 VANGUARDIAS 1. MARCO HISTÓRICO Y CARACTERÍSTICAS

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LITERATURA
 VANGUARDIAS
1. MARCO HISTÓRICO Y CARACTERÍSTICAS
Tras la I Guerra Mundial, el intento de olvidar la guerra y el optimismo sobrepuesto que se
respira dan lugar en europa a una nueva forma de entender el arte: las “Vanguardias”, del
francés “avant-garde”. Define el carácter combativo que se revela contra las normas
tradicionales del arte y el academicismo.
Surgen, así, los ismos, movimientos de ruptura con estética anterior.
2. LAS VANGUARDIAS EN EUROPA
2.1. Futurismo
En 1909 se publica el Manifiesto de Marinetti, en el cual proclama la superación de la
cultura italiana tradicional, se rechaza el sentimentalismo y se aboga por los avances
tecnológicos.
Este movimiento propone el infinitivo como única forma verbal, la destrucción de la
sintaxis, la supresión de los adjetivos, adverbios y signos de puntuación y la
deshumanización de la obra evitando cualquier referencia personal.
2.2. Cubismo
El cubismo pictórico consiste en la valoración tridimensional del espacio y en la
descomposición geométrica de los objetos.
La importancia de los aspectos visuales en la literatura se refleja en los poemas conocidos
como “caligramas” de Apollinaire, donde, por medio de la disposición de los versos y de la
técnica del “collage”, se reconstruye un dibujo que alude al contenido del poema.
2.3. Dadaísmo
Da-da reproduce el balbuceo de un niño.
Tzara sentó las bases del surrealismo. Consiste en expresarse con absoluta libertad hasta
obtener la liberación mental del “yo” creador. La espontaneidad, el azar, la ruptura de la
lógica y la escritura automática son los instrumentos disponibles para conseguir tal
cometido.
2.4. Creacionismo
Entre las características de Vicente Huidobro destacan: la escasa relación entre el mundo
creado por el poema y la realidad inmediata, la supresión de lo descriptivo y lo anecdótico,
la importancia de la metáfora y de la imagen sorprendente, la falta de signos de
puntuación...
2.5. Surrealismo (o superrealismo)
En 1924 aparece el primer manifiesto de André Bretón y el segundo en 1930, en los cuales
proclama la liberación del hombre y de su actividad creadora a través de la exploración de
los sueños y del mundo desconocido del inconsciente.
Tema 3: Novecentismo
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LITERATURA
Intenta explicar los mecanismos del pensamiento a través de la escritura automática, sin el
control de la voluntad. Se produce la ruptura con cualquier vínculo lógico, la mezcla de
conceptos que la conciencia mantiene aislados y la entrada de imágenes oníricas, metáforas
atrevidas, etcétera.
3. LAS VANGUARDIAS EN ESPAÑA
3.1. Introducción
En España, algunos movimientos, por ejemplo, el futurismo, apenas llegaron a cuajar,
mientras otros se desarrollaron con mayor intensidad (creacionismo) o sufrieron importantes
adaptaciones (surrealismo). También surgió algún movimiento nuevo como el ultraísmo.
Desempeñaron un papel preeminente Ramón Gómez de la Serna, que introdujo el futurismo
y José Ortega y Gasset, quien teoriza sobre la nueva estética.
Las primeras manifestaciones vanguardistas datan de 1908 si bien el apogeo no se da hasta
la década de los 20. Alrededor de 1930 se considera ya finalizado.
3.1. Ramón Gómez de l Serna
Su aficiones literarias se manifestaron en la revista Prometeo, que publicará bajo el
seudónimo de “Tristán”. Fundó las tertulias literarias del Café Pombo.
Lo más destacable es la introducción de las vanguardias europeas en España y la invención
de un género literario: la greguería.
La greguería es una sentencia ingeniosa y, en general, breve, que surge de un choque casual
entre el pensamiento y la realidad. El propio inventor la define esquemáticamente así:
METÉFORA + HUMOR = GREGUERÍA
Brevedad, ingeniosidad, humorismo y sorpresa son los efectos sorpresivos que se obtienen
mediante la asociación visual de dos imágenes.
3.2. El ultraísmo
Es un movimiento vanguardista de origen español, creado por Guillermo de Torre en 1919,
a partir del futurismo, el cubismo y el creacionismo.
Propugna:

el maquinismo

lo deportivo

la falta de signos de puntuación

la ausencia de rima y de enlaces sintácticos (artículos y adverbios)

la disposición visual de los versos

la valoración de la metáfora

la supresión del sentimentalismo y la subjetividad
En 1923 se considera ya extinguido.
Tema 3: Novecentismo
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LITERATURA
3.3. El surrealismo español
Los poetas españoles llegan al surrealismo a través de sus experiencias creacionistas y
ultraístas. Los dos poetas que cambiaron radicalmente la literatura española con la
introducción del surrealismo fueron José María Hinojosa y Juan Larrea.
HINOJOSA
Absorbió el surrealismo en París. Fruto de sus experiencias surrealistas es La flor de
California. Sus otros poemas se escriben en el neopopularismo y la poesía pura: Poemas del
campo, La rosa de los vientos y Orillas de luz.
