Comentario publicado en Suplemento Las 12 Sueño con serpientes

Anuncio
Comentario publicado en Suplemento Las 12
Link: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/13-7444-2012-08-17.html
Viernes, 17 de agosto de 2012
La cámara en el umbral de lo sensible
Grete Stern y la revista Idilio, 1948-1951
Paula Bertúa
Las 12 – FOTOGRAFÍA
Sueño con serpientes
Por Roxana Sandá
Un experimento único y revolucionario para su época es analizado por la investigadora Paula
Bertúa: se trata de los fotomontajes que la fotógrafa alemana Grete Stern realizaba para la
revista Idilio acerca de los sueños de las lectoras. Imágenes delirantes pero profundamente
artísticas componen una serie donde el rol de la mujer está en primer plano.
“¿Por qué estas fotografías son desafiantes para la época, período del primer peronismo? Por
ser imágenes disruptivas respecto de la visualidad que domina las producciones gráficas en
ese momento, en el contexto de la cultura de masas y con la impronta vanguardista del
trabajo de Grete Stern. Porque en ese cruce asoman como imágenes provocativas en cuanto
a los idearios de género. Y lo que se narra en cada fotomontaje es transgresor respecto de
otras narrativas más tradicionales o canónicas acerca del rol de la mujer, de su relación con
los hombres o con la maternidad.” Paula Bertúa, autora de La cámara en el umbral de lo
sensible. Grete Stern y la revista Idilio. 1948-1951, editado por Biblos, se pregunta estas
cuestiones al tiempo que invade su mesa de trabajo con imágenes delirantes para confirmar
no sin inquietud la espantosa vigencia de algunas pesadillas femeninas. Mujeres sentadas
cómodamente en un sillón, sí, pero encerradas en una jaula para pájaros; otras
“gulliverizadas”, en trance de atravesar las cuatro paredes de un hogar que prometía
confort; damitas anhelantes de triunfo haciendo equilibrio sobre la luna; secretarias
eficientes descubriendo con estupor que a sus piernas les han crecido raíces; jóvenes
dirimiendo su vida entre la mirada de sus padres y la mano que le alcanza un sujeto parecido
a la muerte; imágenes sobrecogedoras que devuelven espejos de mano; toneladas de libros
que sepultan a lectoras inexpertas.
“Discutir si la fotografía es un arte o no me parece malgastar el tiempo, porque el terreno de
las definiciones es infinito, trillado y controvertido (...)”, advierte la fotógrafa alemana en sus
Apuntes sobre fotomontaje (1967). “Para mí, en todo caso, la fotografía es un medio con el
que me expreso y que requiere, como afirma Julio Cortázar en ‘Las babas del diablo’, que se
posea disciplina, educación estética y dedos seguros.” Desde Idilio, publicación de Editorial
Abril con eje en las fotonovelas y orientada a mujeres de capas medias y populares, se
analizan los relatos femeninos para legitimarlos o impugnarlos a través de “El psicoanálisis le
ayudará”, una sección creada por el sociólogo Gino Germani y el psicólogo y editor Eduardo
Butelman, donde se interpretan los sueños de las lectoras, pero de la que sólo se recuerda la
originalidad de la ambientación visual que dispuso Stern con delicada crudeza. “La audacia
estética de los fotomontajes trascendieron el contenido de ese consultorio psicológico–
sentimental”, confirma Bertúa, licenciada en Letras y magister en Historia del Arte Argentino
y Latinoamericano. “Fue un trabajo único en su género en un registro adaptado al gran
público.”
De la investigación surge que en la mayoría de los sueños que componen la serie, “se liga
indisolublemente a las mujeres con el ámbito de lo doméstico, a la par que se demuestra su
imposibilidad de acceso a dominios profesionales o artísticos. Los intentos de intervención de
las figuras femeninas en dichos espacios y los esfuerzos por pertenecer a ámbitos que las
rechazan siempre aparecen signados por la falta de experiencia o pericia, la frustración, la
falsa complacencia, el ridículo y la resignación”.
