Los c nicos no sirven para este oficio , de Ryszard Kapuscisski

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Los otros, como
protagonistas de la noticia
Kapuscisski, Ryszard, 2002
Los cínicos no sirven para este oficio
Barcelona: Anagrama, 124 páginas.
ISBN: 84-339-2550-4
Reseña de Samuel Toledano
Con tan sólo leer el nombre del autor
de este libro ya uno sabe que nos
encontramos ante un periodista de los
grandes, de los que tienen un nombre
casi impronunciable pero que, sin embargo, parece conservar la ilusión del
principiante, con los ojos abiertos y con todos los sentidos puestos en buscar
una información.
Lo excelente de este periodista no es sólo que sepa transmitir magníficamente
esas sensaciones, sino que descubre que es verdad, que no hay invento en
ninguna de sus palabras, que sus historias existieron y, sobre todo, que sus
protagonistas no eran las guerras de la independencia de África, ni siquiera los
políticos y militares que gobernaban… sólo las personas, el elemento esencial
sin el cual no habría periodismo.
Por si aún no sabemos cuál es el contenido de este libro, el subtítulo apunta
cuál es el principal consejo de su obra: sobre el buen periodismo. Resultaría
quizás demasiado pretencioso que alguien presumiera de su buen hacer en el
mundo de la información y tuviera, además, la osadía de calificarlo como buen
periodismo. Sin embargo, sería una excelente idea permitir ciertos privilegios a
Kapuscinski: que hable del buen periodismo y que diga claramente lo que
muchos piensan: los cínicos no sirven para este oficio.
De todas formas, el libro con el que aquí nos encontramos no es una de sus
reales novelas de su estancia en África, ni sus viajes por el antiguo imperio de
la Unión Soviética. Tampoco encontramos aquí las aventuras de un
corresponsal de guerra hablando con reyes, dictadores, rebeldes y asesinos
del continente africano. Estas páginas son sólo conversaciones, una tras otra,
en la que nos habla sobre la profesión del periodista –el buen periodista–.
Ahora sólo hace falta que concrete ese buen propósito y nos explique el punto
de partida para ser un buen periodista: “cada uno de nosotros ve la historia y el
mundo de forma distinta. Si cada uno de nosotros fuera a un lugar donde está
sucediendo algo y quisiera describirlo, obtendríamos versiones completamente
diferentes de esos acontecimientos, cada uno los contaría a su manera. ¿A
quién creer? ¿Cuáles son los criterios?”.
La pregunta que se plantea este periodista podría resumir a la perfección el
mayor problema que existe al trasladar un acontecimiento a información y que
sirve de justificación a los buenos y malos periodistas que, a veces con
demasiado descaro, afirman que sólo se han limitado a contar su versión. Es
en este intervalo entre acontecimiento y noticia donde el periodista, el medio y
los intereses que existen en juego despliegan toda su influencia para conseguir
sus fines. Al final, el lector tendrá que creer algo, porque es imposible que
pueda ser testigo directo de todo lo que sucede en el mundo cuando ni siquiera
puede ser testigo de lo que sucede junto a la puerta de su casa.
Para explicarnos algunas cosas de este lapsus de tiempo y espacio se
aprovecha la participación de Kapuscinski en el VI Congreso “Redactor social”
titulado De raza y de clase. El periodismo entre deseo de elitismo, implicación e
indiferencia celebrado en Italia en noviembre de 1999. Junto a una introducción
en la que se nos acerca al mundo de este periodista se recoge también el
encuentro que éste tuvo con el escritor y crítico de arte inglés John Berger con
ocasión del congreso Ver, entender, explicar: literatura y periodismo en un fin
de siglo, en noviembre de 1994 también en Italia.
La estructura del libro, en un formato de conversación, consigue amenizar de
forma notable un texto que redactado hubiera resultado ligeramente menos
asequible para el lector, especialmente para el que es ajeno al mundo del
periodismo. Una de las ventajas de este formato es respuesta directa que se da
a muchas dudas que surgen a los que todavía nos falta mucho por aprender en
esta profesión. Y es que las cuestiones que surgen en el ejercicio diario del
periodismo son muchas, tantas que harían falta decenas de libros de estilo y
manuales del buen periodista para poder resolverlas y, aún así, quedarían sin
respuesta muchas más.
Y todo lo aprendemos en un diálogo ameno, una conversación que Kapuscinski
y Berger mantienen y que va mucho más allá del periodismo al adentrarse en
esa distinta forma de ver el mundo en la que es escritor y periodista polaco
necesita viajar para luego contar, mientras que el inglés no sale de su refugio
de la campiña inglesa para hacerlo.
La más importante conclusión que un lector puede sacar de este diálogo es
una nueva desmitificación del corresponsal de guerra, del periodista que se
encuentra en medio de un conflicto bélico y que no está ansioso por meterse
en el centro de la acción. Simplemente busca la noticia, pero sin esa dosis de
locura que muchos atribuyen al periodista que cubre una guerra.
Pero nosotros, como periodistas curiosos sólo deseamos a que el escritor de
una respuesta a la pregunta que deja en el aire el título de este libro. Y no la
hay, no existe una respuesta concreta, sólo hay planteamientos y continuas
explicaciones de la realidad a la que tiene que hacer frente el periodista de hoy.
Sin embargo, sí podemos aventurarnos y extraer un consejo para comenzar el
ejercicio de esta profesión de la mejor manera posible: “Para los periodistas
que trabajamos con las personas, que intentamos comprender sus historias,
que tenemos que explorar y que investigar, la experiencia personal es,
naturalmente, fundamental. La fuente principal de nuestro conocimiento
periodístico son “los otros”. Los otros son los que nos dirigen, nos dan sus
opiniones, interpretan para nosotros el mundo que intentamos comprender y
describir”.
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