Saber como decir las cosas Muchas veces escuchamos decir: "La verdad no duele", y en contrapunto "Aunque duela, es verdad". En realidad, ambas expresiones son ciertas, pues todo depende de la forma en que se dice. Las Sagradas Escrituras nos indican que siempre debemos decir la verdad, y por otro lado, no podemos herir al prójimo. Entonces, tenemos que encontrar las palabras justas para lograr nuestro cometido, sin lastimar. He aquí un ejemplo. Una sabia y conocida anécdota dice que en una ocasión, un Rey soñó que había perdido todos los dientes. Después de despertar, mandó llamar a un Sabio para que interpretase su sueño. ¡Qué desgracia Mi Señor! -exclamó el Sabio- Cada diente caído representa la pérdida de un pariente de nuestra Majestad. Qué insolencia! -gritó el Rey enfurecido- ¿Cómo te atreves a decirme semejante cosa? ¡¡Fuera de aquí!!! Llamó a su guardia y ordenó que le dieran cien latigazos. Más tarde ordenó que le traigan a otro Sabio y le contó lo que había soñado. Éste, después de escuchar al Rey con atención, le dijo: ¡Excelso Señor! Gran felicidad os ha sido reservada. El sueño significa que sobreviviréis a todos vuestros parientes. El semblante del Rey se iluminó y con una gran sonrisa ordenó que le dieran cien monedas de oro al segundo Sabio. Cuando éste salía del palacio, uno de los cortesanos le dijo admirado: ¡No es posible!, La interpretación que has hecho de los sueños es la misma que el primer Sabio. No entiendo por qué al primero le pagó con cien latigazos y a ti con cien monedas de oro. Recuerda bien amigo mío -respondió el segundo Sabioque todo depende de la forma en que decimos las cosas.... uno de los grandes desafíos de la humanidad es aprender el arte de comunicarse. De la comunicación depende, muchas veces, la felicidad o la desgracia, la paz o la guerra. No cabe duda de que la verdad debe ser dicha en cualquier situación, pero considerando que la forma en que es comunicada es lo que provoca en algunos casos, grandes problemas. La verdad puede compararse con una piedra preciosa. Si la lanzamos contra el rostro de alguien, puede herir, pero si la envolvemos en un delicado embalaje y la ofrecemos con ternura, ciertamente será aceptada con agrado. La lengua (Santiago 3) 1 Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación. 2Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, éste es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo. 3He aquí nosotros ponemos freno en la boca de los caballos para que nos obedezcan, y dirigimos así todo su cuerpo. 4Mirad también las naves; aunque tan grandes, y llevadas de impetuosos vientos, son gobernadas con un muy pequeño timón por donde el que las gobierna quiere. 5Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego! 6 Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno. 7 Porque toda naturaleza de bestias, y de aves, y de serpientes, y de seres del mar, se doma y ha sido domada por la naturaleza humana; 8pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal. 9Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios. 10De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así. 11¿Acaso alguna fuente echa por una misma abertura agua dulce y amarga? 12Hermanos míos, ¿puede acaso la higuera producir aceitunas, o la vid higos? Así también ninguna fuente puede dar agua salada y dulce. La sabiduría de lo alto 13 ¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre. 14Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad; 15porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica. 16 Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa. 17Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía. 18Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz.