La mujer y España. Una historia del siglo XX E spaña, áspera y melancólica para Washington Irving; un lugar más para los que vivimos en ella. Y desde luego, turbulenta para el último siglo. El siglo XX, mirado desde la comodidad del año en el que nos encontramos resulta fascinante y tiene historia para rellenar páginas y páginas; una historia que a menudo despierta la curiosidad de muchos que no fuimos jóvenes en aquella España moralista y sin libertades. De eso surgen las próximas páginas: de la más absoluta fascinación por una época en la que nada se podía dar por sentado. Como en todas las “historias” del mundo, la mujer es la gran olvidada, su historia nunca se cuenta o se cuenta en contadas ocasiones, cuando la hazaña realizada es equiparable a la que haya hecho un hombre cualquiera. Las mujeres destacadas en la Historia, también en España, han sido excepciones y eso se merece una reparación que, aunque debería surgir de la sociedad, sólo se consigue con la aportación de pequeños granitos de arena de personas anónimas. Por eso, en las próximas líneas se han recogido los testimonios de tres mujeres que han querido aportar su granito de arena y se han sumando a la causa de todas las mujeres. Le puede interesar *Carlota O´neill es la autora de una invarolable testimonio sobre su estancia en las cárceles españolas durante la guerra y la posguerra. O´Neill, C.(2003):“Una mujer en la guerra de España”, Oberón, Madrid. *Sobre la posguerra y el amor... “Usos amorosos de la posguerra española”, de Carmen Martín Gaite. *Sobre el sufragio femenino...http://www.historiasiglo20.org/ feminismo-intro.htm 1 Por Irati Santos Uriarte Pero viajemos antes a 1931. Aquel fue un año muy importante para las mujeres. La nueva República les dotó de muchas libertades de las que carecían hasta entonces. Aunque España era un país profundamente anclado en las viejas costumbres, en las grandes ciudades comenzaba a percibirse un aperturismo que favoreció que la mujer jugase un papel más 2 importante en la socie- rías solas, conducía, dad. A ojos de la socie- trabajaban... Se había abierto un pequeño caLa ley del divorcio mino que les ofreció reconoció la igualdad la posibilidad de realizarse como individuos del hombre y la mujer y en unas condiciones dentro del matrimonio. que aunque alejadas a los de los hombres emdad y de la política su pezaban a parecérsele. función más importante era la de ser madre Fue la época en la que y esposa, sin embargo, España comenzó a cose le reconocía que no ger el ritmo del mundo era la única. Fumaban, moderno que le rodeabebían, iban a cafete- ba y casi lo consiguió. Se aprobó una Ley del Divorcio, que no sólo era importante por el hecho de desvincular el Matrimonio de la Iglesia y de rechazar el carácter permanente de la unión entre cónyuges sino que se trataba de una ley en la que se reconocía que ambos sexos se encontraban en igualdad de condiciones y eran igual de libres en el matrimonio, por lo que éste se podía disolver tanto por la mujer como por el hombre. Fue uno de los primeros reconocimientos jurídicos a la mujer en nuestro país. Con la República, las mujeres entraron en el Congreso. Esto significó que ya no eran consideradas inferiores al hombre en inteligencia, su capacidad era exactamente la misma y una de las razones era el acceso, cada vez mayor, de las mujeres a la educación secundaria. Gracias a Mujeres, nótese la m mayúscula, como Clara Campoamor o Victoria Kent se aprobó el derecho a voto, se consiguió que a ojos de la ley la mujer dejara de Clara Campoamor. Clara Campoamor nació en Madrid en 1888, en el seno de una familia humilde. Como la mayor parte de las mujeres de su época no pudo acceder a la educación secundaria por ser mujer. Así que cuando tuvo edad suficiente desempeñó numerosos trabajos “de mujer” siendo uno de ellos telefonista. Eso no era suficietnte para Campoamor, que a la edad de treinta años se matriculó en los estudios secundarios y se matricula también en la Facultad de derecho. Al terminar sus estudios (los completó en dos años) se conviertió en una de las primeras abogadas