda mitad del segundo año. Algunos niños disfrutan del mismo patrón. Los
psicoanalistas lo denominan “reacción de castración pre-edípica”. Estas reacciones
incluyen regresión, miedo, pérdida del entusiasmo, tristeza, y el desplazamiento de los
intereses por la masturbación hacia otras parte del cuerpo y hacia otros objetos
inanimados, como muñecos de peluche. Algunas niñas aparecen interesadas
eróticamente en su padre mientras que otras muestran un aumento de la hostilidad en la
dependencia de la madre. Las reacciones de frustración parecen intensificar el
pensamiento simbólico de las niñas y la complejidad interna. A veces las niñas más
severamente afectadas muestran una imaginación constreñida y una represión
emocional. Los niños muestran menos perturbaciones, a menudo desplazan su ansiedad
hacia una actividad física.
Hacia los 2-3 años las niñas muestran signos de envidia hacia el pene. Acostumbran a
insistir en que ellas tienen pene y intentan orinar de pie. Estas reacciones muestran que
se sienten incompletas, es una distinción narcisista importante. Los niños expresan el
deseo de que les crezcan pechos y de poder tener niños.
c). El niño preescolar:
Mientras el niño va creciendo sus intereses eróticos empiezan a incluir a sus pares.
Muchos niños de 4 años juegan a juegos como “papás y mamás” o “médicos”, las
actividades observadas entre los 4 y 6 años incluyen exposición, tocamiento de los
genitales y la exhibición de los propios a los otros, tocar los pechos de las mujeres, el
gusto por ver a los otros desnudos e intentar poner objetos dentro de la vagina o el recto,
estas conductas son más comunes cuando el niño está desnudo en casa, después de los 4
años menos niñas que niños están implicados en estas actividades. Los niños empiezan
a pensar que han nacido a través de un corte en el estómago de la madre o bien por el
ano de ella.
Estos años se conocen como el período edípico y vienen marcados por un interés erótico
creciente, a menudo focalizado en el progenitor del sexo opuesto. Los preescolares
tienen una imaginación ávida y hacen preguntas sobre las diferencias anatómicas, las
relaciones sexuales y la reproducción. En esta época se consolida la identidad sexual.
Si bien los padres participan menos en el cuidado de los niños, acostumbran a jugar más
con ellos que las madres. El patrón de juego de los padres suele ser más estimulante y
menos convencional que el patrón de juego de las madres. Cuando el cuidado del niño
está dividido entre ambos progenitores el niño adquiere una imagen más repartida y real
de ambos. Desafortunadamente, el cuidado del niño continúa reservado a la madre como
primera responsable en muchas casas, trabajen o no ellas fuera del hogar.
Cuando los padres son nutridores, dominantes y están implicados en el cuidado de los
hijos, estos tendrán una mayor expresividad en su masculinidad y feminidad
posteriormente. La ausencia paterna reduce el modelo de masculinidad en los hijos y
provoca un menor éxito posterior en las relaciones heterosexuales adultas. En general, la
privación paterna que se produce en edades tempranas provoca un debilitamiento del
desarrollo psicosexual de los niños. Las niñas aprenden a ser femeninas a través de una
relación positiva con el padre. Cuando los padres rechazan a las hijas, porque prefieren
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un hijo, esto es un golpe a la autoestima de ellas y a la adquisición de las habilidades
necesarias para relacionarse con los demás. Los padres al valorar los atractivos sexuales
de sus hijas las capacitan para aceptarse a ellas mismas como seres sexuados. La
confirmación de su atractividad sexual reforzados con una identificación firme con la
madre conduce a una mejor integración de sí misma como mujer. Así mismo las niñas
que crecen sin padre presentan dificultades para asumir su feminidad. Las adolescentes
que no conviven con su padre (o que tienen una relación escasa o pobre con él) serán
muy probablemente mas precoces en su actividad sexual y consiguientemente tendrán
más parejas. Así las chicas que han vivido muchos conflictos familiares suelen ser más
promiscuas. Por tanto la ausencia de la figura masculina es tan perjudicial para el
desarrollo sexual de las niñas como de los niños.
d) El niño en edad escolar:
Se da una cierta declinación de la actividad sexual en esta edad. Es la edad de
“latencia”. Va desde los 6 años hasta la pubertad, cuando los niños demuestran un
interés sexual más franco. En esta época ya no hay tanto interés en tocar ni en mostrar
los genitales, piensan que los juegos sexuales son malos. Aunque a pesar de ello,
muchos niños continúan inventando juegos sexuales, que valoran el atractivo sexual del
cuerpo y la existencia de intereses sexuales. Estos juegos se van organizando en grupos,
como por ejemplo el “strip-poker”. Los niños acostumbran a iniciar estos juegos porque
son menos inhibidos que las niñas.
La vergüenza o el pudor sexual aparece hacia los 9 o 10 años a la vez que las relaciones
entre ambos sexos se vuelven tirantes. Esta tensión desaparece hacia los 13 o 14 años,
cuando aparece una relación afectuosa y amigable pero asexual. Los individuos del
mismo grupo no acostumbran a tener una activa relación sexual, ni acostumbran a
casarse más tarde entre ellos. Esta evitación es totalmente voluntaria.
Los padres en esta época son más recatados aún que sus hijos. Por ejemplo, es frecuente
que dejen de bañar al hijo del sexo opuesto hacia los 8-9 años. Esto es interpretado por
el hijo como que este contacto es malo y este concepto persistirá indefinidamente.
La mayoría de padres de clase social alta responden a las actividades sexuales del niño
con cuidado, castigando, riñendo y empleando persuasiones no verbales, como advertir
con los ojos, cerrar puertas y con tópicos sexuales. A menudo, descalifican o no
califican la actividad sexual de los niños. Los padres en raras ocasiones participan en la
educación sexual, las discusiones sobre sexo son más frecuentes entre madres e hijas, y
estas discusiones se centran en la menstruación y en los aspectos negativos de las
relaciones prematrimoniales.
Frecuentemente los niños aprenden sobre el sexo con sus compañeros del mismo sexo,
también a través de libros y profesores, a menudo ellos aprenden más pronto y mejor de
lo que lo hicieron sus padres y abuelos. Esto parece ser debido a que los padres intentan
llevar a cabo una educación sexual (aunque escasa), se da educación sexual en los
colegios y también se presenta más material sexual en los medios.
Los padres posponen las discusiones sexuales, cuando éstas se producen ellos se limitan
a utilizar tópicos como el amor, el embarazo y las diferencias físicas entre hombre y
mujer. Los términos arriesgados como la masturbación, las relaciones sexuales y la
homosexualidad no se mencionan.
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Hay diferencias entre clases sociales en lo que se refiere a la educación de los hijos. Los
educadores y los padres de clases sociales altas están relativamente abiertos a aceptar la
sexualidad de sus hijos. Las madres de clase social alta son más aptas para neutralizar
los intereses sexuales de los niños, mientras que las madres de clase trabajadora
simplemente suprimen este interés e intentan mantener ignorantes a sus hijos. Los
padres de clase alta intentan observar a los niños y mantenerlos distraídos de sus
intereses sexuales, mientras que los de clase trabajadora los castigan por su curiosidad
sexual.
Aunque ha aumentado la flexibilidad en los roles y las actividades entre los adultos de
ambos sexos, es evidente que los roles tradicionales estereotipados siguen intactos. La
mayoría de libros para niños continúan separando entre niños y niñas a la manera
tradicional y los niños continúan prefiriendo los juguetes de acuerdo con su género. La
estabilidad de los roles sexuales en niños demuestra la estabilidad de los roles en los
padres dentro de casa, donde la madre continúa asumiendo la responsabilidad en lo que
se refiere a cuidar y limpiar.
e) El adolescente:
A los 6-8 años la secreción de andrógenos se incrementa, llegando a tener el punto
máximo en la adolescencia. Esto prepara el camino para un agudo aumento en la
producción de la gonadotropina alrededor de los 9-13 años. El nivel de testosterona
aumenta en los adolescentes varones ocho veces por encima del de las mujeres. El
mayor nivel de andrógenos dispara notablemente el eroticismo. El índice de testosterona
libre se convierte en un marcado predictor de la conducta y la motivación sexual. Los
chicos se sienten muy molestos por la persistencia y recurrencia de pensamientos
sexuales y continuas erecciones.
Las chicas entran en la pubertad aproximadamente dos años antes que los chicos. Ellas
completan sus cambios en tres o cuatro años, mientras que ellos lo hacen en cuatro o
cinco. Existe un retraso en la secreción de progesterona, los ciclos anovulatorios son
comunes en los dos primeros años antes de la menarquia. Los andrógenos se
incrementan alrededor de la pubertad y son erotizantes en las chicas, pero los niveles
son inferiores que en el varón. En las chicas puberales las hormonas ejercen solo un
débil efecto en la conducta sexual, pero un importante efecto en la motivación.
Los chicos que entran tarde en la pubertad tienden a ser menos populares, menos
asertivos y menos confidentes, pero más ansiosos, comunicativos y con tendencia a
llamar la atención. Tienen tendencia a tener problemas consigo mismos porque asocian
las deficiencias en la masa muscular, los logros atléticos y el esfuerzo sexual y todo ello
es muy valorado por las chicas de nuestra cultura.
Las chicas son más variables en su respuesta a los signos de maduración. Algunas de las
que se desarrollan pronto se sienten molestas por ello, mientras que a otras, que lo hacen
tarde, se las consuela por no tener la menstruación tan pronto. En todo caso, el principio
de la menstruación es una marca importante en la vida de las chicas, establece la
identificación con la madre y su maduración. Si la chica utiliza tampones, esta será la
primera vez que será consciente o tocará el interior de su vagina.
Se da una crisis real con los cambios biológicos de la adolescencia. Se reviven
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conflictos incestuosos y bisexuales y la orientación sexual es el principal resultado.
Muchos chicos y chicas tienen conductas homosexuales y se plantean su orientación
heterosexual. El contacto con los compañeros de mismo sexo es más asequible que el
contacto heterosexual. Los adolescente que tienen menos expectativas de éxito, menos
habilidad y peores notas en el colegio, son los que probablemente tengan relaciones
sexuales más pronto. A menudo la actividad sexual precoz va ligada a otras conductas
de riesgo como la delincuencia o el abuso de drogas.
Ligado al embarazo adolescente indeseado se da el aborto, las chicas que optan con más
frecuencia por el aborto, si son jóvenes, acostumbran a ir bien en el colegio y a
planificar su futuro, tienen unos padres con una buena educación y con menos creencias
religiosas, y sus amigos suelen tener actitudes negativas hacia el embarazo adolescente.
Cuando una chica se queda embarazada y no opta por el aborto acostumbra a tener
necesidad de rebelarse a sus propios padres, tendencias autodestructivas y marcadas
convicciones religiosas, necesita el amor de este hijo.
Los chicos de clase baja ven la masturbación como poco masculina y tienen menos
tendencia a fantasear durante la masturbación que los de clases altas. Aunque ésta se
acepta más en clases altas suele ir frecuentemente acompañada por sentimientos de
culpa y de ansiedad. En la adolescencia los chicos suelen estar más dispuestos a la
masturbación que las chicas. El acto de la masturbación es un autoregulador de las
tensiones agresivas y sexuales, la excitación sexual va acompañada normalmente de
fantasía. El contenido de esta fantasía permanece inconsciente o se expresa en forma de
sueños, juegos o relatos con los compañeros. Las fantasías masculinas adolescentes son
normalmente explícitas y agresivas, su foco de deseo se sitúa en los genitales. En las
chicas las actividades autoeróticas son menos abiertas y es menos probable que vayan
acompañadas por fantasía consciente. Las chicas con frecuencia sienten que viven dos
vidas, una es secreta y poco reconocida. A diferencia de los chicos las chicas no otorgan
a los genitales una posición central. Las fantasías de masturbación de las chicas
enfatizan aspectos románticos y afectivos y a menudo contienen temas de exhibición
pregenital, sadomasoquista y narcisista. En ambos sexos las fantasías se vuelven más
realistas y explícitas con la edad.
3. TEORIAS SOBRE EL DESARROLLO SEXUAL:
Desde el énfasis que hizo Freud en la líbido se ha hecho un desarrollo más amplio sobre
los conceptos de la energía sexual o el deseo. En parte, esto se debe a los defectos que
había en la teoría de la líbido, en particular al postulado de que cada individuo ha nacido
con una cantidad finita de energía sexual disponible. Una vez que la energía se
descarga, la motivación o disponibilidad para actuar de nuevo es mínima. Esta teoría
falla al explicar una gran cantidad de fenómenos, como el hecho de que la erección del
pene no depende de la expectación de la eyaculación, el orgasmo o el hecho de que
muchos individuos tienen más tendencia a disfrutar del sexo si lo han hecho el día antes
y menos si no lo han hecho.
Con algunas excepciones los escritores analíticos desde Freud no enfatizan el
componente erótico o sensual del desarrollo. La líbido a menudo aparece caracterizada
como un facilitador de identificación.
El concepto de un conductor inherente de deseo es importante. La energía sexual ha de
ser solo un componente de todo el nivel de actividad. Éste viene determinado
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genéticamente.
La mayoría de las experiencias individuales se corresponden con el deseo sexual si estos
sujetos han sido educados en unas circunstancias sociales, culturales y familiares que
favorezcan la expresión de la sexualidad.
Las cuatros escuelas mayoritarias: cognitiva del desarrollo, social del aprendizaje,
analítica y biológica, frecuentemente se contradicen entre ellas. Cada teoría aporta una
única comprensión del desarrollo de la conducta humana. La teoría analítica describe la
conducta como el resultado de la lucha entre las fuerzas internas; la teoría cognitiva de
desarrollo lo atribuye al encuentro entre las cogniciones individuales del mundo y los
sucesos de la realidad exterior, la teoría del aprendizaje atribuye la conducta a la
interacción de estímulos y respuestas cuando el niño progresa hacia una serie de
interacciones diádicas; la teoría biologista lo explica mediante la interacción de la
genética y las influencias ambientales.
a)1. Teoría del Desarrollo Cognitivo:
Piaget traza el proceso de aprendizaje desde el razonamiento egocéntrico hasta el
pensamiento socializado. Este proceso se alimenta del deseo del niño de aprender y el
placer de repetir el proceso. La secuencia de conductas repetitivas permite aprender e
interiorizar el cambio. De acuerdo con esta teoría el niño primero aprende a diferenciar
entre hombre y mujer a través de la formación de esquemas sexuales. Este aprendizaje
permite establecer la propia categorización de hombre y mujer hacia los 5 años,
entonces el niño se identifica con ciertos aspectos estereotipados que se prescriben a
cada género. Hasta esta edad el niño piensa de manera dicotomizada, le cuesta ver
diferencias individuales. Hacia los 8 años, el niño puede ya seleccionar internamente
propiedades de los padres, cuando pasa esto el niño puede formarse una identificación
individual más flexible, selecionando de entre los modelos de roles aquellas cualidades
que le parezcan con el fin de adaptarse a los esquemas.
Los adolescentes tienen la capacidad de tener un pensamiento abstracto. Ellos han de
reevaluar su género en el contexto de los valores individuales y culturales. A veces
sucede que el adolescente cambia drásticamente sus actitudes hacia la dirección opuesta.
Por ejemplo si la chica adolescente tiene una baja opinión de su madre, que es ama de
casa, puede querer convertirse en una mujer profesional.
b) Teoría del Aprendizaje Social:
Esta teoría de Sears y Mischel ve el proceso de desarrollo como un proceso en el que
cada niño relata secuencialmente el ambiente social, aumentando la habilidad para
comunicar
con los otros y obtener gratificaciones por comportamientos sociales, cada nueva
adquisición se construye sobre la anterior, el proceso gradual marca el futuro del niño.
El progreso depende del carácter de las interacciones diádicas entre el niño y sus
cuidadores.
Esta teoría ve las diferencia sexuales como una extensión del ambiente que afecta al
niño. Los padres responden de diferente manera a un niño que a una niña, esto reforzará
su conducta en lo que se refiere a su género sexual, más tarde el niño aprende que él es
un niño o una niña y que se asignan características para cada sexo. Los niños escogen
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modelos con los que identificarse, basándose en las satisfacciones de experiencias
anteriores. La identificación con el padre del mismo sexo se da en los años preescolares, este proceso se convierte en la base para la adopción de roles estereotipados y
se irá reforzando con el comportamiento adecuado de los adultos. Se pueden dar
cambios espontáneos en la identificación durante la adolescencia, sobretodo si no existe
una buena relación con el progenitor del mismo sexo.
c). Teoría Analítica:
Freud no distinguía entre género y sexo, en sus escritos ambos conceptos están
íntimamente interrelacionados y son indistinguibles. Freud describe la líbido como una
base genética de desarrollo de la personalidad, una fuerza conductora que aparece en la
infancia y en cada subsiguiente estado del desarrollo, también considera la influencia
del ambiente.