LARREA
Publicó sus primeros poemas, de carácter ultraísta, en las revistas Grecia y Cervantes. Su
amistad con Vicente Huidobro en París lo llevó a conocer el movimiento creacionista.
Recogió algunos de sus poemas en Versión celeste y Oscuro dominio.
INFLUENCIAS DEL DECADENTISMO EN EL MODERNISMO Y EN JUAN RAMÓN
JIMÉNEZ
Ana María Pérez Bordonado
Un elemento clave para la futura comprensión de los aspectos que se tratarán en puntos
aparte sobre el tema propuesto es la mención de la importancia que adquiere la época para
la fundamentación del Decadentismo y el Modernismo.
Básicamente, en todos los manuales que aluden a los problemas que se generan en el fin de
siglo se menciona la rebelión existente y constante de la gran mayoría de los pensadores de
diferentes campos artísticos ante el predominio de filosofías, literaturas, ideologías, etc.,
que, en realidad, no son más que materialismo. Diversos movimientos surgen como
producto de una necesidad de defensa a las manifestaciones que suponen una reacción en
contra de los valores tradicionales, regidos por la norma en los ámbitos literarios, estéticos y
éticos, los cuales entran en un período que podríamos calificar de decadencia. No obstante,
cabe destacar los desajustes que se originan también en las actitudes propias del ser
humano, dando lugar a individuos particulares que caracterizarán las determinadas
modalidades operadas en el Arte y que incluso en su contemporaneidad aún carecían de
denominación concreta. Las subsiguientes líneas tratarán todo lo anteriormente señalado.
Contraponiéndose a los cánones conservadores de creación artística, los autores se
particularizarán por una serie de coordinadas generales, que serán la consecuencia de esta
circunstancia. En este caso, en la cuestión referente a lo literario y a los aspectos que lo
conforman -formales, de fondo, temáticos-, puede exponerse que la finalidad de todo
quehacer expresivo se hallará en una estética cuya aspiración estaría en la belleza pura, de la
cual habló, por ejemplo, Baudelaire como principio poético. Sin embargo, esta belleza no es
vacía con respecto a su contenido, pues no se declara desinterés por las preocupaciones o
sentimientos que embargan a los seres humanos que viven en el momento.
La Literatura será uno de los medios en los que el creador responderá de acuerdo con su
carácter a los efectos que le ocasiona el entono en que se mueve, pese a que queda clara la
importancia del «yo», del individualismo, de la hipersensibilidad, de la insatisfacción o
frustración, etc., notas que unen a todos ellos y que manifestarán a través de varias
utilizaciones. Véanse las diferencias operantes en una simple manifestación de desubicación
de la sociedad de manera refinada, la misma más la mención de la superioridad del autor, en
lo concerniente al ambiente circundante vulgar, y una proyección más absoluta de ambas, en
Tema 3: Novecentismo
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LITERATURA
cuanto a la incomprensión y desprecio que el mundo materialista siente por estos seres que
se piensan superiores.
Todas estas expresiones pueden hallarse en el Modernismo, puesto que hay que considerar
en él las principales influencias parisinas que confluyen en su generalización, tanto en lo
lingüístico o moral, como en restantes peculiaridades. Es una modalidad literaria que,
aunque sea específica del Simbolismo, no puede negar su vinculación con otras más, tales
que el Impresionismo, Parnasianismo o el mismo Decadentismo. Aunque principalmente
tome el Modernismo del Decadentismo las características extravagantes y mórbidas, no
pueden olvidarse las demás procedentes del ambiente francés y que en ese momento están
circulando por la literatura de diferentes países. Es así puesto que estas escuelas expresan
con una u otra intensidad similar un semejante espíritu de la vida humana por medio de
recursos espirituales, esteticistas y subjetivos.
Como el tema de esta pequeña exposición radica en la influencia del Decadentismo en el
Modernismo, se establecerán coordenadas que claramente denotan este hecho, comenzando
por ofrecer la imagen de los miembros que conformarían el primer movimiento. En primer
lugar, se realizará a través de tratados críticos claves, y, en segundo lugar, mediante autores
que se consideran como tales o que poseen algunos de sus rasgos notorios, que los hacen
específicos.
Las obras que hablan sobre el tema de la decadencia ofrecen como referencia para su
explicación personajes básicos. Litvak menciona la dificultad de concretizar la denotación
de esta palabra y a algunos autores que trataron en el fin de siglo o principios del siglo XX
la concepción básica del llamado «decadente».
Todos ellos coinciden en aplicarles notas semejantes. Bourget habla de la individualidad de
estas personas con respecto al rechazo y alejamiento que manifiestan con la sociedad de su
tiempo y la manera de plasmarlo en sus composiciones artísticas con un declarado, cargado
y cerrado egocentrismo. Nordau añade a esto los desarreglos mentales que se operan en sus
pensamientos y que muestran en la práctica real, como, por ejemplo, en la utilización de un
procedimiento que a su entender es sinónimo de decadencia: la sinestesia. También se
añadiría en este ámbito formal la importancia de la musicalidad o del cromatismo en la
poesía. Hay que tener en cuenta que el argumento a favor de estas menciones u otras más
que caracterizan los comportamientos de un decadentista las extrae de la observación de la
literatura y arte de su contemporaneidad.