mujeres de España. Con el triunfo de la II República y gracias a su afiliación al Partido Republicano Radical, se convirtió en una de las primeras diputadas en el Congreso . Además, participó en la escritura de la Constitución de 1931. Desde estos dos puestos quiso luchar por la igualda d entre hombres y mujeres e inició un debate a nivel político sobre la necesidad de que lamujer votara. Quería un reconocimeinto jurídico de la mujer que la pusiera a un nivel de igualdad respecto al hombre. ser considerada una eterna menor. Incluso se consiguió tramitar un proyecto de ley para aprobar el aborto, derecho que, por cierto, está de nuevo en peligro. Finalmente Y vaya si lo consiguió, en 1931 se aprobó el sufragio universal , incluido el femenino. Una de las pegas que se encontró Campoamor a la hora de defender el derecho a voto de la mujer es que la mayor parte de los diputado screían que la mujer votaría lo que sus maridos y sus curas les decían. Esto no le parecía una razón legítima a Clara Campoamor para rechazar el voto femenino ya que significaba quitar a la mujer su capacidad crítica. En las elecciones de 1933, la mujer pudo votar. En esas elecciones se cumplieron los temores de algunos republicanos: ganó la CEDA. Por supuesto se culpó a Campoamor de esto y perdió su escaño en el Congreso. Cuando estalló la guerra continuó con su labor en el exilio. A Clara Campoamor tiene que agradecerle toda la sociedad, y no sólo las mujeres, el haber luchado junto con otras compañeras por que la mujer pudiera abrirse camino en la sociedad. ­ *Si quiere saber más sobre Clara — Campoamor puede ver en la página web de Televisión Española (TVE) una película sobre sus discursos en el Congreso para aprobar el sufragio femenino. Clara Campoamor. La mujer olvidada. http://www.rtve.es/alacarta/videos/clara-campoamor-la-mujer-olvidada/ 3 el derecho al aborto, como otras tantas libertades no pudieron convertirse en realidad debido al estallido de la Guerra Civil. El levantamiento militar no fue sólo el desencadenante de una guerra, sino que significó una Recorte de un periódico antiguo en el que se ve diversas milicianas listas para participar en la vuelta a la sociedad aguerra. atrasada y moralista tro país hasta entonque la República haces. Podemos reflejar bía intentado superar. aquí tres tipos de muLa mujer, en la jer en la guerra sin haguerra, experimentó cer distinción por bando o afinidad política: una autonomía jamás vista hasta entonces. Como lo que nos ocupa es la mujer no puedo olvidar mencionar la importante labor que desarrolló durante los tres años de guerra. Dentro de la desgracia que conlleva cualquier guerra, la mujer experimentó una autonomía y un reconocimiento a su labor jamás visto en nues4 La mujer en la retaguardia: la mujer que se quedó en casa merece un reconocimiento especial. Ellas fueron las responsables de buscarse la vida en tiempo de guerra, donde la escasez estaba al orden del día. Mantuvieron a flote a sus familias mientras la mayoría de los hombres estaban en el frente. Pero no sólo por eso fueron valientes: Pilar Pérez, abuela de una servidora, recuerda con especial cariño la valentía de su madre, que tenía tres bebés a su cargo y “un marido escondido en el granero durante toda la guerra”. Mujeres como la madre de Pilar que dieron refugio a personas que estaban perseguidas por uno y otro bando; otras que sacaron a sus hijos del país y que no los volvieron a ver por la a veces deficiente gestión tras la guerra para repatriar a los niños exiliados. O mujeres que fueron a la cárcel por no delatar a sus maridos, hijos, hermanos o vecinos. La mujer en el frente: no todas las mujeres se quedaron en casa. Hubo muchas, casi todas del bando republicano, que se unieron a los hombres en el frente. Se extendió la imagen de mujer miliciana, incluso Milicianas se hacían carteles con sus imágenes para llamar a la movilización contra el levantamiento. En el frente realizaron las mismas tareas de los hombres, aunque no hay que olvidar que ellas, en la mayor parte de las ocasiones, eran las que preparaban la comida o realizaban tareas que el hombre no acostumbraba a realizar. Considerar la participación de la mujer en el frente es importantísimo para la historia de la liberación femenina; la sociedad empezó a ver que el ser mujer podía estar desligado de las tareas del hogar y de la función reproductora. Esta mujeres hicieron ver que eran exactam e n t e igual de capaces que los hombres de realizar actividades físicas y de alto riesgo en las misma condiciones que sus amigos del otro sexo. ventudes Socialistas Unificadas. Las JSU intentaron reorganizarse durante la guerra y, debido a que la mayoría de los hombres estaban en el frente, en gran parte la reorganización vino de la mano de las mujeres afiliadas. Al igual que ellas, muchas otras se movilizaron e hicieron propaganda a favor de un bando u otro. Además, las mujeres también realizaron una profunda labor desde el exilio, trabajando con el gobierno de la República desde el exilio y haciendo ver al La mujer política: lo primero que se me viene a la mente al pensar en la mujer política son “Las trece rosas”. Aquellas mujeres jóv e n e s fueron encarceladas entre otras razones, razones sin fundamento alguno, por pert e n e c e r Anuncio de los años 60 que dice: “Los chef hacen de todo menos cocinar; a las Ju- para eso están las mujeres” 5 mundo las atrocidades como personas hay en que se estaban come- el mundo. Lo mismo tiendo en nuestro país. pasa con las mujeres, hay tantos tipos de Estos tres tipos de mu- mujeres como mujejeres son, a mi pare- res hay en el mundo; cer, los más represen- por eso meterlas a totativos, pero ni mucho das en el mismo saco menos los únicos. En es un error que habría una serie de entrevis- que haber subsanatas realizadas antes de do hace muchos años. escribir este reportaje algunas de las entre- La vida de las mujeres vistadas no dudaron y hombres de España en afirmar que exis- no acabó con la guerra. ten tantos géneros En la posguerra y has- ta 1975 la sociedad de española se caracterizó por una particularidad que había desaparecido tras la II Guerra Mundial en el resto de países occidentales democráticos. Se impuso una sociedad patriarcal al servicio del régimen franquista que como única consecuencia ha tenido un atraso social del que hoy todavía, aunque muchos se escandalicen, estamos Tres testimonios, tres generaciones Como no se puede vivir de la teoría, a continuación se recogen los testimonios de tres mujeres que vivieron y viven las tres épocas que se han mencionado a lo largo de estas páginas. casé porque quería”. A lo largo de toda la conversación deja muy claro que ella nunca se ha sentido obligada a hacer nada. Y sido las discusiones con su madre por tener amistad con un hombre que no es su marido. “Es un amigo mío de Aiora, que es más joven y que ha tenido la suerte de crecer en una sociedad más tolerante asegura que nunca se ha sentido discriminada y que no considera que la sociedad sea machista. María Lucía, Maribel y Aiora son tres mujeres donostiarras que nos han abierto las puertas de su casa para contarnos como han vivido ellas el ser mujer, si desde la discriminación o desde la más absoluta aceptación. 6 María Lucía fue niña durante la guerra, tenía trece años. Recuerda que se encargaba de ir a un pueblito al lado de su casa a recoger comida y que allí conoció al que sería su futuro marido. “Yo no me casé obligada”, puntualiza”, “yo me ración a la que le tocó cambiar la mentalidad de una sociedad retrógrada y basada en unos valores que cada vez tenían menos sentido. *Si que no ha tenido ningún problema para decir en su familia lo que pensaba. Su hija Maribel, le da la razón pero nos recuerda que muchas han la infancia y ella no lo entiende”. Maribel también recuerda la época de la minifalda. “Luché contra la sociedad moralista”, Maribel pertenece a una gene- quieres conocer más sobre estas tres mujeres puedes ver la entrevista completa y en video en: http:// www.youtube.com/ watch?v=1MeVGbOjH7M intentando salir. A parte de la represión, de la persecución de “rojos” y “homosexuales” y de cualquier persona o colectivo que se saliera de los parámetros