1. Fase Oral: La líbido es el primer conductor dirigido hacia el pecho de la madre pero
existen otros aspectos de la relación con la madre que muestran amor, esto se
convierte en lo que serán más tarde las relaciones objetales. La relación con la
madre empieza como un proceso agradable de definir los límites del niño y el
conocimiento de sus genitales. El concepto de estado oral se refiere a todas las
transacciones que incluyen la boca. El narcisismo se ha definido originariamente
como una perversión de las relaciones, invistiendo todas las energías libidinales
en sí mismo, las actividades autoeróticas son indicadoras. De hecho el
narcisismo parece ser un requisito para disfrutar de la sexualidad y tener una
buena respuesta sexual. El narcisismo se define como un afecto positivo
asociado a la propia experiencia que formará parte de la propia representación.
Si los niños tienen buenas sensaciones sobre si mismos, incluyendo los genitales
e integran todo esto en el ego que está emergiendo, favorecerá los encuentros
sexuales posteriores, esperando que sean gratificantes.
2. Fase Anal: Hacia los 2-3 años de vida empieza la fase anal durante la cual las
energías libidinales se dirigen hacia las funciones anales y urinarias.
Ambivalencia y agresión, lucha por la autonomía y el control, son las marcas de
esta fase. El niño no quiere obedecer a la madre, pero le aterroriza la posibilidad
de perderla.
3. Fase Fálica: Va desde los 4 a los 6 años. Los niños y niñas están interesadísimos en
los genitales como fuente de placer y de excitación en esta fase, que se
denomina más correctamente fase genital. Comienza con la autoestimulación
repetitiva de los genitales y la exploración visual y táctil de estos, esto va
seguido de la emergencia de conductas derivadas de los genitales. En las niñas
consiste en desnudar a las muñecas y examinarlas, a menudo las utilizan para
masturbarse. Los niños empiezan a utilizar objetos fálicos. También se dan
conductas de exhibición que van más encaminadas a buscar la aprovación y
admiración que no la seducción de los padres.
4. Complejo de Edipo: Se refiere a la atracción del niño por el progenitor del sexo
contrario y la hostilidad hacia el del mismo sexo. Este complejo se resuelve
cuando el niño se identifica con el padre del mismo sexo. Para los niños la
hostilidad con el padre es una salida natural de su atracción erótica por la madre,
el niño se ve a si mismo como un competidor del padre y empieza a proyectar su
11
propia hostilidad sobre el padre, renunciando a la madre e identificándose con el
padre se resuelve el conflicto. Esto se da en la formación del superego, la
internalización de la autoridad paterna y la represión de los impulsos sexuales.
De acuerdo con Freul la masculinidad es innata, instintiva y no depende de la
identificación del niño con el padre. En la teoría analítica clásica la niña también
entra en el período edípico cuando descubre la distinción anatómica entre los
niños y las niñas, al observar sus genitales ella asume que ha sido castrada y que
es inferior, el resto de su vida sufrirá por la envidia del pene, hace responsable a
su madre y gira su afecto hacia el padre en un intento de adquirir un pene. Más
tarde aprende que es imposible e intenta tener un hijo de su padre como
compensación. De acuerdo con Freud, la niña se siente inevitablemente inferior
llevándola a mostrarse más pasiva, masoquista y narcisista. Freud no formuló la
resolución final del complejo de Edipo para las niñas. Pensaba que la envidia
por el pene continuaba siendo el centro de la psique femenina, mientras que la
ansiedad por la castración lo es en la masculina. Si los niños no asumen
adecuadamente el complejo de Edipo tendrán problemas en las relaciones
objetales.
5. Latencia: De acuerdo con la teoría freudiana el período de latencia va desde los 6
años hasta la pubertad. La ansiedad de castración, la resolución del complejo de
Edipo y la formación del superego provocan que el niño haga una represión de
sus intereses sexuales.
La Adolescencia de acuerdo con la teoría psicoanalítica tradicional se anuncia por un
período de regresión en el cual los jóvenes reviven el conflicto edípico. Es un proceso
de liberalización de la internalización de la representación de los padres para pasar a
formar parte de otras relaciones, así los chicos se distancian de la omnipotencia
parental. Los chicos y las chicas siguen pasos diferentes en esta época. En las chicas se
dan más frecuentemente desordenes alimentarios o depresión, mientras que en los
chicos es más frecuente el alcoholismo o la delincuencia.
d) Teoría Biologista: La identidad sexual es la identificación prioritaria e individual
con un sexo. Esta identidad subraya culturalmente conductas que diferencian varones y
hembras, como son los juegos, los trabajos preferentes, las agresiones sociales y la
conducta sexual. La orientación sexual describe las preferencias eróticas individuales
por un sexo en particular. Los individuos no han de ser necesariamente consonantes en
todos los aspectos, alguna variación no implica necesariamente patología.
1) Identidad Sexual: El niño nace con un sexo biológico. El desarrollo de la identidad
sexual depende primeramente del ambiente y la asignación de sexo por parte de
los padres y las diferentes respuestas de acuerdo con si es niño o niña por parte
de los padres en el primer año de vida. Esencialmente, la identidad sexual se
forma antes del final del segundo año de vida y cristaliza entre los 4 o 5 años.
Los cambios en la identidad sexual son más frecuente cuando un niño ha sido
educado de una manera ambigua y cuando han habido conflictos sobre esta
identidad.
2) Rol Sexual: Los factores biológicos juegan un papel en la existencia y persistencia
de los rasgos específicos de sexo, esto contribuye a las conductas típicas o no de
12
un sexo. En muchas culturas el hombre es más agresivo que la mujer, tiene un
status más alto y privilegiado, aparece como dominante y es frecuentemente más
celoso y posesivo. En cambio, en los rasgos propios de la mujer se incluye el
cuidado de los niños, acostumbra a ser más modesta y a esconder sus genitales.
Los hombre y las mujeres perciben el ambiente de diferente manera y procesan
la información de manera diferente: las mujeres tienden a hacerlo de una manera
más expresiva o emocional, mientras que los hombres lo hacen de una manera
más instrumental. Esto comporta que las mujeres tengan más tendencia a una
comunicación verbal y afectiva y los hombres más analítica y lógica. La
expresión del rol sexual viene influenciada por las hormonas prenatales. Según
parece, excepto en pocos casos esta influencia es menos importante que la que
hace el ambiente.
3) Orientación Sexual: Se refiere a todo el conjunto individual que corresponden al
hombre o a la mujer. Tiene cuatro componentes:
- fantasía (sueños, fantasías de masturbación...)
- uso del eroticismo (como pueden ser las revistas)
- atracción erótica
- experiencia actual
La homosexualidad no es un desorden de género, es una orientación que es común, pero
no siempre constante a lo largo de toda la vida, son frecuentes diferentes grados
de bisexualidad. El homosexual adulto describe de si mismo que ha tenido
diferentes sentimientos que sus compañeros del mismo sexo desde que era niño.
Por ejemplo, notaban que tenían menos interés por los deportes. Las lesbianas
manifiestan sentirse menos femeninas y menos guapas. Ambos tipos de
homosexualidad tienen una historia de conductas atípicas de sexo, como la
preferencia de las niñas de jugar con juguetes de niños y al revés.
Se han hecho estudios sobre las concentraciones de testosterona en los homosexuales,
parece que esto es más claro para los hombres homosexuales que no para las
mujeres.
Recientemente
se
han
encontrado
también
diferencia
neuromorfológicas en este sentido.
Parece que las influencia genéticas son la mejor explicación biológica para la
homosexualidad. De todas formas los factores biológicos no son únicamente los
determinantes de la conducta homosexual. Viene determinada también por
factores psicosociales.
4. PROBLEMAS DE LA SEXUALIDAD INFANTIL:
El desarrollo psicosexual describe lo que ha sido llamado desarrollo de la identidad
sexual o género. Abarca tres componentes.
¾ El primero es el temprano conocimiento del niño de pertenencia a una de las dos
categorías de los seres humanos: como mamá o como papá, como yo o como tú,
como varón o como hembra. Es difícil determinar la edad por la cual este rasgo
básico evoluciona, en parte debido a la limitada capacidad de expresión verbal
de los niños pequeños. A partir de los 3 años los niños pueden ser capaces de
seleccionar una muñeca de su propio sexo, a partir de los 4 años pueden
13
seleccionar el tipo de figura sexual adulta, con la cual se identificaran en su
desarrollo. Cuatro de cada cinco niños de 2 años contestan correctamente a la
pregunta ¿tu eres un niño o una niña?, y tres de cada cinco (80%) contestan
correctamente a la pregunta ¿tu eres como este muñeco (a los niños) o eres como
esta muñeca (a las niñas)?. También, tres de cada cinco (80%) contestan
correctamente ¿tu serás como una mamá o como un papá?. Este primer
componente de identidad sexual o género puede haber sido llamado centro de la
identidad morfológica o identidad anatómica
¾ El segundo componente es el comportamiento sexual típico, también llamado
conducta de género y rol, y popularmente masculinidad y feminidad. Este
componente comprende las actividades que distinguen a los varones y a las
hembras en varias edades en una determinada cultura. También existe una
imprecisión para determinar la edad en la que surge este componente. El
comportamiento sexual típico se basa en la diferencia en los estilos de juego, los
cuales aparecen a finales del segundo año y más frecuentemente entre los 3 y 4
años. Sin embargo, las investigaciones sugieren que a la edad de un año, ya se
encuentran diferencias en juguetes de género, así las niñas prefieren juguetes y
muñecas suaves, y los niños prefieren juegos de transportes y robots. A la edad
de 2-3 años, cuando son observados en una escena de juego libre, los niños se
comportan con más rudeza y son más agresivos en el juego que las niñas. Estas
observaciones han sido confirmadas en otras culturas como Filipinas, India,
Okinawa, Méjico y Kenia.