Desde el punto de vista pictórico se destaca claramente Moreau, con respecto a la temática
del erotismo y de la mujer, sobre todo de la bíblica Salomé. De todos modos, hemos de
incluir a los españoles: El Greco -por su misticismo- y Goya -con razón de sus pinturas
negras o los desastres de la guerra-, el cual puede verse en ‘Apolo' de M. Machado. En el
ámbito literario novelesco incluiremos, además, algunos que se habrían también de resaltar:
O. Wilde en Inglaterra -«Ningún artista es nunca morboso»- e incluso Lord Byron; Edgar A.
Poe en Norteamérica; Huysmans en Francia con ‘A contrapelo' y ‘Des Esseintes', en la que
el tema y personaje son las expresiones más sobresalientes del decadentismo; ‘De
sobremesa' de Silva, en cuanto a exponer un tipo semejante al de ‘Des Esseintes'; y el
venezolano Díaz Rodríguez con ‘Sangre patricia', en la que su protagonista contiene rasgos
decadentistas.
Por lo que se refiere a la poesía, Las flores del mal de Baudelaire -más él mismo- le da la
oportunidad a Nordau para exponer actividades puramente decadentes, pues desde su
comienzo: «El pecado, el error, la idiotez, la avaricia, / nuestros espíritus ocupan y el cuerpo
nos desgastan» ya anticipa hasta lo inaceptable de la sociedad, que ocasiona los
sentimientos típicos decadentistas: spleen, evasión a través del pasado o de los sueños o
elementos irracionales como drogas o alcohol, etc.
Una comprensión inmediata es acercar poemas que lo ratifiquen. Así, pues, véanse casos
como los subsiguientes: ‘Una carroña' se abre con la visión de la mujer como negatividad
física y moral por excelencia, y con una muestra de una sexualidad degradada por el hecho
mismo de la fémina. En ‘Bendición' trata el nacimiento como acto maldito y la necesidad
posterior del niño en sobresalir del mundo mezquino a través de la erudición, más la figura
de la madre terrible que lo desprecia y que derivará en la consideración de la mujer fatal.
Tema 3: Novecentismo
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Incluso en su ‘Diario' existen referencias al poder de la mujer de causar al hombre todo tipo
de pérdidas.
Como los anteriores, ‘El enemigo' tiene relación con su vida, pues la soledad personal
causada por el rechazo a la sociedad, la insatisfacción vital, la amargura y el dolor que
«come el Tiempo a la vida» ya estaba en él desde su juventud, que fue una «negra
tormenta». La temática de la bebida y la droga se da en ‘El veneno', como también la del
Eros como condena a una degradación sin retorno, puesto que un beso hace al alma «rodar
sin fuerzas a orillas de la muerte». En ‘A una Madonna' y en ‘El aparecido' trata también el
amor con negatividad. El primer poema relaciona el Eros con la religión y con elementos de
culto pagano, y el segundo menciona el temor a él. El tema prostibulario y de la muerte se
tocan como destino del hombre en ‘Las dos hermanas de la Caridad'.
Volviendo a autores que hablan acerca del Decadentismo, añadir que acordes con estas
características están: Deleito y Piñuela, que menciona las patologías que en los
decadentistas pueden observarse; Ferrari con sus alusiones a conductas de superioridad,
incomprensión, desprecio, soledad, desdén, etc., o su acusación a la eliminación del ritmo;
Urales con su crítica acerca de las extravagancias y rebuscamientos léxicos que se
observarían en el aspecto formal, más las cuestiones vistas de fondo.
Ciertamente se han podido ver algunos de ellos como casos o alusiones en algunos poemas
de Silva, por mencionar a un autor en concreto: ‘Un poema' en que los ritmos se califican de
indóciles, sonoros, potentes, graves, y también en ‘Sinfonías color fresas en leche'. Los
ejemplos de cromatismo son numerosos. Schulmann alude a algunos, aunque pueden
incluirse algunos más de la antología de Olivio Jiménez, de la que se sacarán la gran
mayoría de casos.
Aun con todo, se podrían añadir manifestaciones por parte de los mismos poetas
considerados de manera total o parcial de decadentes. Uno de ellos cuya vida se caracteriza
de decadente y cuya obra ofrece numerosos tópicos decadentistas es R. Darío. En primer
lugar, el marcado individualismo se denota en la frase: «No hay escuelas, hay poetas» de
‘Dilucidaciones' en ‘Canto errante', que nos sirve para ofrecer otras de sus observaciones
expuestas en ‘Los colores del estandarte':
«Y quiénes son por fin los decadentistas (...) No tienen marca especial que los singularice
como miembros de una escuela señalada. Unos parecen clásicos, como Moréas, que tiende a
Racine, otros románticos depurados; otros salidos del naturalismo, como Huysmans, que
hacen su lengua propia y se aíslan en un procedimiento inconfundible...».
