ABSTRACT LA LIGEREZA COMO ALTERNATIVACONSTRUIR LIGERO_5 ESTRATEGIAS DE LA ARQUITECTURA VALENCIANA La arquitectura popular valenciana El contexto de escasez en el que se desarrolla la actividad arquitectónica hoy en España obliga a un replanteamiento de la propia disciplina. Además de por sus reconocidas cualidades urbanas, la buena arquitectura española se ha destacado por su consistencia constructiva atribuida a menudo a la combinación de la preparación de sus técnicos con la conformación de un tejido productivo de amplia experiencia profesional. Esta consistencia se ha asociado tradicionalmente a su aparente solidez y sencillez que contrastan con las multicapas y la sofisticación de las arquitecturas más tecnológicas. Hoy una nueva versión de esta coherencia constructiva se puede orientar de manera alternativa hacia una arquitectura ligera también muy relacionada con la tradición constructiva popular mediterránea lo cual ha dejado, lógicamente pocos vestigios. El estudio concreto de determinados ejemplos de la arquitectura popular de la Comunidad Valenciana permite entresacar algunas ideas relacionadas con una forma de implantación en el territorio, ligera y particularmente adogmática. El concepto de ligereza trasciende aquí lo material y se refiere también a la manera poco reglada de entender los espacios y la actividad humana que los ocupa. El cometido del arquitecto que queremos abordar aquí sería, como consecuencia de ello, proponer los sistemas constructivos contemporáneos que materialicen una propuesta de este tipo. Reflexionar e identificar ámbitos en los que encontraremos esta apuesta por la ligereza, puede abrir interesantes campos de investigación en la arquitectura contemporánea. 1.- Construcción ligera y contextualizada. El proceso constructivo es, en la arquitectura popular, un ingrediente principal del estudio de las tipologías edificatorias. En contextos estrictos y de escasez, deviene, incluso, el propio origen de la tipología. Así, en el área lacustre en torno a la ciudad de Valencia aparece una versión genuina de la barraca mediterránea. Realizada con bastidores de madera, muros de barro y tejado de cañas, estudiada desde principios de siglo XX en distintos congresos y publicaciones, la barraca valenciana es la traducción de una forma de vida en el campo, autoconstruida en precario con los elementos que se tenían a disposición inmediata. Su orientación a Este, la fuerte inclinación de sus cubiertas vegetales, la disposición de muros con una alta inercia térmica y la colocación estratégica en su interior de un espacio amplio y flexible (al tiempo cocina, paso de animales, sala) que actúa de colchón térmico, forman un universo constructivo accesible y “low tech”, como un Ikea de la Construcción. Su falta de pretensión la aleja, en un primer momento, de cualquier carga simbólica o representativa y, el abandono del sistema de vida originario –la huerta- e incluso la progresiva urbanización de ésta, ha producido su práctica desaparición en la actualidad. Hay más ejemplos, como en las construcciones relacionadas con los animales ya fueran paranys para la caza o palomares, o también con la agrigultura como los riuraus, de ladrillo, teja y cal obtenidos de sus propias tierras, con sus porches y cañizos orientados a sur, y tantos otros que en climas cálidos han propiciado la aparición de autoconstrucciones ligeras pero suficientes para la vida. 2.- Ligereza y flexibilidad. La optimización del espacio público para acoger distintos usos puede implicar la construcción de arquitecturas desmontables y efímeras. El caso de la plaza de toros de Algemesí -como otras en muchos pueblos de la geografía española- pese a ser más reciente (desde mediados del siglo XX) y fruto de la intervención de un arquitecto como Juan Segura de Lago, transforma la plaza mayor del pueblo en una plaza rectangular cada año. Lo interesante es el procedimiento de autoconstrucción realizado mediante la división en 29 “cadafals”, tinglados o tablados de madera que se atribuyen a otros tantos grupos. Con el uso extensivo de elementos de madera, cuerda, clavos y yeso en sus apoyos, se logra montar colectivamente esta plaza única en contacto con las fachadas y con los edificios institucionales y religiosos de la plaza. El tiempo de montaje y desmontaje y la imposibilidad de realizar afecciones permanentes tanto a fachadas como a suelos condiciona y dibuja una construcción específica. Una referencia importante a estos “cadafals” estandarizados montados por carpinteros en el XVII y XVIII, en el libro sobre “La Plaza de Valencia”, AAVV, Diputación, 2001(pg. 30 y ss), adaptándose a las distintas formas del espacio público donde se levantaban cada año. 3.- La ligereza lúdica El uso alternativo del espacio público nos aproxima a una cierta desregularización. Ésta sucede, sin mediar de partida la intervención del hombre, en el juego de la pelota valenciana, realizado en muchas de sus modalidades en plena calle y plaza. Lo casual, se transforma en regla, lo efímero en condición del espacio, público y jugador se entremezclan. La representación y sofisticación de la calle da pie a la aparición de una tipología edificatoria propia, los trinquetes, construidos a su vez gracias a la apropiación de los espacios interiores de la manzana. El juego deviene una manera de releer el espacio y un ejemplo de flexibilidad donde lo contingente se integra de una manera natural. La construcción de estas edificaciones aprovecha muros existentes, construye techos ligeros y desarrolla toda una familia propia de construcciones. 4.- Ligereza y reutilización La invasión de estos interiores de manzana, una suerte de aprovechamiento del vacío, nos traslada a una reutilización más obvia, producto del cambio de uso. Históricamente el cambio de culto de los templos ha producido notables ejemplos de arquitectura. Frente a la majestuosidad y la agresión del templo cristiano en la mezquita de Córdoba, un ejemplo mucho más humilde como es la mezquita de la Xara en Simat de Valldigna, junto al monasterio, muestra como con pequeñas intervenciones arquitectónicas se es capaz de adaptar el uso en un mismo espacio. La fusión de ermita y mezquita es tal, y carente de tantos prejuicios, que podemos imaginar la convivencia de los cultos incluso hoy mismo. 5.- El desvanecimiento del límite. En la mayoría de los ejemplos citados, la apropiación del exterior se produce de una manera natural. Los recursos que la arquitectura popular ha empleado para crear interiores en el exterior son diversos. El más inmediato de ellos es de los elementos textiles que con su gran carga contemporánea, han traído más allá de los asentamientos desmontables, o las estructuras agrícolas, la tradición de los “envelats”. Ha habido mercados que se han cubierto de esta forma. En la ciudad de Valencia el más conocido de ellos es el entoldado de más de 60 m de luz y 1.200m2 de superficie total que cubre la plaza de la Mare de Deu sin un solo apoyo y con un sistema de cables de fachada a fachada (que, por cierto, se está renovando este año) los días de celebración. La construcción de este cielo protector es el epítome de esta construcción ligera, desmontable y flexible. Estos cinco apuntes extraídos del análisis de otros tantos ejemplos de la arquitectura popular valenciana se refieren a un universo cultural relacionado con una manera de ser, de asentarse en el territorio y de construirlo. Estos ingredientes, desvanecimiento del límite, reutilización, desregularización, contienen elementos de gran contemporaneidad y pueden abrir puertas a caminos próximos, posibles y sensatos, en la arquitectura que está por llegar.