¾ El tercer componente en la identidad sexual o género, mantiene una dirección
hacia el interés erótico y romántico, y puede ser llamado orientación sexual. Este
componente es el más problemático a la hora de determinar la edad de inicio. Se
considera que tiene una manifestación típica durante la pre-adolescencia
mediante las fantasías eróticas, así algunos adolescentes informan de intereses
eróticos y la investigación de estos muestra una alta correlación entre los dos
primeros componentes de identidad sexual en niños jóvenes y una posterior
orientación sexual. Esta última observación, sugiere la importancia de una
orientación sexual desarrollada correctamente antes de la pubertad.
a) Trastorno de identidad sexual
Se refiere al sentimiento individual de ser hombre o mujer, que se consolida típicamente
entre los 3 o 4 años. La conducta de rol sexual se refiere a los aspectos de la conducta
individual que son consistentes con las definiciones culturales de masculinidad y
feminidad, es evidente que la emergencia de conductas de rol sexual siguen el desarrollo
de la propia etiqueta de varón o hembra. En la mayoría de niños hay un incremento en
las conductas estereotipadas de rol sexual acompañadas por un incremento de las ideas
estereotipadas sobre roles sexuales hacia la edad de 4 o 5 años. Un cambio gradual hacia
una comprensión más flexible de las conductas de rol se da durante los años de latencia,
pero la mayoría de niños continúan mostrando una preferencia por las actividades
propias de su género y excluyen o rechazan a los niños que se desvían
significativamente de la norma.
La identidad sexual se refiere a una etiqueta individual de sí mismo como
heterosexual, homosexual o bisexual. Esta etiqueta, que normalmente está de acuerdo
14
con lo que es por experiencia más atractivo eróticamente, no se suele consolidar hasta la
adolescencia.
La orientación sexual describe lo que es atractivo eróticamente para un individuo y
normalmente es consistente con la identidad sexual, pero puede divergir para alguien
que no acepte sus sentimientos eróticos.
En algún estudio de la literatura retrospectiva se ve una fuerte relación entre la
extensión de las conductas transexuales en la infancia y una orientación homosexual al
llegar a la edad adulta, tanto en hombres como en mujeres. Sin embargo, a pesar de esta
fuerte relación, una parte de los jóvenes en los estudios de seguimiento se identifican
como heterosexuales. De la misma manera en la literatura retrospectiva no todos los
individuos que después se identifican como homosexuales recuerdan un pasado de
transtornos del comportamiento sexual. Este hecho sugiere que la relación entre estos
trastornos y la homosexualidad no es perfecta y que no son simplemente la
manifestación previa de ésta algunos autores han sugerido.
Solo un pequeño número de chicos con trastorno de identidad sexual (TIS) hacen una
reasignación de sexo en la adolescencia o en la edad adulta. Algunos estudios observan
que la persistencia de conductas transexuales parece predecir una homosexualidad
posterior, parece ser que los padres de adolescentes con TIS muestran más tolerancia
hacia conductas de transexualismo que los padres que piden consulta cuando el niño es
pequeño y ello podría explicar la persistencia de estas conductas en la adolescencia.
Las estrategias desarrolladas en el estudio del desarrollo psicosexual incluyen investigaciones
con niños anatómicamente con sexo contrario, niños anatómicamente normales, niños con modelos
de conducta típicos y atípicos y un estudio retrospectivo basado en los recuerdos evocados de la
niñez de adultos con un comportamiento sexual típico y atípico.
Mayores avances en niños anatómicamente con sexo contrario muestran una mayor
comprensión del desarrollo psicosexual. Con estos niños pseudohermafroditas existen
múltiples inconsistencias, especialmente en el criterio anatómico y fisiológico del sexo,
en las estructuras reproductoras interiores y en la morfología genital externa. El
hallazgo más significativo fue el sexo psicológico adicional, pudiendo ser incoherente
con la mayoría de las variables corporales, pero que habría desarrollado en armonía con
el sexo a que el niño se le asignó al nacer. Estas experiencias sociales tipificadas
sexualmente durante los primeros años predominan sobre el criterio anatómico o
fisiológico del sexo. El periodo de tiempo en que el primer componente de identidad
sexual (el conocimiento de masculino o femenino) evoluciona en el niño durante los
primeros 2-3 años, y parece ser irreversible después de este periodo. Por lo tanto
aquellos niños con sexo contrario que mediante el criterio anatómico intentaron ser
dirigidos hacia un correcto sexo mediante un sofisticado diagnóstico médico, resulto ser
poco exitoso pues este diagnóstico se realizaba a partir de los dos años y medio.
Los críticos argumentan que estos niños fueron expuestos a fenómenos intersexados
durante el desarrollo prenatal, y por lo tanto, son más vulnerables a influencias
medioambientales respecto a la identidad sexual. Dando apoyo a este argumento,
existen unos informes de determinadas personas, las cuales no fueron diferenciadas
entre sexos (varón o hembra) a la hora de nacer, desarrollándose según esta influencia,
pero ellos tenían ideas y sentimientos de pertenecer al otro sexo, y por lo tanto ante el
desarrollo de la pubertad se han manifestados cambios corporales de sexo contrario.
Mostraremos un estudio de una pareja de gemelos monozigóticos masculinos, de los
15
cuales uno de ellos sufrió una amputación neonatal traumática de su pene, en un
accidente de circuncisión. Por lo tanto tenemos un niño varón cuyas contribuciones
prenatales a la masculinidad no fueron comprometidas por cualquier estado intersexado
y pudo ser comparado genéticamente con su hermano gemelo. El gemelo cuyo pene se
amputó fue asignado como hembra y tuvo una socialización como hembra. Los
tempranos informes sugerían que este niño manifestaba una identidad sexual como
hembra y fue viviendo en relativa normalidad como hermana del genelo varón. En un
informe de seguimiento durante la adolescencia, la juventud y la madurez indicó que la
identidad como hembra no era confirmada y esta persona vive actualmente como un
hombre (Diamond, 1982, 1991).
Diversos estudios de los estados intersexados sugieren la importancia de la composición
endocrina prenatal para el posterior desarrollo de la identidad sexual, en particular el síndrome
basado en que la enzima 5-alfareductasa es deficiente (la enzima transforma la testosterona a
dihidrotestosterona). Personas con este defecto heredado aparecian siendo hembras en su
nacimiento aunque sus genitales no eran completamente normales. Probablemente durante los
primeros años, se consideraban siendo niñas normales y se socializaban como hembras. Con la
pubertad, manifestaban una virilización con considerable crecimiento fálico, pecho masculino y
un desarrollo muscular. Posteriormente, después de un periodo de tiempo de 2-4 años,
evolucionaban una identidad masculina y una orientación erótica hacia las hembras. La
interpretación endocrinológica para esta transición considera que la dihidrostestosterona
(ausente) se requiere para la diferenciación genital prenatal, pero no es necesaria para una
diferenciación genital pubertal, y la testosterona (presentada prenatalmente y postnatalmente)
organizada en el cerebro del feto para mediar una tardía identidad sexual en el varón
(Imperato-McGinley et al., 1979). En contra, el argumento de la socialización manifiesta que
estos individuos viven en la sociedad hacia la homosexualidad, pero que para ellos es más fácil
vivir como heterosexuales a pesar de ser hombres con cuerpos viriles. Posteriores generaciones
de estos niños neonatales son conocidos como aquellos individuos que han sufrido una
masculinización del cuerpo en la época pubertal. Por consiguiente, entender las contribuciones
de las influencias endocrinas y de socialización es enormemente complejo.
Un informe retrospectivo refleja que todos los pacientes transexuales (tanto varón como
hembra) dan importancia a los recuerdos de conductas de identidad de género contrario
en la infancia. Las conductas descritas por el adulto homosexual en su niñez describen
también altas proporciones de actividades y intereses de género contrario. Un buen
predictor de posterior homosexualidad (varón o hembra) es el sentimiento de pertenecer
a un género no-conforme durante la niñez (Bell et al., 1981).