R. Darío también alude en otro de sus artículos a que «no son raros todos los decadentes ni
son decadentes todos los raros», en el denominado Los raros. Sin embargo, el representante
del decadentismo se halla en Catulo Méndez. Parnasianos y decadentes en el propio
Méndez. Uno de los fragmentos que hacen un retrato suyo más completo lo realiza casi al
término del artículo: «Aborrece a los gramáticos (...) no olvida nunca ser correcto y bello al
escribir. Conoce más de lo que enseña el señor profesor», tras indicar en páginas anteriores
sus procedimientos formales de escritura, su refinamiento y su individualidad creadora.
Hay que añadir también su postura defensora a estos tipos en el estudio sobre G.
D'Annunzio, pues habla de ellos positivamente en relación a sus composiciones
manifestantes del estado de su alma, sobre sus ilimitaciones artísticas, sus conocimientos
eruditos y espontáneos en el lenguaje, la sensualidad, etc.
El comentario sobre héroes de decadencia lo realiza el cronista guatemalteco Gómez
Carrillo en Los breviarios de la decadencia parisiense. Habla de las dos únicas cosas que en
la vida tienen atractivo: «el dolor, que es la muerte, y la locura, que es la vida», e
igualmente hace alusiones a la importancia para los simbolistas de la obra A contrapelo de
Huysmans, a la figura mítica de Salomé, a las vírgenes de Moreau, al tipo de belleza
macabra que seduce de la mujer, al «desdén contra lo vulgar», al perfume y el color que
podemos hallar en numerosas ocasiones en poesías, ... Sin embargo, enuncia, además, las
particularidades definitorias de una persona decadente: «sentirse solo», «éter y morfina
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exaltan sus visiones», «fumemos opio», «su mal no se cura», «pobre artista» y la mención
acerca de que «sólo sus íntimos saben que, en el fondo de su ser, hay un enamorado de lo
extraño, de lo artificial, de lo misterioso, un artista refinado, un poeta que sufre de lo que los
demás gozan».
En M. Machado es posible observar algunos rasgos de su carácter decadentista esbozados
en dos poemas de Alma: ‘El mal poema' y ‘Yo, poeta decadente'. El comportamiento de
rebeldía en todo nivel de expresión, la alusión al deseo de alejamiento de la vulgaridad y
mezquindad, el gusto por lo exquisito y refinado, etc., se patentiza en ambos.
Un cuento de Julián del Casal titulado La última ilusión recoge magníficamente las
atracciones de un decadente:
«Yo adoro, en cambio, el París raro, exótico, delicado, sensitivo, brillante y artificial; el
París que busca sensaciones extrañas en el éter, la morfina y el haschich; el París de las
mujeres de labios pintados y de cabelleras teñidas: el París de las heroínas adorablemente
perversas de Catulle Mendès y René de Maizeroy; el París que da un baile rosado, en el
Palacio de Lady Caithnes, al espíritu de María Stuart; el París teósofo, mago, satánico y
ocultista; el París que visita en los hospitales al poeta Paul Verlaine; el París que erige
estatuas a Baudelaire y a Barbey de Aurevilly; el París que hizo la noche en el cerebro de
Guy de Maupassant; el París que sueña ante los cuadros de Gustave Moreau y de Puvis de
Chavannes, los paisajes de Luisa Abbema, las esculturas de Rodin y la música de Reyer y
Mlle. Augusta Holmes; el París que resucita al rey Luis II de Baviera en la persona del
conde Roberto de Montesquieu-Fezensac; el París que comprende a Huysmans e inspira las
crónicas de Jean Lorrain; el París que se embriaga con la poesía de Leconte de Lisle y de
Stéphane Mallarmé; el París que tiene representado el Oriente en Judith Gautier y en Pierre
Loti, la Grecia de Jean Moréas y el siglo XVIII en Edmund de Goncourt; el París que lee a
Rachilde, la más pura de las vírgenes, pero la más depravada de las escritoras; y el París,
por último, que no conocen los extranjeros y de cuya existencia no se dan cuenta tal vez».
El cosmopolitismo queda claro en este texto.
Brevemente, pueden añadirse dos autores más en los que se evidencian otras actitudes o
calificaciones de estos personajes. Villaespesa relaciona en un texto al poeta decadente con
Nerón, y A. Sawa comenta el agrado por la morfina, la desilusión por la vida presente y el
desencanto espiritual desde un punto personal en ‘Iluminaciones en sombra'.
Baste ahora resaltar de nuevo la diferencia que establece Darío entre raros y decadentes,
puesto que los autores que se mencionarán más adelante para informar de influencias
decadentistas en el Modernismo no se incluyen todos como plenamente decadentes, sino
que básicamente todas las notas tópicas que se acerquen a las características generales
definitoriamente decadentistas son las que nos servirán para demostrar y hacer en conjunto
el retrato del Decadentismo y de su peculiar individuo, aunque actitudes como el
eclecticismo y el cosmopolitismo se vean en el Modernismo.