establecidos por el régimen, a las mujeres españolas se les escapó de la punta de los dedos la tan ansiada libertad. Dentro de la opresión sufrida en el franquismo, los hombres podían moverse con facilidad y demostrar su hombría allá por donde iban. La mujer mostraba su feminidad en casa y casi de puntillas. El régimen asoció feminidad con “hogar”, “sumisión” y “devoción”. Y de ahí no se salió en cuarenta años. La televisión y las grandes firmas de electrodomésticos, por poner un ejemplo entre miles, potenciaron el papel de la ama de casa. No hay más que ver anuncios de los años cincuenta y sesenta (los de le voy a decir a mi marido que me compre el último juego de ollas para guisar para él y que no esté enfadado cuando vuelva a casa después de trabajar) para ver cuál era el papel adecuado de la mujer: servir al marido y después a sus hijos. Servirse a ella misma no tenía cabida. Una canción de la Transición lo dice bien claro “gente que sólo desea su pan, su hembra y la fiesta en paz”. (Jarcha, “Libertad sin ira”). Era tal el estado de alarma y miedo que lo mejor era no revelarse, no hacer ruido. Y en estas se vio la mujer. Atrapada. Sin embargo, todo en esta vida se acaba. Franco que, como dicen los mayores, “parecía inmortal” acabó muriendo y con él el régimen. Pero antes de 1975 ya se empezaba a ver cierto aperturismo. Fueron los años del destape, de las extranjeras en Benidorm y de todo lo americano. El régimen estaba viejo y no podía controlarlo todo como en sus primeros años. Aparecie7 ron las primera revistas con mujeres desnudas, cosa que tuvo más que ver con que la censura empezaba a flaquear que con tratar bien a la mujer ya que estas eran usadas como un reclamo para la diversión de los hombres. En fin, que España tenía ganas de salir de la burbuja en la que había vivido de manera impuesta durante muchos años y todo lo extranjero y lo que oliera a libertad era bien acogido. Las mujeres, obviamente, también se contagiaron de semejante fervor. A partir de los sesenta la mujer salió del hogar, accedió a la educación secundaria y superior, comenzó a ejercer profesiones que hasta entonces estaban reservadas en exclusiva para los hombres. “Somos incluso taxistas” dice la entrañable Paquita de Cuéntame...Y no 8 sólo eso. El vestir de la mujer era cada vez más masculino, quedó atrás la distinción de “el pantalón para los chicos y las señoritas con falda”. Sin embargo, todo esto no fue lo único importante. Lo Santiago Carrillo: en la actualidad se está luchando por derechos que en la República se daban por sentados realmente significativo de los sesenta y, con más fuerza, de los setenta y los ochenta es que se creó una generación de mujeres y hombres que no querían para sus hijos un mundo como en el que ellos habían vivido. Nosotros, los hijos de los nacidos hace cincuenta años somos herederos de una nueva forma de vida y de ver el mundo que en nada se parece a la que vivieron nuestros abue- los. Gracias a los hippies, a las feministas, a “los locos de la movida”, los ecologistas, etc. se creó un micro entramado formado por jóvenes que obligaron a sus mayores a tolerar y aceptar el cambio, a aceptar que en la sociedad que no todo estaba marcado desde un principio y que tenían cabida multitud de personas de distintos gustos, distintas procedencias y, sobre todo, de distintas motivaciones y aspiraciones. Las mujeres encontraron en estos movimientos, como ha pasado a lo largo de toda la historia del feminismo, el impulso necesario para hacer sus reivindicaciones. En España, el movimiento feminista, que había estado muerto durante cuarenta años, resurgió con más fuerza que nunca. Las mujeres se volvieron a reorganizar y con la creación del nuevo gobierno democrático tras la muerte de Franco tuvieron reconocido el derecho a voto. Desde entonces, todas las mujeres trabajamos porque se abandonen las viejas costumbres patriarcales que todavía siguen latentes en nuestro país y en pleno siglo XXI nos volvemos a encontrar defendiendo derechos que, como dijo Santiago Carrillo en una ocasión, “se daban por sentados en la República”. 9