En los homosexuales se han relacionado las conductas culturalmente-contrarias y sexocontrario durante la infancia. Los homosexuales masculinos comparados con los
heterosexuales en países como Brasil, Guatemala, Filipinas y EE.UU, muestran una
mayor preferencia por juegos de chicos, menor preferencia por juegos de chicas y
frecuentemente han sido considerados con el apelativo de "marimacho" (Whitman &
Mathy, 1991b).
Green inicia en 1960 un estudio, evaluando a chicos cuyas conductas fueron similares a
los recuerdos en la niñez del adulto transexual masculino. Como el mencionado estudio
y otras investigaciones demostraron el poder solapar las conductas evocadas en la niñez
de homosexuales y transexuales varones, el autor hace un intento de evaluar un posible
precursor de homosexualidad y transexualidad (Green, 1974).
16
En este estudio se escogen 66 familias con chicos cuyas conductas, en parte, habrían
sido actualmente diagnosticados como trastorno del género de identidad en su niñez. 56
de las familias fueron demográficamente emparejadas con una familia donde los chicos
fueron seleccionados por características de sexo-típico. Ambos grupos se entrevistaron
con un protocolo semiestructurado y con una cinta registradora. Los niños se observaron
sistemáticamente y con pruebas psicológicas. El estudio incluía un periodo de
continuación.
Al iniciar la evaluación, aproximadamente 4/5 de los chicos declaraban su preferencia
por ser chicas. Ante la pregunta: ¿a menudo su hijo se viste con ropas propias del otro
sexo?, las madres contestaban: -cuando a ellos se les permitía- . Las madres informan
que la preferencia para elegir compañeros de juegos eran las niñas, preferencia por el
juego de casa, o papas y mamas, eligiendo el papel de madre o un papel femenino,
cuando imitaban a los medios de comunicación se identificaban con heroínas, y su
juego favorito era la Barbie o otro tipo de muñeca vestida con atuendos femeninos.
Estos cuadros eran típicamente propios de hembras y estos chicos mostraban una
marcada aversión a los juegos agresivos y/o rudos y deportes.
Respecto a la edad en que estos niños con psicosexualidad atípica fueron evaluados
presentado el cuadro anterior, Green manifiesta que los niños pequeños es más probable
que expresen directamente su deseo de ser del otro sexo. Los niños más mayores saben
que no es posible cambiar de sexo y nos encontramos con declaraciones de
desaprobación, estos niños manifiestan su deseo de ser del otro sexo, mediante la
preferencia en actividades de género-contrario y escogiendo papeles en la fantasía de
sus juegos particulares.
Etiología de los Trastornos de Identificación Sexual.:
En la etiología de los TIS podemos encontrar:
A. Factores biológicos: hablan de que las hormonas prenatales tienen un efecto en la
forma y en el tipo de conducta sexual, así como en la posible orientación sexual.
Esta ha sido la teoría biológica predominante en los estudios de los últimos años.
Los estudios de cerebros intentan encontrar núcleos sexuales dismórficos como
predictor de la teoría hormonal explorando las diferencias entre hombres
homosexuales y heterosexuales y las semejanzas con las mujeres heterosexuales.
Coincidiendo con la teoría de las hormonas prenatales se pueden observar
diferencias entre los chicos y las chicas en lo que se refiere a la participación en
juegos de lucha. Se puede ver un nivel más bajo de participación en estos juegos
en niños con TIS que en el grupo control y en cambio un nivel más alto en niñas
con trastorno que en las del grupo control. No obstante ninguno de los estudios
es concluyente con la teoría de las hormonas prenatales. Otras áreas de la
investigación biológica incluyen estudios genéticos de la orientación sexual, que
sugieren un componente de herencia significativo tan importante como el
componente ambiental.
Los datos sobre el síndrome congénito suprarenal hiperplasia de virilización (CAH)
muestran una asociación entre el nivel de esteroide prenatal y postnatal en las conductas
de sexo-típico. En este síndrome existe una excesiva producción de andrógeno por la
glándula suprarenal en un inicio prenatal. Las niñas con CAH son comparadas con las
17
hormonas normales de sus hermanas, los padres informaban que estas niñas mostraban
una preferencia por juegos más rudos y deportes, y, menor interés por juegos de
muñecas o juegos de cuidar a bebes. Recientes investigaciones también confirman que
las niñas con CAH muestran preferencias por los juegos de varones (Berenbaum &
Hines, 1992).
Estos hallazgos son paralelos con los estudios que se realizaron con primates no
humanos, cuando a las hembras monos rhesus embarazas se les administraba
andrógenos durante el parto, realizaban conductas que eran consideradas de varones.
Respecto al posterior desarrollo psicosexual de las mujeres con CAH (incluso aquellas
que fueron tratadas durante el nacimiento con cortisol, el cual suprime el exceso de
andrógeno suprarenal) mostraron altas proporciones de bisexualidad y homosexualidad
(Money et al., 1984).
Otra fuente de interés con respecto a la influencia química prenatal en el desarrollo
psicosexual, es el hallazgo de una relación entre la exposición en hembras de diethylstilboestrol prenatal (DES) y la posterior orientación sexual. La comparación de
hembras cuyas madres recibieron DES durante el embarazo con las hermanas no
expuestas a DES, mostraron que las mujeres DES eran homosexuales o bisexuales
(Ehrhardt et al., 1985).
Sin embargo, estudios de varones cuyas madres mantuvieron droga en el útero durante
el embarazo, no muestran validez consistente respecto a la conducta sexual típica. Un
reciente estudio sugiere que los varones, cuyas madres recibieron estrógenos durante el
embarazo, fueron durante la etapa prepubertal menos agresivos y atléticos. Otro estudio
en el cual observaban a adultos jóvenes masculinos expuestos a DES o DES con agentes
progestationales manifiesta que los hombres expuestos a progesterona revocaban
conductas más infantiles y los hombres expuestos a DES recordaban infancias
convencionalmente masculinas. Estos estudios no encontraron ejemplos clínicos
significativos de comportamientos contrarios de identidad de género durante la niñez ni
elevadas proporciones de bisexualidad o homosexualidad (Kester et al., 1980).
Diversos autores coinciden con la importancia de las implicaciones del nivel de
hormona sexual prenatal en un temprana socialización y la influencia de tales
experiencias en el desarrollo psicosexual. Una particular relevancia es la sugerida por el
impacto de las hormonas en la predisposición o preferencia hacia un juego más rudo o
hacia el juego con muñecas. Niños y niñas con estas conductas fueron comparados con
un grupo control, estos niños y niñas mostraban diferentes experiencias sociales con
otros niños y diferentes experiencias familiares con su padre y su madre. Estos modelos
pueden influenciar en el surgimiento de la identidad sexual.
En un estudio de Kallman (1952) de gemelos monozigóticos masculinos encontraron un
100% de concordancia en homosexualidad en 37 parejas. Aunque el estudio ha sido
cuestionado metodológicamente, en la investigación de Green se ha demostrado una
sustancial contribución genética, en gemelos monozigoticos criados juntos se encuentra
un 52% de concordancia en orientación homosexual (Bailey & Pillard, 1991), estas
proporciones son más altas que entre dizigóticos criados juntos (22%) y en hermanos no
gemelos masculinos (9%). En un informe similar se encuentra un 48% de concordancia
entre hembras monozigóticas criadas juntas, un 16% entre dizigóticos criadas juntas y
un 14% entre hermanas no gemelas (Bailey et al., 1993).
18
El estudio de familias con hermanos no gemelos también
proporciona un apoyo en la base genética de la orientación sexual. En hombres
homosexuales se encontro una alta proporción de tener hermanos homosexuales (Pillard
& Weinrich, 1986), al igual que las mujeres homosexuales en las cuales se encontró una
alta proporción de hermanas homosexuales (Pillard et al., 1982). Sin embargo, en el
estudio de estas familias se observó confusión respecto a las influencias
medioambientales.
El mejor estudio genético, pero no el último, es la
reciente sugerencia de que los marcadores de ADN en el cromosoma X estan
estrechamente ligados a la homosexualidad masculina. Estos marcadores (transmitidos
por la madre) se encontraron en las dos terceras partes de 40 parejas de hermanos
homosexuales. Este aspecto es consistente con el hallazgo en estas familias de
homosexualidad masculina en tios maternos y primos maternos de sexo masculino, y no
se encontro en el padre o en parientes paternos (Hamer et al., 1993).
El hallazgo anatómico más reciente radica en una diferencia
en el cerebro de los hombres homosexuales. En las autopsias de los hombres
homosexuales se encontró un pequeño núcleo en el hipotálamo anterior (INAH-3),
encontrando diferencias con hombres presumiblemente heterosexuales y un tamaño
similar a mujeres presumiblemente heterosexuales. La fuente de esta diferencia, si es
que existe, puede ser relacionada con el nivel de andrógenos durante el desarrollo
prenatal o neonatal. No existen datos disponibles respecto al tamaño de este núcleo en
mujeres homosexuales.