Autores que puedan sostener lo dicho en las líneas precedentes son los siguientes. Casal
manifiesta su complacencia por las cosas refinadas en ‘Mis amores' y la erudición en ‘El
arte', al fin de ‘Flores de éter' exterioriza: «Tedio profundo de la existencia / sed de lo
extraño nos tortura / de viejas razas mortal herencia / de realidades afrenta impura / visión
sangrienta de la neurosis / delicuescencia de las pasiones», habla del ser incomprendido
como «huérfano para siempre de ilusiones / y desposados con la eterna angustia» en ‘Las
alamedas', y clama su anhelo de «oír a la humana muchedumbre / gimiendo en su perpetua
servidumbre» en ‘El campo'.
Otros ejemplos destacados lo son algunas poesías de Silva: el paciente de ‘El mal de siglo'
conversa de su «cansancio de todo, un absoluto / desprecio por lo humano», y una denuncia
paródica se ve en ‘Filosofías'. R. Darío está caracterizado como decadente en ‘Melancolía':
«Y así voy, ciego y loco, por este mundo amargo». La comunicación de cantar «rincones
impuros / y los vicios más o menos oscuros» es del poema ‘Yo, poeta decadente' de M.
Machado. En A. Nervo aparecen algunos rasgos decadentistas en ‘Diafaneidad', ya
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comenzando con «Yo soy un ama pensativa» y declarando su «fría melancolía». En
‘Renunciación' habla de beber, de la importancia al dinero, etc.
En cuanto a Lugones, el tipo decadentista aparece en ‘Divagación lunar' y en el fin de ‘El
solterón'. Se podría añadir que Don Quijote se menciona como tal personaje y que aparece
en su prólogo de Lunario sentimental. Algunas actitudes decadentes también se observan en
Herrera y Reissig, en ‘Fiesta popular de ultratumba' e, incluso, el término dandy aparece en
‘Desolación absurda', que dice: «Con el alma hecha pedazos, / tengo un Calvario en el
mundo / amo y soy moribundo / tengo el alma hecha pedazos». Por último, se mencionará la
aceptación por parte del poeta de la creación de la belleza en tanto que arte por el arte que
figura en ‘El arte' de J. Juan Tablada.
Sin embargo, aun a todas las referencias señaladas les faltan más impresiones que los
autores se encargan de poetizar, en lo concerniente a las angustias que deja el entorno como
huellas en sus almas. Las más relevantes se señalarán en la temática decadentista, mediante
ejemplos de cualquier poeta subsiguiente: R. Darío, Casal, Quiroga, Díaz-Rodríguez, M.
Machado, Villaespesa, Osorio, Sawa, Herrera y Reissig, Juan Tablada, Villegas Estrada,
Valle-Inclán y Silva.
En principio, se continuará de nuevo la línea de Litvak en lo referente a su enumeración de
temáticas del Decadentismo, aunque más tarde se incluirán nuevos temas que se han creído
también recurrentes. Así pues, una cuestión que hay que abordar es la existencia de toda
clase de determinismo, sobre todo el de la decadencia de la raza. El hecho es que el
fatalismo es una particularidad que caracteriza a este asunto.
El poeta cubano precursor del Modernismo en México, J. del Casal, lo revela en ‘Paisaje
espiritual', y la adversidad en ‘Tardes de lluvia'. Un decadentista similar a él, Silva, con
respecto a la raza dice: «enclenques razas del futuro» en ‘Crepúsculo'. Se pueden señalar,
además, ‘Los maderos de San Juan', el determinismo desde un punto de vista trágico en ‘Un
poema', el pesimismo en ‘Al pie de la letra' o la igualdad entre los hombres desde los
orígenes en lo que concierne al status social en ‘Egalité'. En R. Darío lo hallamos en
‘¡Torres de Dios, poetas!' En M. Machado se expresa en ‘Adelfos': «Tengo el alma de nardo
del árabe español», en ‘Cantares': «son dejos fatales de la raza mora», y como retrato
representativo del fin de una raza el de ‘Felipe IV'.
Las civilizaciones antiguas es un medio para hacer sobresalir rasgos destacados que podrán
verse en el Modernismo también, tales que la magnificencia suntuosa de épocas pasadas,
sus características en lo referente a hazañas o vida sensual, etc. La peculiaridad establecida
en esta temática es la elección de épocas de declive de un determinado Imperio, el
grecolatino o el bizantino.
Pero se encuentra un caso especial en el descubrimiento de la mitología germánica que
poetiza Jaimes Freyre, aludiendo a sangrientas luchas en ‘Los héroes' o ‘La muerte del
héroe'; a elfos, hadas, en ‘Los elfos'; y a personajes de este mundo, como la hija de Nhor o
Thor en ‘Aeternum' o ‘El Walhalla', e incluso dedica una poesía a ‘Rusia'.
Los más comunes aparecen en Casal, como ‘La agonía de Petronio', poeta de Nerón e
introducido en el período de la ruina del Imperio Romano, o ‘Mis amores'. R. Darío
contiene en su obra mayores referencias a todos los mundos exóticos, mitológicos y
orientales; bástese la mención de ‘Metempsicosis'.
