Garcilaso de la Vega En 1524 Garcilaso conoció a Isabel Freire, una dama noble portuguesa, y se enamoró de ella. Sin embargo, al próximo año Garcilaso contrajo matrimonio con Elena de Zúñiga. De todos modos, Isabel Freire fue la musa de Garcilaso, y muchos de sus poemas amorosos van dirigidos a ella. Garcilaso es el prototipo del hombre renacentista: soldado, humanista, músico, caballero de la corte de Carlos V, tierno amante, y, claro está, poeta. España siente los impulsos del Renacimiento italiano mucho antes que otros países, quizá por los vínculos culturales y políticos entre las dos regiones. Hay indicios del Renacimiento en España visibles a lo largo del siglo XV. Sin embargo, es común emplear la fecha de 1492 como los comienzos de la nueva estética, debido a tres acontecimientos trascendentales correspondientes a ese año: la unificación del reino cristiano que se logra con la toma de Granada y la subsiguiente expulsión de musulmanes y judíos; el descubrimiento europeo del hemisferio occidental; y la publicación de la gramática del castellano de Antonio Nebrija, la primera gramática de una lengua vulgar europea. En su sentido más estricto, el Renacimiento se refiere al “redescubrimiento” o “reencuentro” con la filosofía, literatura, y arte de las épocas greco-romanas, pero el término implica mucho más. Por lo menos cuatro eventos históricos contribuyeron decisivamente a su carácter: la reforma de la Iglesia provocada por Lutero y los protestantes; la invención de la imprenta; las nuevas potencias políticas unidas por fuertes monarquías absolutas, de las cuales España es la más pudiente; y los descubrimientos transatlánticos. Quizá más revelador es pensar en el Renacimiento como una nueva perspectiva ante la vida, en la que el individuo toma las riendas de su destino en vez de rendirse al poder divino. El “humanismo,” término tan ligado al del renacimiento, se refiere a esta nueva actitud, y tiene que ver con el énfasis que el Renacimiento otorga a las capacidades humanas, tanto las físicas e intelectuales como las espirituales y morales. Como resultado de ello, el hombre renacentista se dedica a varias actividades--arte, música, poesía, filosofía, deportes, etc.--para conseguir esa totalidad humana que era el ideal de la época. El humanismo también se refiere a las labores eruditas y de investigación tan típicas del Renacimiento, y de las cuales hay tantos ejemplos en España, como la Gramática de Nebrija o la Biblia Poliglota Complutense, dirigida por el Cardenal Cisneros en la nuevamente creada universidad renacentista de Alcalá de Henares, que reunió varias de las versiones de la Biblia, abriendo así el campo de la investigación textual bíblica. Dos corrientes fundamentales caracterizan la poesía castellana del siglo XVI: la conservación y cultivación de las formas tradicionales poéticas medievales, sobre todo la de los romances, y la feliz incorporación de las formas poéticas italianas--como las de Petrarca--a la lírica castellana. Este doble variante de lo culto y lo tradicional, de lo importado y lo autóctono, caracterizará la literatura y la cultura hispánica en general. Sólo España entre los países imperialistas europeos ha mostrado tanto interés en sus formas tradicionales de expresión artística. Aunque el romance es la forma predilecta del mester de juglaría medieval, en el Renacimiento, con la invención de la imprenta, los españoles empiezan a coleccionar e imprimir sus canciones medievales, que hasta ese momento se conservaban sólo por vía oral. A causa de ello, ningún país europeo tiene un Romancero tan extenso ni tan bien conservado como España. El ímpetu fue la popularidad que gozó el romance en la corte de los Reyes Católicos, lo cual dio licencia a los poetas cultos del Renacimiento a emplear el humilde romance, que el pueblo había inventado para su propia expresión, para sus composiciones cultas. Aunque Garcilaso de la Vega no fue el primer poeta español en usar el soneto italiano, fue él, con la impresionante musicalidad y delicadeza de su lírica, quien divulgó la forma hasta convertirla en la expresión clásica predilecta de la poesía hispánica. Garcilaso también compuso exquisitas églogas, composiciones bucólicas de pastores donde se relata, quizá mejor que en ninguna otra forma, la elaborada filosofía amatoria del Renacimiento. 1 La historiografía literaria ha hecho una división de escuelas de la poesía Renacentista que puede ser útil: la sevillana y la salmantina. En Sevilla, que en el siglo XVI se convirtió en la ciudad más grande, brillante, y cosmopolita de España a causa de la empresa y comercio con las Indias, se elaboró una poesía aristocrática brillante al estilo italiano, en la que se lució Fernando de Herrera. En Salamanca, sin embargo, se prefirió una poesía más pura, que parecía menos retórica y menos culta; una poesía lírica que expresaba los auténtico sentimientos humanos en vez de una reelaboración de temas y tópicos clásicos. Así es la poesía de Fray Luis de León, uno de los poetas más estimados de la lírica hispánica. La épica representa otra forma popularísima de poesía renacentista. Sus modelos, como se había de esperar, son clásicos (Virgilio) por vía italiana (Ariosto). Estos poemas largos eran narrativos como las epopeyas medievales, pero se escribían con la retórica del Renacimiento, e incorporaban temas y discursos de interés al nuevo público del siglo XVI. De las muchas epopeyas renacentistas que se escribieron en España, La Araucana de Alonso de Ercilla alcanzó la mayor fama por ser fundada de experiencias verídicas. El soldado Ercilla narra en bellos versos castellanos la conquista de los indígenas de Chile por los españoles en la cual participó. La obra es un ejemplo más de la compatibilidad de la estética renacentista con la materia americana. Ninguna exposición de la poesía renacentista hispánica podría ignorar a los místicos. Aunque el misticismo--el anhelo y capacidad de unirse espiritualmente con Dios--se expresa principalmente en prosa, las dos figuras cumbres del misticismo castellano lograron expresar su éxtasis en verso: Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz. La poesía de éste--una de las expresiones líricas más universales de las letras hispánicas--sigue siendo el modelo perfecto de la poesía pura hispánica. Contorno literario Antecedentes: Petrarca (siglo 14, Italia) popularizó la forma poética del soneto con su Cancionero. El Siglo de Oro Con Garcilaso se inicia el Siglo de Oro en España. Hay un redescubrimiento (y también una perfección) de antiguas formas literarias, especialmente de la Antigüedad. Influye en el teatro, la prosa y la poesía (valorización del romance y del soneto). Mucho de esto es debido a la invención de la imprenta en Europa. El soneto al estilo italiano Dos cuartetos con rima consonante ABBA ABBA (rima abrazada) o ABAB ABAB (rima encadenada) y dos tercetos con rima consonante, por ejemplo CDC CDC o DCD DCD. Hay más variación de rima en los tercetos. Cada línea de verso tiene 11 sílabas (verso hendecasílabo). CÓDIGO LITERARIO Y CULTURAL El arte y la literatura del Renacimiento popularizaron un tipo de belleza femenina de la mujer alta, rubia, de ojos claros, cuello largo, y tez blanca. Este ideal fue captado magistralmente por Botticelli en su cuadro "El nacimiento de Venus," y ésta es la imagen de la mujer que Garcilaso, tanto como Góngora, describen en su poema. 2