B. Factores psicosociales: el sexo de asignación y educación continua siendo
considerado la principal variable para determinar la identidad sexual individual.
Aunque estos estudios son interesantes y han causado algún replanteamiento de
descubrimientos anteriores, son probablemente los menos relevantes para
entender los TIS en casos en los que no son obvias las anomalías psíquicas. La
preferencia de los padres por un niño o una niña puede afectar probablemente a
como el niño sea educado y valorado por la familia. Aunque no es evidente que
las madres de chicos con TIS prefieran una niña más que las del grupo control,
si que es evidente que el deseo maternal por una chica aumenta cuando los otros
hijos son solo varones. Aunque el deseo en sí mismo no es suficiente para
influenciar el desarrollo del trastorno, la evidencia clínica sugiere que para
algunas madres de niños con trastorno su incapacidad por luchar con su
desilusión al no haber tenido una niña las lleva a una conducta determinada para
relacionarse con sus hijos. La capacidad de los padres para formar la conducta
de rol sexual de sus hijos no está clara, aunque en los estudios parece que los
padres tienden a responder más positivamente delante de conductas del mismo
sexo que no a conductas transexuales. En los estudios de niños con TIS uno de
los hallazgos más importantes ha sido la carencia, decepción o represión de los
padres ante las conductas transexuales. También pueden haber factores
dinámicos que influyan en el hechos de que las madres respondan más
positivamente hacia la conducta femenina de sus hijos. Esta puede ser una
percepción de las mujeres como proveedoras de alimento en un momento en que
la madre se siente desnutrida y los hombres como altamente agresivos en un
momento en el que la madre siente una intensa aversión hacia la agresión. Esta
19
idea no ha podido ser contrastada empíricamente.
En el estudio de Green, este autor muestra una correlación positiva, entre la actitud de la
madre hacia las conductas de género-contrario de los chicos, y por lo tanto hasta que
punto infiere a que estos chicos desarrollen tales conductas. Así, cuando las madres
mantenían una actitud neutra -especialmente al inicio- ante las conductas de génerocontrario de su hijo, estos obtenían puntuaciones altas de tales conductas al inicio de la
evaluación (Green, 1987). Existen diversos casos, en los cuales, correlaciona
positivamente las conductas de género-contrario de los chicos, con el deseo del padre de
tener una hija durante el embarazo.
Green manifiesta, que alrededor de un 20% de familias con chicos con trastorno de la
identidad género, tienen en su álbum familiar fotografías de sus hijos cuando eran
pequeños, vestidos con ropas del otro sexo, y aparentemente, mostrando una atención
positiva. Ninguna de las familias de chicos con género-típico, emparejadas
demográficamente, tenían tales fotografías.
Otra variable parental implicada como etiologicamente significante en los niños
afeminados y hombres homosexuales es la relación distante padre-hijo. Parece
que en las técnicas proyectivas que se utilizan para estudiar los niños con TIS,
estos acostumbran a percibir su relación con el padre como distante, negativa y
conflictiva. Esto, junto con las dificultades que tienen estos padres de hablar de
los intereses de sus hijos, podría sugerir que este déficit de relación podría ser un
factor que contribuiría a la ansiedad del niño.
La investigación de Green sugiere la importancia de la relación padre-hijo no sólo en el
inicio de las conductas de género-contrario, sino también en la posterior orientación
sexual.
El tiempo compartido con la figura paterna en los primeros 4 años es significativamente
menor entre padres y hijos con género-contrario, comparándolos con el grupo control.
Así, dentro de las familias de chicos con género-contrario, en las cuales habían dos
niños varones, se informó que el padre dedicaba menos tiempo al hijo con génerocontrario. Finalmente, cuando se evaluó la orientación sexual de los hijos cuando fueron
adultos, se observaron altas proporciones de conductas y fantasías homosexuales, las
cuales fueron asociadas con un menor tiempo de dedicación en los primeros años de
vida de la figura paterna hacía el hijo con género-contrario.
Los padres de niños con TIS son frecuentemente percibidos como más agresivos y
amenazadores que sus esposas y muchas de estos niños explican fantasías y
sueños de protección de sus madres de figuras agresivas. Frecuentemente
también se da una historia de abusos sexuales o miedo de agresión sexual.
Otro componente que puede influenciar en la identidad del género es el atractivo físico del niño
masculino. Stoller informa de descripciones maternales de la apariencia en hijos identificados
con género-precruzado, las cuales fueron notablemente femeninas.
Entre estas descripciones los autores señalan que estos niños tiene a menudo bonitas
caras, pelo fino, encantadores cutis, encantadores movimientos y especialmente grandes
y penetrantes ojos. En un estudio basado en fotografías faciales y de torso superior
tomadas durante la evaluación clínica de niños con género-cruzado a los 8 años de edad
20
y comparados con un grupo
control, se observó que los niños con género-contrario fueron evaluados como más
atractivos, bonitos, guapos y listos (Zucker et al., 1993). Probablemente el rasgo de
atractivo físico del niño, activa en los padres un refuerzo de las conductas femeninas.
Menos investigaciones se han realizado en niñas con modelos de género atípico. Stoller
(1975) describe que la mayoría de hembras con identidad sexual contraria es debido
como resultado de una relación distante entre madre e hija, y consecuentemente, una
identificación compensatoria con el padre. También puede influir un refuerzo por parte
del padre hacia las conductas masculinas de su hija. Se realizó un estudio basado en una
hembra transexual monocigótica y su hermana gemelo femenina, se informo que al
gemelo femenino se le administraron trabajos femeninos como los quehaceres de la
casa, mientras que a la otra gemela ayudaba en los trabajos del padre y en concreto el
trabajo de apedrear. Un gemelo recibió juguetes típicos de chicos, mientras que el otro
gemelo recibió juguetes tranquilos. En su octavo cumpleaños, uno de ellos recibió un
animal doméstico (pájaro) mientras que otro una bicicleta de chico (Green & Stoller,
1971).
No es obvia la influencia de la identidad sexual de los padres en la identidad sexual de
los hijos. En el estudio de Green de todos los padres con hijos diagnosticados de
trastorno de la identidad sexual, uno fue bisexual, no se encontró ningún transexual o
transvestido.
Se realizó una evaluación de 16 niños, de los cuales 7 fueron criados por una figura transexual
(varón a hembra) y 9 por un transexual (hembra a varón). Los sujetos fueron evaluados en
edades comprendidas de 3 a 20 años (media de 4.9), y los cuales, habían vivido en hogares
atípicos entre las edades 1-16 años (media 4.9). Ninguno de estos niños fueron de mayores
homosexuales, bisexuales, transexuales o transvestidos, ninguno de los niños fue diagnosticado
de trastorno de identidad sexual.
Se realizó una investigación con madres lesbianas y sus hijos, en la cual, se investigaron
56 niños de 50 mujeres lesbianas identificadas y 48 niños de 40 mujeres heterosexuales,
emparejadas demográficamente. El promedio de edad de los niños fue de 8 años, y ellos
habían vivido en un promedio de 4 años en un hogar con un sólo padre (o madre). En
ninguno de estos niños se evidencio un trastorno de identidad sexual (Green et al.,
1986).
Se observan conductas comunes entre niños y niñas del mismo sexo. Entre los niños,
normalmente encontramos preferencias por un juego más agresivo o rudo, y entre las niñas una
preferencia por el juego de muñecas y el juego de cuidar bebes. Pero en muchas sociedad han
mantenido subgrupos de jóvenes varones y hembras con comportamientos contrarios de identidad
de género. Estas conductas se inician típicamente durante los primeros años y permanecen toda
la vida. Un nombrado ejemplo, es el de Berdache entre los Indios Nativos Americanos. Entre
los Mohave, los chicos que habían vuelto Shamans, colocaban su pene atrás, entre sus piernas,
y expresaban su cuerpo como una mujer diciendo "YO también soy una mujer". Estos chicos
rechazaban los juegos con juguetes de chicos o vestirse con atuendos masculinos. De una forma
similar también hay chicas que rechazan el juego con muñecas y los atuendos o quehaceres
femeninos. Lo que se manifiesta carente en estos acontecimientos es su desarrollo de la
etiología.
Tratamiento:
21
La literatura previa enfatiza conductas encaminadas a disminuir las conductas
transexuales, los abordajes eclécticos dirigen y ayudan a la familia del niño con TIS a
apoyar la identificación masculina del niño. Se deben combinar el refuerzo por las
conductas del mismo sexo y la disuasión de las conductas transexuales con la
oportunidad de desarrollar la relación con compañeros del mismo sexo. Esto debe
incluir más tiempo con el padre y tiempo para jugar con sus pares.