Ahora se nombrará al centro del Modernismo en todas sus actitudes, sobre todo del
Decadentismo: Herrera y Reissig. Lo cíclico procedente ya desde la Antigüedad se halla en
‘Su majestad el tiempo'. También el poeta español Villaespesa tiene un poema denominado
‘Histérica', que remite a Roma, aunque debe añadirse que otros no son más que relaciones
hechas gracias a su atención en los cuadros de Moreau. Silva patentiza imágenes pasadas en
‘Triste' o en ‘A veces cuando en alta noche'.
Aun con todo, hay varios procedimientos para aislarse de la realidad circundante, la cual
causa tantos tormentos a las mentes de estos poetas, que desean trasladarse al pasado o
regiones insospechadas o desconocidas racionalmente, por lo que la imaginación o los
sueños son algunos de ellos. Veámoslo, por ejemplo, en Casal con ‘Nostalgias' o ‘En el
campo', y en Silva con ‘Infancia', ‘Vejeces', ‘Midnight dreams' o ‘Al pie de la estatua',
Tema 3: Novecentismo
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puesto que el desprecio por la realidad es patente en el último, en ‘Muertos' o en
‘Crepúsculo'.
La cuestión concerniente a la sensualidad o sexualidad puede relacionarse con el
tratamiento de la mujer. Se liga al tema anterior por un encuadre en algunas ocasiones en el
pasado para hacer sobresalir los prejuicios sobre el presente. Únicamente se va a encontrar
un arquetipo femenino que responde a la figura bíblica y exótica de Salomé y a su
plasmación pictórica por parte de Moreau. Por ello, contiene componentes decadentistas, al
ser su misma personificación. Su presencia se manifiesta con tintes fascinadores, frívolos,
perversos, sensuales, voluptuosos, lujuriosos, crueles, asesinos, etc., y su belleza misteriosa,
hechicera y tentadora conduce a la perdición absoluta.
Al vincularse el tema del pasado con el presente para realzar vacíos morales o diversos en la
mujer de Salomé y la contemporánea se muestran aquellas características que
principalmente se enunciaron con motivo del comentario de Baudelaire: Desviaciones
anormales en el erotismo, que alcanzan hasta diferentes niveles jerárquicos o familiares,
debido a las pasiones que levantaba ya en su época la misma Salomé, y las consecuencias
mortales de su ilimitado deseo sexual. El lujo no puede desligarse de ella y las piedras
preciosas que componen las joyas adquieren una simbología especial, transmitiendo igual
misterio y lejanía. La mujer, desde los orígenes, se destacaba entonces por la destrucción de
la tradición o de la evolución normal en el tiempo.
Por tanto, se ha de denotar que el tema literario y decadente del amor sensual expresado
lleno de refinamientos, pero con el pesimismo de anunciar la muerte o algún que otro hecho
negativo futuro, da lugar a un erotismo fatalista por su concepción primaria de unión con la
carne, aunque en concretas circunstancias haya tan sólo un mero conflicto entre lo fatídico y
lo esperanzador.
La mujer calificada de decadente se observa en las siguientes poesías. De Casal tenemos
‘Neurosis' o ‘En el campo'. En Silva hallamos ‘Un poema' o ‘Egalité', en el que aquélla hace
iguales a todos los hombres a la hora de desarrollar la sexualidad. El erotismo de R. Darío
se manifiesta en ‘Poema del otoño' como incitación del propio autor al lector: «Gozad de la
carne», y es más acusado -rayando lo sacrílego- en el soneto ‘Ite, missa est', muy en
relación con ‘Evohé' de Villaespesa. En M. Machado se observa el erotismo en ‘Una
estrella', la mujer y la ambigüedad en ‘Antífona', y en ‘Encajes', ‘Lirio', ‘Mi Phriné' e
‘Internacional' se observa la relación con los temas prostibularios de Baudelaire, incluso en
‘Yo, poeta decadente': «cantando las golfas». También en Valle-Inclán, en cuanto al deseo
de tratamiento de Augusta como prostituta en ‘Epitalamio'. ‘Secretos' contiene la
decadencia temática de la marginalidad del poeta y de la prostituta. El poeta argentino
Lugones manifiesta el erotismo y la sensualidad en ‘Oceánida' y en ‘Los crepúsculos del
jardín'. Una versión decadente de ‘La bella durmiente' se halla en ‘La dama de los cabellos
ardientes' de Osorio.
Por otra parte, Herrera y Reissig habla de la mujer en ‘Desolación absurda' y en ‘Idealidad
exótica'. Contrasta el amor con el sufrimiento en el primero mencionado, como también en
‘Tertulia lunática' o ‘Nivosa'. Su erotismo es perverso y grotesco. Este tema también se
encuentra en ‘Neurastemia', en ‘Epitalamio' ancestral y en ‘Los parques abandonados'. Falta
resaltar un uruguayo que se caracteriza por un libro de prosa y verso de gran decadentismo:
‘Los arrecifes de coral', y que manifiesta una extremada originalidad en ‘Cuentos de amor,
locura y muerte': Quiroga. La sexualidad anormal se trata de manera destacada en
‘Sadomasoquismo'. El amor de un pasado como venganza a la mujer sin amor y con
relación al tema de la muerte lo hallamos en Villegas Estrada en ‘La lección de anatomía'.
En ‘Femeninas' de Valle-Inclán hallamos ‘Tula Varona' como historia de ambigüedad
sexual.