En este horizonte se define el triángulo Germani-Butelman-Stern como una especie de créole
psicoanalítico enmascarado en la firma del doctor Richard Rest, que se nutre del lenguaje del
cine, la publicidad y las novelas por entregas, disputando con estas expresiones la atención
del público. “Pero Grete crea un dispositivo poético propio de singular potencial”, bien nutrido
por la personalidad de una artista ubicada en las antípodas de aquellas que retrataba. “Se
forma en la Alemania de los años ’20, cuando surge la nueva mujer y las jovencitas
comienzan a profesionalizarse y a elegir la fotografía como medio de vida. Estudia en la
Bauhaus, monta un estudio con su colega Ellen Auerbach y, es inevitable, va a contrastar
con los roles tradicionales de las argentinas de los años ’40.”
El “experimento Idilio” se trata de un laboratorio de imágenes e ideas en un sentido lúdico,
“pero como carácter configurador de lo humano que puede tener lo lúdico, no como
banalidad”, dice Bertúa. “Se juega con claves estéticas, conceptos, traducción de la teoría
psicoanalítica para las masas y especulaciones de corte sociológico y del arte de vanguardia”.
Germani leerá toda la literatura de Sigmund Freud circulante en la ciudad, Butelman fundará
la editorial Paidós, con anclaje en el psicoanálisis, y de ese pastiche teórico conceptual
surgirá en un registro nuevo “la figura de Grete, pensada como la de una traductora de las
ideas vanguardistas, pero que no avanza en un sentido rupturista con lo que puede ser
mostrado o no”.
Mientras duró la publicación, las imágenes reflejaron un tono eufemístico para la temática
sexual. “La representación del cuerpo tiene sus mediaciones, no es directa. Aparece todavía
atravesada por el discurso médico-higienista de la época y por el discurso moral de lo que
puede mostrarse en una revista.” Los sueños que refieren a la vinculación entre sexos son
abordados “desde el punto de vista de lo sentimental o lo melodramático, y sobre eso puede
haber ironía o parodia, pero no va más allá. No radica ahí la osadía de los fotomontajes”. De
los 140 trabajos que componen la serie, sólo dos indagan en la naturaleza sexual de la
mujer, “pero es poco probable que hayan sido incluidos en la revista. En uno de los sueños,
el cuerpo desnudo de una mujer visto de frente aparece flotando entre planetas. En el otro,
Sirena del mar, se ven unas nalgas femeninas tocadas por manos de hombres; creo que se
trata de elaboraciones posteriores que Grete utilizó para las muestras que realizó en Europa,
Estados Unidos o Buenos Aires”.
Como trabajo de indagación, La cámara en el umbral de lo sensible visita con novedad la
célebre serie de los sueños pensando no sólo la vanguardia, la cultura de masas y la cuestión
de género en clave de arterias interconectadas. También redescubre el posicionamiento que
adopta la propia Stern cuando plasma en imágenes las fantasías oníricas de las lectoras. “De
fisgona, de mirar aquello que no se conoce, el territorio de los sueños”, precisa la autora.
“Pensé en esta idea de umbral como territorio fronterizo, como bisagra, y en la cámara como
herramienta para retratar esas experiencias.” En cuanto a la sustancia de que está hecho lo
sensible del asunto, “no se trata de un material visible. Se relaciona con el contenido de esos
sueños de matriz angustiosa, de frustración, o de deseos de felicidad vinculados a los
imaginarios de parecerse a esas protagonistas de las fotonovelas”. Bertúa le aporta un
sonido nuevo al diálogo entre fotomontajes que revelan el lado b de esos sueños de
realización, “ya confirmados en las novelas sentimentales de los años ’20 en temáticas de
estereotipos rígidos, como el de la joven casadera o la joven bella y pobre que se enamora
del hombre rico”. He ahí la telaraña de Stern: la modernización de esos relatos al servicio de
las fotonovelas de la década del ’40 y un brebaje de inquietud surrealista para recrear las
voces de lectoras, “que no tienen otro espacio donde volcar lo que les pasa”.
Descargar