En niños jóvenes, el trabajo debe ir encaminado primeramente a ayudar a los padres a
entender la sensibilidad y el conflicto de su hijo y la preocupación sobre su propio valor
como chico o chica y los caminos por los que ellos han de reforzar a su hijo hacia un
sentimiento con su propio sexo. Para algunas familias es necesario un trabajo más
intenso con la pareja o con alguno de sus miembros. En chicos mayores con TIS la
terapia individual es la que se recomienda con mayor frecuencia para luchar contra el
uso de conductas transexuales y fantasías, marcada evitación e ira, y baja autoestima,
que ha de ser el reflejo familiar o del rechazo de los compañeros.
La literatura sobre tratamiento adolescente muestra que algunos autores hacen una
terapia que ayuda al adolescente a aceptar un resolución homosexual. Necesitan un gran
apoyo para superar la depresión y otras dificultades psiquiátricas y dilemas sociales.
El tratamiento para niños con desarrollo psicosexual atípico presenta diferentes objetivos. El
objetivo a corto plazo está dirigido al conflicto que sufre el niño de ser el sexo al cual ha
nacido, a los conflictos sociales que experimenta el niño, particularmente con el grupo de su
mismo sexo, consecuentes de conductas atípicas. A menudo, los padres se plantean largos
objetivos, los cuales consisten en prevenir el desarrollo de modelos de sexualidad atípica. Ellos
deben ser conscientes, desde un buen principio, que el realizar una intervención psicoterapéutica
durante la niñez por manifestar expresiones psicosexuales atípicas no afecta a la orientación
sexual posterior. Aunque existen informes que describen cambios en las conductas de estos
niños, especialmente en chicos, disminuyendo la disconformidad de ser un hombre y la reducción
de conductas femeninas, no hay ninguna evidencia de que tal cambio afecte a la sexualidad
posterior. Por lo tanto, el objetivo de los padres debe ir dirigido al conflicto inmediato que el
niño está experimentando, a partir de aquí, se deben ir alcanzando pequeños objetivos
obteniendo un efecto positivo respecto a la autoimagen y el ajuste social del niño,
independientemente de su orientación sexual.
Dentro del tratamiento un objetivo a largo plazo con más
perspectiva de éxito es la prevención del transexualismo. Los autores muestran más
optimismo en este aspecto, basándose en dos factores. El primero es relativamente la
baja incidencia de transexualismo comparado con la homosexualidad. El segundo,
consiste en que la intervención va dirigida específicamente al descontento con el sexo al
cual se ha nacido, a partir de este enfoque claramente identificado y intentando
intervenir alrededor de la edad de 5 años, se crearía un efecto en los modelos de
excitación sexual posteriores. Otro objetivo, pero con menor optimismo teórico es la
prevención del transvestismo. Debido a ser un síntoma obvio del trastorno de identidad
de género, el trabajo de padres y terapeuta consiste en reducir y eliminar esta conducta.
Normalmente el transvestismo en el varón no se desencadena hasta la pubertad, así
interrumpiendo anteriormente estas conductas, el refuerzo condicionado por la
excitación genital y el orgasmo puede frenar el desarrollo del transvestismo.
Otro de los objetivos es modificar la composición en la elección de pareja dentro de un
grupo. Los niños con comportamientos contrarios de identidad de género, perciben a los
22
otros niños masculinos cono demasiado rudos y agresivos, y por lo tanto, eligen como
compañero a un miembro del sexo femenino, adaptando gestos femeninos y
amaneramientos, que a su vez, refuerzan su estigma. Por lo tanto, es importante que los
padres encuentren otros niños cuyos intereses sean más sedentarios y menos rudos y
agresivos, proporcionando un entorno cómodo para su hijo, incluyendo a amigos de su
propio sexo.
Los padres deben tener claro que los objetivos de la terapia no es transformar a su hijo
en un estereotipo masculino o femenino sino ayudar a encontrar un equilibrio mental y
prevenir posteriores problemas de autoimagen y desajuste social.
Abusos sexuales e incesto infantil:
El abuso sexual de niños se define como el uso de un niño como objeto de gratificación
sexual para las necesidades o deseos sexuales, por parte de un adulto.
El incesto se refiere a la explotación sexual del niño por parte de otro miembro de la
familia. La definición legal de incesto es la cohabitación entre personas emparentadas
en cierta manera o en las que el matrimonio está prohibido por ley. Los abusos sexuales
fluctúan en severidad desde una caricia moderada hasta una violación. Los abusos
sexuales infantiles pueden fluctuar en edad desde niños hasta adultos jóvenes. Las
chicas aparecen cinco veces más como víctimas de estos abusos que no los niños. Las
formas más comunes del abuso sexual en niñas son el exhibicionismo, las caricias, el
contacto genital, la masturbación y la cópula vaginal, oral o anal por un hombre
perpetrador. Los niños son normalmente objeto de caricias, masturbación mútua,
felación y cópula anal. Alrededor de la mitad de niños que son víctimas de abusos se
ven implicados en incidentes repetitivos. En muchos casos la vejación se da durante
diversos años.
Ha habido un incremento dramático en la incidencia de los abusos sexuales durante los
últimos 15 años. Estudios retrospectivos en mujeres estiman una alta prevalencia de
abusos sexuales durante la infancia. Esto sugiere que la mayoría de casos no se dan a
conocer nunca.
La familia incestuosa ha sido descrita universalmente como trastornada y disfuncional.
Aunque algunas características típicas de las familias incestuosa han sido ampliamente
observadas, existen considerables variaciones en la familia psicopatológica.
Los patrones que se han descrito con más frecuencia son de rigidez, familia estructurada
patriarcalmente, con un padre que mantiene su posición dominante a través de la fuerza
y la coacción. La relación marital es incapaz de satisfacer las fuertes necesidades de
dependencia de la madre y el padre que a menudo son privados de sus propios hijos.
El sistema familiar es cerrado y los de afuera son vistos con suspicacia. Algunos padres
incestuosos y dominantes utilizan la violencia para asegurar su poder y control de la
familia. De todas formas no todos los padres incestuosos son violentos; algunos inician
su actividad sexual a través de una sutil coacción más que a través de la fuerza física.
Por otro lado, se dan patrones opuestos donde la madre es la dominante y el padre el
23
pasivo. Estos padres se sienten poderosos solo a través de las relaciones incestuosas con
los hijos.
Los problemas sexuales son frecuentes en los matrimonios de las familias incestuosas.
La frustración sexual del marido debido a la no disponibilidad de la mujer precipita
muchos casos de incesto. Algunos padres incestuosos tienen un estraño componente
pedofílico en su sexualidad, estos hombres se excitan más con los niños que con sus
mujeres. También es probable que estos individuos tengan otras experiencias de
parafilia (como por ejemplo: exhibicionismo, vouyerismo, masoquismo, etc.) y se
exciten sexualmente con niñas jovenes además de sus hijas o hijastras.
Es conveniente hacer una distinción entre agresores sexuales de “fijación” y de
“regresión”:
A. Los agresores de fijación demuestran una parada en el desarrollo psicosexual y
tienen fijaciones sexuales por jóvenes prepuberales, especialmente chicos. Estos
hombres raramente se comprometen en relaciones sexuales con gente de su edad
y en rares ocasiones se casan.
B. Los agresores de regresión, estos demuestran un interés sexual primario por los
compañeros de la misma edad. Frecuentemente se casan y parecen llevar unas
relaciones adecuadas con sus mujeres e hijos. Aparecen interesados sexualmente
en los niños cuando sus relaciones adultas se vuelven conflictivas y acostumbran
a interesarse por chicas jóvenes. Se observa frecuentemente en las familias
incestuosas, son familias endogámicas, con un padre que es incapaz de
establecer relaciones sociales gratificante fuera de la familia, este padre se centra
en los hijos cuando está sexualmente frustrado, en vez de establecer relaciones
extraconyugales.
La confusión de roles es común en las familias incestuosas. La madre frecuentemente
delega tareas maritales y de la casa en su hija. El padre a menudo asume el papel de
nutridor y cuidador, pero proporciona todo esto en un contexto sexual.
Desgraciadamente las relaciones incestuosas pueden ser la única fuente de intimidad y
afecto hacia el hijo. El padre a menudo utiliza a su hija como una mujer sustituta,
esperando que ella le proporcione a él una gratificación sexual y un apoyo emocional y
depende de ella para la organización de la casa. La fijación de la hija por el padre como
objeto sexual le impide tener unas buenas relaciones heterosexuales adolescentes.