Una modalidad puede ser la relación existente que, en ocasiones, hay entre la religión y lo
pagano en este ámbito: en ‘Divina Psiquis, dulce mariposa' o ‘Carne, celeste carne de mujer'
de R.. Darío, o en ‘Misa negra' o ‘La bella Otero' en J. Juan Tablada. En la última la mujer
aparece como tentación. Por lo que se refiere al campo prosístico, el cuento de La condesa
Cela de Valle-Inclán, en ‘Rosarito' de Femeninas, en Flor de santidad y en la Sonata de
Invierno. Lo macabro, tórrido y morboso lo introduce este autor con mucha fuerza en su
Tema 3: Novecentismo
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LITERATURA
Sonata de Otoño. Describe la estancia en el lecho de una moribunda y su apariencia y, más
tarde, una escena en que el deseo se enardece al creerla en trance de muerte, en agonía final,
causante de su beso tembloroso, similar al de Sonata de Estío. En Sonata de Primavera el
amor y la muerte se funden en la relación de pareja.
Anteriormente se señaló la intención de enumerar algunos de los sentimientos que
envolvían a los decadentes y que les caracterizaban. La melancolía se trasluce en ‘El día de
difuntos' y el pesimismo en ‘Resurrecciones' de Silva. La desolación y el hastío en ‘Paisaje
espiritual', rayando el existencialismo, o el aburrimiento en ‘El arte' o lo sombrío y solitario
en ‘Mi ensueño' y en ‘Nihilismo'. También pueden observarse las frustraciones en
‘Nostalgias' y la visión pesimista en ‘Esquivez'. En R. Darío el tedio y el rechazo a la vida
se denota en las Palabras preliminares, al igual que la amargura y cansancio de la vida en
‘Canción de otoño en primavera', ‘De otoño', o en ‘Lo fatal'. Por otro lado, incluso se ve el
anhelo de afirmación de una fe en ‘Historia de mis libros'. M. Machado expresa en ‘Jardín
gris' el total declive y la nostalgia en ‘Melancolía'. De manera general, traduce sus
emociones apáticas, el spleen, etc., en los poemas que componen Reino interior, con una
desesperanza en ‘Los días sin sol', con un abandono claro en ‘El jardín gris' y ‘Otoño', con
la imagen de la muerte en ‘Mariposa negra', etc. Toda ‘Alma' expresa las emociones
decadentistas. A. Nervo menciona su inconformismo en ‘Al cruzar los caminos', y Herrera y
Reissig el spleen en ‘Julio' y ‘Desolación absurda'.
La temática del ocultismo, del más allá, de la irracionalidad, etc., puede hallarse en gran
medida en poemas de diferentes autores. Silva menciona «conjuro mágico» o el tema de la
muerte en ‘Un poema', el tema de los sueños en ‘Midnight dreams', la preocupación por el
más allá en ‘El mal de siglo' y el misticismo en ‘Al pie de una estatua'. R. Darío refiere su
preocupación metafísica en ‘Lo fatal', y sobre el más allá ‘Le trou noir' de A. Nervo. Lo
oculto se manifiesta en ‘Tarde de lluvias' de Casal y lo onírico de nuevo en ‘Historia de mi
muerte' de Lugones. Por último, indicar que Herrera y Reissig introduce el enigma
paradójico con ‘La torre de las Esfinges'.
Todo lo visto hasta este momento explicaría las novedades que son aceptadas por el
Modernismo, siendo conscientes de las influencias entre todas las corrientes de fin de siglo
y que ya se aludieron al comienzo de la presentación sobre las influencias del Decadentismo
en el Modernismo. Se deja patente la adopción de un nuevo estilo en la manera de vivir y en
la exposición artística en general.
El único punto que resta es el comentario acerca de la influencia del Decadentismo en la
figura de Juan Ramón Jiménez. Hay que tener en cuenta que este poeta tiene la
particularidad de mantener una interrelación entre la poesía y la vida, más aún, que sus
composiciones se caracterizan por una creación personal total, en cuanto a salir de su alma
un mundo forjado por sentimientos individuales que compondrán al fin y al cabo su propio
universo.
‘Ninfeas' y ‘Almas de violeta' van a caracterizarse por algunos comportamientos que ya se
han tratado como peculiarmente decadentistas. Gran parte de ellos tienen conexión con los
ya vistos a través de la personalidad y obra artística de Baudelaire. En esta etapa de
juventud observamos sus influencias becquerianas, así como las simbolistas o procedentes
del mismo Darío. Esto quiere decir que las alusiones a la temática mencionada con
anterioridad son coherentemente dignas de aceptación. Si lo estético es relevante en el
ámbito formal de sus creaciones también lo va a ser la individualidad o las emociones
procedentes del espíritu, tales que la melancolía, nostalgia, etc. Del mismo modo, su
atracción por lo refinado y culto que alcanzan lo extravagante en ocasiones, o incluso lo
macabro.
