una palabra inherente a la estructura de la doctrina homeopática.

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Simplificar lo complejo.
Dr. Jorge A. Traverso
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Simplificar lo complejo
Dentro de la epistemología homeopática, se complejizan a veces los conceptos con la
intromisión de un léxico, legítimo de por sí, pero que nos dificulta a veces la tarea de
aprehender el núcleo esencial de un paciente.
Tomemos en cuenta por ejemplo a un estudioso de la historia de la Lectura en la
Humanidad, cuando compara el surgimiento de un marco teórico-técnico con lo esencial..
Albert Manguel nos plantea que un descubrimiento tecnológico, como el de
Gutenberg, es un progreso que no invalida la esencia de un sistema.
La imprenta nos dio la ventaja del libro en nuestras manos, ventaja con respecto al
papiro, que había que ir desenrollando y había que ir pasando de uno a otro, en breves
períodos, de acuerdo con la cantidad de texto escrito en cada uno.
Sin embargo, la esencia se mantuvo, puesto que hoy, a comienzos del siglo XXI, no
hay demasiada diferencia cuando al leer en una pantalla de computación regresamos a esa
antigua forma libresca que se nos presenta en porciones, avanzando de una a otra, como en el
papiro original, desenrollando hacia arriba o hacia abajo.
En esencia, Hahnemann con su imaginación, oficiando de traductor de un simple
texto sobre los efectos de la quinina, nos transporta al descubrimiento de la Homeopatía, con
un lenguaje simple y claro..
En la otra vertiente, la compleja, hagamos la analogía con una aguda crítica a lo
científico, cuando toma caracteres de tal por estar escrito en un cierto lenguaje.
Esto fue dramatizado por un físico, Alan Sokal, profesor de la Universidad de Nueva
York, que presenta un trabajo en 1995-96 en una revista prestigiosa, publicada por la
Universidad de Duke, en Carolina del Norte.
Lo más importante de ese trabajo, motor de múltiples controversias, era su pomposo
título: “Transgresión de los límites: hacia una hermenéutica transformativa de la gravedad
cuántica”.
Un año después de publicado, su autor declaró al mundo intelectual que el título era
un invento suyo sin ningún sustento, y las teorías desarrolladas un mero rejunte de conceptos
coleccionados concientemente por él para poner en evidencia traspiés que cometían los
intelectuales por aplicar conceptos de una disciplina a otra, ejemplificándolo con la
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proposición lacaniana de algo así como “el órgano eréctil es igualable a la raíz cuadrada de
(-1)”.
Esto encierra una acerada crítica al valor que se le confiere a un texto impreso, más
si los conceptos son herméticos, que presumen un profundo análisis previo, cuando en
realidad lo que más trabajo le había demandado al autor era hacer un refrito con varias
teorías en boga, y maquillar al mismo de “serio”.
Esto me evoca a un filósofo, Alain, que en la Sorbona, en su clase sobre literatura,
leyó un texto especialmente mal redactado, para exponerlo a la crítica de los asistentes.
Luego de que estos últimos lo evaluaran ferozmente, puesto que era en verdad muy
malo, Alain dijo sencillamente que su autor era él mismo.
Ante los movimientos de incomodidad y vergüenza de los estudiantes, agregó: “Lo
único que me sorprende y desconcierta es que para redactarlo tan mal, me costó una semana
de denodados esfuerzas, y en cambio ustedes son capaces de hacer algo similar en solamente
dos horas de un examen”.
Centrándonos en nuestra disciplina, cuando se comienza a desarrollar la teoría
miasmática, le sirvió al creador de la teoría para exponer por una parte el concepto de
contagio, y por otra apeló a una expresión que transmite su pensamiento.
Miasma, etimológicamente, es fechada entre 1765 y 1783. Por eso, en un Diccionario
de la Lengua Castellana, en su tercera edición de 1791, todavía no figura.
Este significante, miasma, en sus múltiples acepciones, desde el criterio religioso
hasta la decoloración, erupción proliferativa o úlcera, tiene su peso, y según las épocas vemos
su sustento.
De allí a evocar en el Parágrafo 9: “El espíritu dotado de razón que habita ese
organismo”, no hay que forzar mucho la idea de lo mental en juego, y tampoco para la
segunda acepción, sustentando la idea de contagio antes del descubrimiento de los microbios.
Nos despeja la palabra Miasma para nuestra doctrina, transmitiendo otra
concepción del estar enfermo o enfermar.
Sin embargo, a veces me hace reflexionar como en la discusión de los casos clínicos,
escuchamos diferentes versiones del paciente según lo que tome en cuenta sobre el concepto
miasmático el autor de una ponencia.
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Me hace recordar lo que me expresaba el maestro Vijnovsky en el último Congreso al
que asistió, en 1994.
Decía:”no sé porqué hacen parecer a la Homeopatía tan difícil cuando es tan fácil”.
En el último Congreso en Bs. As., en 2004, escuchaba a veces en los corrillos a ciertos
cultores de lo miasmático contar casos donde parecía que todos los remedios fallaban en un
paciente hasta que desde lo luminoso de la concepción miasmática se pudo resolver el mismo.
En realidad me hacían recordar la chanza que circula en nuestra cátedra, donde se
dice que cuando “el remedio bien indicado falla, hay que prescribir el simillimum”.
En el cierre del citado Congreso, en el Foro de discusión, en una ponencia se afirma
que “como todos sabemos, el síntoma Calor agrava es siphylítico”.
En los comentarios desde el público aclaré que me parecía complejo que se afirme
algo así como verdad revelada, puesto que podemos discutir en un caso si el síntoma está o no
presente, pero afirmar lo primero me parecía aventurado, puesto que iba a haber una parte de
la Sala que diría que era psorico y otra parte sycosico convirtiendo el punto en una Torre de
Babel, puesto que son temas donde en distintos lugares de América se afirman distintas
versiones.
Agreguemos ahora que para evaluar la toma de un caso desde la marcación
miasmática se toman programas de computadora que incluyen la misma sin que tengamos
muy en claro porqué se los marcó de una u otra manera siendo además a veces diferentes
entre un programa y otro.
Debemos recordar también que se dice muchas veces que los remedios son
trimiasmáticos en su accionar.
Desde aquí pienso que la teoría sí nos es útil para evaluar el miasma predominante de
acuerdo a los síntomas guía
para pensar en pronóstico y evolución, así como para
conceptualizar más acabadamente la idea de enfermedad crónica, pero no para teorizar
alambicados conceptos de una marcación que se da en lo informático.
Creo que la esencia (como en el ejemplo del papiro) es el núcleo mental del paciente
que podamos detectar y considero que algo de esto está implícito en la evaluación que lleva a
Hahnemann a replantear su teoría cuando observaba que el mal retornaba luego de un
período de tiempo, y no lo tecnológico de una marcación computarizada como en el ejemplo
de la imprenta.
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Resumen
Se trata el tema de lo complejas que resultan ciertas concepciones teóricas dificultando llegar
a la esencia de la problemática del paciente para resolver apropiadamente sus males.
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