El alcoholismo está frecuentemente implicado en el incesto como factor
desencadenante. Existe una alta incidencia de alcoholismo en estos padres. Parece ser
que es más frecuente en padres incestuosos que no en agresores no incestuosos.
Las familias incestuosas muestran patrones de relaciones con el sistema familiar y sin
relaciones con el mundo exterior, son altamente endogámicas. Hay una confusión
respecto a los límites intergeneracionales y poco respeto por la intimidad y el espacio
físico de los miembros de la familia. Muestran a menudo una falta de modestia en lo
que se refiere a la desnudez y a la higiene diaria. La rigidez de límites entre las familias
incestuosas y el exterior dan un claro contraste con la falta de límites
intergeneracionales.
24
La negación es el mecanismo de defensa más utilizado por los miembros de la familia.
El padre la utiliza para considerar el incesto como una parte de la educación sexual de
sus hijas. La madre es incapaz de reconocer y condenar los signos óbvios de incesto
porque esto pone en peligro la relación con su marido. Los hijos utilizan la negación
como una protección de la vergüenza y la culpa, así no manchan fuera la reputación del
padre y la familia permanece intacta.
Secuelas psicológicas:
Las secuelas psicológicas más frecuentes de los abusos sexuales pueden dividirse entre
psicopatología general y desórdenes específicos en la conducta sexual y la identidad
sexual:
A. Psicopatología general:
Los diagnósticos más comunes son ansiedad, disociación, depresión y baja autoestima,
aumento de agresión y otros síntomas.
1. Ansiedad:
Los trastornos fóbicos y los trastornos de ansiedad se describen a menudo como
secuelas a corto plazo de los abusos infantiles. Síntomas como trastornos del
sueño, insomnio, pesadillas, fóbias y somatizaciones. Se describen a menudo
reacciones de miedo generalizadas a todos los hombres (en el caso de las
chicas). Casos severos de abusos sexuales dan a menudo un cuadro de estrés
post-traumátic.
2. Disociación:
Es una alteración de la consicencia resultando una pérdida de memoria o identidad. Se
debe ver como una defensa primitiva que aparece como una consecuencia de
traumas psicológicos.
3. Depresión y baja autoestima:
Parece que es consecuencia de un daño permanente, se produce un impacto muy
negativo del trauma sexual en criaturas con baja autoestima, estos adolescentes
tendrán una mayor incidencia de intentos de suicidio que otros pacientes.
4. Otros síntomas:
Se producen otros síntomas como pueden ser por ejemplo las dificultades de relación
con gente de la misma edad. Conductas sociales inadecuadas. Problemas en el
proceso de separación-individuación.
B. Transtornos de la conducta y la identidad sexual:
La prematura exposición a una actividad sexual forzada puede producir un impacto
adverso en el desarrollo psicosexual, la identidad sexual y la futura capacidad para la
intimidad sexual. Frecuentemente las víctimas de abuso sexual describen una tendencia
a repetir la experiencia sexual, un “acting out” sexual, así como una hipersensibilidad
sexual. Se postula que estos niños provocan contactos sexuales adicionales como una
manera de obtener placer y necesitan satisfacciones como una técnica para vencer el
trauma original. Por ejemplo, estudios con prostitutas revelan que en un 36% han
sufrido incesto infantil. Por otro lado muchos estudios hablan de reacciones fóbicas y de
inhibición sexual como consecuencia de los abusos sexuales. Parece que son dos estilos
de adaptación diferentes para las víctimas de abusos. Algunos estudios hablan de
25
problemas de identidad sexual en chicas que han sufrido abusos sexuales. Problemas
parecidos se han observado en chicos que también los han sufrido.
Tratamiento:
El objetivo inmediato de la intervención en casos de abusos sexuales en niños es
modificar el entorno para evitar que el niño tenga riesgo de abuso, así el perpetrador no
ha de tener acceso demasiado tiempo al niño.
El tratamiento del niño empieza con la crisis que supone la intervención de tratar con él
o ella su aguda ansiedad al relatar los síntomas relacionados con el abuso y la
consiguiente crisis familiar. La intervención está también destinada a prevenir el
desarrollo de las secuelas a largo plazo del abuso sexual.
Desde el momento que la familia incestuosa aparece como severamente disfuncional, el
tratamiento del niño se debe complementar con la intervención sobre los miembros de la
familia. Los padres incestuosos acostumbran a ser trasladados de casa, pero ellos se
deben beneficiar de una psicoterapia individual o de grupo, o una intervención
conductual si hay componentes pedofílicos en su conducta incestuosa.
La intervención con la madre va destinada a promover una conducta más protectora y
más de soporte hacia la víctima. Un tratamiento adicional debe ir encaminado hacia
trabajar la culpa y la cólera hacia el marido, la pérdida y la depresión asociada con la
ruptura del matrimonio y la cólera hacia el hijo por la usurpación de su papel como
pareja sexual. Bajo ciertas circunstancias se debe proponer una terapia familiar y un
tratamiento diádico.
La terapia de grupo para el niño puede ser una primera modalidad de tratamiento o
paralela a la psicoterapia individual. Es particularmente efectiva en adolescentes y
preadolescentes vícitimas de abuso sexual porque ofrece el apoyo de los compañeros,
facilita la discusión de los sentimientos y los ayuda a eliminar sus sentimientos de
soledad y estigmatización.
La psicoterapia individual o terapia de juego ayuda a la víctima a resolver conflictos y
síntomas que interfieren en sus relaciones con los compañeros y con la familia y en el
funcionamiento académico o con su autoestima.
Gran parte de la primera fase de la terapia está destinada a eliminar el miedo de revelar
y establecer apoyo y una buena relación con el niño. La experiencia de la explotación
sexual y coerción del padre de quien se espera amor y cuidados genera miedo a revelar
que se generaliza a la otra figura parental y figuras de autoridad y es inevitable en la
relación psicoterapeutica. El niño tiene miedo de ser seducido por un terapeuta
masculino y le preocupa que una terapeuta femenina pueda actuar como una madre
protectora. El terapeuta ha de interpretar estas reacciones de transferencia. Después de
un período de prueba el niño va adquiriendo confianza progresivamente con el
terapeuta.
El niño muestra síntomas de ansiedad al relatar, a menudo en forma de trastorno de
estres post-traumático. Algunas víctimas aparecen fijadas en el trauma, reviven los
26
elementos traumátivos del abuso en juegos, sueños, fantasias y producciones artísticas.
Una vez se ha hecho la conexión, el niño puede ser capaz de verbalizar las memorias
traumáticas y expresar los afectos en palabras más que en acciones.
Algunos niños utilizan defensas fóbicas y evitación. Así evitan contacto con
compañeros, intimidad y situaciones asociadas con la sexualidad, por ejemplo:
desvestirse o ducharse delante de otros. El niño ha de aprender a diferenciar los
individuos benignos de los abusadores sexuales.
La estigmatización del niño por las relaciones incestuosas se muestra como vergüenza,
miedo, baja autoestima, depresión y puede derivar en conducta suicida. Estos
sentimientos se intensifican si el niño es censurado por participar en actividades
sexuales. El terapeuta debe cambiar la percepción que él o ella tiene de los actos
sexuales. Se debe enfatizar que el niño que está siendo coaccionado por un padre para
participar en una conducta sexual no debe sentirse culpable.
La vícitima de incesto está siendo precipitada prematuramente a llevar un rol parental, a
servir al padre como pareja sexual y confidente y asumir las tareas y responsabilidades
de la madre. Estos roles entran en conflicto directo con las necesidades del niño de
cuidado y protección. Las víctimas de incesto mantienen un comportamiento infantil
con el padre con una fachada de adulto si evita tener relaciones con compañeros de la
misma edad, que es un prerequisito para la función de independencia. El terapeuta ha de
motivar al niño para disfrutar de actividades propias de su edad y empezar a tener
relaciones con sus pares.
El niño muestra dos estilos de respuesta ante su prematura estimulación sexual: por un
lado muestra pensamientos de repetición y reactuación de las conductas de abuso y por
otro lado miedo y evitación de la estimulación sexual. Cada una de estas respuestas se
basa en un debilitamiento de la represión normal. La finalidad de la psicoterapia es
controlar el “acting out” y establecer patrones a la vez que anima a usar niveles más
altos de defensa como la represión, la sublimación y la intelectualización.
Contratransferencia:
El mayor problema de contratransferencia con el que se encuentra el terapeuta es la
tendencia a sobreidentificarse con la víctima. Esta situación puede provocar una
intolerancia de los sentimientos positivos del niño hacia el perpetrador o puede llevar al
niño a exteriorizar su ira demasiado prematuramente. Estos terapeutas se vuelven
impacientes con el progreso de la terapia y no pueden tolerar la resistencia ni la
hostilidad del niño.
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