La primera obra mencionada tiene el mismo tono que la segunda, en cuanto a poetizar el
erotismo y la sensualidad con apreciados tintes espontáneos. Sin embargo, no debe
olvidarse que para este poeta, según G. Palau de Nemes, «la sensualidad, la inocencia o
pureza y la muerte andan siempre muy mezcladas» en su poesía». Así puede observarse en
ambos libros. Es posible hallar aspectos tétricos, morbosos y horrendos en los poemas
subsiguientes que exponen un erotismo macabro, por cuanto mostrar una temática en que el
amor se relaciona con la agonía y muerte: ‘Luto', a causa de lo mórbido de besar un cadáver
Tema 3: Novecentismo
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LITERATURA
infantil; ‘Nivea', por la misma circunstancia de erotismo anormal; ‘Elegíaca', de igual forma
al anhelar el mismo acto: «no voy a pegar mis labios / en su boquita cerrada...». Un adiós en
el momento agonizante de la despedida al mundo objetivo en ‘Tétrica'; ‘Los amantes
miserables' con el recuerdo de unos besos brindados en semejante caso o ¡Riente
cementerio' por el tema de la muerte de un marginado en una orgía. Es de destacar de
Ninfeas ‘La canción de la carne' y la visión de la mujer erótica, por ejemplo, en ‘Las mayas'.
Y aspectos de actitudes decadentistas es posible hallarlos en ‘Mis demonios', con su alusión
al delirio y sarcasmo; en ‘Nubes' con fatalismo notorio; el tono nebuloso de ‘Marina' y el
aspecto lúgubre más la muerte en ‘Somnolenta' o en ‘Elegíaca', etc.
En ‘Elegías lamentables' la desesperanza es notoria en su estrofa segunda, las referencias a
las imágenes del cementerio se hallan en el poema IV y XIX, las relacionadas con la
sexualidad en los numerados como VII, VIII, XIII y XV, las que van contra la figura
femenina con remembranzas alguna de ellas a mujeres impuras XII, XXXII, XXXIII y
XXXIV, y la de recuerdos en IX. Las Elegías son consideradas por algunos críticos como
composiciones que expresan un modernismo lleno de aspectos decadentistas. Litvak
menciona que la obra anterior a ésta, ‘Jardines lejanos', es tan erótica como ‘Pastorales' o las
publicadas en 1900.
Por lo concerniente a los ‘Poemas mágicos y dolientes' se observan numerosos poemas con
alusiones a cementerios, a vicios, a placeres, a mujeres no recomendables y a ciertos estados
anímicos interiores. Se encuentra de nuevo un erotismo subrayado en la desnudez de
hembras y que podrían vincularse gracias a sus rasgos de voluptuosidad con los modelos
exóticos y con su gran desarrollo sensual que ya aparecían en lo pictórico. Se destacarían
ejemplos como ‘Jardín carnal'. Quizá parecería como nota subjetiva la alusión al rasgo de
quietud que le da al jardín en que la mujer se halla desnuda. Podría tenerse en cuenta que
sería posible relacionarlo con la detención y, por ello, con tintes agónicos o mortuorios
sobre el estado en que se hallaría. A la mujer se la califica de «opulenta en placeres». Es
curioso que en la siguiente parte denominada ‘Ruinas' ya se encuentre con una vida que
tiende a deshojarse y a agonizar hasta llegar posiblemente a las últimas consecuencias:
«Cómo se ha derrumbado mi vida, poco a poco» (XX). Los sentimientos angustiados de
desencanto, frustración, soledad, etc. se manifiestan en lo vital del autor. Es más, las
emociones llegan a alcanzar al aspecto más esencial de todo ámbito decadentista, la belleza.
Aun con todo y manifestándose en amor con rasgos negativos el anhelo del poeta por llegar
al conocimiento de lo enigmático y secreto femenino sigue conteniendo sus versos:
«¿Mujer, que yo lo vea! Libra de sus penosas / dudas a esta constante nostalgia de mis
penas; /¡Quiero saber...» Ya ‘Laberinto' está cargado de un fuerte erotismo.
‘Melancolía' contiene aún semejantes notas sobre esa nostalgia de la sexualidad femenina y
comienza el conflicto entre lo inmaculado y lo pecaminoso, y volviendo de nuevo a la
muerte, siempre con la esperanza de que este medio vincule cuerpos de tan diferente
entidad. Sin embargo, los sentimientos caracterizadores del decadente continúan
encontrándose a lo largo de la mayoría de versos de sus poesías.
El estado solitario del poeta, físico y espiritual, y la incapacidad de atrapar una salida y se
menciona otra vez la muerte. Este destino fatalista como mero sentimiento y pensamiento
verdadero aparece en el poema VI de su última parte. Junto con ‘La soledad sonora' los dos
últimos vistos los cree Palau de Nemes revelación de lo interior del poeta.
Como ejemplo prosístico de la influencia decadentista en este autor está ‘La corneja. De un
libro de recuerdos'. Es una historia narrada como cuento y que posee base real datada en
Burdeos, en el Sanatorio de Castel d'Andorte (1901). La estancia del autor en este centro le
propició el conocimiento de uno de los casos del mismo para trasladarlo a la literatura. No
omite ningún tinte lúgubre o similar en todas sus descripciones.
Tema 3: Novecentismo
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